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VICERRECTORADO DE FORMACIÓN
Actividad no obligatoria.
Actividad obligatoria.
Atención.
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Bibliografía.
Video.
Teniendo en cuenta que “nuestra fidelidad al Evangelio nos exige proclamar en todos los areópagos
públicos y privados del mundo de hoy, y desde todas las instancias de la vida y misión de la Iglesia, la
verdad sobre el ser humano y la dignidad de toda persona humana.” 9
El trayecto educativo de las asignaturas de formación integral, asume una concepción integral de la per-
sona y condición humana 10, como así también el actual acento en las dimensiones de interdisciplinarie-
dad, multiperspectividad, transdisciplinariedad, transversalidad del conocimiento 11; y las herramientas
que ofrece el abordaje desde la perspectiva del pensamiento complejo 12 y de las inteligencias múlti-
ples 13, a lo cual se suma el aporte actual de la reflexión desde la perspectiva de la inteligencia espiri-
1
Ex Corde Ecclesiae:
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_constitutions/documents/hf_jp-ii_apc_15081990_ex-corde-
ecclesiae_sp.html
cfr. C.E.A., Presencia de la Iglesia en la Universidad y en la Cultura Universitaria, 1996
cfr. Zabalsa Miguel A., La enseñanza universitaria, el escenario y sus protagonistas, narcea, Madrid, 2007
2
Estatuto: http://www.ucasal.net/seccion1.php?secc=institucional&secc1=111
3
Artículo 20° del Estatuto, en el orden de la integración del saber, no solo como ilustración cultural o saber complementario,
sino como saber esencial y constituyente de la mente y el corazón del graduado en nuestra Universidad.
LECTURA COMPLEMENTARIA 1: La formación integral y sus dimensiones
4
Espacio activo, no enciclopédico. Encarnado en la ciencia específica, partiendo de ella como realidad interpelante y regre-
sando a ella con reflexión enriquecida; y no concebido como extrapolación sintética de formación profesionalmente filosófi-
ca o teológica.
5
Con precisión conceptual y terminológica; con método y actividad según las áreas mencionadas; buscando la propuesta
integradora al comienzo, durante y proyectando una síntesis posterior.
6
Proponiendo, descubriendo, acompañando, realizando y verificando el proceso lógico y epistemológico de aprendizaje.
cfr. Bernard Lonergan, Insight; Sígueme; 1990
LECTURA COMPLEMENTARIA 2: 1) El método integral y el desarrollo integral. 2) El método trascendental en B.
Lonergan. 3) Cinco niveles de conciencia en Lonergan.
7
LECTURA 3: Pensamiento crítico.
8
LECTURA 4: Pensamiento creativo: 4.1 Pensamiento creativo, 4.2 Habilidades críticas y creativas.
9
D.A. 390.
Cfr Compendio de la Doctrina Social N° 16.
10
Cfr. Yepes Stork R.; Fundamentos de Antropología, Eunsa;
cfr. Arregui V. y Choza J. “Filosofía del hombre”, Rialp.
cfr Choza J., Manual de Antropología Filosófica, Rialp.
11
Entendido como intento de comprender la realidad desde un enfoque totalizador, donde los diversos enfoques interactúan
para dar lugar a una realidad compleja. Perspectiva amplia, capaz de superar la fragmentación y el reduccionismo, para
captar su complejidad e integralidad, proceso según el cual las disciplinas individuales se trascienden para tratar problemas
desde perspectivas múltiples con vistas a generar conocimiento emergente.
cfr. Nicolescu B., La transdisciplinariedad, una nueva visión del mundo, Manifiesto, París, Edic. Du Rocher, 1998
cfr, Universidad Javeriana, la interdisciplinariedad en la Universidad, Bogotá, 2010.
cfr. Esther Díaz, La posciencia, el conocimiento científico en las postrimerías de la modernidad.
LECTURA 5: 5.1Carta de transciplinariedad, 5.2 Transdisciplinariedad, 5.3 Multiversidad, 5.4 Multiversidad mundo real.
12
Cfr. Morin, Edgar. Introducción al Pensamiento Complejo, Gedisa, 1994.
LECTURA 6: varios:
cfr. Morin Edgar, La cabeza bien puesta, nueva visión, Buenos Aires, 2008.
cfr. Morin E., Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, Nueva Visión, Buenos Aires, 2009
cfr. Morín E., El método, edit. cátedra, Madrid, 2001.
13
cfr. Gardner Howard, Arte, mente y cerebro, Paidós 1982.
cfr. Gardner H., La mente no escolarizada, Paidós, 1997.
cfr. Gardner H., Inteligencias múltiples, Paidós, Buenos Aires, 1995.
cfr. Gardner H., La inteligencia reformulada, Paidós, Buenos Aires, 2001.
cfr. Gardner H., mentes creativas, Paidós, 1995.
cfr Gardner H., La nueva ciencia de la mente, Paidós, 1987.
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 7
tual 14, esto es, desde el concepto de sentido y significado 15 como ámbito integrador, global y holístico
de la existencia humana.
Inteligencia espiritual que en nuestra particular propuesta educativa se expresa en las coordenadas
que nos ofrece el horizonte del descubrimiento, valoración y reconocimiento de la “experiencia religio-
sa” 16 en general y del paradigma específico que ofrece la fe cristiana. Todo ello permite generar una
especial sensibilidad para reconocer los horizontes de una “razón ampliada” 17 y la “dimensión sa-
piencial” 18 de la verdad descubierta y vivida; aspirando a la configuración de un tipo humano que sinte-
tice en una sabiduría cultivada 19 el aporte a la sociedad y a la cultura donde se inserta 20.
Actitud sapiencial que se nutre de una atención despierta a la dinámica social y cultural imperante;
dónde el núcleo sabio de la conciencia humana se activa en la confrontación con la realidad, y de
modo especial a las realidades que exigen soluciones urgentes en referencia a la dignidad humana, a
las condiciones adversas que condicionan el futuro de las personas y de las sociedades y la imperiosa
atención que nos solicitan los dinámicos procesos humanos políticos-sociales-económicos-ecológicos
en los que nos encontramos inmersos 21.
En nuestra identidad institucional la razón humana se concibe ampliada con la afirmación y las conse-
cuencias inferidas del paradigma “Jesús, el Cristo” como configuración de un humanismo cristiano 22
cfr. Goleman D., La inteligencia emocional, Edit Vergara, Bs. As., 1995.
cfr. Goleman D., Inteligencia social, Planeta, México, 2006.
LECTURA 7: VARIOS
14
cfr. Gardner Howard, La Inteligencia reformulada: Las inteligencias múltiples en el siglo XXI, Paidòs, Barcelona, 2007.
cfr. Torralba Francesc, Inteligencia espiritual, plataforma editorial, Barcelona, 2010.
LECTURA 8: VARIOS
15
cfr. Giussani Luigi, El sentido Religioso, Edic. Encuentro, 1987.
cfr. López Quintás Alfonso, la cultura y el sentido de la vida, ppc, 1993.
cfr. Giussani L., El rostro del hombre, Edic. Encuentro, 1996.
cfr. Frankl Víctor E., El hombre en busca del sentido último, el análisis existencial y la conciencia espiritual del ser humano,
Paidós, 8° reimpr., 2013.
16
Cfr Ries Julien, lo sagrado en la historia de la humanidad, Edic. Encuentro, 1989.
cfr Giussani L., En busca del rostro humano, Edic. Encuentro, 1985.
cfr. Giussani L, El camino a la verdad es una experiencia, Edic. Encuentro, 1995.
cfr. Giussani L., La conciencia religiosa en el hombre moderno, Edic. Encuentro, 1986.
cfr. Alvarez Maestro Jesús, Las religiones del mundo, Bonum, 2008.
cfr. Guerra Gómez M., Historia de las Religiones, B.A.C.
cfr. González de Cardedal O., Dios, Sígueme, 2004.
cfr. Ratzinger, Fe, verdad y tolerancia, el cristianismo y las religiones del mundo, sígueme, 2005.
17
Decreto de Reforma de los Estudios eclesiásticos de Filosofía:
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccatheduc/documents/rc_con_ccatheduc_doc_20110128_dec-rif-
filosofia_sp.html
18
Decreto de Reforma de los Estudios eclesiásticos de Filosofía:
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccatheduc/documents/rc_con_ccatheduc_doc_20110128_dec-rif-
filosofia_sp.html
19
cfr. Mandrioni H.D., Filosofía, contemplación y sabiduría, Agape, 2009.
20
cfr. Stanchi Rossana, La educación como introducción a la realidad total. El proyecto educativo de Luigi Giussani, Dossier.
cfr. A.A.V.V., Educar la razón, educar la libertad, Encuentro internacional sobre Educación, 2010.
cfr. Conferencia episcopal italiana, Carta a los que buscan a Dios, S. Pablo, 2009.
cfr. Consejo Pontificio para la cultura, ¿Dónde está tu Dios?, S. Pablo, 2006.
fr, Conferencia Episcopal Argentina, Aportes para la evangelización de la cultura en Argentina, cea, 2005.
21
cfr. Juan Pablo II, Discurso a los participantes en el Congreso Mundial sobre la Pastoral de los Derecho Humanos, Roma
1998.
cfr Compendio de la Doctrina Social N° 16.
cfr. Declaración Crisis económica, opción por los pobres y cuidado de la creación. Por un desarrollo humano, integral y
solidario, emitida por los miembros del departamento justicia y solidaridad del CELAM, febrero 2010.
cfr. A.A.V.V., Ciencias, Filosofía y Teología, en búsqueda de una cosmovisión, 2004.
cfr. Motto, Andrés Román M., Creer en Dios, ¿invención, costumbre o convicción?, S. Pablo, 2009.
cfr. Peacocke Arthur, Los caminos de la ciencia hacia Dios, sal terrae, 2008.
22
Cfr. Giussani L., Los orígenes de la pretensión cristiana, Edic. Encuentro, 1989.
cfr. Ratzinger, Introducción al cristianismo,
cfr. Ratzinger, Jesús de Nazareth
cfr. Guardini, la esencia del cristianismo
cfr. Guardini R., El Señor, librería Emanuel, 1980
cfr. Söding G.J., La novedad de Jesús, agape, 2009.
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 8
no solo teorizado sino tematizado y experimentado en el camino de la tradición de la Iglesia Católi-
ca 23 específicamente.
Este espacio se encuentra articulado tanto con los fundamentos y objetivos del Plan de Estudios de las
Carreras, como integrado con sus respectivos actores, los docentes de las materias específicas en bús-
queda de un auténtico diálogo fe y razón, fe y cultura, evangelio y vida.
También se encuentran secuenciados los contenidos en un desarrollo progresivo con el resto de los
espacios curriculares de reflexión filosófica, teológica, doctrina social de la Iglesia y ética; constituyendo
un bloque formativo, que se sostiene en una opción por un eje esencialmente epistemológico, antro-
pológico y praxis integradora 24, con una orientación clara a la producción de aportes sociales y cultu-
rales significativos.
El aspecto práctico se propone desde una antropología filosófica y teológica liberadora 25 que expresa
de modo claro la más profunda identidad humana en acción en el contexto social; y el asumir la configu-
ración vital que entiende y asume la Comunidad como ámbito de desarrollo integral, donde la libertad
humana se despliega en contemplación del rostro del otro 26 y la conciencia de su dignidad y el destino
común que nos une a todos como Humanidad.
Con ello se pretende que la intervención profesional del graduado de la UCASAL tenga posibilidad de
un accionar profesional entendido como intervención en su ámbito, libre de toda inclinación a la imposi-
ción, cuidadosa en la orientación y dirección, y decididamente signada por la impronta del acompaña-
miento transformador de la vida humana; de modo especial inspirada en la intervención salvadora y
liberadora de Dios en la Historia humana: la KÉNOSIS o encarnación como método y lenguaje ver-
dadero 27.
cfr. Ruiz Arenas O., Jesús Epifanía del amor del Padre, Celam, 1989.
cfr. AA.VV., Jesucristo, Verbo Divino, 1979.
23
cfr Congar Y., La Tradición y las tradiciones, ediciones Dinor, 1964, 2 tomos.
Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica.
24
cfr. Arduni Juvenal, Antropología, atreverse a recrear la humanidad, San Pablo, 2004.
cfr. Scannone Juan Carlos, Un nuevo pensamiento para otro mundo posible, Educc, 2010.
cfr. C.E.A., Aportes para la evangelización de la cultura en la Argentina, 2005.
cfr. Consejo Pontificio de la Cultura, para una pastoral de la cultura, san pablo, 1990.
25
“Conocerán la verdad y la verdad los hará libres” Evangelio de San Juan 8,32.
cfr. Ratzinger, ser cristiano en la era neopagana, Edic. Encuentro, 1994.
cfr. Ladaria Luis F., Introducción a la Antropología Teológica, verbo divino, 1998.
cfr. Galli Carlos María, Dios vive en la ciudad, hacia una nueva pastoral urbana a la luz de Aparecida, agape, 2011.
cfr. Theisen Gerd, El movimiento de Jesús, Sígueme, 2005.
cfr. González Carlos Ignacio, María, Evangelizada y Evangelizador, Celam, 1989.
cfr. Pozo C., María en la Obra de la Evangelización.
26
cfr. Lévinas, Emmanuel (1993). Humanismo del otro hombre. Caparrós Editores.
cfr. La huella del otro. Taurus, México 2000.
cfr. Entre nosotros. Ensayos para pensar al otro. Pretextos, Valencia 1993.
27
Cfr. González de Cardedal Olegario, Cristología, B.A.C., 2001.
Cfr. Ratzinger y otros, El Misterio del Hijo de Dios, Congregación para la doctrina de la Fe, Palabra, Madrid, 1993.
Cfr. Pagola José Antonio, Jesús, aproximación histórica, PPC, 2009.
Cfr. González Faus, José Ignacio, El rostro humano de Dios, Sal Terrae, 2008.
Cfr. Vidal Senén, Jesús el Galileo, Sal Terrae, 2006.
