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El artículo 31 bis del Código Penal español hace referencia al concepto de delito.
Concretamente, en este artículo se establece la posibilidad de que las personas
jurídicas posean responsabilidad penal.
Art. 31 bis.
«1. En los supuestos previstos en este Código, las personas jurídicas serán
penalmente responsables:
«2. Si el delito fuere cometido por las personas indicadas en la letra a) del apartado
anterior, la persona jurídica quedará exenta de responsabilidad si se cumplen las
siguientes condiciones:
3.ª los autores individuales han cometido el delito eludiendo fraudulentamente los
modelos de organización y de prevención y
4. Si el delito fuera cometido por las personas indicadas en la letra b) del apartado 1,
la persona jurídica quedará exenta de responsabilidad si, antes de la comisión del
delito, ha adoptado y ejecutado eficazmente un modelo de organización y gestión que
resulte adecuado para prevenir delitos de la naturaleza del que fue cometido o para
reducir de forma significativa el riesgo de su comisión.
«1. La responsabilidad penal de las personas jurídicas será exigible siempre que se
constate la comisión de un delito que haya tenido que cometerse por quien ostente los
cargos o funciones aludidas en el artículo anterior, aun cuando la concreta persona
física responsable no haya sido individualizada o no haya sido posible dirigir el
procedimiento contra ella. Cuando como consecuencia de los mismos hechos se
impusiere a ambas la pena de multa, los jueces o tribunales modularán las
respectivas cuantías, de modo que la suma resultante no sea desproporcionada en
relación con la gravedad de aquéllos.
».
La responsabilidad de la persona física y de la persona jurídica puede coexistir.
Basta tener en cuenta lo dispuesto en el art. 31 ter CP para la modulación de la
pena de multa, que acabamos de ver, para comprobar esta posibilidad de
coexistencia de responsabilidades.
Se trata de una responsabilidad limitada a determinados delitos, en cuanto
nuestro legislador ha establecido un sistema de numerus clausus (solo puede
castigarse en los casos en que así se ha establecido expresamente).
Recordemos que el art. 31 bis CP comenzaba señalando, precisamente, que las
personas jurídicas serán penalmente responsables «en los supuestos previstos
en este Código».
La multa es la pena fundamental, pese a que en los casos de especial
peligrosidad de la persona jurídica pueden adoptarse otras penas más graves,
restrictivas o privativas de derechos, llegando hasta la disolución.
Pese a lo que podría pensarse, no toda persona jurídica puede ser penalmente
responsable conforme al Código penal español.
Así, el art. 129 CP, al regular las consecuencias accesorias se refiere a entidades
que «por carecer de personalidad jurídica, no estén comprendidas en el artículo 31 bis
de este Código», de manera que nota esencial de las entidades que puedan incluirse en
el art. 31 bis y siguientes del Código seráque tengan personalidad jurídica.
Sin embargo, tampoco cualquier entidad con personalidad jurídica puede ser
penalmente responsable. Nuestro legislador ha decidido excluir de este régimen a
determinados entes:
Art. 31 quinquies:
Sintetizando la regulación legal, podemos decir que hay dos grandes grupos de
personas jurídicas exentas:
Entidades de Derecho público y asimilados (Estado; administraciones públicas
territoriales e institucionales; organismos reguladores; organizaciones
internacionales de Derecho público).
Entidades estatales mercantiles y ejercientes privados de funciones públicas
(agencias y entidades públicas empresariales; organizaciones que ejerzan
potestades públicas de soberanía o administrativas).
B. IMPUTACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD A LA
PERSONAJURÍDICA
Como se deduce de la redacción del art. 31 bis. 1 a) y b) CP, los delitos deben
cometerse por cuenta y en beneficio (directo o indirecto) de la persona jurídica.
