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Capítulo 6
Dios es omnipresente

“¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? 8 Si subiere a los cielos, allí
estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. 9 Si tomare las alas del alba Y
habitare en el extremo del mar, 10 Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra” (Salmos
139:7-10).

"Dios está perpetuamente en acción en la naturaleza. Ella es su sierva; la dirige como él


quiere. La naturaleza testifica en su obra la presencia inteligente y la acción activa de un Ser
que se mueve en todas sus obras de acuerdo con su voluntad. No es por un poder original
inherente en la naturaleza por lo que año tras año la tierra produce abundantemente y el
mundo continúa su marcha perenne alrededor del sol. La mano del poder infinito está
perpetuamente en acción guiando este planeta. El poder de Dios, que se ejerce momento tras
momento, es el que lo mantiene en su rotación. El Dios del cielo está constantemente en acción.
Su poder es el que hace que prospere la vegetación, que aparezca cada hoja y abra cada flor. No
es por el resultado de un mecanismo, que una vez puesto en acción continúa su obra, por lo que
late el pulso y un aliento sigue al otro. En Dios vivimos y nos movemos y somos. Cada aliento, cada
latido del corazón es la continua evidencia del poder de un Dios omnipresente” (Elena G. de White
- Comentario bíblico adventista, tomo 6 1062).

“La Biblia nos muestra a Dios en un lugar alto y santo, no en un estado de inactividad, ni en
silencio y soledad, sino rodeado por diez mil veces diez millares y millares de millares de seres
santos, todos dispuestos a hacer su voluntad. Por conductos que no podemos discernir está en
activa comunicación con cada parte de su dominio.
Pero es en el grano de arena de este mundo, en las almas por cuya salvación dio a su Hijo
unigénito, donde su interés y el interés de todo el cielo se concentran. Dios se inclina desde su
trono para oír el clamor de los oprimidos. A toda oración sincera, él contesta: “Aquí estoy.”
Levanta al angustiado y pisoteado. En todas nuestras aflicciones, él es afligido. En cada tentación y
prueba, el ángel de su presencia está cerca de nosotros para librarnos” (Elena G. de White - DTG
323).

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