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La anécdota – Leonardo Lugo

(fragmento de “Escritura y subjetividad”, capítulo de La Cruzada de los Textos.

Actividades de Lectura y Escritura para el Nivel Secundario)

La anécdota es definida así por Ana Padovani en Contar cuentos. Desde la

práctica hacia la teoría:

Proviene del griego anékdotos, y, según el diccionario, es una relación o noticia,


ordinariamente breve, de algún suceso particular más o menos notable. Esta aclaración da una
buena idea de lo que se trata, sería algo así como el “chisme”, el relato realista, costumbrista, que
no satisface tanto el goce estético como la curiosidad y, muchas veces, la diversión. Presenta una
situación y un desenlace al igual que en el cuento, pero se diferencia de aquél en que no profundiza
ningún aspecto ni procura ir más allá de la referencia puntual a la que alude. [PADOVANI, 2008,
23-24]

Al contar una anécdota desplegamos modos de representarnos ante los demás que

pueden mostrarnos como ingeniosos, torpes, heroicos, dubitativos, etc., lo que contribuye

a delinear nuestra identidad, en tanto reafirmamos o desbaratamos cierto carácter nuestro

que se juega a un tiempo en un plano individual y en un plano colectivo, pues la mirada

de los otros nos constituye de la misma manera que la autoimagen que nos forjamos.

Quizás el trabajo con anécdotas sea un recurso interesante como primer disparador

a partir del cual instalar los ejes problemáticos que en este itinerario queremos abordar:

vínculos entre relato, escritura y subjetividad; modos de representarnos/de representar a

los otros en términos heroicos/degradados/etc.; usos de la lengua idiosincráticos y tal vez

tensionados con las normas lingüísticas escolares y extraescolares; fronteras no del todo

discernibles entre verdad e invención; entre otros.

Podríamos, entonces, compartir anécdotas con nuestros alumnos, discutir rasgos

de su composición, de los contextos en que solemos contarlas. Podríamos pedirles que


relaten anécdotas propias o de otros. Luego de ello, para iniciar un camino de exploración

sobre el género, podríamos darles una consigna como la siguiente:

_Entrevistá a un/a abuelo/a tuyo/a, o a tu mamá/papá, o a un pariente o conocido. Pedile

que te cuente anécdotas de su juventud. En lo posible, grabá su relato y luego transcribilo

en un cuaderno. En otro momento, analizá esa/s anécdota/s teniendo en cuenta los

siguientes aspectos: ¿cómo se presenta a sí mismo quien cuenta la anécdota: como

alguien heroico, ingenioso, inteligente, torpe, inocente, “canchero”?, ¿cómo se logra

eso, por medio de qué acciones, palabras?, ¿cómo representa a los demás: como

ayudantes, como oponentes vencidos, como contrincantes más hábiles?, ¿hay palabras

que muestren un nivel de involucramiento importante con lo que se está contando, que

den cuenta de que esa situación moviliza emocionalmente al que relata la anécdota:

adjetivos calificativos, ciertos verbos, pronombres de persona?, ¿notás que hay ciertos

usos de lenguaje más bien privados o formas de decir las cosas que no serían las más

“correctas”?, ¿esas formas de hablar son las que esa persona emplea habitualmente o

cambia su lenguaje cuando relata este tipo de historias?, ¿considerás que esos usos de

lenguaje podrían generar rechazo en quienes no la tratan íntimamente?, ¿cómo harías

para anotar en tu cuaderno la forma de hablar de tu entrevistado en cuanto a los signos

de puntuación, por ejemplo?, ¿te resulta problemático intentarlo?, ¿esta persona se vale

de gestos, ademanes y expresiones faciales particulares que acompañan a las palabras?,

¿te parece que se introducen “fabulaciones” o exageraciones en hechos verídicos?, ¿son

distinguibles la realidad y la invención?, ¿creés que estos breves relatos se acercan a lo

literario a causa de ello o de algún otro factor, por ejemplo, porque participan de lo

trágico o de lo cómico?, ¿qué nos dicen estas anécdotas acerca de quién es esa persona?,
¿son representativas de su carácter tal como la conocés?, ¿son un reservorio de relatos

que funcionan como realización de deseos?

