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El consumo excesivo de hidratos de carbono y de grasas es una de las causas

principales del desarrollo de la obesidad. Existe una tendencia en las últimas


décadas en las diversas sociedades de incrementar el consumo de alimentos
que tengan un un exceso de hidratos de carbono y de grasa, particularmente
de grasa saturada. Las consecuencias metabólicas que aparecen en la
población que consume este tipo de dietas son la aparición de intolerancia la
glucosa, resistencia la insulina, dislipidemias, en particular elevadas
concentraciones de triglicéridos en la sangre, y bajas concentraciones de
colesterol HDL, así como la aparición de hipertensión. Se han realizado
numerosos estudios experimentales para entender como el consumo de un
exceso de hidratos de carbono y de grasa en la dieta pueda generar estas
alteraciones metabólicas. Los estudios han demostrado que los cambios en los
niveles de hormonas circulantes, principalmente de insulina y glucagón están
involucrados en la regulación de la expresión de genes que participan en la
síntesis de ácidos grasos en el organismo, así como también en la
biosíntesis de novó de glucosa. También se ha demostrado que la producción
de algunas hormonas sintetizadas en el intestino se modifica, y estas influyen
en el metabolismo de la síntesis y secreción de hormonas, especialmente de la
insulina.

En la última década han aparecido estudios que demuestran que el consumo


excesivo de hidratos de carbono y grasas en la dieta pueden modificar la
microbiota intestinal, y ésta a su vez se ha asociado con los cambios
metabólicos que se presentan en las personas que consumen este tipo de
dietas. ¿Pero qué es el microbiota intestinal? El microbiota es la población de
microorganismos que habita en un ambiente. En el cuerpo existen diferentes
tipos de microbiota que se localizan en la piel en la boca en las fosas nasales,
etc. Uno de los principales lugares donde tenemos un microbiota muy
abundante es el intestino, y se ha demostrado que a lo largo del tracto del
intestino delgado y grueso tenemos cambios en el tipo y la abundancia de
ciertas bacterias. Sin embargo, se ha demostrado que la población más
abundante del microbiota del intestino se localiza en la región del colon. Se ha
encontrado que el microbiota del intestino puede modificarse por diferentes
factores que incluyen desde la forma en la que nacemos, las condiciones de
higiene de nuestro alrededor, el consumo de medicamentos incluyendo
especialmente a los antibióticos, pero de manera muy importante el factor
predominante que modifica el microbiota intestinal es la dieta. Estudios iniciales
mostraron que el consumo de fibra dietario genera cambios benéficos tanto en
la abundancia como en la diversidad de las bacterias que se tienen en el
intestino. Diversos estudios han indicado que entre mayor sea la diversidad del
tipo de bacterias que tenemos en el intestino, mejor es nuestra respuesta
metabólica. Además de la fibra dietaría existen otros componentes en la dieta
presentes en frutas y vegetales denominados polifenoles, los cuales pueden
traer efectos benéficos a la diversidad de nuestro microbiota intestinal. Sin
embargo, cuando se consumen dietas altas en hidratos de carbono y grasas, la
diversidad de la microbiota disminuye, y ésta se asocia con la presencia de
bacterias que pueden ocasionar cambios metabólicos negativos en el
organismo.

Se ha demostrado que el consumo de una dieta alta en grasa modifica la


microbiota intestinal y promueve la absorción intestinal de una sustancia
presente en la membrana de algunas bacterias conocido como lipopolisacarido.
Los diversos lipopolisacaridos producidos por las bacterias del intestino se ha
demostrado que promueven un estado de inflamación, también conocido como
endotoxemia metabólica, que se asocia con un incremento de algunas
proteínas en la circulación sanguinea de la respuesta inflamatoria como el
factor de necrosis tumoral alfa, también conocido como TNF-a. El aumento en
TNFa se demostrado que genera resistencia a la insulina, consecuencia
altamente prevalente con el desarrollo de obesidad.
Interesantemente, estudios recientes han demostrado que el tipo de
edulcorante que acompaña al consumo de una dieta alta en grasa determinara
si se produce endotoxemia metabólica. Los estudios muestran que la
combinación de una dieta alta en grasa acompañada de un alto consumo de
sacarosa, la azúcar de mesa promueve un estado de endotoxemia metabólica
muy elevado, lo que se asocia con un importante desarrollo de obesidad, una
elevada resistencia a la insulina y la aparición de hígado graso.
Sorprendentemente, el consumo de una dieta alta en grasa acompañada con la
presencia de edulcorantes artificiales también promueve una respuesta similar
a la observada con la sacarosa. Por otro lado, el consumo de edulcorantes
complejos como la azúcar mascabado o la miel, a pesar del consumo de una
dieta alta en grasa tienen un efecto benéfico evitando el desarrollo de
endotoxemia metabólica y por lo tanto previenen el desarrollo de
anormalidades del metabolismo de hidratos de carbono.

Es por lo tanto de gran importancia el incorporar en la dieta alimentos que


puedan modificar la microbiota intestinal, que prevengan la aparición de la
endotoxemia metabólica, evitando con esto alteraciones en el metabolismo de
hidratos de carbono.  Es por lo tanto importante el entender cómo los
macronutrimentos específicos, en particular los hidratos de carbono, las grasas
y las proteínas de la dieta, modifican el microbiota intestinal. Sin embargo, los
nutrimentos aislados rara vez se consumen, por esta razón en los últimos años
los científicos están avanzando en evaluar la capacidad de los patrones
dietéticos y la nutrición personalizada para modular el microbiota intestinal en
condiciones patológicas. Los hidratos de carbono complejos incluyen tanto
fibras solubles como almidones resistentes que tienen la mayor influencia en el
microbiota intestinal humana, sin embargo el consumo de este tipo de hidratos
de carbono se ha reducido notablemente en la dieta occidental (alta en grasa y
carbohidratos simples y baja en fibra). La observación de que la dieta pueden
modular las interacciones huésped-microorganismo es un indicador de que se
puede hacer en un futuro un enfoque terapéutico para modificar la microbiota
intestinal y reducir el desquilibrio de esta que se asocia con el desarrollo de
enfermedades relacionadas con la nutrición.

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