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pcñt>r d .... .;.>tite). Dt la ENA pnx·clkn u1u<·bos de Jl)S pl)li1ioos l'r.·u)C.:OSCS d.;.•
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C ..-nc.-.il de 1'r:1haj:itlures). 11ini!iato hhlórit.·:uncntc ligad!> al 1".utilk• Ccnnir CN. ~I T.).
nil'!a Fra/l..~s: CPDT: C{}n/Mt'r1J1IP11 Fron~>oli11 fk111t~r1J1lq1111 d11 1'ro1·1JU 1 ,. p/u1t·Afon•lt'.1,., ju<:g.<> in1n1.;lociblc; c)c pnlnbras c111rc: plnt..rorm.:i y
(Coor..-Jci-.K·ió11 Pr.ulCcs:·, Dc1no>cr.ític-ld.:I Tr.lbajl)). :iiuJ ic!ltú Je urisen cri~ (onna 1>lana (p1111e) (N. del T.).
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de s us li tuir e l an:ilis is por el cslognn. Pienso que ni fina l sicn1· que é l con1pQnín 1mm qnc no .'>e pudiera ~cribir 1n :is de mli·
pre se pagan lod<•.S lils s.i1nplilic:1ciones. iodos los si11111lis1nos. sica. Yo escribo para <1ue ya no se pue<la produc.ir - sobre tod<•
o se hnce pagar a los de1n ris por e llos. por parte de oqut."llos que tienen In palnbrn, los ponnvoces-.
ae\:rca dl;!J 1nundQ soci<d. n1ido COfl las ;i.pruiencias. de nulsica.
P. ¡,Los inteleclualcs licnc n. por tanto. un papel que j ugar? Respl."c to n dnr" c.iula pe.rsona los 111C'dios pnrn que pueda
-Si. c\1 idcn1cn1cntc. Porque Ja nuscncia de 1cor(a, de an:i· e laborar s.u J)i'Opia tetórica. como dice Franc is r onge, pnro que
lis is teórico de la reaJid¡uJ, 4uc é l l en ~u ajc de <1para10 c nCu· pucdtl ser s u propio y ve.rdadcro portavoz., ptLrtL httblnr en lu·
bro. c ng.e ndrn 111onstruos. l!I cslui;;u1 y el analcUln condut.-en tt gar de ser hablndo. Cs:i dcbcria ser la a1ubición de todos los
1od!'IS l:is Í(lffill'IS de h~rro1·i s1no. No SO)' 1an ingenuo c(ln10 pa1•;1 por1avoces. que serían s in dud:• <'! lgo co1nJ)le1antl!nte di~c-in10
pensar que la existenc ia de un nnúlis i.s riguroso y tófll plcjo de de lo que son s-i 1uvieran e l proyecto de lr<ibnjnr por su pR>pia
1:1 rc:1lidad .'>ocinl bns te para prQccgcrse <le 1octn!'I lns f(lrn1ss de dCSlll):ttición. P OCICOl C)S soña r, j)Oí una \'C?,...
desviación 1errorls1a o (Oti1li(irrh1. Pero 1c11go Ja seguridt1d de
que la ausencia de c,'>e an:i1isis dcj:1 e l can1po libre. l'or e llo.
contt.i el anli·<:ie11tifisn10 q ue SI! respil'a en In ac1uaJidad y con
el que Jos nuevos idc-Ólogos hon hecho .su agosto. yo delit."ndo
l:t c iencin e. incluso Ja teoría cuando licnc el cíeclo de apon:u·
una 1nej(lr con1prenslón del ntlu1do sociiLI. No se está oblig;1.·
do a e legir cnlrc e l oscuranUsuto y el c.l cntilis1110 . vEntn: dos
1n:tle.s - decía K3tl K rous- 1ue niego ;i ele{? ir el n1enor.»
Percibir que In cicnciil se ha convertido e n un instru111c.nto
de legitin1ac ión del poder, que los nuevos dirigcn1cs gobiernan
en non1brc de la apiLri cn c.~i a de c.-:ie.nc.~ia c:.con61uic:.o -política ll U~
se ndquierc e n sc;f11ces Po' y en las 811sinr>ss·schools, no debe
CO•ldueir n un :uui ~cien1i lis1110 ron1:tn1ioo y regresiv(l. que sie111·
pre co.:xisle . .:n la ideología do1ni11anlc. c.-011 c l l:ulto dcl·-lara·
don la ciencia. Se 1mla n1:is bien de pr(ldueir l:1s condiciones
de un nué\'O cspíritu c..'it.nLílico )' p0tídoo. q ue sea libcratlOf p<>r·
que se hnlle lihc.rado de l!L5 censums.
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Este documento es proporcionado al estudiante con fines educativos, para la crítica y la investigación respetando la reglamentación en materia de derechos de autor.
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El mercado lingüístico*
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Bourdieu, Pierre. (2002). El mercado lingüístico. En Sociología y cultura (pp. 143-158). México: Grijalbo, Conaculta.
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Este documento es proporcionado al estudiante con fines educativos, para la crítica y la investigación respetando la reglamentación en materia de derechos de autor.
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de la!> condiciones sociales y porque no es simple producción de la noción de aceptabilidad que han vuelto a introducir los
discurso sino producción de un discurso que se ajusta a una chomskianos sigue siendo insuficiente, porque reduce la
"situación", o más bien a un mercado o un campo. La no- aceptabilidad a la gramaticalidad. De hecho, la aceptabilidad
ción de situación se comenzó a invocar hace ya mucho (pien- definida sociológicamente no sólo consiste en hablar una lengua
so, por ejemplo, en Prieto, quien en los Principios de con corrección; en ciertos casos como, por ejemplo, cuando hay
1100/ogía insistía en el hecho de que hay una cantidad de com- que dar la impresión de estar más bien relajado, un francés de-
ponamientos lingüísticos que no se pueden comprender con masiado perfecto puede resultar inaceptable. Según su definición
independencia de una referencia implícita a la situación: completa, la aceptabilidad supone la conformidad de las pa-
cuando digo yo, hay que saber que soy yo el que lo digo, si labras, no sólo a las reglas inmanentes a la lengua, sino también
no, podría ser otro; también se puede pensar en la!> confu- a las reglas, que se dominan intuitivamente, inmanentes a una
siones entre yo y tú que utilizan los chistes, por ejemplo, como "situación", o más bien a un determinado mercado lingüís-
una corrección a todas las teorías que sólo hacían hincapié en tico. ¿Qué es este mercado lingülstico? Daré de él una primera
Ja competencia olvidando las condiciones de funcionamiento definición provisional que habré de complicar más adelan-
de la competencia. La situación fue utilizada, en particular, te. Hay un mercado lingüístico cade vez que alguien produ
para poner en tela de juicio los supuestos implícitos del mode ce un discurso dirigido a receptores capaces de evaluarlo,
lo saussuriano, en el cual el habla (como en Chomsky Ja per- apreciarlo y darle un precio. El sólo conocer la competencia
formance) se reduce a un acto de ejecución, en el sentido que lingüística no nos permite prever cuál será el valor de una
tiene la palabra en la ejecución de una obra musical, y tam- actuación lingüística en el mercado. El precio que reciban
bién en la ejecución de una orden. La noción de situación nos los productos de una competencia determinada en un merca-
recuerda que existe una lógica específica de la ejecución, que lo do determinado depende de las leyes de formación de precios
que ocurre en el nivel de la ejecución no se puede deducir del propias de ese mercado. Por ejemplo, en el mercado escolar,
simple conocimiento de la competencia. A partir de esto, me el pretérito del subjuntivo tenía un gran valor en Ja época de
vi inducido a preguntarme si al conservar esta noción de situa- mis profesores, quienes relacionaban su identidad profesional
ción, que era aún muy abstracta, no se estaba haciendo lo que con el hecho de emplearlo -al menos en la tercera persona
Sartre criticaba de la teoria de las tendencias: reproducir lo del singular-, Jo cual, hoy en día, provocaría sonrisas burlo-
concreto cruzando dos abstracciones, es decir, en este caso, la nas y no sería ya posible ante un público de estudiantes, a me-
situación y la competencia. nos de realizar un signo metalingüístico que marcara que uno
Los sofistas invocaban una noción que me parece muy im- lo hace, pero que podría no hacerlo. De la misma manera, la
portante, la de kairos. Como profesores del habla, sabían que tendencia a la hipocorrección controlada de los intelectuales
no bastaba con ensei\ar a hablar a la gente, sino que además de hoy se explica por el temor de hacer algo demasiado bien,
había que ensei\arles a hablar con oponunidad. Dicho en Y. al igual que el rechazo a la corbata, es una de las formas
otros términos, el arte de hablar, de hablar bien, de hacer figuras controladas del no-control vinculadas con ciertos efectos de
de lenguaje o de pensamiento, de manipular el lenguaje, de do- mercado. El mercado lingüístico es algo muy concreto y a la
minarlo, no vale nada sin el arte de utilizar oportunamente este vez muy abstracto. Concretamente, es una situación social de-
arte. Originalmente, el kairos es el centro del blanco. Cuando al- ~erminada, más o menos oficial y ritualizada, un conjunto de
guien habla con oportunidad, da en el blanco. Para dar en el interlocutores que se sitúan en un nivel más o menos elevado
blanco para que las palabras sean atinadas, para que sean redi- de la jerarquía social; todas éstas son propiedades que se perci-
tuables, para que produzcan el efecto deseado, hay que decir no ben Y juz.gan de manera infraconsciente y que orientan incons-
sólo Las palabras que son gramaticalmente correctas, sino las que cientemente la producción lingüística. Si se define en términos
son socialmente aceptables. abstractos, es un tipo determinado de leyes (variables) de forma-
En mi articulo de Langue fran~aise, traté de mostrar cómo ción de los precios de las producciones lingilisticas. Recordar que
Bourdieu, Pierre. (2002). El mercado lingüístico. En Sociología y cultura (pp. 143-158). México: Grijalbo, Conaculta.
