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REFLEX en TORNO ENSEÑ Del ESPACIO
REFLEX en TORNO ENSEÑ Del ESPACIO
En este trabajo, Claudia Broitman señala algunos problemas y confusiones sobre la enseñanza del espacio
en el Nivel Inicial. En primer lugar, distingue los intentos de abordar en la escuela el estudio de la noción
operatoria de espacio del tratamiento didáctico de problemas espaciales, luego analiza críticamente ciertas
ideas vigentes sobre la enseñanza de las relaciones espaciales (“concreto-gráfico-abstracto”; “vivencia-
representación”, etc.) y diferencia un abordaje motriz de uno matemático. Por último, presenta el análisis de
un trabajo realizado en una sala de 5 años sobre la construcción de un plano y el proceso de reelaboración
del mismo.
En el Nivel Inicial se suele reconocer el trabajo sobre las relaciones espaciales como un
contenido a ser abordado. Sin embargo, este acuerdo sobre la importancia de su tratamiento deja
de ser tal cuando se analizan las diferentes propuestas de enseñanza. Ya ha sido muy discutido y
difundido que en la enseñanza de la matemática ha habido una importante confusión entre las
estructuras lógico matemáticas estudiadas por la epistemología y la psicología genéticas y los
contenidos y objetivos de la enseñanza.
Jean Brun (1980, 1994) analiza los efectos de dicha confusión en la enseñanza de la matemática.
Destaca cómo la psicología genética influyó sobre la enseñanza a partir de ciertos malentendidos
originados en las relaciones entre las nociones estudiadas por Piaget y la enseñanza de la
matemática.
En el Nivel Inicial, la persistencia de la confusión entre las nociones operatorias y los contenidos
(tanto para el campo numérico como para el espacial) aparentemente ha sido mayor que en el
resto de los niveles. Tal vez la menor demanda social al mismo sobre la enseñanza de
conocimientos, los supuestos acerca de lo tenidos abordables por la edad de los alumnos, las
diversas funciones sociales adjudicadas al nivel, la fuerte difusión de las ideas de las corrientes de
la Escuela Nueva, fuertemente entrelazadas con las ideas estructuralistas en los discursos
pedagógicos de formación de docentes del nivel, y otros factores, han contribuido a dar
Hoy aún muchas de estas ideas siguen persistiendo y difundiéndose, sin embargo, han también
circulado, en los últimos años, numerosas propuestas de enseñanza del campo numérico dirigidas
a instalar su abordaje en el nivel, a partir de un análisis crítico de la noción de actividades
dirigidas al desarrollo de la noción de número y asumiendo una perspectiva didáctica. El trabajo
alrededor de las situaciones problemáticas, el conocimiento de la serie numérica, las funciones
del número, su uso social, etc., han transformado el panorama desde aquellos momentos en los
que se proponía un trabajo sobre las nociones allí llamadas “pre-numéricas" .
Sin embargo, no ha ocurrido del mismo modo para el abordaje de lo espacial. Quaranta (1998)
señala que la persistencia de estas confusiones en el Nivel Inicial es más fuerte en la enseñanza
del espacio que en lo referente al campo numérico, y sostiene que este fenómeno tal vez se deba a
la escasa investigación en didáctica sobre su enseñanza.
Intentaremos aportar aquí, a partir de aquellas fuentes, algunas distinciones e ideas con el fin de
revisar algunas ideas y prácticas vigentes y tender otras para reorganizar su enseñanza.
Desde los aportes de la didáctica de la matemática nos preguntamos: ¿qué significa concebir al
espacio como contenido? ¿Qué propuestas didácticas en el aula?, ¿qué avances se espera producir
en los conocimientos de los niños?
Los niños utilizan el espacio y construyen un conjunto de conocimientos prácticos que les
permiten dominar sus desplazamientos, construir sistemas de referencias (Saiz, 87; Berthelot y
Salin, 1994; Castro, 1999). Estos conocimientos son aprendidos independientemente del pasaje
de los niños por la escuela. Se trata de adquisiciones espontáneas en su proceso de construcción
de nociones espaciales.
