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TEMA 36

LA LO 5/2010 Y LAS MODIFICACIONES DE LA LO


1/2015: LA REGULACIÓN DE LA
RESPONSABILIDAD PENAL DE LAS PERSONAS
JURÍDICAS
CUESTIONES GENERALES: EL PLANTEAMIENTO DEL
LEGISLADOR ESPAÑOL

El legislador español optó por introducir un modelo de responsabilidad penal de


las personas jurídicas. Así, se reconocía expresamente la responsabilidad penal de las
personas jurídicas en el art. 31 bis CP y se previeron penas para las mismas en el art.
33.7 CP. La situación no ha cambiado, pues, al margen de otros aspectos, el legislador
ha distribuido el contenido del antiguo art. 31 bis CP, con sus cinco apartados, en
distintos preceptos (arts. 31 ter, quater y quinquies CP que no suponen
modificaciones esenciales) sin haber realizado cambios importantes en el sistema de
penas.

PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DEL SISTEMA

Sin perjuicio de análisis posteriores, podemos señalar que se trata de una


responsabilidad penal “sui generis” (concepto jurídico que se aplica a todo aquel caso que, debido
a su singularidad, requiere de una interpretación especial y única por parte de la Autoridad) pues:

 Se reconoce la responsabilidad penal directa de las personas jurídicas, pero es


necesario que una persona física cometa el delito. Se plantea el problema, por
tanto, de si estamos ante supuestos de autorresponsabilidad (responsabilidad
por la propia conducta —un defecto de organización de la propia persona
jurídica—) o de heterorresponsabilidad(responsabilidad por la conducta ajena
—la persona jurídica responde por el hecho realizado por las personas físicas
—).

El artículo 31 bis del Código Penal español hace referencia al concepto de  delito.
Concretamente, en este artículo se establece la posibilidad de que las  personas
jurídicas posean responsabilidad penal.

Art. 31 bis.

«1. En los supuestos previstos en este Código, las personas jurídicas serán
penalmente responsables:

a) De los delitos cometidos en nombre o por cuenta de las mismas, y en su beneficio


directo o indirecto, por sus representantes legales o por aquellos que actuando
individualmente o como integrantes de un órgano de la persona jurídica, están
autorizados para tomar decisiones en nombre de la persona jurídica u ostentan
facultades de organización y control dentro de la misma.

b) De los delitos cometidos, en el ejercicio de actividades sociales y por cuenta y en


beneficio directo o indirecto de las mismas, por quienes, estando sometidos a la
autoridad de las personas físicas mencionadas en el párrafo anterior, han podido
realizar los hechos por no haberse incumplido gravemente por aquéllos los deberes de
supervisión, vigilancia y control de su actividad atendidas las concretas
circunstancias del caso».
En nuestra doctrina se discutía (y se seguirá discutiendo) si el modelo utilizado
por el legislador español se corresponde con el modelo de transferencia de
responsabilidad, con un modelo de propia responsabilidad de la persona jurídica o
mixto (responsabilidad de la persona física y de la persona jurídica). La importancia
concedida a los programas de prevención del delito nos inclina a pensar que se trata de
un modelo mixto.

Así pues, el art. 31 bis CP establece lo siguiente en sus apartados 2 y 4:

«2. Si el delito fuere cometido por las personas indicadas en la letra a) del apartado
anterior, la persona jurídica quedará exenta de responsabilidad si se cumplen las
siguientes condiciones:

1.ª el órgano de administración ha adoptado y ejecutado con eficacia, antes de la


comisión del delito, modelos de organización y gestión que incluyen las medidas de
vigilancia y control idóneas para prevenir delitos de la misma naturaleza o para
reducir de forma significativa el riesgo de su comisión;

2.ª la supervisión del funcionamiento y del cumplimiento del modelo de prevención


implantado ha sido confiada a un órgano de la persona jurídica con poderes
autónomos de iniciativa y de control o que tenga encomendada legalmente la función
de supervisar la eficacia de los controles internos de la persona jurídica;

3.ª los autores individuales han cometido el delito eludiendo fraudulentamente los
modelos de organización y de prevención y

4.ª no se ha producido una omisión o un ejercicio insuficiente de sus funciones de


supervisión, vigilancia y control por parte del órgano al que se refiere la condición 2.ª
En los casos en los que las anteriores circunstancias solamente puedan ser objeto de
acreditación parcial, esta circunstancia será valorada a los efectos de atenuación de
la pena.

3. En las personas jurídicas de pequeñas dimensiones, las funciones de supervisión a


que se refiere la condición 2.ª del apartado 2 podrán ser asumidas directamente por el
órgano de administración. A estos efectos, son personas jurídicas de pequeñas
dimensiones aquéllas que, según la legislación aplicable, estén autorizadas a
presentar cuenta de pérdidas y ganancias abreviada.