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EL MERCADO UNGOtsnco
cxi'>ten leyes para la formación de los precios, equivale a recor- rosos países antiguamente ~ol?nizados por . Francia ti~ncn
dar que el valor de una competencia determinada depende del siempre una dimensión econom1ca, en el sentido en que yo la
mercado determinado en el cual se ejerce, o, para ser más entiendo es decir que a través de la defensa de un mercado
exactos, del estado en el que se encuentran las relaciones en para sus ~ropios productos lingüísticos, los pos.eedores de una
las cuales se define el valor atribuido al producto lingüístico competencia determinada defienden su pr?p10 .valor com.o
de diferentes produclores. productores lingüísticos. Ante las luchas n~c~o~alistas, el an~
Esto conduce a sustituir la noción de competencia por la de lisis fluctúa entre el economicismo y el m1st1c1smo .. La .~e~~1a
capital lingüístico. Hablar de capital lingüístico significa que que propongo permite comprender que las luc~as hngu1st1cas
hay ganancias lingüísticas: en cuanto alguien que ha nacido pueden no tener bases económicas eviden~es, o ~olo muy retra·
en el séptimo distrito -es el caso de la mayoría de los que go- ducidas y a pesar de ello pueden poner en Juego ~ntereses que n.o
biernan Francia actualmente- abre Ja boca, recibe una ga- son me~os vitales, y a veces lo son más, que los mtereses econo·
nancia linguística, que no es para nada ficticia ni ilusoria co- micos (en el sentido restringido).
mo podría sugerirlo esa especie de economicismo que nos ha As· el volver a introducir la noción de mercado es recordar
impuesto un marxismo primario. La naturaleza misma de su el si~ple hecho de que una competencia sólo tendrá valor
lenguaje (que se puede analizar fonéticamente, y desde otros mientras tenga un mercado. De esta forma, la gente que
aspectos) indica que está autorizado para hablar, a tal punto quiere defender hoy en día su valor como poseedo~a de ~n ca-
que poco importa lo que diga. Puede ser que no se satisfaga pital de latinista se ve obligada a ~efender la ex1sten~1a del
aquello que los lingüistas plantean como la función primor- mercado del latín, es decir, en pai:i1cular ~ la reproducción. de
dial del lenguaje, es decir, la de la comunicación, sin que por los consumidores de latin por medio del sistema ~s~olar. Cier-
ello deje de satisfacerse su función real, social; las situaciones to tipo de conservadurismo, que llega a ser patolog1c?, del sis-
de relaciones de fuerza lingüísticas son situaciones en las que tema escolar sólo se comprende basándose en esa simple ley
se habla sin comunicar, y el caso extremo es la misa. Por ello que dice que una competencia sin mercado pierde t~do s.u ~a
me he interesado por la liturgia. Son los casos en los que el lo- lor, o, para ser más exactos, deja de ser u~ capital hn~u1suco
cutor autorizado tiene tanta auloridad, o ciene tan claramente para convertirse en una simple competencia en el senudo que
de su lado a las instituciones, las leyes del mercado y todo el le dan los lingüistas. .
espacio social, que puede hablar sin decir nada, sólo hablar. Así, un capital sólo se define. func1o~a como tal > propor-
El capital lingüístico es el poder sobre los mecanismos de for- ciona ganancias en un mercado determinado. Ahora es nece-
mación de los precios lingüísticos, el poder para hacer que fun- sario precisar u'n
poco es.ta. noción de mer~ado y tratar d~
cionen en su propio provecho las leyes de formación de los pre- describir las relaciones obJeuvas que le confieren .su ~s~ructu
cios y así recoger la plusvalía específica. Cualquier acto de inter- ra. ¿Qué es el mercado? Existen productores md1v1duales
acción, cualquier comunicación lingüística -incluso entre dos (representación marginalis~a.d~I mercado) que ofrecen su. pr~
personas, entre dos amigos o entre un chico y su novia-, todas ducto y luego se ejerce el JUICIO de unos y otros y de alh sa e
las interacciones lingilisticas son tipos de rnicromercados que es- un precio de mercado. Esta teoría liberal del mercado es tan
tán siempre dominados por las estructuras globales. falsa para el mercado lingüístico como para el merc~do. de
Como lo muestran muy claramente las luchas nacionales bienes económicos. Al igual que en el mercado ~co_nom1co,
donde la lengua es algo importante en juego (como en Que- donde hay monopolios, relaciones de fuerza ob1euvas que
bec, por ejemplo), existe una relación de dependencia muy rovocan que los productores y sus productos no s~an_ ~o~os
clara entre los mecanismos de dominación politica y los meca- fguales desde un principio, también en el ~erca.d~ lm~~1s~1c?
nismos de formación de los precios lingüísticos característicos hay relaciones de fuerza. Así, el mercado lmgu1st1co tiene k-
de una situación social determinada. Por ejemplo, las luchas yes de determinación de los precios que hacen que todos los
entre francófonos y hablantes del árabe que ocurren en nume- productores de productos lingüísticos, de hablas, no sean
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148 SOCIOLOGÍA Y CULTURA EL MERCADO LINGÜÍSTICO
iguales. Las relaciones de fuerza, que dominan el mercado y olvida que estas relaciones de interacción no son como. un im-
provocan que ciertos productores y productos tengan un pri- perio dentro de un imperio; es peligrosa cuando se olvida que
'<ilegio de entrada, suponen que el mercado lingüístico está re- lo que ocurre entre dos personas, entre una patrona y su
lativamente unificado. Véase el documento proveniente de un criada, entre dos colegas, o entre un colega francófono Yot~o
periódico bearnés que publiqué en un artículo intitulado: germanófono, que estas relacio?~s ent_re .dos personas escan
"L'illusion du communisme linguistique"; en él encontrarán siempre dominadas por la relac1on obJellva que ex1sle entre
en unas cuantas frases la descripción de un sistema de rela- las lenguas correspondiente s, es decir, entre los grupos que las
ciones lingüísticas de fuerza. Respecto de un alcalde de Pau hablan. Cuando un suiLo de la zona germana habla con un
quien durante una ceremonia en honor de un poeta de la re- suizo francófono, se están hablando la Suiza alema~a Y la
gión se dirigió al público en su lengua, el periódico escribió: Suiza francófona. Pero volvamos a nuestra pequeña anL-cdota.