Cfr. Kasper Walter, La misericordia, clave del Evangelio y de la vida cristiana, sal terrae, 2012.
Cfr. Giaquinta Carmelo Juan, Jesucristo, su estilo pastoral y evangelizador, C.E.A., 2010.
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 9
PRÓLOGO
Estimado alumno, queremos, desde la Universidad Católica de Salta -Ucasal- y de modo específico
desde el Vicerrectorado de Formación en su Escuela de Formación Fundamental en la Identidad
Institucional, darte la bienvenida a éste camino que, desde ahora, realizaremos juntos. Así lo expre-
samos y representamos en el logo (ver en la tapa del MÓDULO) de nuestra página web:
www.qvadis.com.ar, la que te invitamos a visitar.
Acompañados por nuestros Profesores de las Asignaturas de Formación, años tras años ahondaremos
juntos el misterio de la vida humana, de la dignidad del hombre, de la complejidad de la sociedad, de la
riqueza de la cultura; también, el misterio de una vida útil, verdadera y realmente comprometida.
Aprovechando a pleno las posibilidades que se presentarán de aquí en adelante; en primer lugar, el
hermoso tiempo de estudiantes, de la vida en la Comunidad Universitaria, del aprender a ser y vivir para
los demás y con los demás. Luego, de las oportunidades que se abrirán habiendo realizado una forma-
ción profesional seria, adquiriendo ciencia y conciencia; no sólo para ser exitosos profesionalmente,
sino para ser protagonistas de una historia humana donde se verifique la superación de la desigualda-
des, la victoria sobre las frustraciones de la sociedad en general y sobretodo donde podamos colaborar
para el pleno desarrollo humano de todas las personas.
Las Materias de Formación, como la que presentamos hoy a la cual denominamos: ÉTICA PROFESIO-
NAL, serán un espacio de encuentro, de aprendizaje, de expresión, de reflexión, de participación, de
proposición de ideas, proyectos y de acción auténticamente universitarias; que partiendo del ámbito de
estudio y de profesión elegido, ayudados por las herramientas que nos acerque la Ética podamos cre-
cer, madurar y ejercer un pensamiento vivo, crítico, dinámico, creativo e innovador y audaz.
La Vida universitaria se nutre de espíritus inquietos, de hombres y mujeres sensibles, de personas so-
cialmente abiertas, de humanidad grande que superan cada día la estrechez mental, la cerrazón del
corazón, todo tipo de prejuicio y de barreras, que se van liberando poco a poco de todo aquello que es-
tanca, que achica la mente y el corazón. Esto es lo que representa el logo del ICARO de Matisse (ver en
la tapa del MÓDULO de Filosofía) que hemos asumido como identificación de las energías humanas
que brotan del corazón y que conviven cada día en esta casa de estudios. 28
Nuestra Vida universitaria se nutre, también, del aporte de la larga experiencia de las Universidades
Católicas en general y en particular de nuestros 50 años como Institución Católica de Educación Supe-
rior en Salta.
La participación en la Vida universitaria tiene un comienzo, pero no termina nunca, pues a cada paso
que el profesional graduado en nuestra Institución da le acompaña la maduración en el misterio de la
Vida Humana que ha realizado desde el comienzo, es decir de la Sabiduría que lo constituye en lo pro-
fundo y que sustenta la Ciencia y la Profesión que con excelencia desarrolla.
Les reiteramos, sean Bienvenidos, esta es su casa, estos son sus espacios, y juntos los compartiremos
para siempre y por un mundo verdaderamente nuevo y auténticamente humano, como Dios lo pensó y
creó y por el cual envió a su Hijo Jesucristo, derramando el Espíritu Santo para una humanidad nueva.
28
Así se llama también el Salón ofrecido a los estudiantes al lado de la Confitería en el Campus de la Universidad en Casta-
ñares, Salta.
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 10
INTRODUCCIÓN
Antes de abordar los contenidos en nuestro camino es necesario que hablemos algo sobre el método de
cursado a distancia de las materias de formación:
METODOLOGÍA
En nuestro PORTAL de las Materias de Formación encontrarás:
1.- Un patio o portal general: allí están todos los profesores que acompañan en las materias de for-
mación, las carreras que comparten el camino y un foro general donde podrás intercambiar opinio-
nes, ideas, etc. tanto con los profesores como con los alumnos de otras carreras.
2.- Un patio o portal específico de tu carrera: allí está el contenido, el contacto con el profesor, los
exámenes parciales, el foro, etc.
NOTA: es importante recordar que el foro es en educación a distancia como el aula, para aprender es
necesario entrar allí, interactuar, aportar. Allí te espera tu profesor y tus compañeros.
CONTENIDOS
Te proponemos unos contenidos de reflexión que se encuentran distribuidos en:
- Módulo: lo encontrarás en el portal específico de tu carrera y constituyen el núcleo esencial del proce-
so enseñanza-aprendizaje, a continuación te presentaremos una guía de los contenidos para que
puedas seguirlos fácilmente, será nuestra hoja de ruta.
- Lecturas complementarias: también van a estar colgados en el portal específico; en general te las
proponemos como material ilustrativo, ampliatorio de lo que vamos conversando en el trayecto, no por
ello menos interesante.
- Materiales multimediales: por supuesto que los lenguajes y expresiones que te proponemos no son
sólo textos sino también películas, videos, presentaciones varias que te indicaremos a medida que
avancemos. Como el punto anterior constituye material que amplía o expresa de otra forma los temas
que vamos proponiendo.
CURSADO
- El contenido del módulo se irá activando según períodos que te indicaremos, podrás acceder a él y
reflexionando desde lo propuesto entrar al Foro específico y avanzar con tu aprendizaje y que vos irás
dosificando según tus tiempos e intensidad de estudio.
- El contenido de lecturas complementarias o de multimedia puede aparecer como parte de las evalua-
ciones.
Es importante recordar que proponemos la Ética como un “espacio de reflexión” y no sólo como aco-
pio de conceptos; esperamos que la asumas con entusiasmo y mucha actitud; tenemos la expectativa
que te anticipábamos más arriba, ser un profesional serio y científicamente crítico.
Como verás hay mucho por caminar, será todo un descubrimiento mutuo a través del Foro; esperamos
conocer tus opiniones, inquietudes, etc, pero sobre todo conocerte a vos y eso se hace no solo sabien-
do cuánto aprendiste en los contenidos sino encontrándonos, dialogando... Caminando juntos...
Qvadis?: dónde vas, caminemos juntos.
Iniciaremos la materia, con el planteo antropológico, pues para abordar los principios éticos que son
requeridos para que la persona obre correctamente, se necesita previamente tener en cuenta qué es el
ser humano, en qué consiste la realidad que llamamos “persona”; lo cual es el problema filosófico trata-
do por una disciplina: la Antropología Filosófica.
Continuaremos con los conceptos básicos de la Ética que permiten orientar el comportamiento humano
en el proceso de toma de decisiones, ya que los valores asumidos inciden en forma directa en el ejerci-
cio del rol.
En un segundo momento, trataremos las cuestiones referidas a la Ética Aplicada, donde desarrollare-
mos primeramente la Ética Profesional, en la medida en que las reflexiones y análisis realizados deben
ser una guía para la futura práctica profesional; para luego tratar cuestiones referidas a la Responsabili-
dad Social y a la Ética Empresarial, considerando el rol que caben a las instituciones dentro del orden
social, las repercusiones que sus prácticas tienen en el contexto y la necesidad de elaborar programas
que beneficien a la sociedad.
Además, dado que lo ético atraviesa toda práctica institucional, se tratarán temas vinculados a la impor-
tancia de la elaboración de un proyecto ético institucional, con algunas pautas para su construcción, que
posibilite obtener calidad humana en las relaciones hacia el interior y el exterior de la institución de que
formen parte los futuros profesionales
El ser humano siempre se preguntó sobre sí mismo y deseó saber quién es, cuál es
su naturaleza y su destino. Cuando fue capaz de distanciarse de las cosas que lo
rodeaban, la propia capacidad racional lo llevó a buscar respuestas acerca del
mundo, de sí mismo, de su realidad.
Es por esto que encontramos que ya en los mitos arcaicos, el ser humano trataba
de responder a esos interrogantes y conforme progresaba en el ejercicio de sus
capacidades propias, sus respuestas iban adquiriendo una mayor relevancia con-
ceptual.
a.- La Antropología Física, que estudia el hombre en cuanto animal, sobre todo su
origen y evolución, Estudia la estructura, el crecimiento y la fisiología del cuer-
po humano; indaga sobre el qué y el cómo del proceso de la evolución, los gru-
pos raciales, etc... Para ello realiza un estudio comparativo de los restos fósiles
de animales y de seres humanos, utilizando también los conocimientos sobre la
genética humana. Se ubica entre las Ciencias Naturales.
b.- La Antropología Cultural, estudia los comportamientos humanos, “las normas
de conducta aprendidas, las ideas y los valores adquiridos por el hombre, como
miembro de un grupo social”. Esta Antropología apela a datos etnológicos y ar-
queológicos, estudiando la naturaleza, formas y condiciones de las culturas
humanas, teniendo en cuenta las costumbres, lenguajes, tradiciones, relacio-
nes familiares, etc. Pertenece, por lo tanto, a las Ciencias Humanas.
Al enfocar la totalidad del ser humano, la Antropología filosófica busca captar las
dimensiones que caracterizan al hombre como tal, que definen su auto- compren-
sión espiritual y que le confieren un sentido total a la existencia humana.
Por consiguiente, para saber qué es el hombre, no son suficientes las Antropologías
científico-positivas; sino que se requieren respuestas más profundas. Los conoci-
mientos que éstas aportan son muy valiosos; pero son conocimientos parciales y
limitados por el método y finalidades propios de las ciencias empíricas.
Por eso, Ítalo Gastaldi afirma, que el hombre que estudian las demás ciencias no es
el hombre vivido realmente por el hombre, sino el “hombre-objeto” de estudio, como
realidad física, vegetativa, psíquica o social. Mientras que la Filosofía estudia al
hombre como sujeto personal, se interesa por su ser y por su obrar específico, for-
mulando una pregunta que cuestiona la existencia del mismo que la formula.
NOCIÓN DE “PERSONA”
¿Qué entendemos por persona? Para ello haremos referencia primero al significado
del término y luego, al modo en que fue definida a lo largo de la historia.
Es probable que el origen del término latino “persona” provenga de la palabra grie-
ga ‘prósopos’ (máscara que cubre el rostro); se trata de la máscara que los actores
Santo Tomás define a la persona como “una realidad distinta y subsistente de natu-
raleza intelectual”.
Jacques Maritain, dice que “La persona es una substancia individual, completa, de
naturaleza intelectual y dueña de sus acciones, sui juris, autónoma”.
Dejando de lado tesis materialistas, las cuales consideran que el hombre es pura
materia, como lo es el animal irracional o los vegetales, las principales corrientes
modernas del pensamiento filosófico (no solamente las de orientación cristiana)
reconocen:
Este cuerpo, de que está dotado el ser humano, no es algo accidental en él; sino
que es un componente esencial. Si bien el espíritu es superior a la materia, sin ésta
la persona humana no es tal.
Un cadáver no es una persona humana, como tampoco el alma sola -como le asig-
nó el pensamiento platónico y, más tarde, todas las escuelas filosóficas basadas en
esta doctrina o sus derivaciones-.
Es decir, participa de la vida vegetativa que poseen los seres del mundo vegetal,
como de la vida sensitiva que es propia de los animales. También, por su materiali-
dad se encuentra limitado en el tiempo y en el espacio.
En razón del cuerpo, cada uno se encuentra en una cierta condición o situación; por
ejemplo, es varón o mujer, joven o viejo, fuerte o débil. En su cuerpo y por medio de
él, el ser humano permanece siempre manifiesto y revelado. Este componente le
permite tomar contacto con el mundo exterior y comunicarse con los demás.
Ítalo Gastaldi sintetiza los rasgos fundamentales del misterio del hombre, diciendo:
FACULTADES DE LA PERSONA
La persona se diferencia del animal por poseer ciertas facultades que le son pro-
pias.
Pero, ¿qué es una facultad? Una facultad es una capacidad o potencia que permi-
te realizar ciertas operaciones. En el ser humano encontramos capacidades tales
como el entendimiento, la voluntad, los fenómenos afectivos (sentimientos, emocio-
nes y pasiones).
29
GASTALDI, Italo (1.990) “El Hombre. Un misterio.” Quito. (Ecuador.): Edit. Inst. Sup. Salesiano
pág. 169.
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 18
capaz de abstraer, de pasar de lo singular a lo universal (ej: de esta montaña a la
idea de montaña); así elabora conceptos, juicios y razonamientos y es capaz de
dedicarse a una actividad práctica en busca del bien del hombre en cuanto tal (mo-
ral) o del bien de tal o cual artefacto (técnica).
La voluntad goza de libre albedrío o libre arbitrio, que consiste en la capacidad que
tiene el ser humano para elegir entre diferentes alternativas; se trata de la posibili-
dad de decidir o de elegir, lo cual constituye la fase esencial del acto voluntario. El
acto libre no está predeterminado, porque está exento de una inclinación necesaria
a elegir o tomar una determinada decisión. Es decir, se trata de la capacidad de
hacer o no hacer, de obrar de una manera o de otra.
Los sentimientos son estados afectivos duraderos. Los extremos de los sentimien-
tos son lo agradable y lo desagradable. También encontramos variantes como el
amor, el odio, la depresión.
En tanto que las emociones son estados afectivos de mayor intensidad y menor
duración (angustia, miedo, alegría y tristeza). Siempre vienen acompañadas por
reacciones externas o internas (rubor, llanto, grito, risa, temblor, modificación del
ritmo cardíaco, etc.).
30
Reproducimos los conceptos que Ítalo Gastaldi expone en su obra “El hombre. Un misterio”, pags.
169-171, realizando las adaptaciones que consideramos necesarias.