4. Si el delito fuera cometido por las personas indicadas en la letra b) del apartado 1,
la persona jurídica quedará exenta de responsabilidad si, antes de la comisión del
delito, ha adoptado y ejecutado eficazmente un modelo de organización y gestión que
resulte adecuado para prevenir delitos de la naturaleza del que fue cometido o para
reducir de forma significativa el riesgo de su comisión.

En este caso resultará igualmente aplicable la atenuación prevista en el párrafo


segundo del apartado 2 de este artículo.».

 La responsabilidad penal de la persona jurídica es independiente de la


responsabilidad penal de la persona física, por mucho que sea necesario que
haya una persona física que cometa el delito. Así se puede ver claramente en lo
que dispone el art. 31 ter del Código:

«1. La responsabilidad penal de las personas jurídicas será exigible siempre que se
constate la comisión de un delito que haya tenido que cometerse por quien ostente los
cargos o funciones aludidas en el artículo anterior, aun cuando la concreta persona
física responsable no haya sido individualizada o no haya sido posible dirigir el
procedimiento contra ella. Cuando como consecuencia de los mismos hechos se
impusiere a ambas la pena de multa, los jueces o tribunales modularán las
respectivas cuantías, de modo que la suma resultante no sea desproporcionada en
relación con la gravedad de aquéllos.

2. La concurrencia, en las personas que materialmente hayan realizado los hechos o


en las que los hubiesen hecho posibles por no haber ejercido el debido control, de
circunstancias que afecten a la culpabilidad del acusado o agraven su
responsabilidad, o el hecho de que dichas personas hayan fallecido o se hubieren
sustraído a la acción de la justicia, no excluirá ni modificará la responsabilidad penal
de las personas jurídicas, sin perjuicio de lo que se dispone en el artículo siguiente.

».
 La responsabilidad de la persona física y de la persona jurídica puede coexistir.
Basta tener en cuenta lo dispuesto en el art. 31 ter CP para la modulación de la
pena de multa, que acabamos de ver, para comprobar esta posibilidad de
coexistencia de responsabilidades.
 Se trata de una responsabilidad limitada a determinados delitos, en cuanto
nuestro legislador ha establecido un sistema de numerus clausus (solo puede
castigarse en los casos en que así se ha establecido expresamente).
Recordemos que el art. 31 bis CP comenzaba señalando, precisamente, que las
personas jurídicas serán penalmente responsables «en los supuestos previstos
en este Código».
 La multa es la pena fundamental, pese a que en los casos de especial
peligrosidad de la persona jurídica pueden adoptarse otras penas más graves,
restrictivas o privativas de derechos, llegando hasta la disolución.

A. PERSONAS JURÍDICAS RESPONSABLES

Pese a lo que podría pensarse, no toda persona jurídica puede ser penalmente
responsable conforme al Código penal español.

En los arts. 31 bis a 31 quinquies, el Código Penal no dice directamente en


ningún momento qué personas jurídicas pueden ser penalmente responsables. Por tanto
hay que deducirlo de otras previsiones legales que excluyen la posibilidad de aplicar el
régimen introducido. En concreto, hay que atender tanto a lo que dispone el Código
sobre la posibilidad de imponer consecuencias accesorias a personas jurídicas como a la
propia enumeración que realiza.

Así, el art. 129 CP, al regular las consecuencias accesorias se refiere a entidades
que «por carecer de personalidad jurídica, no estén comprendidas en el artículo 31 bis
de este Código», de manera que nota esencial de las entidades que puedan incluirse en
el art. 31 bis y siguientes del Código seráque tengan personalidad jurídica.

Da igual, en definitiva, la forma que se adopte (sociedad, asociación, fundación,


empresa), siempre que se goce de personalidad jurídica —para las diferencias entre los
presupuestos de aplicación de las medidas del art. 129 CP y de las penas del art. 33.7 CP
véase lo dicho en la lección 35—.

Sin embargo, tampoco cualquier entidad con personalidad jurídica puede ser
penalmente responsable. Nuestro legislador ha decidido excluir de este régimen a
determinados entes:
Art. 31 quinquies:

«1. Las disposiciones relativas a la responsabilidad penal de las personas jurídicas no


serán aplicables al Estado, a las Administraciones públicas territoriales e
institucionales, a los Organismos Reguladores, las Agencias y Entidades
públicasEmpresariales, a las organizaciones internacionales de derecho público, ni a
aquellas otras que ejerzan potestades públicas de soberanía o administrativas.

2. En el caso de las Sociedades mercantiles públicas que ejecuten políticas públicas o


presten servicios de interés económico general, solamente les podrán ser impuestas
las penas previstas en las letras a) y g) del apartado 7 del artículo 33. (a) Multa por
cuotas o proporcional. // (g) Intervención judicial para salvaguardar los derechos de los
trabajadores o de los acreedores por el tiempo que se estime necesario, que no podrá

exceder de cinco años).Esta limitación no será aplicable cuando el juez o tribunal


aprecie que se trata de una forma jurídica creada por sus promotores, fundadores,
administradores o representantes con el propósito de eludir una eventual
responsabilidad penal.».

