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FALLAS DEL MERCADO

Entiendo como fallo de mercado, la situación que se produce en una economía cuando el
mercado suministra un bien o servicio de forma no eficiente, ya sea porque el mercado
suministre más cantidad de lo que sería eficiente o porque el equilibrio del mercado
proporcione menos cantidad de un determinado bien de lo que sería eficiente. Hasta bien
entrada la década de los años ochenta, los distintos gobiernos han intervenido fuertemente
en sus economías, con el deseo de corregir aquellas imperfecciones derivadas del
funcionamiento de un mercado libre. La intervención gubernamental quedaba justificada
por la existencia de los denominados fallos del mercado, dando lugar a fuertes regulaciones
en la economía en general.

En una economía variada , como en la que vivimos, parte de las decisiones se toman por los
ciudadanos y parte por el gobierno. Dado que existen ciertos fallos de mercado inevitables,
la intervención del gobierno en el mercado se justifica ante: La ausencia de regulación: El
sector público regulará los mercados con normas tanto nacionales como internacionales y
así favorecer el desarrollo de la economía. Desigualdad en la distribución de la renta: El
sector público contará con una política fiscal, como la implantación de impuestos
progresivos. Inexistencia de determinados bienes en el mercado: Algunos bienes pueden no
ser rentables para las empresas privadas y por ello el sector público intervendrá
produciendo bienes públicos. A estos bienes no se les aplica el principio de
exclusión. La oferta de ese bien es conjunta, es decir, cuando se facilita a un sujeto ese bien
o servicio queda a disposición de los demás. Por ejemplo, si ponen una farola en la puerta
de su casa, la luz de ésta será disponible para cualquiera que pase por allí. Pueden ser:
Fallo de mercado puro: Por utilizar un producto no excluyes a los demás de su uso y no
existe rivalidad, por ejemplo el alumbrado público. Fallo de mercado no puro: En los que se
puede excluir a una persona de su uso mediante el pago de un precio, por ejemplo la
educación. Externalidades negativas: Cuando se generen costes sociales, al ejercer la
actividad que producirá unos bienes o servicios, causando efectos negativos sobre la
economía, y sean superiores al coste privado, el sector público sancionará a quienes
produzcan estos bienes o servicios. Por ejemplo, una planta química que vierte sus residuos
al río, contamina el agua perjudicando así a los agricultores. También cabe destacar la
existencia de externalidades positivas, que producen beneficios sobre terceros y en las que
el sector público intervendrá concediendo subvenciones y ayudas. Monopolio: El mercado
tiende a ser solo una empresa, por ello el sector público lo regulará favoreciendo la libre
competencia, estimulando la existencia de muchos vendedores competitivos. Un ejemplo de
fallos en el mercado podría ser la luz de las calles y el alcantarillado de una ciudad podrían
ser fallos de mercado. No es rentable para una empresa dedicarse a poner alumbrado en la
calle, porque invertiría mucho dinero pero no ingresaría nada y al final quebraría. Por ello,
el gobierno se encarga de realizar estas tareas, cubriendo los fallos de mercado. La
inestabilidad cíclica es el más importante de los fallos del mercado, ya que afecta
directamente al número y a las características de los puestos de trabajo de un país. No en
vano, el trabajo o mano de obra es el primer recurso que sacrifican las empresas cuando las
cosas comienzan a ir mal. Cuando esto ocurre el Estado tiene dos alternativas: primera, no
intervenir, es decir, confiar en que el mercado salga por sí solo e la crisis y que la actividad
económica vuelva a expandirse; y segunda, intervenir consumiendo o produciendo bienes y
servicios para hacer crecer artificialmente os niveles de actividad económica y de esta
forma compensar la ausencia de demanda privada.

Al conjunto de medidas e instrumentos que el Estado utiliza para intervenir en la actividad


