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contaminación
Política y
Economía
Ambiental
1
Regulación de la contaminación
En este módulo, se presenta al Gobierno como un agente importante en la
resolución de los problemas relacionados con la contaminación. En algunos casos,
el Gobierno desempeñará un papel modesto al establecer las reglas básicas para
que un cuasimercado funcione y así resuelva el problema de la contaminación. En
otros casos el Gobierno tendrá una función mucho más visible al señalarles a los
contaminadores específicos cuáles son las emisiones permitidas.
Cabe aclarar que algunas formas de intervención para resolver los problemas de
contaminación son mejores que otras y, con cierta frecuencia, se producen fallas
de gobierno1 en los intentos de remediar las fallas de mercado.
Razonamiento de la regulación
1
Para consultar más información sobre las fallas de gobierno, véase Weimer y Vining (1992).
2
Véanse a Laffont y Tirole (1993) para un análisis sobre las teorías básicas del funcionamiento de
las agencias regulatorias.
2
generales para que exista la regulación: la competencia imperfecta, la información
imperfecta y las externalidades. Por otra parte, la teoría de la regulación a favor
del grupo de interés considera que el objetivo de la regulación es promover los
intereses estrechos de grupos particulares de la sociedad, tales como industrias
individuales.
Por otro lado, tenemos la teoría de la regulación a favor de los grupos de interés.
Esta sostiene que la búsqueda de renta es el motivo principal de la regulación. En
sí misma, la justificación de algunas regulaciones gubernamentales se debe a la
búsqueda de renta por parte de grupos de interés y presión (lobbies). Es decir,
estamos frente a una teoría positiva en donde personas y empresas privadas
utilizan al Gobierno para obtener ganancias adicionales (rentas) por medio de las
restricciones a la actividad económica que impone el Gobierno. Un ejemplo
frecuente sucede en la necesidad de utilizar un 5 % de fuentes renovables en los
componentes de las naftas en la República Argentina, lo que en esencia es un
subsidio a los productores de materias primas que direccionan a estas para el corte
en la producción de naftas. Por lo cual, las empresas, a partir de la regulación
4
establecida por el Gobierno, obtienen ganancias que en un mercado competitivo
no obtendrían (Kolstad, 2001).
Figura 1:
5
En la Figura 1, vemos al Gobierno, que generalmente está integrado por tres
ramas: legislativa, judicial y reguladora. La primera es la que aprueba las leyes que
definen lo que deben hacer los reguladores para controlar la contaminación. A su
vez, la rama reguladora se encarga de ejecutar y de poner en práctica todas las
acciones necesarias para aplicar las leyes del legislativo. Por su lado, la rama
judicial controla las acciones de la rama reguladora.
Por lo que vemos, en el interior del Gobierno hay multiplicidad de actores y cada
uno tiene su propia lógica, lo que hace que este no actúe de manera unificada y,
por lo tanto, tenga diversidad de expresiones. Esto genera complicaciones
adicionales al momento de regular la contaminación ambiental y muchas veces
el legislativo tiene dificultades para cumplir sus objetivos, porque necesita de la
rama ejecutiva reguladora para aplicar sus leyes y a igual que las agencias
reguladoras dependen sus burocracias, el tamaño de estas y el modo en qué se
propone los objetivos de política.
Los dos tipos más importantes de regulación ambiental son el comando y control
y los incentivos económicos.
6
El primero hace referencia a la regulación ambiental que predomina en la mayoría
de los países. El concepto básico de comando y control significa que la regulación
debe especificar los pasos que los contaminadores deben seguir para resolver el
problema. La esencia del comando y control es que el regulador reúne la
información necesaria para decidir sobre las acciones físicas que habrán de
llevarse a cabo para controlar la contaminación; el regulador, entonces, manda al
contaminador a seguir los pasos físicos específicos para controlar la
contaminación. Un ejemplo común es que a las plantas generadoras de
electricidad se les puede exigir que usen ciertas tecnologías para reducir las
emisiones de dióxido de azufre (Azqueta, 2007).