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 19
El fundamento está claramente sintetizado en el teólogo Kart Rahner: “El hombre es
persona que consciente y libremente se posee. Por tanto, está objetivamente referi-
do a sí mismo, y por ello no tiene ontológicamente carácter de medio, sino de fin;
posee, no obstante, una orientación -saliendo de sí- hacia personas, no ya hacia
cosas (que más bien están orientadas hacia personas). Por todo ello le compete un
valor absoluto y, por tanto, una dignidad absoluta”.
La persona posee vida interior, a diferencia de los animales que sólo poseen exte-
rioridad.
Por la interioridad el hombre se percibe como un “yo”, como origen de sus activida-
des, como un ser capaz de pensar y obrar conscientemente y como responsable de
sus opciones libres. Es decir, se percibe como sujeto, centro consciente de atribu-
ción de todas las realidades que constituyen su ser. Por eso es capaz de una vida
biográfica, pues la persona puede entender y querer.
2.- UNICIDAD
La interioridad fundamenta la unicidad del hombre, el hecho de que cada uno tenga
una manera rigurosamente sin igual de ser persona.
a.- Los animales, “individuos” pertenecientes a una especie, se definen por las
características generales de la especie; basta predicarlas de cada uno. Es cier-
to, un perro no es el otro: se distinguen entre sí por la forma, el peso, el color,
etc., por los “caracteres individuantes”.
b.- También el hombre es un “individuo”, porque también él pertenece a una espe-
cie determinada, como individuo forma número con los demás y se distingue de
los demás por el peso, el color, la forma, etc.: por los “caracteres individuantes”.
Pero al añadir que el hombre es “persona”, afirmamos algo absolutamente di-
verso del individuo, irreductible a las cualidades abstractas que puedo atribuir-
le: afirmamos que cada uno, como sujeto, realiza la especie “hombre” de un
modo irrepetible e irremplazable. No parece existir “el hombre”, sino únicamen-
te “hombres”.
c.- La interioridad fundamenta la unicidad del hombre, pero también su libertad, el
poder ser dueño de la propia individualidad y de poder moldearla: esto es lo
que lo va configurando y diferenciándolo de los demás. Esto hace que aún en
el caso de los gemelos, cada uno reaccione diversamente ante los mismos es-
tímulos y se diferencie radicalmente del otro.
31
Para este tema, tomamos el cap. 3 de la obra de Ítalo Gastaldi, pags. 83 a 97, introduciendo las
adaptaciones y aclaraciones necesarias.
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 21
CONCLUYENDO: las cosas son “trozos de mundo”; el hombre, en cambio, perci-
be su radical “alteridad” frente a las cosas y frente a los demás: no forma con
ellas un todo único, es un mundo aparte, siempre nuevo y original. Por eso la
persona es misteriosa. Pretender esclarecer su misterio es emprender un impo-
sible viaje de estudios al país de la “alteridad”
El surgir del sentido comunitario, el hecho del diálogo en todos los niveles y para las
empresas más diversas y el fenómeno de la socialización, han llevado a la conclu-
sión de que la dimensión social es esencial, constitutiva del hombre.
a.- La primera experiencia que nos sale al paso es que nos hallamos rodeados de
cosas que influyen sobre nosotros y con las que nos vinculan muchas relaciones.
Nuestra vida está orientada hacia el mundo infrahumano, ese mundo que es
nuestro espacio vital, donde hay seres que nos sirven de alimento, vestido y
habitación y de los cuales echamos mano para subsistir. Vivimos en un cons-
tante intercambio con el mundo que nos rodea, intercambio que nos enriquece
Todo lo que precede nos está diciendo que nuestra dimensión social es una dimen-
sión original, que no puede ser reducida a ninguna otra, ni derivada de ninguna otra.
La persona nace de una llamada y se orienta hacia una respuesta. Podemos decir
que el “nosotros” es la matriz y el ámbito constitutivo de las personas: el yo es “yo”
en el nosotros, y el tú es “tú” en el nosotros. Sartre consideraba al otro como una
amenaza no, “el otro no es un límite sino un manantial del yo”.
Afirma Ismael Quiles, que toda persona, todo espíritu tiene, como primera aspira-
ción de su esencia, el amor. Este es el aspecto de la vida que más puede realizar al
ser humano como persona.
La existencia del otro, su presencia soberana, es algo situado “más allá” de la vo-
luntad arbitraria del otro, es algo trascendente. En último análisis no depende de él
existir de ese modo.
Por eso podemos concluir que en la exigencia incondicional del prójimo está en
cierta forma presente el totalmente Otro, Dios, que protege la criatura humana, por-
que fue querida y hecha por El. Tomar en serio al otro, incondicionalmente; recono-
cer -por lo menos implícitamente- la realidad misteriosa que está detrás del hombre
y lo constituye precisamente en su singularidad inviolable.
Inmanente, porque lo obtenido como fruto del conocer, permanece en el ser que lo
produce, que es la persona misma;
La realización del acto humano es el obrar humano, que es, por lo tanto, un obrar
consciente, deliberado, libre, iluminado por el previo conocimiento; un obrar que
será bueno o malo, según que se ajuste a los principios básicos de la moralidad.
El hacer significa un actuar hacia el exterior del sujeto para crear cosas o modificar
las existentes; como tal pertenece al campo del arte o de la técnica; pero en cuanto
obrar humano entra de lleno en la ética.
Es importante tener presente que el conocer humano constituye una actividad ple-
namente intelectual, en tanto que el obrar humano es actividad plenamente volitiva.
La conciencia moral es mayor cuanto mayor y más claro es el conocimiento que
posee la persona. De allí que la ignorancia y el error dificultan muchas veces el pro-
ceder moral. Por eso, cuanto más conoce una persona, más claridad puede tener
respecto a la bondad o malicia de los actos; pero esto no asegura que sus eleccio-
nes sean correctas, pues se puede obrar mal a sabiendas. En este sentido, es que
lo más oculto en la persona humana son sus intenciones, ese ámbito interno donde
se producen las decisiones.
Por ello, un cerebro electrónico, un chip no tiene problemas éticos, como no los
tiene tampoco el animal irracional. Los seres en quienes funcionan procesos auto-
máticos, determinados e incluso instintivos, genéticamente determinados, no tienen
problemas éticos; los tendrán, sí técnicos o mecánicos (caso de las máquinas) o
disfuncionales (caso de los animales). El único ser que se angustia por el problema
ético, porque le acarrea permanentes luchas internas, es la persona, el ser humano.
b.- OBLIGATORIAS
ESENCIA DE LA MORAL
Partiendo del hecho de la moral, es decir de la existencia de una serie de morales
concretas, que se han sucedido históricamente, podemos intentar dar una definición
de la moral, válida para todas ellas. Esta definición de la moral, no podrá abarcar en
modo alguno todos los rasgos esenciales de cada una de esas morales históricas ni
reflejar toda la riqueza de la vida moral, pero sí ha de aspirar a expresar los rasgos
esenciales que permiten diferenciarla de otras formas de comportamiento humano.
La definición sería:
LO NORMATIVO Y LO FÁCTICO
En la moral están explícitos dos planos:
a.- lo normativo, constituido por las normas (o reglas de acción) imperativas que
enuncian algo que debe ser;
b.- lo fáctico (o plano de los hechos morales) constituido por ciertos actos huma-
nos que se dan efectivamente, es decir, que son, independientemente de como
estimamos que debieron ser.
Al plano normativo pertenecen las reglas que postulan determinado tipo de compor-
tamiento:”ama al prójimo como a ti mismo”, “respeta a tus padres”, “no seas cómpli-
ce de una injusticia”.
Al plano fáctico corresponden siempre acciones concretas: “el acto por el que X se
muestra solidario de Y”, el acto de respeto a los padres, etc. Todos estos actos se
ajustan a determinadas normas morales, y justamente porque pueden ser puestas
en una relación positiva con una norma, (en cuanto que se ajustan a ella o la ponen
en práctica) cobran un significado moral. Son actos morales positivos o moralmente
valiosos.
Consideremos otro tipo de actos: “el incumplimiento de una promesa dada, la falta
de solidaridad con un compañero”, no pueden ser consideradas moralmente positi-
vas en cuanto que implican la violación de normas morales o una forma de conduc-
ta indebida pero no por ello dejan de pertenecer a la esfera de lo moral.
Son actos moralmente negativos, pero justamente por su referencia a una norma
(porque implican una violación o un incumplimiento de ella) tienen un significado
moral. Así pues, su relación con lo normativo, determina la pertenencia de ciertos
hechos a la esfera de lo moral.
MORAL Y MORALIDAD
La moral efectiva comprende un conjunto de principios, valores y prescripciones
que los hombres, en una comunidad dada, consideran válidos como los actos
reales en que aquellas se plasman.
La “moral” designaría el conjunto de principios, normas, imperativos o ideas mora- La moral se daría
les de una época en una sociedad dada. La moralidad es el conjunto de relaciones “idealmente” y
efectivas o actos concretos que cobran un significado moral con respecto a la moral la moralidad
dada. La moral se daría “idealmente” y la moralidad “realmente”. “realmente”.
La convicción íntima de lo que fue ayer, debe ser también hoy, y de la relación con-
suetudinaria o habitual de la conducta cobra significación moral.
En sociedades primitivas, la costumbre cobra especial relevancia y el individuo se
encuentra tan apegado que le queda poco margen para discrepar de ella. Esta for-
ma de regulación de la conducta tiene un carácter moral, que se presenta como una
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 29
pretensión normativa, ya que las normas que prevalecen forman parte de los hábi-
tos y costumbres.
Esta sujeción del individuo pone de manifiesto el carácter social de la relación entre
individuo y comunidad y de la conducta moral individual. El sujeto del comporta-
miento propiamente moral, es una persona singular. Cualquiera sean las causas
que rodeen la decisión y el acto correspondiente, ambos emanan de un individuo
que libre y conscientemente asume una responsabilidad personal.
En conclusión, la moral implica siempre una conciencia individual que hace suyas Como no existe el
las reglas de acción que se le presentan con carácter normativo, aunque se trate de individuo aislado,
reglas establecidas por la costumbre. Como no existe el individuo aislado, sino co- sino como ser
mo ser social, no existe una moral estrictamente personal. social, no existe
una moral
estrictamente
La moral implica, pues, una relación libre y consciente entre los individuos, o entre personal.
éstos y la comunidad. Pero esta relación se halla también socialmente condiciona-
da, justamente porque el individuo es un ser social o nudo de relaciones sociales. El
individuo se comporta moralmente en el marco de unas condiciones y relaciones
sociales dadas que él no ha escogido, y dentro también de un sistema de principios,
valores y normas morales que no ha inventado, sino que le es dado socialmente, y
conforme al cual regula sus relaciones con los demás, o con la comunidad entera.
La Moral Crítica, por el contrario, es aquella que no se conforma con decir qué se
debe hacer, sino que se plantea la pregunta del por qué, tratando de responderla;
es decir, adopta una actitud reflexiva, buscando los fundamentos de las normas y
criticando aquellas que no aparecen suficientemente fundamentadas.
Lo moral como aptitud para Reconocimiento recípro- Éticas dialógicas: Apel, Haber-
la solución pacífica de los co, justicia, no-violencia mas, Rawls (todos del siglo XX)
conflictos
CARACTERÍSTICAS DE LA MORALIDAD
Tipo Fuente de las normas Caracteres de la Destinatarios de las Tribunal último ante
de normas obligación normas el que responde
32
CORTINA, Adela (1.999) “Ética”. Editorial Akal.
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 31
Pasaremos ahora a analizar en que consiste la Ética o Filosofía Moral. Para ello
presentamos los conceptos que Adela Cortina expone en su obra “ÉTICA”.
Una vez desplegados los conceptos y argumentos pertinentes, se puede decir que La Ética es
la Ética, la Filosofía Moral, habrá conseguido dar razón del fenómeno moral, dar entendida como
cuenta racionalmente de la dimensión moral humana, de modo que habremos cre- aquella parte de
cido en saber acerca de nosotros mismos, y, por lo tanto, habremos alcanzado un la Filosofía que
se dedica a la
mayor grado de libertad. En definitiva, filosofamos para encontrar sentido a lo que reflexión sobre
somos y hacemos, y buscamos sentido para colmar nuestras ansias de libertad, la moral.
dado que la falta de sentido la experimentamos como cierto tipo de esclavitud.
Desde sus orígenes entre los filósofos de la antigua Grecia, la Ética es un tipo de
saber normativo, esto es un saber que pretende orientar las acciones de los seres
humanos. También la moral es un saber que ofrece orientaciones para la acción,
pero mientras esta última propone acciones concretas en casos concretos, la Ética
-como filosofía moral- se remonta a la reflexión sobre las distintas morales y sobre los
distintos modos de justificar racionalmente la vida moral, de modo que su manera de
orientar la acción es indirecta: a lo sumo puede señalar qué concepción moral es más
razonable para que, a partir de ella, podamos orientar nuestros comportamientos.
Por tanto, en principio, la Filosofía Moral o Ética, no tiene por qué tener una inci-
dencia inmediata en la vida cotidiana, dado que su objetivo último es el de esclare-
cer reflexivamente el campo de la moral. Pero semejante esclarecimiento sí puede
servir de modo indirecto como orientación moral para quienes pretenden obrar ra-
cionalmente en el conjunto de la vida entera.
(Por ejemplo: supongamos que alguien nos pide que elaboremos un “juicio ético”
sobre el problema de la desocupación, o sobre el aborto, o sobre cualquier otra
cuestión moral de las de las que están en discusión en nuestra sociedad; para em-
pezar tendríamos que aclarar que en realidad se nos está pidiendo un juicio moral,
es decir una opinión suficientemente mediata acerca de la bondad o malicia de las
intenciones, actos y consecuencias que están implicados en cada uno de esos pro-
blemas. A continuación, deberíamos aclarar que un juicio moral se hace siempre a
partir de alguna concepción moral determinada, y una vez que hayamos anunciado
cuál de ellas consideramos válida, podemos proceder a formular, desde ella, el jui-
cio moral que nos reclamaban. Para hacer un juicio moral correcto acerca de al-
guno de los asuntos morales cotidianos no es preciso ser experto en filosofía moral.