"fala atención emocionó a los asistentes." 1 os asistentes El alcalde bearnés sólo puede producir ~te efecto de condes~en
eran personas cuya primera lengua es el bearnés, y se sintieron dencia porque tiene estudios universitarios de alto grado .. S1 !1º
"emocionadas" por el hecho de que un alcalde bearnés les los tuviera su bearnés seria el de un campesino, y no tendna mn-
hablara en su lengua. Se sienten emocionadas por esta defe- gún valor;' los campesinos, a quienes por cierto no se dirige este
rencia, que es una forma de condescendenci a. Para que haya "bearnés de calidad" (no suelen frecuentar las reuniones ofi-
condescendenci a, tiene que existir una diferencia objetiva: la ciales) no tienen más deseo que el de hablar francés Se res-
condescendenci a es la utilización demagógica de una relación taura este bearnés de calidad justo cuando los campesmm. tien-
de fuerza objetiva, ya que el que condesciende utiliza la den cada vc1 más a dejarlo por el francés. Habría que pregun-
jerarquía para negarla; en el momento mismo en que la niega, tarse a quién le interesa restaurar el bearné5_~uando los ~amp1.:
la está explotando (igual que aquel del que se dice que es sinos "e sienten obligados a hablarles a sus htJO'> en france~ para
"sencillo"). Estos son casos en los que una relación de inter- que tengan éxito en la escuela.
acción dentro de un pequei\o grupo deja traslucir brusca- Un campesino bearnés que explica que no habria soi\ado en
mente relaciones de fuerza trascendentales . Lo que ocurre ser alcalde de su pueblo a pesar de que hubiese obtenido la
entre un alcalde bearnés y los bearneses no se puede reducir a mayoría de votos diciendo que "no sabe hablar".' tiene una defi-
lo que ocurre en su interacción. Si el alcalde puede mostrar nición totalmente realista, totalmente soc1olog1ca, de la com-
que llene una deferencia hacia sus conciudadanos bearneses, petencia legítima; en efecto, la definición domin~nte de la
ello se debe a que juega con la relación objetiva que existe competencia legítima es tal, que su com~tenc1a re~I es
entre el francés y el bearnés. Si el francés no fuera una lengua ilegítima. (Habría que partir de aquí para analizar un fenome-
dominante, si no hubiera un mercado lingüístico unificado, sí no como el del portavoz, una palabra interesanle para
el francés no fuera la lengua legitima, la que hay que hablar en aquellos que hablan de lengua y habla•.) Para que se e1crz~n
las situaciones legítimas, es decir, en las situaciones oficiales, los efectos de capital y de dominación lingüística es necesano
en el ejército, el correo, la oficina de impuestos, la escuela, los que el mercado linguístico esté relativamente uni.ficado, es ~e
discursos, etcétera, el hecho de hablar bearnés no tendría ese cir, que la mayoría de los locutores estén someudos a la. mis-
efecto "emotivo". Esto es lo que yo entiendo por relaciones ma ley de deter?r.inaci:n de los precios de las producc1~n~s
lingüfsticas de fuerza: son relaciones que trascienden de la si- lingüísticas; esto quiere decir concretamente que hasta.el ulti-
tuación, que son irreductibles a las relaciones de interacción mo de los campesinos bearneses, sépalo o no (en realidad lo
tal como se pueden captar en la situación. Esto es importante, sabe perfectamente, puesto que dice que no sabe hablar), es
porque cuando se habla de situación se piensa que se ha vuel-
to a introducir lo social cuando se ha introducido la interac- • L.a p¡¡latlra francesa para portavoi es "portc·pamk'º: dentro dc-.:1.:rta '
ción. La descripción interaccionista de las relaciones sociales, 1cona~ hnguhtíca~. "parole" \C opone a "langue" ,-oposición que 'o: tradun·
al cspallol como "hahla" y "lengua" (N dtl T. ).
que es muy interesante en sí, se vuelve peligrosa cuando uno
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medido objetivamente según una norma que es la del francés importante no se oculta tras el material mismo, el efecto de los
parisino estándar. 1ncluso si nunca ha oído "el francés parisi- características propias de lo situación de encuesta? l.)c,de el prin-
no estándar" (en realidad lo oye cada vez más "gracias" a la cipio de la encuesta había estado muy consciente de que, a causa
televi.,ión), aunque nunca haya ido a París, el locutor bearnés del efecto de legitimidad, que también desempeña un papel im-
está dominado por el locutor parisino y, en todas sus interac- portante dentro del lenguaje, los miembro~ de 1'.1;-s cla.<.es popula-
ciones, en el correo, en la escuela. etcétera, está en relación ob- res interrogados sobre su cultura, en suuac1on de encuesta
jetiva con él. He aquí lo que significa la unificación del mer- tendían consciente o inconscientemente a "deccionar lo qlll' k ..
cado o las relaciones de dominación lingüístico: en el mercado parecia más conforme con la imagen que tenían de la cultura do-
lingüístico se ejercen formas de dominación que poseen una minante, de manera que no era posible conseguir que dijeran
lógica especifica y, al igual que en cualquier mercado de qué era lo que en verdad les gustaba. El mérito de Labov es ha-
bienes simbólicos, existen formas de dominación específica ber insistido en el hecho de que, entre la~ variables que debe to-
que no se pueden reducir de ninguna manera a Ja dominación mar en cuenta un análisis sociológico riguroso, está la situación
estrictamente económica, ni en la manera en que se ejercen. ni de encuesta. La originalidad de su estudio sobre la manera de
en las ganancias que procuran. hablar de Harlem consiste, en gran parte, en que tomó nota
Una de las consecuencia~ de este análisis se refiere a la pro- de este efecto de la relación de encuesta para ver cuál era el resul -
pia situación de encuesta, la cual, como interacción, es uno de tado cuando el encuestador no era ya un anglófono blanco. sino
los lugares donde se actualizan las relaciones de fuerza un miembro del ghetto hablando con otro miembro del ghetto.
