Gigolo

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Sinopsis
Han transcurrido siete años desde el final de la
guerra. La Oscuridad domina el Mundo Mágico y
muchas cosas han cambiado bajo el orden del nuevo
Lord Oscuro, Lucius Malfoy. En ese mundo dominado
por la aristocracia un hombre lleva una vida que le
place (pero gracias a un trabajo que nadie quiere
tener), y este mismo hombre despertará en el Lord
sentimientos que él no debería tener para magos de
su clase.
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Disclaimer:
Harry Potter es propiedad de J.K. Rowling y la
Warner Bros
Fuente:
Slasheaven.com
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Gigolo by Angeli UkoChan
Prologó
Hace siete años atrás la guerra entre el bando de las Luz y de la Oscuridad había tenido un
precipitado e inesperado final, Lord Voldemort había muerto en las manos de quien estaba
destinado a destruirlo. Harry Potter consiguió eliminar al Señor Oscuro en un
enfrentamiento que aún es recordado por quienes estuvieron presentes en lugar. Aquello
fue épico y la incredulidad aún reina en las mentes de los testigos. Nadie jamás se explicará
cómo es que ese pequeño muchacho pudo desplegar semejante poder mágico.
Al desaparecer el pilar de las fuerzas oscuras, muchos creyeron que la guerra finalizaría, pero
las sombras se alzaron con renovadas energías, solo unos meses después, de la mano del
nuevo Lord Oscuro: Lucius Malfoy. El joven Potter no pudo hacer nada por detenerlo, pues
su fuerza mágica había quedado debilitada después del enfrentamiento con Lord Voldemort.
Lucius consiguió lo que Voldemort nunca logró, doblegar a las fuerzas de la luz mediante a
un ataque a gran escala. El Mundo Mágico fue dominado por Malfoy y los Mortífagos que
habían sobrevivido a la anterior batalla, extendiéndose por todas las comunidades mágicas
del viejo mundo como un cáncer sin cura. Tarde o temprano, una a una las ciudades mágicas
más resistentes cayeron en las manos de Lord Malfoy, quien tal vez no era tan poderoso
como su antecesor, pero si era un gran estratega que logro debilitar su enemigo con
facilidad. Otra virtud fue que tampoco estaba cegado por la magia oscura que recorría el
cuerpo del rencoroso Tom Riddle. Además, siendo que la esperanza del Mundo Mágico: el
niño-que-vivió-y-venció, estaba hospitalizado en ese entonces, ayudó mucho a los planes de
conquista del nuevo Lord.
El pánico había reinado entonces, ya que tampoco la otra figura de la Luz había sobrevivido a
la batalla: Albus Dumbledore había caído para salvar la vida de su pupilo. Sin Harry Potter y
Albus Dumbledore, todo resultó ser muy fácil para el rubio Slytherin.
El Mundo Mágico se volvió un lugar sombrío para todos aquellos que no aceptaban el nuevo
orden impuesto por Malfoy. En cambio, sus fieles seguidores obtuvieron todo lo que podían
desear, llevando unas vidas llenas de ostento. El Mundo Muggle también sufrió sus ataques,
solo que en ese mundo los ataques se creían que eran a causa de terroristas, solamente
porque a Malfoy no le apetecía que se diera a conocer que existían los magos. No era tonto y
sabía que los muggles estaban equipados como para hacerle un gran frente.
Todos los magos que siguen a Lucius Malfoy por lealtad y ansias de poder, forman parte del
sector privilegiado de la sociedad mágica. Luego están aquellos que no quisieron o no
pudieron huir y ahora trabajan para los aventajados, reciben un sueldo decente, pero no son
muy felices… ¿Quién lo sería, viviendo con el temor constante de que te asesinen si no les
gusta tu trabajo? Y por último están los parias, aquellos que han tenido que buscar cualquier
manera para sobrevivir en este nuevo mundo, lleno de intolerancia y discriminaciones para
los que son considerados inferiores. Los conocidos media-sangre, sangre sucia y amante de
los muggles.
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El antiguo castillo que albergaba al colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, fue convertido
en la residencia del nuevo Lord. Una fortaleza impenetrable y majestuosa.
El pueblo de Hogsmeade fue re-bautizado como Voldemort Village y alberga en sus calles a
grandes mansiones, pertenecientes a los Mortífagos más cercanos de Malfoy. Sus calles son
constantemente patrulladas por una Brigada de vigilancia, más por ostentación que por
seguridad.
A varios kilómetros de la villa nació una pequeña ciudad, lugar de residencia de los parias. El
lugar fue bautizado como Little Hogsmeade y muchas de la gente que fue expulsada del
pueblo se asentaron en este nuevo pueblo mágico.
El pueblo es famosamente conocido por su barrio rojo, como también por su mercado
negro. Ambas actividades son la fuente de sustento para la gente del lugar.
En estos nuevos tiempos solo unos pocos pueden acceder a la educación mágica, en una
exclusiva escuela de magos ubicada en la vieja Mansión del nuevo Lord.
Aquellos magos y brujas que lucharon en el bando de la luz y no perecieron o no lograron

escapar fueron tomados prisioneros, para después ser entregados como esclavos. Estos
magos perdieron cualquier privilegio, aunque algunos de ellos eran sangre pura.
Solo aquellos cercanos a Lucius Malfoy tienen el derecho de tomar esclavos.
Los conocidos: Harry Potter, Neville Longbottom, William Weasley y Ronald Weasley, como
tantos otros, fueron tomados como esclavos por magos poderosos.
Harry fue entregado al hijo del nuevo Lord: Draco Malfoy, actualmente vive en el castillo
Malfoy, construcción que anteriormente albergaba el colegio Hogwarts.
Neville fue entregado al joven Theodore Nott, según los rumores que se oyen (uno nunca
está ausente de las malas lenguas, aun cuando son los sangre puras los que gobiernan) el
Gryffindor dejará su condición de esclavo, porque Nott lo tomará como su legítimo esposo.
William (a quien le gusta que le digan Bill, si es que no quieres ser seriamente lastimado) fue
entregado a Severus Snape también como esclavo, aunque a los pocos días de la entrega se
casaron. Ambos viven en el castillo del Lord, junto a sus cuatro hijos. Si cuatro, la mayoría de
ellos pelirrojos… dos de ellos son gemelos.
Ronald Weasley fue a parar a manos de Blaise Zabini y también residen en el castillo de Lord
Malfoy.
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Un importante número de magos logro huir y viven ocultos entre los muggles, los rumores
dicen que están organizados en una fuerza de resistencia y esperan el momento preciso para
atacar.
Entre los que lograron huir se cuentan a Hermione Granger, Charlie Weasley, Dean Thomas y
Seamus Finnigan, entre otros miembros del antiguo Ejército de Dumbledore (el ED). Su
paradero es desconocido y se les considera como proscritos.
Sirius Black y, como ya saben, Albus Dumbledore, perecieron antes o durante las cruentas
batallas, al igual que otro gran número de los bandos de la oscuridad, como el conocido
matrimonio Lestrange. También están los que se consideran con paradero desconocido,
como Minerva McGonagall, de quien se presume muerta, pero no hay pruebas de ello.
Little Hogsmeade es un pueblo tranquilo de día, se ven niños jugando en sus estrechas y
descuidadas calles, magos y brujas haciendo sus compras en los negocios. Realizando
diversas actividades comunes, pero cuando la noche cubre el lugar, el silencio de sus calles
se enciende al igual que los distintivos faroles rojos que señalan las casas en las que magos y
brujas ofrecen sus cuerpos a cambio de dinero.
Este mundo de placer es dirigido por su patriarca, famoso por ser el gigoló más cotizado del
lugar: Remus Lupin. Muchas son las leyendas que se tejen a su alrededor, pero solo se sabe
con certeza que él dirige el lugar con su natural encanto.
El mercado negro es liderado por dos jóvenes magos: los gemelos Fred y George Weasley, se
rumorea que tienen cierta inmunidad para traficar… ya que, de manera realmente peculiar,
nunca han sido capturados.
A pesar de todo en este mundo aún queda esperanza en los corazones y pronto volverá a
brillar.
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Capítulo 1: Doble Vida

La gran mayoría de la gente de Little Hogsmeade tiene una doble vida. Durante el día llevan
una existencia común, pero de noche la mayoría de sus habitantes usa una máscara,
especialmente preparada para la agitada vida nocturna del pueblo, centrada principalmente
en su Mercado Negro y en su Barrio Rojo.
Solo si conoces la contraseña o eres invitado por uno de los comerciantes puedes entrar al
Mercado Negro, su ubicación exacta es desconocida, fuertes hechizos de protección y
ocultamiento protegen el lugar. Son casi los mismos que tuviera en su mejor momento el
famoso castillo donde funcionaba el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, la diferencia
principal se suscita en que, al salir del mercado, el visitante olvida por completo la manera
en que accedió.
El mercado es famoso por la variedad de productos que se ofrecen en sus locales. Algunos
de estos artículos son, supuestamente, exclusivos de los seguidores de Lord Malfoy, pero en
el mercado se pueden adquirir, si tienes el dinero suficiente para pagar por ellos. Y no son
copias baratas… todos ellos son originales. Como llegan allí… es un misterio.
Productos muggles también se pueden encontrar en sus calles. Los electrodomésticos suelen
ser la sensación, gracias a un hechizo, de autoría de los gemelos Weasley, estos aparatos
pueden funcionar en el mundo mágico, sin la necesidad de la energía eléctrica. Lo más
solicitado son los televisores, a los magos les encanta ‘espiar’ a los muggles a través de este
aparato.
La tienda Sortilegios Weasley, es la más grande del mercado, sus luminosas vitrinas no dejan
de atraer a los clientes. Al lado de esta se encuentra una tienda con vidrios oscuros, también
perteneciente a los Weasley. Al crecer el Barrio Rojo se incrementó la necesidad de ciertos
productos, al percatarse de esto, los gemelos no desaprovecharon la oportunidad y crearon
una línea especial, junto con traer diversos objetos del mundo muggle. Resulto ser que los
muggles eran muy ingeniosos al crear objetos relacionados con el sexo, “debe ser la falta de
magia”, se dicen muchos magos.
Un sonriente George salio de la trastienda.
— Bray te quedas a cargo iré con Fred por ahí… ya sabes.
El chico de cabello negro asintió y levanto el pulgar a su jefe, mientras sonreía malicioso, él
sabía que era lo que hacían sus jefes cuando salían. Bray vestía a lo muggle, aunque llevaba
una túnica abierta sobre la ropa.
El pelirrojo salió de la tienda silbando y ajustando la solapa de su abrigo de piel de dragón, el

negocio les daba grandes ganancias, podían darse muchos lujos y, aún más importante,
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ayudar a muchos magos. Caminó hasta la salida del mercado, al llegar al final del camino alzo
su varita y murmuro unas palabras, de inmediato las grandes rocas que obstruían el lugar se
elevaron dejando pasar a George Weasley.
Una vez fuera volteo a mirar la entrada secreta, sonrió. Una idea genial, definitivamente.
Modestia aparte, fue su idea.
Anduvo por las tranquilas calles del pueblo hasta que, pasando un parque, se comenzaban a
divisar los distintivos faroles de iluminación roja. Señal inequívoca de que estabas por entrar
al Barrio Rojo.
Un joven muy apuesto de cabello castaño largo hasta la cintura, invitó a George, al pasar
frente a su ventana, a entrar a su ‘casa’.
— Lo siento guapo, soy un hombre comprometido – el pelirrojo le guiño un ojo y le lanzo un

beso.
El joven suspiró y agito su mano en señal de despedida, volviendo de inmediato su atención

a la calle, en busca de un potencial cliente.
George continúo caminando hasta llegar a la casa del regente del Barrio Rojo: Remus Lupin,
seguramente allí encontraría a su hermano.
Era un asiduo visitante al ‘Luna dolce’, por ello saludó a muchas personas en su trayecto
hasta el segundo piso. Diviso las puertas blancas y comenzó a buscar la que tenía el distintivo
del conejo. Su hermano le había mencionado antes de salir que venía a visitar a la conejita.
— Esta vez fueron dos… ¿no hermanito? – dijo George negando con la cabeza al ver en la
puerta junto al conejo, un gato.
Golpeo la puerta, definitivamente no quería entrar y encontrarse con alguna escena que
podía traumarlo por un tiempo. No era que él no hubiese tenido en el pasado ese tipo de
entretenimientos, antes de que conociera a su chico, pero ¡ey!, el de ahí adentro era su
hermano, no le apetecía verlo teniendo sexo con alguien, muchas gracias.
Una chica de cabello rubio corto, con cantidades exorbitantes de maquillaje y algo ebria
abrió la puerta, tan solo una camisa cubría su desnudes.
— ¿Qué tal, Clarice? – saludó cortésmente.
— Bien, tú sabes. – la chica se encogió de hombros – Si buscas a Fred… pasa.
El pelirrojo hizo una mueca y rogó a Merlín por no ver nada extraño, ver a su hermano en un
‘posicion’ o ‘situacion’ comprometedora no le entusiasmaba para nada, como ya había
dicho. Para su suerte, encontró a su gemelo sobre la cama, ya vestido, con un joven de
cabello azul, que le daba uvas de un cuenco.
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— Oh, mi querido George. ¿Ya es hora?.
— Si, vamos.
Fred beso al joven y luego a la rubia, para después salir de la habitación.
— ¿Sabes dónde está Remus?
— Mmmhhh… tiene una clienta.
— ¿Sí? – enarcó una ceja, sorprendido – Creí que Remus ya no atendía a nadie.
— Bueno, solo lo hace con gente ‘especial’ y con mucho dinero. Clarice me dijo que era la
Señora Mitsui.
— La Señora Mitsui… – chifló George con una sonrisa – Una poderosa y rica viuda negra, se
rumorea que mato a su esposo después de seducirlo y casarse con él. El pobre era un mago
japonés que vino a invertir con Malfoy.
— ¡Exacto! – rió – Ella ha sido ‘benefactora’ de Remus por largo tiempo, al igual que nuestra
amiga, la Señora Monteverdi… unas damas que merecen el título de clientas especiales.
George asintió solemnemente.
— ¿Y Lucas?.
— Tú sabes que el pequeño no viene a esta casa y como Remus estaba ‘ocupado’ no pude
preguntar por él.
— Mañana iremos a visitarlo. De seguro le encantara nuestro nuevo caramelo arcoiris.
Ambos sonrieron con una gran sonrisa de niño travieso. El nuevo caramelo convertía a quien
lo comiera en un arcoiris, franjas de colores aparecían por todo el cuerpo, el cabello se volvía
multicolor y las uñas cambian de color intermitentemente. El pequeño Lucas disfrutaba de
ser su conejillo de indias así que no se preocupaban porque Lupin los reprendiera después.
Ambos pelirrojos caminaron hasta las afueras del pueblo, cada uno perdido en sus
pensamientos.
— ¿Listo?
— Como siempre querido hermano.
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— Chamaéleon – dijeron al unísono y su apariencia cambio por completo.
Con un ¡crack! ambos desaparecieron.
Un hombre fornido y moreno de ojos verde-agua golpeaba con impaciencia los dedos contra
la superficie de su escritorio. Su túnica verde Slytherin llevaba un dragón negro bordado en
la espalda, símbolo de la orden de vigilancia de Malfoy. Siete brazaletes de platino, con
forma de serpientes, se enroscaban en su brazo izquierdo, revelando su alto grado, el de
Comandante General.
Un cambio en la iluminación del lugar le indico que la persona que esperaba estaba por
aparecer. Así que se enderezó adoptando una postura de jerarquía.
Un joven de cabello castaño oscuro y ojos verdes, apareció sonriendo con coquetería.
— ¿Me extrañaste?
El recién llegado se subió a gatas sobre el escritorio, sin importarle el desastre que causaba,
para besar al moreno con pasión.
— Mucho… ¿Podrías? – el hombre hizo seña hacia la cabeza del recién llegado.
— Oh… claro, el disfraz. ¿No te gusto castaño? – hizo un puchero.
— Me gustas al natural. – una sonrisa lasciva surco el rostro del moreno.
El ‘castaño’, tomo su varita y murmuró las palabras que daban por finalizado el hechizo.
El cabello castaño corto, pasó a ser rojo y largo hasta los hombros, los ojos verdes volvieron
a ser azules.
— Tardaste George.
El pelirrojo hizo un nuevo puchero y gateo por el escritorio hasta lograr sentarse con las
piernas abiertas y con los pies apoyados en el sillón del moreno. De inmediato las manos del
hombre se ubicaron en las caderas del Weasley.
— Lo siento Cassius, tuve que pasar por la casa de placer del Señor Lobito.
— ¿Qué hacías tú en ese lugar? – siseó entrecerrando los ojos.
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— No te enojes bomboncito – George beso la frente de Cassius Warrington – Tenía que ir a
rescatar a Fred de las garras de una conejita y un gatito.
— Aparte de promiscuo, resulta que tu hermano tiene gustos extraños.
El pelirrojo golpeo la cabeza de su novio.
— ¡Auch! ¡Dolió!
— Mi hermano no tiene ‘ese tipo’ de gustos – farfulló, indignado a favor de su gemelo – Tú

sabes que en casa del lobo, se pueden encontrar muchos ‘animales’, pero si… Fred es
demasiado promiscuo. Necesita alguien que lo quiera y lo mime.
Los ojos de George brillaron de una forma que hizo temblar al moreno.
— Cassy... amor…– ronroneó, un dedo del pelirrojo comenzó a recorrer el pecho Warrington
– ¿Tú no tendrás un amigo que podamos presentarle a Fredy?.
— ¿Querrá tu hermano salir con el enemigo?.
— ¿Por qué no? A mí me fascina, es excitante, clandestino…
Cassius bufó.
— Tú sabes que yo quisiera que lo nuestro fuese público, que formalicemos… yo quiero ca…
George beso a su pareja para silenciarlo.
— Lo sé… pero…– el pelirrojo se mordió el labio inferior, mostrando un gesto preocupado.
— Está bien – suspiró – lo entiendo… solo espero que un día puedas entenderme tú a mí.
Un silencio, un tanto tenso, se instaló entre ambos.
— … – Cassius carraspeó – ¿Tardará mucho tu hermano?
— Lo usual, si no tiene ningún imprevisto.
— No te preocupes, envié a mi gente a patrullar otro sector de la ciudad.
— Eso se llama corrupción, mi querido Slytherin. – murmuró sonriente.
El moreno sonrió de lado, llevó sus amplias manos hasta la cintura esbelta de George y tiro
de él, dejándolo sentado sobre sus piernas.
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— ¿Quieres cenar?.
El pelirrojo negó con su cabeza.
— Mejor usemos el tiempo en algo más placentero.
George beso a su pareja con ímpetu y con algo de miedo. No quería perder a Cassius, pero
había asuntos que resolver antes de dar ‘ese’ paso tan importante.
El Slytherin se levantó de su asiento, llevando consigo su valiosa carga. El pelirrojo rodeó el

cuerpo de su pareja con los brazos y las piernas para no caer. Los objetos que aún quedaban
en el escritorio terminaron de caer cuando un fuerte brazo del Comandante barrió la
superficie.
Depositó allí a George y se apresuró a desprender sus pantalones. Intercambiando una

sonrisa de lado se agachó para atrapar el miembro semi-erecto de su pareja con su boca.
Weasley gimió, llevando su cabeza hasta atrás, apoyando una mano en la madera y la otra
guiando la cabeza morena para alcanzar el ritmo que necesitaba.
Cassius movió un poco el cuerpo de su amante para poder prepararlo a medida que le daba
sexo oral. Lo complacía la manera rápida en que el ano de su Gryffindor cedía, lo que hacía
muy fácil tener polvos rápidos como el de este momento. No dejando acabar a su gemelo
dejó la erección y besó los labios de su pareja recibiendo un gruñido de protesta. No le
importó, necesitaba poseerlo ahora o acabaría sin llegar a sentir su estreches.
Con un movimiento brusco entró en George, gritando de placer al unísono con el otro. Sabía
que podía lastimarlo, pero es que estaba tan frustrado por no conseguir hacer legalmente
suyo al chico que amaba, que poseyéndolo de esta manera era una manera de sacar un poco
la angustia de tener que verse así, a escondidas y, sobre todo, compartir sesiones de amor
rápidas. El quería tener a su gemelo en su casa, en su cama y con un anillo que lo proclamara
suyo… pero George se negaba.
Embistió aquella conocida estreches con fuerza jadeando contra el cuello de su pareja.
Escuchando las palabras sucias que George le dedicaba mientras tanto. Sonrió, sabía que ese
tipo de palabras las escuchaba en esas películas muggles que vendían en su tienda. Le
gustaba eso, no había duda.
Con otras arremetidas a su pareja no tardó en correrse, haciendo también llegar a su amante
con la masturbación que había dedicado al miembro de George desde la primera embestida.
— Cada día me gusta más como me haces el amor – jadeó George.
— No tendría por qué ser así sabes… – murmuró contra su cuello – Un asunto rápido…
— Lo sé Cassius… – besó su mejilla – Ahora sí quiero comer algo…
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El Comandante solo suspiró al reconocer el cambio de tema.
Un hombre joven de cabello negro y ojos cafés, apareció dentro de una bodega pequeña.
Entorno los ojos para poder ver en la oscuridad, debía asegurarse antes de conjurar una luz.
— Lumos
Alzo el brazo, para que la varita iluminara el lugar. El recinto parecía vació.
— No ha llegado.
— A un metro de distancia apareció una mujer de cabello rubio, corto y rizado.
— Señora…
La mujer se llevó un dedo a la boca para silenciar al moreno.
— Con esta apariencia yo no soy aquella dama y tú con esta tampoco eres…
La rubia se encogió de hombros y sonrió.
— Llámame Tangia. – la mujer guiño un ojo.
— Bien, Tangia… – sonrió divertido – ¿lo tienes?
— Claro guapo.
Tangia abrió su bolso azul, el que hacia juego con sus zapatos y túnica de seda, y extrajo dos
pequeñas cajas, las cuales dejo en el suelo. Con movimiento de su varita las cajas tomaron
sus dimensiones reales. Con otro movimiento, se abrieron las tapas de éstas, revelando su
contendido.
— ¡Wow! – exclamó el moreno.
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— Te dije que conseguiría todo, cariño. A una dama como yo le es sencillo obtener lo que
busca – comentó en tono arrogante.
El moreno examino la mercancía, con una sonrisa de satisfacción en el rostro.
— El precio… ¿es el que pactamos?.
— Claro, un trato es un trato.
El hombre extrajo de entre sus ropas una bolsa con monedas doradas.
— Gracias, Tangia.
— De nada, ya sabes… lo hago por diversión – guiñó un ojo.
El moreno empequeñeció las cajas nuevamente y las guardo en el bolsillo de su túnica.
— Ya debo irme.
La rubia asintió y beso la mejilla del hombre para despedirlo.
— ¿Algún mensaje?
— ¡Por Merlín! ¡Casi lo olvido! – rebusco entre sus ropas y extrajo dos pergaminos.
La rubia los tomo y guardo en su bolso.
— Gracias… – hizo una mueca insegura – ¿Cómo están mis hermanos?.
— Muy bien, a pesar de todo son felices, aunque uno de ellos lo niegue – soltó una risita –
Te envían esto – le entrego tres pergaminos – Esta vez también pudo escribirles su amigo.
Los ojos del hombre brillaron de alegría.
— Es hora de despedirnos guapo… ¡Ciao! – la mujer le lanzó un beso antes de desaparecer

del lugar.
El moreno sonrió recordando que, cuando conoció a ‘Tangia’ y esta le ofreció su ayuda,
creyó que se trataba de una broma o de una trampa de los hombres de Malfoy, pero la
dama le demostró que era de confianza.
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Era hora de regresar, tenía suerte, pero no debía tentarla tan seguido.
Apareció en el lugar acordado para el encuentro, no había nadie, tal y como creyó.
Seguramente su hermano estaba aprovechando el tiempo, tiempo de calidad con su novio.
Se sentó en una roca y miró hacia adelante, se encontraba a varios metros de la salida de
Voldemort Village. Las majestuosas construcciones podían divisarse a pesar de la distancia.
George, nuevamente castaño, apareció tras diez minutos de espera.
— Veo que el ‘camuflaje’ no oculta las marcas rojas en tu cuello.
— ¡¿Qué?! – George se llevó ambas manos al cuello.
— Era broma.
George gruñó, fulminándolo con la mirada.
— Me lo debes por la espera – rió Fred.
— ¿Lo tienes todo?
— Todo, tendremos clientes felices y más dinero en nuestra bóveda.
Ambos sonrieron y desaparecieron del lugar.
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Capítulo 2: Noticias desde

Hogwarts (parte I)
Remus se pasó el antebrazo por el rostro, en un vano intento por quitarse la harina que tenía
en la piel, su nariz lucía completamente polvoreada de blanco. Su largo cabello castaño casi
rubio estaba atado con una cinta negra, que el pequeño Lucas se había empecinado en atar
el mismo, era por ello que varios mechones escapaban del amarre.
El cabello largo no solía ser de su agrado, pero se lo había dejado crecer durante la época en
la cual había trabajo más intensamente como Gigoló. Algunas damas parecían preferirlo de
esa manera, pero él hace bastante tiempo que no atendía clientas como antes… solo en
algunas ocasiones muy especiales accedía a entregar sus servicios a alguna de esas damas.
“Si, definitivamente debo cortarlo. Es muy poco práctico el cabello largo”, pensó fastidiado,
cuando un nuevo mechón apareció frente a su ojo.
Las manos de Remus amasaban la masa ya compacta, ya que hoy había decidido que habría
pan casero para el almuerzo.
Un bostezo escapo de la boca del lobo, aunque hace años que se había acostumbrado a
dormir poco. Sin embargo, hubiese agradecido unas horas más de sueño, pero con un
pequeño de seis años tenía que levantarse temprano y sobre todo hoy que Arabella, la
niñera, tenía el día libre.
El castaño detuvo su labor, Lucas estaba demasiado silencioso, lo que indicaba que
seguramente algo estaba tramando o alguna travesura estaba en proceso.
Lupin envolvió la masa en un paño de cocina para que reposara, limpio sus manos y salió en
busca de su travieso diablillo.
— ¿Lucas…?
La sala estaba en absoluto silencio, utilizando sus sentidos de licántropo pudo oler al
cachorro. Estaba oculto en algún lugar.
Con cuidado el lobo comenzó a buscar a su presa… detrás del sofá, bajo la escalera, tras las
cortinas… nada.
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— ¿Dónde estás, Lu?
La risa del pequeño se dejó oír desde un rincón y Remus pudo ver un pequeño pie detrás de
una vitrina.
— ¿Dónde, dónde está mi niño? – preguntó con falsa voz angustiada.
Lucas nuevamente rió, lentamente Remus se acercó a lugar y con un rápido movimiento
tomo al morenito por la cintura y lo alzo colocándolo en su hombro.
— ¡Te tengo! Ahora eres mío… jojojo. – rió malicioso.
— ¡No papi! – el pequeño reía sin parar.
— Tu papi no está, yo soy Moony… ¡el lobo de las cosquillas!
— ¡¡¡No!!! ¡Piedad, Señor Lobo!
El lobo de las cosquillas, dejo a su presa en el sillón y comenzó a atacar al indefenso niño.
Cuando Lucas estaba por rendirse, las luces de la casa parpadearon, indicando que pronto
llegarían visitas.
Dos sonrientes pelirrojos aparecieron en la sala.
— ¡Hola! – dijeron al unísono.
— ¡Tíos!
Lucas, viéndose libre de las garras del lobo, corrió hasta los gemelos. Remus se levantó del
piso con una gran sonrisa.
— ¡Wow! ¡Qué grande estas cachorro! – George alzo a Lucas para apreciarlo mejor.
— Seee, estas hecho todo un niño grande – dijo Fred con aire serio.
— Por supuesto – dijo el niño en pose chulesca, pasando un brazo por el cuello de George –
Ya tengo seis años.
— Llegaron los malcriadores… – Lupin se llevó una mano a la frente y negó dramáticamente.
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— ¡Oh, vamos! Eso es una blasfemia. – Fred tenía en brazos a Lucas ahora. El pequeño
sonreía como si fuese Navidad.
— Tienes toda la razón tiíto, ellos no me malcrían papi… solo son amables conmigo – sonrió
angelicalmente. – Entonces… ¿Qué me trajeron? – preguntó pestañeando a ritmo
asombrosamente rápido.
— ¿Ven lo que les digo…? – Remus tomo asiento en el sillón, los gemelos lo imitaron.
— Un pequeño obsequio no es malcriar, es solo un regalo – George le guiño un ojo a Lupin,

antes de sacar una cajita desde el bolsillo interior de su túnica, la que dejo en el piso. Un
movimiento de varita y la caja creció.
— Ábrela, Lu – Fred dejo al niño en el piso.
Estremeciéndose de curiosidad, el morenito levanto la tapa de la caja, aguanto la respiración

y extrajo de ella su presente.
— ¡¡¡Oh!!! – sonrió radiante para luego fruncir el ceño – Pero... ¿Qué es?
Los gemelos Weasley rieron.
— Se llama auto a control remoto – Fred metió la mano en la caja – ¿Vez esta cajita
negra…? – esperó el asentimiento vigoroso del niño para continuar – Con ella manejas el
auto. Moviendo estas flechas y esta palanca.
Lucas lo miro sin entender.
— Deja el auto en el suelo Lu. – índico George.
Haciendo lo que su tío pedía dejó en el suelo el autito (era de color rojo y tenía llamas azules
en el frente y ruedas bastante grandes), Fred encendió el control y comenzó a mover el
juguete.
El niño dio un chillido emocionado al ver al pequeño vehículo corriendo alrededor de él, para
después dar una vuelta por el sillón. Tan solo unos minutos le tomo a Lucas comprender el
manejo de su nuevo juguete.
— ¡Esto es genial! ¡Esperen a que se los muestre a los otros niños! Jojojo~
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Sentado sobre las piernas de su tío George, Lucas no dejaba de dar vueltas a las perillas con
las que manejaba el automóvil negro.
— Malcriadores – canturreo Remus en lo que intentó ser un reproche solo que su, gran
sonrisa invalidaba todo. Si su niño era feliz, el también lo era – Sin ser grosero… ¿Me pueden
decir a que debo su visita? Claro, aparte de venir a engreír a mi hijo.
— Traemos noticias Remus… – pausa dramática de Fred – Nuestra amiga nos entregó cartas
de Bill, Ron y de Harry.
— ¿De Harry…? – dijo en un susurró – ¡Por Merlín!
— No las hemos leído, queríamos compartirlas contigo. – George le entregó las cartas a
Lupin – Por favor, haz los honores.
Remus, con nerviosismo, tomó los pergaminos, observó los tres rollos y decidido abrió
primero… el de Bill.
“Queridos Remus, George y Fred… y claro, pequeño Lucas… no creas que te he olvidado:
Gracias a nuestra gran amiga, nuevamente puedo comunicarme con ustedes. Yo me

encuentro muy bien, mi esposo y mis niños también lo están…
Castillo Malfoy… días atrás.
William Snape escribía concentrado una carta. Cuando un fuerte estruendo detuvo su
trabajo.
El pelirrojo suspiró, dejando la pluma sobre el tintero. Estaba seguro que aquel gran ruido
tenía mucho que ver con sus hijos. Particularmente, los gemelos.
Salió de su habitación y bajo las escaleras hasta llegar a la sala de la que era su ‘casa’, dentro
de aquel enorme castillo que una vez fue Hogwarts. Antiguamente, ese lugar albergó las
dependencias de la Casa de Slytherin, con algo de magia y la dirección de Bill, las frías
habitaciones se habían convertido en un acogedor hogar. Tuvo que acomodarlo a su gusto,
porque de nada sirvió todos sus trucos para convencer a su marido. Ni con amenazarlo de
dejarlo sin sexo por un año había podido convencer que tomaran otro lugar para su casa. No
era tan osado como para pedir la Casa de Gryffindor, pero las de Hufflepuff o Ravenclaw
estaban bien. Sin embargo, este fue casi el único capricho que Sevy no le concedió. (Fiel a su
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palabra lo había dejado… un mes sin sexo… tampoco era para exagerar ¬¬) Subió por otras
escaleras para llegar hasta el salón de juegos.
Al llegar al salón encontró a su hijo Donovan de cuatro años, mezclando sustancias de

distintos colores en su juego de pociones. Su hijo era, definitivamente, muy parecido a
Severus, aunque su aspecto revelaba su sangre Weasley, cabello de intenso color rojo, nariz
un tanto pecosa y una hermosa sonrisa. De su marido había heredado una temprana
fascinación por las pociones, cuando tan solo era un bebé el sonido de un caldero hirviente
lo tranquilizaba de inmediato. También recibió de la genética Snape sus ojos negros.
El pequeño tenía las cejas fruncidas, en clara señal de concentración, mirando el líquido azul,
que pronto se convirtió en amarillo y del pocillo transparente salieron chispas de colores
que, tras un pequeño resplandor, comenzaron a convertirse en mariposas. Una cristalina risa
salió de los labios del pequeño, quien palmeo dos veces contento por su logro.
Al encontrarse con los ojos azules de su papá se levantó presuroso hasta llegar a su lado.
— Papi vite?
Bill cogió a su niño y le dio un beso.
— ¡Si, Donny! – lo estrechó entre sus brazos – Eres tan buen pocionista como tu papá Sev.
— ¿De veda? – el pequeño abrió los ojos cuán grande podía.
— Si, amor.
El niño se abrazó al cuello de su papi con una gran sonrisa plantada en su rostro.
— Hijo… ¿has visto a tus hermanos?
El pequeño frunció nuevamente el entrecejo, dándole una gran semejanza con Severus,
parecido que divertía y enternecía a Bill.
— Etán en e catillo. – Donovan apunto hacia una réplica en miniatura del castillo Malfoy que
habían recibido de regalo los niños Snape, de parte del mismísimo Lord Malfoy.
Antes de dejar a su hijo en el piso, Bill beso ambas mejillas sonrosadas.
— Sigue jugando, cariño. Yo tengo que conversar con tus hermanos.
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— ¡Ya!
El niño volvió sentarse junto a su juego y de inmediato comenzó, nuevamente, a mezclar

líquidos y polvos de colores.
El pelirrojo tuvo que entrar gateando al castillo, aunque este era bastante grande, él era muy
alto la pequeña puerta de no más de un metro y medio de alto.
Encontró a sus gemelos, Aidan y Garrick de seis, coloreando un libro de dibujos. La cara de
ambos era demasiado ‘angelical’ para su gusto. Además, esa careta de “yo nunca rompí un
plato” la conocía muy bien, desde mucho antes de que sus pequeños diablillos comenzaran a
realizar travesuras, él había visto esa carita en sus propios hermanos gemelos y por ello
estaba seguro que sus hijos eran culpables de aquel estruendo que lo trajo hasta aquí.
Sus niños no solo eran parecidos a sus hermanos gemelos en lo inquietos y revoltosos que
eran, sino también en la apariencia física. A veces creía estar viendo a sus hermanos a esa
edad. Eran completamente Weasley, para el desconcierto y pesar de Severus.
— Niños.
— ¡Papi! – ambos dieron un pequeño rebote sobre las sillas en las que estaban sentados.
— ¿Qué haces en nuestra fortaleza? – preguntó Aidan, ladeando la cabeza, confundido.
— ¿Acaso perdiste algo, querido papi? – quiso saber Garrick, enarcando una ceja (gesto
muy parecido al de su padre) y ambos sonrieron mostrando su pequeños dientes blancos.
Sentándose en el piso, Bill miro a sus briboncitos.
— Bien… estaba yo escribiendo, cuando de pronto escuche un gran estruendo. Entonces, yo

me pregunte: ¿Qué será aquello? Y por eso tuve que dejar lo que hacía para ver que ocurría.
¿Ustedes saben algo? – entrecerró los ojos dándole una mirada de advertencia.
Ambos niños negaron vigorosamente, de inmediato.
— ¿Seguros?
— Papi… – Aidan.
21
— …nosotros… – Garrick.
— …somos buenos – ambos gemelos.
— Buenos para hacer travesuras – aclaró – Es mejor que confiesen antes de que llegue su
padre.
Los gemelos se miraron por un momento, sopesando sus posibilidades. No les preocupaba
que su padre los castigara, el que realmente daba miedo enojado era su papi. Y, por lo visto,
este no era el caso. Su papi se veía tranquilo…
Ambos le sonrieron angelicales.
— Puede ser… – Garrick.
— … que tal vez… – Aidan.
— … jugáramos con los ingredientes de Papá – Garrick.
— Solo un poquito – Aidan.
— ¿Cuantas veces tengo que repetirles que el laboratorio de su papá no es un gran salón de
juegos? – Bill suspiró y negó con la cabeza – Ahora todos saldremos de aquí y yo iré a ver los
daños – Bill hizo una mueca.
— ¡Si, papi! – solícitos.
El pelirrojo mayor no alcanzo a salir de su ‘departamento’, porque en el preciso momento

un azul Severus Snape entraba a su hogar.
— ¡¡¡WILLIAM!!! – Severus hablo en un siseo, pero de tal manera que pareció un grito –
Ellos, ellos… – el moreno a apunto a sus hijos.
— ¿Nuestros hijos gemelos? – Bill mantenía la calma.
— Si, ellos… – unas manchas de color rojo fuego tomaban en estos momentos el rostro del
pocionista, rivalizando con el tono azul del resto de su piel – No sé qué hicieron
estos… niños, – mirada helada a los gemelos, ellos ni se inmutaron. Lo que estaban haciendo
era aguantarse las ganas de reír a carcajadas – pero una de mis pociones estalló formando
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una densa nube azul y cuando ésta se disipo, pude ver que mis manos estaban azules…
¡Aparecí un espejo y también comprobé que mi rostro es azul!
— Sevy… – Bill intento acercarse hasta su marido, pero este le hizo una señal para que se
detuviera.
— ¡Estos niños son un par de revoltosos! ¡Esto merece un escarmiento, William! – gruñó.
Bill asintió
— Estoy de acuerdo, pero no me digas William. – una mueca de desagrado se formó en el

rostro del pelirrojo – Yo me encargaré de castigar a este par.
Los niños temblaron al ver la mirada que su papi les dirigió, esta vez no se escaparían tan
fácil. Con su Papá Severus podían librarse del castigo después de hacerle algunos pucheros y
prometerle no volverlo hacer, pero con su Papi Bill tenían la batalla perdida.
— ¡A su habitación ahora!
Ellos suspiraron derrotados y caminaron hasta las escaleras. Sin embargo, se detuvieron en
el umbral y miraron fijamente a su padre.
— Papi… – Aidan.
— … pareces… – Garrick.
— ¡Un pitufo con varicela! – rieron a carcajadas y luego chillaron al ver que su padre sacaba
su varita. Los gemelos salieron pitando hasta la habitación, ante la promesa de mucho dolor
en el rostro del pelinegro.
— Sevy, no te enojes… son niños. – intentó tranquilizar a su tembloroso esposo.
— Unos muy traviesos… de seguro Merlín me está castigando por algo muy malo que habré
hecho – Snape rodó los ojos y alzo los brazos – ¡¿Porque a mí?!
— Cariño, ¿acaso no quieres a nuestros niños? – puchero.
— Tu sabes que sí, William.
— Bill… – masculló el pelirrojo antes de abrazar y besar a su esposo.
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El pequeño Donovan al ver que el ‘peligro’ se había disipado se acercó hasta sus padres.
— Papá… – el niño tiro de la túnica del moreno.
— ¿Qué ocurre, Donovan? – Snape se colocó en cuclillas para ver a su niño a los ojos.
— No etes enojado papá – el pequeño beso la mejilla de su padre – Mida… pada ti.
El niño abrió su mano y le mostró un par de mariposas que él había creado.
— ¿Tú las hiciste?
Donovan asintió con una sonrisa.
— Eres muy listo – Severus abrazo a su hijo y se levantó con él en brazos. “¿Porque ese par
no es como Donovan…?”, pensó lastimeramente.
— Se parece a ti – Bill beso la mejilla de su esposo, revolviendo el cabello de su niño con

cariño.
Snape sonrió orgulloso.
La puerta del departamento se abrió y una pequeña morena de ojos azules, de tan solo dos
años, entró corriendo a toda velocidad, la velocidad que le permitían sus piernitas… claro
está.
— ¡Mi llego!
La niña sonrió moviendo su cabello negro sujeto en una coleta alta.
— Beth, mi ángel. ¿Dónde dejaste a tu tío Ron?
Bill alzo a su hija, Elizabeth Molly Snape, en brazos.
— Aquí vengo… – un sonriente Ron ingreso al lugar – creo que me estoy haciendo viejo
para seguir el ritmo de estos torbellinos.
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Ron Weasley, venía sujetando de la mano a su hija, Isabella Zabini, de dos años de edad. Su
cabello era rojo, como lo tenían casi todos descendientes de la familia Weasley, la excepción
era su prima Elizabeth, sus ojos eran café claro, como los de su otro padre: Blaise Zabini.
— ¡Tío! – chilló Isabella y pronto Bill tenía en un brazo a su hija y en el otro a su sobrina.
— Gracias por cuidar de mi ángel – sonrió a su hermano.
De pronto Isabella abrió grandes sus ojos mirando a su tío Severus.
— Tío… ¡tas azul! ¡Paeces pitufo! – la niña alcanzo el rostro del adulto y soltó una risa.
— La ota vez taba vede – anunció Beth sin mostrarse sorprendida.
Ronald, al entrar, había notado el azul de la piel de su ex-profesor y uso todo su autocontrol
para no largarse a reír como loco. Sabiamente, prefirió no comentar, seguramente ese
estado fue causado por sus sobrinos y, por la cara de Snape, era mejor no decir nada. Aún
recordaba (de su época de escuela) lo escalofriante que podría ser recibir la ira de Severus
Snape.
— ¿Y Zabini? – preguntó Snape, sacándolo de sus cavilaciones.
El pelirrojo arrugo la nariz, al oír el nombre de su ‘pareja’.
— No sé dónde está ese – espetó con desdén.
Severus bufó, parecía que su cuñado nunca aceptaría la relación que tenía con Blaise Zabini.
Por Merlín, si hasta una hija tenían, era obvio que se amaban. De otra manera, el embarazo
masculino no se podría haber dado.
— En fin… solo vinimos a dejar a Beth, ahora Isa y yo nos retiramos, se acerca la hora de la
merienda.
Ron estiro sus brazos y de inmediato su hija se dejó tomar en ellos.
— Recuerda que mañana es la entrega. Nos vemos hermano – dijo Bill al despedirse del
más joven con un abrazo.
— Sí, nos vemos.
25
Severus solo enarcó una ceja ante el comentario, él sabía que su esposo mantenía contacto
con su familia que formaba parte de plebe, pero la forma o conducto por el cual se realizaba
ésta comunicación le era desconocida.
Isabella y Ron agitaron las manos en señal de despedida.
— Bien… vamos a lavarnos las manos, los elfos pronto servirán la merienda.
Toda la tropa Snape se dirigió hasta el baño para lavarse las manos, excepto los dos
miembros castigados, que comerían en su habitación.
Se encontraban comiendo pacíficamente cuando una pregunta se vino a la mente del

pocionista…
— Bill… ¿qué es un pitufo?
Entrada la noche, luego de castigar a sus traviesos gemelos, acostar a sus otros dos retoños y
acompañar a su marido en un relajante baño (que incluyó un ardiente encuentro sexual. Es
que al pelirrojo lo había excitado ver a su esposo como Pitufo), por fin Bill pudo terminar de
escribir la carta que había comenzado durante la tarde.
“… Como habrán leído, soy feliz… tengo una familia maravillosa, un esposo que me ama y
unos niños revoltosos, si, pero muy lindos.
Aunque debo admitir que mi felicidad está a medias, no es completa. Me hacen mucha falta,
siempre fuimos una familia unida y esta separación me duele mucho. Como me gustaría que
todos estuviéramos juntos y nos reuniéramos a cenar, que vieran a mis niños, a la hija de
Ron… que el pequeño Lucas jugara con mis diablillos… tantos deseos inconclusos, pero estoy
seguro que algún día esto ocurrirá.
Tampoco sé de papá desde hace bastante y eso me preocupa. Espero pronto poder hablar
con Percy para preguntarlo por él. Creo que todavía no se ha recuperado por lo de mamá. Sin
embargo, él es fuerte y podrá recuperarse.
Ginny también está muy bien. Hoy no se encontraba con nosotros, pero les manda muchos
besos y abrazos.
Los quiere,
Bill Snape”
26
Remus suspiró al terminar de leer la carta.
— Algún día podrá ser, ¿no?
— ¿Papi?
— ¿Si, amor?
— Esos niños, los gemelos… ¿son los que se parecen a mis tíos?
Lucas había podido ver a todo el clan Snape en las fotografías que solía enviar Bill.
— Si Lu, ellos son tus ‘primos’. Estoy seguro que si algún día los conoces te llevarías muy
bien con ellos – Remus suspiro, reprimiendo un escalofrió al pensar en las travesuras que
podrían cometer ese par y su hijo en conjunto.
— Ahora lee la de Ron… – urgió George.
El licántropo asintió y tomó el segundo pergamino.
27

Hogwarts (parte II)
— ¿Y? ¿Qué dice nuestro querido Roddikins? – preguntó ansioso Fred.
El licantropo sonrió y, al desviar la mirada de la carta de Ronald, pudo ver tres pares de ojos
azules ansiosos por que comenzara a leer.
— ¡Vamos papi, lee! Me gustan mucho las cartas de los tíos. Sobre todo saber que hacen en
ese castillo gigante – los ojos brillosos de Lucas mandaron un escalofrío a Remus. Pobre de
Hogwarts si su hijo llegara a pisar un día su suelo.
— Bien… – carraspeó antes de comenzar a leer.
“Hermanos, Remus y Lucas:
¿Cómo están? Yo debo admitir, muy a mi pesar, que estoy bien junto a mi niña y a ESE bicho
que se dice mi amo y señor. Amo y Señor… ¡Claro! (¬¬)…
Los gemelos soltaron una risa divertida, mientras Remus negaba con la cabeza y sonreía ante
el sarcasmo de Ron.
Mis días trascurren inmerso en distintas labores hogareñas, una vida muy distinta a la que yo
pensaba tener después de que abandonara el colegio. Atrás han quedado muchos sueños…
Castillo Malfoy… días atrás (otra vez).
Ron cepillaba el cabello rojo de su niña, hoy la peinaría con dos trenzas y le colocaría cintas
en el pelo que combinaran con su vestido azul. Estas labores podía realizarlas Mirels, la
niñera que había traído Blaise para su hija, pero al pelirrojo le gustaba atender a su niña
personalmente. Aunque, procuraba que la niñera pasara tiempo con la niña, no quería ser la
causa de que ella tuviera que volver a alguna mazmorra o fuese enviada a cumplir alguna
labor desagradable.
— Papi… ¿Dónde está el papá?
El hombre se tragó un gruñido antes de sonreír y contestarle a su niña.
— Salió con tío Theodore, cariño.
28
Al parecer, la respuesta satisfizo la curiosidad de la pequeña, que regresó su atención a su

muñeca ‘Amy’, la cual era idéntica a ella. Blaise la había mandado a fabricar con un famoso
juguetero, el que creaba estas muñecas especiales a pedido. Por supuesto, su costo era
elevado, pero nada comparado con satisfacer los deseos de su pequeña. Ron, obviamente,
había protestado (como protestaba todo lo que hacía su… ¿Concubino? ¿Amante? ¿Señor?),
pero ésta vez tuvo que aplacarse al ver la sonrisa de su hija.
Blaise Zabini, alias el bicho, había salido junto a Theodore Nott, quien estaba pronto a
contraer matrimonio con Neville Longbottom. El castaño estaba ayudando a su amigo con
los preparativos legales de la boda. Le había tirado la indirecta al pelirrojo, diciéndole que
estaba practicando para “su propia boda”, por lo que se ganó una mirada fulminante y una
semana de ley de hielo por parte del Weasley.
Sin embargo, esa imagen de un sonriente Blaise pidiéndole matrimonio se vino a la mente de
Ron, junto con otras memorias…
Recuerdo
Ronald Weasley se despertó sobresaltado, lo último que recordaba era que la guarida en la
cual se refugiaba su familia, y otros miembros de la resistencia, había sido descubierta y
atacada por los hombres de Malfoy.
Intento levantarse, pero unos brazos se lo impidieron. Un conocido perfume, mezclado con
el aroma natural de esa persona, le indico de quien se trataba.
— ¿Blaise…?
— Tranquilo, Ronny – el castaño acomodó unos almohadones para que el pelirrojo quedara
semi-sentado.
— ¿Dónde estoy? – murmuró roncamente, mientras levantaba un brazo sobre sus ojos,
impidiendo que la luz le lastimara la vista.
— En mis habitaciones.
— ¿En la mansión Zabini?
— No… – Blaise titubeo antes de responder – Estamos en el castillo Malfoy.
Ron abrió los ojos por la sorpresa e intento sentarse, pero se precipito nuevamente contra
los almohadones al sentir un mareo.
— Por favor Ron, debes estar quieto. Te golpeaste la cabeza durante el…
29
— ¿Qué hago aquí?, ¿Dónde están mis padres y mis hermanos?, ¡Dime donde están! – rugió
Ron, rojo de furia, pero miraba a Blaise con la preocupación reflejada en su rostro.
— Ronny…
— No me llames de esa manera – rugió nuevamente Ron. Un sentimiento de traición

formándose en su pecho.
— Si te calmas, bebes la poción que traerá uno de los elfos y comes algo te explicare todo –
dijo firmemente el castaño.
El pelirrojo asintió, puesto que no tenía otro camino. Sin dar problemas, Ron bebió la poción,
aunque tenía un sabor rancio, el brebaje de inmediato le trajo una sensación de alivio al
malestar general que sentía. Luego de unos minutos empezó a comer la gran cantidad de
comida que le habían llevado los elfos, tenía mucha hambre después de permanecer
inconsciente por varios días. Y si a eso le agregamos que él es un Weasley, pues… se puede
decir que comió casi sin masticar.
— Comienza a hablar Zabini – gruñó.
Blaise hizo una mueca de dolor al escuchar el áspero “Zabini” y luego suspiro, sería muy
difícil esta conversación. El conocía muy bien a Ronald, después de todo, fueron novios
durante dos años, hasta que la guerra los separó. Él había conocido y vivido en carne propia
los famosos arranques de su carácter.
— Hace una semana, la fuerza de inteligencia de Lord Malfoy descubrió el lugar donde se
ocultaban ustedes. El ataque al refugio fue preparado en poco tiempo. Yo iba con el grupo
de asalto, caímos de sorpresa, por lo que encontramos poca resistencia – Blaise bajo la
mirada – Producto de las explosiones que hubieron en la caverna, tú recibiste un golpe y
perdiste la conciencia. Has estado inconsciente varios días, yo solicite encargarme de ti y
desde hace tres días estas en mi habitación.
— ¿Y mis padres? – el pelirrojo dejo el tenedor sobre la bandeja.
— Ellos están bien, tu hermano Percy se ha encargado de ellos. Están en perfectas

condiciones… te lo juro.
— Ese maldito traidor… – masculló y le mandó una mirada dura al Slytherin – No puedo
creer en él, ni en tus promesas.
Los nervios de Blaise aumentaron.
— Ron, yo…
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— ¿Y mis hermanos? – cortó, no deseando escuchar explicaciones tontas.
— William fue tomado prisionero, pero no te preocupes. Él ahora esta con Snape y se
casaran pronto.
— ¡¿Qué?!
— Tú sabías que ellos se amaban.
— Si pero… – Ron lanzo un bufido. ¡Seré cuñado de Snape! ¡Merlín…!
— Charlie huyó del lugar junto con varios de tus amigos. Entre ellos, por lo que sé, están
Granger, Thomas, Finnigan como más importantes y otros que no recuerdo. – Blaise hizo
una pausa – Longbottom esta con Théo… ellos mantenían una relación en el colegio.
El pelirrojo asintió. Ron no pregunto por lo gemelos, ni por Ginny, porque se suponía que
ellos estaban ocultos en otro lugar.
— ¿Y qué hago yo aquí?
— Te estoy cuidando.
— ¿Por qué…? No entiendo como tu señor… – la palabra señor fue dicha con marcada
ironía – permitió tal cosa.
Zabini dejo la silla en la que se encontraba, se acercó a la cama y retiro la bandeja de las
piernas de Ron. Después se arrodillo junto a él y tomo una de las manos del pelirrojo.
— Ron ha pasado un año desde que nos separamos, por situaciones horribles. Las cuales no
tiene caso que mencione… – Blaise negó con la cabeza – Yo no he dejado de amarte Ronny,
yo te quiero y aunque las circunstancias no son las mejores, podemos estar juntos
nuevamente… cásate conmigo Ronald Weasley.
Los ojos azules de Ron se abrieron con incredulidad.
— ¿Qué…? No, no… yo no puedo. – el pelirrojo se aferró a las mantas – Tú… no… tú
preferiste seguir a tu Lord Oscuro en vez de quedarte conmigo… ya no puedo creer en ti
nuevamente.
— Por favor Ron… acepta. Como dijiste mi Señor no acepto mansamente que Bill, Neville o
tú entraran al castillo. Tuvimos que realizar un pacto, el pacto sclavus. – Blaise cerro los ojos
con dolor – Supongo que sabes que desde que ese pacto se selló tu eres mi esclavo y yo soy
tu señor…
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— No puede ser… – murmuró el pelirrojo llevándose las manos a la cabeza.
Zabini se levantó presuroso y abrazo a Weasley.
— Tranquilízate Ron, yo nunca te obligaría a nada. Además, si te casas conmigo el pacto se

romperá y recuperarías todos tus derechos.
— ¡¡¡Suéltame!!! – Ron se desembarazo del abrazo, mandándole una mirada de furia. Era
duro ver en esos hermosos ojos azules tanto rencor – ¡Vete de aquí! ¡No puedo creer que
hayas hecho ese pacto! ¡Hubiese preferido podrirme en las mazmorras del maldito Malfoy
que ser tu esclavo!
— Ron entiende, fue necesario…
— ¡Fue necesario para ti! ¡Para retenerme como in vil animal doméstico! – se derrumbó
nuevamente en la cama – Vete de aquí Zabini… te odio.
Ron se volteo en la cama y se cubrió el rostro con las mantas.
Zabini suspiró y decidió salir del lugar. Sin duda, esto no fue tan malo como se lo imaginaba.
Ya que su pelirrojo era conocido por recurrir a la violencia física cuando estaba enfadado.
Luego de esa primera vez, el castaño había intentado una vez más pedirle matrimonio a Ron,
durante la boda de Bill y Severus, pero el pelirrojo le coloco de sombrero el plato de sopa
que bebía en ese momento. Innecesario decir que fue objeto de burlas de todos sus
compañeros.
Los primeros meses fueron muy difíciles para ambos. La compañía de su hermano y el haber
encontrado a Harry, quien se daba por desaparecido o muerto, en el castillo eran las únicas
alegrías para Ron. Aunque, éste no podía negar que Blaise se esforzaba por hacerlo y feliz…
pero él no podía aceptarlo… si había algo en lo que los Gryffindors eran persistentes era en
mantener su orgullo. Y ese orgullo había sido pisoteado cuando Blaise aceptó hacer aquel
pacto…
Fin del Recuerdo