7
Las regulaciones de comando y control tienen una ventaja principal: más
flexibilidad para regular los procesos ambientales complejos y, por lo tanto, mucha
más certidumbre respecto de la cantidad de contaminación que se obtendrá con
la regulación. Por ejemplo, en áreas urbanas donde hay fábricas en diferentes
ubicaciones que contribuyen de diversas maneras con los niveles generales de
contaminación urbana, puede ser difícil establecer una serie funcional de
impuestos a las emisiones y otros incentivos para garantizar un cierto nivel de
contaminación (Field y Field, 2003).
Entre las desventajas de este tipo de regulación, están los costos de información
altos, tanto en la operación como en la administración. Detallar en cada planta el
nivel de contaminación y la necesidad del regulador de confiar en la información
que le da el contaminador es uno de los ejemplos de las desventajas.
Otro problema importante es que hay pocos incentivos para encontrar mejores
formas de controlar la contaminación. El comando y control tiene una
metodología más estática.
Entre las ventajas de los incentivos económicos, tenemos que los requisitos de
información son menos significativos. No es necesario saber cómo funciona una
empresa para usar un impuesto de emisión. Además, los incentivos económicos
son un estímulo para que el contaminador decida innovar y encontrar formas más
baratas de controlar la contaminación. Por ello, con esta metodología, el
contaminador paga los costos de control junto con el daño de la contaminación.
Por último, otra desventaja, también de naturaleza política, es que los incentivos
económicos implican trasferencias de recursos de las empresas hacia el Gobierno.
La sola idea de instaurar nuevos impuestos y legitimarlos ocasiona demasiadas
complicaciones, que muchas veces no son compensadas con los tributos que se
recaudan (Perelló Sivera, 2009).
Espacio y tiempo
10
Figura 2:
Medioambiente natural
Regulador
ambiental
Productores Consumidores
Las emisiones no causan daño, pero las concentraciones sí. Por lo tanto, las
concentraciones ambientales son las concentraciones de contaminación que hay
en el aire que nos rodea, en el agua que bebemos o en la tierra donde nos
asentamos. Por ello, cuando hablamos de daño ambiental, debemos referirnos a
concentraciones ambientales y estas son objeto de regulación por parte del
Gobierno y de sus agencias.
11
Asimismo, el tiempo es un factor significativo en la transformación ambiental,
aunque probablemente menos importante que el espacio. El ejemplo clásico es el
de la niebla tóxica fotoquímica urbana (ozono, principalmente) que implica la luz
del sol y una mezcla de óxidos de nitrógeno y de compuestos orgánicos volátiles.
Sin luz solar, el problema es considerablemente menor; además, el tiempo que
algunos de estos compuestos permanecen en la atmósfera es menos de 24 horas,
por lo que las emisiones durante la tarde o la noche serán menos dañinas que las
que se presentan en la mañana o mediodía (Kolstad, 2001).
12
Supongamos que tenemos una meta ambiental. Normalmente, una unidad de
contaminación de un contaminador tendrá en las concentraciones ambientales un
efecto distinto de la de otro contaminador. Una regulación ambiental diferenciada
controlará a estos dos contaminadores de manera desigual, en función de sus
diversas contribuciones a las concentraciones ambientales (Kolstad, 2001).
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Impuestos sobre emisiones y
permisos transferibles
Hay varias cuestiones que complican el uso de incentivos para controlar la
contaminación. Una es el espacio, pues con frecuencia la movilidad de la
contaminación depende de la ubicación. Otra es el tiempo, principalmente, la
acumulación del paso del tiempo, es decir, de décadas de recolección de un mismo
contaminante en el ambiente.
Por otro lado, a los permisos de contaminación ambiental se les fijará un precio,
en equilibrio, relacionado con el ahorro marginal por emisiones que obtiene
cualquier fuente dividido por el coeficiente de transferencia; por lo tanto: AMg/a
i= .
2
En la misma dirección, los contaminantes acumulados se almacenan con el tiempo;
por tanto, el control simple de las emisiones no significa que se controle
directamente el daño que causa lo acumulado.