lingüísticas y culturales, la dominación cultural. No es posible Si uno hace variar la situación de encuesta, observa que, cuanto
pensar en una situación de encuesta "limpia" de cualquier menos tenso sea el control o cuanto más se aleje uno de los st.-cto
efecto de dominación (como lo creen a veces ciertos sociolin- res más controlados de la cultura, más vinculada C\larü la aetua ·
güistas). So pena de tomar las elaboraciones por hechos, lo ción al origen social. Por el contrario, cuanto más se refuerce el
único que se puede hacer es incluir en el análisis de IO!> control, más vinculada estará al capital escolar. En otras pa-
"datos" el análisis de las determinaciones sociales de la situación labras, el problema de la importancia relativa de la-; dos va-
en la cual se han producido, el análisis del mercado lingüístico en riables no puede resolverse de manera absoluta, por referencia a
el cual se han establecido los hechos que se analizan. una especie de situación cualquiera, constante; sólo se puede re-
Hará unos quince años realicé una encuesta sobre las prefe- solver introduciendo una variable que debe utiliz.arse como fac-
rencias de la gente, los gustos en un sentido muy amplio en lOr de estas dos variables, esto es, la naturale12 del mercado en el
cuanto a cocina, música, pintura, vestido, compañero sexual, cual se ofrecerán los productos linguisticos o culturales. (Parén-
etcétera. La mayor parte del material había sido colectado du- tesis: la epistemología se considera a menudo como una especie
rante interacciones verbales. Al final de toda una serie de aná- de metadiscurso que trasciende de la práctica científica; de<-Oe mi
lisis, llegué a preguntarme cuál es la importancia relativa del punto de vista, es una reflexión que realmente cambia la práctica
capital cultural medido por el título académico y del origen y que ayuda a e-..itar errores, a evitar que '>e omita medir la elila-
social dentro de la determinación de dichas preferencias, y de cia de un factor al olvidar el factor de los factores, es decir, la si-
qué forma varia la importancia relativa de ambos factores según tuación en la cual.:;~ mid1.:1 Jos factores. Decía Saussure: hay que
los diferentes ámbitos de la práctica -por ejemplo, los gustos saber que es lo que hace el lingüista; la epistemologia es empe-
parecen estar más relacionados con el origen social en materia de ñarse en .saber lo que uno hace.)
cine y más vinculados con la educación formal en materia de tca- Lo que registra la encuesta cultural o lingüística no es una ma-
rro. Habría podido seguir calculando indefinidamente coefi- nifestación directa de la competencia, sino un producto comple-
cientes de correlación, pero la hipercorrección metodológica me jo de la relación entre una competencia y un mercado, un pro-
habría impedido interrogar la situación en la cual yo había reco- ducto que no existe fuera de esta relación; es 'Jna competencia
gido el material. ¿Acaso, entre las variables explicativas, la más en s1tuoció11, una competencia para un mercado particular
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152 SOCIOLOGÍA Y CULTURA EL MERCADO LINGüiST ICO
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SOCIOLOGÍA Y CULTURA EL MERCADO LINGÜÍSTlCO
que tienen a las leyes del mercado de su lado. La experiencia de mas de pararse, de caminar, de hablar. La fuerza del ethos está
la desenvo.ltur~ es casi divina. Sentirse como es debido, ejemplar, en que es una moral hecha hexis, &.esto, po~tura. ..
es la expenenCJa de Jo absoluto. Esto es exactamente lo que se pide Se ve por qué poco a poco he tdo tendiendo a no u~!~~u
a las religiones. Este sentimiento de ser lo que hay que ser~ una más que la noción de habitus. Esta tiene un~ larga t~a~1c1on:
de las ganancias más absolutas de los dominantes. Por el contra- la escolástica Ja empleó par.a trad~cir el h~x1s de ~nstoteles.
rio, la relación pequeñob1uguesa con el cuerpo y la lengua es una (La encontramos en Durkhe1m, qwen, e~ L fa:o/!'11011 pedago-
relación que se describe como timidez, tensión, hipercorrección; gique en France, observa que la educac1ón.cnsuana tuvo que
exageran o se quedan cortos, se sienten fuera de lugar. resolver los problemas que plantea la necesidad de formar ha-
bitus cristianos con una cultura pagana; también está en Mauss,
¿Qué relación establece usted entre el ethos y el habitus, y otros en el conocido texto sobre las técnicas del cuerpo. Pero en
conceptos como el de hexis, que usted también empica? ninguno de estos autores ha tenido un papel decisivo.>_ _¿ Por
• He empleado la palabra ethos, después de muchas otras qué me fui a buscar esta vieja palabra? Porque esta _noc1on ~e
por oposición a ética, para designar un conjunto objetiva: habitu~ permite enunciar algo muy cercano a la noción de ~a
mente sistemático de disposiciones con dimensión ética de bito, al tiempo que se distingue de ella en un punLo esenc1_a~.
principios prácticos (la ética es un sistema intencionalm~nte El habitus, como lo dice la palabra, es algo que se ha adqum-
coherente de principios explícitos). Esta distinción resulta do, pero que se ha encarnado de manera durable_ en el cuerpo
~ti!, so~re todo para controlar errores prácticos: por ejemplo, en forma de disposiciones permanentes. La noción recuerda
s~ se olvida que pode~os tener principios en el estado práctico entonces, de manera constante que se refiere a algo histórico,
sm tener una moral sistemática, una ética, se olvida que, por ligado a la historia individual y que se inscribe en un modo de
el solo hecho de hacer preguntas, de interrogar. se obliga a Ja pensamiento genético, por oposic~ón a los modos ~e pensa-
gente a pasar del ethos a la ética; al proponer a su apreciación miento esencialistas (como la noción de competencia que se
normas constituidas, verbalizadas, se supone que es una tran- encuentra en el léxico chomskiano). Por otro lado. la e~colás
sición ya resuelta; o, en el otro sentido, se olvida que la gente tica también llamaba habitus a algo así como _una propiedad,'"\
puede mostrarse incapaz de resolver problemas éticos al tiem- un capital. Y, en realidad, el habitus_es un capn~l que, al estar)
po que es capaz de resolver en la práctica las situaciones que incorporado, tiene el aspecto extenor de ~lgo innato. Pero,
plantean las preguntas correspondientes. ¿por qué no usé hábito? ~I hábito se. considera en forma es-
La noción de habitus engloba la de ethos, y por ello cada pontánea como algo repettttvo, mec~1co, aut?mát1~?· m~ re-
vez empleo menos esta noción. Los principios prácticos de productivo que produetivo. Y yo quena hacer hmcapie en la idea
clasificación que son constitutivos del habitus son indiso- de que el habitus es algo poderosamente generado~ .. Para ~ca
ciablemente lógicos y axiológicos, teóricos y prácticos (en bar pronto, el habitus es un producto ~e l_os cond.ic1onanue~
cuanto de~i':"?S blan~o o negro .estamos diciendo bien o mal). tos que tiende a reproducir la lógica obJeuva de dichos.~ondi
Al estar dmg1da hacia la práctica, la lógica práctica implica cionamientos, pero sometiéndola a una transformacion; es
valores, es algo inevitable. Por ello he dejado de lado la distin- una especie de máquina transformadora que hace q~e "repro-
ción a la cual tuve que recurrir un par de veces entre eidos co- duzcamos" las condiciones sociales de nuestra propia produc-
mo sistema de esquemas lógicos y ethos como sistema de es- ción, pero de manera relativam7nte impr~vi~ible, de manera
que~~ prácticos~ axiológic?s (el_lo tan.to más cuanto que, al tal, que no se puede pasar sencilla y me~an1camente _de_l co-
subd1\ 1dir el hab1tus en vanas d1mcns1ones -etlws, hexis v nocimiento de las condiciones de producción al conocirruenLo
eidos- existe el riesgo de reforzar la visión realista que conduc~ de los productos. Aunque e:.ta capaci~ad de engendra~ prác-
a pensar en términos de instancia-¡ separadas). Además todos ticas, discursos u obras no sea de ninguna manera mnat~.
los principios de elección están incorporados, se han con~ertido aunque esté históricamente constituida, n~ se puede reducir
en posturas, disposiciones del cuerpo: los valores son ge~t o:.. for- por completo a sus condiciones de producción, para empezar
Bourdieu, Pierre. (2002). El mercado lingüístico. En Sociología y cultura (pp. 143-158). México: Grijalbo, Conaculta.
Este documento es proporcionado al estudiante con fines educativos, para la crítica y la investigación respetando la reglamentación en materia de derechos de autor.
Este documento no tiene costo alguno. El uso indebido de este documento es responsabilidad del estudiante.
