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DE PREVENCIÓN DE DELITOS”.
FUNDAMENTO Y BASES PARA UNA DOGMÁTICA1
1. INTRODUCCIÓN
El 1 de julio de 2015 entró en vigor la amplia reforma del Código penal llevada a
cabo en virtud de la Ley Orgánica 1/2015, de 30 de marzo. En lo que aquí interesa,
dicha Ley Orgánica reformó los arts. 31 bis y ss. CP, modificando así sustancialmente
el régimen de responsabilidad “penal” de las personas jurídicas introducido en España
el año 2010. Estas páginas tienen por objeto un aspecto específico de esta particular
reforma. Se trata, en concreto, de analizar el denominador común de las disposiciones
contenidas en los números 2., 3., 4. y 5. del art. 31 bis CP. Los referidos incisos esta-
blecen expresamente que la persona jurídica quedará exenta de responsabilidad si ha
tenido lugar en ella la adopción de un modelo de prevención de delitos (en términos
diferentes si la persona física que comete el delito es una de las dotadas de autoridad
en la persona jurídica –número 2.–; o bien si se trata de una subordinada de aquéllas
–número 4.–).2
1
Este trabajo se enmarca en el Proyecto de Investigación financiado por el Gobierno de España que
lleva por título “La teoría del delito en el Derecho penal económico y de la empresa”.
2
Art. 31 bis:
“2. Si el delito fuere cometido por las personas indicadas en la letra a) del apartado anterior, la per-
sona jurídica quedará exenta de responsabilidad si se cumplen las siguientes condiciones: 1.ª el órgano
de administración ha adoptado y ejecutado con eficacia, antes de la comisión del delito, modelos de orga-
nización y gestión que incluyen las medidas de vigilancia y control idóneas para prevenir delitos de la
misma naturaleza o para reducir de forma significativa el riesgo de su comisión; 2.ª la supervisión del fun-
cionamiento y del cumplimiento del modelo de prevención implantado ha sido confiada a un órgano de la
670 ESTUDIOS DE DERECHO PENAL
1.2. Precomprensiones
persona jurídica con poderes autónomos de iniciativa y de control o que tenga encomendada legalmente
la función de supervisar la eficacia de los controles internos de la persona jurídica; 3.ª los autores indivi-
duales han cometido el delito eludiendo fraudulentamente los modelos de organización y de prevención y
4.ª no se ha producido una omisión o un ejercicio insuficiente de sus funciones de supervisión, vigilancia
y control por parte del órgano al que se refiere la condición 2.ª. En los casos en los que las anteriores
circunstancias solamente puedan ser objeto de acreditación parcial, esta circunstancia será valorada a los
efectos de atenuación de la pena.
(…)
4. Si el delito fuera cometido por las personas indicadas en la letra b) del apartado 1, la persona jurí-
dica quedará exenta de responsabilidad si, antes de la comisión del delito, ha adoptado y ejecutado efi-
cazmente un modelo de organización y gestión que resulte adecuado para prevenir delitos de la naturaleza
del que fue cometido o para reducir de forma significativa el riesgo de su comisión. En este caso resultará
igualmente aplicable la atenuación prevista en el párrafo segundo del apartado 2 de este artículo.”
El nuevo texto legal español sigue muy de cerca la legislación italiana (arts. 5, 6 y 7 del D.L. 231/2001)
y también es relativamente próximo a la Ley chilena 20.393 de 2 de diciembre de 2009 (arts. 3º y 4º).
De todos modos, debe considerarse también la influencia de la obra de Nieto Martín, La responsabilidad
penal de las personas jurídicas: un modelo legislativo, 2008, en todo el proceso.
3
Para esto cfr. De la Mata Barranco, La actuación conforme a protocolos de prevención de delitos
como causa de exención de responsabilidad penal, en: De la Cuesta Arzamendi (dir.), Responsabilidad
penal de las personas jurídicas, 2013, pp. 249 y ss.; Nieto Martín (dir.), Manual de cumplimiento penal
en la empresa, 2015.
4
Recuérdese su obra Derecho penal económico aplicado a la Actividad Empresarial, 1978.
5
Bajo/ Feijoo/ Gómez-Jara, Tratado de responsabilidad penal de las personas jurídicas, 2012.
6
Mediante el uso imperativo del futuro, que es común en nuestra legislación penal.
Jesús-María Silva Sánchez 671
tren un vínculo preciso con la persona jurídica. Está claro que la literalidad del texto
del art. 31 bis 1. CP no contempla la eventualidad de que la persona jurídica cometa
delito alguno.