Una forma de asignar los permisos sin que surja el problema de una transferencia
monetaria hacia el Gobierno es una subasta de cero ingreso. La propuesta sencilla
consiste en que, antes de que se subasten los permisos, el proceso político decide
qué fracción del ingreso de la subasta debe acumularse en cada contaminador que
ya esté ahí. Esto debe apoyarse en las emisiones actuales, en las históricas o en la
habilidad para pagar. Después, se subastan los permisos, pero los ingresos se
distribuyen de manera convenida entre los contaminadores.
Este sistema también puede usarse para garantizar que los nuevos participantes
tengan la oportunidad de adquirir permisos, pues cualquiera puede hacer una
oferta por ellos (Mendieta, 1999).
3
Análisis regulatorio comparativo
1
Véanse Kneese y Bower (1968), Atkinson y Lewis (1974) y Atkinson y Tietenberg (1982).
4
Competencia internacional e
interregional
Es fundamental establecer la competencia entre las jurisdicciones para evitar o
saber cómo tratar las colusiones a la hora de establecer la política para el control
de la contaminación.
Las jurisdicciones pueden ser los Estados nacionales, las provincias o las
localidades ubicadas en una provincia determinada o en varias.
2
Efecto ingreso y demanda de calidad ambiental
Preguntas como ¿por qué las refinerías petroleras se ubican en las zonas pobres
de las ciudades y no en las ricas?, ¿por qué los países en vías de desarrollo tienen
regulaciones ambientales más laxas que los países ricos?, a escala global, ¿por qué
la protección ambiental se vuelve más importante a medida que transcurren los
años?
1
Kriström y Riera (1996) revisaron varios estudios, principalmente europeos, y concluyeron
con que la evidencia sugiere una elasticidad de la demanda positiva del ingreso menor que
uno, es decir, la calidad ambiental es una bien normal, pero no de lujo.
4
de obra barata, con lo que atraen a las industrias manufactureras que necesitan
mano de obra intensiva, y estos países también se especializan en industrias con
contaminación intensiva. De hecho, existen varias formas en las que los ingresos
bajos pueden influir en el comercio (Mendieta, 1999).
6
Sin embargo, a la hora de la especialización, la abundancia relativa de un recurso
determinado no es una variable explicativa suficiente, debido a que existe una
complejidad multifactorial que nos exige tener en cuenta que el grado de
severidad de las regulaciones ambientales será el resultado de dos factores: la
dotación de capacidad de asimilación de un país y el promedio del ingreso per
cápita que hay en ese país (Azqueta, 2007).
Contaminación transfronteriza
En el primer caso, consideramos una situación en la que hay dos naciones: una, la
contaminadora, tiene una industria que produce un bien que es exportado al otro
país. Lamentablemente, la industria también genera una contaminación que se
exporta al otro país, al que denominamos el país víctima (por ejemplo, la fábrica
está en la frontera y toda la contaminación es llevada por el viento hacia el país
víctima). Para corregir el problema de contaminación, el país víctima impone un
arancel a las importaciones del bien, el cual es igual al daño total de la
contaminación dividido entre la cantidad de bienes que se importan. De este
modo, el ingreso por el arancel que cobra el país víctima será exactamente igual
al daño que le provoca el país contaminador. Pero esta solución transitoria de
7
ningún modo es eficiente, porque no soluciona el problema de manera definitiva;
a menos que todos los bienes producidos por el país contaminador sean
exportados al país víctima, pero esto rara vez sucede (Kolstad, 2001).
En el segundo caso, se nos muestra que en la realidad los países tratan entre sí
muchos otros temas, no solo económicos, sino también políticos, sociales y
culturales. Tal vez el país víctima tiene poca capacidad para obligar al
contaminador a reducir las emisiones; sin embargo, puede tener mucho poder
sobre una cuestión no relacionada, como la participación en un tratado de defensa
conjunta. 2 Si detiene el convenio sobre este tratado, entonces puede forzar al
contaminador a reducir los niveles de contaminación. De hecho, el país víctima
puede amenazar con aplicarle sanciones de uno u otro tipo a la nación
contaminadora si esta no adopta las regulaciones ambientales para generar la
cantidad eficiente de contaminación.