3. Vías de imputación
Se trata de la primera vía prevista por el art. 31 bis 1 CP, al sancionar las
conductas realizadas en nombre o por cuenta de la persona jurídica y en su beneficio
directo o indirecto por sus representantes legales o por aquellos que, actuando
individualmente o como integrantes de un órgano de la persona jurídica, estén
autorizados para tomar decisiones en nombre de la persona jurídica u ostenten
facultades de organización y control dentro de la misma.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que pese a que el precepto parece
consagrar la responsabilidad de la persona jurídica solo en los supuestos de
incumplimiento grave de los deberes de supervisión, vigilancia y control, finalmente no
es así.La modificación de la regla 2ª del art. 66 bis CP admite responsabilidad —si bien
limitando la duración de las penas que podrán imponerse pues tendrán una duración
máxima de dos años— en supuestos en que el incumplimiento de dichos deberes no
tenga carácter grave.
Más allá del tenor literal del Código en los casos de delitos cometidos por
empleados, si la existencia previa a la comisión del delito de un modelo de organización
y gestión de determinadas características excluye la responsabilidad de las personas
jurídicas, puede concluirse que la existencia de un defecto de organización (que
precisamente excluirían los modelos a los que estamos haciendo referencia) es una
condición necesaria de la responsabilidad penal de las personas jurídicas.
«7. Las penas aplicables a las personas jurídicas, que tienen todas la consideración de
graves, son las siguientes:
c) Suspensión de sus actividades por un plazo que no podrá exceder de cinco años.
La pena de multa es la principal en el sistema del Código penal, pues se trata de la pena
común en todos los supuestos, pudiendo ir acompañada de otras, en su caso.
Puede imponerse tanto conforme al sistema de cuota (días multa) o puede ser una multa
proporcional. En ambos casos el legislador establece algunas modificaciones respecto al
régimen común aplicable a las personas físicas penalmente responsables.
a) Multa por cuotas
Se modifica la extensión máxima que la misma puede alcanzar, dado que podrá llegar a
los cinco años, frente a los dos de carácter general (art. 50.3 CP).
Por otro lado, se modifica la cuota diaria que en estos casos tendrá un mínimo de 30
euros y un máximo de 5.000 (art. 50.4 CP).
b) Multa proporcional
d) Posibilidad de intervención
Debemos recordar que, tal y como prescribe el art. 31 ter 1 CP, si como consecuencia de
unos mismos hechos se impone una pena de multa tanto a la persona física como a la
persona jurídica, hay que modular las cuantías de las mismas «de modo que la suma
resultante no sea desproporcionada en relación con la gravedad de aquéllos».
Esta pena, la más grave de las que se pueden imponer, supone la pérdida definitiva de la
personalidad jurídica y de la capacidad de actuar de cualquier modo en el tráfico
jurídico, o de llevar a cabo cualquier clase de actividad, incluso aunque fuese lícita.
1.3. Suspensión de las actividades por un plazo no superior a 5 años [art. 33.7.c)
CP]
En este caso debe cesar temporalmente cualquier tipo de actividad que realice la
persona jurídica.
La suspensión se puede decretar también como medida cautelar (art. 33.7, último
párrafo CP).
También es posible su adopción como medida cautelar (art. 33.7 último párrafo CP).
Se trata de una pena que puede imponerse con carácter temporal, en cuyo caso no podrá
exceder de 15 años, o con carácter definitivo [art. 33.7.e) CP].
Esta pena tiene carácter temporal, pudiendo imponerse por un plazo no superior a 15
años [art. 33.7.f) CP].
Es una pena temporal, siendo su duración máxima de 5 años [art. 33.7.g) CP].
También es posible su adopción como medida cautelar (art. 33.7 último párrafo CP).
a) Requisitos generales
Tal y como dispone el art. 66 bis 1 CP, para imponer una de las penas reguladas
en las letras b) a g) del art. 33.7 CP —todas menos la pena de multa—, habrá que tener
en cuenta:
En los supuestos en que las penas pueden imponerse por un plazo superior a dos
años, el legislador condiciona la imposición de esta pena de mayor extensión a la
concurrencia de cualquiera de las dos circunstancias siguientes (art. 66 bis párrafo 2
CP).
Deben tenerse en cuenta las reglas 1ª a 4ª y 6ª a 8ª del art. 66 CP. Por tanto, el
sistema visto para las personas físicas es válido también aquí, pese a los matices que
vamos a exponer.
