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Al contar una anécdota desplegamos modos de representarnos ante los demás que
pueden mostrarnos como ingeniosos, torpes, heroicos, dubitativos, etc., lo que contribuye
de los otros nos constituye de la misma manera que la autoimagen que nos forjamos.
Quizás el trabajo con anécdotas sea un recurso interesante como primer disparador
a partir del cual instalar los ejes problemáticos que en este itinerario queremos abordar:
tensionados con las normas lingüísticas escolares y extraescolares; fronteras no del todo
eso, por medio de qué acciones, palabras?, ¿cómo representa a los demás: como
ayudantes, como oponentes vencidos, como contrincantes más hábiles?, ¿hay palabras
que muestren un nivel de involucramiento importante con lo que se está contando, que
den cuenta de que esa situación moviliza emocionalmente al que relata la anécdota:
adjetivos calificativos, ciertos verbos, pronombres de persona?, ¿notás que hay ciertos
usos de lenguaje más bien privados o formas de decir las cosas que no serían las más
“correctas”?, ¿esas formas de hablar son las que esa persona emplea habitualmente o
cambia su lenguaje cuando relata este tipo de historias?, ¿considerás que esos usos de
de puntuación, por ejemplo?, ¿te resulta problemático intentarlo?, ¿esta persona se vale
literario a causa de ello o de algún otro factor, por ejemplo, porque participan de lo
trágico o de lo cómico?, ¿qué nos dicen estas anécdotas acerca de quién es esa persona?,
¿son representativas de su carácter tal como la conocés?, ¿son un reservorio de relatos
Una consigna como esta puede servir para generar una primera sensibilidad en
podrá llevar a cabo una construcción colectiva con el grupo en la cual se discutan
autorrepresentación, a las relaciones entre la lengua y el poder, pues muchas veces las
personas son discriminadas por sus modos de hablar particulares, pero también se podrá
discutir sobre las complejas relaciones entre lengua oral y lengua escrita, debido a los
Otro eje de reflexión que será interesante desplegar haría a cómo cada familia
posee un anecdotario típico: relatos acerca de cómo se dio el nacimiento de sus miembros,
de cómo empezó a hablar uno de los integrantes, de rasgos chistosos o de otra índole
singulares que “pintan de punta en blanco” cierta imagen que en una casa se tiene de
alguien de la familia, etc. Expresiones como “¡Te acordás del día en que mamá me
dijo…!” o “Nunca me voy a olvidar de la vez en que tu hermano…” suelen ser las puertas
de entrada a las historias que nos contamos una y otra vez con quienes vivimos y junto
con quienes construimos las imágenes de nosotros mismos. Esos relatos nos modelan
pensarlo como una especie de libro o álbum oral que “releemos” o “revisamos”, a veces
estudiantes por una u otra de las problemáticas que estamos planteando: podemos buscar
cuentos y ver qué mecanismos comparten estas narraciones con los relatos ficcionales en
lo que respecta a la construcción del “drama” que se representa; podemos quedarnos con
las anécdotas humorísticas y ver cómo se logra la comicidad por medio de usos de
lenguaje determinados y/o por situaciones disparatadas o por formas de actuar ingeniosas;
podemos pensar los lazos existentes entre lengua y poder investigando cómo ciertos
discursos y modos de decir son censurados por “incorrectos” (porque quien habla aspira
Para pensar esto último, será productivo apelar a la literatura, puesto que muchos
decanta por incorporar las hablas de los sujetos más desfavorecidos de la sociedad.
En caso de que nos interese traer a colación este eje de discusión, transcribo aquí
un poema de Alberto Cisnero, escritor argentino que en su libro Las Casas recupera buena
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existentes, arcaísmos, etc. El título, más particularmente, nos puede retrotraer a frases
coloquiales como “¡Vaya para las casas!”, expresión en la que se reconoce un uso privado
de la lengua típico de las zonas rurales y que se emplea para nombrar el hogar. La obra
de Alberto Cisnero es una fabulosa cantera de usos de la lengua que ponen en entredicho
Una vez trabajadas algunas de estas cuestiones, podría ser interesante meterse en
la exploración de uno de los “géneros del yo” sobre los cuales hago propuestas en las