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La poesía es un discurso literario que posee los rasgos de ficcionalidad, connotación, plurivocidad,
intertextualidad, extrañamiento y autorreferencialidad. Pero se diferencia de los otros géneros por
su modo particular de lectura. Ofelia Seppia y otros, en Entre libros y lectores. El texto literario,
sostienen que “La poesía es algo más que métrica y recursos. Al igual que la música o la pintura,
la poesía posee su propia significación dado que la lengua ha sido sometida a un nuevo orden. El
poeta manipula la materia verbal […]”.[1]
Preguntarnos por la poesía en el aula y su abordaje es algo que surge, muchas veces, como una
problemática. ¿Para qué dar poesía? ¿Cómo trabajo con la misma? ¿Qué sentido tiene? Según
Serio Andricaín: “La poesía sólo tendrá sentido en la escuela cuando el acercamiento a ella esté
desprovisto de ese carácter práctico que por lo general tratamos de imponerle. La presencia de la
poesía en ese espacio adquirirá su verdadero sentido cuando leamos versos por gusto, sin
esperar nada como recompensa, sin esperar que, después de leer unos versos, nuestros alumnos
sean más sabios o más buenos, sino más plenos como seres humanos.”[3]
Si nos preguntamos para qué sirve la poesía, la respuesta es que no sirve para nada. Adricaín
sostiene que “la verdadera poesía no sirve para nada. No enseña nada. No tiene moral. No se
escribe con un fin moralizante, didáctico ni pedagógico. Por supuesto que abundan versos
concebidos con tales fines, pero no es a ese tipo de producción textual a la que nos referiremos
cuando hablamos de poesía, sino a una auténtica creación literaria, no lastrada por fines
utilitarios.”[4]
Gianni Rodari explica que “la poesía existe de forma autónoma, sin importar quién sea el
destinatario de su mensaje o, en caso contrario, no existe. Hay poemas que los niños pueden
comprender, sentir y digamos incluso que vivir, independientemente de que se hayan escrito para
ellos o no. y hay otros demasiado alejados de su campo de experiencia, de sus estructuras
mentales o de su mundo sentimental, demasiado lejos de su vocabulario para que puedan
disfrutarlo de algún modo.”[5]
Acercar a los/as niños/as a la poesía es una manera de acercarlos/as a otras formas posibles de
expresión. En ella pueden desplegar su capacidad de invención, de diálogo con sus experiencias
vividas, de juegos, de ser libres. La poesía es libertad.
1.Seppia, Ofelia y otras: “El discurso poético” en Entre libros y lectores I. El texto literario, Buenos
Aires, Lugar Editorial, 2009. Página 115
2 Ídem. P 116
3 Andricaín, Sergio y Rodríguez, Antonio Orlando: “En torno a la poesía, los niños y la escuela” y
“Caminos de la poesía” en Escuela y poesía. ¿Y qué hago con el poema?, Buenos Aires, Lugar
Editorial, 2009. 14
4 Andricaín, Sergio y Rodríguez, Antonio Orlando: “En torno a la poesía, los niños y la escuela” y
“Caminos de la poesía” en Escuela y poesía. ¿Y qué hago con el poema?, Buenos Aires, Lugar
Editorial, 2009. pp 11 y 12.
5 Rodari, Gianni: “Los niños y la poesía” en Escuela de fantasía, Barcelona, Blackie Books, 2017
p 157
Actividades de integración
1.Lean el Cap 5 de Entre Libros y Lectores sobre los textos poéticos y extraigan ideas principales.
Elijan una canción que les guste para ejemplificar los aspectos más importantes ( esto lo
hicieron el otro día, me lo entregan)
2. Retomen el texto Escuela y Poesía, y resuman qué aspectos se esclarecen. Qué ideas les
parecen oportunas para aplicarse si tuvieran que hacer sus propias planificaciones.
3. Leer el registro de clase de “Las Torres de Nuremberg”. Anota las actividades realizadas por la
docente y qué contenidos se están trabajando, teniendo en cuenta el Diseño Curricular del nivel
primario y lo propio del género lírico.
(Luego la maestra relee algunas estrofas y ellos encuentran las palabras que riman. En
otras, descubren que no las hay.)
Docente: Saben, que las poesías, uno para poder guardarlas, para atesorarlas y guardarlas bien
adentro, se pueden aprender de memoria. ¿Alguno sabe una poesía de memoria? Bautista, el año
pasado, se aprendió una que yo le había leído de María Elena Walsh.
Bautista: Sí pero ahora no me la acuerdo.
Docente: ¿Quieren aprenderse alguna de éstas de memoria?
Todos: ¡Sí!
Manuel: Las de “Las torres de Nuremberg”.
Docente: Mmhh... esa es muy larga.
Sebastián: La del sapito.
Varios: Si, sí, la del sapito.
Docente: ¿Se animan?
(Se disponen a aprenderla. Los chicos piden a la maestra que la escriba en un afiche
grande para colgar así “pueden ver las letras”.)