157
156 SOCIOLOGÍA Y CULTURA EL MERCADO LINGÜÍSTICO
porque funcíona de manera sistemática: por ejemplo, sólo se te ajuste sólo en ocasiones excepcionales toma la forma de
puede hablar de habitus lingüístico si se tiene presente que és- una conversión radical.
te no es más que una dimensión del habitus como ~istema de
e~9uemas genera~or~s de pr~cticas y de esquemas de percep- ¿Qué diferencia establece usted emre u~ campo y ~n aparato?
c1on de ambas practicas, y s1 uno se abstiene de considerar Ja • Es una diferencia que me parece capital. La noción de apa-
producc_ión de h~~las como algo autónomo de la producción rato vuelve a introducir el funcionalismo de ~o peor:. es una
~e elecc1?nes estet1cas, o de ge~tos, o de cualquier otra prác- máquina infernal, programada p.ara lograr ~1ertos fmes. El
tica posible. El habirus es un principio de invención que, sistema escolar, el Estado, la Iglesia o los p~rt1dos no S?~ apa-
aunque es producido por la historia, está relativamente des- ratos, sino campos. Sin embargo, bajo ciertas cond1c1ones,
prendido de ella: las disposiciones son durables, Jo cual pueden ponerse a funcio~~r como aparatos. Lo que hay que
produce toda clase de efectos de histéresis (de retraso, de des- examinar son estas cond1c1ones. . . .
fasamiento, cuyo ejemplo por excelencia es Don Quijote). Lo En un campo están en lucha agentes e m~ut~c1ones, con
podemos imaginar por analogia con un programa de compu- fuerzas diferentes y según las reglas consut~tivas de. este
tadora (es una analogía peligrosa, porque es mecanicista), pe- espacio de juego, para apropiarse del.as ganancias espec1ficas
ro un programa que fuera autocorregible. Está constituido que están en este juego. Los que domrnan el campo tienen 1.os
por un conjunto sistemático de principios simples y parcial- medios para hacerlo funcionar en provecho suyo, pero ue-
mente sustituibles, a partir de los cuales se puede inventar una nen que contar con la resistencia de los do~inados. ~n cam-
infinidad de soluciones que no se deducen directamente de sus po se convierte en aparato cuando los dofll:mantes tienen l~s
condiciones de producción. medios para anular la resistencia y la~ r~acc1on7s de los ??mi-
Aunque es principio de una autonomía real en relación con nados. Esto es, cuando el clero de ba1a Jerarqu1a, los tn!litan-
las determinaciones inmediatas dadas por la "situación" el tes, Jas clases populares, etcétera no tienen ~ás. remedio que
habitus no es una especie de esencia ahistórica cuya existen.cía sufrir la dominación; cuando todos los mov1m1e~tos. ~an de
no sería más que desarrollo, es decir, un destino definido de arriba hacia abajo y son tales los efectos de dommac1on que
una vez por todas. Los ajustes que impone sin cesar la necesi- cesan la lucha y la dialéctica que son constitutivas del campo.
dad de_ adaptarse a sicu_aciones nuevas e imprevistas pueden Hay historia mientras hay gen~~ que s~ r~bela,_ que ~~~sa
determinar transformaciones durables del habitus, aunque és- problemas. La "institución total o totalit~na, asilo, pns1on,
tas ~o rebasan ciertos límites, entre otras razones, porque el campo de concentración, tal como la descnbe Goffm~, ~en
habuus define la percepción de la sítuación que lo determina. el Estado totalitario, tratan de instituir el fin de la h1stona.
La ·~sit~~ción" en ~ierta forma es la condición que permite La diferencia entre los campos y los aparatos se ve clara-
la realizac1on del habltus. Cuando no se dan las condiciones mente en las revoluciones. Se actúa como si bastara con apo-
objetivas para su realización, éste, contrariado de manera derarse del "aparato de Estado" y cambiar e_I prog~ama de
contin~a por la situación, puede ser sede de fuerzas explosivas esa gran máquina para conseguir un orden social radicalmen
(resent1m1e~to), que pueden esperar (o incluso acechar) el mo- te nuevo. En realidad, la voluntad política debe contar con la
mento de ejercerse y que se expresan en cuanto se presentan lógica de los campos sociales, que son universos sum~ente
las condiciones objetivas (posición de poder de un jefe complejos donde las intenciones politi~~ pueden desv_1arse o
menor). (El mundo social es un inmenso depósito de violencia invertirse (esto se aplica tanto a la acc1on de los dommante~
acumulada, que se revela cuando encuentra las condiciones como a la acción subversiva, como lo demuestra todo lo que
para realizarse.) En pocas palabras, por reacción en contra se describe en el lenguaje inadecuado de la recuperación, que es
del mecanicismo instantaneísta, uno tiene tendencia a insistir aún ingenuamente finalista). Sólo se puede estar seguro de
en l~. capacidades "asimiladoras" del habitus; pero éste es que una acción política producirá los e~ectos deseado~ cu~do
tamb1en adaptación, y se ajusta sin ce~r al mundo, aunque es- tiene que verse con aparatos, es declf, con orgamzac1ones
Bourdieu, Pierre. (2002). El mercado lingüístico. En Sociología y cultura (pp. 143-158). México: Grijalbo, Conaculta.
Este documento es proporcionado al estudiante con fines educativos, para la crítica y la investigación respetando la reglamentación en materia de derechos de autor.
Este documento no tiene costo alguno. El uso indebido de este documento es responsabilidad del estudiante.
la exécution perinde
dond e l~s do~i~ados se v_e~ reducidos a . Los apar atos son
ac cada ier (m1htantcs, m1lttares, etcé tera)
r como
pues un. esta do de los cam pos que se puede cons idera
pa1ológ1co. 1
La censura*
ón de censura. La
Quisiera habl ar brevemente sobr e la noci
ién actúa en esta
censura que deja huella en toda obra tamb escaso y estoy de-
recu rso
asamblea. El tiempo de palabra es un
tom ar la pala bra es
masiado consciente de hast a qué grad o el
po de pala bra com o para conser-
una monopolización del tiem
perio do dem asiad o largo .
varla dura nte un
una fórm ula gene-
Lo que quie ro decir puede resumirse con
te entr e un interés
radora: cual quie r expresión es un ajus
la estru ctur a del cam-
expresivo y una censura constituida por
esió n, y este ajus te es pro-
po en el cual se presenta esta expr
miza ción que pued e llegar al silen-
ducto de un trab ajo de eufe
urado. Este trab ajo
cio, com o caso extremo del discurso cens
es una formación
de eufemización lleva a prod ucir algo que
que habí a que decir,
de com prom iso, una combinación de lo
a decir se cons idera ndo la
lo que se quer ía decir, y lo que podí
cam po dete rmin ado. En otras
estru ctur a cons titut iva de un
un cam po es resu ltado de lo que po-
pala bras , lo decible en
ar es pone r en for-
dría llamarse una puesta en form a: habl
más especificas del
mas. Con esto quie ro decir que las formas
sólo de cont enid o, se
discurso, sus propiedades de form a y no
de su prod ucci ón, es decir, a
deben a las condiciones sociales
ha de deci rse y a las condiciones
las que determinan lo que
el cual oirá lo que
se
que determinan el cam po de recepción en
rar la oposición relati-
ha de decirse. Esta es la man era de supe
isis inter no y el análisis exte rno
vameme ingenua entr e el anál
1 tarios en Pierr e Bourd icu "Le
• de las obra s o los discu rsos.
El lector encon trará anális is comp lemen
fé .
rche en scienres soeiales ~úm
~c~rsme de la langue", en Acres de la échan reche
ges lingu istiqu es", ~ Lan: Scien ce des oeuvrcs" en la ciuda d
4, Julio de 1975 ,pp. 2·32; "L'éc onom ie des • Interv enció n en el coloq uio sobre "la
~·ma yo "Le langa ge autor isé note mation sur I~ scitn res sociales,
guefra11ra1~ •. num, de 1977, pp. 17-34; mayo de 1974; publi cada en Irtfor
de Lille, en
e~ l'e~ft cacité urs rituel ", en Acles .de la
sur les cond1t1ons sooal de du disco núm. 16 (3/4) , 1977, pp. 385-3 88.
de 1975, pp. 183-190;
~~~erche e'! sc1e'!"!s socrales, nums . 5-6, novie mbre
-ner" en Act- d , h ...
