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¿Cuánto vale una Vida?

- Reflexión octubre 2012

En este mundo cambiante y desenfadado de verdades que se publican


crudamente y mentiras que se pretende sean verdaderas,  todo se
compra o se vende según el interés particular de cada quien. Y de tanto
en tanto, nos topamos con la cruda realidad de darnos cuenta que el
morbo siempre tiene un precio muy alto.

La sociedad conmovida por un crimen absurdo que cobra una vida por el
solo hecho de que no se pagó lo ofrecido, o sabe Dios cuál sea la
verdadera razón, la misma que entra en el juego del rating que subordina
los valores y exacerba el placer por el espectáculo, cíclica y ávidamente. 

¿Cuánto vale una vida en medio del juego de los medios? Depende,
dicen los hechos en la lectura de los mismos. Pues si se trata de un
personaje público, o si este quiere exponerse, se puede hacer leña del
árbol aunque este no haya caído todavía o acaso esté por hacerlo.  Para
otros, en cambio, la vida es un bien invalorable, que aun cuando la propia
Constitución Política del país consagre diciéndonos que «la defensa de la
persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la
sociedad y del Estado»(1), lo cierto es que en la práctica cada día vemos
con estupor que, en realidad, no se la valora.

Cuando Jesús murió en la Cruz del Calvario nos dio la mayor muestra del
significado que tiene cada una de nuestras vidas para el Creador.  Cada
gota de su sangre es la expresión más sublime del valor que tenemos
como seres humanos, y esto a pesar de nuestras imperfecciones, a pesar
de las cosas que ocultamos, o que tememos que se conozcan, y que no
estamos dispuestos a venderlas porque sabemos bien que nuestra
dignidad no tiene precio, aunque seamos nosotros mismos quienes la
hayamos mancillado.

Mas qué bueno es saber que el precio de tus verdades ocultas, de


aquellas que te avergüenzan, ya fue pagado con creces. Jesús lo hizo
para redimirte. Y la redención no es otra cosa que la compra de aquel
que está bajo yugo, a fin de darle libertad plena. Una libertad que muchos
no disfrutan porque simplemente no han llegado a entender que hay una
gran verdad que no se compra ni se vende, pero que libera el espíritu y el
alma abatida. Es la libertad de la que hablan Las Escrituras cuando
dicen:
«Entonces conocerán la Verdad, 
y la Verdad los libertará»(2)
Jesús es esa Verdad, la única y auténtica verdad por la que vale la pena
jugárselo todo, porque no hay nada que perder con Él. Porque Él jamás
dejará que tu dignidad sea vituperada, porque Él sí sabe cuánto vale tu
vida.

¡Pagó con su sangre!


Rev Julio César Lugo

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