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Palabras alusivas.

Todo lo que forma parte de nuestra vida nos identifica y marca plenamente
nuestra existencia como personas actuantes y pensantes, de visión y de
misión. Pensamientos, inclinaciones, opiniones, convicciones e ideas propias,
en concordancia con actitudes, maneras de actuar y cualidades que
caracterizan el modo de manejarnos al transcurrir nuestra vida, no son ni
más ni menos que una definición de lo que somos. Y si de identidad
hablamos, Manuel Belgrano ha trabajado con gran esfuerzo, diplomacia,
ejemplo, pero por sobre todas las cosas con coherencia y unión entre su
conducta y su manera de pensar, manifestando en todo momento cuál era su
escala de valores, para que seamos la Patria que somos y entendamos,
verdaderamente, en qué consiste el verdadero amor hacia ella.

Manuel Belgrano fue un argentino capaz de pensar en todos los aspectos que
hacen al futuro del país, como así también en defenderlos con gestión,
palabra y meditación.

Y como si esto fuera poco, nos regaló el sentido de nuestro símbolo nacional,
aquel que se hace piel en cada situación importante de nuestra vida y de
nuestra historia: la Bandera Argentina marcando así el inicio de nuestra
existencia, máximo símbolo de patriotismo, lealtad, naturaleza y
nacionalidad.

Sabiendo que esto no es poco, a partir de aquí debemos tomar el


compromiso ineludible, como lo hizo Manuel Belgrano, y comprometernos a
encarnar la obligación de trabajar y mejorar el principal pilar básico, el más
importante, a lo que este enorme personaje nos expone: la educación, arma
fundamental para decretar una coherencia en nuestra conducta y nuestro
ideal. Si no nos intruimos, si no nos preparamos, si no fraguamos las
herramientas suficientes para poder ocuparnos del progreso de nuestra
tierra, estaremos muy lejos de obtener un equilibrio racional que pueda
desarrollarse como Manuel Belgrano la consideró. Adoptemos y hagamos
propios valores como la honradez, la libertad, la gratitud y la inteligencia.
Será la guie que nos lleve siempre para un camino de avance, perseverancia y
logro de las metas que nos propongamos.

Hagamos que la memoria de Manuel Belgrano cobre una actualidad palpable


y comencemos a construir la Patria grande, la soñada por él.

Enarbolemos la bandera de la coherencia y coloquemos este paño celeste y


blanco como telón de fondo en cada actividad que llevemos a cabo, uniendo
concisa y claramente el pensamiento y la palabra en cada circunstancia y
realidad de vida que andemos y desandemos.

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