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Derecho de Familia y Sucesiones

Trabajo practico número 3

Catedra: Solari Néstor.


Comisión: 9360.
Alumno: Schena Ignacio.
Fecha de entrega: 17/09/2021.

1.Enumere las causales de extinción del régimen patrimonial del matrimonio.


2. Requisitos de las uniones convivenciales. Explique la hipótesis de impedimento de
ligamen.
3. Los bienes adquiridos durante la unión convivencial tiene algún régimen especial.
Indique su opinión al respecto.
4. Explique en qué condiciones puede pedir la atribución de la vivienda familiar un
conviviente, en caso de muerte de uno de ellos.

1. En cuanto a las causales de extinción del régimen patrimonial del matrimonio, hemos
de decir que el Código Civil y Comercial de la Nación las enumera de manera taxativa
en su artículo número 475. De esta manera, componen las causales de extinción del
régimen patrimonial:
a) la muerte comprobada o presunta de uno de los cónyuges.
b) la anulación del matrimonio putativo.
c) el divorcio.
d) la separación judicial de bienes.
e) la modificación del régimen matrimonial convenido.
A su vez, dentro de estas causales que establece la ley, podemos diferenciar entre dos
categorías correspondiendo la primera de ellas a aquellas causales que se producen de
pleno derecho (muerte comprobada o presunta de uno de los cónyuges; sentencia de
divorcio; sentencia de anulación del matrimonio; y modificación del régimen
matrimonial convenido), y la segunda comprendiendo solo a aquella causal que requiere
la petición por parte de aquel que esté interesado en llevarlo adelante, es decir la
separación judicial de bienes1.

1
Solari, Néstor. Derecho de las familias, Ciudad Autónoma de Buenos Aires: La Ley, 2017, p. 208.
2. Cuando hablamos de uniones convivenciales, sabemos que estamos ante una nueva
forma de organización familiar que, sin necesitar la realización de un acto formal como
lo es el matrimonio, se encuentra regulada por la ley y que, por lo tanto, posee diversos
aspectos jurídicos que la regulan.
Así entonces, el Código Civil y Comercial de la Nación dispone, en su artículo 510 los
diversos requisitos que se deben cumplir para que podamos estar frente a una unión
convivencial. Ellos son:
a) Mayoría de edad de ambos integrantes.
b) Que los integrantes no se encuentren unidos por vínculos de parentesco en línea recta
en todos los grados, ni colateral hasta el segundo grado.
c) Que no estén unidos por vínculos de parentesco por afinidad en línea recta.
d) Que no tengan impedimento de ligamen ni esté registrada otra convivencia de manera
simultánea.
e) Que mantengan la convivencia durante un período no inferior a dos años.
Ahora bien, continuando con la consigna es menester que nos aboquemos ahora a
explicar el cuarto ítem mencionado entre los requisitos que establece la ley, esto es, el
impedimento de ligamen.
Sabemos que cuando hablamos de impedimento de ligamen nos referimos a aquella
situación en la cual, ambos, o por lo menos uno de los convivientes en este caso no ha
dado disolución formal y con todos los alcances de la ley a un matrimonio anterior por
lo cual se encuentra todavía alcanzado por los efectos jurídicos que se desprenden del
mismo. De esta manera, tanto el Código Civil y Comercial como la doctrina y la
jurisprudencia son claros en establecer que si media impedimento de ligamen para uno o
ambos convivientes, no importa cuán larga sea la convivencia (es decir, no importa por
cuanto supere el mínimo legal requerido para las uniones convivenciales de dos años) ni
si los convivientes hubieren tenido hijos, no se estará frente a una unión convivencial y,
por lo tanto, no se encontraran bajo ningún aspecto amparado por las disposiciones del
código que regulan las mismas.
Un caso en el que se puede evidenciar a las claras el significado del impedimento de
ligamen en una unión convivencial es el fallo de primera instancia que da lugar a
“C.F.A s/ materia a categorizar” de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial
de Junín.
Aquí, dejaremos de lado el fallo de la cámara de apelaciones para centrarnos en los
hechos que motivaron la instancia de apelación.
Los mismos fueron que la señora F.A.C convivió en una relación de hecho con el Sr. C.
A. T desde el año 2009 y hasta el fallecimiento de este último, momento en que surge el
conflicto. Esto se da debido a que la jueza de primera instancia entendió que la
convivencia entre la Sra. F. A. C y el Sr. C. A. T no constituyo una unión convivencial
en los términos del art. 510 del Código Civil y Comercial de la Nación dado que el Sr.
C.A.T. estuvo legalmente casado con la Sra. B hasta el dictado de la sentencia de
divorcio que tuvo lugar el 14/12/2014.
Es decir que, hasta el momento de dictado de la sentencia de divorcio en el año 2014,
existió entre la señora F.A.C y el señor C.A.T impedimento de ligamen para considerar
a su convivencia de hecho tutelada por las disposiciones que rigen las uniones
convivenciales. De esta manera, solo con la sentencia de divorcio comenzó a correr el
plazo de dos años que dispone el inciso “e” del artículo 510 del código, pero, como
sabemos, este plazo no llego a cumplirse debido al fallecimiento del señor C.A.T en el
año 2016 quedando la convivencia, como así lo entendió la jueza de primera instancia,
como una simple convivencia de hecho que no posee tutela legal.

