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TENOCHTITLAN

Tenochtitlan fue la capital del Imperio azteca o mexica. Durante la dominación española se fundó sobre
ella la Ciudad de México, que fue la capital del Virreinato de la Nueva España y tras la independencia fue
sede del Primer Imperio mexicano, actualmente es la capital de los Estados Unidos Mexicanos.
Tenochtitlan reflejaba de muchas maneras los avances científicos y artísticos de sus habitantes. Así, la traza
urbana y la orientación de los edificios principales expresaban los conceptos de su cosmovisión y sus
conocimientos sobre el movimiento de los astros. Las grandes obras hidráulicas y el sistema agrícola de
chinampas que desarrollaron, así como la magnificencia de los templos y edificios que construyeron, nos
hablan de sus aptitudes en los campos de la ingeniería y la arquitectura.
Una cuenca muy extensa rodeada por montañas, en la que dominaba un sistema de cinco lagos que en
tiempo de lluvias se convertían en un solo espejo de agua, fue el escenario en el que se desarrolló de
manera vertiginosa la cultura de los mexicas entre los siglos XIV y XVI. Actualmente es una zona ocupada
en gran parte por la ciudad de México y su área conurbada, y muy poco queda ya de los grandes cuerpos
de agua que proporcionaron todo un modo de vida a los grupos humanos que desde hace cerca de 30 000
años comenzaron a poblar esta región, que ahora conocemos como Cuenca de México y que los mexicas
llamaban Anáhuac.
Después de una larga peregrinación de más de 200 años desde su lugar de origen, ubicado al norte de
Mesoamérica, los mexicas llegaron a esta región que estaba densamente ocupada por diversos grupos
humanos con desarrollos culturales complejos y florecientes. Esos grupos aprovechaban la gran cantidad
de recursos naturales a su alcance: animales y plantas para la caza y recolección en bosques y lagos;
piedras en las montañas como basalto, tezontle y pedernal; obsidiana en los derrames volcánicos; madera
de los bosques, carrizos de los lagos y sal que obtenían en las costas. Hacia el año 1325 de nuestra era, se
establecieron en un islote ubicado en la parte occidental del lago de Texcoco a cambio de pagar tributo a
los tepanecas de Azcapotzalco, quienes eran dueños de esa parte del lago. De acuerdo con su historia, el
lugar de la fundación les fue indicado mediante una señal por su dios tribal, Huitzilopochtli, quien se
comunicaba con ellos a través de su sacerdote. El grupo errante estableció su ciudad en el lugar donde
vieron dicha señal, la cual consistía en un águila parada sobre un nopal, y la llamó México-Tenochtitlan.
Urbanismo y arquitectura
En ese lugar construyeron un sencillo templo a su dios Huitzilopochtli, el cual se constituiría en el centro de
su mundo. A partir de este sitio, dividieron el terreno en cuatro grandes secciones o parcialidades y
construyeron largas calzadas orientadas hacia los rumbos del universo para comunicar la isla con tierra
firme; esta distribución resultó en un diseño reticular de la urbe, semejante al de Teotihuacan. Las
parcialidades recibieron los nombres de Moyotlan, Teopan, Atzacoalco y Cuepopan; en cuanto a las
calzadas, al norte se encontraba la del Tepeyac, al sur la de Iztapalapa y al poniente la que comunicaba con
Tacuba. A partir de estos elementos la ciudad comenzó a crecer rápidamente, hasta convertirse en una de
las más grandes y pobladas de su tiempo.
Con el tiempo, el lugar sagrado marcado por el templo de Huitzilopochtli se amplió y llegó a convertirse en
una gran plaza de 500 m por lado, que daba cabida a cerca de 78 templos y estructuras de tipo religioso.
Alrededor de este espacio, separado del resto de la ciudad por medio de una plataforma de baja altura,
estaban los palacios y las casas de gobernantes y nobles, y más lejos, las casas de la gente común. Toda el
área habitacional se encontraba organizada en barrios que a su vez formaban parte de cada una de las
cuatro grandes parcialidades.