Así pues, la reforma llevada a cabo por la LO 1/2015, de 30 de marzo, ha


modificado el régimen de las sociedades mercantiles públicas que ejecuten políticas
públicas o presten servicios de interés económico general, que pasan a poder ser
penalmente responsables siempre. La diferencia con el régimen anterior es que, en
principio, solo les serán aplicables las penas de multa o intervención judicial; solo
«cuando el juez o tribunal aprecie que se trata de una forma jurídica creada por sus
promotores, fundadores, administradores o representantes con el propósito de eludir una
eventual responsabilidad penal», se elimina dicha limitación penológica (art. 31
quinquies 2 CP).

La redacción original del precepto excluía su responsabilidad salvo que los


tribunales apreciasen que se trataba de una forma jurídica creada por sus promotores,
fundadores, administradores o representantes con el propósito de eludir una eventual
responsabilidad penal.

Igualmente, hay que tener en cuenta que, en un primer momento, se excluía la


responsabilidad penal de partidos políticos y sindicatos, pero la LO 7/2012, de 27 de
diciembre, de modificación del Código penal en materia de transparencia y lucha contra
el fraude fiscal y en la Seguridad Social, dio nueva redacción al art. 31 bis 5 párrafo 1 o,
eliminando a los partidos políticos y sindicatos que, por tanto, sí podrán ser penalmente
responsables.

Sintetizando la regulación legal, podemos decir que hay dos grandes grupos de
personas jurídicas exentas:
 Entidades de Derecho público y asimilados (Estado; administraciones públicas
territoriales e institucionales; organismos reguladores; organizaciones
internacionales de Derecho público).
 Entidades estatales mercantiles y ejercientes privados de funciones públicas
(agencias y entidades públicas empresariales; organizaciones que ejerzan
potestades públicas de soberanía o administrativas).

B. IMPUTACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD A LA
PERSONAJURÍDICA

1. Delitos en los que se reconoce la responsabilidad penal de las


personas jurídicas

Como hemos mencionado, nuestro legislador ha establecido la responsabilidad


penal de las personas jurídicas para un catálogo cerrado de delitos, esto es, estamos ante
un sistema de numerus clausus, de forma que solo puede haber responsabilidad penal de
las personas jurídicas en los casos de los delitos que específicamente lo indiquen. Tras
la reforma de la LO 1/2015, de 30 de marzo, son los siguientes:

 Tráfico ilegal de órganos (art. 156 bis CP).


 Trata de seres humanos (art. 177 bis CP).
 Prostitución, explotación sexual y corrupción de menores (art. 189 bis CP).
 Descubrimiento y revelación de secretos (art. 197 quinquies CP).
 Estafas (art. 251 bis CP).
 Frustración de la ejecución (art. 258 ter CP).
 Insolvencias punibles (art. 261 bis CP).
 Daños (art. 264 quater CP).
 Delitos relativos a la propiedad intelectual e industrial, al mercado y los
consumidores y de corrupción en los negocios (art. 288 CP).
 Blanqueo de capitales (art. 302 CP).
 Financiación ilegal de partidos políticos (art. 304 bis CP).
 Delitos contra la Hacienda Pública y la Seguridad Social (art. 310 bis CP).
 Delitos contra los derechos de los ciudadanos extranjeros (art. 318 bis CP).
 Delitos contra la ordenación del territorio (art. 319 CP).
 Delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente (art. 328 CP).
 Contaminación o exposición a radiaciones ionizantes (art. 343 CP).
 Delitos de riesgo producidos por explosivos y otros agentes (art. 348 CP).
 Delitos contra la salud pública (arts. 366 y 369 bis CP).
 Falsificación de moneda (art. 386 CP).
 Falsificación de tarjetas de crédito y débito y cheques de viaje (art. 399 bis 1
CP).
 Cohecho (art. 427 bis CP).
 Tráfico de influencias (art. 430 CP).
 Incitación al odio y la violencia (art. 510 bis CP).
 Terrorismo (art. 576 CP).A ellos hay que añadir los delitos de contrabando, a
tenor de la reforma que la LO 6/2011, de 30 de junio, por la que se modifica la
Ley Orgánica 12/1995, de represión del contrabando, realizó en el artículo 2.6
de esta última.
2. Delito cometido por cuenta y en beneficio de la persona jurídica

Como se deduce de la redacción del art. 31 bis. 1 a) y b) CP, los delitos deben
cometerse por cuenta y en beneficio (directo o indirecto) de la persona jurídica.

