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LOS MOVIMIENTOS OBREROS

Las condiciones de vida y de trabajo de los obreros eran de explotación, sometimiento y


miseria, algo aliviada a partir de la segunda mitad del siglo: jornadas de 12 horas, minas
insalubres, legislación insuficiente o nula (según los países), bajos salarios y poca estabilidad.
Para afrontar la situación, tras la fase que vimos del “delito individual”, más o menos
coordinado, están los movimientos obreros sindicales, que tuvo su primera formulación en las
Trade-Unions británicas, con el objetivo de fijar salarios, pactar con los patronos
colectivamente, para lo que pedían negociación que, si no tenía resultados, llevaba al paro, a la
huelga.

En Gran Bretaña se fundaron desde 1824, pero es en 1834 cuando queda establecido un Gran
Sindicato Nacional. En 1868 quedaba formada la Federación Nacional de las Trade Unions. Fue
un sindicato potente con un elevado número de afiliados. En Francia no se toleran hasta 1864,
normalizándose a partir de 1884. Hasta 1895 no se creó la Confederación General del Trabajo,
como asociación de sindicatos. En Alemania hasta 1869 no se decreta la regulación de las
asociaciones. En Alemania había sindicalismo socialista desde 1868, en continua expansión
desde 1890; un sindicalismo liberal y un sindicalismo cristiano.

Hay que constatar que a partir del sindicalismo nacen partidos políticos de base obrera,
aunque no exclusivamente obrera. En Gran Bretaña el laborismo, que participa dentro del
Partido Liberal y se configura como partido independiente en 1888. En Francia se gesta antes
pero su formalidad se da en 1880, fecha en que el Partido Socialista, fundado por Guesde, así
como el Partido Socialista Independiente, por Jaurès, unificados después. En Alemania es
Lasalle quien funda el Partido Social-Demócrata, mientras que en el sur, también de
orientación marxista el Partido Socialista Unificado es fundado por K. Liebknecht.

SOCIALISMO CIENTÍFICO

Los impulsores del socialismo científico fueron los alemanes F. Engels y Karl
Marx (1818-1883). En su juventud, Marx, que estudió en las universidades de Bonn, Berlín y
Jena pasaría la mayor parte de su vida exiliado en París, Bruselas y Londres. En sus Tesis sobre
Feuerbach (1845), en una de las cuales dice “los filósofos no han hecho más que interpretar de
diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo” ya proponía un paso a la
praxis. Más tarde se enfrenta a Proudhon en Miseria de la filosofía (1847). En 1848, junto con
Engels, publicó, por encargo la Liga Comunista, el Manifiesto Comunista, primera formulación
del socialismo científico. Las ideas claves las desarrolló en obras posteriores, como El Capital
(1867), la obra fundamental de Marx. Aplicó al capitalismo un método de análisis dialéctico
hegeliano, es decir, aquél que basa sus formulaciones en el principio de contradicción y síntesis
y estos son sus principios:

Materialismo histórico. La infraestructura (estructura económica) es el fundamento sobre el que


descansa cualquier proceso de producción, también la producción ideológica
(superestructura). Por tanto, la infraestructura, constituida por las fuerzas productivas y las
relaciones de producción, mantiene a la superestructura, que designa no sólo a las ideas que
configuran la conciencia, sino también a las estructuras jurídicas y políticas de la sociedad, de
las que, a su vez, se sirve la infraestructura. Así pues, para Marx el fundamento de la historia
es la economía. Las condiciones materiales son las que determinan el curso de la historia y las
ideas sólo son el resultado de esas condiciones materiales dadas.. Marx presenta el capitalismo
como un sistema socioeconómico basado en la explotación del proletariado por la burguesía.
El motor de la historia es la lucha de clases, o lo que es lo mismo, la contradicción fuerzas
productivas/relaciones de producción. Marx escribe en el Manifiesto comunista de 1848: “La
historia de toda sociedad existente hasta hoy es la historia de la lucha de clases”. Esta lucha
entre opresores y oprimidos es la palanca revolucionaria que derribará el capitalismo.

Dictadura del proletariado. Constituye una de las tesis más revisadas y discutidas del
marxismo. Marx habla de una dictadura transitoria. La conquista del Estado, la más importante
institución de la superestructura de una gran sociedad, por los obreros permitirá la utilización
de sus organismos para desmontar el capitalismo. Conseguido, el Estado reducirá
paulatinamente su papel.

Sociedad sin clases. Una vez transformada la sociedad no habrá clases. La relación con los
medios de producción, una vez colectivizados, será la misma para todos los individuos. En esta
sociedad sin clases desaparecerán, según Marx, las tensiones y habrá una triple reconciliación:
la ciudad con el campo, el hombre con su trabajo y los trabajos intelectuales con los trabajos
manuales.

La plusvalía. Para nuestro autor el valor de un objeto es el resultado de un trabajo. El capitalista


se apropia del trabajo “excedente”. Esto es la plusvalía, que el obrero genera, pero no cobra,
pues de ella se apropia el capitalista.

ANARQUISMO

El anarquismo, que se opone a cualquier clase de jerarquía, tanto si se ha viene dada por la
tradición o el consenso como si se ha impuesto de forma coercitiva, es un movimiento
doctrinal menos cohesionado que el marxismo. Centra sus actividades en un sindicalismo puro
y apartado de la vida política.

Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865). El anarquismo tuvo su primer referente en Proudhon.


Consideraba la propiedad un robo, idea que expone en ¿Qué es la propiedad? (1840), obra en
la que también denuncia los abusos producidos por la concentración de poder económico. A
parte de no creer en la necesidad del Estado, pues imaginaba que la sociedad alcanzaría un alto
nivel de ética, moral y sentido de la responsabilidad, Proudhon apostó por el mutualismo como
medio de superación del sistema capitalista: creación de bancos de créditos, públicos y sin
intereses, que permitieran dotar con los medios de trabajo necesarios a los individuos y
asociaciones de trabajadores.

A partir de los años sesenta del siglo XIX el pensamiento libertario fue tomando forma
y entre los teóricos anarquistas (Eliseo Reclus, Pedro Kropotkin) se asentaron principios
básicos como la exaltación de la libertad individual, el rechazo a la propiedad privada,
oposición a todo tipo de jerarquía rechazo de la acción política.

Mijail Bakunin (1814-1876). De origen noble, las revoluciones de 1848 le sorprenden en Praga,
donde es detenido por los austriacos y entregado a los rusos, que lo deportan a Siberia. Huye y
se dedica a difundir la doctrina anarquista por toda Europa. En Bakunin, como en otros muchos
anarquistas, encontramos una clara vertiente moral, en la que se exalta la libertad del
individuo, formula también un ateismo radical, que rechaza a la Iglesia como institución, y
ensalza, como instrumento del cambio social, la educación popular y pone el acento en las
luchas campesinas. Defiende la formación de comunas autónomas, pequeñas y
autogestionables, donde la propiedad es colectiva y no existe derecho a la herencia. Con tales
ideas, Bakunin se sitúa en contra de los resultados de la industrialización, que había dado lugar
a grandes concentraciones de población.

LA ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DE TRABAJADORES


Fueron los contactos entre organizaciones obreras francesas e inglesas, las
mejor organizadas y con más miembros de toda Europa, las que dieron lugar a la formación de
la Asociación Internacional de Trabajadores o Primera Internacional en Londres en el año 1864,
tras el encuentro de la Exposición Universal de 1862. El llamamiento de Marx y Engels,
“proletarios del mundo, uníos”, dejaba de ser una aspiración y se convertía en una realidad. Se
inauguró en un mitin celebrado en Saint Martin’s Hall el 28 de septiembre de 1864. A dicha
reunión acudieron obreros ingleses, franceses, alemanes y emigrados políticos de varios países
más, como blanquistas, trade-unionistas o mazzinianos.

Las organizaciones quedaban coordinadas en un Consejo General, cuyo órgano máximo


era el Congreso, anual en el cual se debatía, proponía y definía las tácticas a seguir para
alcanzar los objetivos perseguidos por los obreros. La expansión e implantación de la AIT en
Europa fue por Suiza, Francia y Alemania, al menos a juzgar por el número de secciones
representadas en ese citado primer congreso de Ginebra.

Otros países donde la Asociación Internacional de Trabajadores tuvo relativa


importancia fueron Bélgica y España, a los cuales no llegó hasta 1868.

Los afiliados de la AIT eran principalmente artesanos y trabajadores de oficios


tradicionales, campesinos y obreros industriales. No debe extrañar la inclusión en dicha
asociación de artesanos, puesto que, en realidad, eran ellos los más perjudicados por el
sistema económica capitalista, las nuevas fábricas y las máquinas. También hay que señalar
que la AIT tuvo mucha más difusión en la ciudad que en el campo. La actitud de los Gobiernos
será primero de reserva y prudencia, pero luego, a partir de 1871, de abierta hostilidad, puesto
que las reivindicaciones eran: jornada laboral no superior a ocho horas, supresión del trabajo
infantil, mejora de las condiciones laborales de las mujeres, desaparición del Ejército
permanente, huelga como medio de acción más eficaz para conseguir objetivos

Consumada la ruptura del movimiento obrero de Europa occidental, una vez fuera los
bakuninistas, Marx instó al Consejo General a trasladar su sede a Nueva York, ciudad en la que
a duras penas se mantuvo hasta 1876, cuando las actividades de la AIT se suspendieron
indefinidamente.

Mientras, Bakunin formó, en el Congreso de Saint-Imier (también 1872), una nueva


organización obrera: la Internacional Antiautoritaria, que vivió hasta 1881.

DIFERENCIAS ENTRE MARX Y BAKUNIN


La rivalidad entre Marx y Bakunin tenía una base personal pero mandaban las diferencias
ideológicas. La diferente idea del Estado (oposición de los anarquistas y objetivo de tomar el
poder para desarticular las instituciones burguesas y a la misma burguesía. Para los marxistas
el Estado es una institución por la que una clase explota a otra, por lo que es favorable que los
trabajadores lo tomen para acabar con la burguesía)

Marx piensa que en la revolución social serán vanguardia los obreros industriales, tras la toma
de conciencia; Bakunin cree que los actos individuales, aislados y espontáneos pueden crear
actos revolucionarios y, por otra parte, considera a los campesinos como masas
revolucionarias.

Los marxistas veían favorable intervenir en las elecciones y en los parlamentos, a través de
partidos obreros, lo que les separa radicalmente de las tesis de Bakunin. Los anarquistas
fundan sindicatos y no participan en el juego electoral ni en la vida parlamentaria.

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