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Resumen y reflexión El País de los Bosques de Hierro.

El País de los Bosques de Hierro es un ensayo que gira entorno a la historia de enfermedad mental
de la autora, Arnhild Lauveng, de origen noruego. Es una historia en primera persona sobre su paso
por un trastorno mental grave como es la esquizofrenia y su argumento se basa en su origen, su
recuperación y paso por diferentes entidades clínicas para su posterior reinserción en la sociedad.

En primer lugar la autora narra el origen de su problema, cuenta cómo de estar sola a nivel de no
tener muchos amigos ni relaciones sociales pasa a estar sola porque la soledad se había vuelto una
parte de ella. En la adolescencia se muestra contradictoria y con gustos diferentes a sus iguales y
llega un punto en el que, después de tanta soledad, empieza a pensar en ella misma como otra
persona, por ejemplo, en vez de usar “yo” usa “ella” para referirse a sí misma, es decir, usa la
tercera persona hasta el punto en que “ella” empieza a existir como alguien triste que piensa en la
muerte y su “yo” simplemente deja de existir. Su identidad se desvanece y la psicosis toma el
control. La autora recalca en todo momento que realmente su identidad estaba allí, sólo que no tenia
percepción de ello. En esta narración vemos desde el principio la importancia del lenguaje en la
psique de las personas y cómo de este modo se va pasando cada vez a una despersonalización
mayor. A raíz de la soledad, también cuenta cómo en aquel momento su realidad cada vez se hacía
mas gris y con una niebla que cada vez se hacía más densa, hasta el punto de costarle comunicarse.

Poco a poco, sobre todo cuando estaba sola, empezó a tener ciertas sensaciones, como escuchar los
sonidos raros, mas altos o mas bajos de lo habitual. Las reglas de proporción y perspectiva de los
objetos también se distorsionaban. Iba camuflando estas sensaciones con mentiras, por los que a la
vez se sentía mal, pero era la mejor manera para justificarse y por ende ocultarlo. Pidió ayuda, pero
no consiguió que la tendiesen y desistió, mintió diciendo que estaba bien porque era más asumible
que explicar su estado y así cada vez todo se hacia mas caótico.
Un aspecto que comenta la autora a lo largo del libro es el del control, cuenta cómo todo en su vida
era malo, ocupaba su tiempo para no pensar en todo el que había pasado sola y aunque era malo, al
menos era algo malo bajo su control, lo cual supone una sensación de alivio y un muy fuerte
reforzador para todas las personas.

La primera vez que tiene una “alucinación” es cuando escribe en su diario y deriva que ha sido
alguien y no ella porque escribe algo que no estaba pensando, a este lo llamará “el capitán”. Esta
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voz, que era ella misma, era una ayuda ante sus mensajes de auxilio. Prometía hacerle estar bien y
no tener que preocuparse por su soledad, por sus intentos de complacer y le prometió que nunca la
abandonaría. Esta voz era un recurso de ella misma para poder auto ayudarse a pasar los momentos
complicados que estaba viviendo. Este delirio se servía de su propia inseguridad para hacerse fuerte.
Ella venía de un pasado en el que había perdido su identidad, por lo que aún tenía más cabida el
hecho de que esas ideas las reconociese como ajenas y no como propias. El capitán, se presentaba
de manera segura, daba ordenes que ella debía obedecer y convivió con él muchos años. Cuando se
equivocaba, el capitán la golpeaba y aunque era su propia mano la que lo hacía no sentía que la
orden fuese suya. El capitán cada vez era más exigente y la golpeaba ante cualquier error, y el
umbral para cometerlos cada vez era más bajo. Esta voz explicaba que lo hacía por su bien y cada
vez era más exigente, haciendo que redujese sus horas de sueño y sus comidas hasta caer en un
círculo vicioso en el que el cansancio y la inanición fomentaban sus propios síntomas. La autora
narra también cómo van apareciendo diferentes personajes en sus delirios, con diferentes funciones,
un día apareció la Soledad como una mujer maravillosa, y ¿quién necesitaba relacionarse con
personas cuando la soledad era maravillosa? Poco a poco las voces le dieron la oportunidad de
entrar en el país de los bosques de hierro, y así escapar del malestar y el caos en el que vivía. Según
se suceden sus síntomas, va abandonando aspectos de su vida, el ballet, las relaciones con otros…
por dedicarle mas tiempo a ser excelente en sus estudios y trabajar, tal y como le exigía “el
capitán”. Se lesionaba bajo órdenes de las voces que oía, esto se podía deber a su baja autoestima y
su sentimiento de no ser suficientemente digna pero además, le confería un control sobre ella que de
otra manera no obtenía. Cuando sus problemas empiezan a llamar realmente la atención y la
ingresan, parece que la ayuda ha llegado demasiado tarde.

