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La subjetivación mecánica:

el dilema moral de Alex Delarge

Psicología social

Cátedra Epele

Nicolás Fagundez

nicolás_fagundez@outlook.com

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Introducción

El siguiente trabajo propone indagar respecto del tratamiento trauma-farmacológico

denominado “Ludovico” al cual se somete el personaje Alex Dellarge en la obra de ficción

“La naranja mecánica”. Se entiende que el fin de este proceso es el de reencauzar la

subjetividad del personaje por la fuerza para adaptarla a los parámetros culturales de su

contexto en el marco de una realidad distópica en donde la tecnificación y los avances de la

institución médica trascienden límites inusitados. En este sentido, el objetivo general de mi

propuesta es analizar las consecuencias a nivel psíquico que este proceso tiene para el

paciente, aseverando que esta analogía puede servir como un disparador que dé cuenta del

precio a pagar por la conciencia del sujeto cuando se la reprime de manera forzosa para

que encaje en una normalidad dada.

El abordaje será llevado a cabo fundamentalmente desde la óptica del campo psi, haciendo

énfasis en el complejo entramado de relaciones que ligan al individuo a la cultura a la que

pertenece. No obstante, traeré a la mesa de manera somera algunos autores que nos

permitan flexibilizar las concepciones del estructuralismo ortodoxo y las visiones del

presunto “sujeto reformado” que tan fácilmente pueden derivarse de esta obra.

Desarrollo

Esta producción gira en torno a un relevamiento de la obra “La naranja mecánica”1

estrenada por el cineasta estadounidense Stanley Kubric en 1971. El propósito

metodológico de esta elección radica en que la misma cuenta con una potencialidad

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Sugiero la lectura de la novela homónima de Anthony Burguess de 1962 si se desea profundizar en el universo.

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heurística muy productiva que nos invita a llevar a cabo diversas lecturas que remiten a

problemáticas de vital urgencia y contemporaneidad.

Alex vive en un suburbio municipal ubicado en una ciudad distópica de capitalismo tardío

que nos recuerda mucho a aquellos presagios de la teoría feminista que describen un futuro

en donde predominan las unidades familiares disgregadas y una alta tecnología

hiperdesarrollada que engendra nuevos dispositivos de control de la mano de un régimen

de vida farmacopornográfico2 que dicta las máximas respecto de los mecanismos que

fomentan o reprimen la producción de subjetividades. (Haraway, 1985; Preciado 2008)

La última inocencia y la última timidez; Lo dicho./No llevar al mundo mis


repugnancias y mis traiciones.
Arthur Rimbaud

La traición de Alex a la cultura se manifiesta a través de una larga lista de conductas

transgresoras que lo llevan a atentar contra el orden y los valores de la sociedad a la que

pertenece una y otra vez. A este respecto, el personaje es fácilmente caracterizable según

categorías freudianas tradicionales; su búsqueda de placer yóico (pp placer) lo orienta

hacía la transgresión de la norma, sus motivaciones son, a su vez, profundamente sádicas y

narcisistas (Freud, 1930; 1910)

Frente a este panorama, su dilema moral se abre ante la paradigmática situación de verse

obligado a desafiar los límites de la cultura para responder a las demandas de su naturaleza

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Brevemente esto puede graficarse en las representaciones exacerbadamente sexualizadas del cuerpo femenino y el
neologismo del “mete-saca” al que apelan Alex y sus drugos (amigos) para referir al acto sexual -orientado
fundamentalmente al placer autorreferencial masculino y eyaculante-, pero también y, en base al aspecto psicofármaco,
sabemos que Alex no solo fue sometido al “innovador” tratamiento farmacológico sino que también consumía por
voluntad propia y con sus amigos, largas copas de leche mezclada con psicotrópicos cuyos efectos vigorizantes para los
sentidos eran profundamente valorados por ellos.

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tanática o, por el contrario, negarse en tanto sujeto en busca de su deseo en aras de una

presunta adaptación a las normas vigentes.

En este marco, sabemos que durante la experiencia disciplinaria en prisión3, situación en la

cual se ve envuelto tras cometer un feminicidio y ser traicionado por los drugos, el

personaje accede voluntariamente a someterse al innovador tratamiento que promete

restituirlo moralmente a la sociedad que antaño osaba desafiar.