A partir de aquí se plantea la cuestión acerca de cuál es el título en virtud del cual
la persona jurídica puede ser hecha responsable por el delito cometido por una persona
física o varias de éstas. En realidad, esta cuestión suscita –a su vez– el problema de
cuál es la naturaleza jurídica del art. 31 bis 1. CP. Pues bien, la literalidad del art. 31
bis 1. CP refleja con bastante claridad la estructura de una regla de imputación: de ahí
que sea correcto afirmar que, con algunas incongruencias –ahora crecientes, en virtud
de la reforma de 2015–, el texto responde al denominado “modelo de la imputación” o
“modelo de la transferencia”. Tal regla de imputación se basa en que las personas físi-
cas, al cometer el delito, actuaron en nombre o por cuenta de la persona jurídica, así
como en su beneficio directo o indirecto (para el caso del art. 31 bis 1. a) CP)7; o bien,
en que cometieron el delito en el ejercicio de las actividades sociales y por cuenta y
en beneficio directo o indirecto de la persona jurídica (para el caso del art. 31 bis 1. b)
CP)8. Así las cosas, procede efectuar dos constataciones. La primera, que, si tal regla
de imputación (el principio del beneficio) es la que fundamenta la responsabilidad
“penal” de la persona jurídica, entonces está claro que tal responsabilidad sólo puede
tener de “penal” el nombre y ni remotamente la sustancia, fundamento y efectos. De
modo que la consecuencia de dicha atribución de responsabilidad tampoco puede ser
calificada, ni remotamente, como “pena” en sentido material9. La segunda, que, fun-
damentada así la responsabilidad de la persona jurídica, la atribución de un efecto de
exención de responsabilidad a la implantación de modelos idóneos de organización y
gestión en su seno resulta poco consistente. Pues, aun implantados estos, cabe la posi-
bilidad (al menos en el caso del art. 31 bis 1. a) CP, al que luego se refiere el número
2.) de que haya casos de comisión del delito por una persona física en los que concu-
rran todos y cada uno de los presupuestos que exige la regla de imputación a la per-
sona jurídica contenida en el texto legal.
Claro que, como es público y notorio, un sector de la doctrina ha leído el número
1. del art. 31 bis CP infiriendo de él, además de la regla de imputación explícitamente
existente, dos elementos más: una norma –directiva– de conducta dirigida a la per-
sona jurídica y derivada indirectamente del correspondiente tipo legal realizado por
7
En el caso de la comisión del delito por “sus representantes legales o por aquellos que, actuando
individualmente o como integrantes de un órgano de la persona jurídica, están autorizados para tomar
decisiones en nombre de la persona jurídica u ostentan facultades de organización y control dentro de la
misma”.
8
En el caso de la comisión del delito por quienes, “estando sometidos a la autoridad de las personas
mencionadas en el párrafo anterior, han podido realizar los hechos por haberse incumplido gravemente
por aquéllas los deberes de supervisión, vigilancia y control de su actividad atendidas las concretas cir-
cunstancias del caso”.
9
Sobre la consecuencia jurídica como incentivo para la prevención del enriquecimiento injusto
de la persona jurídica: Robles Planas, Strafe und juristische Person, ZIS 7/2012, pp. 347 y ss., 358 y ss.
(=Robles Planas, Pena y persona jurídica, en: Estudios de dogmática jurídico-penal, 2014, pp. 203 y ss.)
672 ESTUDIOS DE DERECHO PENAL
10
Así, Cigüela Sola, La culpabilidad colectiva en Derecho penal. Crítica y propuesta de una respon-
sabilidad estructural de la empresa, Tesis doctoral UPF, 2014.
11
Silva Sánchez, La responsabilidad penal de las personas jurídicas en Derecho español, en: Funda-
mentos del Derecho penal de la empresa, 1ª edic., 2013, pp. 243 y ss., con referencias.
Jesús-María Silva Sánchez 673
Código penal llama “penas” a las consecuencias jurídicas imponibles a las personas
jurídicas que se estimen responsables de los delitos cometidos por las personas físi-
cas obrantes en su seno; ii) pero permite sostener que dichas “penas” lo son en un sen-
tido distinto de las penas imponibles a las personas físicas; iii) en concreto, que no se
trata de penas retributivas, sino de correctivos preventivos12 o “cuasipenas”; iv) ello
es compatible con la teoría de las normas ad usum, pues permite sostener que las per-
sonas jurídicas no infringen de modo culpable directivas de conducta; v) y, como se
verá, permite acoger con cierta facilidad la novedad introducida en 2015, relativa a
que la implantación efectiva de un modelo idóneo de prevención de delitos en la per-
sona jurídica determina que ésta quede exenta de responsabilidad “penal”.
2.1. Introducción
12
Ordenados a la reestructuración de la persona jurídica: Goena Vives, Sanciones penales a perso-
nas jurídicas: criterios de modulación, Tesis doctoral UNAV, 2014.
13
Existe una posición contraria que me atrevo a calificar de minoritaria: así, por ejemplo, Krawiec,
Cosmetic Compliance and the Failure of Negotiated Governance, Wash.U.L.Q. 81, 2 (2003), pp. 487 y
ss., 510 y ss., a partir de la idea de que, pese a lo costoso que es implantar un programa, no existe prueba
de la efectividad de las estructuras de compliance para evitar delitos; le replica Aviram, In Defense of
Imperfect Compliance Programs, Fla. St. U. L. Rev. 32 (2005), pp. 763 y ss.
14
Walsh/Pyrich, Corporate Compliance Programs as a Defense to Criminal Liability: Can a Corpo-
ration Save Its Soul? 47 Rutgers L. Rev. (1995), pp. 605 y ss., 666.
