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Los 9 exámenes básicos de la sangre

que necesitas realizarte cada año

El verdadero propósito de los análisis de la sangre debe ser la obtención de un


panorama general del estado fisiológico de la persona, con el fin de ayudar en la
detección de alguna patología.

En base a alguna alteración o anomalía que se pudiera detectar, el médico debería


profundizar sobre las sospechas diagnósticas que éstos indiquen, como parte de un plan
integral de prevención y cuidado, que incluya una adecuada anamnesis, exploración
física y recomendaciones sobre los hábitos relacionados con la salud de la persona,
evitando la simple dupla medicación/control.

Exámenes de sangre básicos a considerar en un


chequeo
1.- Biometría hemática, hemograma o recuento
sanguíneo completo
El hemograma completo entrega información sobre los elementos presentes en la
sangre, como son los glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas, en forma
cuantitativa y cualitativa. Además indica los valores de hemoglobina presente, una
medida clave para evaluar- junto con los valores llamados constantes hematológicas- la
presencia de anemia.
La biometría hemática es una de las pruebas indicadas con mayor frecuencia, pues
brinda información de una amplia gama de patologías, desde infecciones- virales,
bacterianas, parasitarias- o inflamaciones, así como problemas de alergia; alteraciones
nutricionales. Incluso puede ser indicativa de patologías como insuficiencia renal o
neoplasias de diverso tipo o ubicación, como las leucemias, etc.
2.- Panel tiroideo completo
La mayoría de los médicos suelen indicar la medición de 1 ó 2 marcadores tiroideos,
que por lo general son TSH y / o T4 total, pero éstos dan una idea parcializada de
cómo está funcionando la tiroides.

Existen análisis ampliados que entregan un panorama global de la tiroides, como T4


libre, T3 total, T3 libre y los anticuerpos anti-tiroperoxidasas (anti TPO) y anti-
tiroglobulina, que son claves para identificar alguna alteración autoinmune en los
pacientes, que los puede llevar a desarrollar enfermedades que desemboquen en
hipotiroidismo, como por ejemplo, la tiroiditis de Hashimoto, de elevada prevalencia
entre la población general.

Sin embargo, hay que señalar que aproximadamente un 15% de la población general
sana y de las mujeres gestantes- sin evidencia de enfermedad tiroidea- puede tener
anticuerpos anti-TPO positivos, sin que eso tenga significado clínico inmediato.

3.- Panel metabólico integral o perfil bioquímico


completo
Como sugiere el título, un panel metabólico completo es un conjunto de análisis de
sangre, que incluye varios tipos de mediciones distintas, si bien estos biomarcadores
pueden variar entre países, ciudades, laboratorios y facultativos solicitantes, pero en
general incluye: glucosa, calcio, proteínas totales, albúmina, electrolitos como sodio,
potasio, cloruro; enzimas como AST (GOT), ALT (GPT), ALP, LDH; bilirrubina,
BUN o nitrógeno ureico (urea) y creatinina.

Este panel permite saber el estado de los riñones, hígado, huesos, etc. También
informará sobre alteraciones en los niveles de glucosa y de proteínas en sangre, que se
relacionan con variables como estado nutricional y variadas enfermedades.

4.- Perfil o panel lipídico


El perfil lipídico mide los niveles de colesterol y triglicéridos circulantes en sangre e
incluyen: los niveles de colesterol total, así como del HDL o lipoproteína de alta
densidad– comúnmente llamado “colesterol bueno”, ya que su función es transportar
el colesterol desde la circulación sanguínea al hígado, evitando que se acumule en las
arterias- el LDL (lipoproteína de baja densidad)- llamado “colesterol malo”, pues se
acumula en el torrente sanguíneo y puede obstruir vasos sanguíneos, incrementando el
riesgo de padecer enfermedades cardíacas y el VLDL (lipoproteína de muy baja
densidad), además de triglicéridos, que son las moléculas de “grasa” que provienen de
los alimentos.

El médico utiliza esta información para evaluar el riesgo de una dislipidemia, junto con
otros signos y síntomas, valorar el riesgo cardiovascular del paciente para instituir un
régimen adecuado de prevención y tratamiento.

5.- Ácido úrico


El ácido úrico es un análisis de gran importancia, puesto que sus niveles elevados se
asocian con gota y cálculos renales, además de aumentar el riesgo de enfermedad
cardíaca, diabetes y cáncer.