¿Cuántas veces le había pedido matrimonio Blaise durante estos años? Más de 15, Ron
recordaba cada una de ellas y cada desplante que le hizo luego de la petición, su mirada
desilusionada y como lograba seducirlo con su mirada triste, su perfume, el calor de su
cuerpo… ¡el muy degenerado! Sin embargo, tenía que admitir que todas las peticiones
habían sido muy ingeniosas… al igual que sus rechazos.
No puedo evitar gruñir enfadado con el castaño y consigo mismo.
— ¿Papi podque guñes?
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— No es nada amor, solo recordé algo feo – sonrió acariciando la cabeza de su niña.
Isabella miro a su papá con el entrecejo fruncido.
— ¿Papi… quedes a papá?
Una vez más su pequeña le hacia esa pregunta, al parecer la niña intuía cuando sus
pensamientos se dirigían hacia su otro padre.
— … – Ron suspiró – Si amor… lo quiero – el pelirrojo era capaz de mentirse a sí mismo, pero
no podía engañar a su hija. Solo que… creo que el amor entre nosotros se ha perdido. Querer
no es lo mismo que amar…
Los ojos café de Isabella brillaron de alegría.
— ¡Yo los quedo a los dos! – la niña abrazo a su papá.
— Yo también te quiero, Isa – beso sonoramente la mejilla – Ahora vamos con tía Ginny,
ella y Mirels se encargaran de tus primos y de ti, mientras tío Bill y yo ayudamos a tío Nev
con su boda.
— Yo tendé un lindo vetido cuano tío Nev se case con tío Theo, ¿veda?
— Si princesa… Beth y tú tendrán lindos vestidos y lanzaran pétalos de flores en la

ceremonia.
La niña aplaudió fascinada.
— ¿Y cuano papá y tú se casen tanmien?
— Eh… – sintiendo su cara arder Ron cambio de tema rápidamente – Vamos que de seguro
Ginny les tiene helados.
Los ojos azules de Ron recorrían la figura de Neville, que se encontraba montado sobre un
piso, mientras el sastre le probaba su traje. Bill y Harry también estaban en la habitación
acompañando a su amigo.
El castaño soltó un suspiro cansado.
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— Tgadquilo jeunes Longbottom – hablo el sastre francés, Marcel – La confegcion del tgaje
de bodas es todo un agte.
Neville miro a sus amigos con una cara que decía claramente ‘salvenme’, pero estos solo le
devolvieron un rostro sonriente y una mirada divertida.
Una vez terminado el martirio el castaño pudo relajarse unos minutos.
— Es muy complicado casarse… estoy muerto – Neville escondió su rostro entre sus brazos
al recostarse sobre la mesa.
— Si no fuese una boda apresurada… – canturreó Harry con alegría.
El tímido joven se sonrojo.
— Yo... yo bien… yo…
— Tranquilo Neville, nadie te está juzgando – hablo Bill – Harry solo te está embromando.
El moreno asintió, para confirmar las palabras de Bill, solo que eso no evitó que su sonrojo
desapareciera.
Ron engullía en ese momento un trozo de pastel, antes de hablar trago con algo de esfuerzo.
— Realmente no sé porque te casas con ese hombre.
Recuerdo
Neville suspiró, mientras recogía las sobras de la cena que había preparado para su… novio.
La tensión entre ellos aumentaba cada vez más. Y lo peor de todo es que esta tensión no era
cualquiera, ambos sabían que era tensión sexual.
Lavó los platos, sin importarle la mirada horrorizada del elfo que tenían en su hogar. Es que
necesitaba despejar su mente con lo que fuera. Estaba en eso cuando sintió unos brazos
rodear su cintura y una cálida boca atacar su cuello.
— T-Théo… – musitó.
— ¿Por qué haces eso…? – susurró, ocasionando que las rodillas del Gryffindor se
convirtieran en gelatina.
— Yo… solo… me gusta – murmuró. Su respiración se contuvo en su pecho cuando sintió una
de las manos de su pareja colarse entre su camisa y tocar su cálida piel.
34
— Si tú lo dices… – dijo antes de voltear el pequeño cuerpo entre sus brazos y besar con
impaciencia los labios finos de Neville.
Como de costumbre, el castaño se derritió en los brazos del chico que amaba. Era conciente
que cada vez más le costaba mantener su idea de llegar virgen al matrimonio. Teniendo este
tipo de besos y caricias todos los días se le hacía muy difícil no tirar todo por la borda y
dejarse amar por Theodore allí mismo... en la mesa de la cocina como dos animales salvajes.
Rompió el beso, sacudiendo su cabeza para alejar esos pensamientos de su mente. Pero le
resulto difícil cuando sintió los labios de su pareja mordisquear su cuello y como una mano
se colaba entre sus pantalones.
Cuando la mano de Nott se cerró en su nalga, Neville supo que tenía que hacer algo con su
estado civil antes de volverse loco. Desees de todo, ya había esperado mucho tiempo para
tomar la decisión...
Fin del Recuerdo

— Ron yo amo a Théo… – las mejillas de Neville volvieron a colorearse – Él ha respetado mi
decisión todo este tiempo, él ha sido paciente… pero el que no puede esperar más yo soy… –
la cara del castaño se encendió aún más… si es que eso era posible.
El pelirrojo bufo antes de llevarse otro trozo de pastel a la boca.
— Ron… el que tú no quieras aceptar que amas a Blaise, no quiere decir que Nev deba vivir
como tú lo haces – dijo Bill mirando a su hermano.
— ¿Qué yo qué? – explotó Ron – No, no… yo nunca voy a volver a amar a ese bicho… a ese…
no. No…
— Acéptalo Ron y se feliz… si no te apresuras alguien puede quitártelo – hablo Harry.
— No… pero yo…
— Antes de que Ron siga mintiéndose a sí mismo… mejor continuemos con los preparativos.
Bill, Harry y Nev se levantaron de la mesa para salir de la sala, un indignado Ron los siguió,
murmurando palabras incoherentes.
En el Salón Slytherin se llevaría a cabo la ceremonia de enlace y la fiesta en el Gran Comedor

que, para satisfacción y nostalgia de muchos, aún conservaba el hechizo en el techo, que
permitía ver como estaba el cielo afuera.
Mucha más gente de la que Théo y, especialmente Nev, hubiesen querido asistiría a la
ceremonia. Después de todo, la familia Nott era una gran colaboradora del clan Malfoy.
35
En enlace de ambos seria el evento social del año.
Tarde en la noche Ron miraba a su hija dormir y pensaba en las palabras de Harry… tal vez
era momento de seguir, de dar el primer paso y dejar el pasado atrás. Había cosas que no se
podían cambiar, pero de seguro se podían mejorar.
— Quizás debiera cambiar mi actitud con Blaise…
Porque… ¿Y si alguien quería quitárselo? Ante ese pensamiento el pelirrojo sintió una furia
indescriptible. Respiro para calmarse.
— No… ¿quién va a querer quitármelo…? Nadie – murmuró para tranquilizante y no

despertar a su niña.
Ron dormía con Isabella ya que, antes de que ella naciera, el pelirrojo tenía su propia
habitación en el ‘departamento’ de Blaise. Al nacer la pequeña él mismo se encargó de que
la cuna de su hija se instalara en ese lugar y, ahora que ella era un poco más grande, insistía
en dormir con ella, aunque Blaise le había preparado una hermosa habitación a su niña. Y
solo se había aplacado porque la pequeña estaba de acuerdo con dormir con su papi.
Ya estaba en su cama, pero no podía dormir. Se levantó con sigilo y salio de su habitación.
Sin dejar de titubear caminó y regreso, varias veces, hasta decidirse a ir a la habitación del
otro hombre. No podría dormir hasta asegurarse de que estaba en su cama
durmiendo… solo.
¡Maldición Harry, porque tenías que abrir la boca! ¡Su actitud es muy irritante desde que
pasa tanto tiempo con ese hurón!
La incertidumbre provocada por las palabras de Harry, no había disminuido. Es más… había
aumentado. ¿Y si Blaise, cansado de sus desplantes lo dejaba o si ya tenía una amante…? ¿O
tal vez se casaba con otra u otro y le quitaba su niña…? Ese último pensamiento hizo que su
corazón casi se detuviera. Con algo de temor abrió la puerta, ver a Blaise dormido en su
cama lo tranquilizó, dejando salir el aire que no sabía que estaba conteniendo. En silencio
regresó a su habitación, mientras sentía a su corazón palpitar en ritmo normal.
36
Nuevamente se recostó en la cama e intento dormir, pero una vez sembrada la duda, ésta no
dejaba de crecer.
Con un humor de los mil y un Voldy, se despertó al día siguiente. Lo primero que hizo, luego
de besar la frente de su hija aun dormida, fue ir a ver a “Su Señor”. Este ya había salido, a
través de un mensaje dejado con los elfos, se enteró que había salido con Theodore… bien,
esto lo tranquilizaba, si estaba con él no podía irse con alguien más.
Ese día, nuevamente, no le vio ni pelo a Blaise. Eso no mejoraba las cosas.
En la tarde había cuidado de su sobrina e hija y eso lo había alejado de sus pensamientos
negros. Al ir a dejar a Beth se encontró con un Snape Azul, clara señal de haber caído en una
broma de los gemelos.
Bill le recordó en ese momento que debía escribir una carta para Remus y sus hermanos,
diciéndole que una amiga, tan amablemente, les harían llegar.
Luego de darle de comer a su niña, la dejo al cuidado de Mirels y se dedicó a escribir la carta.
Como les he contado mi vida es bastante pacífica y algo monótona en el castillo.
La boda Nev nos ha sacado a todos de la rutina… ojala pudrían asistir a la fiesta, será
espectacular.
Los gemelos intercambiaron una mirada cómplice.
Pronto el bicho ¬¬ nos llevara a Isabella y a mí a ver a papá, en la próxima carta les contare
de él.
Creo que eso es todo por ahora…
Los quiere y extraña,
Ronald Weasley.
— La testarudez de Ronny es más fuerte que sus sentimientos – afirmó George.
— Si… solo espero que ella no lo termine lastimando – Remus dejo escapar un suspiro – Voy
a la cocina por unos minutos. Por favor no destruyan la casa.
37
Dos pelirrojos y un morenito, colocaron sus mejores caras de angelitos. Por supuesto, esto le
dio mala espina, así que Remus se apresuró en colocar el pan en el horno, estaba seguro que
al regresar se encontraría con alguna sorpresita.
Al regresar a la sala, tal y como lo esperaba, se encontró con un Lucas multicolor.
— ¿Me pueden decir que es esto?
— Nuestro nuevo producto – anuncio Fred.
— ¿No es genial? – George.
— No si mi hijo esta de todos colores – masculló, agachándose junto a Lucas.
— Mira papi, mis uñas cambian de color. Soy un camaleón… jojojo – rió el pequeño,
enseñándole a Remus sus uñas intermitentes.
— Eso veo – suspiró y sonrió a pesar de sí. Negó con la cabeza, mientras las risas de los
gemelos y de Lucas inundaban en lugar – El pan tardara unos minutos en estar listo… He de
suponer que se quedaran a comer, así que ahora leeré la carta de Harry.
Los gemelos dejaron de reír, para poner atención a Remus, Lucas también lo hizo
presintiendo la importancia de aquello.
Remus sostuvo el pergamino y lo miro con ternura aquella desprolija caligrafía, como si
estuviese viendo al mismo Harry.
38

Hogwarts (parte III) & Enlace
Remus aspiro hondo y soltó el aire antes de comenzar a leer. De todas, esta era la carta más
importante… la de su primer cachorro.
“Queridos Rems, Lu, Fred y George:
Estoy muy feliz por tener noticias de ustedes a través de Bill y Ron. Siento no haberles podido
escribir antes y siento aún más que estuvieran tan preocupados por mí, aunque si desaparecí
no fue por mi propia voluntad como… ya sabrán.
Cuando desperté en el hospital estaba completamente agotado, el medimago que me

atendía me dijo que mi núcleo mágico estaba vació, algo así como un automóvil muggle sin
gasolina. El menciono que solo con descanso y absoluta abstinencia de magia podría
regresar a la normalidad mi capacidad mágica.
Los primeros días no me extrañó que no me visitaran, porque la verdad no me daba cuenta
de ello, solo dormía, pero cuando logré mantenerme despierto por mayor tiempo comencé a
preocuparme.
Yo creía que la guerra había terminado, yo había derrotado a Voldemort y creí que con ello
todo terminaría, bien al menos el mal mayor… cuan equivocado estaba…
Al descubrir la verdad, intente salir del hospital, pero aun no tenía suficientes fuerzas. Ese día
me dormí en la cama de San Mungo sintiéndome inútil y desesperado, pero me desperté en
un lugar distinto confundido y asustado.
Un elfo apareció junto a mí, llevándome el desayuno, al preguntarle donde diablos estaba (si
Hermione me hubiera visto se abría enfadado, pero mi confusión me frustró en ese
momento) la criatura solo me dijo que estaba en la habitación del amo.
Jamás se pasó por mí mente que aquel “amo” era el mismísimo hurón: Draco Malfoy. Él
apareció tiempo después en la habitación, haciéndome el gran anuncio de que le
pertenecía y que desde ese momento viviría en el castillo.
Idiota, yo no lo pertenezco a nadie y menos a él.
Ha transcurrido tiempo desde aquello, años, pero aun mi núcleo mágico no se ha recuperado
por completo, tal vez si tuviera toda mi magia pudiese librarme de este cautiverio.
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Sinceramente, también pienso que necesito una varita para que me ayude a canalizar mejor
la magia. Si tuviera una… tal vez…
Mi vida en Hogwarts (para mí siempre será Hogwarts) es bastante aburrida, aunque me

divierto fastidiando al Señor Draco. El Amo me mantiene vigilado y solo últimamente me ha
permitido compartir más tiempo con los demás...
Castillo Malfoy… días atrás (si, otra vez).
— Harry…– tono suave.
El moreno continúo leyendo sin tomarle mínima atención a Draco.
— Harry… – leve irritación.
Un furioso rubio se acercó hasta su esclavo y le quitó el libro que sostenía.
— ¡¿No me oías acaso?” – gruñó.
— Sí. – Harry se levantó del bergere, sin siquiera mirar a Draco.
— ¡HARRY! – el rubio sostuvo al moreno por el brazo.
— ¿Qué ocurre, mi Señor? – como siempre, ponía todo su sarcasmo en la última palabra.
— Por Merlín Harry, solo dime Draco, solo Draco.
— Como desee mi Señor… Draco.
La molestia del rubio se exteriorizo haciendo explotar un par de floreros que estaban en la
habitación. Suspiró varias veces para calmarse antes de volver a hablar.
— Voy a salir, acompañaré a Théo a ver algunos asuntos sobre su boda.
Harry se limitó a mirar a Draco con expresión vacía, pestañeando ocasionalmente. El rubio
suspiró y besó la mejilla del moreno, no se atrevió a más, hoy no era un buen día para tentar
a la suerte.
El moreno espero que Draco saliera de la habitación para dejarse caer en la cama quedando
boca abajo.
— Si todo hubiese sido diferente… – Harry lanzó un gran suspiro y sin quererlo las imágenes
de lo vivido la noche anterior vinieron a mente.
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Recuerdo
Draco cerró los ojos al sentir el cuerpo flácido bajo el suyo, como si se tratara de un vil
muñeco de trapo. Siempre era lo mismo, él se encendía con solo ver el cuerpo desnudo del
moreno y se acercaba para satisfacer sus deseos. Harry se dejaba hacer, simplemente
yaciendo allí en la cama, con la mirada perdida en algún punto del techo o la ventana.
Mirándolo así, Draco sentía que lo estaba violando. Pero para él no era así, él siempre era
amable, buscaba encender al hombre tanto como lo hacía su cuerpo, pero Harry
simplemente no prestaba atención a los avances del rubio. El Slytherin no podía más que
admirar como su amor podía tener tanto control sobre su cuerpo, que ni siquiera las mejores
de sus caricias conseguían darle una erección… la mayoría de las veces. Estaba feliz de la
naturaleza humana, porque si no fuera por ella, el poseer a Harry de esta manera hace rato
lo hubieses enloquecido. Como cualquier ser humano, Potter a veces necesitaba descargar
su libido.
Gimió cuando al fin estuvo completamente dentro del cuerpo moreno. Se detuvo
brevemente y miró a su amante esperando una señal para comenzar, pero como esos días,
Harry miraba a cualquier lado menos él. Solo dejándose tomar sin sentir nada.
Con un gran malestar en su estómago, empujó unas cuantas veces, solo para dejar su semilla
en el otro cuerpo, este sexo unilateral no le traía ganas de esforzarse, solo lo hacía para
satisfacer a un miembro despierto.
Con un jadeó, pronunciando el nombre del otro de vino y se sostuvo con ambos brazos para
no caer sobre el cuerpo bajo el suyo.
Harry miro a Draco de manera fría.
— Ahora estas satisfecho, ¿no? – el moreno se cubrió con las mantas – Si no lo estás, lo
siento, pero yo voy a dormir… SEÑOR
Draco no pudo reprimir la sensación de angustia que lo recorría cada vez que este tipo de
episodios ocurrían. Observó a Harry con lágrimas contenidas antes de levantarse de la cama,
se colocó una bata y salió de la habitación. No podía quedarse en el lugar, tenía que salir e
intentar arrancarse ese dolor, aunque él sabía que era inútil.
Harry se envolvió en las mantas sintiendo como su corazón se apretaba.
‘No tienes por qué sentirte así, Harry. Ese bastardo se merece todo esto y más…’
Fin del Recuerdo

El moreno se volteó en su lugar y volvió a suspirar antes de levantarse de la cama e ir en
busca de Ron.
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Residencia Zabini.
Su amigo jugaba con su niña cuando entro a las que alguna vez fueron las dependencias de
la Casa de Ravenclaw.
— ¡Tío Haddy!
La pequeña Isabella dejo su juego de té y corrió para que su tío la levantara.
— Hola Isa, ¿Qué haces?
— Papi y yo jugamos a la hora del té, pero papi se come todas las galletas – la pelirroja se
cruzó de brazos y frunció el ceño.
Ron se levantó del piso, negando. Mirando severo a la niña.
— Tú te comiste las mayorías de las galletas, pequeña bribona.
La niña sonrió angelical.
— Debe ser la sangre Sly – Ron rodó los ojos – ¿Cómo estas, Harry?
— Bien… ya sabes – el moreno se encogió de hombros girando para que su amigo no viera
su expresión triste – Vamos… el sastre debe estar esperándonos para probarnos los trajes.
— La boda de Nev trae de cabeza el castillo.
— Recuerda que es el acontecimiento del año y... – murmuró con sarcasmo. A pesar de que
su amigo era feliz, una punzada de fastidio irradiaba en su corazón al saber que su amigo se
casaba con un Slytherin… un ex Mortífago.
— ¿Nonde vamo tío Haddy? – Isabella continuaba en brazos del moreno y cansada de que la
ignorarán interrumpió la conversación.
— Señorita, no debes interrumpir cuando un mayor habla.
— ¡Pedo papi...! Yo me abudo si no hablan con mí.
— Entonces Isa, tú te iras a quedar con tus primos mientras nosotros vamos con el sastre.
¿Está bien? – preguntó Ron.
— Ship, porque pode juga con Beth.
42
— Entonces vamos.
La pequeña hizo el recorrido en brazos de Harry. Al llegar a casa de Bill dejaron a los niños,
pero antes de irse conversaron unos minutos con Ginny.
La apariencia de la pelirroja no había cambiado mucho, aunque ahora llevaba el pelo corto y
tenía una mirada más triste, pero no por ello menos decidida.
Bill, Ron y Harry fueron hasta la el departamento de Neville, lugar donde el castaño estaba
junto a Marcel, el sastre, la pesadilla del joven últimamente. Se había probado tantas veces
el traje que estaba a punto de gritar.
— Jeunes Longbottom, est superbe – Marcel le dio una mirada apreciativa – Si, el traje esta
parfaite. Esta es la última prueba.
Neville le agradeció a Merlín y a toda su parentela muerta, por terminar con su suplicio. Con
una sonrisa de alivio el castaño se bajó del taburete.
— Bien… el siguiente. Usted jeune Potter, si es tan gentil.
Harry mantenía la cabeza en otra parte se acercaba la boda de Nev y ese día no solo sería
importante para su amigo, para él también sería un día crucial.
— Jeune Potter – volvió a repetir el sastre, con un ceño en su cara.
— Harry – Bill zarandeó al moreno.
— ¿Eh?
— Tu turno
— Sí, claro
El moreno se subió al taburete inmerso en sus pensamientos. Nadie en el castillo conocía el

hilo que seguían sus ideas, era mejor de esa manera, todo tenía que ser un gran secreto.
Todos atribuían el comportamiento de Harry a algún problema que hubiese tenido con
Malfoy. La actitud taciturna solía colarse en el moreno cuando tenía problemas con el rubio,
pero por lo general el carácter de Harry no había cambiado demasiado. Aunque nadie podía
negar que el joven hubiera desarrollado un lado Slytherin, porque él sabía usar las
cualidades de toda serpiente cuando las necesitaba.
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Aquella noche, Draco no lo buscó en la habitación… era lo mejor… buscando maneras para
herirlo, él también terminaba dañado.
Agitó la cabeza en un vano intento de despejar sus ideas y retomó la escritura de la carta,
humedeció la pluma en la tinta y comenzó a escribir. Unas voces desde la estancia llamaron
la atención de Harry, la curiosidad Gryffindor lo invadió y decidió ir a investigar, dejó la
pluma sobre el tintero y salio de la habitación. Con cuidado avanzo por el pasillo, para saber
de quienes se trataban, atisbo pegado a la pared. Se llevó una gran sorpresa al ver a Draco
junto a su padre, aunque solo podía ver la espalda del Malfoy mayor. Había escuchado que
Lucius estaba fuera del castillo, pero, como podía comprobarlo, ya había regresado el nuevo
autoproclamado Lord.
El moreno, resuelto a saber de qué hablaban, intentó oír la conversación.
— ¿Y qué tal está tú gato? – dijo Lucius antes de tomar un sorbo del vaso. Ambos bebían fire
whisky.
— No quiero hablar de eso padre… – El rubio bebió su vaso de un golpe – ¿Qué tal te fue?
— Bien
La conversación era aburrida, así que, Harry regresó sobre sus pasos hasta su habitación. Era
de esperarse que Malfoy no se perdiera la boda del hijo de uno de sus colaboradores más
cercanos.
Retomando la escritura el moreno se preguntó que más podría decirles a sus amigos…
Quiero volver a ser libre… estoy prisionero en un jaula de oro. Debo admitir que Malfoy me
trata bien, pero no es suficiente. Amo mi libertad y odio a quien me la ha quitado, por mucho
que trate de colmarme de regalos y buenos tratos.
Pronto tendrán noticias mías.
Un beso y un abrazo. ¡Uno especial para el pequeño merodeador!
Harry P.
P.D.: tengan cuidado chicos.
El silencio se instaló entre los oyentes y el lector de la carta, hasta que el pequeño Lucas
habló.
— Papi, tengo hambre.
Remus cerró los ojos, dolido por todas las emociones que su primer cachorro denotaba en
esas palabras. Vivir con Malfoy estaba haciendo que su corazón se endureciera y se llenara
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de sentimientos negativos. Suspiró y miró a su otro cachorro… sonrió, tomo los tres
pergaminos y los guardo con cuidado.
— Bien niños vamos a almorzar.
— ¡Ey! ¡Que nosotros no somos niños! – dijeron los gemelos – Pero si queremos postre.
Los tres hombres, más el pequeño, se levantaron con dirección a la cocina.
Castillo Malfoy (Ex. Castillo Hogwarts)
Tiempo actual.
Neville caminaba de un lado a otro con nerviosismo, solo vestía una ligera bata. Se había
bañado temprano, en sales aromáticas y había permanecido en el agua hasta que su piel se
arrugó.
En este momento ya debería estar vestido, pero un repentino ataque de tensión lo tenía
imposibilitado de realizar alguna acción coherente.
La puerta de la habitación se abrió repentinamente.
— ¿Nev, ya estas lis…? – Harry se cruzó de brazos y enarcó una ceja – Veo que no.
— ¿Por qué aún no te has vestido?– preguntó Ron que venía tras al moreno – Mmmhhh…–
gruñó con una sonrisa maliciosa – ¿No me digas que te arrepentiste…? – había esperanza en
su voz.
— ¡No! – gritó el castaño, para después ponerse rojo – Es solo, es que… estoy muy nervioso.
— Entonces llegamos justo tiempo. Podemos ayudarte a vestirte o ayudarte a escapar hasta
que pase este día – dijo Harry, sonriente.
Neville frunció el ceño ante la broma, pero esto ayudó a que se decidiera.
— Ayúdenme a vestirme – decretó.
Ambos, pelirrojo y moreno, se colocaron manos a la obra y comenzaron a ayudar al nervioso

novio.
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Tardaron alrededor de 10 minutos en ayudarlo a colocarse la túnica de gala, principalmente
porque al novio le temblaban las manos y no podía quedarse quieto. Otros diez minutos se
tardaron en salir de la habitación, pero aún era temprano.
— ¡Perfecto! – alabó Harry al observar a su amigo.
Neville vestía una túnica de seda de color marrón. La tela se ajustaba perfectamente al
cuerpo del joven, mostrando que es poseedor de un cuerpo bien formado, no era
precisamente atlético, pero era perfecto para el otro novio… y eso era lo que importaba.
Nadie podía negar que el castaño fuera un chico apuesto. Él no era del tipo de belleza
deslumbrante como lo era Draco, pero si una belleza amable y agradable a la vista.
— Ahora que ya estás listo, voy a buscar a mi hija y al bi…
Harry alzó una ceja, muy al estilo Malfoy, y sonrió con ironía mirando a Ron.
— Aún lo sigues llamando de esa manera… – negó con la cabeza.
— Quiero decir… Blaise – masculló Ron haciendo una mueca de disgusto.
— Un gran pasó amigo.
El de ojos verdes palmeo la espalda del pelirrojo. Ron se limitó a bufar antes de salir de la
habitación.
— ¿Crees que funcione?– preguntó Neville mirando el lugar donde minutos antes estuvo
Ron.
— Estoy seguro, este terco solo necesita terapia de shock.
Harry le guiño un ojo a su amigo antes de que él también saliera de la habitación. Dejando a
Neville frente al espejo.
Bien… aquí estamos, mis últimos momentos de soltería y de… bueno… de eso – las mejillas
del castaño se tiñeron de rojo.
Salón Slytherin.
El salón Slytherin era una muestra de la opulencia de Lord Malfoy. Decorado en una variedad
de tonos verdes y plata, lograba causar la admiración de todos los que entraran al lugar.
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Los invitados comenzaron a llegar puntualmente, una gran cantidad de magos pura sangre
desfilaban por la entrada del gran castillo. Una vez en el salón la mayoría comentaba,
secretamente, sobre la elección del hijo de Nott al momento de tomar esposo. Muchos de
los que asistían hubiesen querido casar a alguno de sus hijas o hijos con alguien tan
importante en el domino actual del mundo mágico. Por lo menos estaban contentos de que
era un muchacho sangre pura.
Trompetas mágicas y el jefe de la cámara de Lord Malfoy anunciaban la llegada de los

importantes invitados. Las trompetas sonaron tres veces y el salón completo quedo en
silencio, todos esperaban este momento, las trompetas anunciaban la llegada de Lord Lucius
Malfoy.
El gran Señor entro imponente al lugar, luciendo una túnica de seda del color azul rey. Su
cabello estaba recogido en una coleta baja por una cinta, también de seda, negra.
A medida que Lucius avanzaba los magos y brujas hacían reverencia para presentar sus
respetos.
Detrás del Lord venia su hijo, Draco Malfoy, vistiendo una túnica gris plata, trayendo del
brazo a un serio Harry Potter vestido con una túnica verde musgo. Quien no podía evitar
devolver con el mismo odio las miradas de desprecio que recibía. Dejándoles saber que él
tampoco estaba feliz con ser la pareja del hijo del Lord.
Lucius subió hasta un podio alto, al cual se accedía a través de tres escalones, en él había
una silla de respaldar alto, parecida al trono de un rey. El rubio observó a la multitud, que
esperaban sus palabras.
— Bienvenidos sean – comenzó con su voz siseánte y atrayente – Esta tarde nos hemos
reunido para celebrar el matrimonio del hijo de un gran amigo y colaborador, Theodore
Nott. La familia Nott siempre ha sido fiel y me alegra poder agasajarlos con esta fiesta.
Disfruten la velada.
Los aplausos inundaron el salón. Lucius tomo asiento y de inmediato un par de criadas se
acercaron para ofrecerle de beber y comer.
Harry permanecía serio junto a Draco, disimuladamente miraba entre la gente, buscando a
alguien en especial. Sabía que no podría reconocerlo de inmediato debía esperar una señal y
ella no llegaría hasta después del enlace de su amigo. Tampoco quería arruinar su boda, ya
era malo que hubiese planeado aquello para ejecutarse en aquel día tan especial para
Neville.
El moreno suspiró y observó a Draco, este sonreía… claro, el rubio estaba en su ambiente…
con toda esa gente estirada.
Blaise y Ron pronto se unieron a ellos, al igual que Bill y Severus con los gemelos bajo su
ala. ‘Donde mis ojos los vean’, pensaba Snape.
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— Isabella y Elizabeth están preciosas – habló Zabini, que babea cada vez que hablaba de su
hija.
Ron bufó con desdén ante esas palabras, pero sonrió disimuladamente. Él no podía negar el
gran amor que Blaise profesaba por su hija, tan grande que lo hacía verse tan no-Slytherin a
veces.
— Don también está precioso vestido de etiqueta – agrego Bill.
— ¿Y dónde están ellas? – preguntó Harry.
— Están con Ginevra – la voz aburrida de Snape trajo la respuesta – Ellas entraran junto con
los novios.
Las trompetas sonaron nuevamente, esta vez anunciando a los novios. Todos se acercaron
hasta la alfombra roja que cubría el camino desde la entrada hasta el altar.
Las grandes puertas se abrieron y por ella entraron dos pequeñas, una pelirroja y otra
morena, vestidas con vestidos en tono lavanda, que se abren en una amplia falda desde la
cintura. En las cabecitas de ambas se podía ver una hermosa corona de flores, las dos niñas
se veían como pequeñas princesitas.
Isa y Beth lanzaban pétalos de flores de los canastos que portaban, algunos de estos pétalos
caían al suelo formando una alfombra, otras apenas tocaban el suelo se convertían en
pequeñas chispas de luz que se elevaban sobre las cabezas de los invitados.
Cuatro hombres en el salón se llenaron de orgullo al ver a sus pequeñas sonriendo ante la
gente. Al llegar al altar ambas niñas se detuvieron para luego de sonreír y saludar a la gente
corrieron junto a sus padres. Snape alzo a su hija en brazos, mientras Zabini alzo a su niña.
Las trompetas volvieron a sonar y esta vez entraron los novios. De común acuerdo habían
decido que llegarían juntos al altar.
Theodore conducía a Neville sujeto del brazo con una gran sonrisa. El castaño sonreía con
timidez a la concurrencia, el joven podía sentir como su corazón latía desbocado dentro de
sí. Nunca estuvo acostumbrado a estar rodeado de tantas personas, en su mayor parte
desconocidas.
— Magos y Brujas: Nos hemos reunido por obra de Merlín con ustedes como testigos para
unir a estos dos hombres en sagrada unión – abló el ministro – En este sagrado momento
estas dos personas serán unidas. Si alguien tiene algún motivo para oponerse, dígalo ahora o
calle para siempre.
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El silencio fue la respuesta. Harry soltó una risita, cuando las miradas severas de Draco, Bill,
Severus y Blaise se dirigieron a él. Él solo levantó una ceja y sonrió burlón. A pesar de su
contradicción, no iba a arruinar la felicidad de Neville, ya deberían saberlo.
— Theodore Ethan Nott, ¿aceptas a este hombre como esposo, para vivir juntos en sagrado
vinculo? ¿Lo amarás, cuidarás, honrarás y permanecerás con él tanto en la salud como en la
enfermedad siéndole fiel hasta que la muerte los separe?
— Si, acepto – murmuró, sus ojos negros penetrantes nunca saliendo de los de su pareja.
— Neville Frank Longbottom, ¿aceptas a este hombre como esposo, para vivir juntos en
sagrado vinculo? ¿Lo amarás, cuidarás, honrarás y permanecerás con él tanto en la salud
como en la enfermedad siéndole fiel hasta que la muerte los separe?
— Si, acepto – musitó, con una sonrisa brillante.
— El amor es paciente y bondadoso – dijo el anciano – El amor no es celoso ni pedante, no

es rudo ni arrogante. El amor no es egoísta, no es irritable ni resentido. El amor no se
regocija en los errores sino en los aciertos. El amor tolera todo, cree en todo, espera todo,
resiste todo, el amor es eterno.
Draco y Blaise miraron a sus parejas, pero ellos, puntualmente, no hicieron caso de sus
miradas, fingiendo prestar atención a la ceremonia. Lucius bufó con desdén al ver la mirada
herida de su hijo. ‘Idiota… sufre porque quiere. Por suerte, nunca seré como él. El amor no es
para mí.’
El anciano se acomodó los lentes.
— Bien joven Theodore, repita después de mí…
— Yo, Theodore te tomo a ti, Neville como mi esposo. Para acompañarte y cuidarte desde
hoy y para siempre. En lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, tanto en la salud
como en la enfermedad. Para amarte y protegerte por el resto de nuestras vidas.
Théo repitió la frase mirando a Neville.
— Su turno joven Neville, repita después de mí…
— Yo Neville te tomo a ti, Theodore como mi esposo. Para acompañarte y cuidarte desde
hoy y para siempre. En lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, tanto en la salud
como en la enfermedad. Para amarte y protegerte por el resto de nuestras vidas.
Neville sonrió al terminar y Théo beso la mano del castaño que mantenía sujeta.
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— Ustedes han elegido estos anillos como símbolo de matrimonio. Estos están hechos de
oro mágico, un metal que no se opaca y es perdurable. Estas alianzas representan el lazo que
los une. Estos anillos son un círculo infinito, que representan su unión, la cual será pura y
eterna.
Theodore tomo el anillo que portaba Donovan Snape en una bandeja de plata.
— Con este anillo me uno a ti, Neville, desde hoy y para siempre. Úsalo como símbolo de mi
amor y como demostración al mundo que me has elegido como tu esposo – el discurso
llevaba una ligera nota posesiva en él.
La mano de Neville temblaba ligeramente cuando el anillo fue colocado en su dedo. Feliz,
pero muy nervioso, tomo el anillo que quedaba.
— Con este anillo me uno a ti, Theodore, desde hoy y para siempre. Úsalo como símbolo de
mi amor y como demostración al mundo que me has elegido como tu esposa – musitó.
— Theodore y Neville han dado su consentimiento en sagrado unión, han declarado lo

mismo ante los presentes y se han comprometido a compartir su destino reafirmándolo con
la entrega de los anillos. Por la autoridad que me ha sido otorgada, pero por sobre todo por
el poder del amor que los une, los declaro… Esposos. Pueden besarse.
Ambos, Théo y Nev, se besaron sellando el enlace. Mientras los aplausos entusiásticos de los
invitados llenaban el salón.
Las mesas rebosantes de comidas y bebidas, la música sonando alegre por todo el lugar, los
invitados disfrutando la velada y, en especial, los novios bailando muy abrazados en el
centro de la pista era la escena que podía verse en el Gran Comedor del castillo.
Dos damas muy importantes ingresaron al salón con sus parejas, dos jóvenes muy apuestos
que de inmediato buscaron a alguien en especial. Al encontrarlo intercambiaron una mirada
cómplice y compartieron un guiño con sus parejas… la travesura estaba por comenzar.
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Capítulo 5:
Miel & Hiel
Draco estaba sorprendido, por lo general Harry nunca accedía a bailar con él en las fiestas,
pero en esta ocasión había aceptado. Claro que antes tuvo que preguntárselo un par de
veces, cinco para ser exactos, aunque eso no importaba ahora que bailaba con el moreno en
la pista. El poder sostener al moreno por la cintura, sentir su calor y perfume mientras se
movían al compás de la música… era momento que no tenía igual. Parecía que todo el dolor
de las malas experiencias, de los días pasados, junto a su amante desaparecían.
Harry tenía sus razones para aceptar bailar con Draco, porque obviamente no iba a acceder
fácilmente a ser tocado por el hombre que odiaba. Uno de los motivos del moreno era no
provocar una “escena de aquellas” en la fiesta de la boda de su amigo y la otra, primordial
en estos momentos, era acercarse con disimulo a dos parejas de jóvenes que bailaban con
desenvoltura en ese momento. Además el rubio era muy perceptivo, pero Harry sabía que
siendo cariñoso y sumiso podía lograr distraerlo, derrumbando todas sus defensas.
El moreno primero observó al hombre que bailaba con la Sra. Mitsui, una joven viuda de alta
sociedad, la chica tenía el cabello largo negro ondulado y vestía un elegante vestido color
turquesa. El joven que la acompañaba, era muy apuesto, su cabello era rubio ceniza y sus
ojos eran azules. Cuando su mirada se cruzó con la de él pudo identificar ese brillo travieso
tan conocido, no había lugar a dudas, él era a unas de las personas que esperaba con tantas
ansias. No pudo evitar sonreírle y guiñarle un ojo.
Con disimulo miro al segundo joven, este tenía el cabello castaño oscuro, los ojos café y
bailaba con la Srta. Monteverdi, una joven muy adinerada. Conocida por su gustos refinados
y por su desenvoltura dentro de la alta sociedad mágica.
La noche transcurría envuelta en bailes y brindis, pronto llegó la hora de que la nueva pareja
de esposos se despidieran de sus invitados. Ambos se acercaron a donde estaban los
micrófonos mágicos y pidieron la atención de los invitados. El primero en hablar fue Neville,
quien no dejo de sonreír mientras daba las gracias a los invitados y acariciaba la mano que
agarraba posesivamente su cintura.
— Quiero agradecerles a todos los presentes por asistir a esta celebración. Una de las más
importantes de mi vida… – Neville miro a su, ahora esposo que le sonreía de lado. – perdón…
de nuestras vidas. Deseo agradecer especialmente a los grandes amigos que nos
acompañaran durante todo este tiempo… ¡Gracias! – el castaño les envió una significativa
mirada a Harry, Bill y Ron.
51
— Solo disfruten de la fiesta. – agregó Théo, más interesado en partir de una vez por todas
que de sociabilizar… Había esperado mucho por este momento, más precisamente por la
consumación física de este. Estaba algo ansioso, no se notaba gracias a su particular
carácter, pero por dentro lo consumían las ganas de marcar a Neville como suyo. Este era un
comportamiento bastante irracional, él lo sabía, pero cuando el corazón escogía a aquella
persona especial el cuerpo exigía un íntimo contacto y él podía parecer un bloque de hielo,
pero no lo era.
Harry, aprovechó el gran alboroto por la partida de los novios, y que Draco estaba ocupado
con uno de sus tantos socios, para acercarse hasta la mesa de bebidas… donde lo estaban
esperando.
— Buenas noches, Sr. Potter. Hermosa velada, supe que participó activamente para que
quedara tan hermosa – dijo la Sra. Mitsui.
— Si, muy bella, pero no solo yo debo llevarme el crédito, todos mis amigos ayudaron en
todos los detalles.
— Entiendo – sonrió – Permítame que le presente a unos amigos. Linus y Kyrie. Chicos, éste
es el famoso Harry Potter.
Ambos jóvenes hicieron una pequeña reverencia y Harry no pudo evitar sonreír.
— Un placer conocerlos.
— Por favor, Señor Potter… – habló el rubio Linus.
— …el placer es nuestro – finalizó el castaño Kyrie.
Harry volvió a sonreír encantado.
— Si no es impertinencia de mi parte… Harry – dijo la Srta. Monteverdi mientras se

acercaba al moreno para susurrarle: Le recomiendo que salga del salón y vea el nuevo
cuadro en que está en el segundo piso cerca de los baños de niñas.... Es en verdad hermoso,
muestra aves volando en absoluta libertad.
Una sonrisa de parte de la castaña y el intercambio de palabras terminó. Las damas y sus
acompañantes caminaron hacia otro sector del salón, justo antes de que Draco llegara junto
a Harry.
— ¿Dónde estabas?
El moreno miro al rubio con molestia.
52
— Aquí, bebiendo algo. ¿Tienes algún inconveniente?
— No, pero…
— Entonces déjame en paz por cinco minutos – Harry gruñó y no continuó oyendo a Malfoy,
por el contrario se dirigió presuroso hasta donde se encontraba Ron.
— Sabía que no duraría tanto – el rubio suspiró negando con la cabeza.
Harry apresuro su paso al ver a alguien muy querido junto a Ron.
— ¡Señor Weasley!
— Muchacho… – Arthur sonrió y recibió en sus brazos al joven.
— No sabía que vendría… – sonrió contento, sabiendo que ésta debía ser la primera vez que
salía de casa desde la muerte de Molly.
— Yo tampoco Harry, pero Percy insistió… y bien, era hora de tomar algo de aire.
Nuevamente una sonrisa se formó en los labios de Arthur, aunque claramente se podía ver
la tristeza marcada en sus ojos. En un rincón, unos ojos color marrón oscuro no se
despegaban de la figura de Arthur Weasley, quien estaba siendo abrazado y avasallado por
sus hijos, nietos y ese Potter.
— He cumplido, espero que usted también lo haga – habló Percy Weasley, quien llegaba a
su lado con una copa de champagne – Ya está aquí... ahora todo depende de usted.
— Cumpliré muchacho, cumpliré, pero antes necesito un pequeño favor.
El hombre le entrego una pequeña ampolla antes de sonreír.
Al encontrarse con Arthur, Harry, había perdido tiempo valioso, por ello apresuradamente
caminó hasta la salida, después de decirle a Ron que iba al baño, al llegar al cuadro indicado
miró hacia ambos lados y se dirigió hasta las escaleras, volvió sobre sus pasos miró
nuevamente hacia ambos lados… nada.
¡Mierda! ¿Que habrá ocurrido? ¿Dónde están?
Justo en el momento en que comenzaba a entrar en desesperación, sintió un silbido. Con
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curiosidad miro hacia el cuadro y, para su sorpresa, la Sra. Mitsui y la Srta. Monteverdi lo
miraban detrás de él. ¿Un pasadizo que no conocía…?
— No te quedes mirándonos, acércate y vamos al baño – urgió Monteverdi en un tono bajo

de voz.
— ¿Ellos ya están allí…?
— ¡Sí, Potter! ¡Y apresúrate! – la castaña susurró exasperada al mago.
Harry las miró con desconfianza, pero asintió y comenzó a caminar. Pudo notar que todos los
cuadros que tenían personas estaban dormidos por una especie de hechizo, seguramente
para que no lo delataran. Y solo los animales lo miraban con curiosidad.
Cuando por fin se detuvieron, Harry pudo ver que estaban en la entrada de los baños de
Mirthle la Llorona.
— ¡Apresúrate!
— ¡Alto! – gritó – Antes de seguir… ¿Cómo puedo saber si confiar en ustedes o no?
— Por Merlín, es algo tarde para preguntar eso – bufó la morena.
— Estamos poniendo mucho en juego para ayudarte. Entra y no hagas tantas preguntas –
finalizó la otra joven.
Entraron al baño y vieron que todo estaba a oscuras, unas voces susurrantes se detuvieron
en esos momentos. Una luz se encendió de pronto.
— ¿Una linterna? – preguntó Harry.
— Así es, este es un escape a lo muggle.
El moreno sonrió a los jóvenes que conociera en la fiesta, por un momento temió que ambas
damas lo llevaran a una trampa.
— George, Fred… ¿Son ustedes, verdad?
— ¿Quién más guapo que nosotros…? – dijo, el ahora, rubio Fred.
— Gracias a nuestras amigas aquí presentes – Ambas chicas sonrieron – Pudimos entrar
como sus acompañantes y descubrimos que Malfoy mantiene protecciones mágicas en el
castillo y sus terrenos, pero que éste lugar está desprovisto de ella porque nuestra querida
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Mirthle siempre activaba las alarmas para tener un poco de atención del hurón. No hay
guardias ni vigilancia, por ello ideamos este escape por esta vía, Harry – habló George.
— Claro que si no fuera por el viejo Voldy, nunca hubiésemos sabido que la Cámara tenía
salida al exterior – continuó Fred.
— Je, para algo sirvió ese idiota – gruñó Harry – ¿Y dónde está Mirthle?
— Ella está disfrutando de la fiesta, por supuesto – rió George. Habían convencido a Peeves
(siempre fue un gran amigo de los gemelos) para que se llevara a la fantasma llorona al salón
donde se daba la fiesta.
— Ahora tienes que apresurarte amigo – Fred le entrego la linterna a Harry y un mapa – No
te puedes perder…
— Y toma... – George recogió una bolsa negra del piso – Cámbiate de ropa antes de salir por
la puerta y asegúrate de colocarte bien el sombrero. Si todo sale como planeamos, nosotros
estaremos esperándote afuera en el terreno descampado a donde da el túnel.
— ¿No irán conmigo? – preguntó ligeramente aterrado.
— No, es necesario que volvamos a la fiesta y salgamos de ella con normalidad.
Harry, asintió abrazo a sus amigos y agradeció a ambas mujeres antes de voltear al lavadero
que tenía la pequeña serpiente en el grifo y sisear para que se abriera.
— Nunca voy a acostumbrarme escucharlo hablar así – se estremeció George.
— Es una suerte que nadie tuviera en cuenta esta salida – Fred sonrió.
— Es que Potter ahora es el último hablante de Parsél y supuestamente está muy vigilado
como para llegar hasta aquí – sonrió la morena.
— Mucha charla… – indicó la castaña – Es hora de volver a la fiesta antes de partir hacia la
aventura.
Asintiendo, los cuatro se dirigieron hasta la salida del túnel.
Theodore gruñó mientras besaba con devoción el cuello de su esposo. Neville no paraba de
jadear y estaba algo alterado por la pasión que demostraba su amor, no bien habían
traspasado la puerta Nott se había convertido en una bestia, lo había cargado hasta la cama
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y prácticamente asaltado sobre ella. Primero se habían besado hasta quedarse sin aliento y
una de las manos del más alto no perdió tiempo de colarse en los pantalones del otro para
masajear el pene ahora erecto.
— T-Théo… – gimió – ¿Puedes ir más lento…?
El morenos suspiró y se separó de Neville, haciendo un gesto de dolor por su propia

erección. Inhalo y exhaló varias veces para controlar su libido, porque supuestamente esta
era la noche especial de su amor y a este ritmo iba a terminar violándolo si no se calmaba.
— Si amor… todo lo que quieras. Voy a ir más lento, pero antes… – se incorporó totalmente
– debemos despejarnos de nuestras ropas.
— Cierto – musitó Neville y se incorporó para desabotonar su camisa con dedos

temblorosos.
— No – ronroneó el otro – Deja que yo lo haga, precioso.
El castaño sonrió tímidamente y asintió. Sintió su piel hervir con cada rose que las manos
sabedoras que su esposo propinaba a su piel. Pronto todo su cuerpo estuvo desnudo y
Theodore sonrió malicioso. Se paró en la cama y comenzó a desvestirse con movimientos
sensuales. El más pequeño lo miró con la boca abierta, los ojos brillosos y una ruborización
feroz en sus mejillas.
— ¿Te gusta…? – preguntó, deslizando sus pantalones con absoluta lentitud por sus fuertes
piernas.
— S-Si….–..farfulló. Nunca había conocido esta parte tan erótica de su esposo