674 ESTUDIOS DE DERECHO PENAL
(i) Tal dejación del efecto práctico eximente de los programas de cumplimiento al
albur del Departamento de Justicia ha sido y es objeto de serias críticas15.
(ii) Además, es bastante común convenir que ese statu quo no incentiva de modo sufi-
ciente la adopción de programas de cumplimiento eficaces. En efecto, según la
concepción norteamericana, la atribución de efectos eximentes (de affirmative
defense) a los programas de cumplimiento pretende transmitir y reforzar un men-
saje incentivador de la adopción y mantenimiento de medidas eficaces de preven-
ción y detección de delitos (self policing)16. Todo ello con la obvia finalidad de
política jurídica de que la autorregulación determine que los delitos cometidos en
el marco de la persona jurídica se reduzcan al mínimo posible. Pues bien, según
algunos autores, la tesis de que ello se esté logrando de modo razonable no goza
de apoyo empírico alguno.
(iii) En fin, resulta claro que si el caso llega a la fase de juicio, la existencia de un pro-
grama de cumplimiento sólo puede conducir –de conformidad con las Corporate
Sentencing Guidelines– a una atenuación de la pena, sin excluir la sentencia con-
denatoria para la persona jurídica17. Lo que se estima que debería ser modificado.
En realidad, como ponen de relieve los autores críticos con los NPA y los DPA
mencionados más arriba, el mayor desincentivo en toda esta materia sigue siendo la
conminación con pena de prisión a las personas físicas que quepa reputar responsa-
bles por acción o por omisión del delito cometido en la empresa. Como es sabido, el
sistema de responsabilidad penal de las personas jurídicas (y su reverso: el sistema
de compliance programs o modelos de prevención de delitos) debe operar, pues, de
modo acumulativo al anterior y no de modo sustitutivo. Esto último es lo que, según
parece, estaría sucediendo en la práctica norteamericana de los acuerdos con la Fisca-
lía en mayor o menor medida.
Sea como fuere, la fundamentación del sistema de imputación de responsabilidad
penal de las personas jurídicas con base en el telos de incentivar de forma cualificada
la adopción de modelos de prevención no llega, a mi juicio, hasta el final del pro-
blema. Si se pretende incentivar algo, ello será debido a que ese algo se valora posi-
tivamente; o, expresado al revés, que la inexistencia de ese algo se valora negativa-
mente. En este punto, creo que –como ya señalé en el apartado anterior– la aparición
en escena de la eximente de “modelos de prevención” nos aporta un dato relevante
15
Por ejemplo, Uhlmann, Deferred Prosecution and Non-Prosecution Agreements and the Erosion
of Corporate Criminal Liability, 72 Maryland L.R. (2013), pp. 1995 y ss., 1301, criticando su incidencia
en casos en los que la gravedad de los hechos haría precisa la efectiva responsabilidad de las personas
físicas y jurídicas; asimismo, Mitchell, Deferred Corporate Prosecution Agreements as Corrupt Regime:
The Case for Prison, accesible en http://ssrn.com/abstract=2558748.
16
Podgor, A New Corporate World Mandates a “Good Faith” Affirmative Defense, 44 ACLR
(2007), pp. 1537 y ss. Ya antes, Walsh/Pyrich, 47 Rutgers L. Rev. (1995), pp. 679 y ss.; Huff, The Role of
Corporate Compliance Programs in Determining Corporate Criminal Liability: A Suggested Approach,
96 Colum. L. Rev. (1996), pp. 1252 y ss.; Weissmann & Newman, Rethinking Criminal Corporate Liabi-
lity, 82 Ind. L.J.(2007), pp. 411 y ss.
17
Walsh/Pyrich, 47 Rutgers L. Rev. (1995), pp. 671 y ss.
Jesús-María Silva Sánchez 675
chischen und liechtensteinischen Recht, ZStW 126 (2014), pp. 73 y ss., 99.
676 ESTUDIOS DE DERECHO PENAL
20
Walsh/Pyrich, 47 Rutgers L. Rev. (1995), pp. 677-678. Obsérvese que los actos de progresiva
implantación y mantenimiento se irán atribuyendo a personas distintas ya en un mismo momento y mucho
más a medida que vaya teniendo lugar una sucesión de personas en los diferentes cargos. Por ello, el
estado de cosas de mantenimiento al día de la estructura neutra o incluso virtuosa sólo cabe asociarla al
colectivo a lo largo del tiempo, en definitiva, y por simplificar, a la persona jurídica en sí, en tanto que
“estructuración del colectivo”.
La doctrina italiana habla, a este respecto, de una “colpa di organizzazione”, excluida por la posibili-
dad de la persona jurídica de dotarse de modelos de organización y gestión adecuados, idóneos para redu-
cir el riesgo de comisión de delitos: cfr., por ejemplo, Paliero/Piergallini, La colpa di organizzazione, en:
La responsabilità amministrativa delle società e degli enti, 2006, pp. 167 y ss.; Paliero, La società punita,
del come, del perché, e del per cosa, RIDPP 2008, pp. 1516 y ss.; Giunta, Il reato come rischio d’impresa
e la colpevolezza dell’ente collettivo, Analisi Giuridica dell’Economia, 2/ 2009, pp. 243 y ss., 244.
