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En nuestro ordenamiento jurídico argentino este instituto no encuentra regulación legal más allá
de la cantidad de años de convivencia que puedan invocarse y acreditarse, y es por ello que no
puede equipararse al matrimonio civil, que es entendido como aquella unión “jurídica” entre
dos personas de distinto o igual sexo que viven juntas. Es decir, la diferencia fundamental entre
el concubinato y el matrimonio civil, a pesar de contemplar la misma situación de hecho, es que
el concubinato no posee tutela jurídica y el matrimonio sí.-
Refiriéndonos al Derecho de alimentos, según los arts. 210 y 219 del Código Civil, pierde el
derecho a alimentos el cónyuge separado legalmente o divorciado que vive en concubinato.
Siguiendo la misma línea, no existe obligación legal entre los concubinos de prestarse
alimentos entre ellos.-
Respecto a los Actos Jurídicos que pueden celebrar, no rigen entre los concubinos las
prohibiciones de contratar que la ley impone a los esposos. Pueden por lo tanto, realizar entre
ellos compraventas, donaciones, cesiones de derechos, locaciones, así como constituir cualquier
clase de sociedades.-
Con respecto a la División de los Bienes entre los concubinos, es necesario aclarar que ante la
disolución del vínculo cada concubino conserva los bienes que ya poseía, esto quiere decir que
si se trata de bienes registrables (casas, autos) la propiedad la tendrá quién tiene a su nombre el
bien en el registro correspondiente. Si en cambio los bienes adquiridos se hubiesen inscriptos de
manera conjunta por los concubinos, esto es formando un condominio, se aplicarán sus reglas, y
cada concubino tendrá derecho a la cuota parte que tenga en el condominio. Es decir, si bien los
concubinos pueden comprar bienes deberán hacerlo a nombre de los dos, pues los concubinos
no participan en los bienes del otro, ya que no existen bienes gananciales como en el
matrimonio. Por lo que, el concubinato no es fuente de derechos patrimoniales.-
Mucho se ha discutido sobre su regulación legal en nuestro país. Unos se inclinan por la
regulación del concubinato, otros asumen una posición negativa. En mi opinión personal, y más
allá de mis ideas religiosas, me adhiero a la posición negativa, es decir a aquella que está en
contra de la regulación del instituto Concubinato como tal.-