(probablemente porque nunca tuvieron sexo antes). Y le daba algo de vergüenza estar
teniendo su propia sesión de streptease, por nada más y nada menos que el conocido ex
Mortífago de hielo.
Theodore sonrió más ampliamente y terminó de desvestirse, dejando visible lo necesitado

que estaba su hombría. Sin apartar los ojos de su amante, se agachó para atrapar el pene de
Neville con una mano, mientras que la otra viajaba por los muslos pequeños para
masajearlos. El castaño jadeó cuando sintió la lengua del otro rodear su glande y gritó
cuando la boca lo rodeó completamente.
El Slytherin estaba necesitado, así que no perdió tiempo en preparar a Neville. Mientras
devoraba su erección untó con lubricantes sus dedos y se apresuró a preparar la entrada
virgen. Por supuesto, el más pequeño no pudo evitar sentir la intrusión y el consiguiente
dolor, pero la experta boca de su amante alejaban sus pensamientos del dolor para
concentrarse en el placer. No pasó mucho hasta que se vino con un grito ronco dentro de la
boca de Nott.
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— Mmmhhh… delicioso – masculló el moreno, mientras que pasaba su lengua por sus labios,
no dejando que nada de la esencia de su pareja se desperdiciara.
Sus dedos nunca abandonaron la entrada del otro y vio como Neville se retorcía de placer,
mientras intentaba regular su respiración, luego de su orgasmo. Si no lo hago ahora…
moriré, pensó Theodore al ver el excelente espectáculo que mostraba su esposo ruborizado,
traspirado, jadeante y con los ojos entrecerrados por el placer. Con paciencia subió ambas
de las piernas del nuevo Nott hasta sus hombros y ubicó su urgido miembro en la entrada,
mientras sacaba sus tres dedos, obteniendo un lloriqueo de protesta.
— ¿Qué…? – preguntó Neville, quien recién pareció notar en la pose que estaban.
— Ahora voy a hacerte mío, amor. ¿Estás preparado?
El muchacho asintió quedamente, pero decidido. Nott sonrió y fue entrando lentamente en
su esposo, intentando minimizar lo mayor posible el dolor. Neville gimió y lagunas lágrimas
se escaparon de sus ojos color miel.
— Ssshhh… ya pasará – consoló el otro, besando y absorbiendo esas gotas saladas.
— Ya lo sé… pero duele.
— Lo siento, me quedaré quieto hasta que me lo digas.
Neville asintió y atrajo a su esposo para besarlo. Sus lenguas se encontraron y no pasó
mucho tiempo hasta que el castaño moviera las caderas, pidiendo comenzar con el acto.
Theodore no se hizo esperar y comenzó a embestir lentamente al principio y luego con
movimientos rápidos y certeros, que llevaron a Longbottom a gritar de placer y pedir más… y
más.
Su esposo lo complació y pronto ambos llegaron a la culminación de su primer encuentro

sexual.
La noche era joven, al igual que ellos y Neville supo que eso fue lo mejor que pudo compartir
con su esposo, así que continuaron amándose hasta que cayeron agotados… cuando los
primeros rayos del sol hacían su aparición.
Salida de la Cámara de los Secretos
Se detuvo un momento para cambiarse de ropas, Harry casi no podía creer que tan largo
podía llegar a ser esta ruta. Y entendía porque los Mortífagos que había penetrado por ese
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lugar llegaron bastante exhaustos a la batalla. Cansado y jadeante, comenzó a quitarse la
lujosa túnica, por un conjunto muggle ya que solo faltaban unos metros para salir.
El moreno pudo sentir como una sensación de ansiedad se colocaba en su vientre. Sonrió. Si
todo salía bien, pronto estaría libre del tirano que decía amarlo. Guardó la ropa que se quitó
en la bolsa (tenía pensado quemarla cuando pudiera) y retomó su camino.
Después de uno minutos por fin pudo ver la puerta de salida, que estaba adornada con
algunas serpientes tal cual como la que estaba en el otro extremo, antes de decir las
palabras en Parsél, se sacudió la ropa.
— Ábrete…
Al salir del lugar pudo ver que se encontraba en un descampado donde los pastos eran altos
y los árboles parecían haber visto tiempos mejores. El silencio era solo roto por el sonido de
algún grillo o el ululato de un búho.
No pudo ver señales de sus salvadores y se sintió abatido, no podía dar alguna señal de que
ya había salido y no estaba seguro si los alrededores estaba tan vació como pensaba como
para poder gritas. ¿Qué hacer?
Para responder a su pregunta en ese momento se escuchó un silbido y de entre el follaje

apareció una mujer de cabello rubio, definitivamente desconocida.
— Vamos, tenemos que irnos rápido.
— ¿Quién eres…?
— Tangia, pero no es momento para presentaciones, Potter. Debemos ir al pueblo cuanto

antes. No tardaran en notar tu ausencia.
— Y F…
La rubia tapo la boca de Harry con su mano.
— Te dije que no hay tiempos para preguntas. Tus amigos nos esperan.
Harry sin otra salida que confiar, nuevamente, salió con la dama. Ella tomó una de sus
manos y le indico que caminaran a paso rápido, por un sendero oculto que había entre
medio de tanto pasto.
Mientras Harry era conducido hasta el pueblo, George se ocupaba de la orden de vigilancia
de Malfoy, más específicamente del jefe de estas Cassius Warrington.
El otra vez pelirrojo, besaba a su novio sentado sobre su regazo.
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— Cassy cariño… ¿Me hiciste ese favorcito pequeñito que te pedí? – preguntó una vez que el
beso terminó.
Cassius gruño antes de contestar.
— Si George, le dije a Roger Davies que dirigiera las patrullas.
— ¡Oh, eres tan lindo Cassy bello!
— Cállate y mejor bésame.
George sonrió antes de besar a su novio. Un momento antes de perderse entre besos y
caricias rogó a Merlín porque todo saliera bien.
Fred esperaba impaciente la llegada de Tangia y el encargo especial. Con algo de impaciencia
golpeaba el suelo con su pie, mirando la entrada del pueblo y su reloj.
Repentinamente fue tomado por el brazo, este abrió los ojos sorprendido y se giró para ver
quién era. Pudo reconocer al sujeto, había pertenecido a la casa de Ravenclaw durante su
generación.
— ¿Quién eres?
El ahora rubio Fred, extrajo rápidamente del bolsillo de su túnica una insignia, la cual le
mostró a Davies. El Ravenclaw enarcó una ceja y lo miró de arriba abajo antes de soltarlo.
— Así que… tú eres el novio de Cassius.
— No error, yo soy el hermano del novio – sonrió coqueto – ¿Sabes…? Me encantaría seguir
conversando con un chico tan guapo como tú… – se acercó y apoyo las manos sobre el
pecho de Roger – pero tengo cosas que hacer. Nos vemos prontito, guapo.
Fred camino hasta la próxima esquina, lugar donde se perdió de la vista del rubio. Éste no
podía creer el descaro del hermano del novio del jefe, negó con la cabeza antes de retirarse.
Tenía que llevar a la patrulla lejos del sector.
— Definitivamente a Cassius el amor lo tiene bobo.
El rubio Fred espero hasta que el ex buscador se fuera para regresar al lugar.
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— Interesante el amigo del novio de mi hermano… – Fred rió.
Solo tuvo que esperar unos minutos más antes de que llegara Tangia con un hombre
encapuchado.
— Bien aquí está el paquete.
La rubia sonrió y soltó a Harry, al cual había mantenido sujeto del brazo durante toda la
caminata. El moreno solo gruñó, no teniendo gusto de ser llamado de esa manera.
— Nos vemos… Bye, ojiverde.
La chica sonrió y se apresuró a irse, caminando por donde había llegado.
— Eh, tú… – hablo Harry, inseguro al no poder decir el nombre de su amigo. – ¿y ahora?
— Tenemos que llegar hasta nuestra tienda, pero eso ya es casi un hecho. – indico Fred
mostrando la calle que los llevaría hasta la zona roja donde ellos vivían.
Harry sonrió y, antes de marcharse, volteó a mirar hacia el lugar donde estaba el castillo.
— Adiós… Señor.
El moreno se acomodó mejor la túnica y comenzó a caminar disfrutando ya de su libertad.
Se había arriesgado al decirle al pelirrojo que colocara esa poción en el vaso de su padre,
pero era consiente que era la única manera de que Arthur fuera suyo esa noche. Ya en el
futuro se encargaría de que sea a voluntad, pero ahora era necesario que probara y viera
que se perdería de mucho si lo rechazaba.
Con rapidez lo elfos abrieron las mantas de la cama para que su amo acostara al hombre que
traía en brazos. Una vez que lo cubrió con la manta, se sentó a su lado.
— Eres tan hermoso como te recordaba… no, aún más hermoso – el hombre acarició el
cabello rojo del durmiente – Tal vez me odies al principio, pero ya verás que volverás a
amarme y esta noche comenzare con ello.
— Mmmhhh… – el pelirrojo gimió.
El hombre de cabellos negros sonrió y besó los labios sonrosados.
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— ¡Te lo juro, Arthur!
El Weasley se removió y entreabrió los ojos.
— ¿Qué…?
— Hola allí, pelirrojo.
Arthur pestañeó varias veces, su cabeza le dolía, estaba algo confundido y no sabía dónde se
encontraba. Miró al hombre que le había hablado y sintió como un ardiente deseo se
formaba en la parte baja de su vientre. Se le hacía conocido de algún lado, más bien era
parecido al chico Nott.
— ¿Ethan…? – preguntó en un susurro.
— ¿Me recuerdas…? – preguntó enarcando un ceja, sinceramente sorprendido.
— Como no hacerlo… si tú fuiste con el primero que… – no terminó la frase y se ruborizó

furiosamente. ¿Por qué recordaba justo “eso” en estos momentos? ¿Y que era esa maldita
sensación de querer saltarle a su ex novio encima y hacerle todo tipo de cosas? ¿Y porque
estaba en esa habitación, si hace segundos estaba en el salón…? – ¿Qué estoy haciendo aquí,
Ethan?
— Me dijiste que querías ir a algún lugar más privado conmigo – ronroneó, ubicándose
lentamente sobre el cuerpo del más pequeño – Y te traje aquí…
— ¿Yo dije eso…? – preguntó ceñudo.
— Si… palabra por palabra – murmuró antes de posar sus labios por los del pelirrojo.
El Weasley gimió y decidió hacerle caso a ese calor que sentía crecer en su entrepierna. No
tardó en rodear el cuello del otro con sus brazos y lo trajo aún más para que sus cuerpos
consiguieran pegados. Levantó sus caderas para que su urgida erección hiciera contacto con
la del otro y ambos jadearon.
— ¿Quieres que te haga mío, Arthur? – reguntó Ethan al oído del otro, sonriendo malicioso,
porque sabía ya la respuesta.
— ¡Si, si! ¡Por favor! – gritó, intentando desvestirse con desesperación – ¡Necesito hacer
algo con este calor que siento! ¡Por favor, Ethan!
— Tus deseos son órdenes… león.
Ninguno de los dos tardó en desvestirse y comenzaron a devorarse con ansiedad.
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A Draco no le sorprendió no ver a Harry cuando lo busco entre los invitados. Seguramente se
había ido hasta la habitación, ya que los novios habían partido y no había motivo para seguir
compartiendo con la gente que él consideraba un grupo de estirados. Fue por eso que el
rubio continuó en la fiesta sin preocuparse demasiado, pero sus preocupaciones
comenzaron al regresar a sus aposentos y no encontrar a Harry.
De inmediato llamo a un par elfos para preguntar si lo habían visto en las cocinas, uno de los
lugares al que solía ir. Cuando las criaturas regresaron anunciando que no habían visto al
amo Harry, una clara inquietud se instaló en Draco.
Muy preocupado, se dirigió hasta las habitaciones de los Snape, en ese lugar tampoco
encontró a Harry. Seguido de Severus fue hasta el departamento de Blaise, lugar donde
tampoco sabían del moreno.
La desesperación ya había hecho del rubio su presa y corrió sin recato hasta las habitaciones
de su padre.
— ¡Padre! – chilló y entró sin llamar.
— Draco, creo haberte enseñado…
— ¡No hay tiempo para eso! – agitó las manos desesperado – ¡Harry no está!
— ¿Cómo que “no está”? – preguntó con desdén – Seguramente está en algún lugar del
castillo, hijo. Ve a buscarlo.
— ¡No esta! ¡No está en las cocinas, no está con Ronald, no está con William…! ¡No está en
ninguna parte!
— Cálmate, Draco. – Lucius se sirvió un trago y otro a su hijo – Ordenaré a mis tropas que lo
busquen. No puede desaparecer así como así.
Lucius le entregó el vaso a su hijo.
— Seguramente está en los terrenos de castillo.
Cuan equivocado estaba el nuevo Lord, ya que en ese momento Harry estaba siendo
recibido en un abrazo de oso por una persona muy querida para él… Remus Lupin.
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Capítulo 6:
Sintiendo nuevamente la
libertad
Una luz molesta no lo dejaba continuar durmiendo y él necesitaba descansar, estaba tan
exhausto… y lo peor de todo era que no se acordaba porqué. Dio un bostezo lleno de pereza
antes de abrir los ojos, que comprobó ser un grave error, éste primer vistazo a la habitación
le dio un mal presentimiento.
Volvió a cerrar los ojos y los abrió lentamente, esperando que al volver a abrirlos despertara
en la casa de su hijo Percy, pero eso no ocurrió. Por el contrario, estaba en una habitación
lujosa, en una cama con sábanas de seda, lo suponía por su suavidad, desnudo y con un
creciente dolor en su trasero, como si hubiese… no, eso no podía ser. ¿O si…?
Se sentó con cuidado en la cama, llevando una de sus manos hasta su cabeza, con la palma
abierta comenzó a refregarse la frente, esperando que su mente se despejara y le develara
qué había ocurrido durante las horas previas, pero el curioso dolor en su trasero no lo dejaba
pensar bien.
La puerta de entrada se entreabrió, Arthur ladeó la cabeza para ver quien entraba antes de
que la puerta se abriera totalmente. La respiración del pelirrojo se detuvo por un momento
al ver quien ingresaba a la habitación, al segundo siguiente su garganta parecía cerrada, por
ello lo que dijo apenas y se escuchó.
— Ethan…
Nott entro a la habitación y sonrió al ver a su huésped ya despierto. Trono los dedos de su
mano derecha para que un elfo apareciera, una vez que la pequeña criatura apareció, le
ordeno que trajera el desayuno.
El moreno, sin quitar su sonrisa (que parecía sospechosamente a la del Grinch), se sentó
junto a Arthur en la cama.
— Buenos días, ¿dormiste bien… cariño?
— ¿Ca… cariño? – pregunto él otro confundido. Por alguna razón extraña no podía
desembotar su mente.
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— Si, Arthy. ¿Acaso no recuerdas?
— ¿Recordar? ¿Qué tengo que recordar? – preguntó el otro temeroso, sobre todo al juntar
algunos antecedentes como: desnudo, curioso dolor en la parte trasera y Ethan Nott
llamándolo cariño y Arthy, como cuando tuvieron una relación en su juventud. Bien, podría
ser ligeramente ingenuo, pero no estúpido, así que la realidad de su estado lo golpeó más
fuerte que un Stupeffy – ¡Merlín! – murmuro con incredulidad.
— Bien… – El Elfo con la bandeja del desayuno detuvo la respuesta que estaba por darle el
moreno al pelirrojo. Nott recibió la bandeja plegable y la coloco sobre las piernas de Arthur –
Espero que te guste, recuerdo que adorabas la fruta fresca por la mañana. – Ethan sonrió
mientras mordía un trozo de manzana. – En cuanto a tu pregunta… anoche ambos tuvimos
una noche muy especial, tanto que sentí que otra vez tenía dieciséis. ¿Lo recuerdas?
¿Recuerdas esa primera vez?
Claro que Arthur recordaba esa primera vez…
Recuerdo
— ¿Aquí…? – preguntó inseguro, estando rodeado de decorado verde – Pero… ¿y tus
compañeros?
— Ellos no van a venir… ya les he avisado – sonrisa depredadora.
— ¡¡¿Avisado?!! – preguntó alterado y sonrojado – ¡¿Les dijiste que íbamos a tener sexo a
tus amigos?!
— Oh, no… – besó sus labios, mientras lo empujaba a la cama – Solo les dije que no se
aparecieran en toda la noche… Es cosa de ellos que se imaginen que estoy haciendo.
— Es casi lo mismo – protestó Arthur, con un puchero.
Ethan gruñó y besó los labios rojos e hinchados al ver ese gesto tan adorable en su novio
desde hace ya cuatro meses. Hoy, después de mucho seducir, protestar y chantajear, por fin
Arthur Weasley había accedido a entregarle su virginidad.
No tardó en desvestirlo lentamente. Notaba el nerviosismo del pequeño pelirrojo, así que
usó todo el tacto posible para no asustarlo. Para la familia Weasley era casi una tradición
casarse virgen y que Arthur accediera a hacer esto por él lo llenaba de gozo. Si fuera por él,
desposaría a su comadreja mañana mismo, pero sospechaba que los Nott no iban a estar
muy felices. Y, muy a su disgusto, aún dependía financieramente de ellos como para
permitirse el lujo de abandonar su herencia. No que Arthur no lo valiera, pero,
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lastimosamente, él amaba demasiado las comodidades del dinero como para rechazarlas de
un día para otro.
Pronto la habitación se llenó de jadeos entrecortados, a medida que Ethan aspiraba, mordía
y lamía la erección de su pareja. Esta no era la primera vez que su novio le daba sexo oral,
pero siendo que ahora se acompañaba de un debo experto que golpeaba su próstata, no
pudo evitar venirse enseguida.
— Lo siento… – se disculpó tímido.
— Está bien… todavía falta lo mejor.
Arthur sintió que su pene despertaba nuevamente al ver la sonrisa libidinosa de su pareja.
Ethan untó sus dedos con lubricante y procedió a preparar la dulce entrada de su amante.
Gracias a Merlín, su pelirrojo cedió enseguida, porque tanto calor amenazaba con sofocarlo.
Los ojos del menor se abrieron como platos al ver que el moreno llevaba sus dos piernas a
sus hombros.
— ¿Es necesario…? – preguntó curioso y avergonzado.
— Será más cómodo – besó sus labios – Confía en mí.
Weasley asintió y cerró los ojos cuando sintió el primer empuje contra su ano y el
consecuente dolor que lo acompañó. Por suerte, todo dolor se fue enseguida y solo el placer
de su primera vez vino a importar…
Fin del Recuerdo

Se ruborizó y meneó la cabeza, intentando despejar esos recuerdos. Eso lo recordaba
perfectamente, de hecho, era uno de sus recuerdos más preciados, pero la de anoche…
parecía una película muggle cortada, tenía algunas imágenes claras, otras muy borrosas y
una que otra que no lograba ver con claridad.
— ¿Entonces nosotros…? – Ethan asintió. – Oh Merlín, no puede ser – Arthur llevo ambas
manos a su cabeza – Yo… yo no pude, aún estoy de luto y tú… ¡Merlín!
— Tranquilízate Arthur, primero bebe esta poción que te quitará cualquier molestia – el
moreno le mostró un pequeño frasco junto al jugo – Come tu desayuno y cuando estés más
calmado hablaremos. Te dejo, estás en tu casa… – Ethan se levantó, pero antes de irse besó
al pelirrojo profundamente. – Nos vemos… cariño.
Nott salió dejando a un desconcertado pelirrojo en la habitación.
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En su habitación…
Harry aun dormía cuando Lupin ingreso al dormitorio de su querido cachorro. Remus traía
consigo a Lucas, quien había madrugado ese día especialmente por la presencia del moreno
de ojos verdes. El niño había crecido oyendo historias del joven y esta era su oportunidad de
conocerlo, para él era como conocer a una leyenda viviente, un héroe de esos comics
muggle que solían traerle sus tíos gemelos.
El castaño sonrió con ternura al verlo dormir. Así, con los ojos cerrados y la cara relajada, era
idéntico a James Potter en sus días de colegio. Ambos se acercaron en silencio, Lucas se
sentó a su lado con la intención de despertarlo, pero Remus detuvo a su hijo, con una
sonrisa y un guiño. El lobo comenzó a acariciar el cabello de Harry y a llamarlo despacio.
— Hnn, deja de molestar Draco… – murmuró el moreno en un ligero gruñido.
Remus y su hijo se miraron, enarcando una ceja.
— Harry soy yo Remus… vamos… despierta.

El moreno desapareció entre las mantas, para luego surgir con el cabello aún más
desordenado, lanzando un leve gruñido.
— ¿Remus?
Harry había abierto un ojo y lo miraba con claro desconcierto. Llevo uno de sus brazos hasta
sus ojos y lo restregó con fuerza, repentinamente río.
— Si… – frunció el ceño – ¿Estás bien, Harry?
— Soy libre… – con una gran sonrisa se sentó en la cama y abrazo a Lucas. – ¡Buenos días,
peque!
De pronto los tres reían contagiados por el moreno.
— Muy bien niños, muchas risas, pero ya es hora de desayuno.
Remus apresuro a sus cachorros y, sin dejar de sonreír, bajaron a la cocina para comenzar un
gran día.
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Residencia de Lord Malfoy
Theodore había despertado hace unos 10 minutos aproximadamente y desde ese momento
estaba disfrutando de la visión que tenía envuelta entre sus brazos. Y es que su hermoso
ángel, Neville, dormía plácidamente y de vez en cuando restregaba su mejilla contra el pecho
de Théo.
El moreno no soporto más la tentación y comenzó soplar en la oreja de Nev, esperando que
despertara. Su esposo gruñó y oculto su rostro. Théo soltó una risa traviesa antes de bajar la
mano que mantenía en la cadera del castaño hasta llegar al sexo de su esposo el cual
acarició con delicadeza, Nev se estremeció.
— Mmmhhh ¿qué haces?
— Te despierto… ¿Funciona?
— Si… mmmhhh… Théo… – gimió bajito el moreno, mordiendo la piel a su alcance.

Nott sonrió satisfecho al escuchar los gemidos que comenzaron inundar la habitación, la voz
de Nev comenzaba a subir de decídeles a medida que las caricias del moreno aumentaban.
Poco antes de culminar el cuerpo del castaño se tensó y enterró sus dedos en la piel de su
marido. Theodore sonrió más que satisfecho al sentir languidez del cuerpo del cuerpo de
Neville.
Draco se paseaba de un lado a otro en su habitación, los hombres de su padre habían

partido en escuadrones de diez para registrar distintas áreas, pero hasta el momento el
informe era el mismo: “No hemos encontrado a Harry Potter”.
Los nervios del rubio estaban a punto del colapso, ya había destruido gran parte de
su departamento, con arranques de magia explosivos. Su padrino, Severus, fue uno de los
pocos que se atrevió a entrar a su habitación para intentar que se calmara.
— Draco… ¡ya basta! ¡No pareces un Slytherin!
— ¡Severus! ¿Acaso no entiendes…? Él se fue, ¡Mi Harry se fue! – el rubio metió sus dedos
entre las hebras de su cabello y las tiro con desesperación. – ¿Qué harías en mi lugar?
“Nunca estaría en tu lugar, porque William no huiría de mi lado” pensó el moreno, pero
tampoco estaba por decirle eso a su ahijado. Siendo como era el Potter, Snape se venía venir
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esto desde hace mucho, de hecho o sorprendía que haya tardado tanto en encontrar un
forma de escaparse.
— Primero tienes que calmarte, bebe esta poción y no quiero excusas. Nosotros somos
Slytherins, fríos y controlados. No bestias desesperadas que dan patéticos espectáculos.
El rubio gruñó fulminando a su padrino con la mirada, pero de todas maneras bebió el
brebaje de un solo trago. Dejo la copa sobre una mesa y se dejó caer sin cuidado en un
sillón.
— ¿Qué haré Severus? ¿Qué hago?
El pocionista miro a su ahijado con un sentimiento claro de tristeza golpeando en su pecho,

Snape amaba a ese joven como a uno de sus hijos. Decidió expresar sus pensamientos a
pesar del dolor que causarían al rubio.
— Draco, tu sabías que él lo iba intentar. Potter siempre fue demasiado rebelde. Por algo es
el perfecto Gryffindor.
— Lo sé, lo sé, pero… pero yo creí que había logrado entrar a su corazón, pero veo que no. –
el rubio suspiró – Esto no quedará así, él tendrá que regresar a mi lado y esta vez no tendré
compasión alguna con él, aunque se me rompa el alma a mí también en el proceso.
— ¿Es que no lo ves? – Severus levantó las manos al cielo, rogando ayuda divina – Es esa
misma actitud egoísta y posesiva fue lo que lo ahuyentó en primer lugar. Si lo traes y vuelves
a tratarlo peor que antes, volverá a intentar escapar… y esta vez puede que nunca vuelvas a
encontrarlo.
— Es que… yo lo amo… – murmuró – Y no sé qué hacer para retenerlo.
El joven Malfoy apoyo su cabeza en el respaldar del sillón, sucumbiendo antes la posición
que le suministró Snape.
— Lo siento, hijo… – susurró, acariciando su cabeza – Pero si lo deseas a tu lado… deberás

cambiar.
— Lo sé…
Los minutos pasaron y Draco cayó profundamente dormido. Desde que el Potter había
desaparecido que no se tomaba un segundo para reclinarse. Así que, Severus levantó al
joven agotado, lo dejo en su cama y salió.
Se apresuró a llegar a su casa, seguramente William se enojaría con él, pero haría lo que
estuviese en sus manos para que Potter regresara.
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Ron cargaba a su hija aun dormida cuando entró a las habitaciones de los Snape.
— Bill, ¿Es verdad? – preguntó de inmediato cuando vio a su hermano mayor.
El pelirrojo mayor no necesitaba una pregunta más concisa, la entendía perfectamente.

Suspiró.
— Si, Harry ha huido.
Ronald se sentó en el sillón y dio una mirada a su hija que succionaba su chupete de vez en
cuando.
— No lo puedo creer, se ha ido…
Bill se acercó hasta su hermano y coloco una mano en su hombro dándole un apretoncito.
— Sabíamos que Harry lo intentaría.
— Sí, pero… no me dijo nada. No me invitó…
El silencio volvió a la habitación, mientras los hermanos cavilaban en silencio.
— Ron… – Bill se sentó a su lado. – Deja de engañarte, sabes perfectamente que nunca
huirías de este lugar. Abre los ojos ahora, él te ama, pero el amor se desgasta si no lo
alimentas.
Ron miro a su hermano como si no entendiera, pero él si sabía, entendía… su corazón se lo

decía.
Las risas reinaban en la casa de Remus Lupin y estas aumentaron cuando cerca del mediodía
aparecieron los gemelos.
— Querido Harry… – canturreó George – Ahora que por fin eres libre de tu dragón
personal…
— Eras la princesa en la torre – interrumpió Fred con una gran carcajada.
69
Todos vieron a Fred con distintas expresiones, la de Harry era entre molestia y diversión.
— Después del aporte de mi amado hermano… continúo. ¿Qué harás ahora, Harry?
— No sé…– Harry los miró a todos – Mi prioridad era escapar de allí, ahora que lo logre, no
sé qué camino seguir… Quisiera quedarme aquí, pero no deseo causarle problemas a Remus.
— Harry, tu nunca serías un problema – Lupin sostuvo la mano del moreno y le dio un
apretoncito.
— Amigo, no es un problema que te quedas aquí. Un hechizo de chameleon y estarás

perfectamente oculto.
— ¿Es el hechizo que usaron anoche?
— Si/Si – respondieron ambos pelirrojos.
— Yo también sé hacer hechizos – dijo el pequeño Lucas que no se había perdido detalle de
la conversación de los adultos – Aunque no me dejan tocar una varita – miró con reproche a
su padre.
— Si, ¿Cómo cuáles? – preguntó Harry con una sonrisa.
El niño pelinegro sonrió antes de juntar sus manos y aparecer una pequeña esfera de luz que
se elevó unos centímetros de sus palmas, para luego explotar en muchas luces de colores.
Todos aplaudieron orgullosos del pequeño que sonrió contento, nada cohibido para un niño
tan joven. Lucas apreciaba mucho ser el centro de la atención, por ello no perdía
oportunidad para lucirse.
— Muy bien, Lucas – dijo el orgulloso padre – Ahora ve a jugar a tu cuarto de juegos.
El niño asintió y se fue caminado con una gran sonrisa en su rostro.
— Es increíble que pueda hacer magia sin varita a tan corta edad – comentó Harry viendo al
niño subir las escaleras.
— Se las tuvo que ingeniar cuando le prohibí tocar una varita – dijo el licántropo en un
suspiro – Luego de casi tirar la casa abajo cuando encontró la mía.
— Se parece a su padre… – Harry sonrió.
— Si, demasiado para mi salud mental – corroboró el lobo.
70
— Entonces Harry, ¿te quedas? – preguntó Fred, regresando al tema.
— Por supuesto que sí – el moreno sonrió – Voy a quedarme.
Los pelirrojos celebraron dando gritos de júbilo, mientras Remus abrazaba a su casi hijo con
lágrimas de felicidad en sus ojos.
Una mujer ya anciana, pero con gran vitalidad, entro a la habitación. En su mano derecha
traía una carta.
— ¿Qué ocurre tía? – pregunto una mujer de cabello marrón, que en ese momento
alimentaba a su pequeño hijo.
— Lo que estábamos esperando.
La joven mujer dejo de luchar con la cucharada de papilla que intentaba darle a su hijo.
— ¿Qué?
— ¡Él ha escapado!
La joven se levantó de la silla y miro a la mujer mayor con una gran sonrisa.
71
Capítulo 7:
Un nuevo trabajo
Harry había estado gran parte del día perfeccionando el hechizo de camuflaje. El no tener su
varita propia le dificultaba la tarea, pero se las estaba arreglando bastante bien con la varita
de Remus. Siempre le quedaba como opción la poción Multijugos, pero prefería evitar ese
sabor horroroso si se encontraba dentro de sus posibilidades. El moreno se tomó unos
momentos de descanso, se encontraba fuera de práctica y su magia aún estaba débil.
— ¿Qué habrá pasado con mi varita? – se preguntó.
El moreno miro directamente al espejo frente al cual estaba practicando, lo hacía frente a
uno porque George y Fred le explicaron que para poder cambiar de aspecto, primero debía
tener una imagen clara en su mente de cómo se quería ver.
Dejo caer su cabeza hacia un lado y comenzó a recordar el día en que se enfrentó con
Voldemort por última vez.
Recuerdo
Harry enfocó su objetivo, lo que fue algo difícil ya que la sangre que escurría por su cicatriz
no le permitía ver por un ojo y hace bastante tiempo que sus gafas se rompieron por el
revuelo de la batalla.
Jadeó y respiró profundo, este sería el último hechizo, el definitivo… uno de los dos caería
muerto. La profecía por fin seria cumplida.
El moreno miro a su enemigo que estaba parado a unos metros de él, apuntándole con su
varita (a su favor, su contrincante tampoco estaba en las mejores condiciones), cerro lo ojos
y comenzó a conjurar el poderoso hechizo con el cual esperaba ganar.
Alzo su varita y miró con todo el odio que podía reunir al monstruo de destruyó a toda su
familia. Sin dudar siseó el hechizo… lo último que vio, antes de perder la conciencia, fue un
gran estallido de luz.
Fin del Recuerdo

Después de eso desperté en el hospital. Cuando pregunte por mi varita nadie supo darme
72
datos de ella… Pensé que la gente de Malfoy se había hecho de ella, pero en el castillo no
estaba… ¿Quién la tendrá? – murmuró a nadie en particular.
La mujer de cabello marrón se sentó frente a un viejo baúl guardado en el ático de su casa.
Ella acaricio con cariño la desgastada madera.
— ¿Qué haces, cariño? – preguntó un hombre muy alto y robusto de cabello negro cortado
pulcramente y con un ceño inamovible en su rostro, con los años había casi perdido el
acento característico de su patria. El que acababa de entrar era Viktor Krum.
— ¿Sabes…? – respondió ella sin mirarlo, perdida en sus memorias – He guardado algo por
años. Solo mi tía lo sabe… pero ya es hora de que regrese a su dueño – La joven saco en
primer momento una caja angosta pero larga, en ella guardaba algo muy especial… su varita.
Tomo la vara de madera entre sus manos y la contemplo con una gran sonrisa – Bien,
veamos si aún conservo el toque.
La mujer le guiño un ojo a su esposo. Este sonrió al ver esa chispa familiar en los ojos de su
esposa, la que sin duda lo seguía enamorando cada vez más. Ella realizó unos cuantos
hechizos básicos para comprobar que su magia estaba en perfecta condiciones.
— Parece que sigues muy bien…
— En eso si… – asintió – Ahora algo difícil…
Murmuró un hechizo con el cual convoco una caja de metal que guardaba dentro del baúl.
Luego cerró los ojos, para abrir la caja debía concentrarse, el hechizo que había usado para
sellarla era muy antiguo y poderoso.
Un sonoro Clic abrió la cerradura.
La mujer trastabillo ante la gran energía que había usado, pero su esposo la sostuvo entre
sus brazos.
— ¿Estás bien?
— Si… es solo la falta de costumbre.
— ¿Qué hay en la caja? – el hombre miro la caja abierta.
73
— Es algo muy especial – sonrió misteriosa. Ella se soltó de los brazos de esposo y se acercó
a la caja. Usando ambas manos, alzo el objeto que contenía.
— Una varita…
— Si… y no cualquier varita… es la varita de Harry Potter… y ahora es el momento para que
regrese a él.
— Herm… ¿Por qué…? – quiso saber, totalmente sorprendido al ver tal objeto bajo su propio
techo.
— Viktor, siento no habértelo dicho, pero tú eres de los que más viaja al Mundo Mágico por
noticias… si algo te pasaba… – la chica negó con la cabeza.
— Lo entendió, amor.
— Ahora debemos enviarle esto a Harry. ¿Cuál es el modo más seguro?
— Entregas Weasley – Krum sonrió.
Hermione le respondió con una luminosa sonrisa, la llama de la esperanza estaba encendida,
ahora solo tenían que avivarla.
— Bien Harry, queremos ver al nuevo tú – apremió Fred.
Ambos gemelos, Remus y su hijo esperaban ansioso la transformación del moreno. Este
asintió y murmuro el hechizo chamaeleon. Enseguida, el cabello negro de Harry se volvió
marrón, sus ojos verdes azules y el tono de su piel mucho más pálido.
— ¡Wow! Que apuesto – chifló George, Fred pensaba lo mismo porque lanzo un silbido.
Remus sonrió, mientras Lucas aplaudía haciendo muecas. ¡Su ídolo acababa de hacer magia
sin su propia varita frente a él!
— Creo que mi nuevo yo es aceptado… – Harry sacudió su cabello largo hasta bajo los
hombros. – Ahora solo debo encontrar unnom de plum y un trabajo, pero ya creo saber a lo
que quiero dedicarme. – Los ahora azules ojos le enviaron una significativa mirada a Remus.
– Claro, antes de todo, quiero saber sobre algunas personas como Hermione, Dean, Seamus,
McGonagall… cuéntenme, por favor.
74
Los adultos se miraron y para pesar de Lucas, el niño fue enviado a estudiar. El pequeño
moreno hizo un puchero de disgusto, pero partió obediente.
— Siempre me dejan de lado en las conversaciones…
— Son cosas de adultos, Lucas – consoló Remus, mirándolo con una sonrisa.
Fred fue quien habló primero, desgranando la historia sobre los magos y brujas que habían
huido al mundo muggle. El pelirrojo tardo un par de horas en relatar todos los detalles.
— Entonces… Hermione está viva... – sonrisa. – y no solo eso, ¡se casó con Viktor Krum y
ambos tienen un niño! ¡Si Ron se llegara a enterar! – rió. – ¡Oh! ¡Y por Merlín! Dean y
Seamus… bien, yo sabía de su relación, pero no que Dean esperaba un niño durante aquella
época. Estoy muy feliz de que mis amigos estén bien, junto con muchas otras personas que
huyeron. Lo que me preocupa es que nadie sepa de Minerva.
Todos guardaron silencio por unos minutos.
— Harry, debemos irnos… – George y Fred se levantaron. – Esta noche tenemos negocios
que atender.
— Nos vemos, hermano. – dijo Fred.
Ambos se despidieron del lobo y salieron del lugar.
— Ahora que estamos solos quiero hablar contigo Remus…
— Dime, soy todo oídos.
— Quiero ser un gigoló.
Hubo un largo minuto de silencio, hasta que Remus logró articular un sorprendido.
— ¿…qué?
Una semana después…
— Aun no creo que hayas logrado convencerme de esto Ha… Ian – se corrigió
apresuradamente.
El joven sonrió.
75
— Remus, lo necesito… es una manera de desquitarme de ese y además de… lo necesito –

suspiró, negando con la cabeza – Recuerda que solo lo haré con mujeres, como lo hacías
tú…
— Lo mío fue necesidad, pero tú… – el castaño alzo los brazos al cielo al ver la cara
obstinada del menor, se pasó las manos por su cabello ahora corto y suspiró. – Antes de que
lo hagas quiero contarte algo.
Recuerdo
Remus se encontraba solo, con muy poco dinero en el bolsillo, solo unas cuantas monedas, y
con dos bocas que alimentar no le alcanzaría para mucho. Su mejor amigo, compañero y
hermano había muerto hace muy poco dejándolo con tan solo su pequeña carga, ya que la
guerra había devastado sus cuentas bancarias.
El castaño miro al pequeño que dormía envuelto en una manta algo sucia, pero que al
menos lo mantenía caliente. Un suspiro quejumbroso salió de los labios del lobo. Parecía que
todo iba de mal en peor.
— ¿Qué haremos, hijo?
— ¿Remus? – una mujer de cabello negro, muy maquillada y vistiendo ropas ajustadas se
acercó hasta él.
— ¿Nos conocemos?
— Si… – la mujer esbozo una triste sonrisa. – Soy Eve Andersson, estábamos en el mismo
año en Hogwarts.
— ¿Ravenclaw?
— Aja… – la chica sonrió – ¿Es que estoy muy cambiada, acaso?
— ¿Por qué… por… qué haces vestida así? – se ruborizó al comprobar mejor las ropas de la
mujer.
— Sobrevivo Remus, sobrevivo.
— Tú te…
— Me vendo, eso hago. Es casi lo único que se puede hacer hoy en día para los que
estuvimos en “El Bando de la Luz”, aparte de robar o traficar algo. – Eve suspiró.
76
— Oh…
En ese momento Lucas se quejó y alzo uno de sus bracitos. La mujer se acercó para verlo.
— ¿Es tu hijo? – preguntó ella.
Remus asintió
— Es hermoso…
El castaño sonrió viendo a su niño y luego a Eve. Él también debía sobrevivir, necesitaba
comida, un techo y una cama caliente antes que comenzara el invierno.
— Eve… tú crees que yo… que yo…– tragó saliva – ¿pueda trabajar contigo?
La mujer lo miro con el ceño fruncido.
— ¿Tú haciendo mi trabajo? – preguntó incrédula. ¡Estaba hablando con el que fue el chico
más dulce y amable que haya conocido en su vida después de todo!
— Tú misma lo dijiste, es necesario sobrevivir y yo además tengo un hijo.
Ella suspiró, haciendo una mueca renuente.
— Remus eres muy guapo, seguramente la Sra. Janet te querrá en sus filas.
— ¿Janet?
— Si, ella es la dueña del local donde trabajo – sonrió – Creo que conseguirás el trabajo… Y
déjame darte un consejo, el que te vendas no te convierte en una pieza barata, no lo
olvides… ¿Ok? Véndete, pero cobra caro por tus servicios.
Remus miro a su niño y le dio un pequeño apretón.
— Tranquilo Remus, no es tan malo… – la morena le dio unas palmaditas en el hombro – Al

menos tú eres hombre y puedes ser un gigoló, en cambio a las mujeres solo nos queda ser
meretrices.
— ¿Gigoló?
Fin del Recuerdo
77
— Eve esa noche me condujo a una nueva vida… es muy difícil Harry… yo lloré la primera
vez, a pesar que mi cliente era una mujer, y esa sensación de malestar aun me persigue,
pero cada vez que veo a Lucas… sé que valió la pena. ¿En qué te refugiaras tú, Harry?
El chico negó con la cabeza.
— Estoy decidido.
— Bien…– suspiró – como esta es tu primera vez, le pedí a unas amigas que te ayudaran…
seguramente te sorprenderá verlas.
— ¿Por qué?
— Son damas de la Alta Sociedad Mágica.
Una ceja marrón de Ian se alzó, copiando un característico gesto Malfoy.
— Bien, que sea lo que Merlín quiera…
El lobo lanzo varios suspiros, mientras abría la puerta. Ambos estaban en una de las
habitaciones de su famosa Casa del Placer.
— Hola… Ian – una de ellas saludó.
— ¿Señorita Monteverdi? ¿Señora Mitsui? – preguntó Harry con clara sorpresa en su voz.
Ambas saludaron al joven y Remus con sonoros besos.
— Nosotras… – sonrió la morena. – ya decidimos quien va primera.
La otra joven sonrió, mientras mostraba una moneda que tenía en la mano.
— Algunas veces se pierde, otras se gana – dijo Monteverdi – Diviértanse.
Ella y Remus salieron dejando a Harry algo cohibido con la joven de cabello moreno que
sonreía con diversión… y había un extraño brillo en sus ojos.
El castillo estaba revolucionado por la huida de Harry, pero Ron solo podía pensar que desde
hace dos noches que Blaise no venía acasa. Cada vez que pensaba en ello su estómago daba
una vuelta.
78
“¿Por fin se habrá cansado de mí?” se preguntó Ron.
Vio el reloj que estaba sobre la chimenea. Este marcaba las 1 AM, al parecer esa noche
tampoco vendría. Sintió profundos deseos de llorar, pero se contuvo, en el momento que se
levantaba del sillón la puerta de entrada se abrió.
— ¿Blaise?
— ¿Ron? – el castaño se sorprendió de verlo despierto.
— ¿Dónde has estado? – se atrevió a preguntar al moreno.
— Buscando una casa.
— ¿Nos vamos?
— No Ronald, me voy – los ojos tristes de Zabini se posaron en los azules del Weasley. – Ya
me cansé… ganaste, me venciste – suspiró – No te preocupes, tú y la niña no quedarán
desprotegidos, por ello el que se va soy yo. Me iré por la mañana…
Sin decir otra palabra más, el castaño se dirigió a su habitación. Dejando a Ron con un pesar
inmenso en su alma. Él esta vez no contuvo las lágrimas que comenzaron a recorrer su
rostro. Sabía que debería estar feliz por haber ganado la batalla, pero por alguna extraña
razón, las lágrimas que derramaba no eran de felicidad…
“Te odio… ¡Te odio por hacer sentirme así…!”
Lucius apresuro el trago que bebía. ¡Su hijo lo estaba enloqueciendo! Primero tuvo una
etapa destructiva, destruyendo gran parte del mobiliario de su departamento. Luego vino la
autodestructiva, mucho alcohol, nada de alimentos… y ahora estaba en la etapa depresiva,
solo lágrimas y lamentaciones.
Con furia lanzó el vaso de whiskey al fuego que ardía en la chimenea.
— Creí que lo había criado bien, como un Malfoy… de seguro la culpa es de ese Potter.
El rubio le dirigió una mirada rápida al informe que le habían hecho llegar sus hombres –
siseó.
79
— Es el colmo… ¡Estúpidos incompetentes! ¿Cómo no han podido encontrar al maldito
Potter? – Lucius se masajeo al cien – Si esto continúa por este rumbo, tendré que ir yo
mismo por el gato perdido de mi hijo – ¿El rubio observo el fuego con los ojos entrecerrados
– Al escapar debió buscar ayuda de amigos… – caviló – Sus amigos deben vivir en el exilio o
con los parias… el barrio rojo.
Lucius se apresuró hasta su escritorio.
— ¡Wakhy! – llamó.
— Un viejo elfo apareció casi de inmediato.
— ¡Señor, amo grandísimo Señor!
— Quiero que me traigas los papeles de Potter, especialmente el que habla sobre su familia
y amigos.
El elfo realizo una exagerada reverencia y desapareció. El Lord tardo aproximadamente

media hora en dar con un nombre en el listado.
— Lupin… – el rubio llevo una mano hacia su mentón – Mmmhhh… veo que Remus está vivo
y no solo… eso tiene una casa de… diversión – Lucius recostó su espalda en el sillón – De
seguro Potter fue a él… Creo que le haré una visita. Además, Lupin siempre fue
muy interesante y si no quiere cooperar conmigo por las buenas, siempre puede hacerlo por
las malas – sonrió malicioso.
— ¡Lucius! – Severus entro a su despacho, luciendo muy enfadado.
— ¿Qué ocurre?
— Es Draco…
— ¿Qué? ¿Otra vez llora? – dijo Malfoy con ironía.
— No Lucius, es grave… Potter está teniendo sexo con alguien. El contrato de esclavo está
afectando a Draco y seguramente también a Potter.
El rubio se levantó del sillón y siguió al pocionista con premura. Quince minutos después,
gracias a las pociones de Severus, Lucius logro meter a su hijo en la cama.
80
— Es definitivo, iré por Potter…
— Iré contigo – afirmo Snape.
— ¿Y tú esposo?
— William deberá entender y si no lo hace… pagaré el precio, porque no abandonare a

Draco.
Lucius asintió.
81
Capítulo 8:
El encuentro
Remus suspiró una vez que estuvo fuera de la habitación de Harry.
— ¿Cómo está? – preguntó Fred, que esperaba fuera del cuarto.
— Dormido… – nuevamente suspiró – Merlín, ¿Cómo no pensé en lo del contrato?
— Remus, no es tu culpa. Harry no nos habló de ello y bien… somos magos no videntes –
intentó tranquilizar el gemelo – Pero… ¿Qué ocurrió? ¿Cuáles fueron los efectos? –
preguntó.
— Vamos a la cocina por un té y te cuento. No quiero molestar a Harry, ni despertar a Lucas.
Minutos después el lobo endulzaba su té de hierbas con dos cucharadas de miel. El pelirrojo
miró a Remus y alzó las cejas con una clara expresión de: ¿Y qué paso?
— Harry estaba con la clienta cuando…
Recuerdo
Remus se mantenía a unos cuanto metros de la habitación, donde estaba Harry y la dama
aristocrática. El castaño no dejaba de dar vueltas de un lado a otro. Repentinamente, la
puerta se abrió y la Sra. Mitsui, envuelta en una sábana, se paró en el umbral con una
expresión clara de susto en su rostro.
— ¡Remus, algo le ocurre a Ian!
El castaño se apresuró a la habitación y encontró al joven retorciéndose en la cama.
— Ha… Ian – sus ojos se abrieron como platos y corrió junto al menor – Merlín, ¿qué pasa?
— Duele Rem, duele – gimió.
Harry se volteó, quedando boca abajo y, en ese momento, el licántropo vio algo en la
espalda del joven, una figura resplandeciente, muy parecida a un tatuaje muggle.
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— Un dragón… Draco… ¡Merlín! – exclamó al entender – Cachorro… tienes un amo, estas
ligado a un dueño a través del pactosclavus. – Remus miro a la dama junto a la cama. – Lo
siento, debo llevármelo.
— Lo entiendo. – la morena le guiño un ojo. – Cuídalo, es muy guapo.
A pesar de la preocupación, el castaño le sonrió a la joven, antes de que se retirara.
El Gryffindor sujetó firmemente a Harry en sus brazos y se Apareció en su casa. Dejó al joven
en su habitación y fue por varias pociones para intentar disminuir el dolor del moreno.
Fin del Recuerdo

— Así que Harry y, probablemente, también Ron están ligados al pacto sclavus – el pelirrojo
bufó con desdén. – Era obvio que las serpientes querrían marcar “lo que les pertenece”.
— Si… el contrato es fuerte, seguramente Draco también fue afectado.
— Me alegro – gruñó.
La luz de la casa parpadeó, indicando la llegada de un visitante.
— ¡Hola! – George apareció con una gran sonrisa en la cocina – ¿Qué paso? ¿Por qué esas
caras?
Un nuevo suspiro salió de entre los labios de Remus, mientras Fred comenzaba a relatar
todo lo ocurrido.
— Mmmhhh… y yo que le traía un regalo especial a Harry.
— ¿Un regalo? – Fred miro a su gemelo con interés.
— ¡Sip! – dijo recuperando su alegría inicial.
— ¿Qué es? – pregunto el lobo.
— ¡Algo especial!
Fred rodó los ojos.
— Georgeee~ – gimoteo.
— Uff~ que pesado.
83
George, con parsimonia, sacó una caja alargada y angosta de entre sus ropas.
— He traído… – abrió la caja con estudiado misterio – la varita de Harry.
El pelirrojo y el castaño parpadearon, mirándose sorprendidos. George alzó la vara para

enseñársela. Todos los presentes sonrieron, observando la famosa varita de acebo, de 28
centímetros de largo, flexible, con el centro de una sola pluma de fénix, de Harry.
Castillo de Lord Malfoy
La luz entraba filtrándose entre las cortinas de la habitación, pero ambas personas que
dormían abrazadas en la cama (y una sonrisa satisfecha en sus labios), no se dieron por
enterados.
Unos ojos café claros miraban la escena con curiosidad. En una de sus manos la pequeña
pelirroja tenía una preciosa muñeca idéntica a ella.
— ¿Papis…?
Esta era la primera vez que Isabella Zabini veía a sus padres dormir juntos.
Ella estaba acostumbrada a ver a su papá Ron cuando iba a despertarla, pero esta mañana
no había ocurrido de esta manera.
Estando en su habitación llamó a sus padres un par de veces y, al no obtener respuesta, se

había bajado de la cama, saliendo en busca de sus progenitores. Grande fue su sorpresa al
ver a ambos hombres durmiendo juntos. Ella sabía que los papis dormían juntos, Beth se lo
dijo, pero ella nunca, nunca había visto a sus papis dormir juntos.
La niña se acercó hasta la cama y dejó a su muñeca sobre esta.
— ¿Papi? – llamo Isa a Ron.
El pelirrojo se movió en la cama, pero no despertó. En cambio, Blaise si lo hizo.
— ¿Isa…?
El castaño se incorporó con cuidado en la cama, para no despertar a Ron.
— ¿Papi, me van a da’ un he’manito?
84
Blaise sonrió.
— ¿Por qué preguntas eso, Isa?
La niña ladeo al cabeza hacia un lado.
— Po’que Beth dice que los papis due’men juntos pada tene’ bebes.
El castaño volvió a sonreír.
— Tal vez mi niña, tal vez – Blaise se apresuró a colocarse los pantalones del pijama, bajo las
mantas – Ahora, dejemos dormir a papi y vamos por el desayuno, ¿te parece?
La niña asintió y, tomada de la mano de su otro papi, fue por un tazón de cereales. Isa estaba
ansiosa por ver a Beth y contarle que tendría un hermanito muy pronto. ¡Ya estaba cansada
de estar sola en casa!
Ajusto su varita en el cinturón, ajusto sus guantes y se dio una mirada al espejo de pie que
tenía en su habitación.
Sin anunciarse, Severus Snape ingreso al lugar.
— ¿A qué hora saldremos, Lucius? – preguntó.
— Después de la medianoche – el rubio miró a su amigo – ¿Estás seguro de venir conmigo?
— Si, William ya lo sabe – Snape bufó – No me habla, pero al menos me ayudo a colocarme
la ropa de asalto.
Lucius sonrió.
— El pelirrojo te tiene comiendo en la mano.
— No puedo evitarlo, lo amo – admitió sin vergüenza.
— El amor es una enfermedad peligrosa…
El reloj marco las doce.
— Es hora, vamos por el gatito de mi hijo.
85
Severus asintió.
Harry había dormido hasta cerca del mediodía. Al despertar, se encontró rodeado de sus
amigos y de su casi papá, porque el lobo lo había adoptado como su cachorro.
Remus lo reprendió con cariño, por no contarle lo del contrato de esclavo. El moreno acepto
la reprimenda con una sonrisa, mientras comía los alimentos que le sirvieron.
Potter pasó el resto del día en la cama siendo cuidado por un lobo y su cachorro, puesto que
Lucas, una vez que terminó sus estudios, no se despegó de Harry hasta la hora de irse a
dormir.
— “¡No puedo permitir que mi héroe se muera!” – había alegado, escandalizado porque su
padre quiso separarlo del moreno.
Fred cerraba la tienda esa noche, porque George ya debía estar en la casa que ambos
compartían. Eran cerca de las 12:30 AM y estaba pasando los seguros mágicos a la entrada
del lugar cuando un desconocido lo atrajo hasta su cuerpo, sujetándolo por la cintura y
cubriéndole la boca.
— No hagas nada, me envió Cassius.
El pelirrojo asintió dando a entender que comprendía.
— Roger…
— Fred, el jefe me envió a darles un mensaje... – Roger bufó molesto por hacerle de lechuza
– Cassius dijo que se mantuvieran a salvo esta noche, hay movimiento de gente, solo los
mejores. Creo que el Lord esta tras algo.
— Gracias, por el mensaje.– el pelirrojo se acercó hasta Davies.–.¿Quieres que te lo

agradezca?
El rubio frunció el ceño, al sentir como una mano se apoyaba en su pecho y veía la
bochornosa sonrisa del otro.
— No sé si tú y yo tenemos el mismo concepto de agradecimiento, Weasley – dijo con

desdén, pero no podía evitar que su temperatura corporal empezara a subir. Tampoco era
de madera y los avances del gemelo hacían mella en él.
86
— Oh, por favor – bufó – No te hagas el inocente conmigo… ¿Crees que no he visto como
me miras? Inclusive he notado que miras apreciativamente a mi hermano…
— Estás diciendo tonterías, tu hermano no me mueve un pelo… y además es la pareja de mi

jefe.
— Entonces, si no es mi hermano… ¿soy yo? – sonrió de lado – ¿Lo miras así porque somos
iguales físicamente? – se acercó para pasar su lengua por los labios carnosos del ex jugador
de Quidditch.
Roger suspiró varias veces para calmarse, pero ciertamente no podía hacer mucho al ser
presa de la seducción de unos de los hombres más bellos y admirados del barrio rojo. Mucho
menos si una de las manos de Fred ya estaba luchando con el cierre de su pantalón.
— ¿Pretendes andarme a tientas aquí, en medio de la calle? – quiso saber, algo resignado a
la seducción.
— Solo estoy tratando de convencerte de que me cojas… – dijo, sonriendo malicioso – Si

dices que sí entraremos a la tienda. Hay una confortable cama en el depósito.
— Veo que lo tienen todo preparado – jadeó al sentir que la mano ya se había abierto
camino dentro de sus pantalones y ahora masajeaba su erección.
— ¿Qué intentas decir con eso…? – dijo con una ceja enarcada, apretando el pene en
represalia. Roger cerró los ojos, no dando señal de dolor – ¿Qué somos putas que metemos
a hombres en nuestra tienda para satisfacernos cuando deseamos?
— ¿No es lo que estás haciendo ahora?
Fred entrecerró los ojos, dejó el pene del rubio y se alejó. Davies pestañeó mirando al
pelirrojo, sintiendo la pérdida de las caricias.
— Me ofendes… ni mi hermano ni yo somos así. Deberías saberlo… nunca hemos vendido

nuestro cuerpo, ni tenemos sexo con cualquiera.
— ¿Y por qué me has acosado de repente? Tus acciones me hacen descreer tus palabras.
— Siempre me pareciste atractivo… desde Hogwarts – se encogió de hombros – Pensé que

podríamos… – negó con la cabeza – Creo que estaba equivocado.
El pelirrojo se dio vuelta para irse, pero una mano como garra lo detuvo y de repente se vio
estrellado contra la pared más cercana, sometiéndolo con fuerza. Roger Davies no era tan
grande como Cassius Warrington, pero sin duda era más alto y fuerte que Fred.
87
— ¿Qué pensaste que “podríamos”…? – siseó al oído del pelirrojo, ocasionando que
recorriera un agradable escalofrío por su cuerpo.
Fred lo miró seriamente, sintiendo como la erección del rubio se clavaba en su vientre, la
suya propia estaba tan despierta como la del otro.
— Veo lo que tienen mi hermano y Cassius, ¿sabes? – murmuró sin mirarlo – A pesar de lo
extraño de su relación, de no poder verse… veo como mi gemelo llega con una sonrisa
deslumbrante cada vez que se encuentra con él… y pensé que… contigo… – se encogió de
hombros, no terminando la oración. ¡¿Por qué mierda se sentía tan… tan… tímido?! ¡ARGH!
¡Él no era así! ¡Por Merlín!
— Veo… – Roger sonrió astuto, mostrando ese lado Slytherin que lo había hecho un
miembro del prestigioso ejército de Lord Malfoy – Si te hace sentir mejor… también he
estado pensando lo mismo… con respecto a ti.
Weasley levantó la cabeza tan bruscamente que, sin querer, golpeó la nariz de Roger, la cual
estaba oliendo el maravilloso olor a chocolate de su cabello rojo fuego.
— ¡Auch!
— Lo siento – se disculpó torpemente – ¿Lo dices en serio?
— ¿Por qué habría de mentir? – masculló, frotando su nariz.
— No sé… – sonrió inocente – Tal vez quieres aprovecharte de mí… mintiéndome para
llevarme a la cama con falsas promesas.
Roger gruñó y besó bruscamente al menor. Fred abrió la boca, gimiendo al sentir el contacto
de sus lenguas. El Ravenclaw sonrió en el beso y mordió el labio inferior del gemelo,
mientras levantaba una de sus rodillas para frotar la entrepierna del otro hombre. El
pelirrojo jadeó en alta voz y alzó sus brazos para rodear el cuello del más alto, como si este
fuera una tabla salvavidas.
Pronto se hizo necesario el aire, así que ambos se separaron renuentes, pero sin romper el
abrazo que compartían.
— ¿Eso te pareció una mentira…?
— No… maldición… no.
— Entonces… ¿entramos?
88
Fred asintió fervientemente y quitó los hechizos que aseguraban la tienda apresuradamente.
Eso sí, sin que su acompañante escuchara, después de todo, Roger era parte de la milicia de
Malfoy y no convenía que supiera como entrar a un lugar que tenía tantas
cosas… prohibidas.
Tal y como lo había dicho, en la trastienda había una lujosa cama de dos plazas, que los
gemelos usaban generalmente para dormir una siesta cuando se sentían muy cansados.
Hasta ahora nunca la habían usado para tener sexo, porque la tienda era sagrada para esos
menesteres, pero ahora a Fred no le importaba nada más que sentir a Roger dentro de él.
Entre besos, caricias y risas cayeron a la cama y se desvistieron con premura. Fred logró
ubicarse sobre el cuerpo de su amante y prodigó besos por la cara, bajando al pecho y
chupando las tetillas. Lamió cada una, obteniendo gemidos de placer del rubio, poco a poco
llegó hasta la erección de Davies y terminó lo que había comenzado en la entrada, pero esta
vez usando su boca. Por supuesto, con tanta precia, Roger no tardó en venirse en la boca del
gemelo, quien tragó todo el semen que llenó su boca.
Jadeante y satisfecho, el Ravenclaw vio cómo su amante se levantaba en busca de algo.