21
Y, por ello, suficiente para fundamentar una competencia preferente de la persona jurídica con
respecto al hecho de la persona física y frente a la víctima. Dada esa competencia preferente, la sanción
de la persona jurídica mostraría proximidad estructural con el estado de necesidad defensivo.
22
De todos modos, de la previsión específica de la eximente de “modelo de prevención” no debería
pretender inferirse a contrario que sólo esta eximente procedimentalizada –y no una forma de neutraliza-
ción alternativa menos formalista o reglamentista– pueda eximir de responsabilidad.
23
En el mismo sentido, Frisch, Strafbarkeit juristischer Personen und Zurechnung, en: Festschrift
für J. Wolter zum 70 Geburtstag, 2013, pp. 249 y ss., 356. Como este autor señala, y antes hemos comen-
Jesús-María Silva Sánchez 677
de cosas antijurídico, el inicio de la ejecución del delito por parte de la persona física
constituiría una –aunque no la única– condición de “punibilidad”: su “resultado”24.
El estado de cosas de favorecimiento quedaría razonablemente compensado por la
sucesión de medidas adecuadas de prevención adoptadas y mantenidas25. Expresado
de otro modo, el modelo de prevención adecuado tendería a la sustitución del estado
de organización defectuosa (estructura de injusto o inicua: favorecedora o incapaz de
evitar hechos de personas físicas) por una organización lo más correcta posible (una
estructura no favorecedora, capaz de evitar hechos lesivos e incluso –idealmente–
promotora de virtud26), de modo que el estado de riesgo/empresa pasaría a constituir
un estado de riesgo no desaprobado jurídicamente. A intentar determinar si es posi-
ble expresar en modo verbal indicativo los anteriores enunciados hipotéticos se dedi-
can las próximas páginas.
La relevancia adquirida por los modelos de prevención de delitos cuya eficaz adop-
ción y ejecución se exige a las personas jurídicas no se puede entender sin tomar en
consideración el factor de la aparición de un nuevo marco cultural promovido desde
las organizaciones internacionales y, luego, desde los poderes públicos nacionales.
Ese marco cultural se caracteriza, en primer lugar, por una clara aversión al riesgo
generado por las personas jurídicas que realizan actividades económicas28. La liber-
tado, el problema radica en si ese injusto es típico. De exigirse que fuera típico, habría que analizar si los
tipos de participación admiten su realización por estados de cosas y no sólo por acciones u omisiones. En
España, el art. 10 CP alude a que sólo pueden ser delitos las acciones u omisiones dolosas o imprudentes.
En las disposiciones relativas a la participación el Código penal se sirve del término “acto”, que es sinó-
nimo de acción. Pero el término “acción”, según el DRAE, puede ser entendido como “resultado” de una
acción. Pues bien, el estado de cosas que resulta de una acumulación sucesiva de acciones y omisiones
(interacción) sin poder imputarse a ninguna de todas ellas en particular no desborda el campo semántico
de ese término. En todo caso, lo que no resultaría posible en absoluto sería hablar de dolo o imprudencia
a propósito de la persona jurídica. Por lo demás, como se ha señalado ya, aquí se parte de que la persona
jurídica no comete delito alguno, a efectos de pena. La comprensión de las sanciones a las personas jurí-
dicas en la extensio del término “pena” responde a una modificación estipulativa (o convencional) de su
intensio para unos casos concretos: también Frisch, FS f. Wolter, p. 353. Por eso, creo que el injusto (el
desvalor) de la persona jurídica no tiene por qué ser típico.
24
Hilf, ZStW 126 (2014), p. 100.
25
Y su ausencia sería el único injusto atribuible a la persona jurídica: Frisch, FS f. Wolter, p. 365.
26
La expresión “organización virtuosa” aparece, por ejemplo, en Giunta, Analisi Giuridica
dell’Economia, 2/ 2009, p. 243.
27
Sobre el concepto, Esteve Pardo, Autorregulación. Génesis y efectos, 2002; Darnaculleta i Gar-
della, Autorrregulación y Derecho Público: la autorregulación regulada, 2005. En Derecho penal, por
ejemplo, Feijoo Sánchez, Autorregulación y Derecho penal de la empresa: ¿Una cuestión de responsabi-
lidad individual?, en: Cuestiones actuales de Derecho penal económico, 2009, pp. 49 y ss.
28
En realidad, una profundización en la ya clásica teorización de Ulrich Beck sobre la Risikoge-
sellschaft centrada en las organizaciones económicas.
678 ESTUDIOS DE DERECHO PENAL
29
Kempf/Lüderssen/Volk (Hrsg.), Die Handlungsfreiheit des Unternehmers –wirtschaftliche Pers-
pektiven, strafrechtliche und ethische Schranken, 2009.
30
La expresion riskante Freiheiten ha ido adquiriendo carta de naturaleza tras constituir el título de
la obra compilada por Beck/Beck-Gersheim (Hrsg.), Riskante Freiheiten, 1994.
31
Walsh/Pyrich, 47 Rutgers L. Rev. (1995), pp. 637-638.
