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Autobiografía 141

Capítulo V empres~. Traté de coger cuantas flores pude a lo largo


Una crisis en mi historia mental. del cammo; pero a la hora de encontrar una seria y per-
Un paso adelante man_ente satis~acción personal a la que poder entregarme,
po?~a toda m1 confianza en la meta que he dicho. Y solía
felicitarme a mí mismo por haber encontrado con certeza
un modo feliz de vivir, al haber situado mi ideal de felici-
dad. en algo duradero y distante, en lo que siempre cabía
realizar algún progreso, sin llegar jamás a agotarlo por
h~berlo conse~do por completo. Esto marchó muy
b~en durante var1os años, a lo largo de los cuales iba te-
menda lugar una mejora general en el mundo; y la idea
de que yo y otr~s estábamos entregados a la lucha por
promover esa me¡ora, me parecía suficiente para llenar de
mterés y animación mi existencia. Pero llegó un momen-
to en el que desperté de esto como de un sueño. Fue en
e~ _
o toño ~e 18~6. Me encontraba en un estado de depre-
ston nerviosa, tgual al que todas las personas están sujetas
Por algunos años después de este tiempo, escribí muy de cuando en cuando, sin poder experimentar sentimien-
poco, y sin regularidad, con miras a la publicación. Y tos alegres o placenteros de ningún tipo. Me encontraba
fueron grandes las ventajas que obtuve de esta interrup- en uno d~ esos estados de ánimo en los que, lo que en
o:r~s oca~10~es resulta agradable, se convierte en algo in-
ción. E n este período era de suma importancia para mí
poder reflexionar, digerir y madurar mis pensamientos. stgtdo o mdifer~nte: ese estado en el que, según creo, se
sin la urgencia de tener que darlos inmediatamente a la encuentran habitualmente los que se convierten a la reli-
imprenta. De haber seguido escribiendo, ello hubierz gión Metodista cuando les asalta su primera «convicción
afectado en gran medida la importante transformación de del pecado». Hallándome en esta situación espiritual se
mis opiniones y de mi carácter que estaba teniendo lugar me ocurrió hacerme a mí mismo esta pregunta: «Suponte~
durante aquellos años. El origen de esta transformación. que todas tus metas ~n la vida se hubiesen realizado; que
t~das las transformaciones que tú persigues en las institu-
o, al menos, el proceso mediante el cual se estaba prepa-
rando, .sólo puede e:x;plicarse dando un poco marcm ciones y en las opiniones pudieran efectuarse en este mis-
mo in~tante: ¿~ería e.sto motivo de gran alegría y felicidad
atrás. para tt?>> Y m1 conciencia, sin poder reprimirse, me con-
Desde el invierno de 1821, cuando leí a Bentham po:-
primera vez, y, especialmente, desde los comienzos de 1= testó claramente: «iNo!» E n este punto mi corazón se
Westminster Review, yo había tenido lo que con verd¡¡.d po- abat_ió, y yo c~>n él. .T~do el fundamento sobre el que yo
dría llamarse una meta en la vida: ser un reformador dC:. habta constrUido m1 vtda se había derrumbado. Toda mi
mundo. Las amistades personales que yo buscaba eran 1~ felicidad iba a estar basada en la continua persecución de
de aquellos que, como yo, también se afanaban en esu una meta, y esa meta había cesado de atraerme. ¿cómo

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podía yo tener otra vez el más núnimo interés en los me- médico se me venían con frecuencia a la cabeza. Pero
dios que me ayudarían a lograrla? Me parecía que no te- no había nadie de qu_ien, ni siquiera remotamente, podía
nía ya una razón para seguir viviendo. esperar esa ayud~. Mt padre, a quien lógicamente tendría
Al principio confié en que la nube se desvanecería por ~ue ha~e~ recurndo para resolver cualquier dificultad de
sí misma. Pero no fue así. El sueño de la noche, sobera- ttpo practtco, era la última persona a quien yo acudiría en
no remedio para las vejaciones menores de la vida, no un caso como este. Todo me llevaba al convencimi.ento
tuvo efecto en este caso. Me despertaba con renovada de que él no tenía experiencia de un estado de espíritu
conciencia de aquella realidad horrorosa. La llevaba con- como el que yo estaba sufriendo. E incluso si yo hubiese
migo cuando estaba en compañía de otros, cuando me logrado q~e me en_tendiera, no era él el médico capaz de
ocupaba en cualquier trabajo. Casi nada tenía el pode~ su- curar!~. Mt educact~n, que era completamente obra suya,
ficiente para hacerme olvidarla, siquiera por unos mmu- se habta efe~uado sm la menor referencia a la posibilidad
tos. Durante algunos meses, la nube pareció oscurecerse de que pudiera dar este resultado. Y no vi ninguna utili-
más y más. Los versos del poema de Coler~dge tit~lado dad en hacer sufrir a mi padre haciéndole pensar que sus
Depresión ---entonces no los conocía- descnben mt caso planes educativos habían fracasado, cuando el fracaso era
con exactitud: ya irremediable y, en cualquier caso, estaba fuera del al-
cance de. los remedios que él pudiera procurarme. D e
otr~s amtg~s míos no tenía entonces ninguno de quien
Una tristeza sin dolor, vacía, oscura y lúgubre,
pudtera abngar la esperanza de que entendiera mi condi-
Una tristeza adormecida, sorda, despasionada,
Q ue no encuentra salida n i consuelo
ción. Sin _embargo, yo la entendía más que de sobra; y
En la palabra, el suspir.o o la lágrima. cua?to mas pens~ba en ella, más desesperada me parecía.
