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El Perú tras las rejas, el Perú frente a una puerta de colores.

Nació un 18 de enero en Andahuaylas, y a una corta edad perdió a su madre.


Su padre se volvió a casar, se trasladó a Puquio y luego a San Juan de
Lucanas. Estos años estuvieron llenos de maltratos y humillaciones por parte
de su madrastra y hermanastro. Se escapó y refugió en la hacienda Viseca
donde convivió con los indios, aprendiendo el quechua y sus costumbres,
encontrando el amor y la ternura que necesitaba. Estudió Literatura en la
Universidad Mayor de San Marcos en Lima, finalmente logró ser un gran
escritor, antropólogo, educador, etnólogo, periodista y traductor.

Yawar fiesta (1941) es una de las obras que expresa la lucha de la comunidad
indígena contra los gobernadores, efecto de las injusticias que experimentan en
contra de sus tradiciones, viviendo de discriminaciones y abusos. Incluso los
mismos gobernadores, permitían que los hombres occidentales destruyan la
cultura indígena y se introduzca la occidental, un claro ejemplo de que el propio
peruano permite que sus raíces sean destruidas.

Por otra parte, tenemos a “Los ríos Profundos” (1958), donde la historia de
Ernesto y su desarrollo a lo largo del libro, genera un mar de emociones.
Siendo niño le toca ver una realidad muy cruda dentro de un internado. La
crueldad y la violencia dominan a este lugar, la hipocresía y la indiferencia se
hacen ver en algunos de los personajes. Por ejemplo, los constantes abusos
sociales y sexuales que vive la pobre opa Marcelina, una mujer joven con
discapacidad mental.

Ernesto ve el mundo de una manera diferente, pero se encuentra entre la


elección de estar en el lado de los oprimidos y de los opresores, a lo que él
responde a favor de la lucha contra las injusticias, de la única veracidad, ¿Por
qué Ernesto siendo una persona de tan corta edad siente y busca hacer más,
que nosotros que solo vivimos ignorando lo que sucede?

Pero sin duda, el sentimiento profundo por el mundo indígena de José María
Arguedas, está plasmado en “Todas las Sangres” (1964), donde el autor trata
de contar la realidad social de la sierra peruana, de cómo el poder imperialista
que movía y mueve al mundo arrebata la individualidad y libertad de los indios,
y como estos son tratados como seres inferiores. Muestra el desprecio a su
cultura, a sus costumbres y al quechua y el paternalismo cínico con el que
lidian sumisamente, convirtiendo así a la problemática indígena en una
problemática nacional que no ha cambiado mucho en estos días.

Agregando podemos darnos cuenta de que se habla de las empresas


trasnacionales, aquellas que dentro de nuestro país crecen y se desarrollan,
beneficiándose con nuestras riquezas, mientras tanto, nosotros trabajamos
para que ello se haga posible. Dependemos de los entes exteriores cuando
debió haber acabado hace años, estamos retrocediendo el tiempo y
quedándonos en el conformismo.

Por último, no olvidemos mencionar a “El sexto” (1961), que narra la


experiencia carcelaria de José María Arguedas; apresado en 1937 por
participar de una protesta estudiantil ante la visita del general Camarotta,
durante la dictadura de Oscar R. Benavides. Esta obra se centra en Lima, un
mundo más urbano. Una vez más vemos al Perú imperado por un sistema
racista, excluyente e injusto, pero también como algunos presos tienen el ideal
de mejorar el país.

Las descripciones del lugar nos transportan a un ambiente lúgubre y fétido.


Desde el inicio se ve lo vil que puede ser el hombre, Puñalada, es quien
interpreta a un ser despiadado, prostituyendo a los más “débiles”,
humillándolos y golpeándolos. Las muertes y suicidios nos hacen ver que ya
dolor no sentía, pues preferían dejar de vivir en un ambiente que se convertía
en un infierno para ellos, pero no de la mejor forma. La presencia de los
guardias y autoridades es invisible, permitiendo todo tipo de maldades dentro,
algo que se asemeja a la actualidad.