32
Crítico sobre el sistema de regulatory permits (autorizaciones administrativas en sectores regu-
lados) ya Epstein, The Permit Power Meets the Constitution, 81 Iowa L. Rev (1995), pp. 407 y ss., 415;
matizando y distinguiendo ahora, Biber/Ruhl, The Permit Power Revisited: The Theory and Practice of
Regulatory Permits In the Administrative State, Vanderbilt University Law School. Public Law and Legal
Theory. Working Paper 14-4, accesible en http://ssrn.com/abstract=2397425.
33
O, expresándolo de otro modo, establece la condición o las condiciones de la permisión del riesgo
de que se trate. Cfr. Rönnau, Leipziger Kommentar, 12ª edic., 2006, nº marg. 274 y ss., Previo al § 32;
Lenckner/Sternberg-Lieben, Schönke-Schröder Strafgesetzbuch Kommentar, 28ª edic., 2010, nº marg. 64
y ss., Previo a los §§ 32 y ss; Paeffgen, Nomos Kommentar Strafgesetzbuch, Band I, 4ª edic., 2013,
nº marg. 201 y ss., Previo a los §§ y ss.
34
Jakobs, Strafrecht AT, 2. Aufl., 1991, 16/ 29; Roxin, Strafrecht AT, 4. Aufl., 2006, 17 E Rdn.
60 y ss.
35
Jakobs, Strafrecht AT, 2. Aufl., 1991, 16/ 29 a.
Jesús-María Silva Sánchez 679
Sin embargo, la opción por un control centralizado choca frontalmente con la ten-
dencia a una disminución de la intervención directa del Estado en las actividades eco-
nómicas. A este “adelgazamiento del Estado” se alude cuando se habla –en la doctrina
iuspublicista alemana– de la transición de un Estado prestacional (Leistungsstaat) a
un Estado de garantía o Estado garante36 (Gewährleistungsstaat)37 de prestaciones lle-
vadas a cabo por terceros del sector privado. La opción por la descentralización del
control y, en suma, por la autorregulación (y ejecución) regulada38 constituye un con-
cepto propio del Estado de garantía. En efecto, ese modelo de Estado cuadra perfecta-
mente con la descentralización del control de riesgos –tanto en cuanto a la producción
normativa como en lo relativo al propio law enforcement– y la configuración de una
red de agentes privados que actúan como colaboradores (por tanto, como funcionarios
en sentido amplio, ya voluntarios, ya forzosos) de las Administraciones públicas39. El
fenómeno de máxima extensión de la red descentralizada de policía, al tiempo que de
máxima densidad de ésta, viene dado precisamente por la conversión de toda persona
jurídica en un delegado de prevención de los delitos que se cometan en su seno. En la
práctica, parece que se condiciona la pervivencia de toda persona jurídica como agente
económico a la asunción por su parte de esa nueva función de agente de control40 o
incluso de agente de fomento (o de promoción)41. Una función que se manifiesta en
la implantación eficaz de los modelos de prevención y gestión de riesgos delictivos42.
Ciertamente, la consecuencia de este modelo de “co-producción privada de
gobernanza”43 o de “gobernanza cooperativa” es el establecimiento de un sistema
de duplicación de sanciones “penales” (la impuesta a las personas físicas por come-
ter o no impedir el delito y la impuesta a la persona jurídica por no prevenirlo), que
redunda en una ampliación del sistema punitivo de dudosa legitimidad44. Pero el abor-
36
Expresión que –debe subrayarse– en ese contexto no tiene nada que ver con la noción de “garante”
que maneja el Derecho penal.
37
Schuppert, Die Gewährleistungsstaat –ein Leitbild auf dem Prüfstand, Baden-Baden 2005.
38
Regulierte Selbstregulierung als Steuerungskonzept des Gewährleistungsstaates : Ergebnisse des
Symposiums aus Anlaß des 60. Geburtstages von Wolfgang Hoffmann-Riem, Die Verwaltung Beiheft
4, 2001.
39
El tema trasciende con mucho a su proyección en el ámbito de las personas jurídicas: cfr. Kadel-
bach/ Günther (Hrsg.), Recht ohne Staat? Zur Normativität nichtstaatlicher Rechtssetzung, 2011, pp. 9 y
ss. Y tiene que ver con la descentralización de la producción de normas en los estados contemporáneos.
40
Garante con deberes de organización (Verkehrssicherungspflichten).
41
Sobre la necesaria “internalización” de valores por parte de los empleados y de la dimensión del
compliance officer como “educador”, cfr. Fanto, Surveillant and Counselor: A Reorientation in Com-
pliance for Financial Firms, Brooklyn Law School Legal Studies, Research Paper No. 358, September 5,
2013, accesible en http://ssrn.com/abstract=2321317.
42
En este mismo sentido Giunta, Analisi Giuridica dell’Economia, 2/ 2009, p. 249, quien presenta
los “modelos de gestión” como la contrapartida obligatoria que requiere el ordenamiento para el ejercicio
de la libertad de iniciativa económica, una libertad que se considera peligrosa.
43
En el que deben integrarse también las disposiciones sobre “best practices” de las asociaciones
gremiales.