L on1olo111e poliu·que de Marti n HeiA ""'156 • ~... e 'ª rec ercne en 159
SC'len-~ s · l es, nums . 5-6, novie mbre de 1975, pp. 109-157.
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Bourdieu, Pierre. (2002). El mercado lingüístico. En Sociología y cultura (pp. 143-158). México: Grijalbo, Conaculta.
LO QUE SIGNIFICA HABLAR
Pierre Bourdieu
Si el sociólogo tiene un papel, éste consiste más bien en dar armas que en dar lecciones.
Hoy, aquí, quisiera tomar como punto de partida de mi reflexión el cuestionario que
algunos de ustedes han preparado para esta reunión. Si he tomado este punto de partida
es con el propósito de darle a mi discurso un arraigo lo más concreto posible y de evitar
(lo que me parece ser una de las condiciones prácticas de toda relación de comunicación
verdadera) que quien tiene la palabra, quien tiene el monopolio de hecho de la palabra,
imponga por completo el arbitrario de su interrogación, el arbitrario de sus intereses. La
conciencia de lo arbitrario de la imposición de la palabra se impone cada vez más hoy día,
tanto a quién tiene el monopolio del discurso como a quienes lo sufren. ¿Por qué en
determinadas circunstancias históricas, en determinadas situaciones sociales, resentimos
con angustia y malestar este abuso de autoridad que siempre implica tomar la palabra en
situación de autoridad o, si se prefiere, en situación autorizada, constituyendo la situación
pedagógica el modelo de esta situación?
Así, para intentar quitarme esta ansiedad, he tomado como punto de partida preguntas
que se le han planteado realmente a un grupo de ustedes y que pueden planteárseles a la
totalidad de ustedes.
Las preguntas versan sobre las relaciones entre lo escrito y lo oral y podrían formularse
así: “¿puede enseñarse el lenguaje oral?”.
Esta pregunta es una formulación en el sentido actual de una vieja interrogación que ya
se encontraba en Platón: “¿Puede enseñarse la excelencia?”. Es una pregunta capital:
“¿Puede enseñarse algo? ¿Puede enseñarse algo que no se aprende? ¿Puede
enseñarse aquello con lo que se enseña, es decir, el lenguaje?
Este tipo de interrogación no surge en cualquier momento. Si, por ejemplo, se plantea
en un diálogo determinado de Platón es, me parece, porque la cuestión de la enseñanza
se le plantea a la enseñanza que está cuestionada. Es porque la enseñanza que está en
Tomado de: Cuestiones de sociología. Madrid, Istmo, 2000. Traducción: Enrique Martín
Criado. pp. 95-111.
crisis que se da en una interrogación crítica sobre lo que es enseñar. En épocas
normales, en las fases que se pueden denominar orgánicas, la enseñanza no se interroga
sobre sí misma. Una de las características de una enseñanza que funcione demasiado
bien —o demasiado mal— es la de estar segura de sí, la de tener esta especie de
seguridad (no es casualidad que se hable de seguridad a propósito del lenguaje) que
produce la certidumbre de ser, no solamente escuchado, sino también entendiendo,
certidumbre característica de todo lenguaje de autoridad o autorizado. Esta interrogación,
por tanto, no es intemporal; es histórica. Sobre esta situación histórica es sobre la que
querría reflexionar. Esta situación está vinculada a un estado de la relación pedagógica, a
un estado de las relaciones entre el sistema de enseñanza y lo que se llama la sociedad
global —es decir, las clases sociales—, a un estado del lenguaje, a un estado de la
institución escolar. Quisiera tratar de mostrar que a partir de las cuestiones concretas que
plantea el uso escolar del lenguaje se pueden plantear a la vez las cuestiones más
fundamentales de la sociología del lenguaje (o de la sociolingüística ) y de la institución
escolar. En efecto, creo que la sociolingüística habría escapado antes de la abstracción si
se hubiera dedicado, como lugar de reflexión y de constitución, a este espacio tan
particular pero tan ejemplar que es el espacio escolar, si hubiera tomado como objeto este
uso tan particular que es el uso escolar del lenguaje.
Aquí hay un implícito, como en todo discurso oral o incluso escrito. Hay un conjunto de
presupuestos que cada uno aporta al plantear esta pregunta. Dado que las estructuras
mentales son estructuras sociales interiorizadas, hay muchas probabilidades de introducir,
en la oposición entre lo escrito y lo oral, una oposición completamente clásica entre lo
distinguido y lo vulgar, lo culto y lo popular de tal manera que lo oral tiene muchas
posibilidades de ser investido de todo un aura populista. Enseñar el lenguaje oral sería,
así, enseñar el lenguaje que se enseña en la calle, lo que ya de entrada conduce a una
paradoja. En otras palabras, ¿no se cuestiona la naturaleza misma de la lengua
enseñada? Además, ¿este lenguaje oral que se quiere enseñar no es simplemente algo
que ya se enseña, y de manera muy desigual según las instituciones escolares?
Sabemos, por ejemplo, que las diferentes instituciones de la enseñanza superior enseñan
el lenguaje oral de manera muy desigual. Las instituciones que preparan para la política,
como Sciences Politiques o la ENA, enseñan mucho más el lenguaje oral y le conceden
una importancia mucho mayor en las calificaciones que la enseñanza que prepara para la
enseñanza o para la técnica. Por ejemplo, en la Politécnica se hacen resúmenes; en la
ENA se hace lo que se llama “gran oral”, que consiste en una verdadera conversación de
salón, que exige un cierto tipo de relación al lenguaje, un cierto tipo de cultura. Decir
“enseñar el lenguaje oral” sin más no tiene nada de nuevo, ya se hace mucho. Este
lenguaje oral puede, así, ser el lenguaje oral de la conversación mundana, puede ser el
lenguaje oral del coloquio internacional, etc.
Por tanto, no basta con preguntarse: “¿enseñar el lenguaje oral?”, “¿qué lenguaje oral
enseñar?”. Hay que preguntarse también quién va a definir qué lenguaje oral enseñar.
Una de las leyes de la sociolingüística es que el lenguaje empleado en una situación
particular no depende únicamente, como cree la lingüística interna, de la competencia del
locutor en el sentido chomskyano del término, sino también de lo que yo llamo el mercado
lingüístico. El discurso que producimos, según el modelo que propongo, es un “resultado”,
de la competencia del locutor y del mercado en el que introduce su discurso, el discurso
depende en cierta proporción (que habría que valorar con mayor rigor) de las condiciones
de recepción.
Toda situación lingüística funciona, por tanto, como un mercado en el que el locutor
coloca sus productos; y el producto que produzca para este mercado dependerá de cómo
anticipe los precios que van a recibir sus productos. Al mercado escolar, lo queramos o
no, llegamos con una anticipación de los beneficios y de las sanciones que recibiremos.
Uno de los grandes misterios que la sociolingüística debe resolver es esta especie de
sentido de la aceptabilidad. Nunca aprendemos el lenguaje sin aprender, al mismo tiempo,
las condiciones de aceptabilidad de este lenguaje. Es decir, que aprender un lenguaje es
aprender al mismo tiempo que este lenguaje será ventajoso en tal o cual situación.
Los alumnos que llegan al mercado escolar poseen una anticipación de las
probabilidades que tiene tal o cual tipo de lenguaje de ser recompensado o sancionado.