Nuestro legislador, en el art. 31 bis 4 CP, señala que solo podrán considerarse
circunstancias atenuantes, «haber realizado, con posterioridad a la comisión del delito y
a través de sus representantes legales», las siguientes actividades:
1. Confesión [art. 31 bis 4.a) CP]: haber procedido, antes de conocer que el
procedimiento judicial se dirige contra ella, a confesar la infracción a las
autoridades. Coincide, básicamente, con la circunstancia del art. 21.4 CP
2. Colaboración [art. 31 bis 4.b) CP]: haber colaborado en la investigación del
hecho aportando pruebas, en cualquier momento del proceso, que fueran
nuevas y decisivas para esclarecer las responsabilidades penales dimanantes de
los hechos.
3. Reparación [art. 31 bis 4.c) CP]: haber procedido en cualquier momento del
procedimiento y con anterioridad al juicio oral a reparar o disminuir el daño
causado por el delito. Coincide igualmente con la del art. 21.5 CP.
4. Adopción de medidas preventivas [art. 31 bis 4.d) CP]: haber establecido,
antes del comienzo del juicio oral, medidas eficaces para prevenir y descubrir
los delitos que en el futuro pudieran cometerse con los medios o bajo la
cobertura de la persona jurídica.
Por otro lado, el art. 116.3 CP ahora analizado obviamente no se refiere a los
supuestos en que la persona jurídica, sin ser penalmente responsable, es responsable
civil subsidiaria por hechos delictivos cometidos por personas físicas en su seno o a
través de las mismas (ver apartados 2º, 3º, 4º y 5º del art. 120 CP).
Existen otras causas que no pueden ser aplicables para determinar la extinción
de la responsabilidad penal de las personas jurídicas, se destacan las siguientes:
1. La muerte del reo (art. 130.1.1 CP) que se refiere a la muerte física de la persona
cuyo paralelismo respecto de la persona jurídica se podría encontrar en la
disolución de la misma, cuestión esta que indirectamente abordó, junto con
otras, la reforma de LO 5/2010 en el art. 130.2 CP como habrá ocasión de
comprobar.
2. Tampoco la remisión de la pena tras el vencimiento del plazo de suspensión de
la ejecución de la misma y habiéndose cumplido todas las condiciones a las
que se sometió dicha suspensión, según se establece en el art. 87 CP (art.
130.1.3 CP), porque la suspensión solo es aplicable respecto de las penas
privativas de libertad que solo se pueden imponer, por su propia naturaleza, a
la persona física.
3. De acuerdo con el art. 31 bis 1 CP, las personas jurídicas solo pueden ser
penalmente responsables respecto de los delitos en los que expresamente se
establezca esa posibilidad y ninguno de los delitos que contempla el perdón del
ofendido como causa de extinción de la acción penal contiene en su regulación
semejante previsión, por ello, como causa de extinción de la responsabilidad
penal del art. 130.1.5 CP, no resulta aplicable a las personas jurídicas.
Por último, la doctrina expresa sus dudas sobre la posibilidad de aplicar el
indulto como causa de extinción de la responsabilidad penal de las personas jurídicas.
Nada en la regulación positiva del indulto impide, al menos de manera expresa, que el
mismo se pueda solicitar para extinguir la responsabilidad penal de una persona
jurídica.
Así, según establece el primer párrafo del art. 130.2 CP: «La transformación,
fusión, absorción o escisión de una persona jurídica no extingue su responsabilidad
penal, que se trasladará a la entidad o entidades en que se transforme, quede fusionada o
absorbida y se extenderá a la entidad o entidades que resulten de la escisión. El Juez o
Tribunal podrá moderar el traslado de la pena a la persona jurídica en función de la
proporción que la persona jurídica originariamente responsable del delito guarde con
ella».
Por ende, podremos decir que, teniendo en cuenta la descripción que la ley
vigente da de la disolución aparente (ver segundo párrafo del art. 130 CP), la
disolución real implica un cese definitivo de la actividad económica de la persona
jurídica que no mantiene ni a sus clientes, ni a sus proveedores, ni a sus empleados.
FIN