Weasley volvió con un frasco que supuso tendría lubricante y un par de esos condones
muggles. Fred miró la entrepierna del mayor.
— Quiero que me cojas, así que espero que tu amigo se recupere pronto de mi mamada –
demandó.
Obviamente, esas palabras hicieron que “el amigo” de Roger reviviera enseguida,
obteniendo una sonrisa satisfecha en el Gryffindor.
— Allí tienes tu petición – Roger sonrió. Este pelirrojo hacía muy bien a su ego masculino.
Fred se acercó y dejó que Roger hiciera lo suyo. El rubio también buscó besar los lugares
estratégicos que enloquecían al pelirrojo. Untó sus dedos con lubricante y comenzó a
preparar al menor. Cuando estuvo listo se colocó el preservativo, levantó las piernas de su
amante y entró lentamente. Ambos gimieron al sentirse unidos, era en verdad algo muy
bueno… se acoplaban perfectamente.
— Muévete… rómpeme, Roger. Ahora…
Roger asintió y salió por completo del ano del otro para luego penetrarlo bruscamente. Fred
gritó y arqueó su espalda al sentir las oleadas de placer que las duras embestidas que el
delicioso pene de su nuevo amante le causaban. Se aferró a su espalda con fuerzas, dejando
deliberadamente las marcas de sus uñas.
Las penetraciones se volvieron más duras a medida que el calor y la necesidad de ambos
llegaban al límite. Cuando se sentían al borde de la eyaculación, Davies trajo un de sus
89
manos en medio de ambos y comenzó a masturbar al pelirrojo. No fue mucho después que
ambos se vinieron con un quejido satisfecho.
El rubio se dejó caer junto a su amante y Fred se acurrucó en su pecho, ronroneando como
gatito… ambos quedaron dormidos después de su agotadora experiencia.
Fue dos horas después que Fred despertó al sentir algo de frío, pudo percibir que Roger
estaba despierto, pero algo tenso.
— ¿Pasa algo…?
— Pasó bastante tiempo hasta que al fin el rubio contestó.
— Cediste con bastante facilidad.
— Oh… – frunció el ceño – Bien… debes saber que a mi edad ya no puedo ser virgen y…
Lanzó un chillido al sentir que Roger se posaba sobre su cuerpo, apretando con fuerzas sus
hombros contra la cama.
— ¿Sabes lo que esto significa, cierto? – siseó, con los ojos entrecerrados – Ahora eres mío…
Fred puso los ojos en blanco.
— Si… si… de ahora en adelante solo tú tienes derecho a cojerme…
— Exacto – dijo, aflojando un poco el agarre – Yo y nadie más… ¿entiendes?
— Si… – suspiró cansinamente – Slytherin posesivo tenías que ser…
— No soy Slytherin.
— Pero convives con ellos… y las peores mañas se te pegan.
Roger gruñó y descendió para devorar los labios de su nuevo novio.
El castaño se despertó asustado. Revisó los resguardos mágicos de la casa y estos parecían
estar bien, pero su sentido lobuno le decía que algo estaba mal.
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Se vistió rápidamente, dejando el pijama debajo de la ropa. Salió de su habitación y caminó
hasta el cuarto de Lucas, abrió la puerta y observo que el pequeño se encontraba dormido,
luego repitió la operación con el cuarto de Harry. Frunció el ceño, sus cachorros estaban
bien, pero había algo que no le gustaba a su lobo, que estaba alterado.
Con la desagradable sensación en su pecho, bajó hasta la cocina y, al encender la luz,

entendió qué estaba mal.
— Buenas noches, Lupin.
Un hombre rubio, hermoso y con porte aristocrático que reconoció como Lucius Malfoy
estaba sentado en una de las sillas de su comedor.
— Tú…
— Sí, yo… ¿No piensas saludarme? – sonrió de lado.
— Malfoy… – Remus apretó la varita que estaba en su bolsillo con fuerza.
— Ni siquiera los pienses, Lupin… En este momento mis mejores hombres están registrando
tu casa – el rubio sonrió – No querrás que se dañe algo que este en tu casa, ¿verdad?
Remus gruñó.
— ¿Qué quieres?
— Vine por Potter, pero…– los ojos grises recorrieron a Remus de una manera que, si no
hubiese sido porque él fue un Gigoló en el pasado, hubiese hecho que se ruborizara – Creo
que en vez de uno… me llevaré a dos Gryffindors a mi Castillo.
91
Capítulo 9:
Sorpresas
— Bien Lupin… tú decides
El lobo apretó firmemente su varita, sintió como sus uñas cortas se clavaban en la palma de
su mano. Hoy no podía luchar, su capacidad mágica estaba disminuida, estaba a unas
cuentas horas de la luna llena y eso lo afectaba demasiado. Se sentía cansado y débil y, por
alguna extraña razón, la expresión y la presencia de Lucius Malfoy estaba agitando a su lobo
interior.
— No tengo salida – suspiró en un gruñido – Iré contigo.
— Veo que sigues siendo tan inteligente como en el colegio, Lupin – Lucius hizo un
movimiento con su varita y apareció una taza de té – Y para que no pienses que soy un
monstruo, te permitiré que lleves lo que gustes de tu casa. ¿Qué deseas llevar contigo?
— A mí hijo – Remus clavo sus ojos dorados en los plateados del rubio.
Malfoy casi se atragantó con el té, pero lo disimulo muy bien. Ninguno de los informes que
leyó mencionaban que Remus Lupin tuviese un hijo, eso solo quería decir que los de
inteligencia no estaban haciendo bien su trabajo. Tal vez tendría que apretarlos un poco.
— ¿Tienes un hijo?
— Si, y espero que entiendas que no puedo abandonarlo. Es parte de mí, si algo le ocurre…
– los ojos del lobo brillaron mostrando un brillo peligroso.
— Hn, no te preocupes, Lupin. Matar niños no es mi estilo – el rubio hizo desaparecer la taza
– Estando todo claro entre nosotros… partamos.
Lupin asintió y salió de la cocina en busca de su cachorro, seguido de cerca por el rubio
platino. Lucas era otra la de las causas por la que no daba lucha a pesar de su debilidad.
Malfoy no podría matar niños, pero él sabía muy bien que podría llegar a usarlo para domar
a su lobo.
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El licántropo suspiró y caminó a paso apresurado hasta la habitación de su hijo. Inspiró varias
veces antes de abrir la puerta, pensando en qué le iba a decir a Lucas como motivo para su
partida. Sin duda, debería tener mucho tacto, porque su niño era muy inteligente como para
darse cuenta que estaban siendo forzados a partir. Le extrañó escuchar ruidos desde dentro,
a esta hora su hijo todavía debería estar dormido. Miró el reloj y comprobó que eran las 6 de
la madrugada.
— Lucas… tenemos que… ¡¡¡¿QUÉ DEMONIOS SIGNIFICA ESTO?!!!
Lucas y Lucius saltaron al escuchar el rugido y miraron espantados al generalmente apacible

hombre-lobo. El rubio miró la habitación y enarcó una ceja, comprendiendo el porqué de la
alteración de su nueva adquisición. Las paredes de la habitación del niño estaban
completamente dibujadas con lo que parecían ser personas que aplaudían, debido al efecto
de los crayones mágicos, que hacían a los dibujos poder moverse. En el piso, había muchos
peluches de diferentes motivos atados a palos y escobas de juguetes y el mismo niño tenía
un traje de Quidditch y volaba una escoba que no sobrevolaba más de 1 metro de altura del
piso.
— ¡Es que me desperté hace un rato y estaba aburrido! ¡Me dijiste que no ibas a poder
llevarme al Mundial de Quidditch! – hizo un puchero – ¡Así que hice el mío propio!
Remus inspiró varias veces para controlar su genio y fulminó al niño con la mirada.
— Bien, no hay tiempo para esto, Lucas. Quiero que recojas las cosas que consideres de más
valor y pongas algunas ropas en tu baúl.
— ¿ Oh? ¿Nos vamos de vacaciones o qué?
— Algo por el estilo – miró a Lucius de reojo – Este… caballero… nos ha invitado a pasar
algunos meses en su Castillo.
— ¿Qué caballero? – preguntó con el ceño fruncido
— Este, Señor… su nombre es Lucius Malfoy – dijo, señalando cortésmente al mayor.
La quijada del niño cayó y balbuceó algunas cosas incoherentes.
— Pe-Pe-Pero… ¡¡¡pensé que era un mujer!!! – chilló, mirando con incredulidad al rubio. La
ceja derecha de Lucius crispó – Y una muy bonita… – rió.
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— ¿Cómo te atreves, mocoso? – Malfoy siseó peligroso – Soy muy hombre, para que lo
sepas – gruñó y luego miró a Remus – Te espero en la sala, Lupin. Te quiero allí con tus cosas
y este… niño… en cinco minutos.
— De acuerdo, Malfoy – dijo Remus, intentando ocultar su sonrisa.
Castillo de Lord Malfoy
Antes que Harry despertara sabía que ya no se encontraba en casa de Remus. Había
dormido durante años sobre ese colchón de plumas y solo ese hecho le dio la pista de donde
se encontraba, por ello no le sorprendió tanto ver a Draco sentado junto a él en una silla,
completamente dormido.
El moreno suspiro, había durado tan poco su libertad.
“Espero que Remus y Lucas estén bien” – pensó Harry.
Ambos estaban bien, pero lo que el moreno no sabía es que padre e hijo en ese momento
estaban en el área personal del castillo de Lord Malfoy.
Harry se arrebujo entre las mantas y observó dormir a Draco. Su vida volvería a caer en la
rutina tortuosa que era su convivencia con el rubio, se envolvió a si mismo con sus brazos.
Al menos esta vez no sería tan malo, ahora sabía que su magia estaba recuperándose.
Aunque había algo que lo inquietaba, desde que la chispa de su núcleo mágico comenzó a
encenderse, había percibido otra chispa proveniente desde su cuerpo. Este hecho no era
extraño en el mundo mágico… no era si estabas gestando un bebé.
Harry gruñó y se hundió entre las mantas, el no podía estar esperando un hijo. Eso era lo
último que le faltaba como para que Malfoy tuviera un completo control sobre su persona.
No habló de sus sospechas con Remus, porque tal vez solo era un error, quizás era una
reacción por estar tanto tiempo sin magia… pero algo le decía que su duda podía ser
realidad.
¿Voy a tener un bebé? No, no puedo… para que el embarazo masculino se de, debe existir
amor entre los padres y yo no amo a Draco. No lo amo.
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Lágrimas de frustración acudieron a los ojos verdes de Harry.
¿Por qué a mí? ¿Por qué? Un hijo es lo que menos necesito si deseo escapar cuando mi magia
esté recuperada. Eso me atará definitivamente a este maldito Mortífago.
El cuerpo de Harry tembló al sentir nuevamente esa chispa de magia desde su interior. Como
si protestara ante los pensamientos negativos hacia Draco.
Merlín…
El moreno emergió de entre las mantas y volvió a observar al durmiente Draco. La fuente de
todos sus problemas dormía tan pacífico, sería tan fácil rodear su cuello con sus manos y
terminar con todo.
Lucas dormía pacíficamente, aún era de madrugada y el pequeño casi se había desmayado
cuando vio que su nuevo hogar sería nada más y nada menos que Hogwarts, pero como se
había levantado tan temprano para hacer aquello en su habitación, enseguida quedó
dormido cuando le dieron sus nuevos lugares. Antes de abandonar la casa, Remus logró
empacar la mayoría de las cosas de ambos y también pudo dejar una nota para los gemelos.
Las habitaciones que les habían dado a él y a su hijo eran… maravillosas. Todo el lugar era un
pequeño departamento con dos habitaciones, living-comedor, cocina, tres baños (una en
cada habitación y un baño de visitas) y una salita de descanso. El lobo nunca espero aquello,
él iba como prisionero al castillo, pero estaba recibiendo atenciones de invitado.
Suspirando, Remus besó la frente de Lucas y acaricio la negra cabellera del pequeño. Salió de
la nueva habitación del niño y, como esperaba, Lucius estaba sentado en uno de los sillones.
— Malfoy, ¿a qué debo tu visita? – dijo con marcado sarcasmo.
— ¿Quería saber si te gustaba tu nuevo hogar? – devolvió con una sonrisa de lado.
— Supongo – se encogió de hombros – Es lo que hay.
Lucius alzo una ceja y miró al lobo.
— Te preguntarás porque te he traído, ¿no?
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— No – Remus tomó asiento frente al rubio – Fue obvio para mí que pretendes que te
entregue diversión. ¿Me equivoco?
El rubio se removió algo incómodo en su asiento.
— ¿Por qué piensas eso?
— No quieras negármelo. Tú mirada en la cocina de mi casa me lo dijo. – el que hablaba en

ese momento no era Remus, sino el famoso gigoló de la zona roja, El Lobo.
Lucius no puedo evitar sentir que había perdido las riendas de la conversación desde hace
mucho.
— Lupin…
— Si es lo que quieres, te lo daré, pero no hoy – interrumpió.
— ¿Y eso sería por…? – No pudo evitar que algo de decepción se filtrara en su voz.
— Simple, mi nombre en el barrio rojo es El Lobo y eso no solo señala mis habilidades, sino
que también la maldición que acompaña mi vida… Tú también eres inteligente Malfoy, estoy
seguro que entiendes.
— Eres un licántropo…
— Aja. – Remus adoptó una postura sexy – Y hoy es luna llena y si hiciste tu tarea sobre
criaturas oscuras, sabrás que este día soy especialmente salvaje y, además, que esta noche
necesito una habitación de aislamiento.
— Lo entiendo, Lupin. – Lucius se levantó. –Enviaré a Severus para que te asista y le pediere
a los elfos domésticos que acondicionen una habitación para ti en las Mazmorras.
El castaño asintió. El Lord pronto salió de la habitación. Remus, al verse solo, pudo soltar un
suspiro retenido.
— Gracias a Merlín aún recuerdo cómo manejar a un cliente – el lobo sonrió, con tan solo
unas frases y gestos había dominado al Lord. Con una suave risa, fue hasta su habitación
para tomar un baño.
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Bill miraba a su marido con el ceño fruncido, ambos estaban en la cocina. Snape bebía una
taza de té, que él mismo tuvo que preparar puesto que el pelirrojo no había permitido que
los elfos se la sirvieran.
— Estoy esperando – masculló Bill.
Snape suspiró
— ¿Qué quieres saber? De todos modos estarás enojado conmigo por un largo tiempo. Por
ello solicité que me preparan una cama en mi laboratorio.
Las cejas de Bill se alzaron.
— Yo no te he echado de casa.
— Pero seguro lo harás… – el moreno bebió de su taza – Encontramos a Harry y no te

preocupes, no le hicieron daño, lo trajimos dormido… ya esta con Draco – Snape pasó una
mano por su cabello – Lo encontramos en casa de Lupin y… Lucius lo trajo consigo, junto con
el pequeño hijo de él.
Bill abrió mucho sus ojos azules.
— Lucas está aquí. ¿Dónde están? – el pelirrojo se había levantado de la silla dispuesto a ir
en busca del lobo y su cachorro.
— Siéntate, William.
— Severus… – dijo el pelirrojo en un tono áspero.
— Siéntate, William – volvió a repetir Snape en un tono enérgico que sorprendió a Bill.
El joven pelirrojo se sentó.
— Lupin y el pequeño están bien. Lucius los ubicó en un pequeño pero cómodo
departamento que acondicionó en su área personal del castillo.–.Severus miro
penetrantemente a los ojos de su esposo.–.Lucius es mi amigo William, ambos nos
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respetamos y no quiero que cometas una insensatez que dañe ese equilibrio. No solo por mi
amistad con él, sino por el hecho de que te amo a ti y a nuestra familia, ustedes son mi
mayor bien. Mi prioridad es protegerlos y si para ello debo lanzarte un hechizo para que te
quedes aquí… lo haré.
Bill miro sorprendido al ojinegro, ese tono de voz tan duro dirigido a él no lo había oído
desde hace mucho tiempo.
— Sev…
El moreno se levantó de la silla y se acercó para abrazar a su esposo.
— Todo estará bien. Estoy seguro que Lucius no trajo a Lupin hasta acá para dañarlo.
La pareja continúo abrazada por unos minutos, hasta que aprecio un elfo con una nota para
el mayor.
— ¿Qué ocurre? – preguntó Bill.
— Lucius me pide que asista a Remus, hoy es luna llena. Le llevaré la poción Matalobos y
verificare que las instalaciones que solicitó para su transformación sean las adecuadas –
suspiró.
Severus se aprestaba a salir, cuando la mano de Bill lo detuvo.
— Tú y los niños también son mi gran tesoro – el pelirrojo sonrió y beso dulcemente a su
marido, este le sonrió en respuesta y salió del lugar.
Snape se dirigió hacia el lugar en el cual se preparaba la habitación de Lupin. Le dio un

vistazo rápido, dándole algunas instrucciones a los elfos que trabajaban en su
acondicionamiento. Volvería más tarde para darle su aprobación.
Con paso rápido se dirigió hacia su laboratorio, para ir por la posición Matalobos. El
pocionista, como lo venía haciendo desde hace un tiempo, había preparado el brebaje. Bill
desde hace años le solicitaba la poción para un amigo, él sabía que ese amigo era Lupin,
pero, para mantener el secreto, el moreno fingía demencia.
Colocó la poción en una gran copa de metal y se dirigió hacia el sector que ocupa Lord
Malfoy en el castillo.
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Golpeo un par de veces la puerta, que supuso que era de Lupin, puesto que esa puerta no
estaba allí ayer. Tan solo unos minutos después, el castaño abrió la puerta, con una toalla
sobre sus hombros y con su cabello húmedo.
— ¡Severus! – Remus salió de la entrada – Adelante pasa.
— He venido a traerte la poción.
— Muchas gracias, Severus – el lobo sostuvo la copa con una gran sonrisa – Gracias a que
mejoraste la formula, casi he olvidado los dolores que sufría durante las transformaciones.
— Es mi trabajo hacer buenas pociones Lupin, solo eso – Los ojos negros de Snape
recorrieron el lugar – William quiere saber como estas tú y el niño. ¿Tal vez quisieras
escribirle una nota?
— Excelente idea. Toma asiento mientras lo hago, por favor.
Remus llamo a un elfo que enseguida apareció con pluma y papel. Solo le tomó unos
minutos escribir una nota para Bill.
— Ten Severus – le entregó la nota – Dale mis saludos a Bill, seguramente nos veremos
pronto.
— Yo se la daré, no te preocupes.
— Severus… – susurró – ¿y Harry?
— Con Draco, por él no debes preocuparte tampoco. Mi ahijado ama demasiado a Potter. Lo
trata como una joya, pero él no lo ve.
— Es difícil ver tras las rejas…
— Hn…
Con una leve inclinación de cabeza, Severus se despidió de Remus.
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Ron se había despertado de madrugada, a su lado dormía Blaise. Con una sonrisa boba e
incrédula se pasó las manos por el rostro y luego se volteo para poder mirar mejor al
castaño.
Con un suspiro, comenzó a recordar lo que ocurrió la noche pasada.
Recuerdo
Las lágrimas cubrían el rostro de Ron, se sentía terrible. Quería llorar, gritar, romper todo las
alrededor…
¿Qué me está pasando? ¡Yo no soy un maldito llorón!
El pelirrojo se encogió en el suelo sintiendo que si dejaba ir a Blaise, todo terminaría. Una
repentina furia lo invadió y se alzó dispuesto decirle unas cuantas cosas a Zabini.
Caminó a pasos furiosos hacia la habitación y abrió la puerta de la habitación del castaño de
golpe.
— ¿POR QUÉ TE VAS? ¿POR QUÉ DIABLOS TE VAS? – rugió.
— Es lo que quieres, ¿no? – contestó impasible – Que te deje en paz, que te deje solo… ¿No
te has cansado de repetírmelo? Bien… ahora estoy cumpliendo tu deseo.
— Yo, yo… – titubeó Ron – ¡Claro! Y vas tú y me haces caso en todo.
— De hecho... sí.
— ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?!
— Te amo Ron, te lo he dicho una y otra vez – Blaise dejo de meter las cosas a su baúl –
Pero hasta lo que yo siento por ti, que es inmenso, se puede agotar – Zabini no contuvo las
lágrimas – Me cansé de sufrir Ron, esto es lo mejor.
— ¿Mejor…? No es mejor para nadie, Blaise – Ron se acercó hasta el castaño – No te vayas.
– sostuvo una de las manos de Zabini.
— Pero… – Blaise pestañeó. ¿Qué pasaba con su pelirrojo?
— No te vayas… No te vayas… – repitió Ron.
100
— ¿Por qué?
— Zabini, yo…
— ¿Por qué? Anda, dime – exigió, apretando la mano del Gryffindor – Dame una razón para
quedarme.
— Por Isabella – musitó sin mirarlo.
— No te preocupes por ella, siempre veré a mi hija y estaré al pendiente de cualquier

necesidad que tenga – Blaise se deshizo de la mano de Ron y volvió su atención al equipaje.
— No quiero que te vayas… – el pelirrojo volvió a acercarse a Blaise y pego su frente a su

espalda. – No quiero que te vayas… porque yo te necesito – El castaño se quedó inmóvil –
Blaise dime algo, yo sé que me equivoque – Ron se mordió el labio nervioso – Blay no te
vayas…
Al escuchar el sobrenombre que Ron usaba con él, cuando eran novios logró que el castaño
suspirara audiblemente.
— Ron… – el castaño se volteo dispuesto a objetar, pero se encontró con los labios del
pelirrojo que se pegaban a los suyos con ansias y sin siquiera pensarlo paso los brazos por la
cintura de este.
Fin del Recuerdo

Ron sonrió, al día siguiente había despertado en la cama de Blaise. Se había levantado y en la
cocina encontró a Isabella y al castaño teniendo una conversación sobre hermanitos. Algo
ruborizado se acercó hasta ambos para recibir un beso de buenos días del padre y de la hija.
Ahora todo estaba bien. Su hija estaba más feliz que nunca y él también se encontraba
dichoso, desde hace mucho que no sonreía tanto.
— Para que mi felicidad este completa, solo me falta que familia este unida…
101
Capítulo 10:
Noticias Relevantes
Ethan Nott observaba, apoyado desde el marco de la puerta, como Arthur dormía en su
cama. Esa mañana, después de aquellanoche, en la que hablaron sobre cual era la situación
del pelirrojo actualmente, la relación de ambos se movía en un vaivén de situaciones
extremadamente calientes o muy frías. Era cómico en verdad, porque en un momento
podían estar teniendo sexo salvaje y en el otro ignorarse completamente, al menos por
parte del pelirrojo.
Nott, guardándose el hecho de que su hijo se lo había entregado, le anunció al Weasley que,
desde el momento que había pisado su mansión, él era su guardián. Situación que molestó
mucho al pelirrojo, pero el moreno había comenzado de inmediato a mostrarle las ventajas
de la situación. Además, le había asegurado a este que lo reuniría con sus hijos, lo que había
calmado, en algo, la tormenta que se había vuelto el enojo de Arthur.
Hace tres noches el pelirrojo lo había botado de SU habitación, pero él no se iba a rendir en
su intento de reconquista solo por ello. Él sabía que solo tenía que hacer los movimientos
indicados y el hechizo estaría completo. Obviamente, el hechizado seria Arthur Weasley,
embrujado por sus encantos.
Caminó con paso decidido hasta la cama y se sentó en ella. Con delicadeza beso la mejilla de
Arthur, que dormía de costado, y se quedó observando cada detalle de su rostro, desde una
distancia mínima. Era gracioso ver como las pecas color té recorrían toda su mejilla, dándole
un aspecto aniñado. Él amaba profundamente cada una de ellas, de hecho, cuando fueron
novios, él tenía gusto de contarlas después del sexo. Notó ausente, que ellas habían
aumentado.
— Has cambiado tanto y tan poco desde que estuvimos juntos, amor – susurró, dejando que
su aliento mentolado rozara la piel del pelirrojo – Arthur, ¿Por qué me rechazas...? Si yo
siento como te estremeces con mis caricias y es más que mero deseo… Arthur, mi Arthy.
Ethan, sin poder resistirse más, comenzó a besar el cuello expuesto del pelirrojo. Ante esto,
Arthur comenzó a removerse, hasta que abrió los ojos y le lanzó al moreno una mirada muy
somnolienta.
— Mmmhhh… ¿Qué haces aquí? – bostezó – Yo te había echado – reprochó.
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— Y yo creo que tres días fueron suficiente espacio – sin decir más, Ethan ataco los labios
del pelirrojo.
Weasley gimió e intentó por todos los medios resistirse a esos cálidos y conocidos labios que
tomaban posesión de los suyos. Sin embargo, su resistencia estaba cayendo a pedazos al
sentir como una mano se colaba por el costoso pijama de seda que los elfos le habían dado
para usar. Inconcientemente, abrió la boca y sus piernas para dejar que la lengua de Ethan
jugara con la suya y que su cuerpo se ubicara sobre él. Lentamente, la mano grande de Nott
rodeó su pene y comenzó a masajearlo. Por supuesto, el gemido no pudo ser contenido y el
moreno sonrió de lado, dejando sus labios para mirar los hermosos ojos azules.
— E-Ethan… por favor… – jadeó, arqueando su cuerpo contra el otro.
— ¿Qué pasa? – pidió, rozando su nariz sobre la de su amante. Arthur odió la sonrisa
triunfante que veía en su “captor” – ¿No te atreverás de decir que no quieres esto, verdad?
— ¿Qué si lo digo? – gruñó, pero luego gimió al sentir como la mano que rodeaba su pene
apretaba cruelmente.
— Mmmhhh… como me gusta cuando te haces el rebelde – susurró contra su oído, antes de
chupar el lóbulo de la oreja derecha – Recuerdo que eso hacías en el Colegio cuando querías
que te cogiera con todas mi fuerzas.
Arthur adquirió el característico rubor Weasley ante esas palabras. Porque era verdad, la
relación que mantuvieron mientras eran estudiantes en Hogwarts
fue extremadamente pasional, tanto que a veces se avergonzaba cuando lo recordaba. Nadie
podría relacionar a ese chico con el Arthur Weasley de ahora, claro… eso era porque solo
Ethan Nott conseguía ponerlo tan cachondo.
— Ethan… – se lamentó, cuando sintió que su amante besaba aquella parte tan sensible de
su cuello, que solo él conocía. No siquiera Molly pudo encontrarlo cuando estuvieron
casados, a veces pensaba que ese lugar estaba solo reservado para el Slytherin.
— ¿Qué…? – sonrió más ampliamente – No voy a hacer nada si me lo pides…
Nott sintió una regresión en el tiempo cuando vio a su querido pelirrojo hacer un puchero.
Era tan parecido al que recordaba, solo las arrugas al costado de los labios y en las esquinas
de sus ojos cambiaban la cara que recordaba. Su corazón se llenó de gozo al ser conciente
que estaban juntos nuevamente y que ahora nadie ni nada los iba a separar. Su vena
posesiva y malosa tomó posesión de él y chupó con más crueldad el cuello del otro, mientras
su mano bajaba para tocar los testículos.
— ¡Ah…!
103
— Vamos, dilo… quiero escucharlo.
Lágrimas de frustración se formaron en sus ojos, pero no permitió que salieran. Aún así, su
última barrera se rompió cuando la otra mano de Ethan se coló en su pantalón, para hacerse
paso en su entrada.
— ¡Ah! ¡Oh, Ethan! ¡Cógeme, por favor! ¡Hazme tuyo! – chilló, mucho al regocijo de su
amante.
Sonriendo, el Slytherin volvió su atención a los labios carnosos e hinchados y los besó con
pasión. Sus manos dejaron lo que hacían para que pudiera buscar su varita de su túnica. Con
un hechizo mental desvistió ambos cuerpos, por lo que jadearon al unísono al sentir sus
pieles tocarse.
— ¿Te preparo…?
— No, no… entra en mí ya
Ethan asintió, convocó el lubricante y se lo puso por su ansioso miembro. No necesitando

perder tiempo en preparaciones, ubicó su miembro en la entrada del otro y fue penetrando
de a poco. Arthur abrió aún más las piernas y levantó levemente sus caderas para facilitar la
intrusión. Sus brazos rodearon los amplios hombros de su pareja, para tener apoyo.
Cuando se sintieron completamente unidos, volvieron a besarse hasta que las paredes del
ano del pelirrojo cedieran lo necesario para comenzar el acto. Por suerte, no tuvieron mucho
que esperar, porque Arthur cedió enseguida y el moreno procedió a salir de él para luego
entrar con ímpetu.
— Hn… despacio…
— Lo siento… es que me vuelves loco.
Los ojos azules se fijaron en los negros.
— ¿Aún…?
— Siempre – fue la respuesta susurraba contra sus labios, antes que comenzara a cogerse a
su amante como lo pedían todos sus instintos.
Arthur se aferró más fuerte a su amante, porque el otro comenzó a entrar y salir, una y otra
vez con una velocidad que sorprendía, teniendo en cuenta la edad de ambos. Debía ser,
seguro, por la pasión que despertaban sus cuerpos cada vez que estaban juntos. Sus pieles
comenzaron a chocarse, haciendo un gran estruendo que se mezclaba con sus gemidos.
Ethan usó unas de sus manos para dar placer manual al pene descuidado de su amante.
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— Estoy llegando… – murmuró el pelirrojo, echando su cabeza para atrás y empujando su

pene contra la mano que lo masajeaba.
— Y yo – gruñó Nott, golpeando con más fuerzas la entrada de su amante, sintiendo la

tensión en sus testículos, que indicaban que pronto iba a venirse.
Finalmente, luego de una certera estocada contra su próstata, Arthur se vino en la mano de
su amante. Ethan dejó ir su pene y buscó los labios de ojiazul, besando a su pareja y
penetrándolo con todas las energías que le quedaban, se vino con un gemido que fue
amortiguado por la boca del otro.
Ambos cayeron contra la cama, agotados y sintiendo los estragos del post-orgasmo. Recién
ahora podían notar que sus cuerpos tal vez no resistirían una sesión tan intensa de sexo. Sin
embargo, eso no les importaba mucho, Arthur se ubicó sobre el pecho desnudo de su
amante y cerró los ojos al sentir como Ethan comenzaba a acariciar sus cabellos.
— Hoy regresa mi hijo… – comentó Nott, luego de un momento.
— ¿Iremos al castillo a visitarlo? – pregunto Arthur, mirando con esperanza los ojos negros –
Quisiera ver a mis nietos.
El moreno lo miró indeciso por un momento, después de todo, a pesar de esta maravillosa
sesión de sexo, no sabía si Arthur ya había caído en sus redes y tal vez quisiera pedir ayuda a
sus hijos para que lo separaran de su lado. Sin embargo, al ver ese tierno y molesto puchero
de nuevo, no pudo evitar ablandarse.
— Veremos – gruñó.
Arthur sonrió, porque sabía que eso era un sí. Contento al saber que esos pequeños gestos
aún dominaban a su amante, recostó su cabeza sobre el pecho del otro, para quedarse
dormido en el acto.
Neville sabía que su marido le ocultaba algo. Tenía la clara sospecha de ello, así que ahora
que volvía a casa, al castillo, su maridito tendría que hablar.
— Quiero saber qué pasa. Ya regresemos de nuestra Luna de Miel… ahora puedes
interrumpir la felicidad – exigió Neville Nott.
Théo hizo un amago de sonrisa ante la actitud autoritaria de su Nev. Este casi nunca la
usaba, pero a él le gustaba que su chico sacara su personalidad Gryffindor.
105
— Bien, durante nuestra Luna Miel, no… – se corrigió, frunciendo el ceño – justo mientras
nosotros partíamos de Luna de Miel… Potter escapó.
Los ojos de Neville se abrieron cuan grandes eran.
— ¿Harry escapó? – pidió con un hilo de voz.
— Si, él escapó. Una vez que se descubrió esto, se comenzó con su búsqueda, una búsqueda
infructuosa por más de dos semanas – Théo no dejaba de observar las expresiones que
pasaban por el rostro de su Nev. Después de todo, si ellos no estuvieran locamente
enamorados, probablemente Neville hubiese intentado lo mismo. – Hasta que el mismísimo
Lord Malfoy se ocupó de buscar a Potter, los resultados fueron positivos de inmediato y, en
cuestión de días, se capturó a Potter y se le trajo de regreso.
Neville no lo podía creer, mientras él andaba en su nube de amor, había pasado de todo, en
el castillo.
— Merlín… ¿Harry está bien?
— Debe estarlo, está con Draco.
El chico frunció el entrecejo.
— Mmmhhh… creo iré a visitar a Ron e intentaré ver a Harry.
— Pero cariño, recién regresamos…
— Pero nada Théo, hemos estado tres semanas completamente solos y disfrutando de
nuestra compañía mutua, alejados de las noticias. Ésta que acabas de darme es una grande y
debo saber de mis amigos.–.Neville, totalmente decidido, dejo su departamento.
Théo golpeo el piso con su pie.
— Lástima… con esa actitud, hubiésemos pasado un momento interesante.
Los ojos azules de Lucas brillaban emocionados al ver, ¡Por Fin!, en vivo y en directo, a
sus primos. Después de la Luna llena, un cansado Remus, con la compañía de Lucius, llevó a
su hijo a conocer a los niños Snape.
Bill había recibido al licántropo con un emocionado abrazo y después le había tocado su
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buena cuota de besos y abrazos al pequeño moreno, que encantado recibió las atenciones
de su tío pelirrojo. Minutos después las cabezas pelirrojas de Aidan, Garrick y Donovan,
acompañadas de su hermanita Elizabeth, aparecieron en la sala mirando con curiosidad a
Lucas.
— Niños… – habló Bill – Les presento a Lucas Lupin, seguro saben quién es. Les he hablado
mucho de él y su papá, Remus Lupin – el pelirrojo apretó con cariño el hombro del castaño
que sonrió con su encanto natural.
— Un gusto en conocerlos, niños – dijo con su voz apacible.
— Y Lucas, ellos son mis hijos Aidan, Garrick, Donovan y la pequeña Elizabeth. Estoy seguro
que se llevaran de las mil maravillas.
El niño los miró a todos con una ceja enarcada y cabeceó en dirección de todos, con una
mirada calculadora en sus ojos. Los gemelos intercambiaron una mirada maliciosa. No
habían encontrado un nuevo compañero, sino una nueva víctima o esos pensaban los
gemelos, porque Lucas era de temer.
— Hola – dijo quedamente.
— Bien niños, vayan a la sala de juegos.
— ¡Si, papi!
Lucas miró a su padre pidiendo permiso, quien le hizo señas para que se fuera. Los pequeños
se fueron, mientras Bill invitaba a Remus a tomar asiento en la sala. Lucius se había ido al ver
llegar a los hijos de su mejor amigo, conociendo como eran los gemelos y lo que ya había
visto de Lucas, esa casa iba a ser un campo de animales salvajes.
— He enviado por Ron… – Bill suspiró – ¿Cómo estás?
— Cansado, contrariado y muy molesto por esta situación, pero he aprendido a adaptarme a
la adversidad.
Bill asintió
— Me enfade mucho con Severus por traer de regreso a Harry – el ceño del pelirrojo se
frunció.
— No tenías que molestarte con él – Remus sonrió negando con la cabeza – Debes
comprender a Severus, seguramente tú lo conoces más que el resto. Esto fue toda cosa de
los Malfoy… Severus no pudo hacer nada.
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— Sí, pero… algo se podría haber hecho para atrasarlo aunque sea – Bill gruñó – De todas
formas, ya no está castigado – el pelirrojo sonrió radiante.
Un elfo apareció anunciando la llegada de Ron y Neville, este último había encontrado al
pelirrojo de camino al área del castillo en al cual vivía.
— ¡Remus! – Ron se apresuró a abrazar a su ex-profesor.
— ¡Oh! El pequeño Ron ya es todo un hombre... ¿Y tu hija?
— Jugando con mis sobrinos y con Lucas… Merlín, ese niño es la viva imagen de su padre.
— Lo es… – Remus asintió con una sonrisa dulce en sus labios.
— Hola Remus. – el castaño saludo a su ex profesor con un abrazo.
— Nev, felicidades por tu boda.
— Gracias – Neville sonrió con las mejillas sonrosadas.
— ¿Qué saben de Harry? – preguntó Ron con ansias.
— Solo que está con Draco. – respondió Remus con una mirada de tristeza – Espero que
este bien.
— Harry, vamos… tienes que comer – insistió preocupado Draco, porque desde que el
moreno había regresado al castillo, no había querido ingerir alimento alguno. Tampoco le
había dirigido la palabra al rubio, y de eso ya se cumplían dos días – Harry…
El moreno permanecía recostado contra el respaldar de la cama, con los brazos cruzados y
dirigiendo su mirada a cualquier lugar menos a Draco. Una actitud muy infantil si le
preguntaban al Slytherin. Lo que pasaba era que Harry estaba preocupado, muy preocupado,
porque la intensidad con la que aquella chispa mágica se hacía notar, comenzaba a crecer
con el paso del tiempo dentro de su abdomen.
Draco se acercó a la cama para intentar convencer al moreno de ingerir algún alimento. Se
aproximó, como quien lo hace con un animal acarralado, con mucho cuidado.
— Harry… – el rubio poso su mano en el hombro del moreno.
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Potter, perdido en sus pensamientos, no lo notó, hasta que unos minutos después se alejó
del toque de Draco y se levantó de la cama con rapidez, pero por el brusco movimiento
perdió el equilibrio.
— Merlín… – alcanzo a murmurar, antes de caer desmayado al suelo.
— ¡Harry! – Malfoy se apresuró a socorrerlo. Lo levantó del suelo y lo tendió en la cama.

Después llamó a un elfo domestico – ¡Ve por el Medimago! – le grito al elfo, sin despegar la
vista de su amante.
Connor MacLean, el medimago, llegó minutos después. El medimago era un joven

profesional de la medicina, éste tenía la plena confianza de los Malfoy, puesto que su padre,
antes que él, había sido el medimago de cabecera de la aristocrática familia.
— ¿Qué ocurrió, Draco?
— No lo sé Connor, Harry se levantó de la cama y de pronto se desplomó hacia el piso,

completamente inconciente.
— ¿Me permites?
El rubio asintió y se alejó de la cama, para darle espacio a MacLean y que revisara a Harry. El
medimago lanzó un par de hechizos para verificar sus signos vitales, cuando hizo esto, se
encontró con una gran sorpresa.
— ¿Podría ser…? – murmuro para sí. Antes de lanzar otro hechizo que cubrió el cuerpo del
moreno – Por Merlín...
— ¿Qué? ¿Qué tiene? – preguntó Draco preocupado.
En respuesta, Connor sonrió.
— Draco… Harry está esperando un hijo.
El rubio escuchó la noticia y le tomo dos minutos procesarla, cuando al entendió por
completo, se dejó caer en una silla con una expresión boba, nada digna de un Malfoy… todo
hay que decirlo.
— ¿Un hijo? – preguntó mirando a Connor. El medimago asintió – Un hijo…– susurró con la
mirada perdida.
— Estoy casi seguro, pero debo hacer unas pruebas rutinarias para comprobar el estado del
bebé y el tiempo de gestación. Debes dejarme solo con él, Draco.
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— De acuerdo… nos vemos…
El rubio asintió y salió de la habitación como un autómata. Connor se apresuró a despertar a

Harry, dándole a oler un líquido con un fuerte olor que tenía en un pequeño frasco.
— Harry… vamos, abre los ojos.
Un quejido escapó de la boca del moreno.
— Merlín, eso huele horrible…
Connor sonrío al escucharlo.
— Quédate quieto, te desmayaste y tengo que hacer unas pruebas. Tiene un chichón
enorme en la cabeza…
— ¿Pruebas? ¿Por qué?
— Harry, te conozco y sé que tu situación con Draco es difícil, pero…
— ¿Pero…? – apremió, un presentimiento malo que se hacía hueco en su pecho.
— Primero, déjame verificar si son ciertas mis conjeturas – el medimago movió su varita
sobre el cuerpo de Harry. Una luz resplandeciente lo rodeo, esta comenzó a concentrarse en
su vientre cambiando de color blanco a azul, terminando en un verde saludable.
— ¿Qué ocurre?
— Como dije, sé que tu situación con Draco es difícil, pero, sea como sea, esto es una
bendición.
Harry intento pasar saliva por su garganta, pero estaba seca.
— Estoy… estoy esperando… ¿cierto…? – el moreno se quedó en silencio.
— Si, estás esperando un bebé.
Las manos de Harry viajaron hasta su vientre, mientras dejaba caer lágrimas por sus mejillas.
— Maldita sea… – logró susurrar con rencor.
El joven medimago suspiró, esperaba que esta noticia no terminara de devastar la vida de
ese pobre muchacho.
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Capítulo 11:
Algunas Revelaciones
Esa tarde un gran estallido interrumpió la calma de la mansión. Bill, al escucharlo, suspiró
con cansancio, de seguro habían sido sus niños, más específicamente, dos de sus niños.
Suspiró una vez más antes de levantarse y salir en la búsqueda de sus diablillos.
— Debe ser algún gen que tienen los gemelos de sangre Weasley – el pelirrojo negó con la
cabeza y rogó porque el daño no fuera mayor. Fuese cual fuese la travesura que cometieron.
Los encontró más pronto de lo que creía. Ambos caminaban con dirección a la casa, pero
encontrarlos fue una gran sorpresa, porque los niños estaban completamente, de pies a
cabeza, cubiertos de un pigmento. Aidan lucía un tono verde y Garrick un tono azul.
— ¡Oh, por Merlín! ¿Les salió mal la broma pequeños? – dijo Bill sarcásticamente, se cruzó
de brazos y frunció el ceño.
— No pá, la broma salió bien. – habló Aidan.
— El problema estuvo en que los embromados fuimos nosotros. – continuó Garrick
— No entiendo. – el pelirrojo mayor descruzo los brazos.
— Queríamos jugarle una broma a Lucas… – respondió Aidan.
— Pero él nos la volteó.
En el rostro, hasta ahora serio de Bill, se formó una gran sonrisa.
— O sea que han encontrado la horma de su zapato.
Los gemelos suspiraron abatidos y retomaron el paso hasta su hogar. Tal vez su padre,
Severus, tendría algo para quitar el color que les pigmentaba todo el cuerpo. Después de
todo, él ha tenido que luchar con pigmentos desde que los niños habían aprendido a
caminar.
Un gran suspiro conjunto fue lo que escuchó Bill, que seguía a sus hijos a unos cuantos
pasos, por lo que contuvo la risa.
111
— Seguramente mis hijos lo pensarán dos veces antes de volver a jugarle una broma a Lucas
– sonrisa – Solo espero que esto no resulte como dice el dicho muggle… Si no puedes contra
ellos… úneteles.
Un escalofrió recorrió al pelirrojo.
— ¡Merlín nos proteja!
Es difícil ser padre…
Remus se paseaba intranquilo por su habitación. Hoy se cumplían ya tres días desde la luna
llena y en pocas horas tendría que saldar su deuda con Lucius, el primero de muchos
encuentros que, seguramente, tendría con él rubio, porque si solo lo hubiese querido para
una noche, no lo hubiese traído desde el barrio rojo.
Tal vez era un tanto irrisorio pensar que un gigoló podía estar nervioso por realizar
un trabajo, pero, desde cierto punto de vista, esta sería la primera vez, ya que esta sería su
primera vez con un hombre… en el tipo de sexo que Lucius quería practicar.
— Bien repasemos… Lucas esta con Bill, – el licántropo comenzó a contar con los dedos – Ya
estoy vestido y preparado para la ocasión y… creo que eso es todo, no eran tantas cosas… –
suspiró – pero estoy tan inquieto.
El castaño soltó otro suspiro y miro el reloj, aún faltaba una hora para su cita con Malfoy,
caminó hasta el espejo de pie que tenía en la habitación y observó su atuendo una vez más.
Miró su reflejo ladeando la cabeza de un lado a otro, su cabello castaño había sido cepillado
unas cien veces (tal era su nerviosismo que tarde se dio cuenta de ello) y lucía reluciente.
Escogió una de sus mejores túnicas de trabajo para la ocasión, ésta había sido un regalo de
una amiga. La túnica era de un tono azul oscuro, la cual se ajustaba a su fisonomía sin
problemas, bajo ella llevaba unos pantalones negros y un camisa blanca de seda.
Volvió a darle un vistazo al reloj, aún faltaban quince minutos para el encuentro, dio un
suspiro frustrado y busco algún libro en que entretenerse mientras pasaba la hora.
En otro lugar
Lucius había recibido la noticia de que sería abuelo la mañana de ese mismo día. Cuando su
unigénito entró a su despacho, el rubio Lord esperaba alguna queja sobre la su
mascota, gatito Potter, o un minuto de: “Padre, Harry no me ama.” y todo lo demás, pero
grande fue su sorpresa al ver el rostro serio de su hijo y, con algo de incredulidad, escuchó la
noticia.
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Definitivamente no lo esperaba, principalmente porque el embarazo masculino tiene dos

requisitos fundamentales para que se dé. Primero, que ambos progenitores se amen y
segundo que ambos deseen al niño. Imaginen su shock al enterarse de esa noticia entonces.
Él sabía que su hijo amaba a Potter, un amor tal vez obsesivo, pero amor al fin y al cabo.
Seguramente, Draco deseaba tener un hijo con su amor, ¿pero era que acaso Potter amaba a
Draco?
Ambos Malfoy compartieron la noticia con algo de incredulidad, los dos tenían muchas
preguntas que resolver.
Como siempre, Lucius sacó a relucir su lado precavido y le sugirió a su hijo que realizaran una
prueba de paternidad. Tal prueba era sencilla, solo se recitaba un hechizo con ambos
progenitores presentes, el hechizo comprobaría la compatibilidad de la magia del feto con el
de los padres, si la compatibilidad es positiva brillaría formando una esfera entre los padres.
Gracias a la sugerencia de Lucius, una duda se instaló en Draco ¿Y si él sino era el padre?
Draco dejo el despacho de su padre un tanto más apesadumbrado de lo que había llegado. El
lord permaneció en su despacho gran parte del día y, con un vaso de whisky de fuego,
meditaba los últimos acontecimientos.
— Si resulta que el hijo que espera Potter es de Draco… se aseguraría la descendencia

Malfoy y tal vez mi hijo tome las responsabilidades que le corresponden. Quizás la
paternidad lo centre…
Estiro una de sus manos hasta su escritorio y removió unos cuentos papeles que estaban en
él. Hojeó algunos informes con poco interés, no había mucho de qué preocuparse, su control
era total y los rebeldes hace mucho que no actuaban y, sinceramente, no le preocupaba un
puñado de insurgentes. Lo que no significaba que bajara la guardia.
Observó el reloj que tenía en la mesa.
— 19:30, hora de retirarme a mis habitaciones. Espero que Lupin conozca de puntualidad.
Bebió el último sorbo de su vaso y se retiró del despacho.
Habitaciones de Lucius
Puntualmente a las 20:00 horas, un elfo domesticó llevó a Remus con Lucius. El elfo miraba
extraño a la criatura que guiaba, puesto que podía sentir su nerviosismo. Bien, él también
estaría nervioso si tuviera que estar en presencia del amo… que no era el mejor de los amos.
Tocó suavemente a la puerta y, luego de recibir el permiso, hizo entrar al lobo. Lo primero
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que los ojos grises de Lucius vieron fue el sencillo, pero costoso y seductor atuendo de su
“prisionero”. En verdad se veía hermoso y solo esa ropa bastó para que su miembro
despertara. Bien, si el licántropo era una puta antes de que llegara a sus manos, tal vez no
habría necesidad de alargar esto demasiado.
— Desvístete y acuéstate en la cama – masculló. Esos pensamientos de hace un rato lo

habían puesto extrañamente enfadado.
— ¿D-Disculpa…?
— Lo que escuchaste, Lupin. ¿No actuarás como una virgen ahora, o si?
Los ojos de Remus se angostaron, pero asintió, tratando de que el rubio no viera su
nerviosismo y caminó hasta la cama. Con dedos temblorosos se fue deshaciendo de a poco
de toda la ropa que lo cubría, eso podría hacerlo bien, pero temía el momento en que el
rubio se le acercara, aunque, no entendía porque su lobo interno se estaba revolviendo a la
expectativa de lo que iba a pasar. Era como si lo esperara con ansiedad.
Una vez terminada su tarea, intentó ponerse en su papel de Gigoló y se acostó sensualmente
en la cama, ladeando un poco su cuerpo y dejando a vista su miembro para que el mayor lo
viera. Sus acciones hicieron efecto inmediato, pues vio que los ojos grises lo miraban con
hambre y lujuria evidentes.
— Maldita sea, Remus. ¿Dónde estabas antes de esto…? – gruñó el rubio antes de comenzar
a desvestirse él mismo.
Remus se apresuró a levantarse y detuvo las manos de Lucius. El mayor enarcó una ceja y
Lupin solo sonrió. Él comenzó a desabrochar los botones del rubio, dejando un beso en cada
parte de piel que quedaba al descubierto. Tener a un Malfoy gimiendo por sus acciones,
indudablemente tornó más pícaro a Remus, por lo que dirigió sus dientes a uno de los
pezones del otro para mordisquearlo y lamerlo.
Lucius tomó los cabellos castaños y empujó su cabeza para juntar más esos dientes a su
cuerpo. Sin embargo, su deseo aumentó grandemente, por lo que gruñó y empujó a Remus a
la cama. Se ubicó entre las piernas delgadas y musculosas y descendió su boca directamente
hasta el pene del otro. Lo tomó entre sus manos y comenzó a bombear antes de que su boca
tomara posesión de la carne. Remus jadeó y arqueó su cuerpo hacia el contacto, de a poco
olvidando su nerviosismo.
Cuando la culminación del lobo estuvo en su boca, Lucius usó ese mismo líquido para
lubricar sus dedos y llevarlos a la entrada del castaño. Lo extraño sentir la tensión de otro
por su acto, pero pensó que era solo un acto del menor. Seguramente eso hacía con todos su
clientes, para hacerlos satisfechos. Gruñó y saco los dos dedos que tenía en la entrada y
ubicó su pene. Si su prisionero era una puta antes… era evidente que la preparación iba a
estar de más.
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Se empujó de una sola vez en la estrecha entrada y sus ojos se abrieron como platos.
— ¡Arg! ¡Oh, dios…! – gimió lleno de dolor.
— ¡Por Salazar! ¡¿Eras tú…?! – preguntó incrédulo.
Remus evitó su mirada y solo asintió, tratando de acomodarse y evitar lastimar más si
entrada.
— ¿Pero cómo…? ¿Si tú eres…? Y Lucas es…
— Lástima… – lloriqueó el licántropo.
Asustado como nunca en su vida, el rubio intentó salir, pero Remus lo detuvo, rodeando su
cintura con sus piernas.
— Si sales ahora vas a causarme más dolor.
Lucius asintió, sabiendo que tenía razón. No preguntó nada, este momento no era para
preguntas. Así que, para aligerar el dolor del menor, tomó el pene ya flácido y comenzó a
masturbarlo. Su idea surgió efecto enseguida y el Gryffindor comenzó a gemir bajito,
entonces fue cuando Lucius tomó posesión de sus labios. Ellos eran suaves y expertos, lo que
hacía un contraste enorme con la entrada virgen que había descubierto.
Pronto, gracias al acostumbramiento del ano de Remus y la sangre que había salido con el
primer empuje, que Lucius se moviera dentro de él se hizo más fácil. Comenzó con
embestidas cortas y pausadas, hasta que ellas se volvieron desbocadas y salvajes.
Remus se aferró a su espalda y comenzó a jadear como si estuviera corriendo una maratón.
Lucius hacía lo propio, escondiendo su rostro en el cuello del más joven. Oh, qué bien se
sentía. Qué bien se sentía poder poseer al licántropo y saberse el primero aumentaba su ego
viril. Era increíble poder sentir como estas nuevas sensaciones activaban cosas desconocidas
dentro de Remus, que parecía sorprendido cada vez que su pene golpeaba su próstata y lo
que ello causaba.
— Lu… Lucius…
Lo inevitable enseguida se hizo presente. Y ambos sintieron el orgasmo golpear sus cuerpos
con una fuerza que no conocían. El rubio no pudo evitar caer derrumbado sobre el cuerpo
más pequeño, porque ni siquiera tuvo fuerzas para hacerse a un lado. Pasado unos minutos,
ambos se recuperaron de su letargo y el mayor conectó sus ojos grises con los ambarinos.
— Tienes muchas cosas que explicarme Lupin…
115
Remus desvió la mirada del rostro de Lucius, con cuidado se movió en la cama, tapando su
cuerpo desnudo y sudado, antes de volver a conectar su mirada con el rubio.
— Si quieres que te confirme que era virgen, lo hago. Sí, era virgen, pero tú ya te encargaste
de que no lo sea más.
— Yo, bien… no lo sabía. Tu anterior trabajo no me dio pistas de que esto pudiera haber
pasado. Aun así… me disculpo por ser tan brusco – el rubio titubeó ante la actitud dura de
Lupin.
— Mmmhhh… lo acepto. Porque tienes razón… no podías saber.
Lucius se sentó en la cama y apoyo la espalda en la cabecera de la cama.
— Pero, se suponía que tú eras un gigoló. ¿Por qué conservabas tu virginidad allí…?
— Y lo soy, uno retirado, pero lo soy. Aunque mis clientes eran en su mayoría mujeres y
si atendía a algún hombre, nunca fui el sumiso.
— Tú tienes un hijo. ¿Acaso no es tuyo?
Los ojos de Remus chispearon con furia y el dorado de sus ojos brillo con fuerza.
— Nunca repitas eso, Malfoy – siseó – Mi hijo, Lucas, es mío. Soy su padre y ni siquiera tú
puedes decir lo contrario. Espero haber sido muy claro, Lord Malfoy – el castaño terminó sus
palabras con un leve gruñido.
El rubio solo pudo enarcar una ceja, temiendo ser atacado por un licántropo furioso.
Aunque, si se ponía a pensar, él era un ex Mortífago y ahora encargado de gobernar el
Mundo Mágico, si se presentaba una lucha con el lobo… él sería el ganador.
— No estás en condiciones de amenazarme, Remus.
— Entonces, si me lo permite, deseo regresar a mi habitación – Lupin intento sentarse y una

punzada de dolor lo atacó, pero, habiendo sufrido dolores más intensos después de sus
trasformaciones, logró sentarse en la cama y deslizar sus pies fuera de esta.
Lucius suspiró, masajeando sus sienes. La actitud de Remus se le hacía horrorosamente

familiar a la que Potter tenía con su hijo.
— Espero un momento Lupin, te ayudaré a llegar a tu habitación.
Remus observó con incredulidad a Malfoy, que se levantaba de la cama con movimientos
felinos. Se colocó una bata y calzó sus perfectos pies con unas pantuflas de seda, caminó
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hasta él y se colocó a su lado, ofreciéndole un brazo. El castaño lo acepto, hoy ya había
jugado mucho con su suerte al enfrentarse con el rubio por Lucas.
— Gracias – susurró, se levantó y se colocó una bata.
En silencio, ambos caminaron hasta la habitación de Remus, la cual estaba relativamente

cerca, puesto que estaba en la planta del castillo que ocupaba Malfoy. El rubio quiso
asegurase de tenerlo lo más cerca posible.
Cuando llegaron, Lupin entró a su habitación, dejando fuera de esta a Lucius, quien en
ningún momento dejó de mirarlo con sus intensos ojos color plata. Había sido una noche
extraña y, estando ya solo, dejó salir un suspiro. Llamó a un elfo y le solicitó que le prepara
un baño en el amplio jacuzzi que tenía, lo necesitaba y mucho.
Una vez dentro del agua, dejó salir un suspiro y sintió como el agua caliente y las burbujas
relajaban la tensión de su cuerpo lastimado. No pudo evitar que el encuentro con Lucius
llegara hasta sus pensamientos. Era la primera vez que su lobo había saltado excitado ante
una de sus parejas, el animal en su interior se había regocijado ante el toque de esas manos
blancas y los besos de la boca del rubio. El Gryffindor podía jurar que su lobo interno había
ronroneado en algún momento, como un gatito manso.
Remus se sumergió en el agua, intentando alejar los pensamientos que claramente lo