44
Cfr. el análisis detallado de Kölbel, Criminal Compliance – ein Missverständnis des Strafrechts?,
ZStW 125 (2013), pp. 499 y ss., 526, 530; asimismo, Wolf, Unternehmen als Normunternehmer: Global
680 ESTUDIOS DE DERECHO PENAL
daje completo de esta cuestión merecería un tratamiento más detallado que el que es
posible en estas páginas.
3.1. Introducción
Governance und das Gemeinwohl , en: Kadelbach/ Günther (Hrsg.), Recht ohne Staat? Zur Normativität
nichtstaatlicher Rechtssetzung, 2011, pp. 101 y ss., 111.
45
Naturalmente, sólo en aquellos modelos de aproximación normativa al delito que tienen preten-
siones de constituir sistemas. Pues es sólo en éstos donde la cuestión de la ubicación sistemática repre-
senta un problema en sí, merecedor de ser resuelto como tal.
46
Gruner & Brown, Organizational Justice: Recognizing and Rewarding the Good Citizen Cor-
poration, 21 J.Corp.L. (1996), pp. 731 y ss.; Koehler, Revisiting a Foreign Corrupt Practices Act Com-
pliance Defense, Wisconsin L. Rev. 2012, pp. 609 y ss., 632.
47
Así, la UK Bribery Act 2010, que entró en vigor el 1 de julio de 2011, en su apartado 7. (2): “…it
is a defence for C to prove that C had in place adequate procedures designed to prevent persons associated
with C from undertaking such conduct”.
48
Por ejemplo, Dervan, Re-evaluating Corporate Criminal Liability: The DOJ’s Internal Moral
Culpability Standard for Corporate Criminal Liabiliity, 41 Stetson L. Rev. (2011), pp. 7 y ss.
49
A mero título de ejemplo, Paliero, en: La responsabilità amministrativa, pp. 178 y ss.
Jesús-María Silva Sánchez 681
50
Así, Zugaldía Espinar, La responsabilidad criminal de las personas jurídicas, de los entes sin
personalidad y de sus directivos, 2013.
51
Gómez-Jara, La culpabilidad penal de la empresa, 2005; El mismo, la responsabilidad penal de
las empresas en los EE.UU.; El mismo, Fundamentos modernos de la responsabilidad penal de las perso-
nas jurídicas, 2010; cfr. asimismo el desarrollo de las posiciones de Heine, Laufer y del propio Gómez-
Jara, en el mismo sentido, en la obra colectiva Gómez-Jara (ed.), Modelos de autorresponsabilidad penal
empresarial, 2006.
52
El recurso aquí al término “incumbencia” supone ciertamente alejarse de su origen en el sistema
rehabilitado por Hruschka como presupuesto de una imputación (subjetiva) extraordinaria. Sobre ello no
puedo detenerme en este lugar.
53
Siempre que dicha omisión de adopción sea dolosa; o imprudente, en los pocos supuestos en los
que el Código penal español admite la comisión de delitos económicos por imprudencia. En todo caso,
debe subrayarse la dimensión de defensa de las personas físicas que ostentan cargos de administración y
dirección en la persona jurídica que es propia de la implantación de los “modelos de prevención”. Algo
que con frecuencia no se tiene en cuenta.
54
Haas, Organisierte Unverantwortlichkeit –wie kann man Kollektive strafrechtlich zur Verantwor-
tung ziehen?, en M.Kaufmann/Renzikowski (Hg.), Zurechnung und Verantwortung, ARSP Beiheft 134,
2012, pp. 125 y ss., 136-137, con referencias.
682 ESTUDIOS DE DERECHO PENAL
Lo anterior sigue dejando en pie la cuestión de cuál o cuáles pueden ser las razones
materiales por las que la efectiva adopción y ejecución de un modelo de prevención
puede llegar a eximir de responsabilidad a la persona jurídica por los delitos cometi-
dos por las personas físicas obrantes en su seno.
De entrada, parece que la única interpretación razonable de los modelos de preven-
ción es la de que éstos constituyen condiciones de la permisión (autorización estatal)
del riesgo/empresa. La condición de la permisión es la plena y eficaz ejecución, así
como la permanente revisión, corrección y actualización de un modelo de prevención
adecuado: en otras palabras, la historia de cumplimiento o, mejor, la efectiva inser-
ción del modelo de prevención adecuada en la dinámica de grupo propia del colectivo
integrado en la persona jurídica. Todo ello conduce a hablar de una “eximente” rela-
cionada con la exclusión del desvalor objetivo del estado de cosas favorecedor de deli-
tos por parte de la persona jurídica. Tal estado de cosas, en la medida en que concurra
con la implantación del modelo de prevención, no debe sufrir un juicio de desvalora-
ción o desaprobación por parte del Derecho. En tal caso la persona jurídica aparece,
en efecto, como un estado de cosas neutro (o “neutral”) por mucho que finalmente no
se impida la producción del delito por alguno de sus integrantes. Pues se ajusta a los
requisitos de “conformidad a rol” establecidos por el ordenamiento jurídico (-penal)
de modo específico para la persona jurídica como agente socio-económico (que no
moral) del riesgo/empresa.