Esto no significa que no haya nada por enseñar en la escuela, que renunciemos a considerar como
contenido el tratamiento del espacio. ¿Por qué? Berthelot y Salin (1994) muestran la gran
cantidad de conocimientos espaciales útiles para resolver problemas cuya adquisición no es
espontánea y señalan la importancia de un trabajo sistemático para su adquisición. Insisten en la
necesidad de su abordaje en la escuela, citando a Pecheux (1990):
“Nos parece que las performances espaciales son consideradas más como dependientes de aptitudes
individuales, que pueden ser eventualmente útiles para ciertos oficios, pero de las que se puede prescindir
fácilmente. Ni la enseñanza elemental, ni el colegio, emprenden la enseñanza del espacio de manera
estructurada. (...) En suma, en las prácticas escolares, la sistematización de los conocimientos espaciales es
abandonada al azar.”
“Conocimientos que corresponden a un sector reconocido de las matemáticas son más fáciles de legitimar
(...) que conocimientos espaciales prácticos, por necesarios que sean para los alumnos, como los que
permiten la utilización conveniente de un plano para ubicarse en un espacio desconocido...”
Desde una perspectiva didáctica nos preguntamos por el campo de problemas espaciales que
ciertos conocimientos permiten resolver. Se trata de que los niños amplíen el dominio de las
experiencias espaciales. ¿Qué problemas los niños aprenderán a resolver a partir de las
situaciones que la escuela promueva? ¿Para cuáles problemas el tratamiento didáctico será
necesario, ya que no se trata de adquisiciones espontáneas?
La escuela debe ofrecer a los alumnos oportunidades para resolver nuevos problemas y realizar
conceptualizaciones. Problemas y conceptualizaciones que tal vez los niños no se hubieran
planteado fuera de la escuela.
Una pregunta que suele estar muy presente en el trabajo con los docentes es la relación entre el
abordaje del espacio desde el punto de vista de otras áreas y el que se realiza desde la
matemática. ¿Las mismas actividades permiten promover aprendizajes de las diferentes áreas?
¿Es necesario abordar primero actividades desde el propio cuerpo y luego abordar su
representación simbólica?
Nos encontramos aquí con otro supuesto de la enseñanza: la creencia de que los niños, para
aprender en la escuela, deben atravesar ciertas etapas que van de lo concreto a lo gráfico y desde
éste a lo abstracto. Esta idea, muy difundida para la enseñanza de la matemática, también se ha
originado a partir del aplicacionismo de los estudios piagetianos a la enseñanza escolar y se ha
fortalecido por las ideas de “activismo” de las corrientes pedagógicas de la Escuela Nueva con un
importante arraigo en los primeros niveles de enseñanza.
Resulta necesario hacer una distinción entre el uso del espacio real (desplazarse, recorrer lugares,
hacer circuitos, etc.) y los aspectos matemáticos que podrían estar vinculados a cada una de
dichas situaciones.
En el uso real del espacio (cuando va de la sala al baño o de su cuarto al de sus padres, cuando
lanza una pelota hacia un aro, etc.) el niño no necesariamente realiza alguna conceptualización o
toma de conciencia de conocimientos matemáticos en juego. De hecho, los conocimientos
vinculados con el desplazamiento del propio cuerpo en el espacio están ligados al desarrollo
espontáneo de un sujeto desde sus primeros meses de vida. Es decir, no hay necesariamente
actividad matemática en el desplazamiento físico.
Esto no significa que desvaloricemos aquellas propuestas elaboradas desde otras disciplinas en
dirección al uso del cuerpo propio en el espacio físico, como aquéllas que se propician desde la
educación física o la psicomotricidad. Simplemente señalamos la necesidad de distinguir su
finalidad y destacar la posibilidad de proponer a los niños avances, en muchos casos
independientes, en uno u otro campo de conocimiento.