económica e intentar favorecer la marcha del país se denomina política económica. En
ocasiones, el mercado no es capaz de dar respuesta a determinadas demandas de la
población, como las de tipo social. Este tipo de bienes se denominan no rentables para un
inversor particular y suelen ser producidos por el propio Estado. Su principal característica
es que es imposible impedir que las personas que no han pagado por ellos los utilicen.
Piensen, por ejemplo, en el alumbrado público. Como consecuencia de su actividad
económica, a veces las empresas generan una serie de efectos que perjudican a las personas
que viven cerca de la misma. Por ejemplo, la contaminación acústica de una fábrica. Este
tipo de efectos se denominan costes externos o externalidades negativas y son soportados
sin compensación por personas ajenas a la empresa. El Estado puede utilizar varios
instrumentos para tratar de reducir o eliminar las externalidades. Las más importantes son
tres: Umbrales máximos: consiste en determinar unos límites que marcan la máxima
contaminación que una empresa está autorizada a causar. Si se pasa, hay sanción.
Impuestos unitarios: es una cantidad que se paga en concepto de impuesto directamente
relacionada con lo que se contamina. Por ejemplo, por cada kilo de dióxido de azufre
emitido al aire se debe pagar 0,50 euros. Licencias de contaminación: a determinadas
empresas se les exige una licencia en la que se especifica el límite de visión de las
sustancias contaminantes, el lugar, el periodo de vigencia. Los fallos de mercado aparecen
cuando un mercado es incapaz de funcionar de manera exitosa. Es decir, no puede alcanzar
el equilibrio con una distribución eficiente de los recursos, lo que es conocido como
eficiencia de Pareto. La imperfección en el sistema de fijación de precios impide una
distribución eficiente de los recursos y así la intervención del gobierno es considerada
necesaria y justificada. Aunque el concepto ha sido tratado desde la época Adam Smith, no
está claro quien lo acuñó. Las maneras más comunes en las que un fallo de mercado
aparece son externalidades, bienes públicos e información asimétrica: Las externalidades
son causadas cuando la producción o consumo de un bien o servicio tiene un efecto cascada
que no queda puramente reflejado en su precio y por tanto no existe una compensación
apropiada que sea pagada por ello. Si el precio no incluye los verdaderos costes del bien o
servicio habrá un fallo de mercado. Es importante destacar que las externalidades pueden
ser positivas o negativas. Para prevenir las negativas, los gobiernos deben añadir ciertos
impuestos a los bienes para cubrir su coste social. Los bienes públicos pueden ser definidos
como no excluibles y no rivales, que son las principales razones por las que puede resultar
imposible (o muy difícil) que el sector privado obtenga un beneficio económico de la
producción de estos bienes. Los consumidores pueden actuar, ya que pueden disfrutar de un
bien sin tener que pagar por él. Debido a los pocos incentivos del sector privado para
producir este tipo de bienes, se confía en el sector público para producirlos. Los acuerdos o
pactos para fijar precios de venta o cualquier otra condición de la misma, la limitación
injustificada de la producción o el reparto de mercado son ejemplos de consecuencias de
mercados imperfectos que están prohibidas en la actualidad. La defensa de la competencia
es una prioridad del Estado, y a través de la Comisión Nacional de la Competencia intenta
evitar estas situaciones de abuso de poder de ciertas empresas. La instrucción y resolución
de los procedimientos abiertos en materia de defensa de la competencia y la elaboración de
informes y análisis sobre la situación de competencia en determinados mercados son
algunas de sus funciones. Es inevitable que en el mercado solo expresen sus preferencias
aquellos cuyo nivel de ingresos les permite pagar el precio de los bienes y servicios que
ofrecen las empresas. En este sentido, la redistribución de la renta por parte del Estado es
necesaria, si bien no suele ser demasiado eficiente.

