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2.

LO PRIMERO: EL CORAZÓN

VINCULACIÓN

Dinámica: “el asiento de…”

Organizar las sillas en forma de mesa redonda dejando una silla en el centro.

A cada persona se le entrega un papel donde se encuentra una de las siguientes


palabras: miedo, dolor, ira, tristeza, paz, amor, maldad, voluntad, gozo, fe. Si son
muchos los asistentes solo se realiza la dinámica con pocas personas.

Cada persona que reciba el papel deberá sentarse en la silla del centro y representar la
palabra que le fue asignada, solo usando gestos y expresiones corporales. Los demás
deben identificar qué sentimiento o actitud se está representando; así se hace con cada
persona hasta terminar con los papeles distribuidos.

Al finalizar la actividad se formula la pregunta: ¿Qué deseo sentar en el trono de mi


corazón?

CONCIENTIZACIÓN

El termino corazón tiene diferentes connotaciones. En hebreo, la palabra corazón es


“Leb”, significa “corazón, mente, en medio de”. Puede referirse al órgano del cuerpo,
pero también se refiere al fuero interno del ser humano, su propia persona
(Deuteronomio 30:14). Hace referencia al “verdadero yo”, y como tal, es la fuente de
todo lo que hace el hombre: pensamientos, deseos, palabras y acciones que fluyen
desde lo más profundo de su ser. Así, cualquier fruto que vemos en una persona es
producido por su corazón. ¡El corazón es, entonces, el centro de la personalidad del
hombre! (Mateo 12:34-35)

1. El corazón, punto de enlace entre el espíritu y el alma

 El corazón corresponde a lo que es en el alma la voluntad, y no al aspecto


emocional.
 Es el mayordomo de nuestro espíritu, pues, es el corazón el que nos permite o
nos impide escuchar y obedecer a Dios. Es aquí, donde nuestro corazón ocupa
su función más importante: aceptar o rechazar lo que viene del espíritu (que
viene de Dios).

 Para cualquier comunicación, el espíritu usa la conciencia y el alma usa la


mente. La conciencia es la encargada de trasmitir las órdenes de Dios. La mente
es la encargada de interpretar (traducir), razonar y hacer comprensible la voz de
la conciencia para nuestro yo o alma. Pero, entre estas dos, está el corazón, que
no sólo es el nexo entre ellas, sino el filtro.
 Si el corazón está limpio, pasará la Palabra, tal como viene del espíritu al alma;
si no lo es, resistirá, y la mente comenzará a producir argumentos. El corazón
prejuiciado corrompe la mente. Como vemos, conciencia, mente y corazón
trabajan juntos.

En Efesios 4: 17- 18, el apóstol Pablo, establece una escala gradual que el creyente
recorre cuando no cuida el corazón:
Inicia con una mente vana, poco profunda en la verdad de Dios, dando lugar a pensar
en cosas superficiales del mundo que van tomando el control. Esto conlleva a que
nuestro entendimiento se oscurezca, no tenemos lucidez ni claridad respecto a la
voluntad de Dios pues no logramos percibir lo que viene de Él. Esto nos lleva a que nos
releguemos de su presencia y más bien contemplemos desde lejos como otros disfrutan
de un “banquete espiritual” cada día.

El siguiente paso es que somos arrastrados cada día más a la ignorancia, dejamos de
crecer espiritualmente por no conocer su verdad y su voluntad; a esto se le añade
culpas, y engaños que se van cargando en el camino. El resultado final es la pérdida de
sensibilidad del corazón fruto de que se ha ido endureciendo, en esta condición
podemos estar haciéndonos daño y no saberlo.

2. Un nuevo corazón

 Nuestro corazón debe ser limpiado constantemente, en Teoterapia, es lo primero


que debe ser sanado (Proverbios 4:20-23). La exhortación divina va enfocada a
nuestro corazón:

“Atento a mis palabras” Genuino interés


“No se aparten de tus oídos” Querer escuchar sus razones
“No se aparten de tus ojos” Firmeza en la decisión
“Guárdalas en medio de tu corazón” Hacerlos parte de uno mismo

 El corazón no está diseñado para ser el que dicta las órdenes, sino el que las
acata voluntariamente
 Una vez que una persona recibe a Cristo, recibe un espíritu nuevo, y la Biblia
afirma que también un corazón nuevo (Ezequiel 36:26)
 El corazón nuevo no significa que Dios nos da una nueva voluntad, sino que por
primera vez va a poder funcionar conforme al diseño con que fue creado. Ahora,
el corazón es libre; puede elegir entre seguir decidiendo por sí mismo,
produciendo más pecado, o seguir a Dios, obedeciéndole en todo.

Aplicación Teoterápica

Tener un nuevo corazón, es tener una nueva oportunidad de elegir entre la carne
(nosotros mismos) y el espíritu (lo que viene de Dios). Es también un nuevo deseo por
obedecer (Filipenses 2:13). No es algo ya completamente hecho, o que es hecho nuevo
una sola vez y luego se envejece; sino que cada día lo debemos renovar, una y otra
vez.
Renovemos la entrega de nuestro corazón para acatar sin argumentos la Palabra de
Dios y su dirección para los asuntos de nuestra vida. Si mantenemos limpio nuestro
corazón, este será guardado y se mantendrá sensible a su voz.

DETERMINACIÓN

A cada asistente se le entregará una silla impresa en un papel (ver la imagen), y se le


invita a escribir allí lo que quiere “sentar en el trono de su corazón”, de ahora en
adelante. Por ejemplo: fe en las promesas de Dios, amor por la familia, gozo en medio
de las pruebas, etc.

CONSAGRACIÓN

En oración, guiar a los asistentes a pedirle al Espíritu Santo que les muestre el estado
de su corazón hoy, identificando cuáles son los razonamientos con los que están
luchando cuando leen la Palabra de Dios; e invitarlos a renunciar a todas aquellas
cosas que ha albergado en el corazón contrarias a la verdad de Dios.

Canción sugerida: “Yo quiero más de ti” Jaime Murrell.


https://www.youtube.com/watch?v=dIadYInXA64
REPRODUCCIÓN
Con base en lo que en oración haya renunciado, establezca un plan de acción que le
permita incorporar aquellas nuevas actitudes, hábitos, acciones que sean necesarias,
por ejemplo: si lo que se requiere es fortalecer la fe en las promesas de Dios,
dispóngase a sacar el tiempo para extraer aquellas promesas que Dios le ha dado,
escríbalas y colóquelas en un lugar visible para recordarlas continuamente, y así
sucesivamente con cada cosa que sea necesario incorporar de nuevo.

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