Basta con tener cierta habilidad de raciocinio, conocer los principios básicos de la
doctrina moral que consideramos válida, podemos proceder a formular, desde ella,
el juicio moral que nos reclamaban.
A menudo se utiliza la palabra “Ética” como sinónimo de “moral”, es decir de un “Ética” procede
conjunto de principios, preceptos y valores que rigen la vida de los pueblos y de los del griego “ethos”.
individuos. La palabra “Ética” procede del griego “ethos”, que significaba original-
mente “morada”, “lugar donde vivimos”, pero posteriormente pasó a significar “el
carácter”, “el modo de ser” que una persona o grupo va adquiriendo a lo largo de su
vida. Por su parte, el término “moral” procede del latín “mos, moris”, que original-
mente significaba “costumbre” confluyen etimológicamente en un significado casi
idéntico: todo aquello que se refiere al modo de ser o carácter adquirido como resul-
tado de poner en práctica unas costumbres o hábitos considerados buenos.
Dadas esas coincidencias etimológicas, no es extraño que los términos “moral” y “éti-
ca” aparezcan como intercambiables en muchos contextos cotidianos: se habla, por
ej, de una “actitud ética” para referirse a una actitud “moralmente correcta” según
determinado código moral; o se dice de un comportamiento que “ha sido poco ético”,
para significar que no se ha ajustado a los patrones habituales de la moral vigente.
Este uso de los términos “ética” y “moral” como sinónimos está tan extendido en cas-
tellano que no vale la pena intentar impugnarlo. Pero conviene que seamos conscien-
tes de que tal uso denota, en la mayoría de los contextos lo que aquí venimos lla-
mando “la moral”, es decir, la referencia a algún código moral concreto.
Desde sus orígenes entre los filósofos de la antigua Grecia, la Ética es un tipo de
saber que pretende orientar las acciones de los seres humanos. También la moral
es un saber que ofrece orientaciones para la acción, pero mientras esta última pro-
pone acciones concretas en casos concretos, la Ética se remonta a la reflexión so-
bre las distintas morales y sobre los distintos modos de justificar racionalmente la
vida moral, de modo que su manera de orientar la acción es indirecta.
Por tanto, en principio, la Ética no tiene por qué tener una incidencia inmediata en la
vida cotidiana, dado que su objetivo último es el de esclarecer reflexivamente el
campo de lo moral.
Siendo la Ética una disciplina filosófica que debe englobar toda la conducta humana
en sus diversos matices, abarca un campo inmenso.
Por último, sus objetos son los mencionados precedentemente. El objeto de la Ética
es el acto humano realizado con el pleno concurso de las facultades espirituales
superiores: inteligencia y voluntad libre. El objeto de la deontología es el acto profe-
Como dijimos, la Ética estudia los actos humanos, que también denominamos actos
morales o acciones humanas.
ACCIÓN HUMANA
Aristóteles, en la Ética a Nicómaco, afirma que los animales no actúan, ya que sus
actividades tienen forzosamente éxito porque son instintivas o porque son conse-
cuencia de un aprendizaje, pero no porque hayan sido planeadas o sean creativas;
son siempre las mismas, es decir, son estáticas en cuanto a su resultado.
Es conveniente distinguir entre actos humanos y actos del hombre, ya que no todos los
actos realizados por el ser humano son actos libres. Para que un acto sea considerado
“humano”, se requiere que sea voluntario. En cambio, cuando una persona realiza un
acto sin la voluntad de realizarlo o en contra su voluntad, ese acto se denomina acto
del hombre. Éstos son actos amorales, o sea, no son ni buenos ni malos.
Según Aristóteles, para que una acción sea objeto de elogio o de censura debe ser
voluntaria; en caso contrario sólo merecerá indulgencia o compasión. Aristóteles
entiende por acción voluntaria a aquella cuyo principio está en el agente, es decir,
en quien obra y, además, cuando el agente conoce las circunstancias en que se
cumple dicho acto. No son acciones voluntarias aquellas que se cumplen por fuerza
(compulsión, coacción) o por ignorancia (aunque en éste último caso no siempre
nos exime de responsabilidad moral).
Entonces, para que un acto sea considerado como humano (lo que denominamos
acción humana o acto moral) tiene que reunir ciertas condiciones:
- Que sea realizado con conciencia de lo que se está haciendo (conociendo las
circunstancias que rodean la acción y sus posibles consecuencias).
- Que exista libertad psicológica o libertad interior (que el sujeto no esté coacciona-
do), o sea que la causa de la acción esté en el sujeto mismo. Se trata por eso de
una acción voluntaria, que responde al propósito de realizar algo previamente de-
cidido por el sujeto.
- Que exista uso de razón, o sea capacidad para discernir, para analizar la situa-
ción, conociendo el fin que se persigue, los medios que pueden estar al alcance y
su correspondiente aplicación para la consecución del fin.
Los actos humanos o acciones humanas están condicionados por el medio natural,
los límites de la constitución biológica, los productos tecnológicos, las acciones de las
demás personas. Los modos de responder a esos condicionamientos varían de un
sujeto a otro, e incluso en el mismo sujeto en diferentes momentos o situaciones.
La acción voluntaria fue definida de un modo clásico como aquella que procede de
un principio intrínseco con conocimiento formal del fin.
La acción voluntaria tiene su origen en una facultad apetitiva del sujeto, la voluntad,
la cual actúa desde dentro de él (procede de un principio intrínseco.).
Por otra parte, la acción voluntaria implica el conocimiento del fin por parte del suje-
to; es decir, que antes de obrar, la persona conoce la meta que pretende alcanzar.
es activa: la persona y el fin entran en relación por iniciativa del propio sujeto;
No son actos morales aquellos cuya realización no puede ser evitada o cuyas con-
secuencias no pueden ser previstas (son ejemplos: el respirar; o el acto de entregar
el dinero a un asaltante).
Para analizar un acto moral tenemos que tener en cuenta los elementos que inter-
vienen en su estructura. Esos elementos, que están articulados entre sí son los
siguientes:
a.- Motivo: es aquello que impulsa a actuar y mantiene la acción, lo que mueve al
sujeto a perseguir determinado fin. Un mismo acto puede realizarse por diferen-
tes motivos, y a su vez, el mismo motivo puede impulsar a realizar actos distintos
con diferentes fines.
33
RODRÍGUEZ LUÑO, Ángel. Ética General. EUNSA Pamplona, 1.991
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 37
b.- Fin de la acción: todo acto humano se realiza con un fin; el acto moral exige
que el sujeto tenga conciencia del fin que se persigue. En el acto moral no sólo
se anticipa idealmente como un fin un determinado resultado, sino que además
hay una decisión de alcanzar el resultado que dicho fin anticipa. La conciencia
del fin y la decisión de alcanzarlo dan el carácter de un acto voluntario y esta vo-
luntariedad en el acto moral se distingue de los actos fisiológicos, psíquicos, au-
tomáticos (instintivos o habituales). Dichos actos no responden a un fin trazado
por la conciencia, son inconscientes e involuntarios y no son morales.
El acto moral implica la conciencia de un fin, así como la decisión de realizarlo;
pero esta decisión presupone en muchos casos una elección entre varios fines
posibles.
c.- Medios: al realizar la elección de los medios adecuados para alcanzar el fin ele-
gido, tiene que darse una adecuación moral y no sólo instrumental entre el fin y
los medios. No es lícito el empleo de cualquier medio aún supuesto que el fin
elegido sea correcto. Es por eso importante tener en cuenta que “el fin no justifi-
ca los medios”.
d.- Consecuencias de la acción: se refiere a que en el acto moral, es necesario
tener en cuenta las consecuencias previsibles de la acción, ya que el sujeto no
puede desentenderse de las repercusiones que sus actos tienen en la conviven-
cia social cuya regulación también es un elemento moral.
El acto moral se presenta con un aspecto subjetivo (motivos, conciencia del fin,
conciencia de los medios y decisión personal), pero a la vez, muestra un lado obje-
tivo que trasciende a la conciencia (empleo de determinados medios, consecuen-
cias que se siguen a la acción). El acto moral no puede estar reducido a uno de sus
elementos, así por ejemplo los medios no pueden ser aislados de los fines, las con-
secuencias no se aíslan de la intención.
Para que el acto moral sea considerado bueno, se requiere que todos los elemen-
tos sean buenos. Si alguno de ellos fuera malo (por ejemplo, si el fin es bueno pero
los medios utilizados son malos) todo el acto es considerado malo.
FUENTES DE LA MORALIDAD
Por fuentes de la moralidad se entienden aquellos elementos del acto humano de
donde emanan la conveniencia o la no conveniencia con las normas de la morali-
dad. Santo Tomás señala cuatro fuentes, de las cuales interesa en este momento el
detenerse en la tercera fuente, que son las circunstancias.
Estas son los accidentes del acto moral, por tanto la bondad emanante de ellas es
“accidental”. Lo que interesa es analizar su influencia en el grado de moralidad.
La cosa exterior, conocida por la inteligencia, puede ser querida por la voluntad y se
convierte en “objeto”. De este objeto procede la primera y esencial calificación mo-
ral del acto.
El fin es la llamada “intención” del sujeto que realiza la acción, es lo que el agente
quiere lograr por medio de la acción realizada. Un acto de determinada especie
moral, por ejemplo, la limosna, puede ordenarse a una finalidad preestablecida en
la intención del sujeto, por ejemplo, la propia gloria. En ese caso el objeto se subor-
dina a la intención.
El fin es el objeto inmediato que posee la voluntad, de allí que éste puede subordi-
nar a los demás actos y envilecer un objeto que en sí mismo es bueno (caso del
ejemplo citado).
Las circunstancias son aquellos detalles que rodean (circundan) un acto moral
bueno o malo, son como accidentes que modifican el objeto moral. Dichas circuns-
tancias (“quien”, “cómo”, “qué”, “cuándo”, “dónde”, “con qué medios”, etc.) sin ser el
objeto del acto, desempeñan un importante papel en la vida moral. Sucede en el
orden moral algo similar a lo acontecido en el físico. En el orden moral, la entidad
del acto humano no se restringe al objeto, sino que depende además de algunas
circunstancias sobreañadidas.
1.- quien obra: no tiene la misma moralidad el juicio falso de un notario, abogado o
juez que el de una persona privada.
2.- cualidad y cantidad del objeto producido: la cantidad de lo robado varía la
moralidad del robo; igualmente, el hecho de que lo robado sea un bien público o
privado, etc.
3.- lugar de la acción: no se califica del mismo modo, por ejemplo, la acción come-
tida en un lugar público o en un lugar secreto.
4.- medios empleados: se distingue, por ejemplo, entre robo a mano armada y
robo sin violencia, etc.
5.- modo moral en que se realiza la acción: es distinta la moralidad de las accio-
nes según se comenten con deliberación plena o no, etc.
6.- cantidad y cualidad del tiempo: la bondad o malicia de una acción puede va-
riar por la duración de ésta, o por el momento concreto en que se comete (en
guerra o en paz, etc.)
7.- motivo por el que se realiza un acto: no hace relación al fin principal del agen-
te, sino a motivos secundarios o añadidos: así, una persona puede ayudar al
prójimo con el fin de vivir la caridad, pero añadiendo también un cierto deseo de
que se le agradezcan su servicio.
Algunos autores modernos niegan el principio de finalidad del hombre, lo que origi-
na una concepción moral distinta; pero que no será conducente a una moral objeti-
va dada la ausencia de un fin hacia el cual tender.
Siendo la característica propia del hombre su racionalidad, ello implica que las accio-
nes humanas suponen la intervención de la razón; ella (la razón) es quien convierte al
hombre en dueño de sus actos, dado que la voluntad, motor de toda la actividad hu-
mana, es una “voluntad deliberada”, o sea, dependiente del conocimiento racional.
Con esto dicho se afirma la existencia del libre albedrío. En definitiva, toda acción
humana es una acción libre. Y al afirmar que el hombre “obra por un fin”, se hace
referencia exclusivamente a las acciones humanas. Por último, todas las acciones
humanas proceden de la voluntad deliberada o de la libertad. Entonces, siendo el fin
el objeto propio de la voluntad deliberada, todo acto emanado de ella lo hace de
acuerdo al fin: todos los actos específicamente humanos son realizados por un fin.
Además, se afirmó que todos los seres poseen una finalidad, pero no todos pueden
conocerla. La relación medios-fin no es conocida por el animal; éste actúa siempre
instintivamente o “por necesidad natural”, mecánicamente. Usa de los medios pero
sin saber que lo son. El hombre, por el contrario, posee el conocimiento de esa re-
lación, señal de ese conocimiento es la variedad de los recursos a los cuales alude
para lograr sus propósitos (no siempre usamos el mismo medio para lograr algo).
Este hecho es la manifestación más evidente de la presencia en él de una inteli-
gencia espiritual, capaz de abstracción y de concebir ideas.
Con la existencia de un fin último se hace posible la acción por las siguientes razones:
Debe tenerse en cuenta que todo lo expuesto está referido en un plano abstracto,
sin haber dicho aún, en concreto, ese fin último.
C.- Habiendo descartado todos y cada uno de los bienes creados como constituti-
vos de la felicidad o beatitud objetiva humana, pues son incapaces de concre-
tar el concepto de fin verdaderamente último por su naturaleza, queda por ver
cómo Dios constituye el fin último de la felicidad humana.