2
Folmer, Mouche y Ragland (1993) expresan esto en términos de que los dos países
participan en juegos repetidos sobre una diversidad de temas. Si un país no tiene poder en
un juego en particular, entonces amenaza a otro donde sí tiene poder. Folmer et al. (1993)
se refieren a esta situación como juegos interrelacionados y sugieren que los problemas de
contaminación transfronteriza pueden resolverse en ese contexto.
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primer término. Por tanto, el acuerdo debe contar con tres características
deseables: a) debe ser obligatorio en sí mismo; b) debe implicar una mejora para
cada país que lo firme; c) los niveles de contaminación obtenidos por el acuerdo
deben significar una mejora en el sentido de Pareto sobre el statu quo e,
idealmente, deben ser eficientes en el sentido de Pareto (Mendieta, 1999).
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Efectos económicos de las
regulaciones ambientales
Iniciamos este apartado con las siguientes preguntas: ¿cómo construimos
regulaciones óptimas para las empresas?, ¿cómo las empresas reaccionarán ante
las regulaciones específicas?
Por último, se estima necesario que los impuestos sobre la contaminación sean
sustituidos por impuestos distorsionantes y que, como resultado de ello, todo el
mundo mejorará incluso antes de que se tomen en consideración los beneficios
de la reducción de contaminantes (Kolstad, 2001).
2
Crecimiento de la productividad
Cabe destacar que el aumento de la productividad puede ser mayor o menor que
el de la productividad multifactorial, según los cambios que pueden ocurrir en los
precios relativos de los insumos o la intensidad relativa del uso de los insumos,
entre otras cosas. Sin embargo, las medidas normales de productividad omiten los
usos de los recursos ambientales y, a medida que el uso de estos recursos se fue
haciendo más costoso durante las últimas décadas, las medidas del aumento de la
productividad que omiten dichos recursos han subestimado el aumento real de la
productividad multifactorial, lo cual resulta particularmente cierto para las
industrias que son altamente contaminantes.
Como conclusión podemos decir que, si las empresas reciben señales para ahorrar
en el uso de un insumo (tomemos el medioambiente), es necesario tomar en
cuenta los esfuerzos innovadores que se hacen para evitar que la compañía siga
dependiendo del medioambiente, aunque eso se haga a expensas de otros
insumos. Por tanto, si queremos una medida real de toda la innovación que se ha
hecho, deberemos incluir todos los factores relevantes; excluir al medioambiente
de las medidas del incremento de la productividad multifactorial significaría
3
subestimar dicho aumento de la productividad en un período en el cual las
regulaciones tienden a ser severas (Field y Field, 2003).
¿Para qué sirve el presupuesto nacional? Aunque las empresas y los inversionistas
privados pueden beneficiarse con el conocimiento de la situación económica de
un país, su propósito principal es ayudar a los que elaboran las políticas públicas
del Gobierno.
Los incentivos para fomentar el ahorro pueden ser el resultado de saber que la
tasa de ahorro nacional es baja comparada con países similares; la política
monetaria se guía por estadísticas sobre el suministro de dinero, el crecimiento
económico y los niveles de inventarios, entre otras cosas. Casi todas las políticas
gubernamentales que se diseñan para intervenir en la economía dependen
sustancialmente de la información económica contenida en el presupuesto
nacional. Incluso políticas no económicas, tales como la regulación ambiental y el
financiamiento de la investigación científica, tienen la influencia de la información
incluida en el presupuesto nacional.