Aun así, los dos partidos que existen en la prisión, tanto los apristas y
comunistas, aunque vayan por diferentes caminos, buscan la mejora del país,
sin violencia y sin maltratos.

En muchas ocasiones veremos que algunos personajes se refugian en los


recuerdos de su pueblo, como Gabriel, cuando recibe insultos y el desprecio de
los que lo acusaban de responsable de la muerte de un pobre hombre: “Yo
volví a ver en esos instantes, en la memoria, la marcha de los cóndores
cautivos por las calles de mi aldea nativa. Una orquesta de pitos y tambores
marcaba el compás.” (pág. 51, “El SEXTO”). Es este su consuelo,
trasladándose por al menos un momento a su lugar feliz.

El país sigue siendo preso de la indiferencia y las injusticias sociales o ¿Por


qué el inocente paga lo que el depravado merece?, ¿Por qué seguimos viendo
que una clase social importa más que el corazón y alma de un hombre? ¿Por
qué existe humillaciones del peruano hacia sus propias raíces? Decimos amar
al país cuando carecemos de valores, carecemos del respeto hacia nuestro
país. Aún no logro entender por qué el Perú, siendo multiétnico, multicultural y
plurilingüe, no logra salir de esa oscuridad.

Es fácil hablar sobre lo malo de nuestro país, pero difícil atrevernos a evitar que
se empeore más o hacer algo para mejorar. No somos capaces de actuar
cuando vemos un acto de racismo o discriminación, nos gana el egocentrismo
y la justicia pierde. Recordemos que nosotros elegimos a gente avariciosa e
insensible que termina ofendiendo a nuestra patria.

¿Desde cuándo la raza determina si serás considerado dentro de un grupo


social? Olvidamos nuestros orígenes y nos repugna nuestra variedad, y ¿Qué
hacemos?, excluimos de todo al que lo consideramos diferente. Nuestro
corazón no nos dice nada, nacen miradas que expresan desprecio, cuando son
ellos que son pobres y desdichados.

Se oye y ve cada día noticias de gente a la que le arrebataron la vida solo por
dinero, dejando familias desoladas, familias sin consuelo alguno, mientras los
otros planean otro acecho. La delincuencia se apropia de nuestro país, la
certeza ya no importa, basta con beneficiarse un poco y nos haremos ciegos de
ese penoso acto.

Hasta los pequeños sufren, estos seres inocentes son privados de su libertad, y
deben enfrentar una pesadilla que les causo un verdadero monstruo. Tal es
como el caso de Libio Tasaico, personaje de “El Sexto”, que encarcelado por
una injusticia, pasa por lo peor de su vida, siendo abusado múltiples veces a
una edad temprana.

Así como estamos en una prisión, podemos salir de ella, romper las cadenas,
solo nos hace falta ser conscientes, dejar de ser ignorantes, avaros,
insensibles, injustos e indiferentes, pues el conformismo es lo que nos
encadena. Unirnos para mejorar nuestro país es la mejor opción, reconociendo
y revalorizando lo más lindo de nuestro Perú, su variedad de sangres.

En síntesis, aunque nuestro país se vea afectado y entre la oscuridad, y nos


veamos gobernados por todo lo perverso del ser despiadado, no debemos
bajar la voz si no nos sentimos escuchados, al contrario, continuemos siendo la
voz de los que ahora no pueden hacer justicia. Solo los que sentimos y
amamos a nuestra patria, queremos un cambio; la erradicación del racismo, la
discriminación y las injusticias sociales, en los dos mundos diferentes, tal vez
no lo haremos en un día, pero avanzaremos cada día más para que nuestro
hogar ya no sea una cruel realidad. Este es el camino para que se puedan ver
con claridad los colores de nuestras costumbres, tradiciones, nuestra cultura,
nuestro país en su máximo esplendor.

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