Existe un hecho innegable. Ninguno de los bienes creados ni todo su conjunto
pueden saciar el apetito de felicidad inherente a la aspiración natural del hom-
bre. Y el motivo estriba en que, dentro del conjunto de los seres y perfecciones
de la creación, el hombre es el mayor de todos y los supera a todos (se decía
arriba que los bienes dependen de él o están a él subordinados). Aún siendo
inmensamente rico y poseyendo la totalidad de los seres y perfecciones, el
hombre seguirá siendo insaciable justamente por poseer una capacidad de mi-
rar a lo infinito. Es por ello que no se sacia acabadamente con los distintos bie-
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 42
nes creados (ni poseyéndolos individualmente ni globalmente), por lo tanto, la
“universalidad del bien” podrá encontrarse en el Ser Divino y únicamente en Él;
por tanto sólo Él reviste las condiciones de objeto beatífico real y definitivo.
Su objetivo: es esclarecer
reflexivamente el campo de
la moral.
B.- OBLIGATORIAS
2.1.- LIBERTAD
Libertad, en general, significa estar exento de coacción. Pero la coacción puede
depender de diversas causas; por eso se pueden distinguir varios tipos (análogos)
de libertad, que se pueden reducir a dos formas principales: libertad exterior y liber-
tad interior.
La libertad sicológica o libertad de elección o libre albedrío es “el poder que tiene el
hombre de obrar o no obrar, hacer esto o aquello, cuando ya se dan todas las con-
diciones requeridas para obrar”.
El hombre, puesto ante un abanico de posibilidades, de valores (bienes limitados),
no está determinado por su naturaleza, ni es atraído fatalmente por uno de los valo-
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 45
res en juego, sino que puede autodeterminarse por uno de ellos. En este dominio
sobre los actos consiste la libertad sicológica.
En cambio existen valores, los valores morales, que afectan a la persona en su to-
talidad, llevándola al desarrollo y realización plena de su ser propiamente humano.
LEY ETERNA
La noción de ley eterna no la recibe la Filosofía de la Sagrada Escritura, sino de la
tradición filosófica. Ya Heráclito (filósofo griego del siglo V a.C.) hablaba de una “ley
sempiterna”; con mayor precisión utilizan el concepto los estoicos y Cicerón, de
quien lo toma San Agustín.
La noción de ley eterna puede manifestarse sea indirectamente, a través del orden
de la creación o de la naturaleza conocido por la razón con sus solas fuerzas, o de
una manera directa, a través de la revelación aceptada por la fe. En este segundo
caso se la llama “ley divina positiva”.
CONCIENCIA MORAL
La consciencia no es una facultad más, unida a la inteligencia y a la voluntad, sino
que es un acto de la inteligencia por el cual la persona juzga la moralidad de una
acción. Se trata de un juicio teórico-práctico con el cual ésta juzga si su acción es
buena o mala en sentido moral.
De allí que sea preciso analizar las diferentes modalidades que pueden presentarse
y los principios que hay que aplicar para seguir el dictamen de la conciencia.
a.- Cierta: es la que juzga con firmeza que un acto es bueno o malo sin temor a
errar.
b.- Probable: no existe seguridad por parte del sujeto al emitir el juicio, por lo cual
sólo dictamina con probabilidad acerca de la moralidad del acto, inclinándose por
una de las alternativas posibles.
c.- Dudosa: en este caso se suspende el juicio por temor a equivocarse, ya que el
sujeto no puede tomar una decisión acerca de la bondad o maldad del acto.
OBJECIÓN DE CONCIENCIA
Muchas veces las personas se ven obligadas a actuar en contra de lo que en con-
ciencia consideran bueno o justo. En ocasiones, los superiores por el cargo o poder
que detentan, exigen a sus subordinados que participen en acciones que son incom-
patibles con el respeto debido a un determinado valor moral percibido por la concien-
cia. En estas circunstancias, la persona tiene el derecho a la objeción de conciencia,
La objeción de conciencia no implica un desprecio del sujeto hacia la ley, sino una
coherente fidelidad a sus profundas convicciones, una muestra clara de su com-
promiso de buscar el bien.
RESPONSABILIDAD MORAL
Se entiende por responsabilidad la capacidad de las personas para responder de
sus actos; esta capacidad exige la obligación de reparar los daños ocasionados y
de soportar el castigo previsto para la infracción cometida.
En cuanto a la coacción, debe ser muy fuerte para condicionar realmente la acción,
de tal modo que quite al agente moral de toda posibilidad de actuar de otro modo.
El origen de un hábito está en un acto o en varios actos que se han realizado y que
dejan una especie de huella en el mecanismo mental o en el fisiológico, lo cual ge-
nera una tendencia a reproducir lo que se ha hecho una o varias veces, de tal modo
que va adquiriendo la disposición para reproducir otra vez el acto.
Sólo la persona humana, por estar dotada de libertad, puede aumentar a través de
los hábitos, el dominio que goza sobre sus actos. El hábito existe cuando se da una
inclinación permanente a obrar en un sentido y, por lo general, se manifiesta como
una línea de conducta que caracteriza a cada individuo. Además, los hábitos son
como una segunda naturaleza, ya que capacitan para un modo nuevo de obrar y
dan a las acciones libres una espontaneidad equiparable a la de otras operaciones
puramente naturales.
VIRTUDES Y VICIOS
Los hábitos que conciernen a la problemática ética son las virtudes y los vicios. És-
tos constituyen hábitos operativos, es decir, son cualidades estables de las poten-
cias (facultades) del hombre, que lo disponen e inclinan a obrar en un sentido. Son
prácticos, porque se refieren a la acción.
El término virtud proviene del vocablo latino virtus, que equivale al término vis, cuyo
sentido es fuerza. En una acepción más limitada significa un hábito adquirido que
perfecciona o refuerza alguna potencia activa.
La virtud es esencialmente personal e implica fuerza espiritual para vencer las difi-
cultades que se presentan en su ejercicio. Se adquiere con dificultad, porque re-
quiere esfuerzo y produce placer espiritual, pero generalmente no produce placer
material.
Las virtudes nacen de la actividad humana libre y dan una mayor firmeza, facilidad,
eficacia y satisfacción para obrar bien. Se las clasifica en virtudes intelectuales y
virtudes morales.
En tanto que las virtudes morales perfeccionan la voluntad y las tendencias sensi-
bles, ayudando a las personas a obrar rectamente respecto de la elección del bien.
Son las que inclinan al ser humano a practicar el bien propio de su naturaleza, o
Entre todas las virtudes morales ocupan un sitial de preferencia las llamadas virtu-
des cardinales, del latín cardo, que significa quicio; por ser como los quicios sobre
los que gira toda la vida moral de la persona.
- Justicia: es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo (su dere-
cho). Analizando esta definición, podemos distinguir, por un lado el verbo “dar”,
que según el contexto, puede significar entregar, respetar, devolver, transferir y
otras acciones parecidas. La expresión “a cada uno”, indica la capacidad de tener
derechos, con independencia de la condición o estatus del sujeto; puede referirse
a una persona, a un grupo de personas o a una comunidad en su conjunto; al bien
de personas singulares o al bien común de una sociedad. Por otro lado, al referir-
se a “lo suyo”, que se refiere a “su derecho”, se quiere significar que se trata de
aquello de lo que uno es dueño con dominio libre y personal.
FORMAS DE LA JUSTICIA
Comunidad
En la medida en que las leyes especifican deberes generales de justicia, hay obli-
gación moral de cumplirlas (leyes mercantiles, impuestos, por ejemplo); pero, las
leyes humanas dejan de obligar (por ser injustas) si son contrarias a algún derecho
fundamental de la persona. Si se da tal situación será necesario presentar objeción
de conciencia.
A veces, quien ejerce un cargo directivo debe aplicar sanciones ante indisciplinas o
faltas que vulneran el bien común de la organización. En ese sentido, castigar con
justicia implica penalizar algún delito de un modo proporcionado y siempre buscan-
do cumplir el bien superior de la justicia o con la sana intención de corregir al culpa-
ble, y no con afán de venganza o por odio.
La ética orienta la excelencia humana, y estas exigencias son mínimos que de nin-
gún modo agotan el deber de buscar siempre lo mejor, el valor más alto que posibi-
lite el perfeccionamiento humano.
En cuanto al vicio, éste constituye un hábito operativo malo. Se adquiere con facili-
dad, porque produce placer y se pierde con mucha dificultad.
Daniel Ruiz 34 sostiene que, para que un hábito sea considerado como vicio, debe
reunir las siguientes características:
34
RUIZ, Daniel. (1.988) Ética y Deontología Docente. Bs. As.: Ediciones Braga. Pág. 101 y ss.
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 53
Aunque en el hábito no se cumpla ninguna de las tres primeras características, sólo
basta la última para considerarlo un vicio.
Los vicios principales, (que desde el punto de vista religioso han sido llamados los
siete pecados capitales) considerados los más importantes por lo grave que son y
por lo mucho que están difundidos en la humanidad de todos los tiempos son:
b.- OBLIGATORIAS:
- Elabore un ejemplo de una situación en que un acto realizado por una perso-
na conlleve responsabilidad moral y otro en que el acto no implique respon-
sabilidad moral. Fundamente.
- Proponga dos ejemplos de actos que implique responsabilidad moral directa,
uno por omisión y el otro por influencia en acciones ajenas.
- Reflexione acerca de las virtudes que debería tener en su profesión, y elabore
un listado de las mismas en orden de importancia, definiendo qué entiende
por cada una de ellas.
La Axiología o Teoría de los valores, es una rama de la Filosofía que tiene por
objeto la reflexión sobre la naturaleza y características de los valores y de los
juicios de valor.
A partir de esos tiempos, el término valor comenzó a ser utilizado en diferentes ámbitos
de la vida personal y social, y en algunas ciencias como la sociología y la psicología.
a.- Con el término valor, nos referimos a ciertas cualidades especiales, ya sea de
los objetos, de las personas, de sus actividades, realizaciones o aspiraciones.
b.- Estas cualidades sólo pueden ser descubiertas y puestas de relieve por la persona.
Marín Ibáñez (1976) afirma que el valor es la perfección o dignidad que tiene lo real
o que debe tener y que reclama de nosotros el adecuado juicio y estimación.
Risieri Frondizi, filósofo argentino, propone definir al valor como una cualidad es-
tructural que surge de la reacción de un sujeto frente a propiedades que se hallan
en un objeto. Señala que la reacción del sujeto no se da en el vacío, sino en una
situación física y humana determinada.
- una cosa, ya sea algo real o ideal, que es lo que se considera valioso en forma
positiva o negativa;
- una cualidad, sea positiva o negativa, que es lo que hace que una cosa sea con-
siderada valiosa;
- una reacción por parte del sujeto, que es la valoración o juicio de valor que hace
resaltar una cualidad determinada del objeto.
Por medio de los juicios de valor el ser humano afirma lo que las cosas son para Juicio de valor:
él; a través de ellos expresa la resonancia que las cosas producen en sí mismo, es expresión de
decir, lo que las cosas valen para él. la resonancia
que las cosas
producen en
Es importante tener en cuenta que el valor de una cosa no puede disociarse de la el sujeto.
cosa misma, ni del sujeto que valora, ni del conocimiento de las cualidades, ya sean
positivas o negativas, de la cosa.
VALOR Y BIEN
Denominamos “bien” a los entes concretos capaces de realizar el valor. Las cosas
existen y tienen una esencia que puede ser captada a través de la inteligencia; pero
también ellas despiertan en los seres humanos sentimientos de adhesión o de re-
chazo.
Según Frondizzi, el bien es un objeto con el valor que se le incorpora. En una pala-
bra, los bienes son objetos que valen.
Scheler, por su parte, afirma que la presencia del valor confiere el carácter de “bien”
al objeto valioso.
Decimos entonces, que el bien es el sujeto del valor y, un mismo bien puede tener
valores diferentes. Por ejemplo, una joya puede tener el valor belleza y a la vez un
valor económico.
1.- Los valores de lo agradable y desagradable (aquí también se encontraría lo útil). Los valores
2.- Los valores vitales (todos los valores situados en la esfera de lo que se entiende dependen de los
por bienestar, como salud-enfermedad, fuerza-debilidad, etc). entes, son polares
3.- Los valores espirituales que, a su vez, se escinden en tres grupos: y jerárquicos.
• los valores estéticos (lo bello y lo feo),
• los valores jurídicos (lo justo y lo injusto),
• los valores del puro conocimiento de lo verdadero (por ej. la filosofía).
4.- Los valores religiosos (lo santo y lo profano).
Toda ordenación de valores posee un profundo sentido moral para la persona, pues
siempre que exista un conflicto entre valores, está obligada a elegir los valores su-
periores y a rechazar los inferiores, los de menor jerarquía. Así, por ejemplo, entre
el valor ínfimo del agrado producido por un alimento que daña su salud, la persona
tiene que elegir el valor más alto, en este caso la salud, y no ingerir ese alimento,
por más que le sea apetecible.
VALORES MORALES
Los valores morales sólo son propios de las personas y de sus actos. Todos los Los valores
demás son valores de cosas valiosas. morales son
propios de las
Los valores morales no tienen una especificidad propia, porque se dan en la reali- persona.
zación del valor que ha sido preferido por la persona como más elevado, siempre
que haya elegido correctamente. El acto será bueno cuando se escogió un valor
positivo, teniendo en cuenta la jerarquía de los valores; en caso contrario el acto
será malo.
TEORÍAS AXIOLÓGICAS
Con respecto a la realidad del valor, existen dos posiciones axiológicas contra-
puestas:
En esta posición, encontramos dos concepciones distintas. Por un lado, para pen-
sadores como Max Scheler y N. Hartmann, los valores son entes ideales, que exis-
ten en sí y por sí, con una esencia propia, por lo que son independientes de los
sujetos y de las cosas en que se encuentran. Mientras que para la otra concepción,
en las que se encuentran filósofos como J. Maritain y J. Ortega y Gasset, los valo-
res no existirían en forma independiente de las cosas, sino en objetos reales e idea-
les (bienes), que poseen valor y se presentan como bienes a las personas.
Intentando superar las posiciones mencionadas, Risieri Frondizi, propone una con-
cepción del valor que considere su estructura y la situación en que se da.
Para él, los valores no son simples, sino que poseen un carácter relacional en la
medida en que necesitan de la presencia de un sujeto y un objeto; de este modo
son la síntesis de reacciones subjetivas frente a cualidades que se encuentran en el
objeto mismo.