4
El doble dividendo
En los últimos años, se han presentado varias propuestas para sustituir los
impuestos a la contaminación por formas más tradicionales de cobrar, como el
impuesto a la renta. La idea es que estos impuestos no solo reducirán la
contaminación, sino que también disminuirán las distorsiones asociadas con las
cargas fiscales que ya existen, es decir, un doble dividendo. Esta sugerencia ha
impulsado el análisis de la eficiencia de los impuestos a la contaminación cuando
hay distorsiones previas. Cuando ya existen impuestos que causan distorsiones
(como el impuesto sobre la renta), los impuestos a la contaminación generan un
costo indirecto, ya que aumentan las deficiencias existentes. En realidad, cualquier
medio para reducir la contaminación tiene un costo oculto cuando ya hay
distorsiones en los impuestos. Un impuesto a la contaminación puede superar
parte de su costo indirecto si obtiene ingresos que pueden reemplazar a los
impuestos distorsionantes y mantiene constantes los ingresos totales (Field y
Field, 2003).
5
Teoría de la
demanda
ambiental
Política y
Economía
Ambiental
1
Teoría de la demanda ambiental
Una de las piedras angulares de la economía radica en entender cuáles son las
preferencias del consumidor. La forma típica en que se representan esas
preferencias es a través de las funciones de la demanda o las relaciones que
indican la cantidad de un bien que un individuo con cierto nivel de ingreso deseará
cuando se enfrente a una serie de precios dados. Una curva de demanda es una
forma de resumir lo importante que puede ser un determinado bien para una
persona. Como cada individuo con un ingreso limitado, la curva de demanda nos
dice cuánto dinero asigna esa persona a un bien específico, entre las muchas
opciones posibles, y se obtiene información adicional al indicar qué cantidad de
ese bien va a dejar de consumir si su precio aumenta. Si un bien es absolutamente
indispensable y no tiene sustitutos evidentes, probablemente la demanda será
inflexible al precio. Por otra parte, si el bien es importante, pero hay muchos
sustitutos, el aumento del precio hará que el consumidor busque esos sustitutos
y, obviamente, habrá una baja en el consumo del bien cuyo precio aumentó
(Kolstad, 2001).
Toda esta información nos sirve para entender los mercados y los efectos de los
cambios en dichos mercados. Si en una curva de demanda resumimos las
preferencias de un individuo respecto de un bien, podemos hacer lo mismo con el
consumo total del mercado de ese bien con una curva de demanda agregada, que
es la suma de las curvas de demandas individuales. Después, a esa curva la
podemos empatar con una curva de oferta de ese bien para descubrir qué
cantidad de ese bien puede ofrecerse en un mercado competitivo, y realizar, así,
un análisis de los efectos que tienen las intervenciones gubernamentales, tales
como impuestos y regulaciones, en esos mercados (Perelló Sivera, 2009).
2
De la misma forma que las curvas de demanda son resúmenes de las preferencias
de los consumidores que nos sirven para hacer el análisis de los mercados de los
bienes privados, este tipo de curva también puede servir para resumir las
preferencias por los bienes ambientales. No obstante, el problema de estas curvas
es que normalmente no hay mercados, por lo que no tenemos datos sobre cuánto
se consume de un bien ambiental a diferentes precios. Sin embargo, la idea de una
curva de demanda como representación de las preferencias implícitas es tan válida
para bienes ambientales como para verduras, pan o automóviles, pero más difícil
de medir (Kolstad, 2001).
Existe una amplia gama de bienes que pertenecen al rubro de los bienes
ambientales, y en ella se incluyen productos, tales como la contaminación del aire
y del agua o la calidad (considerada como un bien) del aire y del agua. También
abarcaría valores agradables, como la belleza de un paisaje de campo o de mar, o
algo negativo, como la vista de una ciudad llena de humo y niebla.
No importa cuán intangible pueda ser el bien; por lo general, para su producción
se requiere dinero y, normalmente, resulta apropiado averiguar con cuánto están
dispuestos a contribuir para proteger ese bien ambiental (Kolstad, 2001).
3
Una de las distinciones más claras entre los bienes ambientales y los bienes
tradicionales es la existencia de un mercado. Con un bien común (los
combustibles, por ejemplo), el mercado nos permite observar diversos precios y
compras diferentes a distintos niveles de precios. Por consiguiente, de manera
directa se deduce la relación entre precios y cantidad demandada.
