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Ensayo

La respuesta inmune innata

De La Garza Mata Edgar Omar

Facultad de Medicina e Ingeniería en Sistemas computacionales,

Universidad Autónoma de Tamaulipas

Inmunología

3A

Docente: Dr. Noel Rodríguez Pérez

01 de febrero de 2022
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¿Cuál es la importancia de las líneas de defensa del cuerpo? El ser humano tiene

una respuesta inmunitaria la cual se puede dividir en dos: la inmunidad inespecífica y la

inmunidad específica. Este texto explicará solamente la inmunidad inespecífica

(innata), la cual es la primera línea de defensa contra la agresión microbiana. Se

explicará la importancia de todos sus componentes como: barreras físicas, defensas

químicas, varias sustancias secretoras, células fagocíticas y células asesinas naturales

(NK, natural killer). (1)

La inmunidad innata o inespecífica es una respuesta inmune inducible al igual que la

inmunidad adaptativa. Se caracteriza por una activación estereotipada, rápida y eficaz

de células y productos inflamatorios dirigida contra una variedad de microorganismos.

Aunque este tipo de inmunidad actúa de forma beneficiosa en la producción

antimicrobiana del hospedero, también lo hace en forma perjudicial de eventos que

ocurren durante la infección bacteriana. (2)

Constituye la primera de las defensas inducibles mediante la cual muchos de los

invasores exógenos potencialmente dañinos son rápidamente controlados o eliminados

por esta respuesta filogenéticamente antigua. Su inmediatez y rapidez de respuesta le

permiten que reaccione con prontitud durante las infecciones. Aunque no es tan

específica como la adaptativa, es flexible y adaptable frente a invasores extraños a

través de receptores. Además, participa activamente y es necesaria para la inducción

de la inmunidad adaptativa. Es decir, si fallan las respuestas inespecíficas, el sistema

inmunitario provee defensas específicas o adaptativas que atacan los invasores

específicos. (2)
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Las superficies epiteliales del cuerpo constituyen las primeras líneas de defensa

contra la infección. Las células epiteliales se mantienen juntas mediante zonas de

oclusión (uniones intercelulares herméticas) para de este modo formar un sello contra

el ambiente externo. Estas células epiteliales se pueden encontrar formando epitelios

en la piel y en estructuras tubulares del cuerpo como, por ejemplo, el tubo digestivo, las

vías respiratorias y aparatos urinario y reproductor. La resistencia del epitelio es

importante porque si se rompe, como en presencia de heridas y quemaduras, se

perdería a protección contra infección. Un peor caso en cuanto a lesión del epitelio es

la pérdida de la integridad de los epitelios internos del cuerpo, en cuyo caso la infección

es una importante causa de mortalidad y morbilidad. (3)

En ausencia de herida o alteración, los patógenos pueden cruzar las barreras

epiteliales al unirse a moléculas sobre las superficies epiteliales de los órganos

internos, o establecer una infección al adherirse y colonizar dichas superficies. Una vez

que los patógenos cruzan la barrera, tienen que afrontar a los epitelios internos o

epitelios mucosos. Estos secretan moco el cual contiene mucinas. Este líquido viscoso

cubrirá a los microrganismos evitando su adhesión al epitelio, y en epitelios de

mucosas como la de las vías respiratorias, los microorganismos pueden expulsarse en

el flujo de moco impulsado por el movimiento de los cilios epiteliales. (3)

Si un microorganismo cruza una barrera epitelial y empieza a replicarse en los

tejidos del hospedador, casi siempre es reconocido de inmediato por los fagocitos

mononucleares, o macrófagos, que residen en estos tejidos. Tal es la importancia de

los macrófagos que existen distintos tipos de estos para los diferentes tejidos; por

ejemplo, células de la microglia en el tejido neural, y células de Kupffer en el hígado. La


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segunda familia de fagocitos son los neutrófilos. Los neutrófilos son células de vida

libre que abundan en la sangre, pero no están presentes en tejidos sanos normales. La

importancia de los macrófagos y neutrófilos en la inmunidad innata recae en sus

funciones tales como reconocer, ingerir y destruir muchos patógenos sin la ayuda de

una respuesta inmunitaria adaptativa. (3)

Además de los macrófagos y neutrófilos, se presenta una variedad de otras células

implicadas en este tipo de inmunidad tales como células endoteliales, células

dendríticas, células cebadas, basófilos, eosinófilos, células NK, células linfoides innatas

2 (ILC2) y células linfoides innatas 3 (ILC3). Las células dendríticas son células

presentadoras de antígenos que coestimulan a las células T. Las células cebadas y los

basófilos promocionan la inflamación, importantes en enfermedades alérgicas y

parasitarias. Los eosinófilos son importantes en enfermedades alérgicas y parasitarias.