Tenochtitlan, o también Tenochtitlán, en una isla cerca de la orilla oriental del lago Texcoco, en el centro
de México, fue el centro religioso y la capital de la civilización azteca. La fecha tradicional de su fundación
es el año 1345, y fue el centro azteca más importante hasta su destrucción a manos de
los conquistadores españoles liderados por Hernán Cortés en 1521, cosa que llevaría al colapso final del
imperio azteca. En el centro de la ciudad había un gran recinto sagrado dominado por una pirámide
enorme, conocida como el Templo Mayor, en honor a los dioses Huitzilopochtli y Tlaloc. Este lugar, la
actual Ciudad de México, se sigue excavando hoy en día, y este trabajo ha sacado a la luz algunos de los
mayores tesoros del arte azteca, tales como la célebre Piedra del Sol y otros objetos coleccionados por los
propios aztecas de las demás grandes civilizaciones mesoamericanas.
En la mitología
Según la mitología azteca, los fundadores de la ciudad emigraron desde el legendario Aztlán, en el desierto
del noroeste, en un largo periplo que finalmente los conduciría al lago de Texcoco. Durante esta migración,
los sacerdotes iban cargando con un gran ídolo del dios Huitzilopochtli, que les iba susurrando las
indicaciones del camino, les puso el nombre de mexica y les prometió grandes riquezas y prosperidad
siempre y cuando lo adoraran como se merecía. Por el camino los mexica se asentaron en diferentes
lugares, pero ninguno se acomodaba a sus propósitos. Un evento decisivo en la migración fue la rebelión
incitada por Copil, el hijo de la hermana de Huitzilopochtli, Malinalxochitl. Esto fue en venganza porque los
mexica abandonaron a la diosa, pero con la ayuda de Huitzilopochtli Copil fue asesinado. El gran dios de
la guerra dio instrucciones de que lanzaran el corazón del rebelde lo más lejos posible al lago Texcoco, y
allá donde cayera sería indicio del lugar donde los mexica deberían construir su nuevo hogar, el lugar
exacto marcado por un águila devorando una serpiente posada en un nopal tunero. Esto es exactamente lo
que pasó y se construyó la nueva capital de Tenochtitlan, según la tradición en 1345.
El nombre de la ciudad deriva de tetl, que significa roca, nochtli, el nopal tunero, y tlan, el sufijo de lugar o
localidad. De origen similar es el término Tenocha, con el que en ocasiones los mexica se denominaban a sí
mismos, y el nombre de su semilegendario sacerdote y líder Tenoch.
TENOCHTITLAN FUE UNA DE LAS CIUDADES MÁS GRANDIOSAS DE MESOAMÉRICA CON MÁS DE 200.000
HABITANTES.
La ciudad
A pesar de que la ciudad fue destruida y durante los siglos posteriores hubo una extensa construcción
sobre ella, los cronistas del siglo XVI afortunadamente escribieron en gran detalle sobre los edificios y
obras de arte que alguna vez hicieran de Tenochtitlan una de las ciudades más grandiosas de
Mesoamérica, y con más de 200.000 residentes, ciertamente la más poblada. Estas crónicas y la continua y
extensiva arqueología en el sitio suponen que hoy sepamos más acerca de Tenochtitlan que de cualquier
otra ciudad de las grandes civilizaciones mesoamericanas.
Tal y como describe Bernal Díaz del Castillo, uno de los hombres de Cortés, al ver la ciudad por primera
vez:
Era como los encantamientos del libro de Amadís, por sus torres altas, sus pirámides y otros edificios,
todos de mampostería, los cuales surgían de entre las aguas. Algunos de los soldados preguntaban si lo que
estaban viendo no era un sueño.