Sin embargo, es mucho más difícil generar una curva de demanda de aire limpio
en una zona urbana. Si hacemos a un lado la precisión con que definiríamos lo que
es aire limpio, vemos que no contamos con información necesaria acerca de los
diferentes niveles de consumo y de precios. Pero, evidentemente, los individuos
que aprecian el aire limpio estarían dispuestos a pagar por él. Cuanto más caro
cueste el suministro de aire limpio, más personas estarán dispuestas a tolerar un
poco de contaminación y, del mismo modo, cuanto más barato sea el aire limpio,
mayor será el número de personas que lo pedirán.
4
embargo, se trata de un costo mucho más disperso, muy diferente del que se
relaciona con la construcción de un hospital o un parque, y esto también hace que
el trabajo de determinar la demanda sea más difícil (Mendieta, 1999).
Disposición a pagar
$/ Excedente del
consumidor
litro Demanda
p*
Pagos
O q* Litros
5
Figura 2: Curvas de demanda y disposición para pagar total y marginal
contaminación del aire
$/
unidad
Daño
marginal
Daño total
O
µg/m3 (cantidad)
DPP total
DPPM
6
ambientales, al uso actual (“estoy visitando el parque”), al uso esperado (“tengo
planes de visitar el parque”) y al uso posible (“espero poder visitar el parque el año
que viene”) (Azqueta, 2007).
Hay varias rutas por medio de las cuales los bienes ambientales afectan a los
humanos. Una es a través del impacto directo e incluiría los efectos directos en la
salud por respirar aire contaminado (mortalidad y morbilidad), así como los
efectos no saludables, como los olores molestos, el ruido o los impactos visuales.
Por ejemplo, el humo de una planta eléctrica podría convertirse en una neblina
que cubre la vista de algún paisaje que viniste a disfrutar. Aunque esa bruma no
te causa un impacto físico que pueda medirse, encontrarás que el panorama es
desagradable y estarás dispuesto a pagar algo de dinero para deshacerte de él si
se presenta la oportunidad, y esto es justamente un valor económico tan real
como los efectos en la salud.
Una segunda ruta en donde los bienes ambientales afectan a los humanos es a
través del daño a los ecosistemas. Por ejemplo, la agricultura, la silvicultura y las
zonas pesqueras constituyen ecosistemas de los que los humanos reciben
beneficios económicos directos. Es evidente que la contaminación que degrada el
funcionamiento de dichos sistemas no es conveniente, pero, además, en ellos hay
efectos más sutiles que se relacionan con el uso recreativo de esos sistemas. La
7
construcción o la contaminación pueden perturbar el ecosistema de un parque
nacional, ya que tendrá consecuencias negativas en el uso recreativo de este.
Los tres tipos básicos del valor de no uso son: el valor de la existencia, el valor
altruista y el valor del legado. El primero es el que el consumidor agrega al hecho
de saber que algo existe; por ejemplo, el huemul, que es una especie de ciervo que
habita la zona baja de la cordillera de los Andes entre Argentina y Chile. Este tipo
de valor de no uso sería adicional a cualquier valor asociado con el “uso” presente
o potencial. El valor altruista no se deriva de nuestro propio consumo, sino del
hecho de que obtenemos un beneficio cuando alguien más obtiene mayor utilidad.
Así, si nuestro vecino se beneficia porque limpiamos el jardín, obtenemos mayor
utilidad porque nuestro vecino está mejor.
8
siguiente generación, esa zona protegida tiene un valor de legado para nosotros,
incluso aunque nunca la utilicemos ni tengamos intención de hacerlo.
Medición de la demanda
Dado que no hay mercados para los bienes ambientales, medir la demanda no es
algo directo y existen dos enfoques básicos para hacerlo: la preferencia revelada y
la expresada. En la primera, observamos una selección real1 en algún mercado, así
como información referida de manera inteligente sobre el intercambio de dinero
y bienes ambientales. Por ejemplo, podemos observar que dos comunidades son
idénticas, excepto porque una tiene casas caras y aire limpio, y en la otra las
viviendas son baratas y existe demasiada polución del aire. De ahí podemos inferir
que la diferencia en los precios de las casas refleja el valor que las personas le dan
al aire limpio. El segundo enfoque, el de las preferencias expresadas, básicamente
1
Una selección real significa que implica un compromiso de recursos.