En otras palabras, la situación escolar en tanto que situación lingüística de un tipo
particular, ejerce una formidable censura sobre todos los que anticipan con conocimiento
de causa las probabilidades que tienen de beneficio y de pérdida, dada la competencia
lingüística de que disponen. Y el silencio de algunos no es sino el interés bien
comprendido.
Uno de los problemas que plantea este cuestionario es el de saber quién gobierna la
situación lingüística escolar. ¿Tiene el mando el profesor? ¿Posee realmente la iniciativa
en la definición de la aceptabilidad? ¿Domina las leyes del mercado?
Todas las contradicciones con que se van a encontrar los que se embarquen en la
experiencia de la enseñanza del lenguaje oral, derivan de la siguiente proposición: la
libertad del profesor, cuando se trata de definir las leyes del mercado específico de su
clase, es limitada porque nunca creará otra cosa que un “imperio dentro de un imperio”,
un subespacio en el que se suspendan temporalmente las leyes del mercado dominante.
Antes de ir más lejos en la argumentación, hemos de recordar el carácter tan especial del
mercado escolar: está dominado por las exigencias imperativas del profesor de lengua,
que está legitimado para enseñar lo que no tendría que enseñarse si todo el mundo
tuviera las mismas oportunidades de poseer esta capacidad, y que tiene el derecho de
corrección en el doble sentido del término: la corrección lingüística (“el lenguaje pulido”) es
el producto de la corrección. El profesor es una especie de juez de menores en materia
lingüística: tiene el derecho de corrección y de sanción sobre el lenguaje de sus alumnos.
Imaginemos, por ejemplo, un profesor populista que rechaza este derecho de corrección
y que dice: “que tome la palabra el que quiera; el lenguaje más bello es el de los
arrabales”. De hecho, este profesor, cualesquiera sean sus intenciones, sigue estando en
un espacio que normalmente no obedece a esta lógica porque es muy probable que a su
lado haya un profesor que exija rigor, corrección, buena ortografía... Pero incluso
suponiendo el caso de que sea todo un establecimiento escolar el que se transforme, las
anticipaciones de las oportunidades que aportan los alumnos al mercado les llevarían a
ejercer una censura anticipada, y haría falta mucho tiempo para que abdicasen de la
corrección y de la hipercorrección que aparecen en todas las situaciones lingüísticamente
—es decir, socialmente— y disimétricas (y en especial en la situación de encuesta). Toda
la investigación de Labov sólo fue posible gracias a una multitud de ardides cuyo objetivo
era destruir el artefacto lingüístico que produce el mero hecho de poner en relación a un
“competente” con un “incompetente”, a un locutor autorizado con un locutor que no se
siente autorizado; igualmente, todo el trabajo que hemos realizado sobre la cultura ha
consistido en tratar de superar el efecto de imposición de legitimidad que produce el mero
hecho de hacer preguntas sobre la cultura. Preguntar sobre la cultura en una situación de
encuesta (que se asemeja a una situación escolar) a personas que no se sienten
cultivadas excluye de su discurso lo que realmente les interesa; buscan, entonces, todo lo
que pueda asimilarse a la cultura; así, cuando se pregunta: “¿le gusta la música?”, jamás
se oye: “me gusta Dalida”, sino que se oye: “me gustan los valses de Strauss”, porque es,
en la competencia popular, lo que más se asemeja a la idea que se hacen de lo que les
gusta a los burgueses. En todas las circunstancias revolucionarias los populistas han
topado siempre con esta especie de revancha de las leyes del mercado, que, según
parece, nunca se afirman tanto como cuando se pretende transgredirlas.
Con este rodeo, por el ejemplo de la Iglesia, quería plantear la siguiente pregunta: ¿se
puede separar la crisis lingüística de la crisis de la institución escolar? ¿No es la crisis de
la institución lingüística una mera manifestación de la crisis de la institución escolar? En
su definición tradicional, en la fase orgánica del sistema de enseñanza francés, la
enseñanza de la lengua no planteaba ningún problema, el profesor de lengua estaba
seguro de sí mismo: sabía lo que había que enseñar, cómo enseñarlo, y se encontraba
con alumnos dispuestos a escucharle, a comprenderle, y con padres comprensivos con
esta comprensión. En esta situación, el profesor de lengua era un celebrante: celebraba
un culto a la lengua francesa, defendía e ilustraba la lengua francesa y reforzaba sus
valores sagrados. Al hacerlo, defendía su propio valor sagrado: esto es muy importante
porque la moral y la creencia son una conciencia de sí que oculta sus propios intereses.
Ocurre lo mismo con la enseñanza: para que el discurso profesoral habitual, enunciado
y recibido como algo evidente, funcione, hace falta una relación de autoridad —creencia,
una relación entre un emisor autorizado y un receptor dispuesto a recibir lo que se dice,
dispuesto a creer que lo que se dice merece ser dicho. Es preciso que se produzca un
receptor dispuesto a recibir, y no es la situación pedagógica la que lo produce.
Recapitulando de forma rápida y abstracta, la comunicación en situación de autoridad
pedagógica supone emisores legítimos, receptores legítimos una situación legítima, un
lenguaje legítimo.
Precisa un emisor legítimo, es decir, alguien que reconozca les leyes implícitas del
sistema y que haya sido reconocido y cooptado por ello. Precisa destinatarios a los que el
emisor reconozca como dignos de escuchar, lo que supone que el emisor tenga poder de
eliminación, que pueda excluir a “los que no deberían estar allí”; pero esto no es todo:
precisa alumnos que estén dispuestos a reconocer al profesor como profesor, y padres
que le concedan una especie de crédito, de cheque en blanco, al profesor. Precisa
también que, idealmente, los receptores sean relativamente homogéneos lingüísticamente
(es decir, socialmente), homogéneos en conocimiento de 1 lengua y en reconocimiento de
la lengua, y que la estructura del grupo no funcione como un sistema de censuras capaz
de inhibir el lenguaje que debe utilizarse.
En algunos grupos escolares con predominio popular, los niños de clase populares
pueden imponer la norma lingüística de su medio y desacreditar los que Labov llama los
pelotas, los que tienen un lenguaje para los profes, lenguaje que “queda bien”, es decir,
afeminado y adulador. Puede ocurrir, por tanto, que la norma lingüística escolar se vea
enfrentada a una contra - norma en ciertas estructuras sociales. (A la inversa, en
estructuras con predominio burgués, la censura del grupo de pares se ejerce en el mismo
sentido que la censura profesoral: el lenguaje que no ha sido “pulido” [châtíé] es
autocensurado y no puede ser producido en situación escolar).
La situación legítima es algo que hace intervenir a la vez la estructura del grupo y el
espacio institucional en cuyo interior funciona el grupo. Por ejemplo, tenemos todo el
conjunto de signos institucionales de importancia, y especialmente el lenguaje de
importancia (el lenguaje de importancia tiene una retórica particular cuya función es decir
cuán importante es lo que se dice). Este lenguaje de importancia se utiliza tanto más
cuanto más eminente sea la situación, en un estrado, en un lugar consagrado, etc. Una
parte de las estrategias de manipulación de un grupo consiste en la manipulación de las
estructuras del espacio y de los signos institucionales de importancia.
Este conjunto de propiedades que forman sistema —y que se hallan reunidas en el
estado orgánico de un sistema escolar— define la aceptabilidad social, el estado en el que
el lenguaje es admitido: es escuchado (es decir, creído), obedecido, entendido
(comprendido). La comunicación se produce, en el límite, con medias palabras. Una de
las características de las situaciones orgánicas es que el propio lenguaje —la parte
propiamente lingüística de la comunicación— tiende a convertirse en secundario.