Los problemas matemáticos relacionados con el espacio están ligados a la representación sobre
dicho espacio. No se trata de los mismos problemas. El desafío en realizar un circuito involucra
destrezas físicas y no necesariamente matemáticas. ¿Significa esto que no es posible abordar
aspectos matemáticos a partir de un espacio real o de una actividad de desplazamiento? No se
trata de descartar las propuestas de uso del espacio real o de desplazamientos efectivos, sino de
preguntarse cuáles son los problemas que, en dicha situación, involucran conocimientos ligados a
la matemática.
Si el problema planteado a los alumnos se resuelve exclusivamente en el ámbito del espacio real
(por ejemplo, hacer el circuito mencionado), no está involucrado ningún problema matemático, ni
se exige que el alumno esté reflexionando sobre las relaciones espaciales. Podría tratarse de un
problema matemático la comunicación verbal o gráfica de dicho circuito, tanto sea la producción
como la interpretación de instrucciones, sean éstas verbales, con un sistema de códigos o
mediante una representación gráfica.
¿Qué relación hay entre los conocimientos matemáticos y la interpretación o elaboración de una
representación gráfica o de instrucciones verbales para llevar a cabo un desplazamiento? ¿qué
tiene de “matemático” hacer o interpretar un plano? El trabajo sobre el espacio tiene unas
“relaciones complejas” con el conocimiento matemático. A diferencia de lo que ocurre con los
conocimientos geométricos, muchos conocimientos espaciales no tienen referente en el
conocimiento formalizado de esta disciplina y sí lo tienen en las prácticas sociales (Berthelot y
Salin, 1994).
Sin embargo, creemos que hay elementos del tratamiento y del trabajo alrededor del espacio que
permiten vincular el tipo de actividad intelectual que involucran a la actividad matemática. ¿De
qué aspectos estamos hablando?
Por ejemplo, en un problema de elaboración de un plano hay presentes ciertas cuestiones “ligadas
a la actividad matemática”, como la formalización de ciertos recursos válidos para representar el
tipo de tratamiento que se hace del problema, el uso de modelos o esquemas que toman en cuenta
sólo la parte de lo real pertinente al problema (para un problema de ubicación espacial no son
necesarios ciertos detalles del espacio real), la potencia del conocimiento para la anticipación,
etcétera.
También en los conocimientos espaciales, aunque muy ligados a las prácticas sociales y al
espacio real, existe un quehacer matemático (PreDiseño GCBA, 1999). La actividad matemática
en los problemas espaciales está dada por la potencia para la resolución de problemas que exigen
la anticipación y que no son resolubles exclusivamente en forma empírica.
“Desde una perspectiva didáctica, el dibujo y los problemas propios de la representación plana
son un medio ideal para provocar intencionalmente el inicio en la conceptualización de algunos
aspectos del entorno físico...” (Castro, 1999).
Presentaremos ciertos problemas surgidos del trabajo con una sala de 5 años sobre la
representación gráfica de un espacio real: el plano de su aula.
Los objetivos (desde el punto de vista didáctico) eran que los niños:
• Elaboraran un plano como recurso para comunicar posiciones de los objetos,
• Compararan propiedades de diferentes tipos de representaciones del espacio,
• Reflexionaran acerca de los efectos en la variación del punto de vista.
La consigna que se daría a los alumnos sería que dibujaran un plano del aula, y que para ello la
dibujaran vista “desde arriba”. Las actividades previstas (para más de una clase) eran las
siguientes:
conceptuales para su construcción? ¿Por qué no enseñar primero a los niños cómo hacerlo y
luego elaborarlo? La enseñanza clásica en matemática se ha centrado en descomponer los
conocimientos y tratar de comunicarlos “por partes” y “de lo simple a lo complejo”, en este
supuesto de su acumulación y organización posterior. En el trabajo con el espacio se han
abordado, por ejemplo, desde dicha perspectiva, propuestas dirigidas a trabajar
independientemente unas nociones de otras (arriba-abajo; adentro-afuera; izquierda-derecha)
desglosando pares de conceptos que están implicados entre sí en cualquier problema de ubicación
espacial.