estaban excitando. Siendo que, claramente, debería estar enfadado por los hechos.
— Maldito Malfoy, no puedo estar sintiendo cosas por ti. – cerró los ojos y dejó que su
mente y cuerpo se llenaran del olor de las sales que tenía el agua. Era mejor no pensar por
ahora, solo relajarse y luego ir a la cama.
Al día siguiente, Lupin fue por su hijo a donde residía el matrimonio Snape-Weasley, a la
hora que sabía que el niño despertaba.
— Buen día, Remus – saludó sonriente el joven pelirrojo.
— Buen día, Bill. ¿Cómo se comportó mi niño?
El pelirrojo soltó una risita.
— Bien. Aunque no lo creas… rodeado de estos pequeños diablillos, Lucas se comportó

perfectamente.
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El castaño no pudo evitar enviarle una mirada incrédula a Bill, él conocía a su hijo, sabía que
sus ideas de diversión podían ser explosivas. Tan parecido a él, su papá… pensó con
amargura.
Bill guió a Remus hasta el pequeño comedor de la cocina, donde Lucas y los niños Snape
tomaban su desayuno. El castaño abrió los ojos con sorpresa al ver que los gemelos tenían el
cabello de colores llamativos… verde y azul.
— Buen día, niños. – saludó con un sonrisa desconcertada.
— ¡Buen día, Señor Lupin! – respondieron los pequeños al unísono. Claro no todos con la
misma claridad, unos por tener la boca llena y otros porque su dicción aún se comía algunas
letras.
— ¡Hola, papi! – chilló Lucas desde su puesto, mostrando su dentadura, a la que le faltaba
un par de dientes, al sonreír.
El niño de inmediato fue besado por su padre en al frente.
— ¿Fuiste buen niño, Lucas? – preguntó con sospecha. Tal vez si había hecho alguna de las
suyas y Bill simplemente no lo notó.
— Claro, papi. ¿Por qué habría yo de hacer algo maloso?– el moreno colocó su mejor carita
de ángel ingenuo.
— Bien… – aceptó con renuencia – Termina tu cereal que tenemos que ir a la habitación. Por
cierto, me informaron que hay un profesor que atiende las necesidades escolares de los
gemelos y tú incorporaras a las clases desde mañana.
— ¿Qué? No… pá – puchero – Yo quiero estudiar contigo – gimoteo.
— Lo seguiremos haciendo Lu, pero es bueno que compartas con chicos de tu edad.
Además, yo no lo sé todo… el profesor podrá enseñarte otras cosas… y darte libros que en
casa no teníamos. Eso sin contar que el Castillo está más equipado para que puedas
aprender…
Lucas le sonrió a los gemelos con su carita de ángel y ellos le sonrieron de la misma manera.
Remus y Bill conocían esas expresiones en sus hijos, solo esperaban que el castillo
sobreviviera a los pequeños.
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De camino hasta la habitación que, ahora, era su hogar, Lucas le relató a Remus como los
gemelos le enseñaron su cuarto de juegos y que recorrieron algunos sectores del castillo.
Claro, omitiendo el “accidente”.
— ¡Papi, este lugar es genial!.–.el morenito suspiró emocionado.–.¡Hubiésemos venido

antes! ¡Hay tanto que ver y explorar!
— Lo sé hijo, aquí pase los mejores años de mi vida – el licántropo acarició la roca de pared.
– Entremos – una vez adentro, Remus guio al niño a unos de los sillones de su sala de estar –
Ven Lu, hablemos.
Lucas se sentó en sillón y Remus se acuclillo frente a él.
— ¿Qué pasa? ¿Por qué estas todo serio?
— Lucas, ¿recuerdas cuando te hablé de que eras un pequeño afortunado, porque me tienes
a mí que te adoro y te quiero? – Remus abrazó al pequeño y el hizo cosquillas, logrando que
Lucas riera. – ¿Y además dos personas que están en el cielo y que te aman tanto que dieron
su vida por protegerte?
— Si, papá. Me acuerdo de eso.
— Bien mi niño, si el señor rubio que nos fue buscar a casa te pregunta por ellos, no le digas
nada y si se pone pesado te permito hacerle una travesura chiquita –.guiñó un ojo.
Los ojos de Lucas brillaron.
— ¿Puedo molestar al señor que parece una señora bonita?
— Si Lu, pero solo si molesta con ese tema que acabo de decirte. ¿Trato? – Lupin extendió la
mano.
— Trato – el niño dio su mano y el trato se cerró.
— Ahora ve a cepillarte los dientes y luego te enseñare los jardines del castillo.
Lucas aplaudió y dando saltitos se dirigió al baño. Remus observó al niño hasta que cerró la
puerta.
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— No importa lo que pase, siempre cuidaré de ti Lucas… Te lo juré – Remus miro al cielo, a
un interlocutor imaginario.–.y también me lo juré a mí. No permitiré que nadie lo dañe,
crecerá y vivirá feliz.– El castaño cambio su rostro serio a uno sonriente.– Y si Malfoy intenta
averiguar algo con Lucas, conocerá lo que es un Merodeador de cepa.– Una sonrisa más
amplia ilumino su rostro y, con los recuerdos de los buenos momentos del colegio, fue por
su capa para enseñarle los jardines a su hijo y porque no, tal vez, también alguno de los
secretos aprendidos cuando él era un Merodeador.
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Capítulo 12:
Una decisión para el
futuro
Harry estaba en una de las torres más altas del castillo, la torre en la cual alguna vez se
dieron las clases de Astronomía, la que conoció en una de sus primeras y emocionantes
aventuras, cuando decidieron entregar al dragón Norberto a Charlie Weasley. La espalda del
moreno estaba apoyada contra la fría piedra, sin importarle que esta le daba escalofríos y
entre sus dedos movía constantemente una pieza de madera, su varita, la cual había
regresado a sus manos después de muchos años de darla por perdida.
En ese momento acababa de transformar un papel en un ave, la cual llevaría un importante

mensaje, que él ya tenía su varita.
Un suspiro se dejó oír de parte del moreno.
— Siempre creí que cuando recuperara mi varita… todo cambiaría, todo mejoraría, pero
ahora… – Harry llevó una mano hasta su vientre y sintió la energía de su hijo – Merlín, ¿Por
qué…? ¿Qué hecho yo de malo para merecer esto…? No fue suficiente todo lo que sufrí en la
guerra y la humillación que vengo aguantando desde su final… ¿Un hijo es tu última forma
de castigarme…? – preguntó mirando al cielo.
Cuando Harry había llegado al lugar, hace aproximadamente unos veinte minutos atrás, por
su cabeza había pasado una oscura idea. Apoyado en el barandal de piedra, había pensado
en saltar y terminar con todo, pero él no era un cobarde, era un Gryffindor y, sobre todo,
pronto sería padre y debía afrontarlo, aceptarlo y logar olvidar la rabia que sentía en ese
momento. Después de todo, un hijo era lo que siempre deseo antes de que la guerra
terminara… y, a pesar de las circunstancias con la que este llegaba, él no iba a despreciarlo.
Demasiadas malas memorias con los Dursley’s se venían a su mente con el solo hecho de
desdeñar a su bebé.
— Seré un buen padre… o lo intentaré – se dijo para si con un toque de tristeza. Tomo la
varita y la oculto entre sus ropas. Estaba por irse cuando la puerta de madera se abrió, el
cuerpo del moreno se tensó, pero al ver quien entraba sonrió – Remus…
— Mi cacharro – el castaño se acercó al chico, que se veía más indefenso de lo que podía
recordar ver a Harry Potter, y lo abrazó – Sé que puede ser una pregunta tonta, pero…
¿Cómo estás?
121
— Sinceramente… me siento perdido. Como si la esperanza se hubiese desvanecido de mí,
pero cada vez que llevo mi mano hasta mi vientre, no sé… es tan difícil no creer.
— Te entiendo, no busques explicación para lo que sientes – el castaño sonrió – Cuando

sostuve a Lucas por primera vez en brazos, sentí… – los ojos de Remus se empañaron de
emoción – Sentí que lo quería, que lo amaba con devoción, que haría cualquier cosa por él.
Supe en ese momento que yo era su padre y él era mi hijo, ese sentimiento fue mucho más
grande y profundo que la promesa que le hice a Padfoot. En ese instante, entendí que ser
padre es mucho más de lo que yo creí…
La mano de Harry seco uno de las lágrimas que caía por la mejilla del lobo.
— Lo siento, siempre he sido sentimental – Remus sonrió.
— Gracias, Remus – el moreno abrazó el cuerpo del mayor – ¿Cómo te ha ido con el
megalómano1 mayor?
Remus rió.
— Veo que se ha ampliado tu vocabulario.
El moreno alzo la nariz, imitando un gesto muy de Draco.
— Necesitaba una palabra para definir a los Malfoy’s y esa me pareció perfecta. Además, no
tenía mucho que hacer cuando él no estaba sobre mí, por ello comencé a leer...– suspiró –
¿Y bien?
— Hasta el momento me ha tratado bien, no puedo decir nada al respecto de las

instalaciones en que me alojo. Tengo libertad para moverme por el castillo y Lucas ha tenido
oportunidad de jugar con los gemelos Snape. No es del todo mal, si no fuese porque…
— Porque te trajeron obligado y estas aquí contra tu voluntad.
— Si – admitió, con una mueca.
— La historia de mi vida – el moreno bufó.
Una brisa helada recordó a Remus que había venido por Harry para llevarlo a un lugar más
templado e intentar que comiera algo. Todo por petición de Draco, claro que eso el castaño
no lo diría.
— Ven Harry, vamos abajo y comamos algo… tal vez chocolate caliente.
1
Es alguien que sufre delirios de grandezas
122
El moreno asintió, hacia frió y ciertamente tenía hambre.
Un Ravenclaw frustrado, un Gryffindor acongojado y otro lloroso, era la escena que

representaba en ese momento Roger Davies, Fred y George Weasley. Fred intentaba
consolar a su hermano, mientras George lloraba en el hombro de este y a Roger… pues se le
jodió la noche y no tenía más que aguantarse. Aunque… ¡maldito su jefe! Justo ahora tenía
que hacerse el gruñón.
Todo este dilema había comenzado tiempo atrás.
Dos Horas Antes
En momentos como este, Cassius Warrington se preguntaba: “¿Por qué diablos se había
enamorado de un Gryffindor?”
— George no conoce la prudencia. Seguramente cree que es la hermana de Helga

Hufflepuff – bufó indignado y cruzándose de brazos, para después comenzar a golpear con
los dedos el escritorio.
El recio Comandante General de la Orden de Vigilancia, estaba realmente indignado. Debido

a que su novio, George Weasley, aprovechándose de que se durmió, (después de que ambos
cogieran como conejos) tomó unos cuantos de sus cabellos para transformarse en él, gracias
a la poción Multijugos, dejándole solo una nota informándole que no saliera de casa,
porque obviamenteno podía haber dos Cassius Warrington paseándose por la ciudad.
Cuando la paciencia del moreno estaba por reventar un suave ¡poof! le indico que alguien
llegaba.
— Justo a tiempo – murmuro el pelirrojo, vestido con las ropas de Cassius, que le quedaban
inmensas, ya que había vuelto a transformarse en él.
Cassius continúo en su posición imperturbable, aunque por dentro sintió un gran alivio de
ver de regreso a su novio. George sonrió nervioso a su novio, conocía esa cara.
— Volví amor
— Eso veo
— ¿Estas enojadito? – el pelirrojo intentó acercársele, pero el otro se levantó, alejándose de

él – ¿Cassy…?
123
— George, te sobrepasaste esta vez. He roto muchas reglas por ti y tal vez muchas otras hoy,
¿no? – los ojos verde-agua lo miraron significativamente – En ocasiones como esta me
planteo el por qué estás conmigo. Seguramente es por la causa…
— No Cassius, lo hice porque tenía algo importante que hacer
— Siempre es algo importante. Todo es importante, menos yo – masculló.
— No digas eso – susurró, queriendo volver a acercarse a su pareja.
— Es mejor que te cambies y te vayas. No tengo las ganas ni las fuerzas para escuchar tus
patéticas excusas. Ya cuando quiera volver a verte te avisaré.
El moreno salio del cuarto dejando a George atrás, sintiéndose muy triste. Claro, el pelirrojo
no se iba dejar abatir a la primera y fue tras Cassius, pero este se encerró en su habitación y
no hubo hechizo ni ruego que hiciera salir a su novio y de esta manera George terminó
interrumpiendo la velada romántica de su hermano.
Tiempo actual
— Fred, Cassius no quiso oírme – sollozó – Creyó que… él me dijo que solo lo estaba
utilizando. ¡Si muchas veces le he dicho que lo amo! ¡Yo no ando diciéndole por ahí a la
gente que los amo porque sí…! ¡Y ese idiota viene a decirme que lo utilizo…! – balbuceó
entristecido y enfadado.
— Yo sé, George – su gemelo palmeó su espalda.
— Definitivamente, la hiciste grande – dijo Davies apoyado en una pared observando la

escena – Si Cassius reaccionó así, es porque verdaderamente está enojado contigo.
Otro sollozo escapó de los labios del pelirrojo.
— No estás ayudando, querido – los ojos azules de Fred taladraron a Roger.
— Es la verdad – dijo este alzando los hombros.
— Roger, cállate, ¿quieres? Si no vas a decir algo que pueda levantar los ánimos de mi
hermano… es mejor que te vayas.
Davies volvió a bufar, indignado por ser echado, antes de salir de la habitación. Dio una
mirada molesta a la puerta antes de decidir a irse. Porque también había visto la súplica en
los hermosos ojos de su amante y entendía que era mejor dejarlos solos para que George se
tranquilizara.
124
— Iré con Cassius, seguramente está pateando algunas cosas en ese momento – masculló
para sí.
‘Y mañana no deseo aguantarlo gruñón. Debe reconciliarse con su gemelo por el bien de la
cordura de los miembros de la Orden…’
Lupin dio dos golpecitos suaves a la puerta del despacho de Malfoy. No esperaba que lo
llamara tan pronto, habían transcurrido dos días desde su encuentro y el lobo esperaba
recibir otra invitación para asistir a su habitación, pero quizás Malfoy tenía una fantasía por
cumplirse en ese lugar.
— Malfoy… – Remus se mordió el labio inferior, para no reír.
Un Lucius Malfoy de cabello rosa lo miraba con el ceño fruncido desde su escritorio.
— Lupin – siseó venenoso.
— ¿Qué ocurrió?
— Tu hijo… eso ocurrió – dijo, siseando las palabras con enojo.
Esta vez Remus no oculto la risa.
— Lo siento, pero no entiendo. ¿Por qué mi Lucas te hizo eso? – el castaño apunto al cabello
rosa de Lucius.
Un rictus se formó en la boca de Malfoy, no admitiría a Lupin que había intentado saber algo
del origen del niño, preguntándole a Lucas.
— Ese no es el tema – Lucius se levantó del sillón – Tú hijo no conoce la autoridad. A esta
edad debería ya saber respetar a sus mayores o atenerse a las consecuencias de sus actos.
— Es un niño – frunció el ceño ante la amenaza.
— Uno malcriado – espetó.
— Es travieso, siempre ha sido así y no veo nada de malo en que te haya teñido el cabello.
— ¡¿Acaso tienes replica para todo?! – exclamó frustrado.
125
— Cuando se trata de mi hijo, sí.
Lucius hubiese querido gruñir y tirarse el cabello, pero él era un Malfoy y se limitó a elevar
una ceja.
— Espero que no se vuelva repetir. Recuerda que ambos están en mis dominios y no deseo
desacato, de nadie, ni siquiera de un niño que actúa “normal” – siseó, entrecerrando los ojos
– Ahora retírate, Lupin.
— Señor – Remus realizo una reverencia burlona, con sus ojos brillando de alegría ante la
travesura de su hijo.
— No… espera…
Remus frunció el ceño y giró lentamente, solo para casi darse de lleno con el rostro de
Malfoy que había llegado junto a él en un segundo. El mayor rodeó su cintura con sus fuertes
brazos y le arrebató en beso que lo dejó sin aliento. Lupin tardó varios segundos en
recuperarse y pestañeó mirando confundido al rubio.
— Ahora vete y recuerda lo que te he dicho sobre el mocoso.
— Eh…sí – musitó perdido, antes de retirarse.
— ¡Maldito diablillo! – murmuró Lucius una vez solo – Encantadora criatura, al igual que mis
ahijados – dijo con ironía. El Lord se masajeo las sienes – Necesito una poción para el dolor
de cabeza… o más bien dos – hablo sosteniendo un mechón de cabello rosa – Severus se
reirá de mí y siempre me sacará en cara esta broma maldita.
Lucius se dio el lujo de bufar en soledad. Esta era la oportunidad perfecta que tendría su
amigo para cobrarle todas las veces que él se burló por las cosas que los gemelos le hacían.
La resistencia se había sentido abatida cuando recibieron las noticias de que Harry había sido
nuevamente llevado al castillo, pero no todo estaba perdido, porque ya se sabía que la
magia del moreno estaba de regreso y además que su varita estaba en sus manos, gracias a
George Weasley.
Hermione era hija de muggles, pero realmente extrañaba el mundo mágico.
— Viktor, ¿Algún día regresaremos?
— Claro que si amor y nuestros hijos asistirán a Hogwarts.
126
La castaña sonrió.
— ¿Hogwarts, no Drumstrang?
Viktor también sonrió.
— Hogwarts siempre me pareció más acogedor – el hombre abrazo a su esposa por la

cintura.
— Sobre todo, porque yo soy hija de muggles.
Ambos rieron.
— No, porque cuando liberemos a Hogwarts será un símbolo para el mundo mágico. Que
hijos de muggles y medias sangres asistan al lugar marcará el triunfo de la resistencia.
— Te amo, Víctor.
— Y yo a ti – la besó – Bien, pero ahora vamos a la sala que deben estar por llegar nuestros
amigos.
Los mencionados amigos era gente de la resistencia, magos y brujas que nunca han dejado
de creer. En sus pensamientos estaba presente la idea de que en algún momento debía de
volver a brillar la luz.
Los ojos del patriarca Weasley brillaban con lágrimas contenidas. Ethan Nott había cumplido
su palabra, y él ahora estaba en la casa de Bill, rodeado de sus nietos e hijos. Claro, Nott lo
vigilaba sentado desde uno de los sillones, lo más alejado posible, porque sabía, por Lucius,
que esos niños juntos eran un peligro.
Isabella Zabini estaba sentada en una de las piernas de su abuelo, besando su mejilla.
— ¡Abelito!
— ¡Nosotros también queremos! – chillaron unas voces al unísono.
La niña solo pudo estar unos minutos en brazos de su abuelo, porque el resto de los niños,
Elizabeth, Garrick, Aidan y Donovan, todos querían abrazar y besar a su abuelo.
127
Nott no pudo negar que la decisión de traer a Arthur había sido correcta, su pelirrojo sonreía
radiante y él lo quería feliz.
— Muchas gracias por traerlo – a su sorpresa, no fue otro que Ron Weasley quien se lo
agradecía. Por supuesto, el pelirrojo más testarudo de los hijos de su amor estaba parado
tieso junto a él y tenía el ceño ligeramente fruncido, pero Ethan había sentido la veracidad
de sus palabras.
— Quiero que sepas, Ronald – fingió no notar la mueca del chico ante el uso de su nombre –
Que si está en mi poder, yo haré lo que sea por tener feliz a tu padre… porque lo amo.
Ron desvió la mirada y asintió.
— Si estuviéramos en otro lugar y situación, tal vez lo golpearía por decirme eso – masculló
– Pero no puedo negar que lo veo más feliz desde la muerte de mi madre. Pensé que su
muerte lo iba a consumir… pero me ha probado mal – lo miró intensamente – Nuevamente
le agradezco.
— De nada – asintió.
El pelirrojo se alejó de Nott, para también poder abrazar a su padre, de la misma manera
que lo hacían los pequeños.
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Capítulo 13:
Confusión en el corazón
En algún lugar
— ¡No podemos seguir esperando! – señaló con fuerza un joven que sostenía a un niño de
dos años, dormido sobre su regazo, al que no pareció afectarle la subida en el tono de voz de
su padre. Su pareja sentado a su lado lo calmó pasando su brazo izquierdo por los hombros
de este.
— Tranquilos… – habló una dama anciana, que era quien dirigía la reunión – Hemos
esperado mucho como para apresurar las cosas ahora. Tenemos muchos aliados, incluso
dentro del círculo de nuestro enemigo. Si nos movemos con inteligencia, ni siquiera
tendremos bajas en esta batalla.
— Mi tía tiene razón – dijo una joven mujer de cabello marrón. – La astucia nos dará la
victoria y evitaremos la muerte innecesaria de nuestros seres queridos.
Muchos de los presentes asintieron, algunos aún tenían dudas, pero sinceramente nadie
quería ver morir a más personas.
Habitaciones de Draco
Volteó la cabeza antes de comenzar a hablar, por tercera vez, Harry se arrepentía de intentar
iniciar aquella conversación, pero ya estaba decidido y su testarudez Gryffindor lo guiaba a
no dar el brazo a torcer. Le dio una mirada a Draco, quien se mantenía unos metros alejado
de él, el rubio leía un libro hace varios minutos.
— Ejem… – carraspeó Harry.
Draco alzó la vista y se topó con los ojos verdes que adoraba. Dejó el libro sobre la mesa que
tenía junto a él antes de hablar.
— ¿Necesitas algo, Harry?
129
— Obviamente, sino no te dirigiría la palabra. – dijo con algo de desprecio en su tono, lo que
lo hizo merecedor de un pequeño estremecimiento, por cortesía de su bebé no-nato. –
Quiero hablar de mi hijo.
El rubio solo alzó una ceja y miró a Potter.
— Te escucho
— No planee que esto ocurriera… pero llevaré a término mi embarazo y cuidaré de mi hijo.
No quiero discutir contigo, no me hace bien… – el moreno se llevó una mano hasta su
vientre. – Desde ahora llevaremos esto… – Harry apunto a Draco y luego a él – Esta
relación en paz.
— Yo tampoco quiero discutir, sé que es importante que no pases sobresaltos
— ¿Tú qué sabes? ¡Soy yo el que está sufriendo los malditos malestares! – gruñó Harry con
molestia.
— He hablado con Connor y he leído… – Draco tomó el libro que dejó sobre la mesa – Me
preocupa tu estado, me preocupa nuestro hijo. – dijo con decisión.
Harry bufó, pero no hizo ningún comentario. Las palabras de Draco removieron algo en su
interior. El silencio volvió a inundar la habitación luego de eso y el rubio lanzó un suspiro,
retomando su lectura. Esperaba ser un buen padre, pero, sobre todo, esperaba que Harry lo
dejara serlo, tenía esperanzas en que el pequeño los uniera.
Él bebé traía esperanzas, pero concretarlas… era otro asunto.
Nuevamente los gemelos y sus parejas se encontraban en una situación bastante tensa,
luego de aquella pelea conjunta de hace unas semanas las cosas no habían sido las mismas.
Era por eso que Roger había logrado, por petición (orden) de Fred, que Cassius escuchara a
George. Davies junto a su novio esperaban fuera del despacho de Warrington.
— Deberíamos irnos, parecemos dos viejas chismosas – dijo Roger, con una mueca de asco,
apoyado en la pared.
— Ssshhh… Guarda silencio. Solo quiero saber que ocurre con mi hermano, es mi deber de
hermano gemelo – el pelirrojo volvió a colocar la oreja en la puerta.
Davies solo pudo lanzar un gruñido y rodar los ojos.
130
Dentro, las cosas no avanzaban demasiado favorablemente para el pelirrojo, aunque Cassius
había aceptado escuchar a George, intentaba hacer oídos sordos a sus palabras. Era muy
cierto que amaba al pelirrojo con todas sus fuerzas, pero desde hace un tiempo comenzó a
dudar que ese amor fuese reciproco. Razón por la cual, con mucho dolor, tomo la decisión
de terminar su relación de tantos años con él.
— Por favor Cassy, escúchame… yo…
Las palabras de George se evaporaron en el aire, cuando una mano grande se levantó,
acallándolo. El Slytherin estaba decidido a no dejar que lo convenciera. Tenía que terminar
con todo ahora.
— George, no quiero seguir escuchándote – la voz de Warrington se escuchó con fuerza,

mucho más de la que tenía realmente – Solo acepte verte, porque… – Cassy soltó el aire
retenido – Porque esto quería hacerlo correctamente.
— ¿Qué cosa? – preguntó con temor el otro.
— George, lo mejor que podemos hacer para ambos, para tu causa… que es lo que más te
importa… – dijo con amargura – Es darle fin a lo nuestro, debemos terminar. Te prometo que
no delataré a tus amigos y menos a ti, pero de aquí en adelante haré mi trabajo como es
debido. Solo te pido que no te metas en tantos líos, no quisiera tener que detenerte.
Cassius cerró los ojos con fuerza y los volvió a abrir con rapidez, esperando la reacción del
pelirrojo.
— ¡Maldición, Cassius!– gritó el Weasley al salir del estado anonadado al que entró al oír las
palabras de Warrington – ¡¿No has oído nada de lo que te dije?! ¡¿Vas a terminar conmigo
después de lo que acabo de hacer?!
— Si te refieres al incidente del cambio, es obvio que eso fue la gota que rebalso el vaso.
— ¡NO! ¡Diablos! – gruñó – ¡Definitivamente no me has oído! ¡TE ACABO DE PEDIR QUE TE
CASES CONMIGO Y TÚ LLEGAS Y TERMINAS NUESTRA RELACIÓN SIN IMPORTARTE NADA! –
el grito de George fue acompañado por un descontrol en su magia, la cual sacudió a la
habitación.
— ¿Qué cosa has dicho?
— ¡Que no puedes terminar conmigo…! – su voz estaba cerca del sollozo.
— No, No. Lo otro, lo del matrimonio.
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— ¿Ah…? – pestañeó y frunció el ceño – Que quiero que nos casemos – George sonrió ante
la cara de incredulidad que apareció en su novio – Cassius, ¿te quieres casar conmigo?
Warrington parpadeó, miro a George, al piso, nuevamente al pelirrojo y por fin contesto.
— Si… acepto.
Rápidamente, rodeó el escritorio que lo separaba del Weasley, abrazó al pelirrojo y lo besó.
— Tonto… eso debes decirlo a quien nos case, no a mí… – George sonrió y besó la nariz de
su ahora prometido, relajado en sus brazos, sabiendo que todos los problemas quedaban
atrás – Ahora solo debes decirme que me amas…
— Te amo, te amo, te amo…
Fuera del despacho, se escuchó un claro grito de júbilo.
Esa noche, Lucius había solicitado su compañía, por ello Remus le pidió a uno de los elfos
domésticos, designados a sus habitaciones, que cuidara a Lucas. El niño estaba
acostumbrado a las salidas nocturnas de su padre, aunque últimamente habían disminuido.
— Papi… ¿vas a volver muy tarde?
— Mmmhhh… tal vez – respondió Remus evasivo, mientras ayudaba a su hijo a cambiarse la
ropa por su pijama.
— ¿Saldrás del castillo?
— No, estaré por aquí cerca. Si necesitas algo, Wilig te lo traerá y si te sientes solo, puedes
pedirle al elfo que te lleve con los Snape. ¿De acuerdo?
— Si Pá, pero yo soy grande. Si estas preocupado por los monstruos que pueden venir en la
noche, no tienes porque… Ya no les temo – levantó un pulgar, destellando una sonrisa
arrogante.
El castaño sonrió y besó la mejilla de su niño, lo ayudó a arroparse y dándole las buenas
noches, salió de la habitación.
132
— Estás a su cargo por esta noche, Wilig.
— No se preocupe, Señor Lupin, Señor. Wilig es un buen elfo doméstico y se hará cargo del
pequeño Lucas, Señor Lupin.
Asintió en dirección del elfo y se dirigió a la puerta de salida. Caminó con paso lento hasta las
habitaciones de Lucius, son una sensación extraña que bailaba en su interior. Detestaba sus
encuentros con Malfoy, porque de alguna manera los esperaba con ansiedad que no debería
tener al ser prisionero de ese rubio.
Habitaciones de Lucius
Golpeó la puerta y casi de inmediato fue abierta por un elfo que lo condujo hasta una
habitación a la cual no había entrado con anterioridad. Era un pequeño comedor, exiguo
para la ostentosidad que solía verse en el castillo, en el cual estaba preparada la mesa para
dos comensales. Algo de asombro cubrió el rostro de Remus.
— El amo vendrá pronto, Señor Lupin, Señor – informó el elfo.
El castaño solo asintió y esperó. Tan solo unos minutos después llegó Malfoy, implacable,
imponente y totalmente arrebatador. El lobo solo pudo tragarse un suspiro de asombro.
— Buenas noches, Remus – siseó al acercarse el castaño
— Buenas noches, Malfoy – respondió con amabilidad, intentando desviar su vista de la

belleza rubia – ¿A que debo el honor de ser invitado a tu mesa?
— Nada en especial, aunque si es honor para ti… – aclaró sonriendo con superioridad.
Remus frunció el ceño – Por favor, toma asiento.
Ambos se acercaron a la mesa y pronto comenzaron a degustar los platillos que habían
preparado los elfos. La situación era extraña para Lupin, no es que antes algunos de sus
clientes lo hubiesen querido alagar con una cena o regalo, pero es que su trato con Lucius
era completamente diferente.
— Quiero que sepas que me gustas y que al saberme el primero en tu vida hace que desee
quedarme contigo – comentó Lucius, cuando esperaban que los platos se retiraran – Eres
una adquisición interesante y hasta yo necesito compañía… y tú puedes ser mucho más que
eso.
— …oh…
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— ¿Oh? ¿No dices nada más? – enarcó una ceja.
— No importa lo que opine, ¿verdad? – lo fulminó con la mirada – Tú ya has decidido por mí
– se encogió de hombros.
— Tal vez sí tal vez no…– murmuró Lucius con un toque de misterio, antes de beber de su
copa de vino.
Al terminar la cena, Remus fue conducido por el rubio Lord hasta su habitación, donde fue
devorado con ansiedad.
El castaño aún no lograba entender como era que el rubio lograba desvestirlo con tal rapidez
o que era que hacía con esa boca suya para despertarlo como ningún otro. La verdad era
que, no bien su espalda tocaba la cama, ya tenía la boca del Slytherin por todos lados de su
cuerpo, mordiendo, besando y chupando cada piel que tenía al descubierto.
Particularmente, Lucius tenía gusto de besar las cicatrices que quedaban en su torso y
espalda luego de sus transformaciones.
Luego de los besos y el mejor sexo oral que Remus pudiera recordar recibir, Lucius lo hacía
acomodarse mejor en la cama y abrir las piernas lo más que pudiera. Y, mientras que el rubio
se hacía paso dentro de su ano, exigía que lo mirara a los ojos, porque Malfoy tenía gusto de
ver el placer en la cara del castaño cada vez que lo embestía.
Y Lupin no podía dejar de placerlo, porque, maldito él, con cada penetración, Lucius hacía
contacto con su punto de éxtasis, haciéndolo jadear y aferrarse a la espalda de su amante.
Mucho a su vergüenza y enfado, se encontraba ansioso de probar sus labios y le placía como
Lucius mordisqueaba la marca en su cuello que le dio su licantropía, cada vez que empujaba
sobre su entrada.
Como siempre, al final de cada encuentro, Lucius lograba su cometido, haciéndolo gritar el
nombre de su captor cuando llegaba al orgasmo. Y, por más que quisiera, Remus no podía
hacer nada para borrar la sonrisa de autosuficiencia del rubio después de escuchar su
nombre de sus labios, porque se encontraba demasiado cansado como para golpearlo o
hechizarlo.
Más tarde esa noche, Remus observó por última vez el cuerpo de Lucius tendido sobre la
cama, porque él no acostumbraba a quedarse a dormir en la misma cama que su captor. Los ojos
dorados no querían despegarse de Malfoy, pero era hora de regresar a su habitación.
134
“Nunca duermas con tus clientes a pesar que este te tenga preso…” – se repitió en la cabeza y,
con más decisión que fuerzas, salió del lugar.
Caminando de regreso, Lupin se preguntaba por qué Lucius se mostró vulnerable ante él. Se
había dormido, se había dormido junto a un enemigo… Él no lo hubiese hecho, después de todo,
él podría haberlo atacado, eliminando al tirano.
— ¿Lo hubiese hecho? – preguntó para sí en voz baja, deteniendo su andar. Se apoyó en la fría
pared de roca por unos momentos. – Merlín… debo colocar mi cabeza en orden. – suspiró y
continúo caminando hasta su puerta.
Probablemente, Lucius pensaba que era demasiado noble como para atacarlo mientras dormía,
después de todo era un Gryffindor o también estaba la excusa de que su hijo y ahijado honorario
estaban en juego. Sin embargo, en algún lugar del corazón del licántropo, él sabía que esas no
eran las únicas razones por las cuales se detendría de atacar a su captor.
En la sala de su departamento, estaba encendida una lámpara de pies y, bajo la luz de ésta, había
un elfo que al verlo realizó una gran reverencia.
— Señor Lupin, Señor. El amito se durmió temprano y he estado cuidando que nada lo moleste.
— Gracias Wilig, ya puedes ir a descansar.
Él sonrió antes de desaparecer, porque gustaba atender al nuevo amo. Era tan amable como los
hermanos pelirrojos y el joven Potter.
Muy cansado para seguir su rutina de aseo, la cual realizaba después de trabajar, se preparó
para dormir y realmente no tenía la imperiosa necesidad de asearse. Por alguna razón que no
llegaba a conjeturar (o no quería) el lobo dentro suyo tenía gusto de tener el olor y semen de
Lucius sobre su cuerpo.
Antes de ir a descansar, pasó a ver a su hijo. El cual dormía como un ángel, cuando el sueño lo
envolvía, era la única oportunidad en el día que su niño era por completo un angelito, el resto del
día las acciones de su retoño se debatían entre el angelito y el diablillo. Sabía que mucho de
ese ángel bueno, era gracias a su influencia y que el diablillo era por genética.
Sonrió antes de depositar un beso en la frente del pequeño y se fue a la cama.
La sensación de que algo importante estaba pasando dentro suyo lo tenía intranquilo y deseaba
dormir para olvidarse de ello…
135
Capítulo 14:
Extrañas circunstancias
Un mes más tarde
Remus estaba preocupado, muy preocupado. Lo que le estaba pasando no era normal, bien,
tal vez desde otro punto de vista, en otro momento, si era perfectamente común, pero…
— No puede estar pasando lo que creo, ¿o sí?
Porque si era eso… solo significaba una cosa en la que no quería pensar en este momento,
este suceso le traería demasiadas complicaciones a su vida. Con nerviosismo tamborileó los
dedos sobre la mesa de arrimo, sobre la cual las lechuzas dejaban caer la correspondencia
dentro de una cesta, aunque él no recibía más que notas de la gente que habitaba el castillo.
Las aves estaban estrictamente controladas por el ejército de Malfoy y era imposible que
recibiera correspondencia de sus amigos fuera del castillo.
Las campanadas del reloj lo sacaron de sus pensamientos, indicándole que ya era hora de ir
por Lucas a la sala donde estudiaba junto a la tribu de pelirrojos Snape. Seguramente su hijo
era capaz de regresar solo, pero Remus quería ir por él, por lo menos hasta que el niño se lo
permitiera. Posiblemente uno de estos días oiría de su hijo: “Papá ya estoy grande, no hace
falta que tú…” Además, necesitaba despejar su mente y ocuparla en algo que no fueran los
malestares que venía sintiendo todo este tiempo.
— Mi pequeño crece tan rápido, pero para mí siempre será mi bebé Lucas. – se dijo, antes
de salir de su departamento.
Cuando el lobo llegó hasta la sección del castillo donde se impartían las clases, Lucas ya salía
al pasillo.
— ¡Pá! – gritó el morenito al ver a Remus, el niño dio varios saltitos hasta alcanzar a su papá,
en el momento que estuvo a frente a él se colgó de su cuello – ¡No sabes todo lo que nos
divertimos! Rompimos un vidrio… – su sonrisa vaciló – … pero el profesor lo reparó.
Bill también había venido por sus dos terremotos y su ángel, Aidan, Garrick y Donovan
respectivamente. El castaño saludo al pelirrojo una vez que Lucas lo soltó.
136
— Hay, Lucas… – suspiró, sabiendo que el niño era imposible. Le mandó una mirada de
reproche al niño y después se giró al pelirrojo mayor – Hola Bill, ¿tienes un momento? Me
gustaría hablar contigo a solas – la últimas palabras fueron casi un susurro.
El muchacho pestañeó y acomodó mejor a su hijo menor en sus brazos.
— Claro, dejemos a los niños en mi casa y luego podemos charlar más tranquilos –
respondió con una sonrisa.
Después de dejar a los pequeños, Bill y Remus salieron a los jardines del castillo para poder
conversar con más calma.
— Bill, no estoy para dar rodeos – espetó el licántropo sin preámbulos, sorprendiendo al
Snape – Te seré completamente sincero… Merlín, creo que estoy esperando…
El pelirrojo miró perplejo al licántropo.
— ¿Esperando...? ¿Qué cosa…? – frunció el ceño y luego sus ojos se abrieron como platos. –
¿Un bebé?
El de ojos dorados asintió con algo de miedo.
— Es lo que creo – suspiró y mordió su labio inferior – pero necesito saber si mis sospechas
son ciertas. Leerlo o verlo en otros, no es lo mismo que vivirlo. Por los síntomas que tengo,
pienso que no puedo equivocarme… además... nada puede engañar o hacer dudar a mi
lobo…
— Merlín… Remus, si es verdad… Si tú estás esperando, eso significa que tú y Lucius…
— No lo digas. – el castaño suspiró, haciendo una mueca de disgusto. – Debo resolver una
cosa a la vez y lo más importante es el bebé. ¡Ayúdame Bill, necesito saber si realmente
estoy esperando un hijo!
— Remus cálmate, hablaremos con Connor.
— ¿Con el médico de cabecera de los Malfoy? – el de ojos dorados comenzó a negar de

inmediato.
— No te preocupes, Connor es de confianza. Si no deseas que Lucius se entere antes de que

tú se lo digas, él no lo se lo dirá. Te lo prometo.
Muy reticente, Remus aceptó consultar con el medimago.
137
Connor MacLean amaba su profesión, cada momento. Su trabajo en San Mungo, su trabajo
con niños y la ayuda que entregaba en los barrios de los marginados. Aunque odiaba tener
que ser el médico de cabecera del nuevo Lord, porque a diferencia de sus otros trabajos,
éste era una obligación que destetaba, sobre todo porque Lucius Malfoy era el cabeza del
régimen dictatorial que regía en el Mundo Mágico. A veces había una desventaja al ser
llamado el mejor y tener reconocimiento, y ese era este caso, en el cual lo había obligado a
trabajar para alguien a quien no deseaba. Pero, siendo malos o buenos, todos eran pacientes
y él, como medimago, estaba obligado también a atenderlos a todos.
Sentado frente a su escritorio, en la enfermería del castillo (un lugar que nunca pensó que
nadie más que Madame Pomfrey iba a utilizar alguna vez), se preguntaba que podía hacer él
por el bien de la comunidad mágica y sobre todo para ayudarla a ella, a la mujer que amaba.
Perdido en sus cavilaciones, no notó la presencia de Bill y Remus hasta que estaban a unos
cuantos pasos de él.
— Buenas tardes, Connor.
— ¿Mmmhhh…? – murmuró, saliendo de sus pensamientos – Hola, Bill lo siento estaba

divagando. – el joven medimago reparó en al presencia de Remus y sonrió – Señor Remus.
— Hola – el castaño sonrió más por compromiso, que por otra cosa. Porque en realidad,
estaba muy nervioso.
— ¿En qué puedo ayudarlos?
— Verás Connor… – comenzó el pelirrojo con el ceño fruncido en seriedad. – te advierto que
esto es estrictamente confidencial y necesito que guardes el secreto.
— Bill, tu sabes que puedes confiar en mí – afirmó, confundido y curioso.
El pelirrojo asintió y cogió del brazo a Remus, indicándole que hablara.
— Creo que estoy esperando un hijo y necesito saber si estoy acertado en este pronóstico –
masculló a carrerilla.
El también castaño medimago, observo a Remus de pies a cabeza y tuvo que sentarse en su
silla. Viendo como los otros dos lo miraban con confusión, carraspeó.
— La prueba para saberlo es sencilla, Señor Remus – dijo en tono profesional – Por favor,
tiéndase en una de las camas y veremos que ocurre.
Remus hizo lo que le pedían, se recostó en la cama más cercana y aflojo sus ropas. MacLean
estuvo pronto a su lado.
138
— Connor, llámame solamente Remus, por favor.
El joven MacLean sonrió.
— Muy bien Remus, veamos si tus sospechas es una certeza o una falsa alarma.
El medimago movió su varita sobre el cuerpo del hombre-lobo y pronto una luz
resplandeciente lo rodeó, luego ésta comenzó a concentrarse en su vientre, cambiando de
color blanco a azul intermitentemente, terminando en un verde intenso que iluminó a
Remus por completo por un instante.
— ¿Y bien…? – preguntó con aprensión.
— Regularmente, en estos casos digo: “¡Felicidades, vas a ser padre!” Aunque no sé si sea tu
caso, Remus.
El licántropo pareció desinflarse al escuchar esas palabras.
— Oh, Remus…. – exclamó Bill, que no había perdido detalle del proceso.
— No te preocupes, Bill. – los ojos dorados se fijaron en los azules. – Gracias Connor y creo
que las felicitaciones están bien, voy a ser padre en circunstancias que no sé cómo
calificarlas, pero bien… el bebé no es un problema, es el padre quien debe preocuparme.
— ¿Se lo dirás a él? – preguntó Connor.
— Si, sería absurdo ocultarlo. Algo como esto no puede mantenerse en secretos por años…–
Remus se sentó en la cama y dejó caer la cabeza contra sus manos, cavilando todo lo que se
le vendría encima con este gran acontecimiento que estaba viviendo.
El quinto mes del embarazo de Harry había traído sorpresas para éste, la primera, eran los
movimientos claros que sentía de su bebé y la otra, (no tan agradable según el moreno) era
el claro progreso de su relación con Draco. Progreso para adelante… y no retroceso para
atrás, como estuvo deseando todo este tiempo.
Era por eso que Harry había decidió que todo era culpa de sus alborotadas hormonas. Esos
momentos en los que se quedaba mirándolo mover los músculos de su brazos o viendo su
culo, cuando se agachaba para levantarle algo que se le caía por “accidente”, eran las
hormonas, o cuando miraba furtivamente por la puerta entreabierta del baño en el
momento que el rubio se bañaba y cuando sentía deseos de besarlo, y quizás algo más…
siempre era culpa de las molestas hormonas.
139
— Las hormonas tienen la culpa. – gruñó, mientras ojeaba un libro en busca de nombres
para su hijo y se zampaba un balde de helado. ¡Tenía que hacer algo con el calor que sentía!
Draco llegó minutos después, cargando una cesta con varias golosinas que dejo junto al
moreno. Harry miró a la cesta y luego a Draco que le sonrió, Potter bufó, pero de inmediato
ataco una rana de chocolate. ¡El helado con rana de chocolate era de lo más sabroso!
— Vas a hacer que engorde más de lo necesario – acusó, mientras que lamía un poco de
chocolate que había quedado en la comisura de su labio.
— P-pero… tú me pediste eso… – murmuró, desconcertado.
Harry gruñó y lo fulminó con la mirada, antes de seguir ojeando su libro.
— ¿Qué nombre te gustaría? – preguntó de repente.
— ¿Eh? ¿Nombre…? ¿Para qué…? – el rubio, sentado frente a él, no entendió el porqué de la
repentina pregunta.
— Para el bebé, obviamente. – gruñó el moreno, poniendo los ojos en blanco. ¡Esperaba que
su hijo no heredara la estupidez de su padre!
El Malfoy sonrió de manera boba y mucha más tonta de lo que un Malfoy se debía permitir.
— ¿Y bien…? – Harry pidió impaciente y finalizó la frase con refunfuño que sonaba a tarado.
— Si es niña… me gustaría que se llamara Diara y si es niño… Scorpius.
— ¿Y esos nombres? – frunció el ceño. ¿Scorpius? ¿No es ese el nombre de un insecto…?
— Diara significa regalo y Scorpius suena fuerte e importante para mi primogénito.
— Mmmhhh…–.el moreno suspiró y dejó el libro sobre la mesita que tenía al lado izquierdo.
— ¿Te gustaron los dulces?
Potter asintió, Draco volvió a sonreír brillantemente y Harry pensó que si el Rubio
Tarado sonreía nuevamente de esa manera no podría controlar más sus
hormonas… Malditas Hormonas.
140
Para los miembros de la familia Weasley, la mayoría de las veces, la felicidad había llegado
de la mano de eventos desfavorables, como en este caso. El patriarca de los Weasley
encabezaba la lista, había encontrado el amor en la adolescencia, lo perdió en su juventud y
años después volvió a enamorarse y formo una familia, de la que se vio separada por la
guerra y, posteriormente, por la muerte de su esposa. Y, recientemente, cuando todo
parecía demasiado gris ese gran amor de su adolescencia volvió para reclamar un lugar en su
corazón, un lugar que al parecer él nunca había perdido.
Arthur observó a Ethan por la esquina de sus ojos, que revisaba unos papeles, mientras él
leía un libro en el despacho de Nott en su mansión. Si cerraba los ojos, podría ver una
imagen similar, pero en la habitación del Slytherin en sus años en Hogwarts, con un joven
Ethan haciendo sus deberes, mientras el leía algo, esperándolo para que juntos salieran a
dar un paseo por los jardines.
— Gracias – dijo Arthur en un murmullo.
Ethan ladeó la cabeza, observó al pelirrojo y, en ese momento, pudo ver una linda sonrisa en
la persona que era y es el amor de su vida.
— ¿Por qué? – preguntó Nott.
El pelirrojo negó con la cabeza, sin perder su sonrisa.
— Termina pronto lo que haces y salgamos a pasear.
Ethan no entendía que pasaba, pero mientras que Arthur sonriera todo estaba bien y
sinceramente, nada era más importante que su pelirrojo, por ello dejo lo que hacía e invitó a
su amado a caminar. Afuera hacía un espléndido día y buscaron un buen árbol que les diera
sombra y se sentaron en la hierba, justo como cuando eran adolescentes.
Mucho a la sorpresa del moreno, Arthur se recostó hasta que su cabeza pelirroja quedó
acomodada sobre sus piernas. Alegre, él buscó una posición más cómoda, recostando su
espalda sobre el tronco el árbol y comenzó a tocar los cabellos rojos, veteados con plata,
dados por la edad.
— No es que me moleste… todo lo contrario, pero… no puedo evitar notar que estás algo
extraño hoy – murmuró.
El ex Gryffindor rió ligeramente.
— He estado algo nostálgico…
— ¿Sobre algo en particular…?
— Nuestros años de novios.
141
Ethan cerró los ojos y descendió ambos brazos para apretarlos sobre el torso del otro.
— Dejarte fue un error, lo sabes, ¿verdad? – murmuró contra su oído – Me arrepiento y me

arrepentiré cada día de mi vida…
— Está bien, mi amor – aseguró, besando su mejilla – Yo sé que las circunstancias te

orillaron a ello… y te perdono. Además, no todo fue tan malo, yo encontré una mujer que
pudo amarme, sabiendo que mi corazón entero no le pertenecía a ella, y me dio mis siete
espléndidos hijos. Y tú encontraste a la tuya… y ahora tienes a Théo.
— Pero mi vida de casado fue lejos tan buena como la tuya… – masculló con amargura.
— Ya… olvídalo – se movió para quedar cara a cara con su amante – Lo pasado… pasado.
Ahora estamos juntos, para poder iniciar de nuevo. ¿Dejarás que los fantasmas del pasado
interfieran con nuestro reencuentro…?
— Nunca – juró con convicción.
— Bueno, estoy feliz de oírlo – sonrió, antes de inclinarse para besar a Nott.
— Lucius, tenemos que hablar – Remus entró al despacho del rubio Lord sin si quiera tocar y
con una mirada decidida brillando en sus ojos.
Malfoy alzó una ceja y miró al castaño fríamente, por el atrevimiento del licántropo al entrar
sin anunciarse. El que fuera su amante no le daba ningún derecho a ingresar de esa manera,
por suerte estaba solo y ninguno de sus súbditos podría presenciar tal acto de desacato, que
quedaría mal para su imagen.
— No sabía que tus modales fuesen tan toscos, Lupin – siseó.
— No estoy de humor para tus aires de grandeza Malfoy, tengo algo muy importante que
decirte. – el licántropo habló con un tono serio y firme.
— Como veo que no tengo otro camino… – el rubio se acomodó en el asiento – Te escucho.
— No sé cómo, ni porque ocurrió, pero yo… – La confianza de Lupin se tambaleó un

momento. ¡Venia tan decidido! ¿Por qué justo ahora no le salían las palabras? ¿Tenía que
ver con la mirada penetrante y el aura de grandeza que salía del rubio?
142
— Vamos, Remus, que estoy ocupado – dijo impaciente.
— Estoy esperando un bebé y es tuyo – susurró.
Malfoy estaba preparado para algún tipo de reclamo, para cualquier cosa, pero no para esta
noticia.
143
Capítulo 15:
Un bebé, ¿dos…? Quizás
tres…
Lucius miró a Remus totalmente descolocado.
— ¿Un bebé? – musitó dudando de la veracidad de las palabras oídas hace tan solo unos
minutos.
— Como lo oyes Malfoy, estoy en estado, embrazado, esperando un hijo… Como quieras
llamarlo.
— Pero… ¿cómo ocurrió?
— ¿Necesitas un diagrama? – Remus bufó molesto por la incredulidad del rubio.
— Bien… – pestañeó, sintiéndose estúpido por su reacción o más bien por la falta de ella –
¿Estás seguro? ¿Hiciste alguna prueba?
— Sí, estoy muy seguro, el medimago MacLean acaba confirmármelo hace tan solo unos
minutos atrás. Además, mi lobo interno me lo estaba diciendo desde hace días. ¿Necesitas
una prueba escrita? – preguntó, estando ya un poco a la defensiva.
— No – siseó. Malfoy se masajeó las sienes intentando recobrar su acostumbrada frialdad.