Nada ilustra mejor la extraordinaria libertad que le confiere al emisor una conjunción de
factores a su favor que el fenómeno de la hipocorrección. Opuesta a la hipercorrección,
fenómeno característico del habla pequeñoburgués, la hipocorrección sólo es posible
porque el que transgrede la regla (Giscard, por ejemplo, cuando no respeta las reglas de
concordancia del participio pasado) hace manifiesto en todo lo demás, en otros aspectos
de su lenguaje —la pronunciación, por ejemplo— y también en todo lo que es, en todo lo
que hace, que podría hablar correctamente.
El profesor, lo quiera o no, lo sepa o no, y especialmente cuando cree que rompe el
mandato, no es sino un mandatario, un delegado, que no puede redefinir su tarea sin
entrar en contradicciones ni poner a sus receptores en contradicciones mientras no se
transformen las leyes del mercado en relación a las que define negativa o positivamente,
las leyes relativamente autónomas del pequeño mercado que instaura en su clase. Por
ejemplo, un profesor que se niegue a calificar o que se niegue a corregir el lenguaje de
sus alumnos está en su derecho de hacerlo, pero puede, al hacerlo, comprometer las
oportunidades de sus alumnos en el mercado matrimonial o en el mercado económico,
donde siguen imponiéndose las leyes del mercado lingüístico dominante. Sin embargo,
esto tampoco debe llevarnos a renunciar.
La idea de producir un espacio autónomo sustraído a las leyes del mercado es una
utopía peligrosa mientras no se plantee simultáneamente la cuestión de las condiciones
políticas de posibilidad de la generalización de esta utopía.
—He tenido mis dudas sobre si hacer referencia aquí a este modelo de la competencia
y el mercado porque es evidente que para defenderlo completamente necesitaría más
tiempo y me llevaría a desarrollar análisis muy abstractos que no interesarían
forzosamente a todo el mundo. Me alegro de que su pregunta me permita añadir algunas
precisiones.
Le doy a esta palabra de mercado un sentido muy amplio. Me parece completamente
legítimo describir como mercado lingüístico tanto la relación entre dos amas de casa que
hablan en la calle, como el espacio escolar, como la situación de entrevista mediante la
que se reclutan ejecutivos.
Lo que está en juego desde el momento en que dos locutores hablan entre sí es la
relación objetiva entre sus competencias, no sólo sus competencias lingüísticas (su mayor
o menor dominio del lenguaje legítimo) sino también todo el conjunto de sus competencias
sociales, su derecho a hablar, que depende objetivamente de su sexo, edad, religión,
status económico y status social, otras tantas informaciones que podrían conocerse por
adelantado o ser anticipadas gracias a índices imperceptibles (es cortés, lleva una conde-
coración, etc.). Esta relación le confiere su estructura al mercado y define un determinado
tipo de ley de formación de precios. Hay una micro-economía y una macro-economía de
los productos lingüísticos, teniendo claro que la mícro-economía nunca es autónoma
respecto a las leyes macro-económicas. Por ejemplo, en una situación de bilingüísmo se
observa que el locutor cambia de lengua de una manera que no tiene nada de aleatoria.
He podido observar, tanto en Argelia como en un pueblo bearnés, que las personas
cambian de lengua según el tema que aborden, pero también según el mercado, según la
estructura de la relación entre los interlocutores, de manera que la propensión a adoptar la
lengua dominante aumenta con la posición de la persona a la que se habla en la jerarquía
anticipada de las competencias lingüísticas: uno se esfuerza por dirigirse en el mejor
francés posible a alguien que se considera importante; la lengua dominante domina tanto
más cuanto más completamente dominan los dominantes el mercado particular. La
probabilidad de que el locutor adopte el francés para expresarse aumenta a medida que el
mercado es dominado por los dominantes, por ejemplo, en las situaciones oficiales. Y la
situación escolar forma parte de la serie de mercados oficiales. En este análisis no hay
economicismo. No se trata de decir que todo mercado es un mercado económico. Pero
tampoco hay que negar que existe un mercado lingüístico que supone, de forma más o
menos directa, apuestas (enjeux) económicas.
—Es una pregunta muy difícil, pero pienso que sí. Si no estuviera convencido de que
existe un margen de maniobra no estaría aquí.
Más en serio, al nivel del análisis, pienso que una de las consecuencias prácticas de lo
que he dicho es que una conciencia y un conocimiento de las leyes específicas del
mercado lingüístico que supone una clase en particular pueden transformar
completamente la manera de enseñar —y ello, sea cual sea el objetivo que se persiga
(preparar para el bachillerato, iniciar a la literatura moderna o la lingüística).
Es importante saber que una producción lingüística le debe una parte capital de sus
propiedades a la estructura del público de receptores. Basta con consultar las fichas de
los alumnos de una clase para percibir esta estructura: en una clase donde las tres
cuartas partes de los alumnos son hijos de obreros hay que tomar conciencia de la
necesidad de explicitar los presupuestos. Toda comunicación que quiera ser eficaz
supone también un conocimiento de lo que los sociólogos llaman el grupo de pares: el
profesor sabe que su pedagogía puede chocar en clase, con una contra-pedagogía, con
una contra-cultura; él puede —y es también una elección—, dados unos contenidos que
quiere impartir, combatir esta contracultura hasta cierto límite, lo que supone que la
conozca. Conocerlas significa, por ejemplo, conocer el peso relativo de las diferentes
formas de competencia. Entre los profundos cambios sobrevenidos en el sistema escolar
francés están los efectos cualitativos de las transformaciones cuantitativas: a partir de un
cierto umbral estadístico de la proporción de niños de las clases populares en el interior
de una clase cambia la atmósfera global de la clase, cambia las formas de armar jaleo,
cambia el tipo de relaciones con los profesores. Otras tantas cosas que se pueden
observar y tomar en cuenta de forma práctica.
Pero todo esto sólo afecta a los medios. Y de hecho la sociología no puede responder
a la pregunta de los fines últimos (¿qué hay que enseñar?): se definen por la estructura de
las relaciones entre las clases. Los cambios en la definición del contenido de la
enseñanza e incluso la libertad que se deja a los docentes para vivir su crisis se deben al
hecho de que también haya una crisis en la definición dominante del contenido legítimo y
a que la clase dominante sea actualmente la arena de conflictos en torno a lo que es
digno de ser enseñado.
¿No piensa usted que esta definición es también muy reduccionista? Hay, además, una
contradicción entre el inicio de su exposición y el final, en que dice que la clase de francés
y los ejercicios de lenguaje oral también podrían constituir la ocasión para una toma de
conciencia y que este mismo lenguaje que puede ser el vehículo de los modelos de las
clases dominantes, también podría darles a los que tenemos frente a nosotros y a
nosotros mismos el medio de acceder al manejo de herramientas que son herramientas
indispensables.
¿Piensa que el intercambio oral en la clase sólo es la imagen de una legalidad que
sería la misma que la legalidad social y política? ¿No es también la clase el objeto de una
contradicción que existe en la sociedad: la lucha política?
—¡Yo no he dicho nada de lo que usted me hace decir! Nunca dije que el lenguaje
fuera la ideología dominante. Creo incluso no haber pronunciado ninguna vez aquí la
expresión “ideología dominante”... Este, en mi opinión, es un ejemplo más de triste
malentendido: todo mi esfuerzo consiste, por el contrario, en destruir los automatismos
verbales y mentales.
¿Qué quiere decir legítimo? Esta palabra es una palabra técnica del vocabulario
sociológico que empleo a conciencia, ya que sólo las palabras técnicas permiten decir y,
por tanto, pensar, y de manera rigurosa, las cosas difíciles.
Otra cuestión fundamental: este lenguaje dominante y desconocido como tal, es decir,
reconocido como legítimo, ¿No se halla en afinidad con determinados contenidos? ¿No
ejerce efectos de censura? ¿No hace difícil o imposible decir determinadas cosas? ¿No
está hecho este lenguaje legítimo, entre otras cosas, para impedir hablar con franqueza?
No debí decir “hecho para”.