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MALASIA

Desde su independencia, Malacia ha tenido ocho primeros ministros entre 1957 y 2020, el primer
ministro era el líder del partido Organización Nacional de los Malayos Unidos (UMNO) y de la
coalicion Barisan Nacional. Desde el 24 de noviembre de 2022 Anwar Ibrahim encabeza el octavo
gobierno del país después de la renuncia de Ismail Sabri Yaakob.
Malasia, un país de renta mediana, se transformó desde los años setenta de un simple productor
de materias primas en una economía multi sectorial emergente. Después de llegar al poder, el
primer ministro Abdullah Ahmad Badawi intentó llevar la economía más allá de las cadenas
productivas que agregaban valor a los productos primarios, atrayendo inversiones en sectores de
alta tecnología, tecnología médica y producción de fármacos.
Malasia es una monarquía constitucional. El rey, con un rol meramente representativo, es elegido
en un sistema rotativo por 9 de los 13 sultanes que lideran los estados federales. Este
procedimiento electoral del jefe de Estado es único en el mundo. El parlamento se compone de dos
cámaras, el Senado y la Casa de Representantes.
La sociedad multicultural de Malasia la convierte en una de las sociedades más tolerantes y
comprensivas del mundo. Esto resulta más evidente en los principales centros urbanos, como Kuala
Lumpur, que atraen a todo tipo de personas y constituyen un crisol de sus respectivas culturas.
Debido al respeto que tienen los malayos hacia sus diferencias, su habilidad para aceptar la cultura
ajena, ver los valores comunes y celebrar la diversidad, Malasia se ha convertido en el curso de
tan solo medio siglo en una nación pacífica, segura, estable y fiable con una sociedad polifacética
y una población unida que ilustra cómo puede funcionar con éxito el multiculturalismo.
Las autoridades utilizaron leyes represivas para restringir la libertad de expresión. Se impidió la
celebración de protestas pacíficas y se procesó a quienes las organizaron. Continuó el trato punitivo
a las personas refugiadas y solicitantes de asilo y a la mano de obra migrante, incluida su detención
indefinida y su devolución a países donde corrían peligro de sufrir violaciones graves de derechos
humanos. Se registraron nuevas muertes bajo custodia, algunas en centros de detención para
inmigrantes, sin que nadie rindiera cuentas por ellas. La población LGBTI continuó sufriendo
persecución.
El primer paso para garantizar el cumplimiento de estos derechos es su difusión; por eso, es crucial
que la gente esté informada para poder denunciar cualquier violación de los mismos. En principio,
cualquier persona es capaz de proteger y promover uno o varios derechos humanos y considerarse
un defensor. Para hacerlo de forma proactiva, se pueden realizar diversas actividades, entre las
que destacan:
Colaborar con organizaciones pro derechos humanos
Registrar y reportar violaciones
Organizar acciones creativas
Apoyar a las víctimas
Formarse en la defensoría de los derechos humanos
Proteger estos derechos es preocuparse por la dignidad de las personas y mostrar que no se está
dispuesto a tolerar la injusticia. Además, implica un compromiso de transformación social y
solidaridad.

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