¿Por qué hacer un mismo plano una y otra vez? ¿Por qué proponer a los niños revisar la propia
producción? El objetivo del trabajo no era una evaluación de los conocimientos espaciales de los
niños; por el contrario, fue pensado como una situación para aprender. Asumimos también, en
matemática, la idea de producciones sucesivas, que se revisan y mejoran, sobre las que se discute
colectivamente. Nos permitimos considerar el plano como una producción en “borrador” que
precisará ser revisada y sobre la que habrá sucesivas versiones.
A partir de la consigna ya mencionada, los niños evocan otras representaciones gráficas del
espacio: globos terráqueos, mapas, dibujos, con instrucciones de armado, mapas de rutas, etc.
(“un plano parece un mapa”, “te indica los caminos para llegar de un país al otro”, “es algo que te
enseña cómo armar las cosas, por ejemplo un aerostática”, etc.). Con respecto al punto de vista
de dichos dibujos, los chicos comentan que “se ve re-chiquito”, “desde el cielo”, “desde el
espacio”, etcétera.
Se retoma la consigna: “vamos a hacer el dibujo del aula imaginando que somos muy muy
chiquitos y estamos parados arriba del ventilador de techo mirando el aula desde ahí”. Esta
supuesta ubicación imaginaria del punto de vista traerá varias consecuencias no previstas:
• discusiones acerca de que se pueden mover caminando por el ventilador y entonces cambian
los puntos de vista;
• reflexiones acerca de que como el ventilador está en movimiento, según desde qué lugar del
ventilador se mire para abajo se verán o no los frentes de los objetos colgados en la pared o no.
Es importante aclarar que la maestra informa a los alumnos, antes de hacer la primera
producción, que realizarán varios planos sucesivos, que “éste va a ser un borrador, que se va a
poder cambiar, arreglar y rehacer”. Consideramos que esta aclaración a los alumnos es
importante para que se predispongan desde un principio a la revisión de la propia producción y
no enfaticen los detalles estéticos de la obra. Si así no fuera, les sería probablemente difícil
aceptar realizar una revisión crítica del mismo y considerarlo una primera aproximación a un
proceso de producción.
También la docente informa acerca del análisis colectivo que se promoverá a partir de los
diferentes trabajos. La importancia de dicha aclaración reside en que los alumnos puedan
predisponerse al hecho de que compararán y analizarán críticamente las producciones propias y
ajenas, y que se establecerán criterios comunes para la revisión.
Por último, la maestra propone que dibujen los muebles del aula y no a las personas, ya que nos
desplazábamos constantemente en el aula.
La ubicación de los objetos en el aula: Los niños están, en muchos casos preocupados por
tener en cuenta la ubicación de los objetos, sin embargo, les es muy costoso volcar esto en la
hoja.
El punto de vista: discuten acerca de si incluir o no ciertos objetos, o los detalles del frente de
los mismos.
Las proporciones: surgen diálogos y arreglos al tratar de tener en cuenta las proporciones
reales de los objetos en el dibujo.
Se produce un intercambio espontáneo entre los alumnos acerca de la proporción entre los
tamaños de los objetos y de los dibujos que los representan. Este diálogo es registrado con el
objetivo de evocado en otra clase, para que sea retornado por todos los alumnos.
Diego mira el aula y dibuja el pizarrón muy grande, casi en el contorno de la hoja. Fede le dice a
la maestra: “Me parece que está dibujando el pizarrón muy grande” e inmediatamente a Diego
“no te van a entrar las cosas, ¿eh?”
Diego responde: “Las hago adentro del pizarrón” (que es lo que luego efectivamente hace).
Diego: El reglamento (se refiere a un texto escrito en un papel afiche colgado en la pared del
aula).
Tomás: No se va a ver. ¡Si es un papel! Si el ventilador está girando, depende de qué lado
estamos mirando, si miramos de allá (señalando la parte del ventilador más cercana al
reglamento) no lo vamos a ver.
Lautaro está dibujando la mesa vista desde el frente, es decir dibuja dos de las patas de la mesa. A
partir de una pregunta que se le formula acerca de cómo se ven las patas de la mesa desde arriba,
contesta lo siguiente:
Lautaro: Si la mesa estuviera con las patas para arriba vería las patas pero así como está sólo
veo el tablero.