La política económica no sólo tiene como objetivo estabilizar la economía para evitar las
fluctuaciones negativas de la misma, sino también reducir las desiguales en la distribución
personal o geográfica de la renta, estableciendo medidas y leyes para distribuirla. Este
objetivo se consigue principalmente a través de la política fiscal. a intervención pública se
justifica por los fallos del mercado, en tanto que los mismos impiden que el mecanismo de
mercado, vía precios, asigne los recursos de forma eficiente en el sentido de Pareto. Se
obtiene un óptimo paretiano cuando es imposible reasignar los recursos de forma que una
persona mejore sin que, al mismo tiempo, nadie empeore.
El argumento básico de la intervención pública se centra pues en la mejora de la asignación
de los recursos en la economía, lo que permite, a su vez, diferenciar entre los conceptos de
eficiencia y de equidad. El concepto de eficiencia hace referencia a la mejor u óptima
asignación de recursos, de forma que, cuando el sector privado no pueda alcanzar la
asignación óptima, el sector público deberá intervenir, mientras que el concepto de equidad
hace alusión a la distribución de la renta, de manera que a pesar de que una asignación de
recursos sea eficiente, puede no ser equitativa, y hacer así necesaria la intervención estatal.
Según la teoría del interés público con gran tradición en la economía, el mecanismo de
mercado desempeña un papel muy importante en la asignación óptima de los bienes y
servicios, pero el público actuará, a través del gobierno, para corregir cualquier fallo en esta
asignación. Parte del supuesto de que el gobierno responde a una demanda pública para la
corrección de asignaciones ineficientes y que puede eliminar estas ineficiencias a un costo
más bajo que las organizaciones privadas. A continuación se analizan las principales
características de los distintos fallos del mercado que se pudieran dar debido al poder de
mercado que provocan los monopolios, a las externalidades, a la información incompleta o
a la existencia de bienes públicos. El poder de mercado: características e implicaciones El
primer fallo del mercado se refiere al poder de mercado que permite a un reducido número
de oferentes influir, tanto sobre los precios, como sobre la producción, lo cual no solo
posibilita a las empresas fijar sus precios por encima de los costes marginales de
producción, sino que no las incentiva a mejorar la eficiencia productiva. Respecto al poder
de mercado, hay tres tipos de fallos de mercado a considerar. El primero corresponde a los
casos en los que la competencia no es posible, como en el monopolio natural cuyo concepto
tradicional nos dice que se debe principalmente a causas tecnológicas, que exigen fuertes
costes fijos de instalación que permiten la existencia de economías de escala, esto es, costes
medios decrecientes para niveles elevados de producción en relación con la demanda total
del mercado. Esto implica que una empresa puede realizar más barata toda la producción de
lo que podrían hacerlo múltiples empresas. Cuando en la producción de un bien se dan
rendimientos crecientes, el mercado va expulsando a las empresas de menor dimensión al
tener que vender a precios superiores a los de las empresas más grandes, lo que conduce,
finalmente, a una situación de monopolio. Si el monopolista fija el precio rigiéndose por la
regla del coste marginal, esa empresa de rendimientos crecientes de escala obtendrá una
producción socialmente óptima, es decir será eficiente. Pero, aparece un problema básico y
es que por definición la curva de costes promedios del monopolista natural tiene pendiente
negativa a lo largo de la escala de la demanda, el coste marginal es inferior al coste
promedio en la producción óptima, y la fijación del precio por el coste marginal da como
resultado pérdidas para el monopolista.
La discriminación de precios es interesante para el monopolista porque le permite vender el
mismo producto a distintos precios, pero también es necesario que sea factible identificar
las demandas individuales, o por grupos, que presenten características distintas, y que el
productor pueda impedir la reventa del producto entre los consumidores de distintos
grupos. Este es el único caso donde el monopolista puede determinar los precios según la
regla del coste marginal y no incurrir en pérdidas. Y para ello, como expusimos antes, se
tiene muy presente los subperíodos, de un período total de producción (por ejemplo, el día),
donde la demanda es alta (también llamada pico) y donde la demanda es baja (o valle). Sin
embargo, el caso de demandas pico-valle separables no permite obtener una solución de
carácter general al problema de los costes decrecientes, además de surgir complicaciones
cuando se utiliza distinta tecnología para producir el bien, por lo que en la práctica a veces
se recurre a algún tipo de discriminación imperfecta de precios. Por último, se pueden
determinar unos precios que maximicen la utilidad o el bienestar de los consumidores
sometida a una restricción de tipo presupuestario (como por ejemplo, la cobertura de
costes), situándonos ante un problema de segundo orden donde los precios óptimos
alcanzados se denominan de Ramsey. Hasta ahora, se ha definido el monopolio natural
como aquél que aparece ante unos rendimientos crecientes. Sin embargo, la evolución del
propio concepto de monopolio natural, nos proporciona una explicación más rica y flexible
que la tradicional basada, exclusivamente, en la existencia de rendimientos crecientes. Hay
que distinguir en primer lugar, si se trata de la producción de un único bien (producción
simple) o de una producción conjunta. Además, hemos de tener en cuenta la sostenibilidad
del monopolio y el propio concepto de monopolio natural que no siempre requiere la
presencia de rendimientos crecientes. En definitiva, la teoría tradicional de organización del
mercado nos dice que el comportamiento de las empresas monopolistas debe ser regulado,
porque si no podrían fijar los precios por encima de su óptimo desde el punto de vista
social, o no proporcionar un nivel de producción socialmente óptimo. Dicha regulación
que, en última instancia, pretende controlar y limitar el poder monopolista de la empresa,
no solo actúa sobre los precios, sino también sobre el nivel, la calidad y el alcance de la
producción. Este tipo de mercado está muy presente en la oferta de determinados servicios
públicos tales como el suministro de agua, gas, electricidad, transportes,
telecomunicaciones y servicios telefónicos, que están obligados a incurrir en unos elevados
costes fijos o de establecimiento de la red de suministros, lo que resulta no solo
excesivamente caro sino ineficiente al disponer de varias empresas que para competir
cuentan con costosas duplicaciones de infraestructuras.

Concluyo que es en gran parte del pensamiento económico dominante está sustentado en la
teoría de Adam Smith, en donde explica cómo los mercados aseguran la eficiencia
económica. De ahí que el modelo competitivo básico de oferta, demanda y el precio de
equilibrio sea tan estudiados por los economistas.

Puedo decir que existen situaciones en algunos mercados que provocan fallas del mercado
que a su vez provocan ineficiencias económicas. Puede haber problemas de información
entre los productores y provocar que no se produzca en su totalidad un bien o servicio y se
usen ineficientemente los recursos escasos.

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