Ahora bien, expuesto lo anterior profundicemos en las consecuencias que trae aparejadas el

tratamiento Ludovico en las disposiciones psicológicas de nuestro protagonista para cotejar

algunas cuestiones; en primer lugar, entiendo que este proceso ficticio representa una

alegoría perfecta de un proceso de privatización de los conflictos internos de la psique del

individuo cuya función principal es la de soslayar estos últimos dentro de una jaula de

hierro cuyos barrotes serán los límites de su propia conciencia.

El tratamiento consiste en amedrentar al sujeto con una batería de contenidos audiovisuales

que hacen referencia a sus pasiones desviadas -los delitos sexuales, la ultraviolencia y,

paradójicamente, la 9na sinfonía de Beethoven, su obra músical favorita- bajo los efectos

de una droga la cual desconocemos su procedencia pero podemos constatar que la misma

evoca un sentimiento de angustia de tal profundidad en el personaje, que lo deja totalmente

inhabilitado para volver a perpetrar aquellos actos que antes le resultaban placenteros. En

este sentido, podemos inferir que lo que ocurre en el plano de la conciencia es que se

recrea voluntariamente un gran trauma asociativo en relación a lo que antes eran los

principales canales de búsqueda del placer del individuo.

Gracias al malestar del tratamiento, el aparato psíquico descarga ahora en el yo toda la

energía residual que previamente era catalizada en pulsiones externas dando origen de este

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Respecto a este punto encuentro una lectura interesante acerca de la trayectoria del personaje y su paso por la
experiencia disciplinaria en prisión y la etapa sucesiva que culmina en una herramienta propia de las sociedades de
control, véase (Deleuze, 1990).

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modo a una gran cuota de displacer que obtura cualquier posibilidad de satisfacción directa

de las mismas ya que, como he adelantado, incluso ante los placeres “legitimos” de su vida

como el disfrute sublimado de la música clásica o las relaciones consensuadas (de las

cuales podía gozar anteriormente) emerge como sintoma la instancia represiva del

tratamiento;ergo, se exacerba la tortura pecaminosa del superyo hacía el yo objetuado, del

cual este último se vuelve su esclavo (Freud; 1930)

Frente a esto; la desolación.

Conclusiones

Esta obra sirve para dar cuenta de lo que ocurre en una situación hipotética en la que el yo

se encuentra aislado de forma tal que la subjetividad no encuentra cabida, en donde no

existen categorías para su reconocimiento, tornando la existencia del individuo en un mero

epifenómeno inhabitable para el mismo (Buttler, 2006)

Este es un ejemplo concreto de lo que ocurre cuando se aplican recetas mágicas a

situaciones sociales problemáticas para las cuales no existen posibilidades concretas de

reinserción ni reformas estructurales serias. El tratamiento “soluciona” el problema de base

presente en la psique desviada y le establece parámetros normativos que la hacen

reaccionar a consecuencia; el sujeto aprehende por la fuerza reacciones performativas

consecuentes que dan a entender que el mismo concibe la violencia como algo horrible.

Pero en tal caso, nunca se ponen en cuestión las condiciones de posibilidad que dieron

lugar a aquella subjetividad transgresora. El tratamiento Ludovico promete solventar los

efectos no deseados de la sociedad disciplinaria, véase, reducir el hacinamiento en las

prisiones y escatimar en gasto público, pero nada puede decirnos respecto de por qué esas

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prisiones se convierten en la institución terciaria predilecta de aquellas subjetividades

problemáticas que no paran de reproducirse.

¿Sería posible generalizar este tipo de tratamiento de modo tal que sea posible aplicarlo en

bebés, para evitar de raíz el problema de lo abyecto ?

Esta ficción nos invita a plantear ese tipo de conjeturas para las cuales lamentablemente

tampoco tenemos respuestas mágicas. Lo cierto es que la odisea de nuestro drugo culmina

tras arrojarse por la ventana ante la situación de angustia y aversión extrema que vive tras

padecer la 9na sinfonía de la que tanto disfrutaba cuando era un outsider.

Por último y, como he prometido, me gustaría echar luz sobre un aspecto de suma

importancia para quien escribe a la vez que relevante para nuestro devenir epistemológico.

