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Albert Camus
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ISBN: 978-84-19271-21-1
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Grafime
Índice
Correspondencia (1945-1959)
1945-1959
1.
Mi querido pequeño:
GERMAIN LOUIS
París 7
2.
Mi querido pequeño:
Un afectuoso saludo,
GERMAIN LOUIS
3.
ALBERT CAMUS
4.
ALBERT CAMUS
6.
ALBERT CAMUS
7.
ALBERT CAMUS
8.
ALBERT CAMUS
9.
ALBERT CAMUS
10.
31 de octubre de 1952
A. CAMUS
11.
ALBERT CAMUS
12.
ALBERT CAMUS
13.
Que sus dos hijos crezcan bien y progresen en clase como cabe
esperar de ellos.
Respetuosamente,
GERMAIN LOUIS
14.
Mi querido pequeño:
Espero que todo marche bien por vuestra casa y que los niños te
den satisfacciones. Ya tienen once años y deben de estar muy
mayores: me encantaría volver a verlos y charlar con ellos. Siempre
me han interesado los niños y siempre he sentido cariño por ellos,
¿deformación profesional tal vez?
¡No me siento orgulloso de mi silencio y me pregunto qué pensarás
de mí! Recibir libros, no acusar recibo, no dar las gracias, ¡todo eso
no es muy bonito!
Un fuerte abrazo.
GERMAIN LOUIS
15.
19 de noviembre de 1957
16.
Mi querido pequeño:
GERMAIN LOUIS
17.
16:15
Mi querido pequeño:
GERMAIN LOUIS
P.D.: No hablo a menudo de vuestros dos hijos, pero pienso en
ellos. Espero que comiencen el próximo año escolar con la firme
determinación de hacer bien las cosas y de ser, como lo fue su
padre, unos alumnos perfectos.
18.
19 de diciembre de 1958
Un abrazo,
ALBERT CAMUS
19.
Mi querido pequeño:
He visto la lista cada vez más larga de las obras que te dedican y
que hablan de ti. Y supone una enorme satisfacción para mí
constatar que tu celebridad (esa es la verdad exacta) no te ha
trastornado. Sigues siendo Camus:
¡bravo!
GERMAIN LOUIS
20.
20 de octubre de 1959
Querido señor Germain:
Por aquí todo va bien. Los niños están en tercero: griego, latín,
matemáticas, etc. Pero no han tenido a un señor Germain que les
enseñe la ortografía y desalientan a su
padre a ese respecto. ¡Para qué sirve eso, dice mi hijo, si iremos a
la Luna!
Iré este invierno a Argel, así que nos veremos. Pídame desde ahora
hasta entonces todo lo que desee. Envío mis saludos respetuosos a
la señora Germain, mis mejores deseos a Christian y para usted,
querido señor Germain, un abrazo con todo mi corazón.
ALBERT CAMUS
«La escuela»
sentían por primera vez que existían y que eran el objeto de la más
alta consideración: se los juzgaba dignos de descubrir el mundo. Y
su maestro no se dedicaba solamente a enseñarles lo que le
pagaban por enseñarles; los acogía con simplicidad en su vida
personal, la vivía con ellos, contándoles su infancia y la historia de
los niños que había conocido, les exponía sus puntos de vista,
nunca sus ideas,
fondo del barranco lleno de sangre, y los que gritaban mamá, era
terrible), que los supervivientes no podían olvidar y cuya sombra
planeaba sobre todo lo que se decidía alrededor de ellos y sobre
todos los proyectos que se hacían para una historia fascinante y
más extraordinaria que los cuentos de hadas que leían en otras
clases, y que habrían escuchado con decepción y con aburrimiento
si al señor Bernard se le hubiese ocurrido cambiar de programa.
Pero él continuaba; las escenas divertidas se alternaban con
descripciones terribles, y poco a poco los niños africanos conocían
a... x y z, que formaban parte de su sociedad, de los que hablaban
entre ellos como de viejos amigos, presentes y tan vivos que al
menos Jacques no se imaginaba ni por un instante que, aunque
viviesen en la guerra, pudieran arriesgarse a figurar entre sus
víctimas. Y, cuando estaba terminando el año, el día en que, al
llegar al final del libro, el señor Bernard leyó con una voz más
apagada la muerte de D., cuando cerró el libro en silencio,
enfrentado a su emoción y a sus recuerdos, para alzar enseguida la
vista sobre su clase, sumida en el estupor y el silencio, vio en
primera fila a Jacques, que lo miraba fijamente con el rostro cubierto
de lágrimas, sacudido por sollozos interminables, que parecían no ir
a detenerse jamás.
—El último día lloraste, ¿te acuerdas? Desde ese día, este libro te
pertenece.
—Mi pobre Robert —decía con calma y sin perder su buen humor—,
va a ser necesario pasar al bastón de caramelo.
La tarde del combate con Muñoz, todo transcurrió según los ritos.
Los combatientes, acompañados por sus respectivos seguidores
transformados en cuidadores y que llevaban ya la cartera del
campeón, fueron los primeros en llegar al campo verde, seguidos
por todos aquellos que se sentían atraídos por la trifulca y que, en el
campo de batalla, rodeaban a los adversarios, que se quitaban su
esclavina y su chaqueta y las dejaban en manos de sus cuidadores.
En aquella ocasión, su ímpetu sirvió a Jacques, que avanzó el
primero, sin demasiada convicción, e hizo recular a Muñoz, que,
mientras retrocedía en desorden y paraba con torpeza los ganchos
de su adversario, alcanzó a Jacques en la
—¿Y tú?
—No lo sé —contestó con el corazón encogido, al sentirse de
repente más pobre aún que sus amigos.
—No lo sé.
—Está bien —les dijo a los otros—. Pero tendréis que trabajar
conmigo por las tardes después de clase. Ya lo organizaré, podéis
marcharos.
—¿Qué ocurre?
—Mi abuela dice que somos demasiado pobres y que tendré que
trabajar el año que viene.
—¿Y tu madre?
Su abuela lo miró:
—Nueve años.
por última vez el olor del agua de colonia, pegado a la cálida tibieza
de ese cuerpo sólido, y la abuela resplandecía delante de sus
vecinas.
Notas
1. Louis Germain a Albert Camus
1.
1.
2.
1.
1.
2.
3.
1.
1.
El anuncio de la concesión de la medalla de la Resistencia a Camus
se publica por decreto en el Journal officiel [Diario Oficial] del 11 de
julio de 1946.
1.
2.
3.
4.
1.
1.
André Villenueve y René Moscardo son antiguos compañeros de
clase de Camus.
2.
3.
1.
1.
2.
1.
3.
1.
1.
2.
1.
1.
2.
Sic.
3.
4.
5.
6.
7.
Una palabra ilegible.
8.
Su opinión es importante.
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