El curso de _m~s estudios me había llevado a creer que
todos los senttmtentos y cualidades morales, ya fuesen
E n vano busqué consuelo en mis libros favoritos, en buenos a malos, eran el_resultado de la asociación; que el
aquellos memoriales de nobleza y grandeza del tiemP? amor a una cosa y el odto a otra, el sacar placer de accio-
pasado, de los que siempre había sacado yo fuerz~ Y. áru- nes y contemplaciones de un tipo, y dolor de otras me-
mo. Los leía ahora sin sentimiento, o con el senturuento diante la asociación de ideas placenteras o doloro~as a
acostumbrado, pero sin encanto. Y llegué a persuadirme de e~as ~osas, era el resul~ado de la educación o de la expe-
que mi amor al género humano y mi amor al ide_al de_ex- nencta. Co~o corolano de esto, yo había siempre oído ..
celencia que podría salvarlo se habían acabado. St hubtera sostener a mt padre que el o bjeto de la educación era for-
amado entonces a alguien lo suficiente como para con- mar asoc~ac~ones, lo más fuertes posibles, de tipo saluda-
fiarle mis padecimientos, no habría estado en la penosa ble: asoctaaones de placer con aquello que resultara be-
situación en que me encontraba. Sentía, además, que mi ' ¿No ¡;,edes sanar un espfriru enfermo,
depresión no tenía nada de interesante ni de respetab~e. Extirpar de la memoria una profunda t risteza,
No había nada en ella que atrajese las simpatías de nadie. Borrar la pesadumbre grabada en el cerebro,
Y con algún dulce antfdoto que haga olvidar,
El consejo, de haber sabido dónde encontrarlo, hubiera Limpiar las mancilladas ent rañas de esa peligrosa carga
sido de un valor incalculable. Las palabras de Macbeth al Que pesa sobre el corazón? (Motbeth, v. iii, 40-45)
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neficioso para el todo, y de dolor con aquello que pudiese cosa es, en muchos casos, de hecho inseparable de otra:
perturbarlo. Esta doctrina parecía inexpugnable. Pero leyes que, en la proporción en que podamos percibirlas
pensaba yo ahora, en retrospecto, que mis maestros se claramente e imprimirlas en nuestra imaginación, harán
habían ocupado muy superficialmente de procurar los que nuestras ideas de esas cosas que siempre están unidas
medios para formar y conservar aquellas asociaciones sa- en la naturaleza, también se unan con coherencia cada
ludables. Parecían haberse fiado totalmente de los viejos vez mayor en nuestro pensamiento. Así, los hábitos ana-
y conocidos instrumentos de la alabanza y la cen~~ra, de líticos pueden incluso fortalecer nuestras asociaciones en-
la recompensa y el castigo. Yo no dudaba que, uttlizando tre ~~usas y efectos, entre medios y fines, pero tienden a
estos medios desde el principio y sin interrupción, inten- debilitar todas aquellas otras qae, para decirlo en lenguaje
sas asociaciones de dolor y de placer --especialmente de común, son mera cuestión de sentimientos. Esos hábitos
dolor- podían ser creadas y podían producir deseos y analíticos son, por tanto (pensaba yo), favorables a la
aversiones capaces de durar sin menoscabo hasta el fin de prudencia y a la clarividenda; pero son también como un
la vida. Pero debía haber algo de artificial y de casual en gusano ~ncansable que destruye la raíz de las pasiones y
las asociaciones así producidas. Los dolores y los placeres de las virtUdes y que, sobre todo, mina de manera terri-
tan fuertemente asociados con ciertas cosas, no están co- ble todos los deseos y todos los placeres que son efecto