Necesitaba hilar sus ideas con la suficiente coherencia para hablar y tomar el control de la
situación – Es inesperado…
— Créeme que lo es Malfoy y, antes que todo, quiero dejarte claro que deseo tener al
pequeño. No sé qué pensarás tú, pero yo no tengo problemas en hacerme cargo de mi hijo.
Un silencio tenso se coló entre ellos, hasta que Lucius habló.
144
— Remus… si creíste en algún minuto que te dejaría ir de aquí gestando un hijo mío, te aviso
que solo perdiste tiempo generando esa idea. El niño es mi hijo y se queda dónde está su
padre.
— Pues no creí que quisieras un hijo que viniese de mí.
— No digas tonterías… ¿Quién te crees que soy?
— Un tirano purasangre y yo no soy más que un licántropo – espetó con resolución.
El rubio observó a Lupin fríamente.
— Escúchame Re-mus – gruñó entre dientes. ¡Tirano! ¡¿Cómo se atrevía?! – te guste o no,
yo soy el padre del niño que estás gestando. Me haré cargo de él y de ti, ¿he sido claro?
— Sí, mi lord – el lobo hizo una reverencia y salió rápidamente del lugar.
Remus dejó a Lucius muy molesto en la estancia. El Lord estaba enojado por el atrevimiento
desplegado recién por el castaño, pero también se encontraba inquieto y quizás… ¿feliz? Era
una noticia importante la que acaba de recibir, iba ser padre, tendría otro hijo… Cuando su
querida Narcisa murió, hace ya tantos años, el rubio creyó que jamás volvería a tener otro
hijo. No con la vida que llevaba ahora y mucho menos con la posibilidad de que cualquier
arribista quisiera “atraparlo” con un hijo y aprovecharse de su elevada posición. Tenía a
Draco, pero siendo él hijo único, siempre quiso tener más de un hijo. Y ahora lo tendría… Un
hijo con Remus, eso tenía que significar algo…
Malfoy decidió que podía dejar sus reflexiones para más tarde y que definitivamente
necesitaba otra copa.
Una vez fuera, Lupin camino rápidamente, para alejarse lo más posible de la oficina de
Malfoy. Cuando se vio a una distancia prudente, soltó el aire retenido y se permitió sentir
todo el nerviosismo que había tenido que tragarse frente al rubio. Más calmado, llevó una
de sus manos hasta su vientre.
— Creo que estaremos bien bebé, parece que Malfoy si es humano. – con una sonrisa y
renovadas esperanzas, volvió a retomar el paso. – Ahora vamos a decírselo a mis otros
cachorros. Estoy seguro que Lucas estará muy feliz, Harry no sé… con esas hormonas locas. –
Lupin soltó una risita. – Pobre Draco.
Confiado, porque al parecer la seguridad su bebé estaba confirmada, el licántropo camino
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con el alma algo más ligera. El otro padre, Lucius, estaba dispuesto a hacerse cargo, algo que
sinceramente Remus no esperaba y eso lo alegraba, pero también lo inquietaba. Un niño los
uniría aún más y el hombre-lobo no estaba seguro si eso sería una cosa buena.
Harry hubiese querido golpearse contra el muro más cercano, pero en ese preciso momento
estaba muy ocupado. Un jadeo de pura necesidad escapó de su boca al sentir los labios de
Malfoy en su cuello. Sí, el mismo Draco Malfoy que el clamaba a viva voz odiaba y desdeñaba
con todas sus fuerzas. El moreno podía anotar en el marcador: Harry 0 / Hormonas 1, porque
definitivamente este era todo un golazo.
Con desesperación, Potter enterró sus dedos en los brazos de Draco, para después guiar sus
manos por su torso para intentar quitar la molesta camisa que llevaba puesta.
Harry no está seguro de cómo terminó con el rubio en la cama, pero eso era lo de menos en
este momento, el moreno realmente necesita de él, de sus manos recorriendo su piel, de sus
besos, de todo lo que podía entregarle. Ya los baños fríos no bajaban su temperatura interna
y tenía que recurrir a medios desesperados.
Draco estaba seguro que tendría que agradecerle a alguna divinidad este intenso momento
que estaba viviendo, que Harry le permitiera amarlo voluntariamente y con tanta entrega
solo había ocurrido una vez, hace ya bastantes años… Cuando en una ocasión Harry llego
hasta a su lado bebido, luego de una fiesta en el castillo. El momento sabía a gloria, a sudor y
a besos.
Malfoy con rapidez, se deshizo de la ropa de ambos, Harry ya había arrancado algunos
botones de su camisa en el intento de quitársela, por ello la prenda salió velozmente. Los
pantalones y la ropa interior apenas fueron un pequeño estorbo.
Obviamente, Harry se quejó ante la pérdida de aquella boca que parecía hecha para darle
placer, pero esto duro tan solo unos minutos.
En el instante que la boca de Draco cubrió su miembro, alejó de su mente el último

pensamiento de resistencia y se entregó al placer. Tal vez por las hormonas, quizás por la
necesidad que cubrió a ambos, el momento no duro mucho, pero no por ello fue menos
intenso.
Harry sintió el placer recorrer todo su cuerpo, sintiendo como esta misma sensación
envolvente comenzó a provocarle una dulce somnolencia.
146
Draco pego su cuerpo al de Harry, que ya dormitaba. Era maravilloso tenerlo entre sus
brazos, sintiendo su aroma, tan maravilloso como el posar su mano en el vientre que
cobijaba a su hijo. Con suaves caricias recorría el redondeado abdomen del moreno,
esperando sentir al bebé que lo recompensó con un suave movimiento a través de la piel de
su padre gestante. El rubio sonrió con infinita alegría y Harry lo vio y no pudo evitar pensar
que él se veía hermoso cuando sonreía.
Hormonas malditas… espero que ahora ya estén satisfechas. – fue su ultimo pensamiento
coherente antes de caer rendido.
Lo había pensado bastante, le dio varias vueltas a la idea que rondaba en su cabeza y creía
tener la certeza de que era lo que deseaba. Con algo de inseguridad se acercó a su pareja, se
ubicó frente a él y comenzó a hablar.
— Blaise…
— ¿Si, Ron? – el castaño estaba inmerso en su lectura, pero al oír la voz del pelirrojo le
coloco toda su atención, dejando el libro sobre la mesa más cercana.
— Tengo algo que decirte, más bien es una propuesta.
— Te escucho – Blaise sonrió y sostuvo las manos de Ron.
— Creo que deberíamos cumplirme el deseo a Isabella.
Zabini lo miró sin entender o más sin saber a cuál deseo se refería Ron. Debía admitir que su
hija estaba algo estropeada, estaba muy engreída, y pedía muchas cosas, diariamente.
— ¿Y eso sería…?
— Me gustaría que tuviésemos otro hijo – el pelirrojo sonrió. El castaño enmudeció y

comenzó a mirar fijamente a Ron, apenas parpadeaba – Isa, siempre nos ha pedido un
hermanito – comenzó nervioso el Weasley al ver el mutismo de Blaise – Y yo quiero tener
otro hijo, pero… ¿Tú quieres?... ¡Blay, te estoy hablando!
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El anteriormente mencionado, comenzó a reír, antes de atrapar a Ron en un fuerte abrazo,
sentándolo en su regazo.
— Claro que quiero mi pelirrojo, quiero tener muchos hijos contigo – a continuación Zabini
besó repetidamente a Ron.
— Muchos suena a demasiados niños, pero creo que tres o cuatro estaría bien – más
tranquilo, Ron pudo disfrutar el momento entre los brazos del hombre que amaba y tenía
que disfrutarlo, porque le costó demasiado aceptar ese amor.
— Entonces… ¿Cuándo nos casamos?
— ¿Casarnos? – repitió Ron anonadado.
— Si, ya te lo he propuesto cientos de veces y ahora creo que es el momento, sobre todo si
vamos a tener otro hijo.
— Ah, si bien… ¿Casarnos? – el pelirrojo murmuro lo último para sí.
— Si Ron, ¿quieres casarte conmigo?
Un gritito lanzado por Isabella, detuvo cualquier respuesta que Ron pudiese dar.
— ¡¿Se van a casad?! – la niña llegó al lado de sus padres corriendo.
— Eh bien, yo, eso parece… – suspiro – Sí – Ron por fin se había decido.
La niña feliz comenzó a dar saltitos alrededor de sus padres. Blaise abrazaba feliz a Ron, sin
intenciones de soltarlo, pensando que si su pelirrojo en ese momento quería la luna, la luna
tendría.
El medimago, Connor, camino con rapidez de regreso al área de enfermería en el castillo,

había recibido un llamado del Lord. Como lo esperaba, este le solicito que confirmara el
estado de Remus. Lo que lo sorprendió fue que Malfoy se preocupara por el estado de salud
del castaño y señalara que esperaba un informe de cada evaluación.
148
Una vez dentro de la enfermería, cerró la puerta con un hechizo.
— ¿Dónde estabas? – preguntó una voz femenina.
— Lo siento, tuve que salir. Lucius requirió de mí – Connor se acercó hasta la chica y la besó.
– ¿Te ha costado llegar?
— No, aún hay secretos en Hogwarts que solo algunos privilegiados conocemos.
El joven castaño sonrió.
— Tengo noticias, algo importante está surgiendo con fuerzas desde… bien tú sabes desde
donde. – anunció el medimago.
— Espero que no hayan más heridos y mucho menos muertos. Las guerras siempre los
traen.
Connor abrazó a su chica, confortándola ante el dolor de los recuerdos.
— No te preocupes, en esta ocasión la luz tendrá mucho más que colocar en el lado de su
balanza. Esta batalla no será como otras, estoy seguro que no tendremos que lamentarnos.
Sobre todo, porque las fuerzas de la luz se están filtrando en el castillo y llegando a las
cabezas mayores sembrando fuertes semillas – sonrió.
— Roger…– alguien ronroneó desde la puerta y el rubio cenizo miró con pereza al pelirrojo
que se paraba en el marco de ella, temiendo inmediatamente por su integridad.
— ¿Qué…? – pregunto regresando la mirada a los papeles que revisaba.
— Awww…– Fred hizo un puchero – ¿Así de áspero me recibes? Y yo que venía

con tan buenas intenciones.
— Estoy en mi trabajo – comentó, innecesariamente.
— ¿Y qué? ¿Debo recordarte las andadas que mi hermanito ha tenido en este lugar?
149
— Tu hermano tuvo esas andadas con el Jefe, yo soy solo un subordinado y no puedo
permitirme distracciones de ningún tipo.
— ¿Soy una distracción? Que emoción…
Roger puso los ojos en blanco.
— ¿Solo eso oíste de todo lo que te dije? – masculló irritado – Tú solo escuchas lo que te
conviene, ¿verdad?
— Oh, vamos…– cerró la puerta y se acercó hasta sentarse en el escritorio del ex Ravenclaw
– Cassius está tan en las nubes desde que George le dio el sí, que si nos encuentra teniendo
sexo en su mismísima oficina, solo nos va a decir que los disfrutemos.
— Yo… nunca tendría sexo en su oficina – murmuró, ruborizado.
— ¿Oh…? – las cejas del pelirrojo se levantaron en sorpresa y una sonrisa divertida apareció
en su rostro – ¿Detecto alguna fantasía pervertida en esa afirmación?
— ¡No! ¡Te dije que nunca lo haría! – chilló escandalizado.
— Nunca digas nunca, cielo – guiño un ojo, antes de bajar del escritorio y montar a
horcajadas el regazo del más alto.
— Entonces, qué… ¿Te distraigo?
Roger aceptó renuente y dejó que su amante lo besara, mientras él acariciaba el trasero
redondo que tanto le gustaba penetrar. Luego de una buena sesión de besos, miró
seriamente al Weasley.
— Algo te pasa… Te noto preocupado.
— Vaya, me conoces bastante ¿No? – Fred hizo una mueca y dejó su cabeza descansar en el
hombro del otro.
— Lo suficiente para saber que te inquieta.
150
— Ayer fui a visitar a papá a lo de Nott, en la mansión de él... – susurró – Lo vi muy feliz,
¿sabes? Había un brillo en sus ojos que jamás vi… Ni siquiera cuando estaba viva mi madre.
Parece más joven, rejuvenecido…
Davies acarició la espalda de su amante.
— ¿Y no estás contento por eso…?
— Si… No… No sé – suspiró contrariado – Sé que él se merece lo que le está pasando, pero
no puedo evitar sentir esa pequeña espinita en mi corazón, Roger. Sé que mi padre honrará
a mamá toda la vida y la recordará como la mujer que amó, le dio a todos sus hijos y lo
acompaño durante muchos años, pero…
— Ethan Nott fue su primer amor, Fred. No puedes sentirte traicionado, porque tu madre,
disculpa por la crudeza, está muerta y Arthur tiene derecho a rehacer su vida, a amar y a ser
amado.
El pelirrojo levantó la cabeza y miró con el ceño fruncido a su amante.
— Lo sé, pero creo que es muy pronto…
— ¡Oh, admítelo! – puso los ojos en blanco – Nunca te vas a sentir cómodo con la situación,
aunque pasen veinte años… y tu padre no tiene todo ese tiempo. Él no puede dejar de vivir
solo porque su vida sentimental les incomode a sus hijos, que demás está decir, ya están
creciditos, son independientes, tienen parejas e incluso hijos.
Weasley hizo un puchero.
— Eres malo conmigo
— Y tú un masoquista, porque solo con ese método puedo hacer que entren algunas cosas
en esa cabecita loca que tienes.
De repente, el menor sonrió libidinoso
— Hay otras cosas que quiero que metas dentro mío en este preciso momento – ronroneó,
antes de descender la cabeza para besar a su amante.
Con el corazón más ligero y con la idea de que Roger tenía razón, debía dejar que su padre fuera
feliz, Fred Weasley se dedicó a disfrutar a su novio por completo.
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Capítulo 16:
La boda del león bromista
y la serpiente formal
Sastrería de Yves Monteverdi
La famosa sastrería de Yves Monteverdi, pertenece a la adinerada familia Monteverdi desde

hace ya muchas generaciones. Una de las herederas de la fortuna de esta familia ha tejido
una entrañable amistad con los gemelos Weasley, por ello la joven le regaló un suntuoso
traje para su matrimonio a George.
Él solo debía escoger el tono de la tela y el modelo para que, posteriormente, las habilidosas
manos de los sastres del lugar se encargaran de su confección. Desde hace algunas horas,
ambos gemelos se encontraban en el lugar escogiendo ambas cosas, para los dos. Porque si
bien George era el que se casaba, Fred también quería llevar una túnica para asistir al
importante evento de su gemelo.
Fred, bostezó estirando sus brazos, lo que casi provoca que cayera de la silla en la cual se
estaba balanceando desde hace ya un largo tiempo, con mucha pereza se sentó derecho en
el asiento e intentó espantar el letargo que parecía envolverlo.
— ¡Merlín…! ¡¿Cuánto más tardarás, George?! – dijo mirando a su hermano, que estaba
escogiendo la tela para la confección de su traje de bodas. Para su suerte, el modelo ya
estaba seleccionado.
— Fred, no seas insensible. Uno solo se casa una vez, o eso espero yo, y quiero verme
perfecto, despampanante, maravilloso… En fin, quiero dejar a Cassy anonadado. Y yo esperé
a que tú eligieras lo tuyo… ahora me esperas a mí.
Su igual rodó los ojos.
— Pero si lo tienes babeando por tus huesitos, aunque llegaras con un saco de papas, él te
miraría con esa cara de encandilamiento que tiene reservada solo para ti y para nadie, nadie
más. – el pelirrojo pestañeo colocando la cara más boba que podía hacer.
152
George le dio un golpe en el brazo a su hermano para que quitara aquella expresión tonta.
En el fondo, debía admitir que le salía igual.
— Creo que tienes razón… – admitió – pero eso no impide que quiera verme como un
príncipe.
A Fred no le quedo más que asentir. Probablemente, él estaría igual si fuera su boda.
— Bien, entonces de ayudaré.
El gemelo aceptó la ayuda contento, sobre todo porque los dos tenían gustos muy similares,
suerte que eso no regia al momento de buscar pareja, porque eso les hubiese traído muchas
complicaciones.
Dos semanas más tarde…
Los preparativos de la boda estuvieron listos justo a tiempo para la fecha fijada para el rito
de enlace.
La concurrencia a la ceremonia seria muy variada, asistirán personalidades importantes de la

comunidad mágica, gente cercana al Lord, como también amigos del pelirrojo, quienes, en
su gran mayoría, vivían en la zona despreciada por las altas figuras mágicas.
Muchos de aquello nobles hubiesen preferido no asistir, pero no obstante al correrse la voz
de que Lord Malfoy y su familia asistirían a la ceremonia, los más reticentes confirmaron su
asistencia, nadie dejaría de asistir, a pesar de tener que convivir con gente de tan baja
categoría.
Casa de los hermanos Weasley
Dos horas antes de partir al lugar donde se realizaría la ceremonia de matrimonio, George
caminaba frenético por su casa.
— Si no te quedas quieto, juro que te hechizo – habló Fred con un claro tono cansino.
— ¿Te he dicho que eres un insensible? – preguntó George, dándole una mirada molesta a
su hermano, para después mirarse al espejo por milésima vez.
153
— Sí. Además de que soy un mal hermano y miles de cosas más… Estate quieto, dentro de
poco saldremos.
— ¡Fred!
— ¿Qué?
— ¿Y si… no estoy haciendo lo correcto? – Fred rodó los ojos – ¿Y si… él no es el indicado?
Ahora el pelirrojo gruñó.
— Por favor, George… cál-ma-te – regañó el gemelo con voz cancina – Cassius te ama y tú a
él. Cuando él quiso terminar su relación, casi te me mueres hermanito, llorabas con una
tristeza... En fin, él es indicado para ti, es a quien amas.
George respiró profundamente y soltó el aire antes sonreír.
— Si, tienes razón – el pelirrojo se dio un golpecito en la frente – Lo siento, son los nervios,
no creí que podía llegar a colocarme tan frenético el día de mi boda.
Fred se levantó de la silla en la que había permanecido sentado y se acercó a darle un

caluroso abrazo a su hermano, quien recibió contento la muestra de afecto.
— Ahora la casa es tuya, espero que no te sientas muy solo – George observo el lugar con
algo de nostalgia.
— Oh, no te preocupes… ya tengo pensado quien me acompañará para no estar tan solito –
Fred rió pervertidamente – Bien, es hora de partir hermano.
Nuevamente, los dos se abrazaron y salieron del lugar.
Salón Claroscuro, Centro de eventos
En una pequeña sala adjunta al gran salón donde se llevaría a cabo la fiesta, se realizaría la
ceremonia de enlace. A la ceremonia solo asistirían la familia y los amigos cercanos de
ambos, a los Weasley no les agradó saber que dentro de los amigos cercanos de Warrington
estaba Lucius Malfoy, pero, por la felicidad de George, todos estaban dispuestos a ignorar la
presencia de la causa de muchos de los males que les habían tocado vivir durante los últimos
10 años.
154
Lucius estaba sosteniendo de un brazo a Remus, los más cercanos al lobo ya sabían del
embrazo de éste, sin embargo, les costaba creer que Malfoy estuviese contento con la idea
de ser padre. Debido a que su hijo sería un mestizo y posiblemente heredara la maldición de
la “madre), muchos se preguntaban qué pasaba por su cabeza. ¿Acaso no era él quien había
dirigido la etapa final de la guerra para sanear el mundo mágico de los mestizos, traidores a
la sangre y muggles? Solo quedaba esperar y ver qué ocurriría.
También se encontraban en la salita Draco y Harry, que se estaban llevando algo mejor, al
menos el moreno ya no escapaba, ni rechazaba la cercanía del rubio como antes solía
hacerlo. Un halo de paz y tranquilidad se había instalado entre ellos desde aquelataque
hormonal de Potter. Sin embargo, algunos se preguntaban si esto no era tan solo la calma
antes de la tormenta. Porque eran conscientes que, después de que Potter diera a luz, todo
podría volver a ser igual.
El patriarca de los Weasley estaba acompañado, obviamente, por Nott… quien parecía su
sombra. No es que a Arthur le disgustara, es más, se mostraba sonriente por esa muestra de
posesividad. Y debía admitir, que en sus años de colegio, ya se había acostumbrado a esa
actitud de su actual pareja.
La ceremonia fue corta y sencilla, quizás mucho antes de que los novios lo notaran, ya
estaban enlazados. George estaba feliz, pero definitivamente Cassius estaba rebosante de
alegría, le había costado lo suyo llegar a ese momento, sobre todo porque cuando creía que
su relación con el pelirrojo iba a terminar, logró lo que creía imposible… casarse con George
Weasley. Corrección, ahora era Weasley-Warrington.
— Estás feliz – afirmó el pelirrojo, mientras bailaba la primera pieza de la noche con su
marido.
— Por supuesto, puedo decir que cumplí un anhelado sueño – Cassius sonrió antes de besar
a George.
Una gran sonrisa se instaló entre uno y el otro, que continuaron bailando muy juntos.
— ¿Qué ocurre? ¿Por qué esa cara? – preguntó Roger a Fred. Los dos observaban bailar a los
recién casados.
— Bien… Es extraño, ¿sabes? – suspiró – He pasado toda mi vida junto a George y ahora
nuestras vidas tomaran rumbos distintos.
155
— Oh, entiendo… estás algo sentimental – Davies sonrió, pasando su brazo sobre los
hombros de su pelirrojo – No te preocupes, yo no te dejare sentirte solo – susurró a su oído.
Fred rió, enlazando ambos brazos a la cintura de su novio.
— Contaba con ello.
— ¿Estas, cómodo? ¿Quieres algo de beber? – preguntó Draco mirando a Harry, que se
encontraba sentado en un silla.
— Estoy bien – dijo el otro, sonando irritado, los seis meses de embarazo se le notaban
claramente – Sin embargo, me comería unos de esos pastelitos que vi en aquella mesa –
Harry sonrió apuntando al lugar donde estaban los bocadillos.
— Iré por uno – Draco se dirigió solicito hasta el lugar.
Harry sonrió con triunfo, el rubio cumplía sus caprichos y eso lo hacía sentir bien y, aunque
costaba admitirlo, muy amado.
— Parece que me estoy ablandando…– murmuro para sí, mientras acariciaba su vientre.
— Extraña mezcla de asistentes – dijo Lucius, mirando todo desde una silla alta colocada
para él, a su lado se encontraba Remus, ataviado con exquisitas ropas y sentado a la derecha
del rubio. Hecho que hizo surgir habladurías entre los asistentes nobles a la fiesta. Era
conocido para los de alta alcurnia, que el lado derecho de un Lord se reservaba únicamente
para la pareja romántica del mismo.
— Si, por un lado un montón de estirados y por otro, gente sencilla y autentica – señaló el
castaño.
Los ojos grises se angostaron, pero Lucius no dejó demostrar su molestia. No frente a tanta
gente conocida.
— Remus…– siseó – No te sobrepases, puede que esté siendo muy condescendiente contigo,
pero no agotes mi paciencia.
— No quiero agotar tu paciencia Lucius, solo quiero que veas la realidad… que por fin abras
los ojos.
156
El rubio no dijo nada por las palabras de Lupin, solo le dio una penetrante mirada antes de
dirigir nuevamente sus ojos a la pista.
Remus suspiró quedamente y acarició su vientre, allí podía sentir como la magia de su feto lo
tranquilizaba. Después de unos minutos, buscó con la mirada a su hijo, que estaba bajo el
cuidado de las niñeras, quienes además cuidaban de los chicos Snape y la pequeña Zabini. Lo
vio cerca de la mesa de los dulces, junto a los otros niños, esperaba que le hiciese caso y se
portase bien.
Otros ojos observaban a Lucas también.
— ¿Quién es ese pequeño? – preguntó una dama de edad.
— ¿Cuál? ¿El que está junto a los niños Snape…? – preguntó y la otra asintió – Aun no
entiendo como alguien tan sensato como Severus Snape se casó con un traidor a la sangre,
pero en fin... La pobre Eileen murió mucho antes de poder educar bien a su pequeño. –
respondió una dama tan anciana como ella.
— Por Merlín, Carlotta no parlotees tanto y dime si conoces al chico.
— No, no lo conozco. ¿Por qué preguntas?
— Porque el niño tiene un aire a la familia Black. ¿No notas su porte? – señaló la mujer. –
Pero además hay algo en el pequeño que me recuerda a otra familia…
Las dos mujeres contemplaron al pequeño, intentando recordar a quien se parecía.
La noche pasó ligera para la mayoría de los asistentes, la fiesta fue amena a pesar del
choque de clases. Las dos partes optaron por ignorarse.
Cassius tomo asiento en una silla, algo cansado de tanto bailar, no hallaba la hora de llevarse
pronto a su esposo, pero George parecía tener energías para continuar bailando hasta la
madrugada. Él hubiese querido que esas energías la usaran en otros menesteres, pero si
continuaban a ese ritmo… la noche de bodas sería solo para dormir. No que no hayan
tenidos esas noches antes, pero “La noche del día de la Boda” era más especial que las otras.
El moreno bufó al ver que su pelirrojo ahora estaba bailando con su hermana.
157
— ¿Ansioso? – preguntó una voz conocida.
— Roger – reconoció al rubio cenizo con un cabeceo – Mmmhhh… un poco. Esta fiesta
parece no tener fin, ¿y tú pelirrojo?
— Hablando con Harry Potter – Davies se encogió de hombros.
— Bien, creo que tomaré a mi esposo y me iré antes de que me duerma en la silla.
— Donde no tienes que dormirte jefe, es en la cama – rió Roger. El alcohol en su sangre no
hacía que se comportara lo respetuoso y recatado que sería normalmente para con alguien
del rango del novio.
Cassius bufó nuevamente y se dirigió junto a George, ya vería ese Ravenclaw cuando volviera
a la oficina. ¿Acaso dudaba de su libido? Se acercó a su reciente esposo y, después de unos
minutos de negociación, Warrington logró salir del lugar de la mano de su flamante esposo.
La pareja de recién casados pasaría la noche en un lujoso hotel que se había construido en el
pueblo hace algunos años. Teniendo un puesto tan importante dentro de las fuerzas
militares de Malfoy, Cassius no podía permitirse el lujo de viajar a otro país o alejarse
demasiado del Castillo.
— ¿Estás cansadito? – preguntó George a Cassius, haciendo un puchero.
— Algo – suspiró, no le iba a mentir en un momento como éste.
— Oh, entonces… ¿solo vamos a dormir? – el pelirrojo sonrió con picardía.
Cassius no le respondió, pero pronto tenía a George apresado entre sus brazos,
entregándole un beso arrebatador.
— Me gusto la respuesta.
— Nunca te dejaré ir – gruñó posesivo Warrington y apoyó su frente en la de George – Te

amo.
158
— Y yo a ti…
George retiro sus manos de la cintura de su esposo y tiró de su túnica, al mismo tiempo que
comenzaba a retroceder hasta la cama.
Ambos cayeron siendo un lió de brazos y piernas, sus bocas nunca dejaban de besar al otro.
— E-Espera… espera…– murmuró Cassius. George le mandó una mirada de exasperación e

incredulidad – Quiero que sea especial…
El pelirrojo dejó salir un bufido.
— Para ser un Slytherin, eres demasiado romántico.
— Es nuestra Noche de Bodas…– gruñó, mirándolo con reproche – ¿En serio quieres que sea
como las otras veces?
— Me da igual – se encogió de hombros – Solo quiero que me cojas.
— Vulgar
— Anticuado
Cassius volvió a gruñir y se lanzó a los labios de su esposo. Bien, si George quería ser
satisfecho ahora, pues él se lo iba a dar. Con sus manos grandes y callosas, despojó el cuerpo
más pequeño de las últimas telas de su túnica, haciendo lo mismo con él después. Tomó
ambas manos de George y las aprisionó por encima de de la cabeza pelirroja, antes de
besarlo con voracidad.
— Mmmhhh… estás hecho un salvaje…– ronroneó el nuevo Warrington.
— Tú te lo buscaste
El gemelo sonrió malicioso y expuso su cuello para que el otro lo atacara. Cassius así lo hizo y
se ocupó de dejar una marca de pertenencia en el lugar. Enseguida, sintiendo como su
erección le pedía que se apresurara, usó su mano libre para acomodar las piernas de su
pelirrojo y su miembro. Los ojos de George se abrieron como platos al sentir la cabeza en su
ano y algo de miedo pasó por ellos, pero el Slytherin no le prestó atención y le mandó una
mirada que quiso decir: “Tú te lo buscaste”, nuevamente.
159
El pelirrojo chilló de dolor y placer cuando su esposo comenzó a entrar dentro de él. La
verdad es que ellos tenían sexo casi todos los días y él ya no era un virgencita remilgosa,
pero aún así, su entrada era angosta y, sin preparación previa, el tener el miembro del
mayor dentro le causaba más dolor que placer. Warrington debió notarlo, porque sus
expresiones faciales se convirtieron en pura preocupación y dejó de empujar.
— Lo siento… – murmuró al oído del otro.
— E-Está bien… solo… deja que me acostumbre – masculló, casi sin aire.
— Soy una bestia… he arruinado nuestra noche de bodas…
— No seas tonto – sonrió, acariciando los castaños cabellos de su esposo – Es solo un poco
de dolor… todo lo demás me ha gustado. Y cuando me acostumbre, quiero que me cojas sin
contemplaciones…
— Idiota – gruñó Cassius, levantando la cabeza, para atrapar los labios de su pelirrojo en un
beso tierno.
No pasó mucho tiempo hasta que el pelirrojo se sintió más cómodo con la invasión e incitó a
su esposo a que se moviera. El mayor así lo hizo y George rodeó su cintura con sus piernas.
Para tener mayor balance, comodidad y profundidad. Las embestidas fueron lentas al
principio, pues el Slytherin no quería causar más daño del que ya había hecho, pero
enseguida su esposo le pidió más velocidad y él no se lo pudo negar.
Embistió aquella entrada que ahora era suya, hasta que la muerte así lo dijera, gimiendo y
jadeando en éxtasis, murmurando palabras de amor, que hacían que el corazón de George
se hinchara en satisfacción.
— También te adoro, mi amor – respondió George, entre jadeos.
— Ahora eres mío y para siempre, George… recuerda eso.
Volvió a sonreír al escuchar la nota posesiva y apretó con fuerzas su agarre sobre el cuello del
otro y gritó al sentir como el orgasmo golpeaba su cuerpo y lo dejaba laxo sobre el colchón. Su
esposo lo siguió enseguida, gritando también su culminación dentro de su pareja.
Luego de eso, el cansancio de todo el día en general al fin los alcanzó y se durmieron uno en los
brazos del otro.
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Capítulo 17:
La verdad de Lucas
Meses más tarde
Desde que Harry había perdido la batalla contra las hormonas, aunque ya estaba
comenzando a aceptar que la batalla era con su corazón y los confusos sentimientos que
habitaban allí, habían transcurrido casi cuatro meses y su embarazo ya se encontraba en las
semanas de término. Y hay que mencionar que todo estaba saliendo a la perfección.
Ese día, Harry tenía revisión y aunque Connor le había prometido pasar a verlo a sus
habitaciones y él, terco como él solo o también conocido como un rasgo puramente
Gryffindor, decidió ir hasta la enfermería por sus propios medios. Obviamente, Draco iba
junto a él, preocupado de cada paso que daba.
— Draco… creo que no va con tu personalidad actuar como madre gallina. Quita esa cara, no
me pasará nada – gruñó Harry.
— Eso lo decidiré yo, Harry – murmuró el rubio, aún con mirada de aprensión.
Repentinamente, el moreno se detuvo y observo a Draco con una expresión indescifrable.
— ¿Harry?
— Draco… tenemos que apresurarnos.
— ¿Por qué?
— Porque, si el dolor que siento ahora no son gases, creo va a nacer el bebé – el moreno
tenía una clara expresión de sorpresa, pero permanecía tranquilo.
— ¿Qué? No, pero…– farfullo. En comparación a Potter, él, hasta ahora último heredero de
los Malfoy, parecía al borde de un colapso.
— Draco, tranquilízate – Harry tomó aire, controlando la punzada de dolor – Estamos por
llegar a la enfermería… Connor sabrá que hacer.
161
El rubio, obedeciendo a Potter, hizo honor al temple Malfoy y se tranquilizó, ayudando al

moreno a llegar a la enfermería. Connor, al verlos llegar, de inmediato se acercó a auxiliar a
Harry, que pronto estuvo en una camilla siendo examinado por él.
— Definitivamente, el pequeño nacerá hoy – murmuró.
— ¿Hoy? Pero aún faltan dos semanas – señaló Draco nuevamente susceptible por los
hechos que ocurrían.
— Las fechas de nacimiento son solo una conjetura, Draco… pueden no ser exactas – sonrió
– No se preocupen, todo saldrá bien. El niño está de término y seguramente ya es su hora de
venir a este mundo.
Harry asintió, aun cuando las contracciones estaban aumentando en duración e intensidad,
pero él sabia que este dolor tenía que pasarlo para poder tener a su hijo en brazos. Draco no
tan tranquilo como Harry, había decido que permanecería a su lado en todo momento.
Pronto se corrió la voz en el castillo de que Harry estaba por dar a luz y una cantidad de
gente considerable comenzó a repletar el pasillo que estaba frente a la entrada de la
enfermería. Si bien este ya no era un colegio lleno de alumnos, como antes, las noticias
parecían volar como en las épocas de clases.
— ¿Crees que Harry esté bien? – preguntó Ron, mirando la puerta con aprensión.
— Bien, dentro de lo que significa tener un bebé – comentó Bill, recordando sus embarazos
y agradeciendo a la naturaleza que sabiamente hacía olvidar el dolor – Tú también viviste la
experiencia…
— Pero es el primero de Harry – comentó Neville, un tanto pálido – Y nunca es igual para
todos… ¿cierto? – agregó, inseguro.
— Y hay que tener en cuenta la suerte de Potter – siseó Severus – Con lo que lo quieren los
problemas… lo más probable es que tenga complicaciones.
— Te agradecería que guardes tus comentarios para ti, Severus – gruñó Remus.
Ron asintió en las palabras de su ex profesor y Bill le envió una dura mirada de advertencia.
162
— ¿Cuánto más crees…?.–.comenzó a decir el pelirrojo, pero esa pregunta se vio
interrumpida por el llanto de un bebé.
Puertas afuera todo se volvió algarabío, mientras en el interior de la enfermería, ambos

padres observaban con adoración a su hijo.
— Es… hermoso, mira sus pequeños deditos – dijo Draco acariciando la cabeza de hijo, el
cual ciertamente era un niño – Gracias…
Harry sonrió
— Si, nuestro pequeño Scorpius es maravilloso.
Draco miró con asombro a Harry por llamar al pequeño “nuestro” y además por usar el
nombre que él había comentado que le gustaba para su hijo.
— ¿Scorpius? – preguntó el rubio, aun anonadado.
— Sí, me dijiste que ese nombre te gustaba para el bebé, ¿no? – frunció sus labios – A mí me
gusta… ¿O ya cambiaste de parecer?
El de ojos verdes tuvo que sonreír ante la turbación del padre de su hijo.
— No, no es eso… me encanta… – esta vez Draco sonrió radiante – Scorpius James Malfoy.
¿Te parece?
— ¿James…? – esta vez, la sorpresa estaba en el rostro del moreno.
— Si, Scorpius James
— Claro es perfecto, entonces ya es oficial. Nuestro hijo se llamará Scorpius James Malfoy-
Potter – anunció Harry, sonriendo, con la mirada puesta en su hijo.
Draco hizo una mueca, pero no dijo nada. El bebé era hijo de ambos, después de todo y
merecía llevar ambos apellidos. Y si se ponía a discutir eso con su pareja en estos momentos,
podría arruinar la oportunidad que nacía para ambos.
La llegada del bebé era un bálsamo que suavizaría la relación de ambos apaciblemente.
163
Durante el día, el pequeño Scorpius recibiría una gran lista de visitantes. Los primeros en la
lista fueron el clan Weasley que avasallaron a Harry, claro todo lo que Connor les permitió.
Más tarde llegó Lucius junto con Remus y Lucas, el Malfoy mayor se emocionó al ver a su
primer nieto y al sostenerlo en sus brazos, recordó la primera vez que sostuvo a su hijo,
Draco.
Contrario a lo que tanto Harry como Draco pensaban, el nuevo Lord no se había horrorizado
ante la idea de ser llamado abuelo, incluso parecía encantado.
“Creo que me estoy haciendo viejo” – pensó mientras mecía suavemente al bebé.
A Remus le satisfacía ver las emociones que reflejaba el rostro de Lucius, dentro de cinco
meses, él también tendría a su pequeño en brazos y que el corazón del rubio se ablandara
era uno de sus objetivos antes de que su hijo naciera, quería que el Mundo Mágico fuese un
lugar bueno para vivir, aunque fuese solo un poquito mejor de lo que era en ese momento.
En esos cuatro meses que llevaba gestando a su hijo, había abrigado esperanzas de un futuro
mejor para todo el Mundo Mágico y creía que esto podría llegar a realizarse. El licántropo
había aprendido mucho sobre el carácter del padre de su hijo en estos meses de convivencia
con el rubio, puesto que vivían juntos desde el tercer mes del embarazo de Remus.
Conversando tranquilamente, sin intentar presionarlo, Malfoy atendía con atención a todas
las palabras que él hablaba y el castaño estaba seguro que gran parte de ellas estaban
originando un cambio en las ideas de Lucius. El ceño pensativo con que el rubio quedaba
cada vez que terminaban de hablar, era indicador de ello.
Más tarde ese día, en la habitación de ambos, Remus creyó prudente iniciar una nueva
charla. El conocer al pequeño Scorpius había aligerado bastante el corazón de Lucius y
seguramente podría tocar algún tema delicado.
Sin embargo, ahora estaban en una sesión de besos que él siempre aceptaba renuente, pero
que después de unos toques de Lucius, lograba que él se entregara por completo. Había una
parte sensible en su cuello que el rubio sabía tocar con pericia, haciendo que el lobo dentro
del Remus ronroneara y pidiera más. Actualmente, Remus estaba apoyado completamente
sobre Lucius, creando fricción entre sus cuerpos, mientras sus labios devoraban los del otro.
Cuando se separaron para tomar una necesaria respiración, el castaño se levantó y caminó
hasta unos de los ventanales de la habitación, pensando en cómo iniciar la conversación.
— El hijo de Harry y Draco es precioso… – comentó a modo de inicio el castaño.
164
— Lo es, tiene los rasgos Malfoy – respondió el rubio con claro orgullo – Será un digno
heredero de mi linaje.
Remus sonrió, divertido por la vanidad de Malfoy.
— Espero que por el bien del pequeño, y también por el de ambos padres, que Harry y
Draco comiencen a entenderse… para Harry no ha sido fácil toda esta situación…
Lucius enarcó una ceja y miró al castaño que miraba hacia el patio a través de uno de los
grandes ventanales, una de sus manos acariciaba su estómago un poco redondeado.
— Hubiese sido más sencillo si Potter fuese más cooperador.
Los ojos de Remus brillaron con un fulgor dorado, el tema se estaba inclinando a los terrenos
a lo que él quería entrar.
— ¿Cooperación? ¿Esperas que las personas sean pasivas habiendo sido privadas de su
libertad? – preguntó con incredulidad – Lucius, seguramente tú serías cualquier cosa
menos colaborador en una situación como la de él. A los hombres les suele gustar escoger…–
gruñó en agitación. Estando tan avanzado su embarazo, las hormonas también lo afectaban
y solía enfadarse por cualquier cosa.
— Muchas veces la gente no sabe distinguir lo que es bueno para ellos y necesitan un líder
que los guié – siseó Lucius, sabiendo que su lobo estaba bajo los efectos de sus alborotadas
hormonas, pero eso no quitaba el hecho que no deseaba ser reprendido.
— Si… un líder, pero uno escogido por ellos mismos.
— No creo que esa gente tenga buen juicio para escoger a sus líderes.
— Tal vez tengas razón Lucius, pero al equivocarse ese sería su error y no el resultado de las
decisiones de otros. En esta situación no tienes opciones que escoger, debes apretar los
dientes y simplemente acatar.
El rubio miro a Remus con el ceño fruncido, el castaño nuevamente lo había arrastrado a una
conversación que le daría mucho que pensar… y un fuerte dolor de cabeza.
— ¿Realmente es esto lo que quieres? ¿Tener solo a un grupo de seguidores que te adoran y
viven bajo tú mismo techo porque no les queda de otra? ¿Y que los que vivan afuera vivan
aterrorizados de que tomes represalias si levantan la voz o exigen un forma mejor de vivir?
165
¿Y qué hay de los rebeldes? ¿Los matarás a todos y te convertirás en un cruel tirano…? –
inquirió Lupin antes de salir de la habitación, dejando las preguntas flotando en el aire.
Lucius llenó su vaso de whisky una vez que estuvo solo, miles de preguntas acudieron a su
mente.
¿Acaso Remus tenía la razón? ¿El poder lo había cegado años atrás? ¿Qué es lo que quería
de verdad?
— Odio cuando me dejas así Remus… Ya debería saber que tus charlas me dan en que
pensar por largas horas…
En otra habitación, ubicada en la Casa de Lucius, Remus conversaba con su hijo Lucas.
— Pá, ¿Cuándo iremos a ver a mis otros papás?
El licántropo que leía, mientras el morenito pintaba con sus crayones mágicos, alzo la mirada
del libro para fijarla en los azules del más pequeño.
— Es cierto… hace mucho que no vamos a visitarlos.
Lucas asintió efusivamente.
— Si y quiero contarles muchas cosas, como que tendré un hermanito. ¡Y que estamos
viviendo en un castillote!
Remus sonrió ante las palabras del niño.
— Creo que puedo conseguir que Lucius nos deje salir… – guardó silencio por un instante –
No te preocupes Lu, pronto iremos a ver a tus papis.
El pequeño sonrió radiante ante las palabras de su papá Remus y continuó coloreando el
dibujo que había hecho. Sin embargo, algo de aprensión se apoderó del licántropo, porque
ahora que necesitaba permiso de Lucius para salir, debería decirle adónde iba y por qué. Eso
se traducía al hecho de que Lupin debería revelarles cosas que hasta ahora quería mantener
ocultas. Pero si quería complacer a su hijo, debería abrir ese recuerdo doloroso para él.
166
En la noche
— Te noto nervioso – murmuró Lucius, mientras miraba como su amante despojaba sus
túnicas, para cambiarlas por un pijama. Sus ojos brillaron con lujuria al ver la protuberancia
en el abdomen del Gryffindor, lugar que albergaba a su hijo. Con Narcissa nunca le había
pasado, pero había algo en Remus y su figura embarazada que hacían que él se encendiera
de pasión y posesión por ese hombre.
Remus se tensó un poco y comenzó a ponerse el pijama con movimientos nervioso.
— Bien… um… hay algo dando vueltas en mi cabeza desde esta mañana…
— ¿Puedo saber de qué se trata…? – pidió tentativo, aunque en verdad no deseaba oír los
desconcertantes discursos del hombre-lobo sobre su forma de gobernar, que cada vez lo
dejaban más confundido.
— Es sobre Lucas… y… bien… – mordió su labio inferior, nunca mirando a la cara a Lucius –
Esta mañana me pidió si podía ir a visitar a sus padres…
Ante eso, Lucius se enderezó en su cama y angostó sus ojos.
— Si quieres salir del castillo. Debes decirme quienes son y donde están los padres del niño,
Remus.
— Lo sé… – suspiró cayendo sus hombros – Pero… no sé cómo empezar – lo miró suplicante
– He llevado este secreto dentro de mí por tanto tiempo que…
— No te forzaré – aseguró, no queriendo trastornarlo, siendo que estaba embarazado y

sensible – Pero debes decírmelo…
— ¿Po… Podríamos ir mañana? – pidió, frunciendo el ceño – Una vez que estemos allí te lo
diré todo. ¿Por favor?
Lucius gimió internamente, maldiciendo la hora en que sus sentimientos se volvieron tan
fuertes para con ese Gryffindor. Era evidente que él no podría decirle que no a esa carita que
estaba poniendo su amante.
— Está bien…– asintió – Tendré que dejarle algunos encargos a mi hijo. Estate preparado
para las diez de la mañana.
167
— Gracias, Lucius – sonrió un poco y caminó hasta acotarse en la cama.
Como todos los días, desde hace un mes, Remus se acostó bien junto al cuerpo del padre de
su hijo y Lucius rodeó su cintura con uno de sus fuertes brazos.
Al día siguiente
Mucho a la sorpresa de Lucius, cuando salieron del castillo, con Lucas rechinando todo lo
que le iba a decir a sus padres, Remus los guió a un descampado no muy alejado del predio
de Hogwarts. Era una zona muggle, pero aún así estaba desprovisto de toda población. Era
un lugar rodeado de árboles muy grandes y hermosos y, por la época del año, el ceded
estaba lleno de flores.
Bajo el sol de primavera, caminaron hasta llegar a un gigantesco sauce, que estaba junto a
un arroyo. Allí, junto al tronco, los ojos afilados de Lucius pudieron distinguir un monolito.
Lucas chilló, se soltó de la mano de Remus y salió corriendo hasta donde estaba la tumba.
Instantáneamente, se arrodilló en frente de ella y comenzó a hablar a velocidades que solo
un niño de su edad podía alcanzar.
Curioso, Malfoy se acercó allí para sacarse las dudas de quienes eran los padres del mocoso.
La sorpresa se dibujó por todo su rostro al leer las inscripciones.
Sirius O. Black y Rodolphus A. Lestrange

Amigos incomparables…
Amantes secretos y padres orgullosos.
Pestañeando varias veces, Lucius giró para mirar a su amante, pero los ojos de Remus
estaban clavados en el monolito y sus ojos brillaban con las lágrimas que trataba inútilmente
de no verter.
— ¡… y miren! – chilló Lucas, de repente, caminando ansiosamente hasta Lucius.

Sorprendido, el rubio se vio jalado por el mocoso, hasta quedar parado frente a la tumba –
¡Este es mi nuevo papá! ¡Se llama Lucius Malfoy! ¡Es muy gruñón y por eso le hago muchas
bromas! Pero eso está bien… porque papá Remus me dio permiso para hacerlo – Lucius le
mandó una mirada de traición al licántropo. El castaño sonrió de lado, secando su rostro con
un pañuelo. Pese a todo, Malfoy fue feliz de ver la sonrisa, esa expresión era la que iba mejor
con la cara hermosa de su amante – ¡¡¡Y lo mejor de todo es que me van a dar un
hermanito!!! – gritó Lucas, saltando casi – ¡Todavía no sé cómo hizo el Señor Lucius para
poner el bebé en su panza, pero papá Remus prometió explicarme cuando sea más grande! –
exclamó orgulloso.
168
Lucius y Remus se ruborizaron ligeramente. Logrando soltarse del agarre de Lucas, el rubio
se acercó al Gryffindor, que comenzó a retorcerse, incómodo.
— No te preocupes, ahora no te voy a preguntar nada, pero cuando lleguemos al castillo me

darás las explicaciones que necesito – siseó – ¿Qué te parece si ahora vamos a algún lugar a
comer?
— Um… bueno – masculló – ¿Deseas comer algo, Lucas?
— ¡Si, ya tengo hambre! – chilló – ¿Pero después podemos volver un ratito? Quiero comprar
flores para ponerles… ¿por fi?
— Claro, mi cielo – sonrió, acariciando su cabello negro azulado – Comeremos, luego

compraremos las flores y volveremos a pasar para dejárselas a tus padres, ¿ok?
— ¡Perfecto!
Castillo del Lord
— Te escucho – dijo Lucius, sin preámbulos, una vez que estuvieron en el despacho privado
del Lord.
Remus suspiro y apretó sus manos nervioso.
— En Hogwarts, cuando éramos jóvenes… mis amigos y yo… teníamos grandes sueños y
esperanzas... Estudiar, enamorarnos, formar una familia… – la voz de Remus se apagó, pero
Lucius decidió no importunar el relato – En ese tiempo, James y Sirius encontraron el amor,
pero el amor de ambos no se concretó hasta nuestro último año… testarudez, orgullo y miles
de otras cosas se interpusieron. Yo siempre apoyé a ambos y me alegré mucho cuando
James por fin alcanzo el corazón de Lily y cuando Sirius aceptó lo que sentía por Rodolphus,
fue difícil para él aceptar que se enamoró de una Serpiente, había huido de una familia
Slytherin y ahora era atrapado por uno… pero toda esa felicidad se rompió repentinamente,
un desquiciado, fanático y enfermo mago quisosanear el mundo mágico – Remus apretó con
furia la ropa de su túnica empuñando sus manos sobre las rodillas.
Lucius se sintió preocupado ante la expresión devastada del castaño, deseó acercarse, pero
Remus lo detuvo.
169
— No, déjame continuar… Ninguno de nosotros pudo escapar de esa locura, fue terrible
para todos. Rodolphus y Sirius tuvieron que separarse, puesto que Rod se unió a las filas del
Lord, pero no creas que lo hizo para seguir a ese enfermo, Lord Voldemort, lo hizo por amor
a Siry, para protegerlo. Se veían en contadas ocasiones, pero su amor estaba intacto… Más
adelante ambos tuvieron que sufrir una prueba mucho más difícil, fue todo tan rápido…– la
respiración de Remus se aceleró – La muerte de James y Lily, la desaparición de Voldemort y
la venganza que Siry llevó a cabo contra el desgraciado de Peter. Perdió tantos años, mi
querido Paddy en la cárcel y yo no estuve con él, porque solo años más tarde me enteré de
la verdad…
— Remus…– murmuró el rubio, preocupado.
— Pasaron los años y nunca más supe de Rod, ni de Padfoot, sino hasta que el destino volvió
a reunirme con Sirius, él había escapado de Azkaban y, como tal, era un fugitivo. Mi amigo
comenzó a escapar de un lugar a otro, pero de alguna manera, Rodolphus lo encontró y
aquel amor dormido revivió entre los dos. Las pocas veces que los vi juntos era como verlos
en los años de escuela… pero parece que nada realmente bueno dura para siempre, la gran
batalla entre la luz y la oscuridad llegó y, para ese entonces, Sirius ya estaba esperando a
Lucas, Rodolphus había abandonado las filas de Lord para proteger a Sirius y de esa manera
murió, protegiendo al amor de su vida. Sirius quedó completamente roto y solo siguió
viviendo por el bebé que gestaba… Lucas nació un día de lluvia, lo recuerdo como si fuese
ayer – una leve sonrisa apareció en el rostro del castaño – Yo lo traje al mundo…
Recuerdo
— ¡Sirius! ¡Oh, por Merlín, es un niño precioso! – exclamó Remus, sosteniendo al recién
nacido. Tenía un poco de cabello tan negro como el de su amigo, su cara estaba roja y
arrugada, pero era hermoso para el licántropo.
El castaño coloco al bebé sobre el pecho de su exhausto amigo, que observó a su hijo con los
ojos anegados de lágrimas.
— Remus… ¿Cuidaras de él, verdad?
— Padfoot, tu cuidaras de él.
— No, Moony, ya no puedo, ya no más… – El moreno acaricio la cabeza de su hijo – Se

llamará Lucas, a Rod le gustaba ese nombre – el último de los Black miró a su amigo a los
ojos – Lucas… aquí está tu papá, Remus Lupin… Remus aquí está tu hijo, Lucas.
170
Remus no podía retener las lágrimas que caían por sus ojos.
— Sirius… seré el mejor padre del mundo.
— Lo sé Remus, lo sé…– el moreno suspiro mientras miraba a su hijo con adoración.
Fin del Recuerdo
— Horas más tarde, Sirius se durmió, con el nombre de Rodolphus en los labios… nunca más
despertó… y así me convertí en padre. Tuve poco tiempo para llorar, ahora había una
personita que dependía de mí. Lucas mi pequeño.
El castaño lloraba ya para cuando terminaba el relato. Lucius se acercó para abrazarlo, pero
el lobo lo rechazó, el rubio, tozudo como era, luchó con las débiles protestas, hasta que lo
cobijó entre sus brazos y así permanecieron por largos minutos. Lucius dándole silencioso
consuelo y Remus llorando por todos aquellos queridos amigos que había perdido.
171
Capítulo 18:
El primer pasó
A Remus le costó bastante calmarse, lloró por un largo periodo debido a esas tristes
memorias. Situación que incito la preocupación de Lucius, por lo que hizo llamar a Connor
hasta la habitación para que revisara al castaño, en su estado no eran buenos aquellos
episodios, seguramente si hubiese sabido que todo iba a terminar con Lupin en aquel
deplorable estado, hubiese dejado las preguntas para más adelante. Él no sería despiadado
con el hombre que era su pareja y llevaba a su niño, después de todo.
El medimago recomendó una poción que no dañaría al feto, para que Remus se durmiera y
descansara, ya que estaba bastante estresado por los tristes recuerdos que tuvo que volver a
vivir. Lucius ayudó a Remus a cambiarse de ropa y lo recostó en la cama, la poción le hizo
efecto rápidamente, logrando que el hombre-lobo conciliara un sueño tranquilo.
Viendo dormir a Lupin, por primera vez Lucius lograba entender los estragos que había
causado la guerra en las personas. Con aire cansado, el rubio se recostó en el respaldar del
sillón que había trasladado junto a la cama.
El ver llorar al licántropo con tanta tristeza y desolación había removido en su interior esa
barrera que le impedía ver el dolor de aquellos que sufrían por los hechos pasados y
presentes. Ya no eran simplemente los sangre sucia y mestizos, por primera vez había un
nombre querido entre esas personas. Gente que sufría por todo lo ocurrido.
No que ellos tampoco hayan sufrido sus pérdidas durante la guerra, su misma esposa había
perecido durante ese período, pero él era conciente que del otro lado hubo mucha más
muerte y desgracia.
El castaño había llorado de tal manera que Malfoy se recrimino por el dolor que le había
causado a él, ya fuera directa o indirectamente. Porque si bien en aquel momento todavía
reinaba su Lord, era sabido que Lucius Malfoy fue su mano derecha y había dado muchas
órdenes sin necesidad de consultar a su Señor.
— Lo siento Remus, ésta es la primera vez que veo la magnitud de lo que hemos hecho… –
el rubio paso las manos por su cabello. – Creo que eso se debe a que tú eres especial para mí
– El rubio poso una de sus manos sobre el vientre de Remus – Tal vez tengas tú la razón… tal
vez es hora de cambiar, de abrir mi corazón y mente…
172
Cuatro días después
— ¿Draco, qué haces? – preguntó Harry medio dormido desde la puerta de la habitación del
bebé, que estaba contigua a la suya.
El anteriormente mencionado estaba al lado de la cuna de Scorpius, mirando a su hijo con

gran interés.
— Creí que estaba llorando.
Harry solo negó con la cabeza, una pequeña sonrisa había aparecido en su rostro.
— Draco, recuerdo haberte dicho que si lloraba lo sabríamos gracias al hechizo que tiene la
habitación – dijo el moreno, sonaba como si no fuera la primera vez que recitaba esas
palabras.
— Puede ser…– el rubio se encogió de hombros – Quizás solo quería verlo dormir… se ve tan
tranquilo.
El moreno bostezó, mientras se acercaba a la cuna.
— Claro, es un bebé, no tiene preocupaciones y todo lo que necesita se lo brindamos

nosotros… o Remus, o Bill, o Ron… hasta a tu padre podemos meterlo en la lista, sin dejar de
mencionar a los serviciales elfos – frunció el ceño – Lo que nos llevará a tener un niño muy
consentido, pero por eso no tienes que preocuparte aun. No debes ser tan aprensivo – Harry
suspiró – A veces me pregunto… ¿qué ocurrió con el Draco de los años de Colegio? Ese
bastardo que tenía como única meta hacerme la vida imposible a mí y a todos los
Gryffindors.
Draco miró directamente a los ojos de verdes de Harry, antes de volver a bajar la mirada y
fijarla otra vez en Scorpius.
— Hubo alguien que me mostró la otra cara de la moneda, alguien que no se dejó
impresionar por mi porte, ni por lo honorable de mi familia, ni por nada de lo que yo tenía…–
el rubio acariciaba con cuidado la mano del bebé – Aprendí que no todo estaba al alcance de
mis manos y creo que lo entendí duramente, porque dolió mucho.
— Mmmhhh…– Harry tardó en responder – Tal vez eso ocurrió porque no te enseñaron a
pedir las cosas, no supiste pedir correctamente lo que querías. Pedirlo Draco, no tomarlo a la
fuerza… – el moreno atrapo la mano del rubio y le sonrió – Ven, vamos a dormir que pronto
este diablillo despertará y no habremos dormido casi nada.
— Draco miro al moreno seriamente, pero pronto respondió la sonrisa y siguió a Harry.
173
Eran cerca de las 10 de la mañana cuando una lechuza de color café voló hasta Remus, que
estaba cómodamente sentado en recibidor del departamento de Lucius, revisando un
catálogo de cunas para bebés, para entregarle una carta.
— Hola bonita, ¿esa carta es para mí?
La lechuza estiró sus alas y las aleteó dándole a entender que así era. El castaño tomo la
carta y acarició la cabeza emplumada, antes del que el ave saliera del lugar.
— Bien, veamos quien escribe…
Cuando Remus comenzó a abrir la carta, se encontró con un conjuro que primero se
aseguraba de su identidad, antes de que el texto apareciera. Comenzó leer la carta con gran
interés al reconocer la letra de la persona que le escribía. Le tomó algunos minutos
terminarla, al finalizar dejó salir un suspiro.
En una actitud de meditación fue que Lucius encontró al castaño, al ingresar a la habitación
minutos después.
— ¿Estás bien, Remus? ¿Quieres que llame a Connor? – preguntó ansiosamente, al ver la
mirada distante del castaño.
Remus negó con la cabeza.
— Hace unos días, cuando te conté la verdad sobre Lucas, luego de aquel episodio que
sufrí… tú me dijiste que te habías dado cuenta del dolor que causaba todo esto, la exclusión
de la que muchos sufrimos…– lo miró a los ojos – Lo que no me dijiste, y ahora te pregunto
es: ¿Quieres o piensas cambiar toda esta situación, Lucius?
— Si… o eso creo – el rubio se masajeó las sienes.
— Yo sé por dónde comenzar y hacia qué dirección dar el primer paso, si es que te interesa.
– el castaño apretó la carta que aun sostenía en una de sus manos. El rubio lo miró con algo
de curiosidad y sospecha – Los exiliados han esperado por años una oportunidad para
regresar a su mundo, para reencontrarse con sus familias… y si tú estás dispuesto a hablar
con ellos, evitarías muchas consecuencias nefastas. Te puedo asegurar que ellos están
decididos a regresar al Mundo Mágico.
Antes de hablar, Lucius tomo asiento en un sillón cercano. Estuvo pensativo durante unos
segundos.
174
— ¿Esos magos tienen un representante un líder con quien parlamentar, Remus? Tú
comprenderás que yo no puedo simplemente dejar el poder, hacerlo podría ser muy
problemático. Esta situación no cambiará con un simple movimiento de nuestras varitas ni
por tus deseos de un mundo mejor.
— Lo sé, lo sé – el lobo se acercó hasta Malfoy y tomó sus manos – Yo no quiero que llegue a
reinar el caos por falta de un líder o que vuelva a surgir la guerra. Lo que yo quiero es que
todo vuelva a su curso antes de la guerra y sé que eso tomará tiempo, pero si trabajamos en
ello lo podremos lograr. Estoy seguro que mucha gente quiere este cambio, seguramente un
puñado se opondrá, pero tendrán que aceptar lo que queremos la mayoría de magos y
brujas. Él que tú quieras cambiar, que quieras que nuestra gente vuelva a vivir en paz y sin
miedo de expresarse es muy importante para mí, gracias Lucius.
— Esto está ocurriendo gracias a ti Remus y a nuestro hijo… hay muchas cosas que me han
hecho pensar.
— Te aseguro que no te arrepentirás.–.el castaño abrazó a Lucius por el cuello

