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CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
MATERIA: Revelación y Fe
UNIVERSITARIO: Nathaly Belen Mamani Flores
DOCENTE: Lic. P. Fidel Villca Casas
FECHA: Diciembre 2021
La Paz – Bolivia
“EL HOMBRE EN BUSCA DE DIOS EN TIEMPOS DE PANDEMIA”
OBJETIVO GENERAL
OBJETIVOS ESPECIFICOS
Sin embargo, hoy parece que somos muy diferentes: no tenemos estas
preocupaciones. Muchas personas excluyen todas las referencias a la religión
en sus vidas. En principio, no se oponen a ella, pero no les interesa en absoluto
el tema de Dios.
Parece que la soledad es, hoy en día, una de las causas más corrientes, por las
que muchas personas buscan a Dios.
Este estado de situación que muestra el COVID-19, acerca a los seres humanos
a sentimientos de pérdida, soledad y muerte, de acuerdo a la percepción del
riesgo de gravedad de la enfermedad. El fallecimiento de un ser querido es uno
de los acontecimientos más estresantes de la vida: La pérdida es seguida de un
período de luto y de aflicción y el tránsito de duelo puede durar unos meses o en
casos patológicos no terminar nunca. En este sentido no existen patrones de
tiempo y el duelo dependerá de multiplicidad de factores, desde la posibilidad de
expresar las emociones, del haber logrado despedirse de la persona y haber
cerrado el vínculo, la aceptación de la muerte, del nivel de negación sobre la
muerte, entre otros (Pereira, 2002).
Ahora, con el COVID-19, los seres humanos están más inseguros y, “es cuando
más cercanos estamos de Dios”. Ya así lo decía el Padre Pedro Arrupe
(prepósito general de la Compañía de Jesús entre 1965 y 1983): ahora que me
siento más vulnerable, frágil, es cuando mayores posibilidades tengo de
encontrar, porque estoy más cerca de Dios.
La pandemia nos ha llevado a espabilar el oído y a escuchar de nuevo a Dios
penetrando el silencio y la noche del sufrimiento. Este trance existencial en el
que la pandemia nos ha situado ha sido –continúa siéndolo– un útero en el que
sin premura se gesta y alumbra una nueva experiencia de Dios. Se tejen nuevos
significados y se descubren, redescubren y fortalecen caminos de compromiso
con nuestras sociedades, así como cambios en la forma de relacionarse con la
naturaleza. La fe no es coraza, ni refugio, ni confort, ni un repliegue sobre sí
mismo; es encarnación en la complejidad de lo real, gestando el sentido,
asumiendo “la intranquilidad definitiva a la que lo conduce el Evangelio”
reconociendo el rostro de Dios en cada persona y cada situación, por dolorida y
maltrecha que esté.
La pandemia nos trajo muchas tragedias en estos años, que nos afectaron no
solo en la salud física, también en la salud mental, ya que hubo una propagación
de temores, angustias, dolor y miedos, esto llevó a que muchas personas
empiecen a buscar a Dios, apoyarse y buscar protección en el por el sufrimiento
vivido por la pérdida de un ser querido y sentirse solo y vacío.