Una consigna como esta puede servir para generar una primera sensibilidad en

nuestros alumnos acerca de cómo se traman relato, escritura y subjetividad. En un

momento subsiguiente a la realización de estas entrevistas y de recabar información, se

podrá llevar a cabo una construcción colectiva con el grupo en la cual se discutan

cuestiones que hacen, además de a la tendencia humana a la narración y a la

autorrepresentación, a las relaciones entre la lengua y el poder, pues muchas veces las

personas son discriminadas por sus modos de hablar particulares, pero también se podrá

discutir sobre las complejas relaciones entre lengua oral y lengua escrita, debido a los

problemas que conlleva la transcripción de testimonios orales en un texto escrito.

Otro eje de reflexión que será interesante desplegar haría a cómo cada familia

posee un anecdotario típico: relatos acerca de cómo se dio el nacimiento de sus miembros,

de cómo empezó a hablar uno de los integrantes, de rasgos chistosos o de otra índole

característicos de uno de los familiares, de cómo se conocieron mamá y papá, de episodios

singulares que “pintan de punta en blanco” cierta imagen que en una casa se tiene de

alguien de la familia, etc. Expresiones como “¡Te acordás del día en que mamá me

dijo…!” o “Nunca me voy a olvidar de la vez en que tu hermano…” suelen ser las puertas

de entrada a las historias que nos contamos una y otra vez con quienes vivimos y junto

con quienes construimos las imágenes de nosotros mismos. Esos relatos nos modelan

tanto como nuestros actos, sería lícito sostener.

A ese anecdotario recurrente, que se repite y se agranda año a año, podríamos

pensarlo como una especie de libro o álbum oral que “releemos” o “revisamos”, a veces

fragmentariamente, para reafirmar, explorar o repensar nuestra identidad.


Una vez establecidas estas reflexiones, podremos ahondar alguna de esas líneas

que intentamos instalar, siempre en función de cuán convocados reconozcamos a los

estudiantes por una u otra de las problemáticas que estamos planteando: podemos buscar

cuentos y ver qué mecanismos comparten estas narraciones con los relatos ficcionales en

lo que respecta a la construcción del “drama” que se representa; podemos quedarnos con

las anécdotas humorísticas y ver cómo se logra la comicidad por medio de usos de

lenguaje determinados y/o por situaciones disparatadas o por formas de actuar ingeniosas;

podemos pensar los lazos existentes entre lengua y poder investigando cómo ciertos

discursos y modos de decir son censurados por “incorrectos” (porque quien habla aspira

las S, porque la selección léxica que emplea no es la más técnica, etc.).

Para pensar esto último, será productivo apelar a la literatura, puesto que muchos

textos literarios se construyen, en ocasiones, absorbiendo discursos que suelen ser

considerados poco prestigiosos. La literatura se nutre del habla cotidiana, y a menudo, se

decanta por incorporar las hablas de los sujetos más desfavorecidos de la sociedad.

En caso de que nos interese traer a colación este eje de discusión, transcribo aquí

un poema de Alberto Cisnero, escritor argentino que en su libro Las Casas recupera buena

parte del acervo familiar quichua:

1-

traslado otras líneas. desde mi lengua


particular materna. a ésta, casta a medias.
quichuistas todos en las casas. bestias del mismo
pelo. referencias a tiempo y lugar: ayer murió
envenenado el gato. económico su nombre.
después le compondré un soneto, una tardía
moción. los animales que sufren se parecen.
reiterarse habrá que. intercalar agua coloreada
con sangre. vamos a extrañarte, ezra.
en un cónclave mencionaron el gentilicio
cultura. atiné a ponerme el pulóver.

En este poema, y en el resto del poemario, Cisnero “entrechoca” diversos usos de

la lengua: expresiones coloquiales, formas de decir familiares que no se ajustan a la norma

(“un repente”, por ejemplo), cultismos, citas literarias, deformaciones de palabras

existentes, arcaísmos, etc. El título, más particularmente, nos puede retrotraer a frases

coloquiales como “¡Vaya para las casas!”, expresión en la que se reconoce un uso privado

de la lengua típico de las zonas rurales y que se emplea para nombrar el hogar. La obra

de Alberto Cisnero es una fabulosa cantera de usos de la lengua que ponen en entredicho

las formas canónicas de emplear el idioma castellano.

Una vez trabajadas algunas de estas cuestiones, podría ser interesante meterse en

la exploración de uno de los “géneros del yo” sobre los cuales hago propuestas en las

páginas que siguen: relato de viajes, autobiografía, soliloquio, relato memorialista.

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