espontáneamente y este paso sus brazos por la cintura de Remus, logrando que se sentara
sobre sus piernas.
En otro momento de espontaneidad, Remus agachó su cabeza y posó los labios por sobre los
del rubio. Toda esta conversación había aumentado su adrenalina, por las posibilidades que
esto podría representar. Y, junto con la adrenalina, por sus hormonas alborotadas, también
subió su libido.
Gimiendo contra la boca del su amante, Remus giró un poco su cuerpo, para montar
ahorcajadas las piernas del otro. Lucius no perdió tiempo y machacó las nalgas del hombre
con sus manos, haciendo que el licántropo comenzara a frotarse sobre el miembro cada vez
más duro del rubio. Malfoy gruñó y, con un movimiento de su varita, despojó a ambos de sus
ropas y una de sus manos se interpuso entre ambos, para buscar el pene de Remus, que ya
estaba erguido y necesitado.
Sintiendo la masturbación, el embarazado dejó salir un quejido y apoyó su frente en el

hombro musculoso de su amante, gimiendo su éxtasis.
— Oh… Remus…– jadeó Lucius – Necesito… necesito que te muevas…
El castaño se movió un poco, pero una idea saltó en su cabeza a pesar de lo nublada que la
tenía, por las sensaciones que experimentaba. Levantó su cabeza y sonrió malicioso al rubio,
haciendo que éste enarcara una ceja.
— Haré algo mejor que eso…– susurró sensual.
Con solo eso como previo aviso, Remus se levantó un poco, tomó el pene de Lucius y se
empaló de una sola estocada. Su quejido de dolor se perdió por el estruendoso grito de
175
placer que dejó salir Lucius. Enseguida, los brazos del rubio lo rodearon y se quedaron
inmóviles.
— Maldita sea, Lupin – gruñó Malfoy – Vas a volverme loco con tus actitudes de puta.
— Pero sé que te gusta – murmuró contra su oído, antes de mordisquear el lóbulo de la

oreja.
— El Slytherin no pudo más que convenir, tener un amante tan experimentado en sus brazos
lo enloquecía cada vez que tenían sexo.
Sin perder más tiempo, el rubio ayudó a Remus a incorporarse un poco, para que después
vuelva a descender sobre su erección. Y así continuaron, unidos y moviéndose sin perder el
control, compartiendo esto que sabían, podría ser llamado… hacer el amor.
Fred miraba a su hermano, mientras revisaban el stock de productos de la tienda. George no

dejaba de sonreír.
— ¡Merlín! Jamás creí que el matrimonio te volviese tan feliz, no has dejado de sonreír
desde que llegaste esta mañana.
El otro pelirrojo río ante las palabras de su hermano.
— Es inevitable, me siento increíblemente contento. Tal vez si hubiese sabido que esto del
matrimonio era así, me habría casado antes con Cassy.
— Ne… es solo que aun estas en la etapa más dulce, de seguro luego verás la realidad –
espetó con algo de desdén.
George le tiro a su hermano uno de los muñecos de los estantes.
— No seas envidioso, ya me reiré yo de ti el día que te cases con tu casi Slytherin.
— Tal vez y óyelo bien solo ¡tal vez! hay algo de envidia en mis palabras querido hermanito.
Ambos comenzaron a reír. Después de todo, la vida no era tan gris y los gemelos sabían
cómo hacer los días más oscuros un poquito más brillantes.
— ¿Y cuándo me harás tío? De seguro tu Cassy se muere por tener hijos y de esa manera
asegurarse de que no te escaparás de sus manos.
176
— No sé – George arrugó la nariz – Aun no quiero tenerlos, pero Cassius es muy insistente.
Lo que George no sabía era que Cassius muy pronto lograría lo que quería, no por nada era
un Slytherin.
Lucas bostezó y se dejó caer sobre el escritorio, ni importándole la tinta sobre su pergamino,
que todavía no se había secado. El pelirrojo Aidan Snape miró al moreno con una sonrisa.
Aunque tuvieron sus roces al principio (Severus no pudo evitar pasarle su aberración juvenil
a los Gryffindors), los tres niños se habían hecho muy buenos amigos.
— Es muy aburrida esta clase, ¿verdad?
El moreno movió la cabeza afirmativamente, apenas levantándola del pupitre.
— El maestro es tediooooso – gruñó Lucas – Habla más lento de lo que se mueve un caracol.
— Sip, por eso mi hermano y yo vamos a escaparnos – El otro pelirrojo sentado un poco más
allá los miró en ese momento, esbozando una gran sonrisa – ¿Vienes con nosotros?
— ¡Por supuesto! Pero… ¿Su padre no los castigará? – enarcó una cejita. Para ese entonces,
Lucas ya estaba al tanto del carácter que se gastaban tanto el Señor Snape como el Señor
Bill.
— No, no se enojará, solo gruñirá un poco y culpará todo a nuestros genes Gryffindors – rió
nerviosamente – Papi se pondrá serio y molesto, pero no es nada que no sepamos manejar.
Entonces, ¿vamos?
El morenito asintió.
— Cuenta conmigo – susurró haciendo una mueca maliciosa, que era demasiado parecida a
cierto animago que le dio la vida.
Y en lo que uno se demora en decir Quidditch, el caos reinó en la sala. Aidan y Garrick
lanzaron simultáneamente una bomba de humo y otra fétida (regalo de sus tíos gemelos). En
menos de un parpadeo, los tres niños estaban corriendo por lo pasillo, riendo por su
travesura.
Lucas había encontrado a dos grandes compañeros para sus diabluras. Aidan y Garrick
también estaban contentos con su nuevo amigo, él moreno los entendía y aportaba buenas
ideas, definitivamente era una buena adquisición a su equipo de trabajo.
177
Esa noche, ninguno de ellos tendría postre, pero no les importaría demasiado, puesto que el
resto de la tarde los niños se la pasaron entre juegos y risas. Comiendo algunas ranas de
chocolate que los gemelos tenían como repuesto para castigos como estos.
Esa misma noche, una de las jóvenes mujeres que lideraban la resistencia recibía una carta
con noticias muy importantes y porque no decirlo… impactantes.
— ¡Víktor! – gritó la chica, bajando las escaleras con prisa.
— ¿Qué ocurre? ¿Le pasa algo a Mattia?
— No, nuestro hijo está durmiendo muy tranquilo – la castaña sonrió – ¡Lo que pasa es… es
esto!
Hermione agitada con mucha energía una carta que traía estrujada en su mano derecha.
Viktor suspiró al ver a su esposa tan agitada, lo que tenía que decirle era de gran importancia
para que esa fuese su reacción.
— Vamos Herm, dime que pasa. Si no me cuentas, no sabré que ocurre – murmuró, al ver
que ella caminaba de un lado a otro y miraba la carta como su fuera un libro que jamás
hubiese leído.
— Remus me ha escrito informándome que pronto recibiremos una carta de parte de Lucius
Malfoy, para comenzar a parlamentar. – hablaba rápido y con gran emoción – Para que al fin
se termine este destierro y para que se restablezcan los derechos de brujas y magos por
igual, sin importar su cuna.
El ex-jugador la miró como si se hubiese vuelto repentinamente loca. Se acercó hasta su

esposa y tomó la carta para leerla él mismo.
— ¿Será cierto? – se preguntó. Después de tantos años de lucha, la duda era razonable.
— Yo creo que sí – la castaña se apoyó en la espalda de Víktor y enlazó sus brazos a la

cintura de este – Estoy segura de que Remus está logrando que la mente de Malfoy se abra y
que vea mucho más allá del cerrado mundo de los sangre pura.
— La esperanza está renaciendo con fuerzas esta vez.
— Si, y todo se lo debemos al dulce corazón de Remus.
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Capítulo 19:
En busca de la paz
La primera reunión entre ambos bandos se llevó a cabo dos meses después de que
comenzaron las charlas entre ellos.
Indiscutiblemente, no todos los sangre pura estaban contentos por la decisión tomada por
Lucius Malfoy, pero por el momento no podían hacer mucho al respecto. Ya que los sangre
pura más poderosos en este momento eran los Malfoy, los Nott, el único Zabini, los Crabbe y
los Goyle, y estos últimos estaban bajo el mando del primero. Era por eso que aquellos con
menores influencias, si estaban en desacuerdo, no podían ni se osaban a levantar la voz.
Ningunos de ellos querían perder todo lo ganado.
La reunión se llevaría a cabo en un lugar neutral, porque ninguno confiaba en ir cerca de

Hogwarts (que estaba lleno de los seguidores de Malfoy) y tampoco era bueno que los que
estaban en el poder conocieran los lugares donde se ocultaba la resistencia. El lugar elegido
fue la nostálgica Tres Escobas, que todo mago y bruja recordaba con buenas memorias,
cuando fueron al colegio, antes de la gran guerra.
Este lugar se mantenía en pie, pero al no haber estudiantes en Hogwarts, tenía muy poca
clientela, pero servía para el propósito que se requería en ese momento. Una vez decretado
ese como el lugar del encuentro, se comenzaron a tomar todas las medidas necesarias por
ambas partes, el lugar fue revisado con minuciosidad en varias oportunidades. Las
desconfianzas, obviamente, no se habían desvanecido.
Un poderoso y antiguo hechizo fue puesto dentro y fuera del perímetro del terreno, para de
esta manera evitar los hechizos ‘accidentales’ entre los distintos bandos.
— Dejaré todo bajo el mando de Draco mientras nos vamos. Ethan, te pido que le digas a
Theodore que lo asista en lo que necesite – anunció Lucius, mientras acomodaba su túnica.
Había decidido que a esta reunión lo acompañarían Ethan Nott y Severus Snape.
— Solo nos vamos por un par de horas, Lucius, y tampoco creo que suceda nada del otro
mundo – respondió Ethan, con voz cansina.
— Uno nunca sabe – siseó con dureza – ¿Dónde está Severus?
— Aquí mismo, siento llegar tarde – dijo el pelinegro, que en ese momento entraba al
despacho de Malfoy – Mis hijos, como siempre, decidieron hacerme la mañana imposible.
179
— Tus hijos son tu karma, Severus – se burló Ethan, no haciendo caso de la mirada
fulminante del pocionista.
— Bueno, es hora de irnos – dijo Lucius, antes de largar un largo suspiro, tomar su bastón
con cabeza de serpiente y caminar decidido hacia la salida.
Los carruajes tirados por Thestrals aún eran utilizados, en este caso para transportar a los
tres hombres hacia el lugar del encuentro. Una vez que llegaron, Lucius frunció el ceño y
Severus hizo un gesto de desprecio al ver a los gemelos Weasleys parados fuera de Las Tres
Escobas, con sendas sonrisas en sus caras.
— No me extraña ver que ustedes tengan algo que ver con la resistencia.
— Aw~, vamos cuñado, somos Gryffindors, nunca podríamos estar felices y tranquilos
estando bajo las órdenes de un Slytherin – contestó uno de los gemelos.
Severus los miró con desprecio una vez más, antes de seguir a Malfoy y Nott, dentro del
lugar. Fue una sorpresa para él, ver que adentro estaba nada más y nada menos que su ex
profesora de Transfiguración y ex colega.
— Minera, que… sorpresa.
— Severus – saludó, dando uno de sus acostumbrados cabeceos tiesos.
Lucius puso los ojos en blanco al ver el formalismo con el que se trataban.
— McGonagall – saludó el rubio, tomando asiento frente a la mesa donde estaba la señora –
¿Usted es la única que vino?
— Hola, Malfoy. No, ellos estarán aquí enseguida, fueron por algo de té.
Ellos resultaron ser Hermione Granger y Viktor Krum, quienes aparecieron de las puertas que
llevaban a la cocina de Las Tres Escobas cada uno con una bandeja con tazas y una tetera.
Saludaron cortésmente a los tres recién llegados y luego se sentaron para tener la
importante y esperada conversación.
— Quiero decirles que vine aquí para escuchar – empezó Lucius – así que nada de lo que
digamos aquí será lo definitivo.
Minerva y Hermione intercambiaron una mirada.
— Lo sabemos – dijo Hermione – Es por eso que hice una lista de las cosas que me gustaría
que usted revisara entre sus leyes. Esta lista está basada en las sensaciones que recogí luego
180
de una larga y profunda investigación, que la hice indagando entre la gran mayoría de los
habitantes del Mundo Mágico.
Lucius tomó la lista y comenzó a leerla, Severus movió su cuello para leer por su hombro,
mientras Ethan mantenía sus ojos trabados en las tres personas que estaban enfrente de
ellos, preparados ante cualquier eventualidad.
— Como puede ver – empezó Viktor, después de darle un tiempo para leer – la mayoría de
estas personas coinciden en el hecho de que desearían que Hogwarts sea reabierto como
colegio, que funcione para lo que fue creado por sus fundadores.
Lucius le mandó una mirada dura.
— Hogwarts es ahora mi hogar y de muchas otras familias, ese punto es inconcebible.
— Pero piénselo, por favor – pidió enseguida la mujer joven – Todos ustedes tienen sus
mansiones, entre muchas otras propiedades. Por ello no les costaría nada mudarse. Creo
que si usted quiere un cambio, mejorar su imagen y hacer algo realmente bueno; reabrir el
colegio sería un gran paso y aliviaría mucho el descontento que hay entre los magos que no
estamos entre sus seguidores – carraspeó – Hay muchos niños que aprenden solo de sus
padres o con profesores particulares, pero no es lo mismo, nunca será lo mismo que
nuestros niños aprendan en un ambiente rodeado de magia, amistad y entretenimiento
como lo sería el colegio de magia.
El rubio frunció el ceño, mientras releía la lista y cavilaba lo que la chica le acababa de decir.
En parte tenía razón, él veía esto en los propios niños que vivían en su castillo y eran
enseñados por sus madres o profesores particulares, pero era consciente que el ambiente de
un colegio de internos donde había montones de niños de su misma edad era mejor para
establecer confianza y amistades perdurarían toda la vida. Él deseaba eso y más para el
nuevo niño que estaba por tener.
— Podría pensarlo, pero no le aseguro nada, Granger.
Pero ella sonrió.
— Con solo pensarlo ya me trae un gran alivio, señor Malfoy. ¿Y qué hay de lo otro?
— Lo de los fugitivos más buscados lo estamos revisando – miró a Ethan que asintió.
— Hay muchos que no merecen estar en esa lista y sus nombres serán removidos – dijo Nott
– Los demás, los que han hecho agravios, se verán cuales fueron y, si no son graves, también
serán removidos de la lista. Puedo asegurarle, desde ahora, que aquellos que su delito fue
solo el pertenecer a la resistencia, serán sacados de la lista de los más buscados. Usted será
la primera en desaparecer de ella.
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Hermione compartió una mirada aliviada con su marido, quien apretó su mano.
— Gracias – susurró.
— Ni lo mencione – dijo Lucius, con un gesto de desdén, al ver que la mujer estaba a punto
de llorar – No lo hago por usted.
Severus carraspeó y tomó la lista de las manos de su amigo.
— En cuanto a esto…
La reunión siguió con la relativa calma con la que había empezado, con cada punto de la lista
siendo tratado con precaución y debatiendo el por qué se debería cambiar esto o aquello.
Casi al final de la reunión, se dieron un tiempo para que Hermione pudiera preguntar por sus
amigos y, al mismo tiempo, Lucius y los demás pudieron saber que había mucha gente
conocida fuera de Inglaterra, que esperaba desaparecer de la lista de los buscados por la ley,
para poder regresar, entre ellos estaba el hermano del esposo de Severus, Charlie Weasley.
Habían transcurrido algunos meses desde que Ron y Blaise decidieron tener una real
relación de pareja, o mejor dicho, Weasley acepto lo que había en su corazón. Como ambos
lo deseaban se casaron casi de inmediato, fue una boda sencilla, a la que asistieron solo la
familia y unos pocos invitados. Hubiesen asistido tan solo un par de personas, sino hubiese
sido por que a Nott padre no le pareció que el hijo menor de su pareja se casara
prácticamente en la clandestinidad.
Por ello el par de personas, paso ha ser una treintena, lo cual realmente podía considerarse
como una boda casi intima.
Luego del rito habitual, se realizó un brindis y un banquete en honor a los novios. La niña
más radiante de la fiesta, obviamente, era la hija de la reciente pareja de esposos, Isabella
que al fin veía a sus papis muy juntos y felices. Esperaba que sus padres pronto trajeran a su
hermanita o hermanito, como ellos habían prometido.
— ¿Por qué sonríes como idiota, Zabini? – gruñó Ron, con un ligero rubor en sus mejillas, al
ver la sonrisa tonta en la cara de su ahora esposo, mientras bailaban el vals.
— ¿Por qué va a ser? –devolvió, apretando su agarre sobre la cintura del pelirrojo – Estoy
cumpliendo algo que pensé que tardaría al menos diez años más en conseguir, bien lo
obtuve a la mitad del tiempo presupuestado – hizo muecas.
Ron gruñó
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— Eres un Slytherin arrogante – masculló, pero a pesar de todo, había una semisonrisa en su
rostro.
El momento fue muy feliz para el clan Weasley, que pudo reunirse por completo, ya que
para el día de la boda, Charlie, que había permanecido en el exilio, pudo estar presente. El
pelirrojo experto en dragones no venía solo, se había casado con un mago, Rabastan
Lestrange. Lo que fue una gran sorpresa para varios magos y brujas, ya que se lo pensaba
muerto. Con él tenía una niña de 4 años, Andria, y por supuesto la pequeña tenía los cabellos
rojos.
Además del feliz encuentro del patriarca Weasley con sus hijos, George dio la noticia de que
estaba esperando a su primer niño, y hay que mencionar que la cara de Cassius anunciaba
por sí sola la buena nueva. Nunca nadie antes de ese día había visto al Slytherin tan
sonriente.
Harry, como si fuese un Weasley más, se había unido a toda la algarabía con gran
satisfacción.
Draco estaba alejado del “manchón rojo” con su hijo en brazos. El moreno había notado que
el rubio Malfoy había estado ido y retraído los últimos días, la mayor parte del tiempo la
pasaba con su hijo. Harry no sabía que todos estos síntomas eran porque el dragón estaba
pronto a tomar una decisión trascendental.
Volviendo a la feliz pareja, ambos esperaban un futuro mejor gracias a todos los grandes
cambios que vendrían.
Lucius miraba con disimulada curiosidad como Connor le realizaba la revisión mensual a
Remus. Al lobo le encantaban estos exámenes, donde la mezcla de varias emociones lo hacía
vibrar de pies a cabeza.
Sobre todo, porque después de estos exámenes podía respirar tranquilo al saber que sus
hijos estaban bien, o sí… Remus Lupin sabía que allí, dentro de su vientre, había crecía más
de uno. No por nada era un hombre lobo con sus instintos plenamente desarrollados, mucho
más que los de cualquier mago normal.
— Bien, veremos que tanto ha crecido este pequeño proyecto de mago o bruja – anunció el
medimago.
Después de recitar el hechizo que le permitían ver al feto, comenzó a revisar la imagen que
apareció ante sus ojos.
183
— Se ve todo bien… – Connor empezó a indicar en la imagen – Acá esta su cabeza y esto es…
ooh~
— ¿Oh? ¿Qué ocurre, Connor? – pregunto el castaño, con una sonrisa de anticipación.
El rubio Malfoy enarcó una ceja y entrecerró sus ojos para intentar ver qué era lo que había
causado que el medimago realizara aquella vocal expresión de sorpresa. En la imagen que se
proyectaba por encima de su amante, a pesar de ser borrosa, se podía apreciar algo poco
común, recordaba haber visto una de las revisiones de su yerno y no se parecía a la esta.
— Había algo más allí…
— Nada grave, no hay porque preocuparse – se aseguró de decir el hombre – Pero, si miran
aquí – con su varita indicó tres figuras distintas en la imagen – van a poder ver que no solo
hay un feto… sino tres.
— Lucius sintió como sus rodillas se debilitaban y hubiese tropezado si no fuera porque se
sostuvo con fuerzas de su fiel bastón.
— ¿Disculpa? No creo haber entendido bien – masculló.
— ¡Oh, Merlín! ¡Sabía que era más de uno, pero no pensé que fueran tres! – exclamó Remus
y miró encantado la pantalla – ¿Y todos ellos están bien, Connor?
— Muy bien, al parecer – anunció el hombre, analizando la imagen – Uno de ellos es más
pequeño que los otros dos, pero es normal en estos casos, así que no hay motivo para
alarmarse. Los tres serán mucho más pequeños en comparación de un solo bebé de término,
ya que pronto el espacio para su crecimiento comenzara a escasear y los tres están peleando
por los nutrientes que les entregas. Lo que debes hacer es alimentarte muy bien, para que, a
pesar de ser pequeños, nazcan con buena salud, cuidarte adecuadamente y realizar todos
tus chequeos con la regularidad necesaria para los casos de embarazos múltiples.
— Por supuesto que lo haré. Por suerte mi apetito ha crecido en este tiempo y mis
transformaciones ya han desaparecido, para preservar la vida de mis cachorros.
Instintivamente, mi cuerpo se ha adaptado a los cambios necesarios para que mis bebés
crezcan bien.
— Eso es bueno, no necesitas más estrés de lo que ya tienes por cargar tres criaturas.
184
— ¡Disculpen!
Los otros dos hombres recién notaron que había una tercera persona en el lugar y miraron
incrédulos a Lucius Malfoy, ya que nunca lo habían visto tan pálido, ni escuchado gritar de
esa manera, si va al caso.
— ¿Qué sucede, Lucius? – preguntó Remus, frunciendo el ceño.
— ¿Qué es todo eso de que son “tres”? ¿Y por qué no luces sorprendido? – siseó, mirándolo
con algo parecido a la traición.
— Uh, bien… soy un licántropo, Lucius, y mis instintos me dijeron hace mucho que no estaba
gestando de un solo niño.
— ¿Y no se te ocurrió, por si acaso, decírmelo en algún momento? – preguntó

agitadamente.
Remus se encogió de hombros.
— ¿Cuál sería la diferencia? Ahora ya lo sabes.
— ¡¡¡Pero son tres, Remus!!! ¡¡¡Tres bebés que alimentar, que cambiar, que aguantar!!!
¡¿Por qué crees que Draco fue hijo único hasta ahora?!
Si Lucius fuera una persona común, ahora estaría agitando sus brazos y sudando
copiosamente, como personaje de anime. Pero éste era Lord Malfoy, el regente del Mundo
Mágico, y lo único que demostraba su histeria era su palidez más extrema que lo normal, su
voz subida de tono y su respiración agitada.
— Oh, vamos, no es como si no tuviésemos el dinero o no contáramos con las personas

suficientes para que nos ayuden a tener el cuidado necesario para ellos – puso los ojos en
blanco – Y, por otro lado, tú fuiste quien aceptó hacerse cargo cuando supe que estaba
embarazado. Yo quería cuidar a mis niños solo, situación de la soy perfectamente capaz –
angostó sus ojos – así que ahora no te quejes.
El rubio se enderezó y carraspeó incómodo.
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— Hablas con la razón, por supuesto – siseó con renuencia – Supongo que deberé hacerme a
la idea, entonces.
— Supone bien, señor Malfoy – afirmó Connor. Satisfecho de ver al bastardo tan alterado
por primera vez en su vida – “Y yo que pensé que al trabajar para estos Mortífagos nunca
obtendría un gratificante por ello. Ah~ he visto a Lucius Malfoy al borde de un ataque de
nervios, que pena que nadie me lo va a creer en el hospital. Ojala tuviese unos de esos
aparatos Muggles que guardan escenas…Aunque podría conseguirme un Pensadero…” –
Sobre todo, porque el embarazo de Remus va muy bien y todos los niños van a nacer con
buena salud, si esto continúa por el buen camino que está. Además, él va necesitar de todo
su apoyo Sr. Malfoy.
— Y continuará, Connor – aseguró Remus, con una sonrisa de oreja a oreja – Confío en ti
para seguir cuidando de mí y mis bebés.
— Claro – cabeceó, devolviendo la sonrisa.
Lucius solo pudo soltar lentamente el aire que tenía retenido, mientras la idea de ser el
padre de un trío de niños, los tres al mismo tiempo, entraba en su aristocrática cabeza rubia.
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Capítulo 20:
Traidores y decisiones
Draco dejó al pequeño Scorpius en su cuna y suspiró. Hace un mes atrás había tenido una
seria conversación con Lupin, la cual lo llevó meditar muchas cosas. Remus, la pareja de su
padre y futuro padre de sus medios hermanos; el rubio menor casi sufrió una apoplejía al
enterarse que serían trillizos sus nuevos hermanos, los Malfoy se multiplicaban.
El hombre lobo le había dicho muchas cosas, pero una en particular lo orilló a lo que estaba
por hacer. No podía continuar manteniendo a Harry “prisionero” a su lado, si quería tener
algo verdadero con él, llegar formar una familia real tenía que liberarlo. Porque si bien sabía
que para él, Harry ya no era un prisionero como en un principio, para el moreno su estado
no había cambiado. Sin embargo, ésta decisión podía llevar a perderlo para siempre, pero
siendo sincero consigo mismo, nunca lo había tenido verdaderamente, no como a él le
gustaría tenerlo.
Se recostó en un sillón que había cerca de la cuna del niño y espero, sabía que Harry llegaría
de un momento a otro. Cerró los ojos, intentando encontrar la entereza y la tranquilidad que
necesitaría en algunos minutos más.
Tal y como lo suponía, el moreno entró minutos después al cuarto del bebé.
— Sabía que te encontraría aquí con Scorpius – Harry miró hacia la cuna donde el
pequeñuelo dormía – El rubio no dijo nada, continuo con los ojos cerrados – ¿Acaso te has
dormido? – preguntó Potter acercándose al rubio, para poder observarlo.
— No, solo pensaba.
— ¿En qué?
— En cuanto voy a extrañar estos momentos a solas con mi hijo.
— ¿Por qué? ¿Acaso vas a algún lado? – preguntó Harry con curiosidad. Dolió a Draco
escuchar que había un tono de relajación en el hombre.
— No, pero creo que tú sí…– Draco sacó del bolsillo de su tunica un pergamino, atado con
una cinta verde – Tómalo, es tuyo.
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— No entiendo, ¿de qué hablas? – El moreno tomo el papel que le ofrecía Draco – ¿Qué es
esto? ¿Por qué he de irme?
— Porque eres libre, porque lo que tienes en tus manos es el contrato que te une a mí y
como yo te lo he dado por voluntad propia, ahora eres libre. Sé que siempre has odiado la
posición en la que te obligué estar todos estos años – El rubio suspiro – También sé que te
irás ahora que nada te retiene aquí, porque... tú no quieres estar aquí, conmigo – Esto
último lo dijo para sí mismo – Solo te pido una cosa, que me dejes ver a mi hijo. El no verlo,
me enloquecería.
Harry miraba a Malfoy, sin poder creer lo que oía.
— ¿De qué estás hablando, Draco?
El rubio se levantó del sillón en el que había permanecido hasta el momento y suspiró casi
imperceptiblemente.
— De lo que has querido desde que te traje aquí, tu libertad.
— Draco, yo… ¿Por qué ahora?
— Esta situación ya es insostenible, ¿no? Nuestro hijo nos ha traído una tregua, pero
¿cuánto durará? No quiero que él crezca viéndonos discutir como lo hacíamos antes. Deseo
lo mejor para él y también para ti. Aunque me haya dado cuenta de esto un poco tarde.
— ¿Puedo irme? – el moreno miro el pergamino que sostenía en su manos derecha –

Realmente, ¿me dejas ir?
— Sí, si es lo que quieres.
“¿Lo que quiero?” caviló Harry en su mente. No sabía que pensar, no sabía qué hacer, todo
era repentino e inesperado.
— En cuanto decidas que harás, te ruego me lo informes. No obstante, desde este momento
las puertas del castillo están abiertas para que, si así lo quieres, te vayas.
El rubio decidió salir de la habitación. Había dicho lo que tenía que decir, ahora la decisión
estaba en manos de Harry.
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Lucius mantenía el ceño fruncido, mientras oía algunos de los nombres que Remus había
escrito en una lista. Estos eran los posibles nombres que llevarían sus hijos, los que estaban
prontos a nacer.
— Este me gusta bastante: Lucian, significa Luz. ¿Qué te parece? ¿No es perfecto para uno
de nuestros pequeños? – El castaño presionó suavemente su estómago, sintiendo el suave
movimiento de los bebés, el cual era mínimo, ya que el espacio también lo era.
Malfoy arrugó el entrecejo.
— Me gustaría un nombre más acuerdo con su casta.
Esta vez fue Remus el que entrecruzo las cejas.
— Permite que difiera de eso, Lucius. ¿Y a qué te refieres con “casta”? Nuestros hijos serán
seres humanos, no perros con pedigrí, a pesar de que yo sea un hombre lobo.
El rubio resopló.
— Creo que ya tienes tomada la decisión sobre los nombres de los niños, por lo que no
entiendo para qué preguntas y haces todo este teatro.
Lupin sonrío ampliamente.
— Porque quiero oír tu opinión, pero quiero que tengas claro que no deseo que mis hijos
lleven alguno de esos antiguados nombres que seguramente tú tienes en mente para ellos.
— ¿Anticuados?
— Sí, nombres muy arcaicos. Hay tradiciones que definitivamente no me gustan y una de
ellas es colocarle a pobres niños inocentes nombres, a veces, realmente horribles de sus
antepasados. En serio, Draco es lindo y todo, al igual que Scorpius, pero jamás lo elegiría
como nombre para algún niño nacido de mí – Lo dijo con toda naturalidad, como si hablara
de una comida que no tuviera gusto.
El rubio apretó su bastón y se preguntó si realmente se merecía esta tortura. Su amante no

solo estaba insultando el nombre de su hijo y nieto, sino que también le reprochaba el hecho
de haber pensado si quiera en ello.
Un gran ruido se oyó de repentinamente y Lucius supo que su tortura se redoblaría en

instantes.
— ¡Papi! – chilló una voz infantil.
189
— ¡Oh, Lucas! – Remus abrió los brazos y recibió a su niño en ellos. No lo cargó, puesto que
lo tenía terminantemente prohibido por su medimago personal, pero todavía podía
agacharse para abrazarlo – ¿Cómo estuvieron las clases de hoy? ¿No has quemado nada?
El niño negó con la cabeza y rió.
— No, Pá, hoy he sido bueno, bueno – Alargó dramáticamente la letra “e”.
“Sí claro, tan bueno como un dragón en un campo de ovejas” pensó Lucius mirando al
pequeño demonio, tan parecido a sus traviesos y pequeños ahijados pelirrojos. “Tal vez el
problema es generacional. Esperanzadoramente, mis hijos y nieto serán la mitad de terribles
que estos. Pero no cuesta nada asegurarme de ello, al no dejar que se junten desde el mismo
día de nacimiento. ”
— Señor. Eh, ¿Señor?
Lucius perdido en sus pensamientos, no notó como el morenito se había acercado hasta
estar enfrente a él.
— Dime, Lucas.
— Como usted es el otro papá de mis hermanitos y mi papi es quien los tiene. ¿Usted es algo
así, como algo mío, o no?
Malfoy abrió los ojos sorprendido y miró a Remus que sonreía ampliamente. ¿Y ahora qué le
decía al pequeño demonio? No estaba a punto de cometer una imprudencia típica de un
Gryffindor y espetarle que podría llamarlo “papá”, fuera de eso.
— Pues, eso creo. Somos algo parecido a parientes.
— Bien. – Lucas sonrío esplendorosamente – Entonces no le importara que al entrar a su

despacho haya roto el jarrón de la esquina, ¿verdad?
Esta vez Remus no solo sonrío, sino que rió a carcajadas, mientras Lucius se colocaba azul
mirando su antiguo jarrón hecho pedacitos, era cierto que un Reparo lo arreglaría, pero este
ya había perdido gran parte de su valor.
Lucas, nuevamente al lado de Lupin, mostraba su mejor cara de angelito.
— No, no me enojare – Malfoy soltó una sonrisa forzada y se resignó a su destino.
Remus contuvo sus risas y luego se puso serio, agachándose al lado de su niño.
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— Lucius no puede enojarse, pero yo sí lo estoy – dijo muy seriamente, frunciendo el ceño
en el niño.
Lucas enseguida dejó de sonreír y agachó la mirada.
— Lo siento papi – masculló.
Remus levantó la barbilla del niño y lo miró a los ojos.
— Cielo, debes entender que no puedes salirte siempre con la tuya. Si bien me pareció
divertida la situación, no lo es. ¿Cómo te sentirías tú si entras a tu habitación y te encuentras
con que Lucius rompió accidentalmente tu juguete favorito?
Los ojos del niño se abrieron como platos y miró al mayor.
— Estaría enojado
— Exactamente. Lucius no se ha enojado hoy, pero lo que hiciste no está bien y creo que
está esperando una disculpa de tu parte.
Con renuencia, Lucas caminó hasta pararse nuevamente frente al mayor y retorció sus
manos con nerviosismo.
— Lamento haber roto su jarrón, Señor Malfoy.
Lucius también se retorció incómodo e hizo una mueca.
— Estás dispensado.
— ¿Y qué más debes decirle, Lucas?
— Er… ¿no lo volveré a hacer?
Remus sonrió, asintiendo en el niño.
Lucius enarcó una ceja en el mocoso y suspiró. “Tal vez todavía hay esperanzas para
él...Todo gracias a Remus.”
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Mientras Lucius creía estar en su propio, y bien merecido, círculo del infierno. Había magos
que realmente querían mandar a Malfoy a la tierra de Hades y por ello urdían un plan para
sacar al rubio del poder y si era posible, también del mundo de los vivos.
El plan era sencillo, por lo que esperaban que no fallara. Esperarían que Malfoy los citara a
una reunión y lo atacarían directamente, encerrándolo en una rueda de la que no podría
escapar. El rubio lord no tenía por qué desconfiar de ellos y seguramente no esperaría un
ataque de gente cercana a su círculo de poder.
La esperada cita llegó un jueves, se reunirían a las 19:00 horas, en el salón acostumbrado.
Todos ingresaron al salón, intentando ocultar su nerviosismo. Malfoy y su séquito entraron

de los últimos.
— Señores, buenas noches – habló Malfoy – Esta reunión sería una de tantas, si no fuese
porque ustedes me tienen una sorpresa. ¿No es así? – Malfoy sonrío de tal manera que
todos los implicados en el complot palidecieron.
— Mi Lord, ¿de qué habla? – preguntó uno de ellos, intentando que su voz no temblase.
— McLean, MacLean… ¿Por quién me tomas? ¿Ustedes realmente creyeron que su insulso
plan funcionaría? – Malfoy hablaba con total ironía. – Es una lástima, realmente creí que
había algo de inteligencia en ustedes, pero al parecer la mezcla entre familias cercanas en
ustedes solo dio como resultado a un montón de estúpidos.
— ¡Mi Lord! – gritó indignado uno de ellos – Nos ofende y no entendemos de qué nos habla.
— ¿No? Bien, tendré que refrescarles la memoria – La mirada de Malfoy se volvió dura y fría.
– Ustedes planeaban matarme hoy, pero siento desbaratares su plan y les informo que los
únicos que morirán hoy, serán ustedes.
Todos los magos envueltos en el plan sintieron el pánico recorrerles sus cuerpos, más de uno
intentó levantarse para huir del lugar, pero con terror comprobaron que no podían moverse.
El mismo Severus Snape, que estaba parado en una esquina, sostenía su varita con la punta
de sus dedos y la golpeaba contra su hombro, dándoles una sonrisa repugnante. Ethan Nott,
por otro lado, les daba una mirada que podría haberlos matado, si las miradas mataran.
Además, Theodore y Draco estaban en las dos puertas de salidas, impidiendo que cualquiera
pudiera correr para salvar sus vidas. Por seguridad en el lugar nadie podía aparecer o
desparecerse, por lo que la única salida era puerta.
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— Ahora, antes de que acompañen a sus antepasados a la tumba, deseo que me expliquen
por qué tomaron esta decisión.
Un silencio tenso se posó en el lugar, todos los implicados se miraron entre ellos, estaban
pálidos y sudantes.
— ¡Usted nos ha traicionado! – chilló una al fin, encontrando algo de valor – ¡Abrió las
puertas de este castillo para permitir que vengan esos sangre sucia y permitió que los
traidores, que intentaron matarlo en el pasado, pudieran regresar a Gran Bretaña! ¡Los trae
para que vuelvan a contaminar con su sangre sucia a nuestros magos puros!
Lucius les dio una mirada fría.
— ¡Tontos! – rugió Severus – ¿Es que no ven que eso era necesario? – Los miró con
desprecio – A ritmo que seguíamos, íbamos a encerrarnos en una burbuja, ajenos a todo lo
que pasaba en el exterior. Desde hace unos años atrás, que se está practicando la
endogamia de nuevo, algo que en el pasado se evitó cuando los sangres puras comenzaron a
mezclarse con los hijos de Muggles.
— Porque aunque eso les moleste, es la única solución que tenemos – agregó Nott – No solo
los media sangre y los nacidos de Muggles son sangre nueva para el Mundo Mágico, sino que
traen con ellos su inteligencia y nuevas ideas. Estábamos equivocados al echarlos a todos y
creernos dueños de la verdad. Es cierto, ustedes, mi hijo y yo podemos tener preferencia
aún por los sangre pura, pero otros de nuestra misma casta no tienen esas reservas y se
mezclarían con gusto, con tal de renovar la sangre de su familia y evitar que esta se extinga
del mundo.
— Yo mismo soy un gran ejemplo, hasta mi hijo lo es. Yo elegí no solo a un media sangre,
sino que también es un hombre lobo, y miren lo que me depara el futuro. No solo voy a
tener un hijo, sino tres, tres muchachos que se encargarán de extender mi apellido por
muchos años más, puesto que heredarán la fertilidad que viene emparejada con tener
sangre de hombre lobo corriendo por sus venas. Antes, los Malfoy solo podríamos tener un
hijo por matrimonio, logrando que casi desaparezcamos de la existencia de las familias
Nobles. Sé que lo mismo está pasándoles a ustedes.
— Y, lastimosamente, algunos desaparecerán hoy, para siempre.–.amenazó Draco,

apuntando con su varita a uno de los magos al azar.
— ¡Por favor, perdónenos la vida! ¡Entendemos! ¡Ahora entendemos! – grito un par de

ellos.
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Lucius les dio una mirada calculadora y luego compartió otra con Severus y Ethan.
— Hace algunos meses, les hubiese dicho que era demasiado tarde y les hubiese lanzado un
Avada Kedavra, sin pensarlo. Sin embargo, gracias a mis continuas reuniones con esos que
ustedes consideran sangre impura, o con la criatura oscura con la que decidí compartir mi
destino, han dado un cambio en mis pensamientos. Estarán a prueba, pero con el mínimo
error que cometan, sepan que no lo pensaré dos veces, antes de dárselos como regalo a los
Dementores. Draco, Theodore, ya saben qué hacer.
Los dos muchachos asintieron y atontaron a los traidores, los ataron y después los sacaron
del lugar de reunión.
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Capítulo 21:
Los tres Malfoy’s
Harry suspiró mientras doblaba la ropa de Scorpius, su hijo ya tenía cuatro meses y desde su
cuna el bebé lanzaba gorjeos felices, mientras movía sus pies y manos para llamar la
atención de su papá. Él lo miró y, viendo que no había intenciones de llanto aun, continúo
con su labor.
Hace ya más de un mes que Potter había dejado a Draco y se fue a vivir a la antigua casa que
tenía Remus en la ciudad, lugar que había cambiado notablemente desde que las
restricciones que Lucius Malfoy tenía sobre la gente que vivía allí fueron levantadas, el mago
común (es decir, los que no son de sangre pura) de a poco se reintegraba a la nueva
sociedad que surgía, gracias a las nuevas oportunidades que se abrían en el pueblo.
Desde que dejó el castillo, sólo vio al rubio las veces que éste iba a recoger a Scorpius y
solamente en esos momentos suelen cruzar algunas palabras con respecto al niño; que la
pañalera tenía esto o aquello, que si el niño ya había comido, etc. conversaciones de esa
índole. No había ninguna mirada, ninguna señal en el tono de voz de Draco, nada que le
dijese a Harry que este lo extrañaba, nada de nada y eso le ¿molestaba? Realmente, no lo
sabía.
Él creyó que todo marcharía bien en su vida una vez que se alejara del Castillo, de Draco,
pero nada estaba bien. Se sentía sólo, confuso y a veces muy triste, sino fuese por su hijo,
pensaba que podía estar en el fondo de un pozo oscuro. Se preguntaba si esto no era lo que
se llamaba la depresión post parto, porque Harry no sabía que otro motivo causaba su
estado de ánimo.
Su actual estado, era casi tal como se imaginaba vivir, cuando miraba por la ventana de su
habitación en el castillo hacia la ciudad. En aquellos momentos se sentía como un pájaro
encerrado en una jaula de oro, por años estuvo fantaseando qué haría una vez que cortara
las cadenas que lo ataban a Draco, pero ahora nada pasaba como lo tenía planeado.
Retomó las riendas de su vida con total optimismo, pero este se fue muriendo con los días.
Inclusive intento salir con un chico, pero no resultó, es más fue un total fracaso para ser
sinceros. Cuando este lo invito a salir, le pareció fantástico un paso más en su liberación,
pero la primera cita fue aburrida y cuando él lo beso al despedirse, fue…
— Insípido, sin gracia, sin gusto a nada… – El moreno arrugo la nariz y volvió a suspirar,
mientras terminaba de guardar las cosas del niño.
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Como la primera impresión no lo es todo, Harry le dio una segunda oportunidad a Mark, ese
es el nombre del mago, pero esta cita fue aun peor que la primera y decidió terminar por lo
sano. Antes que él pensara que había un real interés de su parte y no quería cargar con eso
en su conciencia.
Una vez que terminó de ordenar de la ropa, Harry fue por Scorpius, que agitó con más fervor
sus manos al ver que su papá lo iba a cargar, por fin.
— Eres un consentido, te gusta estar en brazos, seguro es culpa de… él – Otro suspiro más –
Bien, déjame ponerte algo más abrigador y salimos dar una vuelta.
El moreno tenía todo preparado para dar un paseo con su hijo, pero un repentino
acontecimiento cambio sus planes. Estaba por salir de la casa, cuando la chimenea comenzó
a crepitar y un verde fulgor se pudo ver, clara señal de que alguien estaba por llegar.
Un par de segundos después, el mismo Draco Malfoy estaba parado en la sala de Harry.
— ¿Draco? Hoy no quedemos para que te llevaras al bebé, ¿verdad? – El moreno miró de
soslayo el calendario en la pared, en el que marcaba las visitas del rubio.
— Buenas tardes, Harry – Este sacudió la casi ausente ceniza de su ropa – No, hoy no he
venido por Scorpius. Vine a darte aviso de que Lupin está por dar a luz a mis hermanos.
Harry abrió sus ojos sorprendido.
— ¡Oh! ¡Se han adelantado! Entonces, ¿qué esperas? ¡Vamos! Por suerte tengo todo
preparado para Scorpius, pensaba salir, por lo que podemos partir ahora.
— Bien, dame el niño. Tú aun no sabes cómo salir bien por la chimenea. – Una imperceptible
sonrisa apareció en el rostro de Malfoy.
Harry bufó con desdén al ser recordado de ello, pero sabiendo que era verdad, le entrego a
Scorpius, que gustoso se fue con su otro papá. Con el bebé en brazos, Draco desapareció
rápidamente por la chimenea.
— Podrías haberme esperado – reclamó el moreno al aire, antes de tomar los polvos flu y
salir por la chimenea.
Hogwarts ha cambiado notoriamente desde que Harry dejó el lugar. Dentro de ese mes,
hubo una limpieza completa, tanto higiénica, como de habitantes. Sólo quedan los más
196
cercanos a Malfoy habitando el lugar, específicamente Nott y Snape. Draco ya había
emigrado a la antigua mansión Malfoy, preparando todo para el arribo de su padre y su
nueva familia, ya que Lucius también se iría pronto, después del nacimiento de sus hijos, tal
y como éste se lo había prometido a Lupin. Inmediatamente después de su partida
comenzaría la reparación y remodelación del castillo, para que volviese a ser lo que fue
antes, el gran colegio de magia y hechicería de Inglaterra.
Zabini, su marido e hija también partieron a la gran mansión que tenía el primero, de hecho,
ellos fueron los primeros en irse del castillo. Ron estaba realmente feliz de poder dejar el
lugar y comenzar una vida nueva.
Si bien los Nott se habían quedado, Theodore ya estaba viendo algún lugar para irse a vivir
con su marido y poder criar allí los futuros hijos que tendrían como pareja. Ethan, por otro
lado, estaba haciendo remodelar y arreglar su antigua mansión. Su hogar era uno de los
pocos que los miembros de la rebelión habían logrado destruir durante la guerra y, como
estuvo viviendo en Hogwarts, nunca se preocupó por arreglarlo anteriormente. Ahora, sin
embargo, quería tener un buen lugar donde pudiera irse a vivir con Arthur y Ginny, la cual
dejaría de ser niñera de sus sobrinos, para poder retomar una vida normal, con su padre.
Harry se sorprendido al ver los cambios del lugar, ya que, aunque la obra mayor comenzaría
más tarde, algunos sectores del castillo se veían como antes. Como en la época en que él
había sido un estudiante.
— Draco, ¿podemos dejar a Scorpius en su habitación?
— No, lo siento Harry – El rubio miró directamente al moreno – pero ya no vivo acá y la
habitación de Scorpius y todas sus cosas están ahora en la mansión Malfoy. Seguramente
podemos dejarlo con los hijos de Snape, la hermana de William no ha dejado el castillo
todavía y está cuidando de ellos. Estoy seguro que no le molestará un pequeño más que
vigilar. Además hay unos cuantos elfos que la ayudan – El rubio se encogió ligeramente de
hombros, ya que sabía de la actual vida de la pelirroja – Yo iré a dejar a mí pequeño, tú ve
con Remus a la enfermería.
El rubio no espero respuesta y se dirigió a las habitaciones de Snape, para dejar a su hijo.
Harry frunció el ceño, cerró los puños y se dio media vuelta.
Al menos hubiese esperado que le dijera que sí, que estaba de acuerdo. Ella pudo haber sido
liberada, pero eso no te da derecho a seguir cargándola con otra responsabilidad. Negó con
la cabeza. No seas tonto, Harry. Lo que haga ese rubio ya no debe importante. Y Ginny ya es
una mujer libre, puede decir si es que quiere cuidar de otro niño.
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— ¿Cómo te sientes, Remus? – pregunto Connor, verificando los latidos cardiacos de los
bebés.
— Como un caldero a punto de explotar. ¿Cuánto más vamos a esperar? – preguntó

lanzando un pequeño gruñido.
— No mucho…
— ¿Y Lucius?
— Aquí estoy, Remus – El rubio entró al sector que estaba separado por un biombo. Este
tomó la mano de Lupin y le dio un pequeño beso en el adverso de ella – Fui a tranquilizar al
público que espera fuera.
— ¿Ah? ¿Qué cosa? – Apretó la mano de Lucius justo en ese momento, ya que sintió un gran
dolor.
El rubio sostuvo la mano que se aferraba a la suya, aunque el apretón había dolido un poco.
— Afuera hay chismosos que esperan noticias: tu hijo, casi todos los Weasley, Potter. En fin,
una manada de Gryffindors y también un destacamento de Slytherin – dijo con voz cansina.
Remus sonrío a pesar del dolor. Una nueva contracción, mucho más fuerte, le hizo perder la
sonrisa. Sus ojos dorados brillaron con una luz desconocida y después fulminaron a Lucius.
Instintivamente, el hombre conocido como el nuevo Lord, después de Voldemort, retrocedió
dos pasos.
— Bien está todo listo – Connor le sonrío a Remus y comenzó con el proceso.
— ¿Por qué tardan tanto? – preguntó Lucas, el único niño presente en el lugar. El morenito
había logrado permanecer sentado por un largo tiempo en el mismo sitio, ya que estaba
preocupado por su papá y hermanitos – ¿Estará bien mi papi?
— No te preocupes, Luc – Harry, que estaba a su lado, abrazo al pequeño y besó su cabeza. –
Connor está con él y te aseguro que es un buen medimago. Cuido de mí cuando nació
Scorpius y los dos estamos bien.
El niño asintió, aunque no podía dejar de sentir miedo por su papi y hermanitos.
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Al lado de Harry estaba Ron, que hablaba con él y también con Neville que estaba a su
izquierda, frente a ellos, pero de pie, estaban Bill, Fred, George, con sus tres meses de
embarazo, y Arthur Weasley. Por otro lado los Slytherins hacían frente común cerca de la
puerta de acceso a la enfermería; Snape estaba apoyado contra el muro y hablaba con Ethan
Nott, mientras que Draco miraba de soslayo la puerta con algo de preocupación, mientras
sus amigos Blaise y Theodore, esperaban que Merlín no les enviara trillizos, ya que Ron
nuevamente esperaba un bebé y Neville tendría al primer hijo de ambos. Las parejas de los
gemelos estaban en sus labores de vigilancia, pero no bien hubiera noticias, uno de ellos se
lo comunicaría.
Si hubiesen estado en otro momento menos serio, Harry se habría reído de la ironía de lo
que veía. Casi parecían que estaban en sus años de colegio, con las serpientes por un lado y
los leones por otro.
Los minutos pasaban lentamente o al menos eso creían todos los que esperaban saber que
ocurría tras las puertas blancas.
Cuando Lucas estaba a punto de perder su compostura y más de alguno estaba decidido a
entrar para ver qué pasaba, las puertas se abrieron, mostrando a un cansado, pero sonriente
Connor.
— Todo ha salido bien señores, la sorpresa es que dos de ellos son gemelos y el tercero es el
hermano mellizo. Si son buenos, los dejare entrar a ver a los tres pequeños. – el medimago
sonrío ampliamente, sabiendo que de todos modos entrarían.
El primero en pasar fue Lucas, que apenas termino de oír las palabras del medimago, corrió
en busca de su papi Remus. Siguiendo al proyecto de Merodeador, entraron los leones y al
final las serpientes, con paso tranquilo, pero no menos ansiosos de conocer a los pequeños
Malfoy’s.
Remus sostenía a los dos pequeños gemelos, una niña y niño, mientras Lucius sostenía al
pequeño mellizo.
— ¡Lucas! Ven sube – El niño se había quedado embobado mirando a su papi y los bultitos,
desde una esquina. Pero en cuanto subió a la cama, comenzó hacer preguntas.
— ¡Oh! ¡Mis hermanitos! – Sus ojos brillaban – Son pequeñitos y ¿Cómo se llaman?, ¿Puedo
sostenerlos?
Remus rió, mientras Lucius enarcaba una ceja.
— La que está a mi brazo derecho es Lucrecia, la única niña, el que está a mi izquierda es
Louie y el que sostiene Lucius es Lucian. Y claro que podrás sostenerlos, son tus hermanos y
ahora eres un hermano mayor.
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Lucas sonrío, asombrado por su nuevo título.
— Entonces quiero primero a Louie. Su nombre se parece al de un perrito, papi – Lucas soltó
una risita.
La ceja derecha de Lucius crispó, mientras Remus reía quedamente. Ese nombre lo había
elegido el rubio.
El resto de los magos había rodeado la cama, mirando a los pequeños con grandes o
pequeñas sonrisas, según el que las expresara.
Draco se acercó a su padre y tal como Lucas, solicito cargar a su hermano, claro que con
menos efusividad que el primero, y sin comentarios fuera de lugar. Al tener a Lucian en
brazos, pudo ver en qué se diferenciaba de los gemelos, que claramente serían rubios, el
pequeño Lucian tendría el cabello castaño, como el de Remus.
Cuando había nacido su hijo, o tal vez antes, Draco había descubierto que le encantaban los
niños y que gustoso tendría varios, pero por ahora sus planes se veían truncados, porque
quien creyó que sería el otro “papá” de esos niños, se había ido de su lado y no tenía
intenciones de regresar. Por lo que primero debería curar sus heridas y después volver a
pensar en una gran familia.
Posteriormente de que todos felicitaran a Remus y a Lucius por los bebés, y más de alguno
achuchara alguno en sus brazos, la pareja por fin se pudo quedar a solas con sus hijos. Lucas,
cansado por toda la tensión que su pequeño cuerpo tuvo que aguantar esa tarde, se durmió
antes que todos se fueran y ahora descansaba en un gran sillón que había en la sala que
Lucius había mandado a esterilizar, para el nacimiento de sus niños.
El rubio, sentado frente a la cuna de sus hijos, los observaba dormir, los tres tenían el sueño
pesado, ya que aunque estuvieron de brazo en brazo, en ningún momento se quejaron
siquiera, o tal vez le habían salido todos Gryffindors y les gustaba estar en manadas. Lucius
negó con la cabeza, seguro le hacían mal las muchedumbres y éstas le traían malos
pensamientos. Sí, eso era.
Sería muy mala suerte, que de tres hijos, uno al menos no fuera una serpiente.
— ¿En qué piensas, Lucius?
Malfoy miró a Remus y se tomó su tiempo antes de responder.
— Nunca pensé que tendría más hijos y mira… aquí están estos tres perfectos Malfoy’s,
durmiendo en su cuna.
200
— Malfoy-Lupin – acentuó Remus – O solo Lupin, ya que soy padre soltero. – El castaño rió,
sabiendo que su comentario enfadaría al padre de sus hijos. En su rostro se notaba el
cansancio, pero también que estaba contento.
— No lo creo, señor Lupin. Mis hijos, tendrán mi apellido y usted también, cuando le pida su
mano.
— ¿Ah? – Enarcó una ceja – ¿Te quieres casar conmigo? – preguntó asombrado.
— Eso he dicho. – respondió Lucius seguro.
— No lo creo, tú, Lucius Malfoy ¿te vas a casar con un pobre mago como yo? – La voz de
Remus quiso sonar segura, pero no pudo ocultar cierta nota de temor. Si bien le dolía,
cuando llegó a este lugar, nunca pensó que pasaría de ser nada más que el amante de Lucius
Malfoy. Nunca creyó convertirse en su esposo.
— Sí, contigo quiero casarme; aunque seas un pobre mago, licántropo y muy Gryffindor –
Lucius tomo una de las manos de Lupin y la besó como lo había hecho horas atrás. – Porque
que me he dado cuenta que cualquiera de esas cosas que he dicho no son nada comparadas
con lo que siente mi corazón por ti, Remus Lupin... ¿Me harías el honor de casarte conmigo?
Remus sonrío conmovido y con la voz quebrada por la emoción soltó un quedo sí, que fue
suficiente para que Malfoy lo atrapara en un abrazo y lo besara con el amor que sentía por
él.
Se besaron por largo rato, no solo demostrando el amor que se sentían, sino todos los
sentimientos que aún estaba presentes en ellos, después de atestiguar lo hermoso del
nacimiento de sus hijos. Parte de ellos, estaban más presentes en Remus que en Lucius,
sumando las hormonas aún alborotadas, tanto que en medio del beso, Remus comenzó a
llorar y su futuro esposo lo detuvo en sus brazos, hasta que éste se quedó dormido, cansado
por el alumbramiento y la mezcla de sentimientos que experimentó desde entonces.
Después de compartir unos minutos con sus amigos y enterarse de las novedades que cada
uno tenía para contar, Harry decidió que era hora de regresar a casa con su hijo.
Draco sostenía a Scorpius, que se había quedado dormido, ya que el rubio le había solicitado
acompañarlo hasta la casa. Una vez allí, éste subió a la habitación del niño y lo dejó en su
cuna durmiendo, rodeado de pequeñas hadas de luz.
201
— Deje a Scorpius en su cuna – Realizo una pequeña reverencia – Buenas noches, Harry.
— No, espera.
Malfoy se detuvo y miró al moreno.
— ¿Puedo ayudarte en algo? – preguntó.
— Sí, quiero que me invites a salir.
El rubio pestañeo sorprendido y guardo silencio por unos instantes creyendo que había oído
mal.
— ¿Disculpa…?
— Si oíste bien Draco, quiero salir contigo, por lo que tienes que invitarme – frunció el ceño
– No espera, ¿Por qué tengo que esperar a que me invites tú? Soy un hombre también.
Draco, te invito a salir. Vamos a comer a un restaurant y después a tomarnos un par de
whiskey de fuego u otro trago. ¿Te parece?
Draco pensó por un momento que estaba soñado, pero luego de un minuto de reflexión se
convenció que era verdad.
— Bien – El rubio se recompuso y hablo con su acostumbrada seguridad – Acepto tu