Un delito se cometerá por cuenta de la empresa cuando se realice en el marco de


las funciones que en el seno de la misma tiene encomendadas la persona física que
realice la conducta delictiva. Este requisito implica que la persona se desvíe del correcto
ejercicio de las funciones que tenga atribuidas.

Respecto a que la actuación tenga lugar en beneficio de la persona jurídica, hay


que señalar que el beneficio puede ser directo (una manera de obtener un beneficio
empresarial) o indirecto (como, por ejemplo, un ahorro de costes).

3. Vías de imputación

El Código penal se refiere a dos supuestos para imputar responsabilidad penal a


una persona jurídica, 1º)Comisión por personas con poder de dirección o representación
y 2º) Comisión por parte de empleados:

1. Comisión por personas con poder de dirección o representación

Se trata de la primera vía prevista por el art. 31 bis 1 CP, al sancionar las
conductas realizadas en nombre o por cuenta de la persona jurídica y en su beneficio
directo o indirecto por sus representantes legales o por aquellos que, actuando
individualmente o como integrantes de un órgano de la persona jurídica, estén
autorizados para tomar decisiones en nombre de la persona jurídica u ostenten
facultades de organización y control dentro de la misma.

En la redacción originaria, el Código Penal solo hacía mención a los


representantes legales y a los administradores de hecho o de derecho, lo que planteaba
algunos problemas de interpretación. Ahora, con la reforma efectuada por la LO 1/2015,
de 30 de marzo, se destaca lo que es el aspecto esencial: el poder de decisión
(administración o dirección) dentro de la persona jurídica o el desempeño de tareas de
organización y control dentro de la misma. Estos aspectos ponen de manifiesto que el
poder de administración y dirección del sujeto dentro de la persona jurídica (ya sea
individualmente, ya como miembro de un órgano colegiado) es lo determinante.

La existencia de medidas de vigilancia y control idóneas para prevenir delitos de


la misma naturaleza, o que reduzcan significativamente el riesgo de su comisión,
excluye la responsabilidad penal de las personas jurídicas.

El preámbulo de la LO 1/2015 señala, precisamente, que «la reforma lleva a


cabo una mejora técnica en la regulación de la responsabilidad penal de las personas
jurídicas, …, con la finalidad de delimitar adecuadamente el contenido del “debido
control” cuyo quebrantamiento permite fundamentar su responsabilidad penal.
2. Comisión por parte de empleados

El segundo supuesto en que podemos imputar el delito a la persona jurídica es el


caso en que el delito es cometido por una persona sometida a la autoridad de las
personas vistas, que ha podido realizar los hechos porque aquellos han incumplido
gravemente los deberes de supervisión, vigilancia y control de su actividad atendidas
las concretas circunstancias del caso en cuestión.

El propio Código vuelve a excluir la responsabilidad de las personas jurídicas en


estos casos si existía, antes de la comisión del delito, un modelo de organización y
gestión adecuado para prevenir delitos de la naturaleza del que fue cometido o que
redujese significativamente el riesgo de su comisión.

Hay que tener en cuenta, sin embargo, que pese a que el precepto parece
consagrar la responsabilidad de la persona jurídica solo en los supuestos de
incumplimiento grave de los deberes de supervisión, vigilancia y control, finalmente no
es así.La modificación de la regla 2ª del art. 66 bis CP admite responsabilidad —si bien
limitando la duración de las penas que podrán imponerse pues tendrán una duración
máxima de dos años— en supuestos en que el incumplimiento de dichos deberes no
tenga carácter grave.

La punición debería haberse limitado, por tanto, al aprovechamiento de un


incumplimiento grave de los deberes de supervisión, vigilancia y control por los
encargados de los mismos.

4. Defecto de organización: la exclusión de la responsabilidad en caso


de existencia de determinados modelos de organización y gestión

Más allá del tenor literal del Código en los casos de delitos cometidos por
empleados, si la existencia previa a la comisión del delito de un modelo de organización
y gestión de determinadas características excluye la responsabilidad de las personas
jurídicas, puede concluirse que la existencia de un defecto de organización (que
precisamente excluirían los modelos a los que estamos haciendo referencia) es una
condición necesaria de la responsabilidad penal de las personas jurídicas.

5. Independencia de la responsabilidad de la persona jurídica de la


responsabilidad de la persona física

La responsabilidad de la persona jurídica es propia e independiente de la posible


responsabilidad de una persona física, como resulta claramente de las previsiones del
art. 31 ter en sus apartados 1 y 2 CP que transcribimos anteriormente.
No cabe duda de la independencia de la responsabilidad penal de la persona jurídica
respecto de la responsabilidad de la persona física, pues la persona jurídica responde
aunque la persona física no haya sido individualizada, no se haya podido dirigir el
procedimiento contra ella, esté exenta de responsabilidad criminal por falta de
culpabilidad, haya fallecido o se haya sustraído a la acción de la justicia.