Pero este producto de degradación de las purinas (moléculas que forman parte del
ADN), también tiene la función de ser un antioxidante natural, que forma parte de hasta
el 60% de la capacidad antioxidante de la sangre. Además, los estudios muestran que
puede proteger el cerebro de enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson. Es por
eso que desea mantener el ácido úrico en un rango óptimo estrecho.

6.- Vitamina D (25-hidroxi vitamina D)


Quizás no muchos sepan que la deficiencia de vitamina D es una de las carencias
nutricionales más comunes en el mundo, y es especialmente común en aquellos
países con escasa radiación solar o largos inviernos, además de personas que tienen
trabajos o realizan actividades que implican una reducida exposición solar. Además, la
vitamina D puede agotarse en casos de alimentación deficitaria o problema de salud
crónicos.

Su presencia y niveles adecuados son claves en el metabolismo del calcio, balance del
fósforo, salud cardíaca y muscular, inmunidad, entre otros.

Es especialmente delicado su balance en el sexo femenino, que mayormente se asocia a


elevada prevalencia de osteoporosis y fracturas patológicas relacionadas con esta
patología.
Síntomas como fatiga, dolor lumbar, mialgias, problemas digestivos, obesidad o
sobrepeso, cambios de humor e inmunidad debilitada, que si bien son síntomas muy
inespecíficos, pueden ser indicativos de niveles bajos de esta vitamina.

Puede obtenerse vitamina D a partir de la exposición al sol, pues la radiación


ultravioleta que transforma moléculas precursoras presentes en la piel. Además se
pueden ingerir suplementos, pero con control médico, ya que el exceso de vitamina D
tiene un efecto tóxico.

7.- Hierro / Ferritina


La carencia de hierro constituye una de las deficiencias nutricionales comunes y la
principal causa de anemia. Según la OMS y los CDC, la hipoferremia afecta hasta 60
a 80% de la población mundial. Por otro lado, existen enfermedades crónicas que
cursan con alteraciones del metabolismo del hierro y generar sobrecarga de este
elemento, como la hemocromatosis.

Por eso, es recomendable medir los niveles de hierro y/o ferritina, que es la proteína
encargada de almacenar el hierro en las células.

8.-Vitamina B12 y magnesio


La vitamina B12 o cobalamina y el magnesio son fundamentales para una función
corporal óptima, pero por lo general no se controlan en una visita de atención primaria
rutinaria.
Una función normal del sistema digestivo necesaria para absorber la vitamina B 12 está
comúnmente deteriorada en sujetos mayores de 60 años de edad, poniéndolos en riesgo
de una deficiencia de vitamina B12.

La hipovitaminosis de B12 es común en la inflamación crónica del estomago, que


puede contribuir a la aparición de anemias.

Tanto la vitamina B12 como el folato (ácido fólico o vitamina B9) son importantes para
el metabolismo de la homocisteína, que en niveles elevados se asocia con riesgo de
padecer enfermedades cardiovasculares (ECV).
9.- Antígeno prostático específico (PSA) total
En el caso del sexo masculino, el Antígeno Prostático Específico, es una enzima
producida por las células de la próstata. Las elevaciones en su concentración puede
indicar alguna alteración en la próstata, tanto benigna como prostatitis, hipertrofia
benigna de próstata o malignas, como el cáncer de próstata.
Como norma general, se recomienda realizar este análisis en hombres a partir de los
50 años, y en aquellos que tengan a su padre o hermano (s) diagnosticados de
cáncer de próstata, a partir de los 45 años.

¿Después de los análisis qué hacer?


Después de tener los resultados de laboratorio, se debe concurrir con ellos al médico,
para que los evalúe en relación de las condiciones individuales de cada paciente, ya que
su utilidad no solo radica en su apoyo diagnóstico, sino que sirve para el seguimiento de
patologías y terapias, en función de la edad y el estado fisiológico del individuo.

Estos resultados son evaluados en conjunto a los hallazgos exploratorios y entrevista


realizada, además de otros exámenes realizados, ya sea de orina o de imágenes, que
haya indicado el facultativo, además del contexto en que se haya realizado la consulta,
si es por mero chequeo o ante la sospecha de alguna patología particular, cuyo control
puede hacer una notable diferencia en la salud y longevidad de los pacientes que se
chequean con cierta periodicidad.

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