(Miller, 239)
Tenochtilan llegó a cubrir, en su época más extensa, unos 12-14 km² y estaba conectada a la orilla
occidental del lago y sus alrededores por medio de tres calzadas (que iban hacia el norte, el este y el
oeste), que incluían espacios transversales unidos por puentes removibles que se podían desmontar para
permitir el paso de lanchas o quitar completamente en caso de ataque, cosa que nunca sucedió hasta la
llegada de los españoles. También había un acueducto de piedra que traía agua potable a la ciudad desde
manantiales cercanos al Cerro de Chapultepec. El lago era una fuente importante de alimento, pero la
tierra buena para la agricultura era escasa, y este hecho haría necesaria la reconversión de la tierra del lago
para el cultivo, y, con el tiempo, la conquista militar para tomar territorios de los estados vecinos por la
fuerza. De esta manera, las chinampas o "jardines flotantes" de sus vecinos inmediatos, unas balsas
cubiertas de lodo o barro afianzadas con sauces, fueron confiscadas y reconvertidas para cubrir las
necesidades de la creciente población de la ciudad.
La propia ciudad estaba construida en forma de cuadrícula con muchos canales por toda su superficie.
Aparte de las cuatro calles principales que dividían la ciudad según los puntos cardinales, la mayoría de las
calles y canales eran angostos, sobre todo porque no existían vehículos enrodados ni bestias de carga, de
manera que los bienes eran transportados por porteros en pequeñas lanchas y canoas. Los canales, junto
con los muchos sauces, jardines florales y monumentos de yeso blanco brillando a la luz del sol, sin duda
habrían hecho de Tenochtitlan una ciudad muy pintoresca. Tal y como la describe un poema nahuatl:
La ciudad se propaga hacia el exterior en círculos de jade, irradiando destellos de luz como plumas de
quetzal, a los lados los señores en lanchas se aproximan, y sobre ellos se extiende una neblina floral.
(Coe, 192)
El corazón de la ciudad era el recinto ceremonial amurallado con sus tres entradas y sus templos
impresionantes y pirámides desde donde la ciudad se expandía en cuatro distritos residenciales
principales. Estos a veces tenían vastos palacios, como la antigua residencia de Motecuzhoma I y el palacio
de Axayacatl, residencias de piedra más pequeñas con techos llanos para los nobles y oficiales, enormes
mercados (donde se podían comprar todo tipo de bienes básicos y de lujo, tales como jade, chocolate y
vainilla), cámaras judiciales, tesorerías, bodegas, estructuras como la casa de la danza y las pajareras, así
como áreas abarrotadas de talleres (que trabajaban especialmente el metal y la obsidiana, pero también la
cestería utilizando los cañaverales locales) y pequeñas casas de ladrillo de adobe y carrizo donde vivían las
clases bajas, aunque estas también podían tener pequeños jardines aquí y allá.
El Recinto Sagrado en el corazón de Tenochtitlan contaba, de acuerdo con un testigo ocular, con 78
estructuras distintas. Entre las más importantes estaban el Templo Mayor dedicado a Tlaloc y
Huitzilopochtli, el cual estaba flanqueado por la Casa de las Águilas (llamada así por su decoración en
piedra) en un lado y la Pirámide de Tezcatlipoca en el otro. Frente al Templo Mayor se erigía la piedra del
gladiador (donde se ataba a las víctimas sacrificiales a las que atacaban los “caballeros”),
un tzompantli (cesta de cráneos) y una cancha de juego de pelota en forma de I. En la esquina suroeste se
erigía el templo del Sol de Tonatiuh, y el templo de Quetzalcoatl.
También había un templo dedicado a la diosa de la tierra Tonantzin y los edificios de Coateocalli, que
alojaban, en un sentido de captura espiritual, las estatuas de dioses y otras obras de arte confiscadas a los
enemigos conquistados. Finalmente, en el lado de Tlaloc del Templo Mayor, las excavaciones han revelado
montañas artificiales compuestas de ofrendas y otros depósitos diseñados para emular la montaña sagrada
de Tlaloc.