El legislador quiere dejar claro el carácter propio y autónomo de la responsabilidad de la


persona jurídica, pues si bien el delito deberá ser cometido por una persona física, no se
exige la condena de esta —ni siquiera es necesario que se conozca quién es—, de forma
que podrá haber responsabilidad exclusiva de la persona jurídica o responsabilidad de la
persona jurídica y de la persona física —supuesto de coexistencia relevante, por
ejemplo, para la determinación de la pena de multa—.

C. LA PENALIDAD EN LOS SUPUESTOS DE


RESPONSABILIDAD DE PERSONAS JURÍDICAS

1. Penas aplicables y sus especialidades

La introducción de la responsabilidad penal de las personas jurídicas llevó consigo la


previsión de penas para las mismas. Dice así el art. 33.7 CP, que no se ha visto afectado
por la reforma de la LO 1/2015, de 30 de marzo:

«7. Las penas aplicables a las personas jurídicas, que tienen todas la consideración de
graves, son las siguientes:

a) Multa por cuotas o proporcional.

b) Disolución de la persona jurídica. La disolución producirá la pérdida definitiva de


su personalidad jurídica, así como la de su capacidad de actuar de cualquier modo en
el tráfico jurídico, o llevar a cabo cualquier clase de actividad, aunque sea lícita.

c) Suspensión de sus actividades por un plazo que no podrá exceder de cinco años.

d) Clausura de sus locales y establecimientos por un plazo que no podrá exceder de


cinco años.

e) Prohibición de realizar en el futuro las actividades en cuyo ejercicio se haya


cometido, favorecido o encubierto el delito. Esta prohibición podrá ser temporal o
definitiva. Si fuere temporal, el plazo no podrá exceder de quince años.
f) Inhabilitación para obtener subvenciones y ayudas públicas, para contratar con el
sector público y para gozar de beneficios e incentivos fiscales o de la Seguridad
Social, por un plazo que no podrá exceder de quince años.

g) Intervención judicial para salvaguardar los derechos de los trabajadores o de los


acreedores por el tiempo que se estime necesario, que no podrá exceder de cinco
años.

La intervención podrá afectar a la totalidad de la organización o limitarse a alguna


de sus instalaciones, secciones o unidades de negocio. El Juez o Tribunal, en la
sentencia o, posteriormente, mediante auto, determinará exactamente el contenido de
la intervención y determinará quién se hará cargo de la intervención y en qué plazos
deberá realizar informes de seguimiento para el órgano judicial. La intervención se
podrá modificar o suspender en todo momento previo informe del interventor y del
Ministerio Fiscal. El interventor tendrá derecho a acceder a todas las instalaciones y
locales de la empresa o persona jurídica y a recibir cuanta información estime
necesaria para el ejercicio de sus funciones. Reglamentariamente se determinarán los
aspectos relacionados con el ejercicio de la función de interventor, como la
retribución o la cualificación necesaria.

La clausura temporal de los locales o establecimientos, la suspensión de las


actividades sociales y la intervención judicial podrán ser acordadas también por el
Juez Instructor como medida cautelar durante la instrucción de la causa.».

1.1. La pena de multa

La pena de multa es la principal en el sistema del Código penal, pues se trata de la pena
común en todos los supuestos, pudiendo ir acompañada de otras, en su caso.

Puede imponerse tanto conforme al sistema de cuota (días multa) o puede ser una multa
proporcional. En ambos casos el legislador establece algunas modificaciones respecto al
régimen común aplicable a las personas físicas penalmente responsables.
a) Multa por cuotas

Se modifica la extensión máxima que la misma puede alcanzar, dado que podrá llegar a
los cinco años, frente a los dos de carácter general (art. 50.3 CP).

Por otro lado, se modifica la cuota diaria que en estos casos tendrá un mínimo de 30
euros y un máximo de 5.000 (art. 50.4 CP).

b) Multa proporcional

La cuantía de la misma debe determinarse con base en el beneficio obtenido o


facilitado, el perjuicio causado, el valor del objeto o la cantidad defraudada o
indebidamente obtenida. Ahora bien, en los supuestos en que no pueda realizarse el
cálculo, el Tribunal motivará dicha imposibilidad e impondrá una pena conforme al
sistema de días multa, si bien su duración dependerá de la duración de la pena de prisión
prevista para la comisión del delito por una persona física (art. 52.4 CP):

 Si la pena de prisión prevista es de más de 5 años, la multa será de 2 a 5 años.