3. Como bien sabemos, existen múltiples diferencias a la hora de hablar de uniones


convivenciales si tenemos en cuenta todo lo que respecta a la figura familiar por
excelencia que es el matrimonio.
Así, en lo relativo al régimen para los bienes adquiridos durante la unión convivencial,
el Código Civil y Comercial de la Nación dispone en su artículo número 528 que “A
falta de pacto, los bienes adquiridos durante la convivencia se mantienen en el
patrimonio al que ingresaron…”.
Ahora bien, desde una óptica completamente personal entiendo que a medida que los
años pasan, las costumbres y valores de la sociedad cambian, lo que trae aparejado
nuevas formas de ver y proyectar la vida generando, como ya lo hemos visto, la
necesidad que tiene el derecho de “modernizarse”, de adaptarse a estos cambios. Un
claro ejemplo de esto es, como bien sabemos, la ampliación del concepto de familia y la
regulación legal que se ha brindado a los distintos tipos de organización familiar como
lo son las uniones convivenciales.
Personalmente creo correcto que el derecho se adapte a los tiempos que corren,
brindándole a quienes no encuentran en el matrimonio la mejor forma de llevar adelante
una vida familiar un marco regulatorio como lo es el de las uniones convivenciales en el
cual, entre otras cosas, cada uno conserva el derecho de propiedad de los bienes
adquiridos durante la consecución de la misma.
Entiendo que con esto se logra brindarles otras opciones a las personas para poder llevar
adelante un proyecto vida en conjunto que se encuentre regulado por ley, pero
quitándole algunas cuestiones del matrimonio que, es de mi entender, a día de hoy se
cuestionan como lo es el proceso de división de bienes.

4. Ateniendo a la letra de la ley, más precisamente al artículo número 527 de nuestro


Código Civil y Comercial de la Nación, en los casos de uniones convivenciales en los
cuales un conviviente fallezca (siempre teniendo en cuenta que el conviviente fallecido
era titular del derecho de propiedad del inmueble en el cual se desarrollaba la
convivencia), el “conviviente supérstite”, esto es, aquel que continúe en vida tendrá
derecho a invocar el derecho real de habitación (esto es, “es el derecho real que
consiste en morar en un inmueble ajeno construido, o en parte material de él, sin
alterar su sustancia”) por un plazo máximo de dos años siempre y cuando reúna las
condiciones de:
a) Carecer de vivienda propia habitable.
b) Carecer de medios suficientes para procurarse una vivienda.
c) Que el inmueble sobre el cual se invoque el derecho real de habitación haya
constituido el ultimo hogar familiar.
d) Que al momento de la apertura del proceso sucesorio dicho inmueble no se
encontrare en condominio con otras personas.
Además, es menester aclarar, como se hace en 527 in fine, que este derecho resulta
inoponible a los terceros acreedores del causante y que el mismo encontrara su
extinción si el conviviente supérstite contrae matrimonio, forma una nueva unión
convivencial o adquiere una vivienda propia o los bienes para acceder a esta.
Ahora bien, este supuesto se da a partir de la introducción al derecho del Código Civil y
Comercial de la Nación, es decir, a partir del año 2015, por lo que antes, con el código
velezano, no existía.
Esta situación ha traído diversos supuestos y complejidades como lo es el caso que se da
en la Ciudad de San Isidro, Provincia de Buenos Aires, a los 19 días del mes de
diciembre de 2016, en el que intervino la Sala Primera de la Cámara Primera de
Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de San Isidro. En el
mismo, M.A.L. peticionó la atribución de la vivienda de su conviviente en los
términos del art. 527 del Código Civil y Comercial de la Nación. El juez de primera
instancia consideró que resulta aplicable la ley vigente a la fecha de defunción del
causante (28/6/2001), por lo que desestimó el planteo y la interesada apeló la decisión. 
La cámara resuelve que resulta aplicable la ley vigente al momento del fallecimiento del
causante, es decir el Código Civil; por lo tanto, establecen que la conviviente supérstite
no puede invocar derecho de habitación sobre la vivienda que ocupa (art. 527 del
CCCN) por haber fallecido el conviviente antes del 2015, es decir, antes de la entrada
en vigencia del Código Civil y Comercial.
Si bien en el fallo mencionado no se explica a las claras el instituto de asignación de la
vivienda familiar para los casos de muerte de uno de los convivientes, es un claro
ejemplo de la actualización del derecho y la aplicación (o no aplicación) del mismo.

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