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Además, es una técnica muy fácil de usar ideal para esos momentos en los que nos
inunda la ansiedad y las emociones negativas o le estamos dando vuelta a
pensamientos obsesivos o rumiativos. En los siguientes apartados te explicaremos qué
beneficios tiene y cómo se practica.
Lo que debes hacer para poder practicarla es cerrar los ojos y escuchar qué sonidos hay
a tu alrededor. Después de estar un rato escuchando lo que deberás hacer es
pensar cuáles son los sonidos que escuchas mejor. A continuación, debes abrir los
ojos y decir los tres primeros colores que veas con más nitidez. Finalmente,
deberás decir en alto cuáles son las tres sensaciones que en ese preciso instante está
experimentando tu cuerpo.
Ahora bien, la manera de practicarla es un poco más complicada que la anterior, ya que
requiere que memorices una serie de pasos. Los pasos son los siguientes:
1. Piensa en qué 5 cosas puedes ver en este momento. Pueden ser objetos que
tengas alrededor como, por ejemplo: un teclado, una ventana, una puerta, un
ordenador, el teléfono móvil...
2. Ahora piensa en qué 4 cosas puedes tocar. El objetivo es que puedas sentir la
textura. Por ejemplo, puedes fijarte en el tacto y textura de la camiseta que llevas
puesta.
3. Después repara en qué 3 cosas puedes oír. Por ejemplo, el ruido de un
ordenador, el pitido de un coche, etc.
4. A continuación analiza qué 2 cosas puedes oler. Puedes fijarte en la colonia
que llevas puesta, en el olor de tu pelo...
5. Finalmente y después de realizar lo anterior, piensa en 1 cosa que puedas
saborear. Puede ser un caramelo que lleves en el bolsillo o incluso pensar en el
frescor que te ha dejado la pasta de dientes de por la mañana.
Además de las dos anteriores, que quizás sean las más conocidas y recomendadas por
los psicólogos para hacer un contacto con la realidad, también hay muchas otras como,
por ejemplo: ponerse descalzo y sentir el suelo, caminar sobre diferentes
superficies, ejercicios de respiración, etc.