 En el caso en el que la pena de prisión prevista sea de más de 2 años y hasta 5
años, la multa será de 1 a 3 años.
 En el resto de los casos, la multa será de 6 meses a 2 años.

c) Posibilidad de fraccionamiento del pago

En el art. 53.5 CP se prevé la posibilidad de un fraccionamiento del pago de la multa


impuesta a la persona jurídica cuando la cuantía de la sanción ponga probadamente en
peligro la supervivencia de la misma, el mantenimiento de los puestos de trabajo
existentes o cuando lo aconseje el interés general.

d) Posibilidad de intervención

Si la persona jurídica no paga, voluntariamente o por vía de apremio, la multa impuesta


en el plazo señalado, el Tribunal puede acordar su intervención hasta el pago total.

e) Modulación de la cuantía en caso de coexistencia de responsabilidad penal


de la persona jurídica y de personas físicas

Debemos recordar que, tal y como prescribe el art. 31 ter 1 CP, si como consecuencia de
unos mismos hechos se impone una pena de multa tanto a la persona física como a la
persona jurídica, hay que modular las cuantías de las mismas «de modo que la suma
resultante no sea desproporcionada en relación con la gravedad de aquéllos».

1.2. Disolución [art. 33.7.b) CP]

Esta pena, la más grave de las que se pueden imponer, supone la pérdida definitiva de la
personalidad jurídica y de la capacidad de actuar de cualquier modo en el tráfico
jurídico, o de llevar a cabo cualquier clase de actividad, incluso aunque fuese lícita.
1.3. Suspensión de las actividades por un plazo no superior a 5 años [art. 33.7.c)
CP]

En este caso debe cesar temporalmente cualquier tipo de actividad que realice la
persona jurídica.

La suspensión se puede decretar también como medida cautelar (art. 33.7, último
párrafo CP).

1.4. Clausura de locales y establecimientos por un plazo de hasta 5 años [art.


33.7.d) CP]

También es posible su adopción como medida cautelar (art. 33.7 último párrafo CP).

1.5. Prohibición de realizar en el futuro las actividades en cuyo ejercicio se haya


cometido, favorecido o facilitado el delito

Se trata de una pena que puede imponerse con carácter temporal, en cuyo caso no podrá
exceder de 15 años, o con carácter definitivo [art. 33.7.e) CP].

1.6. Inhabilitación para obtener subvenciones y ayudas públicas, contratar con


el sector público y gozar de beneficios e incentivos fiscales o de la Seguridad Social

Esta pena tiene carácter temporal, pudiendo imponerse por un plazo no superior a 15
años [art. 33.7.f) CP].

1.7. Intervención judicial para salvaguardar los derechos de los trabajadores o


acreedores

Es una pena temporal, siendo su duración máxima de 5 años [art. 33.7.g) CP].

La intervención puede ser total o parcial y puede modificarse o suspenderse en


cualquier momento, previo informe del interventor y del Ministerio Fiscal. Además, el
juez o tribunal debe, ya sea en la sentencia, ya en auto motivado posterior, fijar
exactamente el contenido de la intervención, determinando quién se hará cargo de la
misma y los plazos en que deben realizarse los informes de seguimiento.

También es posible su adopción como medida cautelar (art. 33.7 último párrafo CP).

2. La aplicación y determinación de la pena

Como ya hemos señalado, la pena de multa es la pena básica de nuestro sistema.


Sin embargo, hemos visto que existen otras penas.

Para poder imponerlas, el legislador ha establecido una serie de requisitos, de


forma que solo podrá acudirse a las mismas en supuestos cualificados.
2.1. Requisitos para la imposición de las penas interdictivas o de la disolución

a) Requisitos generales

Tal y como dispone el art. 66 bis 1 CP, para imponer una de las penas reguladas
en las letras b) a g) del art. 33.7 CP —todas menos la pena de multa—, habrá que tener
en cuenta:

1. La necesidad de la pena para prevenir la continuidad de la actividad delictiva


o de sus efectos.
2. Las consecuencias económicas y sociales y, especialmente, los efectos para los
trabajadores.
3. El puesto que ocupa en la estructura de la persona jurídica la persona física u
órgano que incumplió el deber de control.

Dado el carácter temporal de estas penas —salvo, claro está, de la pena de


disolución [art. 33.7.b) CP]—, el legislador señala que su duración no puede exceder de
la duración máxima de la pena privativa de libertad prevista para el caso de que el delito
fuese cometido por una persona física (art. 66 bis 2, primer párrafo CP).

Igualmente, debemos recordar que, como ya pudimos ver, el legislador ha


introducido una modificación en este art. 66 bis 2 CP, que establece que en los
supuestos de delitos de la letra b) del apartado 1 del art. 31 bis CP (los cometidos por
subordinados), si la responsabilidad deriva de un incumplimiento de los deberes de
supervisión, vigilancia y control que no tenga carácter grave, estas penas tendrán en
todo caso una duración máxima de dos años.

b) Requisitos para la imposición por un plazo superior a dos años

En los supuestos en que las penas pueden imponerse por un plazo superior a dos
años, el legislador condiciona la imposición de esta pena de mayor extensión a la
concurrencia de cualquiera de las dos circunstancias siguientes (art. 66 bis párrafo 2
CP).

