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Capítulo 2
El poder restrictivo del Espíritu Santo

“Está muy cerca el momento en que habrá en el mundo una tristeza que ningún bálsamo humano
podrá disipar. Se está retirando el Espíritu de Dios. Se siguen unos a otros en rápida sucesión los
desastres por mar y tierra. ¡Con cuánta frecuencia oímos hablar de terremotos y ciclones, así como
de la destrucción producida por incendios e inundaciones, con gran pérdida de vidas y
propiedades! Aparentemente estas calamidades son estallidos caprichosos de las fuerzas
desorganizadas y desordenadas de la naturaleza, completamente fuera del dominio humano; pero
en todas ellas puede leerse el propósito de Dios. Se cuentan entre los instrumentos por medio de
los cuales él procura despertar en hombres y mujeres un sentido del peligro que corren” (Elena G.
de White - Profetas y reyes 207).

“Los corazones que responden a la influencia del Espíritu Santo, son los conductos por medio de
los cuales fluye la bendición de Dios. Si los que sirven a Dios fuesen quitados de la tierra, y su
Espíritu se retirase de entre los hombres, este mundo quedaría en desolación y destrucción, como
fruto del dominio de Satanás. Aunque los impíos no lo saben, deben aun las bendiciones de esta
vida a la presencia, en el mundo, del pueblo de Dios, al cual desprecian y oprimen. Si los cristianos
lo son de nombre solamente, son como la sal que ha perdido su sabor. No tienen influencia para el
bien en el mundo, y por su falsa representación de Dios son peores que los incrédulos del mundo”
(Elena G. de White - DTG 272).

“Pero cuando el hombre traspasa los límites de la paciencia divina, ya no cuenta con aquella
protección que le libraba del mal. Dios no asume nunca para con el pecador la actitud de un
verdugo que ejecuta la sentencia contra la transgresión; sino que abandona a su propia suerte
a los que rechazan su misericordia, para que recojan los frutos de lo que sembraron sus
propias manos. Todo rayo de luz que se desprecia, toda admonición que se desoye y
rechaza, toda pasión malsana que se abriga, toda transgresión de la ley de Dios, son semillas
que darán infaliblemente su cosecha: Cuando se le resiste tenazmente, el Espíritu de Dios
concluye por apartarse del pecador, y éste queda sin fuerza para dominar las malas pasiones
de su alma y sin protección alguna contra la malicia y perfidia de Satanás" (Elena G. de White -
El Conflicto de los Siglos, págs. 39, 40).

“La angustia de la separación del favor de su Padre fue lo que hizo que los sufrimientos de Cristo
fueran tan agudos. Cuando la agonía del alma descendió sobre él, “era su sudor como grandes
gotas de sangre que caían hasta la tierra”. Lucas 22:44. Su terrible angustia, producida por el
pensamiento de que en su hora de necesidad Dios lo había abandonado, preanuncia la angustia
que va a sentir el pecador cuando se dé cuenta, demasiado tarde, de que el Espíritu de Dios se ha
apartado de él” (Elena G. de White - Manuscrito 134, 1905 / 2MCP 111.3).

“Pero mientras Jesús siga intercediendo por el hombre en el santuario celestial, los gobernantes y
el pueblo seguirán sintiendo la influencia refrenadora del Espíritu Santo, la cual seguirá también
dominando hasta cierto punto las leyes del país. Si no fuera por estas leyes, el estado del mundo
sería mucho peor de lo que es. Mientras que muchos de nuestros legisladores son agentes activos
de Satanás, Dios tiene también los suyos entre los caudillos de la nación. El enemigo impele a sus
servidores a que propongan medidas encaminadas a poner grandes obstáculos a la obra de Dios;
pero los estadistas que temen a Dios están bajo la influencia de santos ángeles para oponerse a
tales proyectos con argumentos irrefutables. Es así como unos cuantos hombres contienen una
poderosa corriente del mal. La oposición de los enemigos de la verdad será coartada para que el
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mensaje del tercer ángel pueda hacer su obra. Cuando la amonestación final sea dada, cautivará la
atención de aquellos caudillos por medio de los cuales el Señor está obrando en la actualidad, y
algunos de ellos la aceptarán y estarán con el pueblo de Dios durante el tiempo de angustia”
(Elena G. de White - CS 668-669).

“Cuando él abandone el santuario, las tinieblas envolverán a los habitantes de la tierra. Durante
ese tiempo terrible, los justos deben vivir sin intercesor, a la vista del santo Dios. Nada refrena ya a
los malos y Satanás domina por completo a los impenitentes empedernidos. La paciencia de Dios
ha concluido. El mundo ha rechazado su misericordia, despreciado su amor y pisoteado su ley. Los
impíos han dejado concluir su tiempo de gracia; el Espíritu de Dios, al que se opusieran
obstinadamente, acabó por apartarse de ellos. Desamparados ya de la gracia divina, están a
merced de Satanás, el cual sumirá entonces a los habitantes de la tierra en una gran tribulación
final. Como los ángeles de Dios dejen ya de contener los vientos violentos de las pasiones
humanas, todos los elementos de contención se desencadenarán. El mundo entero será envuelto
en una ruina más espantosa que la que cayó antiguamente sobre Jerusalén” (Elena G. de White -
CS 671-672).