Las células NK se encargan de la eliminación de células infectadas por virus y

malignas. Las células linfoides innatas 2 son productoras de citosinas perfil 2 y

responden a virus, helmintos parásitos, alérgenos (asma, alergia). Y, finalmente, las

células linfoides innatas 3 son productoras de citosinas perfil 3 y responden a virus y

bacterias. (2)

Las células epiteliales secretan proteínas y los péptidos antimicrobianos que matan

probables invasores. La piel y otros epitelios deben producir estos agentes

antimicrobianos para controlar las poblaciones microbianas en caso de que haya

ruptura de estas barreras físicas. De este modo se evitan rutas de infección que serían

fácilmente explotadas por microbios patógenos. (4)


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Una vez que los agentes patógenos logran penetrar a través de las capas del epitelio

hacia los tejidos del organismo, una gama de receptores de membrana y proteínas

solubles desempeñan las funciones esenciales para detectar el agente patógeno y

desencadenar defensas hacia él. Después, entra en juego la siguiente línea de

defensa, protagonizada por las células fagocíticas. Los macrófagos, los neutrófilos y las

células dendríticas en los tejidos, y los monocitos en la sangre, son las células

principales que llevan a cabo la captación (ingestión) celular de agentes patógenos. Se

requiere la presencia de receptores PAMP para que las células fagocíticas reconozcan

los microbios, como bacterias, extiendan su membran plasmática para tragarlos, y

finalmente los internalicen en fagosomas. (4)

La fagocitosis también puede ser activada de manera indirecta cuando los fagocitos

reconoces proteínas solubles que se han unido a superficies microbianas. Este proceso

se denomina opsonización. Muchas de estas proteínas que aumentan la fagocitosis,

solubles (llamadas opsoninas), también se unen a componentes repetitivos,

conservados, sobre las superficies de microbios, como estructuras de carbohidratos,

lipopolisacáridos y proteínas virales; por ende, a veces se denominan proteínas de

reconocimiento de patrones, solubles. (4)

Las proteínas solubles funcionan como opsoninas y, muchas de ellas funcionan en la

inmunidad innata. Por ejemplo, las dos proteínas colectinas surfactantes, SP-A y SP-D,

se encuentran en la sangre, donde funcionan como opsoninas. Después se unen a

microbios y son reconocidas por el receptor de opsonina CD91 para posteriormente

promover la fagocitosis por macrófagos alveolares y otras poblaciones de macrófagos.

(4)
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La inflamación es una respuesta homeostática del organismo. Puede clasificarse

según el daño, tiempo o los efectores involucrados. Las principales moléculas son las

citocinas como NF-α, IFN-γ, IL-1β, IL-10, IL-6, TGF-β. Participan células como los

neutrófilos, mastocitos, macrófagos, linfocitos T y las del endotelio vascular. La

inflamación aguda comienza en minutos u horas y participan mecanismos de respuesta

inmune innata que activan la adquirida. (5)

La inflamación debe verse como la reacción de la respuesta inmune. Su desarrollo

se debe a diversos componentes, tales como: sustancias vasoactivas, citocinas,

quimiocinas, metabolitos lipídicos, inmunoglobulinas, moléculas de adhesión celular

(MACs), selectinas, integrinas y sus ligandos, así como los sistemas de las cininas,

coagulación, complemento y el fibrinolítico. (5)

En conclusión, la inmunidad innata es una respuesta inmune inducible, la cual se

caracteriza por una activación rápida de células y productos con el fin de inducir a la

inflamación, la cual es un proceso en el que nuestras células inmunitarias buscan

atacar a los microorganismos invasores y, de este modo, iniciar el proceso de

reparación de los tejidos afectados por estos.


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Referencias:

1. Ross, M. H., & Pawlina, W. Sistema inmunitario y tejidos y órganos linfáticos. En:

Ross: Histología: Texto y atlas 8ª ed. Barcelona, España. Wolters Kluwer; 2020.

P. 472-511

2. Bellanti, J. A. Inmunidad innata. En: Bellanti JA. Inmunología IV Aplicaciones

clínicas en salud y enfermedad. Bethesda, MD. I Care Press; 2016. P. 77-108

3. Murphy, K., Travers, P. & Walport M. Inmunidad innata. En: Inmunología de

Janeway 7ª ed. CdMx. Mc Graw Hill; 2014. P. 39-109

4. Owen, J., Stanford, S., Punt, J. & Jones, P. Inmunidad innata. En: Kuby.

Inmunología 7ª ed. CdMx. Mc Graw Hill Education; 2014. P.141- 185

5. González, M. & Padrón, A. (2019). La inflamación desde una perspectiva

inmunológica: desafío a la Medicina en el siglo XXI. Revista Habanera de

ciencias Médicas, 18(1), 30-44

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