Según el autor no sólo las necesidades y aspiraciones modifican una situación y por
lo tanto la escala axiológica, sino también las posibilidades de satisfacerlas. Así, por
ejemplo, al realizar una evaluación moral una persona que se abstiene de realizar
actos riesgosos para salvar a un niño, tiene que contemplar las posibilidades míni-
mas que tenía de alcanzar el objetivo, es decir el poder realmente salvarlo.
Sostiene Frondizi que en la consideración del valor intervienen entonces tres elemen-
tos: el objeto, el sujeto y la situación. Pero el objetivismo sólo considera al objeto, y el
subjetivismo al sujeto; ambos no tienen en cuenta la situación que también es impor-
tante, ya que un cambio situacional puede provocar una alteración de los valores.
Los derechos
Nino afirma que “los llamados derechos humanos son aquellos derechos mora- humanos son
les de que gozan todas las personas morales, por el solo hecho de ser tales, es valores morales
decir todos los seres con capacidad potencial para tener conciencia de su identi- universales.
dad como un titular independiente de intereses y para ajustar su vida a sus pro-
pios juicios de valor” 35
Este autor considera que los derechos humanos son derechos morales, debido a
que su objetividad no se funda en el reconocimiento efectivo por parte de individuos
o naciones, sino en su validez como principios de una moral crítica o ideal. Estos
sirven de parámetro para juzgar las leyes positivas o los preceptos de la moral con-
vencional.
Todo ser humano, por ser tal, tiene derechos frente al Estado, derechos que és-
te, o bien tiene el deber de respetar y garantizar o bien está llamado a organizar
su acción a fin de satisfacer su plena realización. Estos derechos, atributos de
toda persona e inherentes a su dignidad; que el Estado está en el deber de res-
petar, garantizar o satisfacer son los que se conocen como derechos humanos.”
“A partir de esta noción, se ponen de manifiesto dos notas; por un lado se habla de
derechos inherentes a la persona humana; por otro, son derechos que se afirman
frente al poder público.”
35
NINO, C. S. (1.984) Ética y Derechos Humanos. Bs. As.: Edit. Paidós.
36
BRUNET, Graciela. (1.996) Hablemos de Ética. Rosario: Edit. Homo Sapiens. Pág. 81.
37
INSTITUTO INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS. Estudios Básicos de Derechos
Humanos, Tomo I.
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 60
En relación a la inherencia de los derechos humanos expresa:
“El mundo contemporáneo reconoce, de que toda persona, por el hecho de serlo,
tiene derechos que la sociedad no puede dejarlos de lado. Son derechos universales
que tienen todas las personas, no dependen, en lo que hace a su reconocimiento, del
Estado; ni de la nacionalidad ni de la cultura de la persona. Así la da a entender el
Articulo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: ‘Todos los seres hu-
manos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón
y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros’.”
Consecuencias de la inherencia 38
38
INSTITUTO INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS. Estudios Básicos de Derechos Hu-
manos, Tomo I, págs.. 21 a 25.
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 61
Los derechos humanos se afirman frente al poder público 39
Desde el siglo XVIII hasta principios del siglo XX, la filosofía del derecho sólo reco-
nocía los derechos civiles o individuales. Estos derechos -actualmente llamados
derechos humanos de primera generación- consideran a la persona como un indivi-
duo, dotado de libertad y autonomía.
39
INSTITUTO INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS. Estudios Básicos de Derechos
Humanos, Tomo I, pág 27.
40
Texto tomado de PALACIOS, María Julia (comp) (1.999) “Defender los derechos humanos”. Univer-
sidad Nacional de Salta. (págs 30 a 32).
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 62
La palabra individuo tiene un significado particular dentro de la filosofía del derecho,
ya que, en los enunciados de los derechos civiles, se indica que los titulares de los Las tres
derechos son personas, los habitantes o los ciudadanos. En ningún caso se piensa generaciones
de derechos
en un sujeto colectivo, tal como el pueblo o la clase obrera. humanos
corresponden
Estos derechos son inmediatamente exigibles y el Estado tiene la obligación ante a tres momentos
las personas de abstenerse de ejecutar todo acto que pueda lesionar sus derechos históricos en
el reconocimiento
y asegurar su ejercicio cuando sean lesionados. de éstos.
Desde fines del siglo XIX, y, en un segundo momento, a partir de mediados del si-
glo XX, se agregaron al concepto de derechos humanos un conjunto de derechos
económicos y sociales. Estos derechos ya no consideran exclusivamente la iniciati-
va individual, sino que sitúan al individuo en un determinado conjunto social, ya sea
por la actividad que desempeña (trabajador, empresario, sindicalista, científico, uni-
versitario) o porque requiere una protección especial (está desempleado, es menor,
es anciano, está enfermo, es pobre). A estos derechos se los denomina derechos
humanos de segunda generación. El sujeto de estos derechos ya no es sólo un
individuo, también puede serlo cualquier organización social. El Estado actúa como
promotor de estos derechos y debe procurar una distribución igualitaria de la liber-
tad y remover obstáculos que impidan el desarrollo integral de las personas sobre
todo de los grupos sociales. La vigencia de estos derechos se encuentra condicio-
nada a las posibilidades reales de cada país. Indudablemente la escasez de recur-
sos representa una gran limitación para el goce efectivo de estos derechos.
Comprenden:
Comprenden
- El derecho a la paz, que implica el derecho de todo hombre de luchar contra los
crímenes de guerra, los crímenes contra la humanidad, los atentados contra la
paz; incluye la posibilidad que tiene toda persona de negarse a cumplir órdenes
que violen leyes humanitarias, de recibir protección contra todo acto de violencia o
terrorismo y el derecho al desarme por medio de la prohibición de armas de des-
trucción masiva;
- El derecho al desarrollo, que comprende el derecho al progreso global tanto eco-
nómico como social, cultural, político y jurídico en provecho de todo hombre y de
todos los hombres tomados colectivamente; el derecho de todas las personas al
libre desarrollo de su personalidad y al derecho de toda colectividad al respeto de
su identidad cultural (protección de las minorías);
- El derecho a un medio ambiente sano y equilibrado, que comprende la obligación
de los Estados de adoptar todas las medidas necesarias para prevenir y reprimir
los actos qué atentan contra las condiciones naturales de vida;
- El derecho al respeto del patrimonio común de la humanidad, que comprende tan-
to el derecho de que ningún hombre pueda reivindicar un derecho exclusivo de
propiedad sobre los bienes que componen ese patrimonio común, como el de que
todos los hombres tengan, colectiva e individualmente, el derecho de valerse de
esos bienes.
b.- OBLIGATORIAS
“Todos los deseos y repulsiones están motivados por valores, pero éstos no
valen porque nos agraden o los deseemos, sino al revés, nos agradan y los
deseamos porque nos parece que valen. Por lo tanto, tienen los valores su
validez antes e independientemente de que funcionen como metas de nuestro
sentimiento. Muchos de ellos son reconocidos por nosotros sin que nos ocu-
rra desearlos o gozarlos.”
ESCUELAS ÉTICAS
A lo largo de la historia de la Filosofía, la cuestión del obrar humano, la pregunta so-
bre lo que es bueno para el hombre, ha recibido múltiples respuestas. De ese modo,
se han sucedido escuelas de pensamiento que han pretendido encontrar el funda-
mento a la moralidad de las acciones humanas. Pero, si bien las respuestas son di-
versas, es posible agrupar las escuelas éticas en tres categorías, de acuerdo al modo
como cada una concibe el soberano bien y, por lo tanto, la regla de moralidad.
Las teorías utilitarias se diferencian entre sí según la manera como estiman que hay
que seguir el placer.
a.- Hedonismo: esta posición enseña que hay que aprovechar el placer cada vez
que se nos presenta delante.
En el siglo IV Aristipo de Cirene, que funda la escuela Cirenaica después de la
muerte de Sócrates, sostiene la moral del placer. Según él, para el hombre no
existe más que un bien: la hedoné (el placer); por ello la suprema regla es el
goce inmediato. Un placer perdido no se vuelve a recobrar. El sumo bien de la
vida es el placer sensible y actual; como los placeres corporales son los más
intensos, son, por consiguiente los más deseables y deben ser preferidos a to-
dos los demás. La sabiduría y la virtud consisten en buscar los medios para ob-
tener la mayor cantidad posible de placer. Pero se debe obrar con prudencia,
acomodándose a las circunstancias y conservando siempre la libertad interior y
la tranquilidad; o sea, hay que dominar los placeres y no dejarse dominar por
ellos. La prudencia aconseja también ajustar la conducta a las leyes estableci-
das, sobre todo a las leyes penales.
b.- Epicureísmo: hacia fines del siglo III a. de C. aparece Epicuro, natural de Sa-
mos, maestro de “los filósofos del jardín” y fundador de la escuela que lleva su
nombre. Epicuro considera que el placer es el valor supremo, entendido como
el bien primitivo e innato, y constituye el principio y el fin de la vida feliz. Enton-
ces, coloca en el placer el fundamento del comportamiento humano, pero re-
chaza la regla del goce inmediato: hay que buscar los placeres que no van se-
guidos de ninguna pena, los que no nos privan de un placer mayor, los que no
son artificiales, los placeres tranquilos más bien que los placeres violentos. Los
placeres del alma (el gozo) son más elevados que los del cuerpo, que son car-
nales. Los placeres espirituales consisten en recordar, imaginar o proyectar ac-
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 66
ciones gozosas, lo cual no es posible si previamente no existen auténticas si-
tuaciones placenteras, que consisten en los deleites del cuerpo.
Diferencia, entonces, los placeres en reposo y los en movimiento. Los placeres
en reposo son los que advienen al alma como algo que es natural a su activi-
dad, consistiendo en la satisfacción de una necesidad, el ejercicio de las ope-
raciones. Así, por ejemplo, el placer de reposar tras la fatiga, de beber agua
cuando se tiene sed. En tanto que los placeres en movimiento, se refieren a
aquellos que se experimentan como algo sobreañadido a su naturaleza, algo
que se busca en el exterior porque no pertenecen a la normal actividad del al-
ma. Éstos a la larga producen dolor y convertidos en hábitos, esclavizan al al-
ma a cosas externas, dice Epicuro. Son ejemplos de éstos el beber bebidas al-
cohólicas, las drogas. De allí que prefiera los placeres en reposo. Por eso, me-
diante la prudencia, el hombre debe buscar el equilibrio, la paz interior y la
tranquilidad.
El hedonismo de Epicuro no es tan grosero como el de Aristipo, y hasta propo-
ne, por medio del ejercicio de las virtudes, como el valor, la templanza y la jus-
ticia, la búsqueda de un cierto estado de tranquilidad (ataraxia) o indiferencia,
en la cual consistiría la felicidad.
c.- Utilitarismo. Es una corriente que caracteriza al siglo XIX, siglo del positivis-
mo, de la explosión industrial, científica y técnica. El bien útil avala, fundamen-
ta, excusa y justifica cualquier procedimiento en el seno de la sociedad que es
típicamente materialista. Los fines pierden su condición de tales.
Según Jeremías Bentham (1.784-1.832), la utilidad es el principio de la felici-
dad. La naturaleza humana ha colocado al hombre bajo el imperio del placer y
del dolor, por eso, todo lo que hay en el hombre tiene por único objeto buscar el
placer y evitar el dolor. El principio de la utilidad subordina todo esto a dos mó-
viles, a saber: lo útil es lo que aumenta el placer y disminuye el dolor.
La única regla moral es la del interés, por lo cual el problema moral consiste en
calcularlo bien. Hay que aplicar el criterio de lo útil para procurar la mayor can-
tidad de dicha sensual; es necesario fijar una aritmética de los placeres que
permita elegir entre éstos los que sean superiores por su intensidad, duración y
pureza. Sostiene así, que colocado el hombre entre el bien y el mal, que son
inseparables, necesariamente elige lo mejor y más útil, aquello en que el placer
excede al dolor, de modo que este exceso o utilidad es la base y medida de la
moralidad.
El utilitarismo, postula además, que el placer puede extenderse a un mayor o
menor número de individuos de la sociedad. En este punto radica la diferencia
esencial entre el hedonismo y el utilitarismo, ya que éste tiene un carácter más
social frente al individualismo y egoísmo del primero. Por ello, al considerar una
escala en lo útil, es preciso tener en cuenta la intensidad del placer producido,
así como la extensión a un mayor o menor número de individuos. La persona
no es verdaderamente feliz si no vive en concordancia con sus semejantes, si
no es amado. Para serlo se ocupa de los demás. De ahí que, un acto será
bueno cuando sea útil y, a la vez, alcance la máxima utilidad posible para el
mayor número de individuos.
Por su parte, John Stuart Mill (1.773-1.833) adopta una postura semejante,
pero aclara que no sólo hay que tener la cantidad de placer, sino también la ca-
lidad; y que, en caso de conflicto entre el interés general y el particular, éste
debe ser sacrificado (moral del interés general).
a.- Ética del sentimiento: es sostenida por Francis Hutcheson (1.694-1.746). Para
él, el sentido moral es la fuente de nuestra conciencia moral y mediante él pue-
den percibirse las diferencias entre las acciones moralmente buenas y las accio-
nes moralmente malas. El sentido moral nos empuja a aprobar las primeras.
El objeto de nuestra aprobación es la benevolencia, que es una cualidad real en
las acciones que excita o suscita nuestra aprobación. Hutcheson identifica con
frecuencia la benevolencia con la virtud. La benevolencia es una especie de ins-
tinto existente en cada hombre que le impele a promover el bien de los demás y
es la fuente de nuestros juicios morales. En efecto, para este autor, únicamente
el sentimiento es capaz de hacernos conocer el deber, pues la vida moral está
hecha de matices que sólo el sentimiento puede captar. Éste está al principio de
los juicios que de continuo hacemos sobre las personas y las cosas, en virtud de
una regla de benevolencia, que es su ley esencial. La verdadera bondad resulta
necesariamente para nosotros de la obediencia a esta desinteresada inclinación
que se expresa en nosotros bajo la forma de sentido moral.
b.- Ética de la simpatía: es la que sostiene Adam Smith (1.723-1.790), el cual pre-
fiere fundar la moral en la simpatía. Considera que el hombre necesita para ser
feliz de la admiración de los demás. Parte del principio de la simpatía que con-
siste en la constatación de que la persona es capaz, por naturaleza, de colo-
carse en el lugar de los demás, comprender sus motivaciones y evaluar la mo-
ralidad de sus acciones.