“Cuando la presencia de Dios se retiró de la nación judía, tanto los sacerdotes como el pueblo lo
ignoraron. Aunque bajo el dominio de Satanás y arrastrados por las pasiones más horribles y
malignas, creían ser todavía el pueblo escogido de Dios. Los servicios del templo seguían su curso;
se ofrecían sacrificios en los altares profanados, y cada día se invocaba la bendición divina sobre
un pueblo culpable de la sangre del Hijo amado de Dios y que trataba de matar a sus ministros y
apóstoles. Así también, cuando la decisión irrevocable del santuario haya sido pronunciada y el
destino del mundo haya sido determinado para siempre, los habitantes de la tierra no lo sabrán.
Las formas de la religión seguirán en vigor entre las muchedumbres de en medio de las cuales el
Espíritu de Dios se habrá retirado finalmente; y el celo satánico con el cual el príncipe del mal ha
de inspirarlas para que cumplan sus crueles designios, se asemejará al celo por Dios” (Elena G. de
White - CS 672-673).

“Se me mostró que los juicios de Dios no vendrían sobre ellos directamente del Señor, sino de
otra manera: Ellos se colocan más allá de su protección. Él advierte, corrige, reprueba y señala
el único camino seguro; luego, si aquellos que han sido el objeto de su cuidado especial
siguen su propio curso, independientemente del Espíritu de Dios, tras repetidas
amonestaciones; si eligen su propio camino, entonces él no encarga a sus ángeles que
impidan los decididos ataques de Satanás contra ellos. Es el poder de Satanás lo que está
obrando en el mar y en la tierra, trayendo calamidad y angustia, y barriendo multitudes para
asegurarse de su presa. Y habrá tormentas y tempestades tanto en el mar como en la tierra,
porque Satanás ha descendido con gran ira. Él está obrando. Sabe que su tiempo es breve, y si
no es restringido, veremos manifestaciones de su poder más terribles de lo que jamás hemos
soñado” (Elena G. de White – Manuscript Releases tomo 14. p. 3 / parcialmente en Eventos
de los últimos días, p. 246).

"Los corazones que responden a la influencia del Espíritu Santo, son los conductos por medio de
los cuales fluye la bendición de Dios. Si los que sirven a Dios fuesen quitados de la tierra, y su
Espíritu se retirase de entre los hombres, este mundo quedaría en desolación y destrucción, como
fruto del dominio de Satanás. Aunque los impíos no lo saben, deben aun las bendiciones de esta
vida a la presencia, en el mundo, del pueblo de Dios, al cual desprecian y oprimen" (Elena G. de
White – DTG 272).

"El Espíritu de Dios -insultado, rechazado, abusado-ya se está retirando de la tierra. Tan pronto
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como el Espíritu de Dios se aleje, se llevará a cabo la cruel obra de Satanás en tierra y mar" (Elena
G. de White – Eventos de los últimos días, p. 246).

"El Espíritu refrenador de Dios se está retirando ahora mismo del mundo. Los huracanes, las
tormentas, las tempestades, los incendios y las inundaciones, los desastres por tierra y mar, se
siguen en rápida sucesión. La ciencia procura explicar todo esto. Menudean en derredor nuestro
las señales que nos dicen que se acerca el Hijo de Dios, pero son atribuidas a cualquier causa
menos la verdadera. Los hombres no pueden discernir a los ángeles que como centinelas refrenan
los cuatro vientos para que no soplen hasta que estén sellados los siervos de Dios; pero cuando
Dios ordene a sus ángeles que suelten los vientos, habrá una escena de contienda que ninguna
pluma puede describir" (Elena G. de White - Joyas de los testimonios, tomo 3, pp. 14,15).

"Nada refrena ya a los malos y Satanás domina por completo a los impenitentes empedernidos.
La paciencia de Dios ha concluido. El mundo ha rechazado su misericordia, despreciado su amor
y pisoteado su ley. Los impíos han dejado concluir su tiempo de gracia; el Espíritu de Dios, al que
se opusieran obstinadamente, acabó por apartarse de ellos. Desamparados ya de la gracia divina,
están a merced de Satanás, el cual sumirá entonces a los habitantes de la tierra en una gran
tribulación final. Como los ángeles de Dios dejen ya de contener los vientos violentos de las
pasiones humanas, todos los elementos de contención se desencadenarán. El mundo entero será
envuelto en una ruina más espantosa que la que cayó antiguamente sobre Jerusalén" (Elena G.
de White - El conflicto de los siglos, p. 672).