55
Cfr. Matus Acuña, Sobre el valor de las certificaciones de adopción e implementación de modelos
de prevención de delitos frente a la responsabilidad penal de las personas jurídicas, texto publicado en
Diritto penale contemporáneo 2010, www.penalecontemporaneo.it., p. 5 donde señala que la responsabi-
lidad penal de la persona jurídica es responsabilidad por el hecho ajeno limitada por la exigencia de que
tal hecho sea consecuencia de la falta de un modelo de organización.
Jesús-María Silva Sánchez 683
Con todo, seguramente una toma de posición completa acerca del fundamento mate-
rial de la eximente requiere determinar, de modo previo, qué se quiere decir con la
expresión “adoptar y ejecutar eficazmente un modelo de prevención adecuado”. En
efecto, parece que en este punto necesariamente debe admitirse la posibilidad de gra-
dos. De entrada, una cosa es la ejecución eficaz de la estructura del modelo de preven-
ción adecuado (su vertiente institucional, normativa y procedimental) y otra distinta, la
efectiva operatividad de sus instituciones, normas y procedimientos. Pero es que, ade-
más, la operatividad de normas y procedimientos no puede ser la misma el primer día
en que se empieza a utilizarlos que trascurridas semanas, meses o años de actividad del
sistema de compliance. La cuestión es, por tanto, si lo determinante para la exención
ha de ser la adopción y ejecución eficaz de la “estructura” o bien la paulatina asunción
de la dinámica o, más aún, de la “cultura” de compliance56; un aspecto, este último,
en el que –como se indicaba– debe admitirse de modo necesario la posibilidad de una
gradualidad. En efecto, mientras que la primera puede entenderse en términos básica-
mente formales (que en absoluto quiere decir necesariamente: cosméticos), la segunda
alude a una “efectiva interacción” dentro de la empresa o, en palabras de Parker/Gilad,
una “day-to-day practice of compliance as opposed to formal compliance structures”57.
Así las cosas, y optando por una tripartición en sí misma arriesgada, dada la inevi-
table gradualidad (tanto externa como interna) de las situaciones que aquí se muestran
de modo separado, la eximente podría asociarse a que:
(i) El modelo de prevención ex ante adecuado ha sido adoptado, aunque todavía no
haya finalizado su plena ejecución eficaz.
(ii) La ejecución del modelo de prevención adecuado ha finalizado de modo pleno,
aunque éste todavía no haya reducido significativamente las tendencias propias de
la organización defectuosa observada en la línea de negocio de la empresa. Nos
hallamos en una situación que podría denominarse de compliance “en lucha”.
(iii) La adopción y ejecución eficaz del modelo de prevención adecuado ha finalizado
de modo pleno y ha reducido de modo relevante las dinámicas propias de la orga-
nización defectuosa propia de la línea de negocio de la empresa (ha producido una
significativa “disminución del riesgo/empresa”). En realidad, esto es lo más que
se puede esperar, dado que la reducción del riesgo/empresa a “0” es imposible.
Una vez sentada la distinción, me inclino por pensar que el mero hecho del inicio (i)
de la adopción y ejecución eficaz del modelo de prevención adecuado para prevenir
o para reducir significativamente el riesgo de prevención de delitos debería tener un
efecto de exención. Ciertamente, tal situación es, en general, indisociable de la persis-
56
Mediante el término “cultura” no pretendo aquí designar una internalización del valor del cumpli-
miento normativo por parte de directivos o empleados. Aunque es cierto que la más reciente teorización
del compliance, así como su vinculación a la asunción de valores éticos en el seno de la empresa (se habla
de Compliance&Ethics), sí apunta en este sentido.
57
Parker/ Gilad, Internal Compliance Management Systems: Structure, Culture and Agency, 2011,
donde la cultura se muestra como la interacción entre los directivos y empleados, por un lado, y la estruc-
tura de compliance, por otro. El documento puede consultarse en http://ssrn.com/abstract=1790283.
684 ESTUDIOS DE DERECHO PENAL
58
Ciertamente, quien habrá de dar los primeros pasos para tal implantación será el órgano de admi-
nistración, pero se supone que el correctivo sufrido por la persona jurídica incentivará la toma de deci-
siones por parte de aquél.
59
Pues es discutible que quepa en el tenor literal del texto legal.
Jesús-María Silva Sánchez 685
60
Kölbel, ZStW 125 (2013), p. 530.
61
Sobre ambas referencias, Walsh/Pyrich, 47 Rutgers L. Rev. (1995), pp. 675, 687.
62
Sobre el riesgo de que la concreción de los criterios de efectividad del modelo venga de la mano
de los estándares de “best practices”, con el consiguiente efecto de net widening, Kölbel, ZStW 125
(2013), p. 531.
63
Kuhlen, Strafrecht und freiwillige Selbstkontrolle der Wirtschaft: das Beispiel der Pharmaindus-
trie, en Festschrift f. W. Hassemer, 2010, pp. 875 y ss., 887 y ss.