El Templo Mayor
El Gran Templo o Templo Mayor (llamado Hueteocalli por los aztecas) se sitúa en el centro del Recinto
Sagrado. En la parte superior de la plataforma de la pirámide de 60 metros de altura, a la que se accedía
mediante dos tramos de escaleras, estaban los dos templos gemelos. El santuario del lado norte estaba
dedicado a Tlaloc, el dios de la lluvia, y el otro, del lado sur, estaba dedicado a Huitzilopochtli, el dios de la
guerra. El templo de Tlaloc marcaba el solsticio de verano (simbolizando la temporada lluviosa) mientras
que el de Huitzilopochtli marcaba el solsticio de invierno (simbolizando la temporada seca y el tiempo de
las campañas de guerra). Los escalones monumentales que llevaban a lo alto del templo de Tlaloc estaban
pintados de azul y blanco, los colores que representaban el agua, ese elemento tan estrechamente
asociado con el dios. En contraste, los escalones que llevaban a lo alto del templo de Huitzilopochtli
estaban pintados de rojo brillante, simbolizando la sangre y la guerra.
Los sacrificios, incluidos los humanos, se realizaban en ambos templos para honrar y alimentar a los dioses.
Un sacrificio típico consistía en arrancarle el corazón a la víctima, desollarla, decapitarla, y descuartizarla.
Acto seguido, el cuerpo se arrojaba cuesta abajo por los escalones de la pirámide hasta parar en la base
donde había una enorme piedra circular con la figura esculpida de Coyolxauhqui, la diosa que fue tratada
de manera similar por Huitzilopochtli según la mitología.
Destrucción
Cuando los españoles llegaron a Tenochtitlan, su líder, Cortés, contaba con solo 500 hombres y no más de
20 caballos. Sin embargo, reclutando aliados como los Tlaxcaltecas pudo sitiar la ciudad que finalmente
caería el 13 de agosto de 1521. Los grandes monumentos fueron saqueados y destrozados, las obras de
arte y los objetos preciosos fundidos y la civilización azteca colapsó. Lo que quedó de la ciudad se convirtió
en la capital de Nueva España, que es como los españoles llamaron a su nueva colonia.
Arqueología
Las excavaciones en los templos y edificios de Tenochtitlan comenzaron en el siglo XX y han revelado la
verdadera complejidad de la historia del lugar. Por ejemplo, hay indicios de que el Recinto Sagrado fue
construido sobre estructuras muy anteriores, de que los propios templos fueron reconstruidos y ampliados
muchas veces, y que dentro había enterradas ofrendas, como por ejemplo las ofrendas de coral, conchas y
animales marinos enterradas bien profundo en el Templo Mayor.
Mapa del Imperio azteca
La ciudad fue despojada de cualquier cosa de valor tras su colapso. No obstante, se han recuperado varias
impresionantes obras de arte, casi de forma milagrosa, de las ruinas de Tenochtitlan. Estas incluyen la
icónica Piedra del Sol (o El Calendario de Piedra), la gran escultura de piedra de Coatlicue, la piedra de
Tizoc, la enorme piedra circular que representa a Coyolxauhqui que descansaba a los pies del Templo
Mayor, la piedra del Templo, un trono de piedra probablemente utilizado por Motecuhzoma II y decorado
con dioses y un disco solar, y finalmente, la vasija antropomórfica de cerámica azul que representa a
Tlaloc.
Además de estas magníficas obras de arte aztecas, las excavaciones en los templos han revelado
colecciones de artículos de arte de muchas civilizaciones mesoamericanas anteriores, tan antiguas como la
Olmeca, lo que demuestra que los aztecas apreciaban el arte e incluso era respetuosos coleccionistas.
Durante las excavaciones, también se han recuperado muchas vasijas finas ricamente decoradas, lo que
demuestra que el artista azteca era quizás mucho más hábil de lo que se pensara en un primer momento.
La gran mayoría de estos hallazgos forman parte de la impresionante colección del Museo Nacional de
Antropología en la Ciudad de México, construido, obviamente, sobre las ruinas de la antigua Tenochtitlan.

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