nectados con ellas por un lazo natural. Y, por lo tanto, de la asociación, esto es, todos -según la teoría que yo
pensaba yo que era esencial a la durabilidad de estas aso- mantenía-, excepto los puramente físicos y orgánicos,
ciaciones el que llegaran a ser tan intensas e inveteradas, de cuya abs~luta insuficiencia para hacer de la vida algo
que resultasen prácticamente indisolubles antes de que el deseab1e nadte estaba más convencido que yo. Estas eran
ejercicio habitual del poder analítico hubiese comenzado. las leyes de la naturaleza humana que, según me parecía,
Pues veía ahora, o pensaba que veía, lo que antes no ha- m~ habían lleva~o a mi presente estado. Todos aquellos a
bía creído: que el hábito de analizar tiene una tendencia a qwenes yo adm1raba eran de la opinión de que el placer
erosionar los sentimientos cuando no se ha cultivado de simpatizar con los seres humanos, y los sentimientos
otro hábito, ya que, entonces, el espíritu analítico se que- que hacían del bien de los demás y, especialmente, de la
da sin sus complementos y correctivos. E l valor esencial Humanidad a gran escala, el objeto de su existencia, eran
del análisis (argüía yo) es que tiende a debilitar y a minar las más grandes y seguras fuentes de la felicidad. De la
todo lo que es resultado del prejuicio, y nos capacita para ver~ad. de esto estaba yo convencido; pero saber que esos
separar mentalmente ideas que están unidas por u?a senttmtentos me harían feliz si yo los tuviera, no produ-
mera circunstancia casual. Ninguna asociación, cualqute- cía en mí dichos sentimientos. Mi educación -pensa-
ra que ésta fuera, podría resistir, en último término, ba- había fracasado a la hora de crear estos sentimientos
esta fuerza disolvente, si no debiéramos también a nues- con vigor suficiente para resistir la influencia disolvente
tro análisis la capacidad de poseer un claro conocimiento del análisis, mientras que todo el curso de mi desarrollo
de las secuencias permanentes que se operan en la natu- intelectual había hecho del análisis precoz y prematuro el
raleza; de las conexiones reales entre las cosas, indepe~­ inveterado hábito de mi espíritu. Estaba, pues --como
dientemente de nuestra voluntad y de nuestros senti- yo me decía a mí mismo--, atascado en el comienzo de
mientos; de las leyes naturales en virtud de las cuales una mi viaje: equipado con buen barco y buen timón, pero
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sin vela, sin un verdadero deseo de alcanzar los fines por cuerdo nada. ~os versos de Coleridge, quien, de entre
los que tan cuidadosamente había trabajado. ~o m~ com- todos \os esc.ntores, fue e\ único en quien encontré una
placía ni en la virtud, ni en el bi~n común, m en. n!~guna verd~dera desc:ipción de lo yo sentía, ocuparon a menu-
otra cosa. Las fuentes de la vamdad y de la ambtcton pa- do mts pen_sam~entos,_ no entonces (pues en aquel tiempo
recían haberse secado por completo dentro de mí, igual no los ha~Ja Iet_do), stno en otro período posterior en el
que las de la benevolencia. Conforme iba ~eflexio~ando, que padecJ la m1sma enfermedad espiritual.
me daba cuenta de que mi vanidad había stdo gr~tifica?a
demasiado temprano, siendo yo todavía demastado ¡o-
ven; había obtenido algunas distinciones y me sentía im- El trabajo sin esperanza arroja el néctar en un cedazo,
portante antes de que el deseo por distinguirme y ¡:_x>r ad- Y la esperanza sin objeto no puede vivir.