La simpatía es la tendencia natural e instintiva que inclina a entregarse a los
sentimientos de los demás. Surge como una necesidad primaria porque el
hombre es naturalmente sociable y las personas necesitan experimentar sim-
patía dándola y recibiéndola.
Para Smith la sola benevolencia no basta, sino que es necesario que ese sen-
timiento esté regido por alguna norma de justicia y de reciprocidad que proceda
de la razón y que haga de la simpatía natural un deber. Por eso, la regla moral
que rige el comportamiento sería: “Obra de manera tal que provoque la mayor
simpatía en el mayor número de personas” La simpatía pasa a ser la regla del
bien. La moral consistirá entonces en desarrollar en sí la simpatía desinteresa-
da que nos hace gozar de la felicidad de los demás, compartiéndola, y que nos
impulsa a obrar de manera tal que siempre merezcamos de parte de nuestros
semejantes la simpatía más pura y universal.
El hombre, cada hombre es el único sujeto de la Ética, por ser el único ser vivo que
posee la capacidad de diferenciar el bien y el mal y de obrar según su libre elección.
El obrar ético se asienta en las virtudes y en los valores, que deben triunfar sobre los
vicios y los disvalores sociales, para transitar el camino de la realización humana.
- Los deberes: deber es todo aquello que está obligado a cumplir el hombre para
dar satisfacción a las demandas sociales que su vida de relación le impone.
El primero de sus deberes es subsistir, y luego, como un mandato natural de soli-
daridad, el permitir a sus semejantes realizarse como personas humanas.
- Los derechos: el derecho es la facultad de hacer o de exigir todo aquello que le
está permitido por las leyes naturales, por las positivas y por las normas de com-
portamiento social. En este campo encontramos el derecho a la vida, y a la liber-
tad y todos aquellos que no entren en colisión con los derechos de los demás.
Así el derecho de ser feliz y a realizarse como persona tiene su correlato con la
obligación que tiene la organización social de permitirlo.
El orden social
El hombre se realiza naturalmente hacia dos direcciones, por un lado como indivi-
duo y por el otro como ser social.
Como ser social permite que la humanidad como civilización se haga a lo largo de
toda la historia.
Por lo tanto, vivir demanda al hombre una tarea, que debe estar en el marco de los
valores para su plena realización. El orden moral está fundado en valores éticos.
En este marco, el orden moral es aquel al que el hombre está ligado por el mero
hecho de ser hombre, independientemente de toda legislación positiva. El orden
moral se refiere a todo lo que hace al libre obrar del hombre según su recta con-
ciencia, inspirada en valores rectores.
El bien común
5.2. LA PROFESIÓN
a.- Introducción histórica al concepto de profesión
Profesión es un término que proviene del latín “professio”, que nos indica la acción
y el efecto de profesar, de ejercer una cosa, empleo o facultad conforme una incli-
nación natural que se manifiesta en nosotros, o que por un motivo circunstancial
debemos ejercitar. También, el término profesión proviene del latín “profiter”: que
significa declaración pública.
Esto supuesto, el tercer paso en los momentos históricos viene dado por el uso
social del mismo, que ha enriquecido lo anterior explicitando y completando los con-
tenidos de la ocupación laboral.
Así, en las sociedades actuales, por profesión se entiende una actividad diferencia-
ble de otras, que ocupa a un grupo de personas de forma estable en la producción
de bienes o servicios necesarios o convenientes para la sociedad, para lo cual es-
tas personas manejan unos conocimientos y destrezas propios de esa profesión,
que requieren una formación específica y que han de utilizar con ética. Y una activi-
dad con cuyo desempeño obtienen esas personas su forma de vida.
Es práctica común en las sociedades modernas que los estados asuman una res-
ponsabilidad sobre las profesiones, que normalmente se concreta en la determina-
ción de la formación específica necesaria para ejercitarla, en la protección de los
derechos de los clientes o usuarios frente a abusos y faltas de ética de los profesio-
nales y también en la defensa de los derechos legítimos de estos últimos (por
ejemplo, frente al intrusismo en el ejercicio de una profesión por parte de personas
sin la preparación o titulación requeridas).
Defensas ambas (la de los profesionales y la de los clientes) que la sociedad realiza
por un doble camino de derecho público: el jurídico o legal, del que son responsa-
bles los organismo públicos, y el asociativo. Éste último, mediante la acción de los
colegios y asociaciones profesionales, los cuales han de velar tanto por los dere-
chos de los profesionales, como por los de los usuarios o clientes de los servicios
de aquéllos, que se garantizará si los profesionales actúan con competencia y ética.
Un hecho que hace que en la formación ética de los profesionales revista especial
importancia hoy la adquisición personalizada de los principios básicos de la ética de
las profesiones, ya que estos principios, al fundamentar y vertebrar las éticas profe-
sionales concretas que los aplican a las distintas profesiones, son válidos para to-
das ellas, por lo que cada persona puede aplicarlos a las distintas situaciones labo-
rales en que puede encontrarse.
Las profesiones son actividades humanas, que generan en quienes las ejercen
obligaciones y derechos especiales; por eso nació la Ética Profesional.
La Ética Profesional no es una ética aparte, sino es la misma Ética que desciende a
las actividades concretas de cada profesión, especificando las aplicaciones que
derivan racionalmente de los principios generales para el buen ejercicio de cada
profesión.
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 78
En tanto que el término Deontología (del participio griego deon = lo que conviene),
se refiere al conjunto de principios y reglas éticas que regulan y guían una actividad
profesional. Dichas normas determinan los deberes mínimamente exigibles a los
profesionales en el desempeño de su actividad y por lo general son establecidas
por el propio colectivo profesional, que los institucionaliza mediante los códigos
deontológicos. Éstos son documentos que rigen la actuación de los representantes
de una profesión con el fin de que a través del buen hacer se obtengan resultados
deseables.
Todo trabajo honesto dignifica al hombre, además de facilitarle los medios honestos
para subsistir. El trabajo tiene un fin que es el desarrollo del mismo hombre, de sus
facultades espirituales y corporales.
A su vez, el trabajo cumple una función social. Sea remunerativo o sin cargo, volun-
tario o involuntario, sus frutos se extienden a la sociedad. Si el trabajo es honesto,
esos frutos son un bien para la sociedad.
Aunque una persona no necesite del trabajo para subsistir, tiene que trabajar para
darle algún sentido serio a su existencia. El hecho de que sea rica no la exime de
esa obligación, porque puede trabajar sin percibir paga, gratuitamente. Y de ese
modo se hace un bien a sí mismo y a los demás.
a.- Vocación: es una inclinación o disposición especial que, saliendo del interior de
la persona, la lleva a cumplir determinada actividad en su vida. Es la inclinación
natural a la realización personal, que impulsa a desarrollar una tarea determi-
nada en la sociedad.
Es el amor manifestado en el querer y en el hacer, respondiendo a los dictados
del corazón con la inteligencia y voluntad. Es realizar un compromiso con uno
mismo y con la sociedad durante toda la vida, conforme a los ideales abrazados.
Es el requisito más difícil de detectar objetivamente, porque es totalmente per-
sonal. “Vocación” significa “llamado” interno hacia un tipo determinado de acti-
vidad. Se trata de una inclinación del espíritu hacia una actividad que produce
en el sujeto satisfacción y gusto. La ciencia a veces origina la vocación; otras,
la vocación lleva a la adquisición de la ciencia, sin la cual el llamado nunca se
convertirá en realidad.
b.- Competencia: en el sentido de aptitud e idoneidad para conocer y resolver un
asunto. Nace de las incumbencias que nos atribuyen los estudios, del grado de
capacidad alcanzado en alguna actividad, pero, por sobre todo, de la voluntad
de hacer realidad determinado anhelo.
El progreso de las ciencias, las técnicas y las artes, tan rápido en estos tiem-
pos, requiere del hombre una constante actualización para contar con capaci-
dad necesaria de aprender y aprehender los nuevos saberes.
Supone, por lo tanto, la ciencia y la idoneidad.
Ciencia: porque toda profesión supone conocimientos específicos en quien la
ejerce. El título oficial es una garantía de la preparación científica o técnica del
sujeto que lo ha obtenido. Por razones de ética, el profesional debe acrecentar
sus conocimientos, debe actualizarse en los contenidos, métodos y procedimien-
tos, según la índole de la profesión. La Ética exige que el profesional no traspase
los límites de la especialidad a la que se dedica, salvo en casos de emergencia,
y advirtiendo al consultante que su especialidad no contempla el problema sobre
el que se lo consulta. Cuando no se trata de una emergencia, la actitud ética que
corresponde es aconsejar al cliente que acuda a un especialista en la materia.
Idoneidad: es la aptitud para ejercer la profesión (física y psicológica).
5.6.- EL PROFESIONAL
El servicio que realiza el profesional dentro de la sociedad y actuando con carácter
público requiere:
41
Citado por WIERNA, G.: LETIZIA, F. “El problema de la moral profesional”. Mendoza, 1989.
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 82
5.7.- CUALIDADES MORALES DE LA PROFESIÓN
a.- Autoridad y responsabilidad: el profesional es una autoridad, no en sentido polí-
tico sino en sentido científico.
Se llama autoridad en sentido científico, a una persona que, en una determina-
da rama de la ciencia, posee un vasto y profundo conocimiento y tiene la virtud
de la veracidad, que consiste en manifestar lo que piensa. En otras palabras:
una autoridad es una persona competente en un determinado nivel científico y
es veraz. Los que conocen estas cualidades de una persona están dispuestos
a creer lo que esa persona diga respecto de los otros temas. La autoridad es el
fundamento de los actos de fe que una persona hace en cuanto a lo que mani-
fiesta otra persona acerca de los temas que conoce. Pero para que uno crea lo
que el otro dice deben darse simultáneamente las dos condiciones menciona-
das: competencia en los conocimientos y veracidad en la manifestación de
esos conocimientos. Eso otorga confianza.
Cabe, entonces, una enorme responsabilidad ética y jurídica en el profesional;
y más ética que jurídica, porque algunos actos humanos del profesional sólo
son conocidos por él, por su conciencia moral y, por lo tanto, no están al alcan-
ce de la acción jurídica.
Es un deber de justicia, en el ámbito de la Deontología, el cumplimiento de todo
aquello que el profesional promete hacer para satisfacer a su cliente; si hace
todo lo que puede, cumple con la justicia, aunque no se obtengan los resulta-
dos apetecidos; si es negligente en preocuparse de lo que interesa a su cliente,
comete injusticia en la medida de su negligencia.
b.- La honestidad intelectual: buscar, aceptar, amar, vivir y transmitir la verdad. La
expresión “honestidad intelectual” designa una combinación de voluntad e inte-
ligencia, puesto que “honestidad “es lo mismo que decir” bondad moral.”, y el
adjetivo “intelectual” designa todo lo que es relativo a la inteligencia. De modo
que la honestidad intelectual es la conducta moralmente buena en el ejercicio
de la inteligencia.
Buscar la verdad es conocer la verdad, entendida en su acepción lógica (ade-
cuación del pensamiento con la realidad objetiva). La única forma de compro-
bar la verdad de un juicio es confrontarlo -directa o indirectamente- con la reali-
dad objetiva. A veces no es fácil esta confrontación. Pero al profesional le in-
cumbe realizar la búsqueda de la verdad respecto de todo lo que está relacio-
nado con su actividad específica. La búsqueda de la verdad se la realiza en el
plano del conocer. Las decisiones que se tomen después de conocida depen-
den de muchos factores, independientes de la verdad misma. Hay virtudes mo-
rales, entre ellas la prudencia, que aconsejan en qué sentido debe tomarse una
decisión.
Transmitir la verdad es honesto, siempre que esa transmisión se ajuste a las
normas de moralidad; porque aunque la verdad en sí siempre es un bien, los
efectos de su conocimiento pueden ser a veces malos, física o psíquicamente,
para aquellos a quienes se transmite. En este caso también es importante la
prudencia. La única verdad, éticamente hablando, es que siempre que se daba
decir la verdad, hay que decir la verdad. Si un profesional revela un secreto de
su cliente a otra persona, dice la verdad y comete un acto inmoral y, además,
ilegal. Hay que señalar que, si bien no siempre hay obligación de decir la ver-
dad, también hay obligación moral de no mentir. La mentira es la expresión oral
o escrita destinada, por la intención del que la usa, a engañar a otra persona.
Todas estas consideraciones señalan un camino de rectitud moral, una conduc-
ta ética que no debiera nunca estar separada de la actividad profesional.
Ahora bien, se deben tener en cuenta que esta valoración y juicio pueden estar con-
dicionados por aspectos socioculturales de quienes emitan ese juicio o pretendan su
imitación o de otros factores subjetivos, de forma que para personas de otra cultura o
con distinta formación o con otro perspectiva para actuar no sea ni ética ni modélica.
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 84
Se hace necesario, entonces, el estudio y la reflexión sobre la conducta humana
adecuada en un ser racional, estudio y reflexión que constituyen el objeto y la tarea
de una disciplina filosófica que, coherente con el uso social del término, adopta la
denominación de ética.
Así, la ética vale tanto para calificar la conducta de una persona que se considera
adecuada y deseable en todos, como para designar la disciplina filosófica que se
ocupa del estudio y reflexión sobre cómo ha de ser la conducta de una persona
para ser la adecuada en un ser humano.