"Las filas raleadas serán llenadas por aquellos a quienes Cristo representó como viniendo a la
undécima hora. Hay muchos con quienes el Espíritu de Dios está contendiendo. El tiempo de los
juicios destructores de Dios es el tiempo de la misericordia para aquellos que [hasta el
momento] no han tenido oportunidad de aprender qué es la verdad. El Señor los mira con
ternura. Su corazón misericordioso se conmueve, su mano todavía se extiende para salvar,
mientras la puerta se cierra para aquellos que no quisieron entrar … Estandarte tras estandarte
quedaba arrastrando en el polvo, mientras que una compañía tras otra del ejército del Señor se
unía al enemigo, y tribu tras tribu de las filas del enemigo se unía con el pueblo de Dios
observador de los mandamientos" (Elena G. de White - Eventos de los últimos días, p. 186).

"Después que Dios envía luz y evidencia, calculada para convencer a cualquier mente
racional y sin prejuicios, y no se las recibe ni se las toma en cuenta, sino que son tratadas
con desprecio, resistencia y rechazo, el Espíritu Santo se retira, y se abandona a los hombres
a la obstinación que han elegido” (Elena G. de White - The Youth's Instructor, 30 de
noviembre, 1893).

"Pero mientras Jesús siga intercediendo por el hombre en el Santuario celestial, los gobernantes y
el pueblo seguirán sintiendo la influencia refrenadora del Espíritu Santo, la cual seguirá también
dominando hasta cierto punto las leyes del país. Si no fuera por estas leyes, el estado del mundo
sería mucho peor de lo que es. Mientras que muchos de nuestros legisladores son agentes activos
de Satanás, Dios tiene también los suyos entre los caudillos de la nación. El enemigo impele a sus
servidores a que propongan medidas encaminadas a poner grandes obstáculos a la obra de Dios;
pero los estadistas que temen a Dios están bajo la influencia de santos ángeles para oponerse a
tales proyectos con argumentos irrefutables. Es así como unos cuantos hombres contienen una
poderosa corriente del mal. La oposición de los enemigos de la verdad será coartada para que el
mensaje del tercer ángel pueda hacer su obra. Cuando la amonestación final sea dada, cautivará
la atención de aquellos caudillos por medio de los cuales el Señor está obrando en la actualidad, y
algunos de ellos la aceptarán y estarán con el pueblo de Dios durante el tiempo de angustia"
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(Elena G. de White - El conflicto de los siglos, pp. 668, 669).

"Ha de hacerse poco, cuando la maldición del pecado ha crecido a proporciones tales que el
Espíritu de Dios -insultado, rechazado, abusado- ya se está retirando de la tierra. Tan pronto
como el Espíritu de Dios se aleje, se llevará a cabo la cruel obra de Satanás en tierra y mar. Las
sentencias por el fuego y las inundaciones aumentarán en atrocidad, porque Satanás reclama su
cosecha de almas en la destrucción" (Elena G. de White - The Youth's Instructor, 29 de junio,
1899 / parcialmente en Eventos de los últimos días, p. 246).

"Los impíos han dejado concluir su tiempo de gracia; el Espíritu de Dios, al que se opusieran
obstinadamente, acabó por apartarse de ellos. Desamparados ya de la gracia divina, están a
merced de Satanás" (Elena G. de White - El conflicto de los siglos, p. 672).

"En nuestro mundo hay solo dos bandos: los que son leales a Dios y los que están bajo la bandera
del príncipe de las tinieblas. Satanás y sus ángeles descenderán con poder y señales y falsos
prodigios para engañar a los que moran en la tierra y, de ser posible, a los mismos escogidos. La
crisis está muy cerca de nosotros ... Pronto se peleará la batalla del Armagedón ... Toda forma
de mal se lanza[rá] a una intensa actividad. Malos ángeles unen su poder con hombres impíos, y
como han estado en conflicto constante y son experimentados en las mejores artes de engañar y
de combatir, y como se han fortalecido durante siglos, no se rendirán en el último conflicto sin
una lucha desesperada. Todo el mundo estará de un lado o del otro ... Una trompeta tras otra
resonará, copa tras copa se derramará sobre los habitantes de la tierra ... En un lado está el
Creador del cielo y de la tierra; todos los que están a su lado llevan su sello; son obedientes a sus
mandamientos. Al otro lado está el príncipe de las tinieblas con los que han preferido la
apostasía y la rebelión ... Los ángeles destructores están por emprender la obra de la venganza,
porque el Espíritu de Dios se está retirando gradualmente del mundo. Satanás también está
preparando sus fuerzas del mal, saliendo 'a los reyes de la tierra en todo el mundo' para
reunirlos bajo su bandera y prepararlos para 'la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso'.
Satanás hará enormes esfuerzos para obtener el dominio en el último gran conflicto. Se sacarán
a la luz principios fundamentales, y habrá que tomar decisiones con respecto a ellos. El
escepticismo está prevaleciendo por todas partes la impiedad abunda. La fe de los miembros de
la iglesia será probada en forma individual, como si no hubiera otra persona en el mundo" (Elena
G. de White - Comentario bíblico adventista, tomo 7, pp. 993,994).

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