1. Cuando la persona jurídica sea reincidente: deberemos aplicar las reglas


generales (art. 22.8 CP).
2. Cuando la persona jurídica se utilice instrumentalmente para cometer delitos. De
cara a la concreción de este requisito señala el Código que se entenderá que
hay utilización instrumental «siempre que la actividad legal de la persona
jurídica sea menos relevante que su actividad ilegal», lo que supone un intento
de concreción, aunque el resultado siga siendo excesivamente indeterminado.
c) Requisitos para la imposición por un plazo superior a cinco años o con
carácter permanente

Para imponer la prohibición de realizar las actividades y la inhabilitación con


una duración superior a 5 años, así como para decretar la disolución o la prohibición de
actividades con carácter permanente, debe concurrir cualquiera de las siguientes
circunstancias (art. 66 bis 2 párrafo tercero CP):

1. Que la persona jurídica sea multireincidente (art. 66.5 CP).


2. Utilización instrumental de la persona jurídica para cometer delitos, teniendo en
cuenta una vez más la fórmula ya vista.

2.2. Circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal

Deben tenerse en cuenta las reglas 1ª a 4ª y 6ª a 8ª del art. 66 CP. Por tanto, el
sistema visto para las personas físicas es válido también aquí, pese a los matices que
vamos a exponer.

Nuestro legislador, en el art. 31 bis 4 CP, señala que solo podrán considerarse
circunstancias atenuantes, «haber realizado, con posterioridad a la comisión del delito y
a través de sus representantes legales», las siguientes actividades:

1. Confesión [art. 31 bis 4.a) CP]: haber procedido, antes de conocer que el
procedimiento judicial se dirige contra ella, a confesar la infracción a las
autoridades. Coincide, básicamente, con la circunstancia del art. 21.4 CP
2. Colaboración [art. 31 bis 4.b) CP]: haber colaborado en la investigación del
hecho aportando pruebas, en cualquier momento del proceso, que fueran
nuevas y decisivas para esclarecer las responsabilidades penales dimanantes de
los hechos.
3. Reparación [art. 31 bis 4.c) CP]: haber procedido en cualquier momento del
procedimiento y con anterioridad al juicio oral a reparar o disminuir el daño
causado por el delito. Coincide igualmente con la del art. 21.5 CP.
4. Adopción de medidas preventivas [art. 31 bis 4.d) CP]: haber establecido,
antes del comienzo del juicio oral, medidas eficaces para prevenir y descubrir
los delitos que en el futuro pudieran cometerse con los medios o bajo la
cobertura de la persona jurídica.

Debemos recordar que, si las circunstancias que excluían la responsabilidad


penal de las personas jurídicas solo se podían acreditar parcialmente, dicha
circunstancia debe ser valorada a efectos de atenuación de la pena (art. 31 bis 2.4 último
párrafo y 31 bis 4 párrafo 2º CP).
D. LA RESPONSABILIDAD CIVIL DERIVADA DEL DELITO

Tras la reforma por LO 5/2010, de 22 de junio. el art. 116.3 CP establece que la


responsabilidad penal de una persona jurídica llevará consigo su responsabilidad civil
en los términos establecidos en el art. 110 CP de forma solidaria con las personas físicas
que fueren condenadas por los mismos hechos.

Si la persona jurídica resulta penalmente responsable de la infracción penal, lo


será también civilmente y de manera directa en los mismos términos que la persona
física. Es conveniente recordar que la persona jurídica puede resultar penalmente
responsable sin necesidad que ninguna persona física resulte condenada.

Por otro lado, el art. 116.3 CP ahora analizado obviamente no se refiere a los
supuestos en que la persona jurídica, sin ser penalmente responsable, es responsable
civil subsidiaria por hechos delictivos cometidos por personas físicas en su seno o a
través de las mismas (ver apartados 2º, 3º, 4º y 5º del art. 120 CP).

E. EXTINCIÓN DE LA RESPONSABILIDAD CRIMINAL DE LAS


PERSONAS JURÍDICAS

1. La extinción de la responsabilidad penal de las personas jurídicas


por las causas previstas en el art. 130.1 CP

Así, el cumplimiento de la condena, la prescripción de la infracción penal y la


prescripción de la pena tendrían el referido efecto (ver, respectivamente, apartados 2º, 6º
y 7º del art. 130.1 CP).