Es así que la ética no sólo es una disciplina que elucubra los principios morales,
sino también que debe procurar su seguimiento, imitación de los principios básicos,
universales y generales de la conducta humana. Es decir, procurar la motivación
para el seguimiento de esos comportamientos.
Este segundo aspecto puede hacerse razonando con ayuda del sentido común y de
la experiencia porqué se deben seguir esos comportamientos y conductas, o utili-
zando otros recursos que despierten la motivación, se trata de un ámbito práctico
de aplicación.
Este segundo aspecto motivador debe vertebrarse en todos los ámbitos de desarro-
llo de la existencia humana, incluido el trabajo, la profesión, pues la acción humana
y su correspondiente juicio no se acaban en el fuero interno de la persona, sino que
la trascienden iluminando todos sus ámbitos.
Es aquí cuando la ética abre su visión abarcando todo el espectro de las acciones
humanas, dando lugar a las éticas particulares o también a las éticas de las pro-
fesiones en el área de la actividad profesional.
Así, la ética de las profesiones no se limita a aplicar los principios de la ética básica
(respetar la dignidad de la persona y los derechos humanos, etc) sino que junto a
ellos, propone también otros principios propios específicos.
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 85
Estos principios establecerán que los conocimientos, destrezas y, en su caso, el
poder que otorga la profesión han de utilizarse para lograr el bien objeto del ejerci-
cio de esa profesión y no para perseguir fines u objetivos distintos de aquél.
La ética de las profesiones es una ética particular y, por lo tanto, una disciplina filo-
sófica con una doble finalidad: por una parte, aplicar a la actividad profesional los
criterios y principios aportados por la ética universal, y, por otro lado, aportar crite-
rios o principios específicos puestos de manifiesto en el trasfondo y marco de las
profesiones.
Se crean entonces, las éticas aplicadas que reciben su nombre del sector en el cual
se aplican. Se habla entonces de la ética profesional de los psicólogos, de los edu-
cadores, de los ingenieros, etc.
Estas dos fuentes han de colaborar en la conformación de una ética profesional aplica-
da bien constituida, aportando cada una su saber y sin invadir los campos de la otra.
b.- OBLIGATORIAS
Así, con el término responsability, se señala aquello por lo cual uno se siente inter-
namente responsable, e involucra el juzgarse a sí mismo con relación a los propios
ideales y conciencia. Este tipo de responsabilidad generalmente se refiere a la vida
privada (ej.: me siento responsable por ayudar a un amigo en un momento difícil,
sin que él o nadie me lo exijan), correspondiendo a la dimensión interna, a la vida
íntima de cada persona.
Sin embargo, ambos términos pueden ser las dos caras de una misma moneda;
pues, debo rendir cuentas y puedo ser sancionado si no cumplo con una obligación.
Se trata entonces de una responsabilidad exigible (que es la manera de traducir
accountability).
42
Scharstein, Leonardo. La inteligencia social de las organizaciones. Edit. Paidós. Cap 2.
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 88
a la ley y a la estructura social en la que se desenvuelve. En este caso, las organi-
zaciones son moralmente responsables y cumplen por imposición; aunque también
puede ser que cumplan por elección si van más allá de lo que la ley les exige. Si no
cumplen con las normas quedan sujetas a sanciones por constituir un delito.
Ahora bien, las organizaciones que sólo cumplen con lo establecido, no poseen
virtudes especiales, ya que sólo se atienen a los requisitos morales mínimos (por
ej., el cuidado de la seguridad e higiene de sus empleados).
Otro caso sería el de aquella organización que manifiesta una voluntad para ir más
allá de lo estrictamente exigible, pues configura una conducta ética, porque no es
producto de una obligación, sino que supone la libre elección (por ej.: si una organi-
zación instituye prácticas de seguridad e higiene para sus trabajadores que exce-
den lo mínimo establecido legalmente y que los forma y motiva para que lleven es-
tas prácticas a su ámbito familiar y comunitario, entonces se erige en sujeto de sus
propias elecciones). De allí que es posible de calificar a este tipo de organización
como organización sujeto, porque tiene la capacidad para justificar sus decisiones y
acciones por sí; es capaz de establecer sus coherencias internas y organizar sus
interacciones con el contexto para la preservación de las mismas.
Cabe aclarar que, por lo general, ninguna organización es sólo sujeto o sólo objeto,
ya que en la mayoría de los casos se da una alternancia entre ambos tipos. Es de-
cir, se puede ser de un tipo en determinadas cuestiones y de otro frente a otras.
Por supuesto que esto requiere de la voluntad política de parte del gobierno de la
organización.
Las empresas son actores sociales fundamentales de toda sociedad, están en per-
manente interacción con el ambiente externo. Existe una íntima interdependencia
entre ella y su ambiente. La supervivencia de una empresa depende, en gran medi-
da, de su capacidad de reacción, adaptación y respuesta a las exigencias y deman-
das en este ámbito.
Pocos aspectos de los negocios han despertado recientemente más interés que el
tema recién planteado de la responsabilidad empresarial. Sobre todo en Norteamé-
rica, Europa y Asia las responsabilidades de las empresas respecto de sus conciu-
dadanos han merecido especial atención. Esto refleja en parte la conciencia cre-
ciente del impacto de su actividad sobre el entorno y los desvalidos. En cualquier
caso, la discusión refleja el amplio reconocimiento del cambio de la relación entre
las empresas y la sociedad. Las nuevas tecnologías, el desarrollo de mercados y
las nuevas ideas permiten apreciar los factores influyentes en las acciones empre-
sariales y su impacto potencial en aspectos que se extienden más allá de la apro-
bación convencional de las firmas y sus dirigentes. El retroceso del Estado crea
nuevas oportunidades e impone nuevas responsabilidades a las empresas, y los
dirigentes de éstas buscan modos de expresar y definir su papel ante el cambio de
las circunstancias. Estas variaciones imponen gradualmente mayores responsabili-
dades a las firmas, empresarios y ejecutivos. La libertad para actuar no constituye
licencia para abusar. En los grandes hundimientos de la Bolsa se observa repeti-
damente el mal uso de las reglas del mercado de valores. En cambio, dirigentes de
empresa competentes reconocen el nexo entre derechos y obligaciones.
- producir con la máxima eficiencia posible bienes y servicios que satisfagan múlti-
ples necesidades;
- generar empleos, constituyendo de esta manera una de las principales fuentes de
rentas;
- invertir parte de sus excedentes, promoviendo el avance tecnológico y el creci-
miento de la productividad;
- y cumplir con las responsabilidades legales, en especial las de carácter fiscal.
Las empresas aprecian cada vez más los beneficios que pueden obtener del reco-
nocimiento de los valores en que basan sus operaciones. Los negocios regidos por
este tipo de valores parecen requerir menos supervisión interna, operan a más bajo
coste, pueden ser más flexibles e innovadores y ofrecen mayor satisfacción a los
empleados y mejores ganancias a los partícipes.
Desde nuestra perspectiva, que una empresa sea socialmente responsable supone
que sea ciudadana, pero que sea ciudadana de una manera especial, esto es, que
no se limite exclusivamente al respeto de las obligaciones jurídicas, sino que vaya
un paso más allá del cumplimiento legal, integrando voluntariamente en sus prácti-
cas, tanto operativas como comerciales, consideraciones de índole ética, social y
medioambiental.
Bajo esta óptica, una empresa socialmente responsable puede llegar a ser aquella:
Según la categorización realizada por Nino, para que una empresa pueda encajar
dentro de la categoría de socialmente responsable, su comportamiento debe ser
normativamente leal, esto es, debe tomar en cuenta, al observar una ley, los fines
normativos que determinan su interpretación y alcance de aplicación, hayan sido o
no explícitamente formulados en su prescripción original.
Desde la perspectiva de Putnam, uno de los precursores del término, tres elemen-
tos fundamentales definen y circunscriben al capital social. Estos elementos son: el
grado de confianza existente entre los actores sociales de una sociedad, las nor-
mas de comportamiento cívico practicadas en su seno y el nivel de asociatividad
que la caracteriza.
Acaso el único modo de enfrentarse con situaciones de difícil solución (por las in-
teracciones y consecuencias de sus decisiones) es desarrollar un sistema de valo-
res que reflejen la voluntad de asumir esta responsabilidad en lugar de traspasarla
a otros. Gran parte del pensamiento empresarial reconoce esta responsabilidad.
43
Dr. RODRIGUEZ DE RIVERA, José. “Ética y Empresa”. Parte 2. Universidad Católica de Salta.
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 95
En cuanto a su objeto formal, existen algunas discrepancias; pero es posible consi-
derar los problemas que se tratan en diferentes grupos:
Según Adela Cortina 44, La Ética Empresarial posee las siguientes características:
1.- No es una ética de la convicción, sino una de la responsabilidad por las conse-
cuencias de las decisiones que se toman. Esto no significa optar por el pragma-
tismo, sino recordar que es preciso tener en cuenta las consecuencias de las
decisiones para aquella finalidad por la que la empresa existe y que consiste en
la satisfacción de necesidades humanas. La ética de la empresa es una ética de
la responsabilidad convencida.
2.- Puesto que la actividad empresarial tiene una finalidad, que le es legítima y de la
que cobra todo su sentido (servir a los consumidores que son los afectados a
cuyo servicio se encuentra la actividad de la empresa), queda deslegitimada la
que olvide esta finalidad. Los consumidores son interlocutores válidos y una éti-
ca de la empresa exige tener en cuenta sus intereses a través de mecanismos
de participación efectiva.
3.- Los miembros de la empresa son también interlocutores válidos, cuyos derechos
tienen que ser respetados al nivel de una conciencia moral como la que social-
mente hemos alcanzado; de ahí que queden fuera de época las prácticas humi-
llantes y las deconsideraciones.
4.- Los miembros de la empresa también deben cumplir con sus obligaciones y co-
rresponsabilizarse por la marcha de la empresa a la que se pertenece; de ahí
que la cooperación haya de tomar el lugar del conflicto y la corresponsabilidad el
lugar de la apatía.
5.- Una empresa actual ha de atenerse a un marco postconvencional de justicia, no
sólo legal, sino ante todo moral.
6.- El cambio en la concepción de la empresa de un modelo taylorista a un modelo
postaylorista no es una simple moda, sino una auténtica exigencia de la con-
ciencia moral de los tiempos. Una conciencia que, como tal es irreversible.
Para responder a estos retos, es preciso diseñar un modelo de empresa capaz
de satisfacer estas exigencias.
CÓDIGOS DE ÉTICA
¿En qué consiste un código de ética?
44
CORTINA, Adela (2.000) “Ética de la empresa”. Madrid: Ed.Trotta.
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 96
prácticas consideradas como positivas y como negativas en los diferentes ámbitos
de intervención de la empresa”. 45
Roberto De Michele sostiene que “son sistemas de reglas establecidas con el pro-
pósito general de guiar el comportamiento de los integrantes de la organización y
de aquellos con los cuales ésta actúa habitualmente: clientes, proveedores y con-
tratistas”. 46
Una cuestión importante que surge al respecto es que, para algunos, hablar de un
código de ética es un error, ya que la adopción de un principio ético tiene que ba-
sarse en razones y no en la posibilidad de un castigo, que nos remite más bien a un
sistema jurídico. Esta crítica es acertada; pero el origen de ese término “códigos
éticos” se basa en la tradición de las reglas fijadas para el ejercicio profesional.
Los códigos éticos, constituyen una forma de regulación de las relaciones internas
entre los miembros de una organización y de éstos con el entorno. Pretenden ser
un instrumento que facilite reconocer los problemas y conflictos que enfrentan las
empresas y resolverlos de acuerdo a objetivos buscados.
Según el Dr. José Rodríguez de Rivera, la práctica de los códigos éticos tiene sus
ventajas, en la medida en que facilitan la aplicación de reglas para la convivencia,
definiendo los ámbitos de decisión discrecional. Sin embargo, no ayudan para evitar
que el responsable de una decisión se enfrente a dilemas morales. Además, cuan-
do la reflexión ética sobre la moral se centra sólo en esos códigos, no se considera
todo el campo de problemas, de implicaciones y de relaciones con otros problemas,
dando lugar a comportamientos rutinarios, empobreciendo la vida moral del sujeto
decisor.
45
AGUIRRE SABADA – CASTILLO CLAVERO – TOUS ZAMORA (1.999) “Administración de Orga-
nizaciones”. España: Ediciones Pirámide.
46
DE MICHELE, Roberto (1.998) “Los Códigos de Ética en las Empresas”. Bs. As.: Edit. Granica.
Ética Profesional y Responsabilidad Social | 97
- Criterios acordados para los procesos decisorios: La consideración de los valores
de libertad, solidaridad, dignidad del trabajo, justicia y equidad. Diálogo para re-
solver la prioridad de los valores en situaciones concretas.
- Definición de las bases de legitimidad que sirven de sustento a las relaciones de
autoridad: Conducción por parte de quienes están mejor preparados, según crite-
rios compartidos.
- Mecanismos de justicia frente a situaciones de desigualdad (orden interno): Situa-
ciones como la sobrecarga de tareas en un sector, las diferencias no justificadas
en la remuneración, la discriminación o falta de igualdad en las oportunidades.
- Transparencia en las comunicaciones: Difusión sobre los planes y resultados de
manera que los integrantes no tengan dudas sobre la situación en que viven, sus
riesgos y posibilidades. Que no exista información oculta que dé privilegios a
quienes la tienen. Canales en ambos sentidos.
- Acuerdo sobre los códigos de la convivencia en el trabajo: reglas y formas de re-
lación. Aceptación de los rasgos de identidad de la organización y la manera en
que todos relación. Aceptación de los rasgos de identidad de la organización y la
manera en que todos los integrantes contribuyen a sostenerlos.
Los códigos éticos son un modo de testimoniar los principios y valores de los
que se halla imbuida la empresa y para institucionalizar los criterios éticos en las
decisiones y acciones cotidianas de la misma.
b.- OBLIGATORIAS
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versidad Nacional de Salta.
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