invitación.
— Perfecto – El moreno sonrío – Yo tengo tiempo disponible durante toda esta semana, ¿así
que a qué hora te parece bien a ti?
El rubio frunció el ceño, repasando su apretada agenda en su mente.
— ¿Te parece bien a las 19:00 hrs del jueves?
— Perfecto, entonces nos vemos el jueves.
Draco sonrío aun confundido por la situación, pero eso no le impedía sentirse feliz. Se acercó
a Harry y beso su mejilla en forma de despedida.
— Solo una cosa…– dijo, deteniéndose en la chimenea – ¿A qué se debe esta invitación
repentina?
202
Harry se encogió de hombros.
— Me he sentido raro últimamente. Leí por ahí algo referente al estrés post parto, pero no
creo que sea mi caso… – Lo miró con los ojos angostados – Tengo otra teoría, que la voy a
probar cuando salgamos.
— Entiendo – Pero por su cara, él no lo entendía, evidentemente.
Sin embargo, él no estaba en posición de replicar. Esta era una oportunidad con la que soñó,
pero que nunca espero tenerla tan pronto después de su separación.
El día había terminado esperanzador para el Malfoy y aquel beso en la mejilla le había
removido muchas cosas a Potter, muchas más que aquel beso de ese chico, que era mejor
dejar como una anécdota pasada. Aunque por ahí convenía decírselo al rubio durante su
cita, solo para restregárselo por la cara, para que supiera que él no era una pertenencia
personal que nadie podía tocar y que había mucha gente dispuesta a estar con él.
203
Capítulo 22:
Resoluciones
Tres meses después
Una cabeza pelirroja se podía ver entre las mantas de la cama; con pereza George se estiró
sobre el colchón, luego poso una mano en su vientre, presionó suavemente y sonrío al sentir
al bebé moverse. Aunque al principio se había asustado al enterarse que estaba en estado,
ahora podía asegurar que no estaba para nada molesto con su marido, que había sido el
incitador de su actual condición. Claro, a veces lo mencionaba para molestarlo, pero ya era
parte de la rutina.
— ¡Bien, hora de levantarme! – George bostezó una vez más y bajó los pies de la cama, pero
en ese momento entró Cassius, con una bandeja, portando el desayuno.
El gemelo frunció el ceño
— No me mires así, no he cocinado nada, fueron los elfos – respondió a la defensiva – Yo

solo te he traído el desayuno a la cama.
— Menos mal, pensé que moriría de indigestión – El pelirrojo sonreía mientras se volvía a
acomodar en la cama para recibir la bandeja – Gracias Cassy, hoy estoy muy remolón, me
quedaría en cama todo el día.
— ¿Y por qué no lo haces, amor? – preguntó el otro, acercándole una tostada con
mermelada a su esposo.
— Tú sabes que no me gusta dejar a Fred con todo el trabajo de la tienda. Soy un
empresario responsable, después de todo – El pelirrojo hizo un puchero antes de meter una
cuchara a la mermelada y llevársela colmada de esta hasta la boca – Además, después de
que nazca nuestro hijo, tendré que dejar a Fred al menos uno o dos meses solo y sino fuese
por la pereza que siento constantemente, estos meses he estado de maravillas. Yo y el
pequeño gusanito en crecimiento estamos bien.
— Mi hijo no es un gusanito – Cassius arrugó el entrecejo – Y siempre pueden contratar un

empleado temporal, no es como si no hubiese gente que necesita un trabajo, allá afuera.
204
— Puede ser – Se encogió de hombros – Pero eso tenemos que decidirlo los dos, solo
nosotros conocemos la tienda de arriba abajo, sería muy molesto tener que enseñarle todo a
un completo extraño y sólo para los meses que voy a estar de licencia.
El Slytherin rodó los ojos.
— Pensé que ustedes los Gryffindors se placían de ayudar y recibir ayuda.
— Sip, pero ya te dije que estoy perezoso – Se acurrucó entre las almohadas – Así que todo
dependerá de lo que diga Fred. Ahora, deja que alimente a mi mini gatito.
— Deja de llamar a mi hijo como un animal – gruñó el mayor.
Ante la mueca en la cara de su esposo, George río. Realmente se sentía feliz, la vida le
sonreía.
Ethan sonrío al leer el pergamino que recibió hace apenas unos minutos. Arthur, que ojeaba
un libro muggle de mecánica automotriz, sintió curiosidad y preguntó a que se debía su
sonrisa.
— Me informan que la reparación de mansión está terminada – Nott se levantó del sillón y
se acercó al pelirrojo, posando sus manos en los hombros de éste – En la tarde iremos a
verla, quiero saber qué te agrada y que no, para que nos mudemos lo antes posible.
— Creo que el lugar me gustará, recuerdo que me hablabas muy bien de esa mansión, antes,
cuando tomamos la costumbre de hablar después de, tú sabes… – Se ruborizó ligeramente –
Espero que a mi Ginny también le guste – Arthur sonrío y recibió el beso que Ethan le dio.
La inspección de la mansión se llevó a cabo esa misma tarde, Arthur quedó gratamente
sorprendido al ver la nueva mansión Nott y su sorpresa aumento al ver el regalo que le tenía
Ethan en ella para él; una habitación que podría usar como taller con varios artículos
Muggles, los cuales podría desarmar y armar a su antojo.
Ethan conocía el gusto de Arthur por los aparatos Muggles desde que ambos fueron a
Hogwarts. Hasta se tomó el trabajo de contratar a unos Muggles verdaderos, para que
realizaran una instalación eléctrica en la habitación, sabiendo también la obsesión de su
amor por ella y por los enchufes.
Después le lanzó un Obliviate a los Muggles, obviamente. Pero eso no era importante, si
hasta les había pagado y todo. Cuando recuperaran el sentido, iban a creer que hicieron otro
trabajo común.
205
La felicidad del patriarca de los Weasley fue evidente por lo que Nott se daba por satisfecho,
lo que no quería decir que no buscaría su recompensa más tarde. Después de todo, el
pelirrojo debería saber que él no hacía las cosas de a gratis.
Más tarde, ese mismo día, en sus cuartos de Hogwarts, Arthur había organizado una
pequeña cena para Nott, su hija y él, con el fin de pedirle a la chica que se fuesen a vivir con
su actual pareja a la mansión.
— Hija, como ya sabes, Ethan y yo planeamos pasar nuestra vida juntos. – Nott sostuvo la
mano del pelirrojo sobre la mesa, cuando los ojos azules buscaron seguridad en él – Por lo
que pronto nos mudaremos a la mansión Nott y nada me haría, nos haría – Rectificó – más
felices que vinieses a vivir con nosotros, Ginny.
La chica pareció asustada por unos momentos, después suspiró, antes de tomar un gran
sorbo de su copa de vino.
— Er… papi, estoy muy feliz por ti y por el señor Nott, créeme. Pero… la verdad es que no
me iré a vivir con ustedes – A pesar de su vacilación anterior, esta última oración, salió con
decisión.
— Pero Ginny, pensé que podríamos volver a ser una familiar ahora que todo vuelve a su
cause. Si es por tu mamá, yo… – comenzó dubitativamente Arthur.
— No, papá no es por mamá. – Suspiró exasperada. ¿No le había dicho ya que no tenía
problemas con que se revolcara con Nott? – Ella ya no está y tú tienes derecho a rehacer tu
vida. Sé que el Señor Ethan te ama, cuidara de ti y te hará muy feliz, papá.
— Entonces, ¿Por qué no quieres vivir conmigo y con Ethan?
— Porque tengo planes de irme a vivir con mi novio, con mi pareja – murmuró algo
ruborizada, tomando otro trago de su copa de vino.
Arthur miró sorprendido a su hija, ella no había dejado el castillo en mucho tiempo y no
entendía cómo es que pudo encontrarse una pareja ¿Dónde había conocido a su novio?
— Ginny, cariño. ¿Quién es tu novio? Tú antes no lo habías mencionado.
La pelirroja sonrío ampliamente.
— De seguro te va encantar papi, es un joven encantador.
— Pero, ¿quién…?
206
— No te impacientes, papá. Como te decía es encantador e inteligente. Lo conoces y estoy
segura que lo apruebas.
Arthur miró a Nott buscando respuestas, pero este se veía tan perdido como él. Ginny volvió
a poner los ojos en blanco.
— Mi novio es Connor – Cuando vio que el mayor iba a abrir la boca, prosiguió: – Sí padre,
Connor el medimago de la familia Malfoy. No es tan descabello si lo piensas, claro que lo
mantuvimos en secreto, porque yo estaba aquí cautiva y él es el médico de cabecera de los
Malfoy, por lo que lo veía casi diariamente – Se encogió de hombros con negligencia, como
si fuera que su padre tendría que haberlo predicho desde antes – Ahora que todo está
resuelto, obviamente queremos estar juntos, sin necesidad de escondernos. ¿No te parece
estupendo, papá?
Arthur parpadeó confundido; vaya al parecer hasta la pequeña de sus hijos le daba una
sorpresa al momento de encontrar pareja. Aunque nada comparado a cuando Bill le dijo que
se casaría con Severus, o Charlie que estaba con Rabastan Lestrange, o los gemelos y sus
parejas. El pelirrojo suspiró, su capacidad de asombro ya debería estar curtida. Por suerte, su
corazón funcionaba muy bien y no era propenso a tener ataques cardíacos.
— Que puedo decirte hija, si ya has tomado la decisión, solo me queda desearte lo mejor –
Arthur sonrío – Yo esperaba tenerte conmigo para poder malcriarte, pero no me quedara
más que malcriar a mis nietos.
Ginny se levantó y abrazo a su padre y, para sorpresa de Ethan, el también recibió un abrazo.
— Prometo que ambos iremos a visitarlos seguido y que pronto te presentare a Connor
como corresponde, papá.
— ¡Yo también quiero un bebé! – soltó repentinamente Fred a su novio que terminaba de
quitarse la ropa para poder acostarse.
— ¿Disculpa? – preguntó Roger, a medio camino de agacharse para sacarse las botas.
— Lo que oíste, yo también quiero tener un bebé. George está muy feliz y ni decir de mi
cuñadito.
Roger resopló, terminando de quitarse las botas.
207
— Fred, el que tu hermano y mi jefe vayan a tener un bebé, no significa que tú y yo debamos
tener uno. Traer un niño al mundo tiene que ser muy planeado, viendo los pros y los contra,
no solo por un capricho.
El gemelo puso los ojos en blanco al escuchar el razonamiento tan Ravenclaw de su pareja.
— Ese lo sé, bobo – Se cruzó de brazos y recogió las piernas sobre la cama – Es solo que…
ahora que nuestro mundo vuelve a estar en cierta calma, mi familia está nuevamente unida,
pensé que también quiero establecerme. Provengo de una familia numerosa y me gustaría
formar la mía, la mayoría de mis hermanos ya tienen a alguien a su lado, además de tener un
hijo propio. Soy el único varón que queda soltero – Hizo un mohín – Creo que me equivoqué
en la manera de decírtelo. Olvídalo mejor.
Fred se acostó en la cama, dándole la espalda a Roger y tapándose hasta las orejas. El otro
joven rodó los ojos y terminó de quitarse la ropa antes de acercarse a su novio.
— No te molestes Fred, mi gatito rojo. No es que yo no quiera formar una familia contigo,
pero me tomaste por sorpresa.
El pelirrojo volteó solo un poco para mirar a su novio.
— ¿Es verdad? ¿Tú quieres formar una familia conmigo?
— Sí quiero Fred, pero creo que antes de pensar en traer un hijo a este mundo, los dos
debemos tener una seria conversación para decidir nuestro futuro, ¿no? Hay muchos puntos
que resolver.
— ¿Y después de que hablemos…? – preguntó dubitativamente el pelirrojo, mirando

directamente a Roger.
— Entonces, sí tendremos todos los bebés pelirrojos que quieras, gatito.
Ambos se abrazaron y compartieron un beso.
Lucas miraba con atención al hombre que tenía delante, su papi Remus le había dicho que
hoy vendría a verlo su tío Rabastan, hermano de su papá Rodolphus. El hombre tenía los ojos
celestes claro, el cabello castaño y era bastante alto. Unos cuantos centímetros más que el
hombre pelirrojo que lo acompañaba y que sostenía a una niña, también pelirroja, en
brazos.
208
— Hijo, este es tu tío Rabastan Lestrange – Los presentó Remus – ¿Recuerdas que te dije
que tu verdadero apellido era Lestrange, pero como era un secreto no se le decíamos a
nadie? – El niño asintió, todavía receloso de los extraños – Pues ya no lo es, por eso tu tío
vino a conocerte.
— ¡Hola! – Rabastan se arrodilló frente al niño. Admirando su parecido con su hermano,

pero también con Black – Te pareces mucho a Rod y también a Sirius, ¿sabes? – Con cuidado
paso una de sus manos por el cabello negro de su sobrino – Mi hermano siempre adoró su
cabello tan suave como el de un ángel, siempre estaba en el espejo probando un nuevo
peinado, era muy vanidoso. También era un motivo de pelea entre nosotros, porque, como
verás, mi pelo es más revuelto – el niño tocó el cabello de Rabastan y el hombre sonrió, sus
ojos llenándose de lágrimas – ¿Puedo darte un abrazo?
Lucas asintió y también abrazo a su tío.
— Usted es mi tío Rabastan, hermano de mi padre. ¿Tiene fotos de mi papá Rod? Papi
Remus solo tenía de papá Sirius y quiero conocerlos a ambos.
— Por supuesto – sonrió – tengo muchas fotos, de seguro te van a gustar – Lestrange le hizo
una seña a su marido para que se acercara – Lucas, te quiero presentar a mi esposo, Charlie
Weasley y a mi hija, Andria Weasley, ella es tu prima.
La pequeña de cuatro años le sonrío a su nuevo primo, si bien al llegar a Inglaterra ya había
conocido a muchos nuevos primos, casi todos ellos eran de cabellos rojos.
— ¿Quieres salir a dar un paseo conmigo? ¿Solos tú yo? – preguntó Rabastan, quería salir
con su sobrino para conocerlo mejor.
— Si, ¿me vas a comprar un helado?
— Lucas – regañó Remus.
Rabastan miró al lobo y le sonrío conciliadoramente.
— No importa, yo también amo el helado, ¿vamos entonces? – Se levantó y se dirigió a

Remus – Prometo traerlo de regreso temprano y no dejaré que coma demasiadas golosinas,
en prenda te dejo a mi esposo e hija.
Weasley río al oírlo.
— ¡Genial, ahora somos una prenda! – La pequeña reía, porque su papá hacía gestos
graciosos. Su papá era muy gracioso, algunas veces – Bien, Remus como oíste, nos tienes que
recibir. También queremos helado.
209
El castaño sonrío.
— Eres bienvenido, Charlie; tú y esta preciosura. Podemos aprovechar para tomar té y

comer algunas galletitas, mientras mis tres cachorros duermen su siesta matutina – Lupin
alzo a la niña en sus brazos.–.Lucas, pórtate bien con tu tío y por favor no hagas
nada ‘accidental’. ¿Promesa de mago?
— ¡Sí, papi! ¡Promesa de mago grande!
Lucas besó la mejilla de su papi y, tomando la mano de su tío, salió del lugar dando saltitos
contentos. Remus sonrió mientras vio a su hijo salir y después giró para mirar al pelirrojo.
— ¿Te parece si vamos a buscar a los niños de Severus y de tu hermano? Sé que se llevan
muy bien con esta pequeña – Le sonrió a la niña.
— Por supuesto, vamos – respondió Charlie.
El licántropo dio instrucciones a los elfos para que miraran a sus tres cachorros y le avisaran
ante cualquier cosa. El grupo después camino hacia el área donde Severus y Bill todavía
permanecían y probablemente permanecieran durante más tiempo en el castillo, puesto que
Lucius le había preguntado al moreno si quería volver a ser profesor en la escuela.
Golpearon quedamente y un sonriente Bill les abrió.
— ¡Oh, hola! – Abrazó a su hermano – No me dijiste que venías.
— En realidad, vinimos a visitar a Lucas, no pensé que quedaría tiempo para ver, pero mi
esposo acaba de abandonarme – Hizo un puchero.
Su hermano rió, mientras saludaba a Remus con un par de besos en la mejilla.
— ¿Y entonces por qué están aquí?
— Vinimos a darte un poco de alivio – Fue Remus el que habló – Vamos a tomar té y comer
galletitas dulces y me preguntaba si quería que nos lleváramos con nosotros a tus cachorros.
— ¡Oh, seguro! – exclamó con más alivio que el de una madre dedicada como él debería
tener. – Enseguida los llamo.
Así, en menos de lo que dices Quidditch, Bill tuvo listo a sus niños y despidió a sus visitantes,
pidiéndoles que retuvieran a sus hijos el mayor tiempo posible. Charlie y Remus entendieron
y le guiñaron el ojo al pelirrojo.
— Sevy
210
La ceja derecha del pocionista crispó y fulminó con la mirada a su esposo, que se paraba muy
sensual en la puerta de su laboratorio.
— Odio ese apodo, no me llames así – siseó sin mirarlo, volviendo su atención a la poción
que estaba terminando de preparar.
— Pensé que el apodo que odiabas era Snivellus.
Severus gruñó y no se dignó a contestar.
— Te tengo una sorpresa – murmuró, acercándose a su esposo, para abrazarlo por la cintura
– Mi querido hermano vino a visitarme y se llevó a los niños con él. Tenemos al menos dos
horas para nosotros solos – continuó con un tono lujurioso, bajando sus manos, para
comenzar a darle masajes al miembro de Snape, a través de la tela de su túnica.
Severus enarcó una ceja, tomó su varita, que descansaba en la mesa y la utilizó para apagar
la llama que había debajo de su caldera.
— ¿Dos horas? – repitió, moviendo una mano hacia atrás, para apretar el trasero de Bill,
quien gimió con deseo.
— Dos horas, mi amor. ¿Vamos a aprovecharlas?
— Obviamente.
Severus giró y atrapó los labios de su marido en un beso voraz. A pesar de su edad y su
estado físico no estaba mal, Snape colocó sus manos debajo del trasero del pelirrojo, le dio
un empujón y lo obligó a rodear su cintura con sus piernas largas. Así, con Bill agarrado a él
como si fuera garrapata, tropezaron hacia el dormitorio.
Una vez que estuvieron allí dentro, las manos de ambos cobraron vida y comenzaron a
desprenderse la ropa con desesperación. Cuando finalmente lo lograron, usaron sus bocas
para poder chupar, besar y morder la piel del otro que tenían al alcance. Mientras sus bocas
trabajaban, las manos seguían activas. No queriendo desperdiciar su tiempo (¿o debería
decir suerte?) Severus se apresuró a preparar a su amante, para poder penetrarlo cuando
antes, dejando de lado los juegos sexuales previos.
Bill no importaba, él entendía, así que mientras que su marido lo preparaba, él bombeaba el
pene de Severus, para que estuviera duro y erguido al momento de entrar en su ano. Gimió,
murmuró palabras obscenas y jadeó con cada dedo que se metía dentro de él, mientras
Severus gruñía en su oído, haciéndoles promesas que lo ponían cada vez más duro.
— Oh, Merlín, Severus. Si no entras ya, voy a correrme solo por el excelente trabajo de tus
dedos.
211
— Eso sí que no – gruñó Severus, sacando sus dedos.
El pelirrojo sonrió lujurioso y abrió sus piernas más en par en par, dándole una visión muy
excitante a su amante. Liam estaba ruborizado, bañado en sudor y dándole una mirada que
podría haberle hecho venirse allí mismo. Fue por eso que Snape se apresuró en murmurar
un encanto lubricador a su pene, silbando al sentir el líquido frío en su carne caliente;
después colocó las piernas del otro sobre sus hombros y ubicó su pene en la entrada.
Bill cerró los ojos, mordió su labio y dejó salir un suspiro, mientras sentía como era llenado.
Agarró con fuerzas las sábanas de la cama e intentó relajarse. Debido a la experiencia, esto
no tardó en llegar y asintió en dirección de los ojos negros que lo miraban, buscando la
indicación de que comenzara.
Entendiendo, Severus comenzó a moverse, lento al principio y después tomando velocidad,

entrando y saliendo de ese agujero que todavía era apretado, encantado por sentir esas
paredes exprimiéndole gloriosamente.
Encontrado su ritmo, la pareja siguió haciendo el amor, de vez en cuando compartiendo

besos que llevaban todos los sentimientos que sentían el uno por el otro, susurrándose
palabras de amor y sonriéndose con cariño.
Cuando finalmente llegaron a la culminación, ambos cayeron cansados al cochón, esperando

que su respiración se amortigüe. Hace mucho que no tenían tiempo de tener sexo, puesto
que sus responsabilidades como padres, más todas las reuniones que los nuevos
acontecimientos conllevaban, dejaban a ambos hombres muy agotados y sin tiempo.
— Mmmhhh, ¿Sev? – susurró Bill, rodeando la cintura de su esposo con una de sus piernas –
¿Recuerdas que te dije que tenemos dos horas, cierto? Solo pasó media.
Severus enarcó una ceja y sonrió malicioso.
— Claro que lo recuerdo – respondió, antes de levantar el cuerpo de Liam sobre el suyo y
reclamar sus labios.
Dándole las últimas instrucciones al elfo que cuidaría a su hijo, Harry bajó a la sala a esperar
la llegada de Draco.
Ambos llevaban saliendo estos tres meses que pasaron desde que él pidiera la primera cita.
Aunque al principio las situaciones se desarrollaban en un ambiente algo tenso, pronto un
212
aire más relajado comenzó a envolver las salidas, permitiéndoles disfrutar de la compañía
del otro, reír, conversar y también coquetear.
Harry aún no estaba seguro de qué sentía por Draco, pero de que existía algo estaba seguro,
muy seguro. Al principio, creyó que solo era la costumbre de estar cerca del rubio, pero el
pasar de los días y esa vocecita y esa molesta punzada en su pecho cuando pensaba en él, le
decían que era otra cosa. Tal vez, y solo tal vez, aquellos sentimientos que tuvo para Draco
en su juventud no se habían ido nunca y solo estuvieron dormidos por todos estos años,
aplacados por la tristeza y el odio que sintió cuando lo hizo un prisionero.
Una llamada en la puerta de entrada distrajo a Harry de sus pensamientos, sabía que era
Draco, que por común acuerdo de ambos, llegaba por la puerta de entrada y no por la
chimenea, cuando tenían una cita.
— Buenas noches, Harry – saludó cortésmente, apenas posando sus labios sobre la mejilla
del moreno.
— Hola, Draco
El rubio rebusco en su tunica y saco un muñeco de felpa empequeñecido que regreso a su

tamaño natural.
— Lo vi en la tienda y no puede resistirme de traérselo a Scorpius.
Harry rodó los ojos, pero sonrío.
— Me imagino que querrás ver al pequeño caprichoso antes de irnos, ¿verdad?
— Sí, pero espero que esté dormido, porque si no, no nos dejará salir.
— ¿Y de quién es la culpa? Pues del rubio que lo malcría – comentó sardónicamente.
Draco río y comenzó a subir las escaleras, seguido de Harry. Ambos se asomaron con
cuidado a la habitación del niño, y notaron que dormía como un angelito, con el dedo en la
boca. El rubio se acercó hasta la cuna y dejó el nuevo muñeco cerca para que el pequeño lo
viese al despertar, satisfecho con ello, se alejó despacio y salió de la habitación.
— Es maravilloso – murmuró Draco.
213
— Sí, lo es – concedió, para luego guardar silencio unos minutos. – Bien, es mejor que
salgamos ya o se nos hará muy tarde.
Draco galantemente le ofreció el brazo a Harry y este lo aceptó rodando sus ojos. A veces
era muy fastidioso cuando Malfoy tenía esos gestos tan caballerosos que no iban para nada
con la actitud despreocupada que llevó el siempre.
214
Capítulo 23:
El enlace de Señor y el
hombre lobo
La transición en el Mundo Mágico se estaba llevando con relativa calma. Las cosas tomaban
su rumbo lentamente. Las pequeñas escaramuzas que se creaban entre aquellos sangres
puras renuentes al cambio y los mestizos o hijos de muggles que volvían al lugar que les
pertenecía por derecho, eran rápidamente desintegradas por la brigada de vigilancia,
brigada que Lucius se negó a disolver a pesar de todo, evidentemente su objetivo en la
sociedad había cambiado, ahora protegían el orden y la tranquilidad de todos los habitantes.
En algunas ocasiones eran las propias personas que eran testigos de las luchas las que
calmaban los altercados, puesto que ya muchos estaban cansados de pelear y sólo querían la
paz.
Llegando a un acuerdo entre las dos partes, se decidió que Severus Snape se encargaría de la
dirección de Hogwarts y Minerva McGonagall sería la subdirectora.
Por supuesto, Severus no estaba para nada feliz de haber sido escogido para ese cargo, ya
que una vez finalizada la guerra, creyó que jamás iba a tener nada que ver con el colegio y
sobretodo con los mocosos molestos, pero su amigo lo había obligado a vivir allí al final de
ella, y ahora lo obligaba a que tomara la dirección del lugar. Sin embargo, como bien su
marido se encargó de recordarle, si él no tomaba ese cargo, podría hacerlo cualquiera que
podría hacer lo que quisiera con la dirección de Hogwarts, alguien como Umbridge, y eso era
algo que el pocionista no iba a permitir.
Fue entonces que con parte de las fuerzas especiales de Lucius, y muchos magos y brujas
que se ofrecieron voluntariamente, se comenzó a reconstruir el colegio, para que fuera
habitado lo más pronto posible por los profesores y alumnos.
La principal idea que surgió entre la gente fue la de abolir el sistema de ser escogidos por
Casas, no habrían divisiones internas dentro del colegio. Eso quedaría olvidado, en lugar se
habilitarían las cuatro casas que servirían para vivir, pero no se separarían por el valor,
astucia, inteligencia, compañerismo o cualquier otra cualidad de los niños, sino más bien por
la edad. Los niños de once a catorce vivirían en una casa y los de quince a diecisiete (o
dieciocho, dependiendo de la edad que llegaran) vivirían en otra. Lo mismo sería para las
niñas. Decidieron no hacer los dormitorios mixtos, para que hubiese un mejor control sobre
los jóvenes.
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Sin embargo, Salazar Slytherin, Helga Hufflepuff, Rowena Ravenclaw y Godric Gryffindor no
serían olvidados, ellos habían fundado el colegio, era su legado. Su recuerdo estaría vivo en
el Gran Comedor, cada mesa estaría pintada y adornada con los motivos de cada fundador y
quien quisiera se podría sentar en la mesa con las insignias que creía que más lo
representaban. Si pensaba que estas eran dos, tres o todas, el alumno podía mudarse y
sentarse en las cuatro mesas las veces que quisiera, ya que no estaría ligado a ninguna de
manera permanente.
Así mismo, mientras se preparaba la infraestructura del colegio, se extendió una

convocatoria para que todos aquellos que desearan ser profesores en el colegio se
presentaran con su currículo y Hermione Granger, así como Blaise Zabini, se encargarían de
entrevistar a los posibles profesores.
Todo iba por buen camino y el próximo primero de septiembre, después de un largo tiempo
cerrado, nuevamente se abrirían las puertas de Hogwarts para el inicio de un nuevo año
escolar en el ancestral colegio de magia y hechicería.
Mansión Malfoy
Remus no dejaba de asombrarse de lo grande que era la mansión Malfoy, aunque llevaba
cerca de dos semanas viviendo en el lugar, el que ahora tenía su toque decorativo dándole
un aire más alegre, estaba seguro que todavía no había recorrido todas las habitaciones que
tiene la mansión y la verdad no creía que lograra conocerla por completo. A no ser que
tuviera un mapa completo de la mansión y fuese marcando con una X todos los lugares que
ya conocía, lo que seguramente le tomaría varios meses.
Al observar esta casa, el hombre lobo supo que únicamente fue la arrogancia lo que llevó al
padre de sus hijos a querer vivir en Hogwarts, porque si Lucius vivió aquí, no podía entender
cómo pudo cambiar esta lujosa mansión por el castillo del colegio.
Sus pequeños cachorros en ese momento estaban durmiendo en su habitación, vigilados por
la niñera que habían contratado. El castaño quería cuidar solo a sus niños, pero siendo tres,
definitivamente necesitaba manos que lo ayudaran en la labor y tuvo que dar su brazo a
torcer ante la petición de su amante. Además no podía dejar de velar los pasos de su
cachorro mayor, y hablando de él, Lucas había congeniado bastante bien con su tío Rabastan
y seguido sale de paseo junto a él y su prima pelirroja, Andria.
El castaño suspiró, las cosas habían cambiado tanto en el transcurso de un año que su casi
no reconocía su pasado reciente.
— ¿Acaso suspiras por mí? – preguntó Lucius que entraba en ese momento a la habitación.
— No Lucius, no eres el centro de mi universo. Tengo muchas cosas en las que pensar –
Remus sonrío, mientras el rubio se acercaba hasta él.
— ¿Seguro? – preguntó Malfoy antes de envolverlo en su brazos y besarlo.
216
— Mmmhhh, positivo, aunque si te esfuerzas tal vez sí te conviertas en el centro de mí

universo – El lobo guiñó un ojo – ¿Cómo han estado las cosas en el Ministerio?
— Como todos los días desde que comenzó esto. Tomará algún tiempo para que todo
regrese a la normalidad y todos vivan felices.
— No seas gruñón Lucius, tomaste la decisión correcta.
El rubio no dijo más, sólo abrazó a Remus. Pensando que sólo el tiempo les diría si sus
decisiones habían sido las correctas o no, pero siendo sincero consigo mismo era mucho más
feliz ahora que cuando él era el gran señor del Mundo Mágico.
— Mi hijo me hizo acordarme de algo importante ayer, Remus.
El hombre lobo levantó las cejas, mientras su amante lo guiaba para que se sentaran en el
sillón doble más cercano a ellos.
— ¿Qué cosa es, si se puede saber? – pregunto una vez sentado junto a Lucius.
— Que con todo esto, no estamos olvidando de algo esencial – Lo miró seriamente a los ojos
– ¿No recuerdas que quedamos en casarnos después que los bebés nacieran? Y ya casi han
transcurrido cinco meses.
Los ojos de Remus se abrieron como platos y se ruborizó quedamente, sí, se había olvidado
de ello.
— Bueno, no nos puedes culpar por olvidarlo. Han pasado muchas cosas estos meses.
— Lo sé no busco culpables, pero ahora que todo está en relativa calma, creo que podemos
empezar a organizar nuestra boda.
Remus hizo una mueca.
— Yo no sé nada de organizar una boda – masculló.
Lucius sonrió.
— Pensé en eso – comentó acariciando su mejilla – Y resulta que la pequeña pelirroja

Weasley andaba buscando un trabajo que no fuera de niñera de sus sobrinos y el ayudarte a
organizar nuestra boda le va como anillo al dedo. Estará aquí mañana para comenzar con los
preparativos.
Remus angostó sus ojos en sospecha.
217
— Veo que te has adelantado mucho, señor Malfoy.
El rubio le dio una sonrisa de autosuficiencia y lo besó profundamente.
— Me caracterizo por adelantarme a los hechos, Remus. Dentro de un mes quiero que
partamos todos, rumbo a Paris para vivir nuestra luna de miel.
Harry le dio una mirada angostada a Draco y después suspiró.
— Es demasiado pronto – decretó.
El rubio hizo una mueca de dolor y cambió de posición a Scorpius, que estaba en su regazo,
llenando de baba la nueva serpiente de peluche que su padre le había traído.
— Pensé que nos estábamos empezando a llevar mejor, Harry.
— Que nos estemos llevando mejor, que nuestra vida sexual se haya reactivado y que me
sienta bien estando a tu lado, no significa que podamos compartir de nuevo el mismo techo,
Draco. Si no lo recuerdas, déjame que te refresque la memoria, fue tu arrogancia y deseos
de mantenerme encerrado lo que hicieron que te aborreciera en aquellos tiempos. Y todo
eso es muy difícil de olvidar, querido. No me sentiría cómodo, temo que si me niegas, por
ejemplo que salga a tomar el té con mis amigos, fantasmas antiguos vuelvan a surgir entre
nosotros y no me gustaría arruinar lo que hemos avanzado.
Draco evitó la mirada verde acusadora y centró sus ojos grises en su hijo. El bebé mascaba
feliz su serpiente mientras balbuceaba varias silabas, sin conocimiento de los sentimientos
de culpa que vagaban por el cuerpo de su rubio padre.
— Entiendo, fue estúpido de mi parte pedirte que vivamos juntos de nuevo – susurró –
¿Pero al menos podrías darme el placer de ayudarme a buscar una casa? Quiero comprar un
nuevo lugar, luminoso, amplio y que sea nuestro… para que cuando decidas que estás
preparado vivamos los tres juntos.
Harry lo miró seriamente por algunos segundos, hasta que su rostro se partió en una sonrisa.
— Creo que puedo hacer eso, Draco.
Malfoy suspiró, sintiéndose aliviado por la respuesta.
218
Rabastan se arrodilló frente a la tumba de su hermano, consciente de las lágrimas gruesas
que caían de sus ojos. Dejó el ramo de flores que había traído frente a la tumba y lanzó un
rezo al aire.
— Hey – dijo Charlie, agachándose a su lado, dándole masajes a su espalda – Tranquilo, ¿eh?
Sabes que nuestra pequeña va a notar tus ojos rojos cuando regresemos a casa y eso la
angustiará mucho.
— Lo sé – masculló, limpiando sus lágrimas y suspirando – Es sólo que… hasta que Remus
me dijo que él se había encargado de enterrar a mi hermano y a Sirius, pensé que sus
cuerpos habían ido a parar a alguna fosa común, como cualquier otro mago sin importancia.
Pero ahora sé que están aquí, ambos juntos, en el lugar más bonito que pudo elegir para
ambos.
El pelirrojo sonrió y besó la abundante cabellera de su marido.
— ¿Quieres que te deje solo para que le digas algunas palabras?
Charlie se levantó al decir esa frase, pero Rabastan negó con la cabeza y detuvo de una
mano a su amante, impidiendo que se alejara de su lado.
— No tengo nada que decirle, porque sé que él me está viendo – Miró hacia el cielo – Él ve
que soy feliz, que tengo un esposo amoroso y una hija maravillosa, y que me estoy ganando
el cariño de su hijo, mi sobrino Lucas, para tratar de remediar mi error al abandonarlo en
mitad de la guerra a su suerte, mientras huía como un cobarde.
Charlie suspiró y se agachó para abrazarlo por detrás.
— No voy a aceptar que digas eso. Estabas a asustado y malherido, Rab. Cualquiera habría
reaccionado como tú. ¿Recuerdas que cuando te encontré estabas al borde de la muerte?
Rabastan se relajó en el abrazo de su esposo y miró largamente la lápida de su hermano.
— Vamos ya, mi amor. No quiero que nuestra hija enloquezca a tu hermano y al pobre
Severus, Merlín sabe que ya tiene mucho con los preparativos para reabrir Hogwarts.
Weasley sonrió y besó la mejilla de Lestrange.
— De acuerdo, vamos.
Ambos se levantaron, y por unos segundos, los ojos chocolate del domador de dragones se
posaron en la lápida.
Ten por seguro que voy a cuidar de tu hermano, Rodolphus. Tanto o mejor de lo que hace
219
Remus con tu hijo, así que ya puedes descansar en paz, tus seres queridos están en las
mejores manos.
El licántropo miró con horror la túnica que Ginny Weasley le había traído como muestra, la
boda estaba a la vuelta de la esquina y la ropa que iba a utilizar ese día lo había dejado para
el final.
— No voy a usar una túnica verde Slytherin para mi boda, Ginny – siseó el hombre lobo
mirando la prenda con desagrado.
— Lo sabía – Tiró la túnica al piso, como si oliera muy feo – Mi querido patrón me dijo que
intentara convencerte de que usaras algo de este color, y nosotros fingiremos que te insistí
mucho, ¿eh? – Guiñó un ojo y Remus rió – En realidad, tengo algo que te va a encantar.
Ella volvió a abrir el baúl que tenía enfrente y de ella extrajo una túnica de color crema, con
toques en rojo tanto en los puños como en las mangas. El chaleco que completaba el traje
era completamente rojo, no así el pantalón que era color crema, la camisa era blanca y, si no
se equivocaba, todos los botones de la túnica estaban completamente bañados en oro.
Los ojos de Lupin brillaron.
— No quiero ver más, Ginny. Me quedo con ésta.
Ella sonrió.
Cinco días después
Lucas inquietó trató de aflojar el moño ridículo que Ginny le había puesto en el cuello. Por
supuesto, como hoy era la boda de su padre, había prometido usar este traje y comportarse
bien, ¡pero él no sabía que iba a ser tan incómodo!
— Bueno, Remus ya viene en camino, ¿recuerdas lo que tienes que hacer?
— Sí, sí – gruñó – Caminar hasta el altar, llevando los anillos, no soy idiota, her-ma-ni-to.
Draco fulminó con la mirada al mocoso y por un momento sintió algo de pánico,
preguntándose si los tres bebés que ahora dormían en una cuna especial, al lado de Ginevra
Weasley resultarían igual que este niño. Por Merlín esperaba que no, y tenía la seguridad de
que su padre no los dejaría. Sin embargo uno nunca sabía con Lucius, cuando se trataba del
hombre lobo y sus caprichos.
220
— Bueno, entonces ponte a hacer tu trabajo – siseó, antes de darse media vuelta e ir en
busca de Harry.
Su esposo estaba maravilloso, evidentemente. Debía admitir que la muchacha Weasley

había hecho maravillas con la vestimenta de todos los que iban a venir a la boda y no sabían
nada de cómo vestirse correctamente. Además, Harry era el padrino por parte de su
padrastro, así que debería lucirse entre los demás. Pero también Ronald, Neville y el resto de
los pelirrojos estaban esplendidos.
— No puedo creer que Ginny haya organizado todo esto – comentó Harry, cuando llegó a su
lado, mientras admiraba las hermosas decoraciones que embellecían la mansión Malfoy,
tanto por dentro, como por fuera.
— Debo admitir que hizo un gran trabajo – aseguró, mientras lo guiaba delicadamente de un
brazo, hasta llevarlo a uno de los costados del altar, donde debería esperar a la “novia”, su
padrino, Severus Snape padrino por parte de Lucius para la boda, ya estaba allí. –
Probablemente pueda convertirlo en una carrera para su vida. Ahora que se ha establecido
la paz, muchas personas encontrarán motivos para celebrar y seguramente trabajo no le
faltara.
— Tienes razón – concedió Harry, mientras le entregaba al niño a su rubio padre – Ten
cuidado con él, ha estado fastidioso toda la mañana, no entiendo por qué.
— ¿Qué esperabas? Es un Potter, ser fastidioso viene en la sangre – comentó una voz
desdeñosa.
Tanto Draco como Harry fulminaron con la mirada a Severus, indignados en nombre de su
hijo. Scorpius sin entender lo dicho por Snape sonrío mostrando sus pequeños dientes antes
de chuparse un dedo.
— Gracias por tus sabias palabras, padrino – dijo Draco, sarcásticamente. Tomó a Scorpius
en sus brazos, besó la mejilla de Harry y después fue a buscar su lugar en la segunda fila de
las sillas dispuestas para los invitados.
Siendo típico de Lucius, la primera fila estaba reservada para todas las figuras importantes
del Mundo Mágico, porque si bien él perdió el poder de gobernarlo, no quería debilitar sus
fuertes conexiones con aquellos que eran influyentes. Después de todo, un Malfoy siempre
tendría el poder.
El rubio llegó cuando los padrinos se acomodaron, frunciendo un poco el ceño, pero el brillo
de los ojos grises, que casi estaban de color plata, indicaban lo feliz que encontraba por este
acontecimiento. Él llevaba una túnica de color verde, no había duda en eso, con detalles en
negro en el borde de la capa, el chaleco y el cuello.
— Potter, Severus – saludó con un cabeceo, antes de tomar su lugar.
221
Pronto, la hermosa melodía de un violín anunció la llegada del novio. Lucas entró primero,
luciendo tieso y con una sonrisa falsa en el rostro, nadie dudaba que esto fuera muy
estresante para un niño tan hiperactivo como él. Y unos pasos más atrás apareció Remus,
con un lindo ramo de lirios en sus manos. Una sonrisa que nadie le conocía a Lucius Malfoy
se formó en la cara de éste, al ver a su futuro esposo.
Remus conectó sus ojos dorados con su pareja y también le sonrió, aunque esta sonrisa era
más conocida en el rostro del hombre.
Al fin Lucas llegó al altar y le entregó los anillos al hombre que oficiaría la boda, luego fue a
sentarse junto a su tío Rabastan. Remus llegó junto a Lucius y compartieron un casto beso,
antes de enredar sus brazos y mirar al hombre que los iba a convertir en uno por el resto de
sus vidas.
Una vez terminada la boda, todos los invitados pasaron al patio donde se realizaría la fiesta.
Por supuesto, el lugar estaba tan maravillosamente adornado como el salón donde fueron
casados los flamantes novios. Ginny hasta se las había ingeniado para conseguir y comprar
los pavos reales blancos con los cuales Lucius Malfoy estaba tan encariñado.
— Wack, no quiero comer nada de lo que hay aquí – se quejó George Weasley haciendo un
gesto de desdén en la comida, mientras refregaba su estómago redondeado.
— ¿Mi sobrino te está dando problemas? – preguntó su gemelo, enarcando una ceja y
colocando una mano sobre el abdomen de su hermano.
— Ya no hay espacio adentro para él ni para la comida, deseo que nazca pronto, siento que
voy a reventar – refunfuñó.
— Toma, te conseguí esto – dijo Cassius, apareciendo a su lado, con un plato de pasteles de
crema con frutillas.
Los ojos del gemelo brillaron.
— ¡Gracias, mi amor!
222
— Preferiría que comieras algo salado – murmuró su esposo, frunciendo el ceño – Pero en
vista que no te quiero gimoteando todo el día, haré una excepción por hoy que es un día de
fiesta.
George no respondió, porque estaba demasiado ocupado comiendo sus pastelitos. Fred
sonrió de lado mientras lo miraba; de pronto, un par de brazos fuertes rodeó su cintura y
unos labios besaron su cuello.
— ¿Es eso por lo que quieres pasar? – preguntó Roger en un susurró.
— No me importaría convertirme en un hombre gimoteador, gruñón y panzón si el resultado

es un bebé de los dos. – respondió con convicción.
El Ravenclaw suspiró.
— Entonces creo que podemos intentarlo. – suspiró.
— ¿Lo dices en serio?
— Sip; y podemos intentarlo esta misma noche.
Remus y Lucius, quienes estaban bailando en el centro de la pista, giraron sus cabezas al oír
el chillido proveniente de una de las esquinas. El licántropo sonrió al ver como Fred abrazaba
a su pareja y le daba un beso efusivo.
— Weasley’s, siempre dando la nota – siseó Lucius.
— Oh, vamos… – rió Remus – luce muy feliz, tal y como ahora estoy yo.
Lucius dejó de fulminar con la mirada al pelirrojo y conectó sus ojos con su marido. Remus le
daba una mirada de tanto amor y felicidad, que por un momento no pudo respirar. Los
sentimientos de su querido esposo prácticamente salían de su piel y de sus ojos, llenado al
rubio y haciéndole sentir débil, pero inmensamente cálido por dentro.
— También soy feliz – murmuró, acariciando su mejilla – Hace un par de años, si alguien me
hubiese dicho que iba a estar casándome hoy con un Gryffindor, que tendría tres bebés
recién nacidos, un hijo adoptivo y con Draco prácticamente a los pies y amarrado a Potter,
eso sin contar que por decisión propia dejaría de ser el gobernante del Mundo Mágico… –
suspiró dramáticamente – Creo que el pobre insulso hubiese recibido un Avada Kedavra.
223
Remus sonrió y puso los ojos en blanco.
— Tirano – murmuró cariñosamente, antes de besarlo.
Lucius le dio su sonrisa característica de los Malfoy, antes de atraerlo para un

beso verdadero.
Cerca de ellos, Harry miraba como se besaban, mientras bailaba con Draco.
— Creo que nunca voy a acostumbrarme a eso.
El rubio miró hacia donde le indicaba su pareja e hizo una mueca.
— No tienes por qué hacerlo, yo, definitivamente, nunca voy a hacerlo y más aún con Lucas
y su forma irónica de llamarme “hermanito”. No sé por qué dicen que él es un perfecto
Gryffindor, cuando yo veo más tendencias Slytherins en él que otra cosa.
Harry sonrió y apoyó su cabeza en el hombro de Draco. Scorpius había sido llevado a una de
las habitaciones para que descansara, ya era tarde para el pequeño que se había quedado
dormido en brazos de Harry.
— He estado pensando en lo que me dijiste ayer… Acerca de ir a pasar todos los domingos a
tu nueva casa.
El de ojos verdes sintió tensarse levemente a su pareja.
— ¿Y qué decidiste?, si crees que nuevamente voy muy rápido, lo entenderé. No quiero
presionarte.
— No, en realidad no tengo problemas en ir con nuestro hijo cada domingo a visitar la casa –
Draco sonrió inmensamente – Podía aprovechar también para ver cómo va la decoración del
cuarto de Scorpius, no deseo que sea todo con motivos demasiados Slytherins.
Draco asintió dándole la razón, sin duda, porque haciendo esto, Harry estaba prácticamente
aceptando que su hijo iba a pasar mucho tiempo en esa habitación y, viniendo a la casa
todos los domingos, se haría más familiar con ella, hasta que finalmente nunca se quisiera ir
de allí.
El rubio sonrío, pensando en el nuevo futuro que le esperaba junto a su familia.
La fiesta duró hasta que el sol comenzó a mostrarse en el horizonte, algunos terminaron
224
espléndidamente, otros no tanto y algunos probablemente tendrían una jaqueca que les
duraría todo el día, pero nadie iba a negar que se divirtieran como nunca.
La pareja recién casada, después de tener un sueño de al menos cinco horas (con una
romántica noche de bodas incluida), junto a todos sus hijos menores, equipaje y dejando las
indicaciones necesarias, partieron de viaje a Paris.
Lucius se prometió, evidentemente, que después de que todos sus hijos tuvieran la
suficiente edad como para quedarse en casa, le daría a Remus una verdadera Luna de Miel,
en la que estuvieran los dos solos y, si el destino así lo quería, podrían encargar un último
bebé.
Fin
225
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1

Aquellos magos y brujas que lucharon en el bando de la luz y no perecieron o no lograron

Solo aquellos cercanos a Lucius Malfoy tienen el derecho de tomar esclavos.

Capítulo 1: Doble Vida

Un sonriente George salio de la trastienda.

— Bray te quedas a cargo iré con Fred por ahí… ya sabes.

El pelirrojo salió de la tienda silbando y ajustando la solapa de su abrigo de piel de dragón, el

— Lo siento guapo, soy un hombre comprometido – el pelirrojo le guiño un ojo y le lanzo un

El joven suspiró y agito su mano en señal de despedida, volviendo de inmediato su atención

— ¿Qué tal, Clarice? – saludó cortésmente.

— Bien, tú sabes. – la chica se encogió de hombros – Si buscas a Fred… pasa.

— Oh, mi querido George. ¿Ya es hora?.

Fred beso al joven y luego a la rubia, para después salir de la habitación.

— ¿Sabes dónde está Remus?

— Mmmhhh… tiene una clienta.

George asintió solemnemente.

— Mañana iremos a visitarlo. De seguro le encantara nuestro nuevo caramelo arcoiris.

— Como siempre querido hermano.

Con un ¡crack! ambos desaparecieron.

— Oh… claro, el disfraz. ¿No te gusto castaño? – hizo un puchero.

— Me gustas al natural. – una sonrisa lasciva surco el rostro del moreno.

— ¿Qué hacías tú en ese lugar? – siseó entrecerrando los ojos.

— Aparte de promiscuo, resulta que tu hermano tiene gustos extraños.

El pelirrojo golpeo la cabeza de su novio.

— Mi hermano no tiene ‘ese tipo’ de gustos – farfulló, indignado a favor de su gemelo – Tú

— ¿Querrá tu hermano salir con el enemigo?.

— ¿Por qué no? A mí me fascina, es excitante, clandestino…

George beso a su pareja para silenciarlo.

— Lo sé… pero…– el pelirrojo se mordió el labio inferior, mostrando un gesto preocupado.

Un silencio, un tanto tenso, se instaló entre ambos.

— … – Cassius carraspeó – ¿Tardará mucho tu hermano?

— Lo usual, si no tiene ningún imprevisto.

— No te preocupes, envié a mi gente a patrullar otro sector de la ciudad.

— Eso se llama corrupción, mi querido Slytherin. – murmuró sonriente.

El pelirrojo negó con su cabeza.

— Mejor usemos el tiempo en algo más placentero.

El Slytherin se levantó de su asiento, llevando consigo su valiosa carga. El pelirrojo rodeó el

Depositó allí a George y se apresuró a desprender sus pantalones. Intercambiando una

— Cada día me gusta más como me haces el amor – jadeó George.

— Lo sé Cassius… – besó su mejilla – Ahora sí quiero comer algo…

El Comandante solo suspiró al reconocer el cambio de tema.

— A un metro de distancia apareció una mujer de cabello rubio, corto y rizado.

La mujer se llevó un dedo a la boca para silenciar al moreno.

La rubia se encogió de hombros y sonrió.

— Llámame Tangia. – la mujer guiño un ojo.

— Bien, Tangia… – sonrió divertido – ¿lo tienes?

— ¡Wow! – exclamó el moreno.

El moreno examino la mercancía, con una sonrisa de satisfacción en el rostro.

— El precio… ¿es el que pactamos?.

— Claro, un trato es un trato.

— De nada, ya sabes… lo hago por diversión – guiñó un ojo.

El moreno empequeñeció las cajas nuevamente y las guardo en el bolsillo de su túnica.

La rubia asintió y beso la mejilla del hombre para despedirlo.

La rubia los tomo y guardo en su bolso.

— Gracias… – hizo una mueca insegura – ¿Cómo están mis hermanos?.

Los ojos del hombre brillaron de alegría.

— Es hora de despedirnos guapo… ¡Ciao! – la mujer le lanzó un beso antes de desaparecer

George, nuevamente castaño, apareció tras diez minutos de espera.

— Veo que el ‘camuflaje’ no oculta las marcas rojas en tu cuello.

— ¡¿Qué?! – George se llevó ambas manos al cuello.

George gruñó, fulminándolo con la mirada.

— Me lo debes por la espera – rió Fred.

— ¿Lo tienes todo?

— Todo, tendremos clientes felices y más dinero en nuestra bóveda.