686 ESTUDIOS DE DERECHO PENAL
64
Sobre el concepto de programa de cumplimiento eficaz (effective) desde una perspectiva econó-
mica, Miller, An Economic Analysis of Effective Compliance Programs, Dec. 2014, en: NYU School of
Law. Law & Economic Research Paper Series, Working Paper No 14-39.
65
Walsh/Pyrich,47 Rutgers L. Rev. (1995), p. 686.
66
En ocasiones, la reversión puede ser literalmente imposible, como en los casos de existencia
de estructuras de corrupción profundamente arraigadas en la persona jurídica, de modo que, frente a la
imposible opción de una “salida discreta”, no haya más alternativa que la autodenuncia atenuante: sobre
esto Pragal, Exit-Strategien bei Bestechungssystemen – ein Praxisbericht, ZRFC 6/2010, pp. 275 y ss.
Jesús-María Silva Sánchez 687
del estado de lucha hasta conseguir revertir el defecto estructural se decida atribuir
también a esta situación un efecto eximente. Ahora bien, dicho efecto eximente nunca
podría permitir negar la desvaloración jurídica del riesgo/empresa, sino sólo excluir
la necesidad de imponer el correctivo a la persona jurídica.
Por tanto, sólo los modelos de prevención que hayan producido el efecto de rever-
sión del defecto de organización pueden tener un efecto eximente asociado a la no
desaprobación jurídica del estado de cosas. Expresado de otro modo: sólo cuando el
modelo constituye un auténtico estado de cosas (estado de cumplimiento) que haya
desplazado por completo al defecto de organización o lo haya reducido significati-
vamente podrá predicarse el referido efecto de no desaprobación jurídica del riesgo/
empresa. En este contexto cobra pleno sentido la exigencia de que el modelo de pre-
vención se someta a una constante labor de mantenimiento, revisión y adaptación que
garanticen la no reaparición de un estado de cosas defectuoso.
67
Rotsch, Compliance und Strafrecht – Fragen, Bedeutung, Perspektiven, ZStW 125 (2013),
pp. 481 y ss., 485.
688 ESTUDIOS DE DERECHO PENAL
práctica procesal dichos juicios ex ante se realizan por parte del juez en un momento
ex post, es decir, cuando ya se sabe lo que ha sucedido: que una persona física ha
cometido un delito. El juzgador puede tender entonces a valorar que la mejor prueba
de que el programa era insuficiente es que no ha impedido la producción de un delito.
Ello es obviamente incorrecto: en primer lugar, porque ninguna medida precautoria
es capaz de reducir el riesgo a “0”; en segundo lugar, porque ello supondría una inde-
bida confusión de planos.
68
Hilf, ZStW 126 (2014), p. 100.
69
Lo que puede suceder, por ejemplo, en virtud de las investigaciones corporativas internas
emprendidas a raíz de una información obtenida del canal de denuncias.
70
La ubicación sistemática del desistimiento de la tentativa de las personas físicas –cuestión en la
que aquí no es posible entrar– desempeña aquí un papel determinante.
Jesús-María Silva Sánchez 689
que, aunque el estado de cosas pareciera favorecer la comisión del delito, finalmente
no quepa establecer una relación de sentido entre el delito individual y una dimensión
defectuosa de la organización. Este segundo problema es conocido en la dogmática de
la llamada imputación objetiva como supuesto de “comportamiento (aquí, estado de
cosas) alternativo conforme a Derecho”, por cierto ampliamente debatido en el caso
de la responsabilidad de las personas físicas. El debate puede trasladarse en su inte-
gridad a este ámbito, con las divergencias entre la doctrina del incremento del riesgo
y la del comportamiento alternativo adecuado a Derecho en sentido estricto.
71
Otra posibilidad sería aquí la búsqueda de una persona física a la que hacer responsable del error
en términos de autoría mediata o no evitación contraria a deber. En todo caso, debe convenirse en que la
propuesta de Nieto Martín, La responsabilidad penal, p. 328, con una alusión específica a los artículos
20 y 14 CP, así como a la relación de la persona jurídica con la producción de la eximente de la persona
física, era preferible al modo en que ha quedado regulada la cuestión en el Código penal.
690 ESTUDIOS DE DERECHO PENAL
72
De nuevo aquí se observa cómo la propuesta de Nieto Martín, La responsabilidad penal, p. 328,
resolvía el problema de modo preferible.
73
El problema de las causas de justificación y su incidencia sobre las personas físicas que obran
en una empresa es muy relevante, de modo que el legislador debería especificar su posible incidencia.
Por ejemplo, la conducta típica de la persona física en legítima defensa de la persona jurídica (algo que
incluso puede constituir un deber de la persona física). También debería tenerse en cuenta la conducta
típica de la persona física en estado de necesidad agresivo en favor de la persona jurídica, que genera por
lo demás una especial responsabilidad civil directa para esta última (art. 118.1,3º CP español). Una vez
más, la propuesta de Nieto Martín, La responsabilidad penal, p. 328, muestra aquí sus ventajas.
Jesús-María Silva Sánchez 691
4. EPÍLOGO
74
Vid., sin embargo, sobre la posibilidad de que la persona jurídica se encuentre en error de tipo,
Zieschang, Das Verbandsstrafgesetzbuch, GA 2014, pp. 91 y ss., 100.