La esquizofrenia significa “mente dividida” y es una solución que uno mismo da ante un contexto
con peticiones contradictorias. Ella depositó su auto desprecio en el capitán. Me parece importante
el hecho de que explique tan bien cómo las alucinaciones, aunque puedan parecer signos de
“locura”, tienen un sentido, una función, lo relata con su propia historia y además pone otros
ejemplos, como el del chico de la habitación contigua a la suya cuando estuvo ingresada. Los
síntomas son una especie de respuesta a una situación que se está viviendo y que cubren una serie
de necesidades. Son comportamientos, las alucinaciones son conductas, y son mantenidas por una
serie de consecuencias que es importante encontrar y tratar de la manera adecuada. Pero una
necesidad cubierta de ese modo, o mejor dicho, oculta bajo ciertos síntomas, no es una necesidad
resulta y es necesario enfrentarla. Otro aspecto importante que marca las alucinaciones es la
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sensación de control de la que antes hablábamos, esta puede venir dada por aspectos que a priori
parecen aversivos para la persona, pero muchas veces estos son efectivos, porque producen control,
es el ejemplo del malestar, es más fácil aceptarlo cuando se atribuye a uno mismo la
responsabilidad, porque está bajo su control, que cuando está bajo el control de otros y esto en
última instancia también es adaptativo de alguna manera. Por otra parte, la autora cuenta también
cómo los síntomas podían tener diferentes utilidades, o como la misma respuesta puede tener
diferentes funciones, suponer diferentes conductas, por ejemplo, autolesionarse podía servir un día
para expresar su dolor y otro para eludir alguna tarea. Me parece importante a la par que interesante
el hecho de que la escritora, después de haber pasado por ese problema se ha ya especializado en la
psicología y sea capaz de expresar de manera tan clara y a través de los principios de aprendizaje el
proceso que se da en un trastorno mental como es la esquizofrenia.

En la obra se muestra también cómo ella vive la estigmatización de la esquizofrenia, incluso desde
el propio campo de la salud mental, en su propia piel. Los psicólogos y psiquiatras que al principio
se encargan de ella simplemente la internan y atribuyen sus conductas a que es esquizofrénica. Esto
es una explicación circular, redundante y tautológica que carece de sentido alguno y más aún
viniendo or parte de profesionales de la salud mental, además de explicar absolutamente nada,
provoca el problema del etiquetado y su posterior estigma.