A partir de esta afirmación, hace la segunda mesa, representando solamente el rectángulo del
tablero. Le quedan dos mesas dibujadas, una “vista desde frente” y la otra “vista desde arriba”.
En estos otros dibujos aparecen elementos representados frontalmente y otros desde una vista
aérea. En el dibujo de Tomás: el pizarrón (de frente) y las mesas (desde arriba); en el dibujo de
Marina todos los objetos se representan desde el frente, excepto el ventilador.
¿Por qué solo las mesas y los ventiladores tienen una representación de un punto de vista
diferente? Tenemos algunas ideas al respecto...
El ventilador, que parece dibujado desde arriba, ¿aparece así porque en la consigna los chicos
debían imaginar que estaban parados allí arriba y esto facilitó imaginárselo desde dicho punto de
vista, o porque el ventilador visto desde abajo -desde donde ellos efectivamente lo ven- es igual
que visto desde arriba? Tal vez sólo lo dibujaron como lo veían -desde abajo-, y a nosotros nos
parece que está dibujado desde arriba.
En el caso de las mesas, puede ser que sea más sencillo imaginarlas desde dicho punto de vista
que desde objetos más altos, como la biblioteca, o que objetos con muy poco espesor, como un
papel. Tal vez, la altura de los niños y su habitual interacción con las mesas, en posiciones de
estar parados o sentados, les permiten tener una representación de la misma desde esa
perspectiva.
Con respecto al problema de la ubicación de los objetos en la hoja, Lautaro, luego de dibujar la
biblioteca, toma conciencia de que la ha ubicado en un lugar que no corresponde:
Lautaro (un poco enojado mientras borra); La biblioteca tiene que ir ahí (señalando otro lugar en
la hoja) y no acá (mostrando el lugar donde la había dibujado).
- ¿Por qué?
Lautaro: Porque ahí está la biblioteca (señalando la biblioteca real), ¡está al lado de la mesa!
(Lautaro borra la biblioteca y la dibuja al lado de la mesa).
En la segunda clase se recuerda lo realizado anteriormente y se les propone a los niños analizar
algunas producciones con vistas a la revisión de la producción y a la elaboración de un segundo
plano. Se invita a comparar planos seleccionados. ¿Con qué criterio han sido elegidos? Teniendo
en cuenta los aspectos ya mencionados, es decir, aquellos que en particular permitirían comparar
diferentes representaciones del mismo objeto (diferentes puntos de vista para dibujar las mesas) o
aportar nuevos problemas (la cuestión de la ubicación). Se decide postergar para otro momento la
reflexión acerca de las proporciones de los objetos representados con los objetos reales, sin
embargo, aspectos del tamaño de los dibujos son traídos por los alumnos: la relación entre el
tamaño de los objetos dibujados y la distancia desde la cual se observa.
Con respecto al punto de vista, comentan acerca del dibujo de la puerta del aula, realizado desde
una vista frontal:
Otro alumno agrega: Lo que está de ahí (señalando la mitad) desde el medio (haciendo gesto para
abajo) no se podría ver así. Sí, porque si subís hasta allá y estamos a diez metros de altura se
vería más chiquita y hay partes que no se verían, se vería más chatito.
Con respecto a las diferentes mesas dibujadas es interesante destacar que la mayoría de los
alumnos, frente a las dos representaciones de las mesas, acuerdan en que una corresponde al
punto de vista de arriba y la otra de frente:
A pesar del acuerdo acerca de la forma de representación utilizada, los alumnos cuestionan la
representación de las cuatro pequeñas circunferencias realizadas para representar las patas:
• No tiene redondelitos.
Otro aspecto a resaltar es el comentario de un alumno que interviene para mostrar que desde
arriba puede ser vertical (como plano) u oblicuo (como foto aérea) y para ello produce una
expresión original: “arriba-arriba” y “arriba-de costado”.
Desde “arriba – arriba” se ven así (señalando la representación de una mesa), desde “arriba- de
costado” se ven así (señalando otra mesa).