Como es evidente, el abordaje estructuralista del psicoanálisis manifiesta sus limitaciones

en la medida en que no puede decirnos nada respecto de lo que podría ser, si no que más

bien se limita a brindarnos hipótesis interpretativas respecto de las causas de lo que es, a

decir, la subjetividad del individuo en función de la constitución de su aparato psíquico. En

este sentido, considero que esta lectura un tanto determinista (si se me concede el término),

puede “aliviarse” un poco partiendo de la mirada cyborg con el fin de mermar un poco los

condicionantes de la violencia epistemológica con la que sometemos a nuestro

protagonista.

Donna Haraway (1995) profundiza en una línea de pensamiento muy prometedora a este

respecto cuyos horizontes, por motivos cronológicos y quizá también de genio conceptual,

se extienden aún más que los de mis críticos predilectos Guattari y Deleuze. La figura del

cyborg nos permite concebir una instancia alternativa que nos invita a pensar la difusividad

de los límites de la subjetividad reformada de Alex.

El cyborg en tanto cúmulo de experiencias fragmentarias irregulares, desmontadas y

vueltas a montar una y otra vez nos permite concebir la subjetividad no ya como un

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mecanismo de relojería, sino más bien el cómo un juego de construcción de subjetividad

-es- en constante cambio y fusión en un entorno posmoderno y difuso; un conjunto de

piezas lego que no necesariamente encajan las unas con las otras y que a su vez abre las

puertas a nuevas posibilidades de existencia de lo abyecto de modo tal que podamos buscar

nuevas respuestas ante el problema de nuestro “sujeto total reformado” o su contracara: el

sujeto desvíado a reformar. De modo tal que les invito a pensar que quizá exista la

posibilidad de que Alex se haya adaptado a convivir consigo mismo4 luego de haber

atravesado su odisea entendiendo que en ocasiones los límites entre -lo definido y lo

indefinido, lo sano y lo patológico, el tratamiento y la persona- son más elásticos de lo que

habitualmente nos inclinamos a pensar. Por último, analizar las implicancias que en la

práctica conlleva romper con la epistemología dualista, clasificatoria y determinista -y

como estas rupturas están atravesadas por relaciones de dominación que involucran

problemáticas de -clase, etnia, género, ∞-, es quizá hoy el mayor desafío para el porvenir.

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Esta polémica trasciende los límites de cualquier artículo académico. En realidad, existe una
discusión en torno a la divergencia de los finales entre la película y la novela. Si bien esto no es de
mi incumbencia más allá de mi agrado personal por la obra, entiendo que es muy importante en
materia de análisis de los imaginarios culturales que se reproducen en la pantalla grande (y en
cualquier otro medio). Definitivamente una moraleja en donde el personaje queda completamente
inhabilitado y es irrecuperable en la medida en que fue sometido a un tratamiento no trae
aparejadas las mismas consecuencias ni pone en juego las mismas significaciones que otra en la
cual el mismo logra reinsertarse aunque sea de manera parcial y relativa al entorno en el que vive.
Podríamos extender fácilmente esta discusión en torno a la problemática de las adicciones en la
actualidad; ¿cuántos discursos circulan, en ocasiones en boca de los mismos profesionales de la
salud, respecto de la supuesta irrecuperabilidad de los adictos y/o quien no escuchó esas famosas
aseveraciones de dudoso rigor científico, que alegan que estos serán “adictos para siempre”?

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Referencias

1. Butler, J. 2006. Deshacer el género. Paidós Ed.

2. Deleuze, G. Post Scriptum sobre las sociedades de control en Conversaciones.

https://www.academia.edu/36303618/Deleuze_Post_Scriptum_Sobre_las_sociedades_de_c

ontrol

3. Freud, S. 1910. Cinco conferencias sobre psicoanálisis. Amorrortu Ed, pp 40.

4. Freud, S. 1930. El malestar en la cultura.

https://drive.google.com/file/d/1ppH0eOC-loN_vZKGKFa70PwwuWylaems/view

5. Haraway, D. 1995. Ciencia, cyborgs

6. Preciado, P. 2014. Testo Yonqui. Sexo, drogas y biopolítica. Editorial Paidos, cap 2.

7. https://culturacolectiva.com/letras/capitulo-21-de-la-naranja-mecanica-que-kubrick
-no-incluyo-en-la-pelicula

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