Siendo la autora psicóloga, se centra también en hablar a nivel terapéutico, explica la importancia
de tener un terapeuta activo en el proceso, pero también cuenta cómo no habría sido una buena
solución que de repente alguien le dijese que sus alucinaciones y delirios no eran más que eso,
porque no habría tenido ningún sentido para ella. Un problema que se plantea es dar por hecho que
la paciente esta “demasiado enferma”, cómo el estigma y la etiqueta diagnóstica, como decíamos,
sesgan a los propios terapeutas hasta el punto de que por su incompetencia den por perdidos casos
que tendrían una solución. También relata cómo vivió en su propia piel el hecho de que las unidades
de salud mental muchas veces ofrecen recursos insuficientes, sobre todo en estos tipos de
problemas. Otro problema que vivió, a nivel del campo de la salud mental y sus profesionales es
cómo se juzga la necesidad de los pacientes de “llamar la atención”, cuando esto es evidente, somos
seres sociables y cuando necesitamos ayuda una forma muy efectiva de hacerlo es llamando la
atención. Lo hacemos desde que nacemos y parece que se juzga al paciente en muchas ocasiones
por ello e incluso se le llega a restar importancia. Otro error en el tratamiento que comenta la autora
y que me ha sorprendido porque nunca me lo había planteado, es tratar al paciente como enfermo la
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mayor parte del tiempo, como si ninguna de sus acciones tuviesen un valor o significado
socialmente aceptable. En el ejemplo de su discusión con una enfermera sobre si las naranjas
pertenecían al grupo de los cítricos, la enfermera la trató bajo la etiqueta de su problema,
atribuyendo así a todas sus acciones signos de “locura”. Esto se ve también cuando cuenta cómo,
tras su tercer intento de suicidio, se topa con un médico que le da la posibilidad de negociar y tener
una conversación con ella, como una persona capaz de tomar decisiones por sí misma, a diferencia
de como se trata a las personas con problemas de salud mental graves la mayoría d ellas ocasiones.
La autora habla también de la importancia en el tratamiento que tienen las expectativas de las
personas, en este caso sobre su posible recuperación y en general sobre sus capacidades. Al hilo de
esto volvemos a hablar de la peligrosidad de las etiquetas diagnósticas y cómo estas hacen muchas
veces que las expectativas y esperanzas de recuperación de reduzcan e incluso que se actúe
conforme a ellas, conforme a lo que los demás esperan de nosotros al haber sido etiquetados de
alguna forma, haciendo que nos comportemos en base a ellas.

Me parece una obra importante por cómo se encarga de desestigmatizar la salud mental y exponer
el proceso que conlleva pasar por un trastorno como es la esquizofrenia. Declara claramente cómo
es el funcionamiento de las entidades de salud mental a día de hoy y la importancia de pasar por
alto descripciones y diagnósticos, que solo ofrecen una circularidad tautológica, y entrar en
entender lo que es un síntoma y sobre todo para qué sirve, entender su función, porque un síntoma
es signo de algo más, tiene algo detrás y delante, pero no es una enfermedad en sí mismo. Por
ejemplo, la autora comenta esto en varias ocasiones, como cuando dice “¿Qué es la esquizofrenia?
Un diagnóstico psiquiátrico” al decir esto y no dar una descripción de la esquizofrenia como un
trastorno mental que hace que la conducta social del sujeto se vea disminuida implícitamente dice
muchas cosas más porque aunque esto último se de muchas veces, en realidad no está describiendo
ni mucho menos ayudando a tratar un problema real.

Otra crítica al diagnóstico y a los manuales que lo recogen es que no intentan explicar nada,
simplemente tratan de categorizar en “enfermedades” dando frases que se tratan como verdades
absolutas. Otro problema que da el diagnóstico es el respaldo para la persona y la pérdida de
responsabilidad al estar categorizada bajo una etiqueta de enfermedad. El cambio de conductas
necesita una participación activa dando de la persona con problemas como del terapeuta y el emitir
una etiqueta diagnóstica no ayuda para nada a esto.

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Por otro lado, la autora comenta en uno de los capítulos, cómo, aunque el sistema de salud mental
muchas veces sea un completo desastre hay profesionales que individualmente pueden hacerlo bien,
se pueden hacer cosas pequeñas que para un paciente interno pueden significar mucho, el médico
que permitió negociar con ella, el enfermero que no la sacaba con correa sino que corría a su lado,
el equipo de contención que antes de usar la fuerza razonó con ella, los buenos psicólogos… esto es
esperanzador para mí como psicóloga de cara al futuro, es un mensaje de ánimo para hacerlo bien.

Otra crítica que s hace en el libro y con la que estoy de acuerdo es la medicalización de los
pacientes de salud mental, los fármacos pueden suponer una muleta, pero nunca un tratamiento en sí
mismo. Uno de los peligros que comenta sobre la farmacología y que yo personalmente desconocía
es que muchas veces al usarlos para el tratamiento se acaban confundiendo sus efectos secundarios
con lo síntomas, y esto es muy peligroso.

El libro trata por último la vuelta al mundo y a la sociedad habitual después de haber pasado por un
trastorno mental grave, esta es complicada por la estigmatización, la discriminación, la falta de
credibilidad hacia el problema que se ha tenido, las creencias sobre la cronicidad del problema…
sin embargo la autora da un mensaje esperanzador, se ha recuperado y es posible llevar una vida
satisfactoria después de haber sufrido una esquizofrenia.

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