Luego del trabajo colectivo, la docente propone realizar nuevamente el plano, teniendo en cuenta
lo que se ha conversado sobre el mismo.
• Yo voy a hacer la mesa, el trabajo es más fácil, solo tenés que hacer lo de arriba
(refiriéndose al acuerdo establecido luego de la puesta en común).
• Miren bien lo que hay que dibujar. Acá abajo. (Muestra el estante que está debajo de la mesa
como tratando de convencer a sus compañeros de la importancia de dibujarlo.)
Lautaro le contesta:
Julián hizo, en este plano, todos los elementos vistos desde arriba.
Lautaro adoptó diferentes puntos de vista para las mesas y para la biblioteca.
Aquí vemos el dibujo de Yamila de la silla. Para este dibujo, la niña trabajó durante un largo rato,
comparando su producción con la silla y “peleando” con los resultados que obtenía. En primer
lugar, realizó el dibujo de una forma que representaba el asiento de la misma (algo similar a un
cuadrado). Mientras lo hacía, miraba el asiento desde arriba. Luego decidió dibujar los círculos
que representan las patas -como su compañero había hecho para la mesa-. Sin embargo, continuó
su producción incluyendo los caños verticales de la misma, que unen el asiento con el respaldo. Y
dibujó el respaldo del mismo modo que el asiento, sólo que en éste, a pesar del mismo dibujo, el
punto de vista asumido no es el mismo. Desde arriba ha dibujado el asiento, desde el frente ha
dibujado el respaldo y los caños. Le quedó la siguiente silla “desplegada” luego de un arduo
trabajo en el que pareció recuperar, a su modo, aspectos discutidos colectivamente.
En muchos casos, al comparar las primeras producciones con las últimas no se observan cambios
importantes. ¿Esto significa que no hubo aprendizajes? Creemos que, más allá de los resultados
observables en los planos producidos, fue una situación rica de trabajo para la mayoría del grupo.
¿Por qué?
No se trata exclusivamente de evaluar el producto final y los logros obtenidos en relación con el
plano, si bien se espera que los alumnos avancen en sus recursos de producción e interpretación
de los mismos. El aprendizaje sobre las relaciones espaciales no está dado exclusivamente por
una incorporación de estrategias de representación del plano, sino también por el tipo de
interacciones que promueve, por el caudal de reflexiones que se producen en la clase a partir del
problema.
Ha sido citada anteriormente la idea acerca de que los problemas de la representación plana
pueden ser pensados como un “medio” para provocar conceptualizaciones (Castro, 1999). La
producción del mismo es una oportunidad para poner en juego relaciones espaciales,
confrontarlas, revisarlas y ampliarlas. El avance está también dado por el tipo de reflexiones que
éste permitió instalar.
del sujeto en el proceso de conceptualizaciones sucesivas. Los alumnos tuvieron oportunidad para
tomar conciencia de lo realizado por sí mismos y por otros, explicitaron aspectos hasta ese
momento implícitos, opinaron sobre la propia producción y la ajena (“no te van a entrar las
cosas,¿eh?”, “¡No, si no se ve eso desde arriba!”, “Hay que fijarse muy bien en el tamaño”,
“Desde 'arriba-arriba' se ven así desde 'arriba-de costado' se ven así”). Consideramos que estos
tipos de interacciones son centrales en el proceso de aprendizaje de los conocimientos que
estamos abordando y no necesariamente pueden ser incorporados inmediatamente por los niños a
sus producciones.
A modo de cierre
Planteamos la importancia de revisar -para esta misma actividad- la consigna a la luz de los
efectos producidos en la imaginaria posición del dibujante. También sería posible pensar -para
futuras actividades- en la inclusión previa en la hoja, por parte del maestro, de algunos referentes,
como la puerta o la ventana en las hojas que se entregan, y proponer a los niños dibujar solamente
las mesas y las sillas con aclaraciones sobre los lugares en los que se sienta cada uno de ellos. Se
puede anticipar que ambas variables (un punto de vista más alto y la inclusión de referencias)
podrían favorecer una mayor discusión para el problema -pendiente aún- sobre la ubicación de
los objetos.