Existen otras causas que no pueden ser aplicables para determinar la extinción
de la responsabilidad penal de las personas jurídicas, se destacan las siguientes:

1. La muerte del reo (art. 130.1.1 CP) que se refiere a la muerte física de la persona
cuyo paralelismo respecto de la persona jurídica se podría encontrar en la
disolución de la misma, cuestión esta que indirectamente abordó, junto con
otras, la reforma de LO 5/2010 en el art. 130.2 CP como habrá ocasión de
comprobar.
2. Tampoco la remisión de la pena tras el vencimiento del plazo de suspensión de
la ejecución de la misma y habiéndose cumplido todas las condiciones a las
que se sometió dicha suspensión, según se establece en el art. 87 CP (art.
130.1.3 CP), porque la suspensión solo es aplicable respecto de las penas
privativas de libertad que solo se pueden imponer, por su propia naturaleza, a
la persona física.
3. De acuerdo con el art. 31 bis 1 CP, las personas jurídicas solo pueden ser
penalmente responsables respecto de los delitos en los que expresamente se
establezca esa posibilidad y ninguno de los delitos que contempla el perdón del
ofendido como causa de extinción de la acción penal contiene en su regulación
semejante previsión, por ello, como causa de extinción de la responsabilidad
penal del art. 130.1.5 CP, no resulta aplicable a las personas jurídicas.
Por último, la doctrina expresa sus dudas sobre la posibilidad de aplicar el
indulto como causa de extinción de la responsabilidad penal de las personas jurídicas.
Nada en la regulación positiva del indulto impide, al menos de manera expresa, que el
mismo se pueda solicitar para extinguir la responsabilidad penal de una persona
jurídica.

2. Causas de extinción de la responsabilidad penal de la persona


jurídica tras la reforma de 2010

La naturaleza de la persona jurídica permite que esta, a diferencia de la física, se


trasforme, se fusione, se escinda o sea absorbida por otra persona jurídica. Tales
operaciones pueden provocar una mutación total o parcial de su personalidad jurídica
aparente pues su esencia material puede subsistir. A grandes rasgos se puede decir que
la entidad material de la persona jurídica subsiste bajo el nuevo nombre que haya
adquirido en caso de trasformación, se divide en el caso de la escisión, se mezcla con la
existencia material de otra persona jurídica en el caso de la fusión o absorción.

Semejantes procesos no son posibles, al menos no legalmente, en el caso de la


persona física, que mantiene su identidad desde el nacimiento hasta la muerte. Por ello y
para evitar que este tipo de operaciones puedan burlar la responsabilidad penal en que
las personas jurídicas hayan incurrido, la reforma de LO 5/2010, de 22 de junio,
introdujo una serie de reglas aplicables solo a las mismas.

Así, según establece el primer párrafo del art. 130.2 CP: «La transformación,
fusión, absorción o escisión de una persona jurídica no extingue su responsabilidad
penal, que se trasladará a la entidad o entidades en que se transforme, quede fusionada o
absorbida y se extenderá a la entidad o entidades que resulten de la escisión. El Juez o
Tribunal podrá moderar el traslado de la pena a la persona jurídica en función de la
proporción que la persona jurídica originariamente responsable del delito guarde con
ella».

Por otro lado y con el mismo propósito apuntado, ya el legislador de 2010


dispuso que la disolución aparente o encubierta de la persona jurídica no extingue la
responsabilidad penal, entendiendo que tal disolución se da cuando la persona jurídica
continúa su actividad económica y mantiene la identidad sustancial de clientes,
proveedores y empleados, o de la parte más relevante de todos ellos (ver párrafo
segundo del art. 130.2 CP).

No obstante, existen pensamientos en contra de lo anterior, dentro de una


interpretación “a sensu contrario”:Que el vigente Código penal establezca que la
disolución aparente de la persona jurídica no extingue su responsabilidad penal puede
interpretarse, como indicativo de que la disolución real o material de la misma sí
produce dicho efecto del mismo modo que la muerte, salvando las distancias, extingue
la responsabilidad penal de la persona física. El principio de personalidad de las penas
resulta de aplicación a este respecto. La persona jurídica penalmente responsable es, al
igual que la física, el único sujeto de quien se puede predicar la responsabilidad penal y
el único sujeto que puede cumplir la pena que se deriva de la misma. Esa
responsabilidad penal no puede trasladarse a otros sujetos por lo que la disolución real o
material de la persona jurídica extingue la responsabilidad penal en que hubiera podido
incurrir. Por todas estas razones algunos consideran que la disolución real de la persona
jurídica debería contemplarse expresamente dentro del catálogo de causas de extinción
de la responsabilidad penal del art. 130.1 CP.

El legislador de 2010 no definió en qué consiste la disolución real de la persona


jurídica sino que se limitó a describir su contrario: la disolución aparente. Tampoco la
LO 1/2015, de 30 de marzo, pese a modificar el régimen de responsabilidad penal de las
personas jurídicas, ha incidido sobre el aspecto analizado.

Por ende, podremos decir que, teniendo en cuenta la descripción que la ley
vigente da de la disolución aparente (ver segundo párrafo del art. 130 CP), la
disolución real implica un cese definitivo de la actividad económica de la persona
jurídica que no mantiene ni a sus clientes, ni a sus proveedores, ni a sus empleados.

FIN

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