9
implica preguntarles a las personas cuánto vale un bien ambiental, y esta
información se obtiene a través de las encuestas de opinión. Este enfoque resulta
controvertido por la falta de opciones reales, ya que únicamente estas involucran
los verdaderos intercambios de dinero por bienes ambientales. Las elecciones
hipotéticas carecen del realismo que puede ser necesario para obtener
información precisa.
También se observa una zona gris entre las preferencias reveladas y las
expresadas; por ejemplo, los mercados experimentales en donde a los sujetos se
les entrega un poco de dinero y se les pide que hagan algunas elecciones con él;
esto motiva deducir que las decisiones son reales, pero el contexto es inventado.
10
En el área de las preferencias expresadas, el enfoque que prevalece es el de la
valuación contingente, y depende de la revelación directa de la demanda por parte
de los consumidores. Para simular un mercado, se necesitan valores, y estos se
obtienen preguntando directamente a una muestra de consumidores potenciales
de ese bien ambiental.
11
Figura 3: Tipología de medición de la demanda ambiental
12
Los métodos del precio hedónico
La medición de los beneficios debido a mejoras ambientales es muy difícil de
realizar, pues no existen mercados para la calidad ambiental. Sin embargo,
se puede observar el comportamiento de mercados que están relacionados
con la calidad ambiental, y es posible algunas veces medir la disponibilidad
a pagar de las personas por los bienes ambientales usando datos de estos
mercados.
2
efecto agregado de precios “implícitos” o hedónicos de cada característica y
de las cantidades de cada una.
Figura 1:
Los objetivos de la metodología son:
Figura 2:
Los supuestos de la metodología son:
3
Figura 3:
Las estrategias que seguir para la ejecución de la metodología
son:
Como los modelos hedónicos tienen problemas de especificación,
se deben realizar muchas pruebas hasta encontrar la función
hedónica adecuada.
Notamos que por las casas con pocas habitaciones y con malas condiciones
ambientales se pagan precios bajos. Si observamos los precios de muchas
casas con características diversas, ¿es posible justificar el valor implícito que
se le está dando a la calidad del aire, por ejemplo? De igual manera,
ocupaciones diferentes tienen características distintas, en las que se incluye
el estado de salud o el riesgo de mortalidad. Normalmente, en los empleos
con más riesgo se pagan salarios más altos y, si se observan los salarios
asociados con muchas ocupaciones diferentes, ¿podemos inferir cuánto
valor le conceden los trabajadores a los pequeños cambios que se dan en el
riesgo? (Kolstad, 2001).
1
La teoría moderna de los precios hedónicos es de Rosen (1974), aunque ha sido ampliada por
otros autores como Palmquist (1991).
5
Producción doméstica
Esta es otra forma de preferencia revelada para productos ambientales. El
planteamiento que consideramos en esta lectura se relaciona con productos
ambientales cuyo efecto sobre una persona puede modificarse con el uso de
bienes comerciales. Si estamos hablando de un bien ambiental (por ejemplo, una
reserva natural), el uso de productos comerciales permite que el individuo lo
disfrute totalmente; si nos referimos a un mal (como el ruido, por ejemplo), se
pueden usar bienes comerciales para aislar al individuo del daño total que produce
ese mal (Azqueta, 2007).
Como los ejemplos son ilustrativos, vamos a considerar primero el caso de un mal.
Si vives en una casa que está cerca de una autopista muy transitada por camiones,
el ruido que produce el tráfico es una molestia. Sin embargo, como lo que a ti te
interesa en realidad es la paz y quietud dentro de tu casa, con un cierto costo
puedes aislarla del ruido y neutralizar, al menos parcialmente, el daño que se
deriva del ruido.
