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Análisis de la película “Atrapados sin salida”

Juan Gálvez

El hospital psiquiátrico, el asilo, el manicomio, han sido motivo de interés de muchos desde
diversos campos discursivos. Médicos, psicoanalistas, filósofos, juristas, etc., han encontrado
en esta institución el material para emprender una intensa reflexión y discusión en torno a su
función y estatuto dentro de la sociedad. La cultura popular, como no podía ser de otro modo,
también ha hecho su propia construcción alrededor de esta particular institución, casi siempre
asociándola – a veces con razón otras veces sin ella- con un lugar siniestro, peligroso, en el
orden del castigo y de la tragedia. El arte no es ajeno a este tema, ya que también tiene una
profusa producción a su alrededor. Tal es el caso de la película One flew over the cuckoo´s
nest, del director Miloš Forman, basada en la novela que lleva el mismo nombre de Ken
Kesey. Esta película nos presenta una fuerte crítica de la institución psiquiátrica que este
breve texto pretende recoger a partir de la primera clase -la del 7 de noviembre de 1973- del
libro del filósofo francés Michel Foucault, El poder psiquiátrico (2007 [1973-1974]).
Quizás la punta del embate que trae la película sea el gradual descubrimiento de la
particularidad de cada enfermo. Si bien en un primer momento se tiene la impresión de una
homogeneidad en el paisaje del hospital, poco a poco McMurphy en su condición del
“distinto”, del tercero y extranjero, permite tal develamiento. Este traspaso del umbral que
impone la homogeneización trae consigo un primer elemento de cuestionamiento: el manejo
de los sujetos en tanto volúmenes y cuerpos. ¿Qué es eso? Parecería que es la primera
pregunta que salta cuando aparecen esos rostros raros, las mismas ropas que cubren cuerpos
pálidos y frágiles en su mayoría. Billy Bibbit, Cheswick y el Chief parecen espectros de algún
doble que estaría viviendo su verdadera vida fuera del hospital. El quien parece estar
disminuido, adormecido entre las pastillas y la disciplina hospitalaria. En este orden de cosas,
la persona que reside en el hospital parece estar reducida, disminuida en su estatuto de sujeto
dentro de esas paredes y barandas.
¿Por qué razón alguien estaría dispuesto o debería aceptar esa condición? Por que,
obviamente, está enfermo, necesita curarse. ¿Bajo qué criterio, una persona es apta para vivir
sus penurias junto con el resto de la sociedad y no bajo la tutela de la mirada experta del
médico? En la trama de la película vemos que ese criterio es incierto y depende mucho de
cierta relación compleja entre el estado, el médico, el sujeto y su entorno. En esa medida, el
enfermo, en tanto alguien poco apto o como fuerza temible es alojado en la institución quien
se encargará de darle el tratamiento indicado. Billy nos permite ver esa imagen del enfermo
en su fragilidad y su entrega hacia el otro (la institución médica) -hay un poco Billy en cada
uno de los pacientes- y por otro lado podemos encontrar a McMurphy. Un tipo incontrolable,
temible. Aquel que trae algo de esa contestación a la autoridad que rige y protege bajo su ala
a los pacientes. Algo de esa figura también se encuentra en el Chief, en tanto su porte evoca
algo de esa fuerza incontrolable que el loco porta a partir de la concepción de inicios del siglo
XIX. Y es bajo esta entrada, la del tratamiento, que el núcleo de la crítica yace, en tanto el
tratamiento que se establece dentro del hospital es la de un control, la del establecimiento de
un poder.
Desde este punto de vista, el blanco contra el que se dispara la crítica es la dinámica de poder
que se establece en el hospital. Esto es evidente en tanto los avatares de los personajes ponen
en juego no una búsqueda de la curación y el restablecimiento pleno de esas personas en su
condición de sujetos. Más bien, lo que nos trae es el desenvolvimiento de una lucha entre los
pacientes por un lado y la voluntad que se ejerce sobre ellos por otro. Desde esta perspectiva,
es ilustrativo el personaje de la enfermera Ratched. Ella, como principal agente y
representante del orden dentro del hospital juega en su rol una doble función. Por un lado es
la encargada del cuidado y restablecimiento de los enfermos pero por otra es un agente de
puro control. Finalmente se decanta por la vía del control. Esto lo vemos en algunos tramos,
como durante las terapias grupales, en la elección de las actividades de ocio y finalmente en
la escena del suicidio de Billy. Ella elige el dominio por sobre cualquier cosa. Ejerce desde su
velo de personal médico un control que sobrepasa la estéril figura de la enfermera encargada
para pasar al ejercicio del control por el control. Este exceso del poder llega a su máxima
expresión en la lobotomía sentenciada para McMurphy. El sútil camino que lleva al ataque
queda escondido ¿reprimido?- por la interpretación de un ataque de un loco, de un criminal
ante una noble y ejemplar enfermera. En este contraste queda expuesta el esqueleto de la
institución tal como se critica en la película, en la medida en que se pierde la brújula de un
discurso basado en un saber, en una búsqueda de la verdad, y aparece el hueso duro que
establece una disimetría de poder. La “liberación” ejercida por Chief para con McMurphy nos
trae una metáfora de un escape a esta instancia aparentemente ilimitada de poder, junto con la
producción de un sujeto subversivo. En esta escena culmina la crítica a este orden, en una
especie de llamado a la sublevación contra el poder psiquiátrico.
Es así como la lógica que sostiene la trama de la película presenta una crítica mordaz contra
el hospital psiquiátrico, lo cual la coloca en cercanía con el análisis levantado por M. Foucalt
en su obra. Es decir en una crítica el poder ejercido sobre los sujetos desde una posición
discursiva determinada. ¿Qué tan acertada es la representación que se hace de la institución
en la realidad? ¿Qué tanto de ese funcionamiento aún persevera en las instituciones actuales?
Esas son preguntas que permanecen abiertas y que vale la pena seguir para un análisis más
profundo y fundamentado del poder psiquiátrico.

Bibliografía
Foucault, M. (2007 [1973-1974]). El poder psiquiátrico. Buenos Aires: Fondo de Cultura
Económica.

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