Ahora consideremos un bien, como por ejemplo, una reserva natural, a la que hay
que visitar para poder disfrutarla completamente, lo cual cuesta dinero. Cuanta
más utilidad reciba una persona por su visita a la reserva, más dinero estaría
dispuesta a pagar por hacerlo. Por otra parte, sin visitas, la reserva genera poca
2
utilidad; por ejemplo, la gente viaja miles de kilómetros y gasta demasiado dinero
para visitar un parque nacional, como el Parque Nacional Los Glaciares,1 lo que
hace evidente que para esos visitantes dichos parques valen mucho. En este
ejemplo, el gasto en disfrutar el parque es observable y se relaciona con el
beneficio que un individuo obtiene de él. Al analizar lo que cuesta el viaje, nos
enteramos de cuánto valor le dan al parque las personas.
1
Ubicado en la ciudad de El Calafate, provincia de Santa Cruz, Argentina.
3
probable que este no sea totalmente neutralizado por los gastos defensivos y, por
lo tanto, el daño tenga una desventaja adicional (Perelló Sivera, 2009).
En todos los casos, el individuo o familia combina una cierta cantidad de un mal
público con otra de un bien comercial para producir lo que realmente nos rinde
una utilidad, es decir, el ruido en las cercanías, la calidad del aire dentro de la casa
o la del agua que se bebe. Como decíamos, estos gastos se llaman defensivos,
cuando nos defienden de la contaminación, o preventivos, cuando los ejecutamos
para prevenir el daño de la contaminación a futuro. Cualquiera que sea el término
que se utilice, el significado es el mismo (Perelló Sivera, 2009).
4
Costos de viaje
Existen tres dimensiones principales para hacer el análisis del costo de la demanda
de un bien ambiental: uno consiste en ver en qué medida la demanda depende de
la calidad del bien (por ejemplo, la calidad del agua en una playa); el segundo se
asocia con el número y la duración de los viajes durante un período de, digamos,
un año, y el tercero se refiere al tratamiento de los lugares sustitutos, como
cuando el visitante de un parque nacional tiene que elegir entre varios de ellos.
5
Mercados construidos
El valor de existencia es un ejemplo de un valor que resulta muy difícil de calcular
a través de los métodos de preferencia revelada.1 Si valoramos algo (como una
zona protegida de la Patagonia argentina) por su simple existencia, sin relacionarlo
con el uso posible, el comportamiento del consumidor con respecto a los bienes
comerciales no se verá afectado por el hecho de que algo esté a su disposición. Y,
si el comportamiento no resulta afectado, es muy difícil aplicar los métodos de
preferencia revelada. Además, hay muchos bienes para los que no existe un
mercado natural que pueda reflejar su valor. Por ejemplo, resulta muy complicado
determinar totalmente el valor de una vista panorámica o de un cambio climático
mediante el uso de los métodos de preferencia revelada (Azqueta, 2007).
1
El único método de preferencia revelada con el que es posible inferir el valor de existencia
de un bien es a través de la observación del suministro voluntario de bienes públicos. Sin
embargo, este método no ha sido muy utilizado.
2
Los mercados experimentales pueden darse en el contexto de un laboratorio, en
donde se toman a ciertos individuos como representantes; otra posibilidad es que
los experimentos se lleven a cabo con el involucramiento de la población en
general y estos constituyen un trabajo de campo. El único requisito de un mercado
experimental es que el dinero real se intercambie por un bien o un mal real. En
otras, palabras, es un mercado real, excepto porque ha sido inventado por el
experimentador. El máximo experimento de campo es un referendo o consulta
popular oficial del Gobierno en el que el experimento se construye oficialmente y
a los votantes se les pide que comprometan dinero público para proporcionar
algún tipo de bien ambiental (Field y Field, 2003).
Preferencias expresadas
3
riesgo recursos reales, pero la respuesta promedio no se verá afectada por la
naturaleza hipotética del ejercicio (Field y Field, 2003).
Mercados experimentales
4
decisiones reales que implican gastar el dinero real o recibirlo a cambio de los
bienes o males ambientales que el investigador puede presentar.