quirir importancia hubiera llegado a ser una pastón. Y
aunque era poco lo que había conseguido, el hecho de ha- Con toda probabilidad, mi caso no era en modo algu-
berlo logrado muy temprano -como ocurre con todos no tan pecuhar com?,ro imaginaba, y no dudo que otros
los placeres que se alcanzan demasiado I:'rqnto-- me ?~Ya? pasado tambten por un estado similar. Pero la
había dejado bla.se?. e indiferente para continuar. De tal 1d1osmcrasia d~ mi ed~cación había dado al fenómeno ge-
modo, que ni los placeres egoístas ni los generosos ~ran neral un espectal caracter que le hacía parecer un efecto
ya placeres para mí. Y parecía que la naturalez~ no t~ma ya n~tural cuyas causas ~ra difícil que el tiempo pudiese eli-
poder suficiente para formar de nuevo mt caracte~ Y O:l~ar. Con frecuencta me preguntaba yo si podía seguir
crear en una mente que ya era irremisiblemente analíttca, vtvt~ndo, o si e~taba. obligado a hacerlo pasándome toda
nuevas asociaciones placenteras con cualquiera de los ob- la vtda en esta sttuactón. Generalmente, mi respuesta era
jetos del deseo humano. que no sería capaz de aguantar en esas condiciones más
Tales eran los pensamientos que se m_ezcl~b~ con el de u? año. Sin embargo, cuando no más de la mitad de
seco y pesado abatimiento del melancóhco mvterno d_e ese _ttempo había transcurrido, un pequeño rayo de luz se
1826-1827. Durante este tiempo no fui incapaz de conti- abnó paso ~tre las tinieblas. Estaba leyendo, casualmen-
nuar con mis ocupaciones habituales. Seguí con ellas de te, las Memona.s de Marmontel, y llegué al pasaje en el que
una manera mecánica, impulsado por la mera fuerza _de l_a re!~ta la muerte de su padre, la penosa situación de la fa-
costumbre. Estaba tan habituado a cierta clase de e¡erct- mtha, y !a inspiración repentina mediante la que él, en-
cio mental, que podía llevarlo adelante aun cuando todo tonces solo un muchacho, sintió e hizo sentir a los suyos
su sentido hubiera desaparecido. Hasta llegué a compo- que él sería todo para ellos y que llenaría el vacío a que
ner y pronunciar varios discursos en la sociedad de deba- había dado lugar t~ta_ pérdida. Una vívida imagen de la
tes. Cómo logré hacerlo, y con qué éxito, son cosa~ que escena y de sus sentJmtentos anejos me invadió por com-
ignoro. De los cuatro años de continuas intervenct~nes plet? y me conmovió hasta el punto de h acerme llorar. A
en aquella sociedad, éste es el único del que apenas s1 re- partir_ ?e este momento, mi carga se hizo más ligera. La
opreston que me producía el pensamiento de que todo
posible sentimiento había muerto dentro de mí, había de-
2 En francés en el original: hastiado de todo.
aparecido. Ya no estaba desesperado: no era un leño 0
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una piedra. Parecía que aún me quedaba algo_ de aquella to que no se persiga como un medio, sino como una
materia con la que se fabrica todo cará~er valioso y toda meta en sí misma ideal. Así, apuntand o hacia otra cosa,
aptitud para la felicidad. Ali:riado d~ mi const~te sensa- encuentran incidentalmente la felicidad. Las satisfaccio-
ción de irremediable desdicha, fw descubne ndo ~a­ ñes de la vida (tal era ahora mi nueva teoría) son sufi-
dualmente que los ordinarios aco.nteci~ientos de la vtda élentes para hacer de ella algo placenter o cuando se to-
podían darme otra vez alguna satls~accton; que podía en- man en passant4, sin hacer de ellas el objeto principal. En
contrar goce, no intenso, pero suficiente para procu~arme el momento en que les damos la máxima importancia,
algo de alegría, en la luz del sol, en el c!el?, en los ltbro~, percibimos inmediatamente que son insuficientes. No po-
en la conversación, en los asuntos publicos; que. habta drán sostenerse si las sometemos a un examen riguroso.
una vez más, emoción, aunque moderada, en traba¡ar por Preguntaos si sois felices, y cesaréis de serlo. La única
mis ideas y por el bien público. Así, la nube fue desv~e­ opción es considerar, no la felicidad, sino algún otro fin
ciéndose poco a poco, y de nuevo pude disfrutar de la vtda. externo a ella, como propósito de nuestra vida. Dejad
y aunque sufrí varias recaidas, algunas de las cual.es du- qúe vuestras reflexiones, vuestro escrutinio y vuestra in-
raron muchos meses, nunca volví a ser tan desdtchado trospección se agoten en eso. Y si tenéis la fortuna de ve-
como lo había sido. ros rodeados de otras circunsta ncias favorables, inhala-
Las experiencias de este período _tuvi~ron dos m~ca­ réis felicidad con el mismo aire que respiréis, sin detene-
dos efectos en mis opiniones y en mt caracter .. En pnm~r ros a pensar en ella, sin dejar que ocupe vuestra imagina-
lugar, me llevaron a adoptar una teoría de _la ~Ida muy di- ción, y sin ahuyentarla con interrogaciones fatales. Esta
ferente de la que antes había puesto en practtca, y _que te- teoría se convirtió en el fundamento de mi filosofía de la
nía mucho en común con la teoría de la renuncia de :: vida. Y todavía me aferro a ella, pu~s considero que es la
mismo, de Carlyle3, de la que por aquel entonces no tefl12 mejor para todos aquellos que tienen un grado moderad o
yo todavía la menor noticia. Desde luego, no dudaba er: de sensibilidad y de capacidad para el goce, es decir, para
la convicción de que la felicidad es la prueba de toda.s_ las la gran mayoría del género humano.
reglas de conducta y el fin que se persigue en la vtda. El otro cambio importante que en aquella época expe-
Pero ahora pensaba que este fm sólo puede ~ograrse no rimentaron mis opiniones fue que yo, por primera vez, di
haciendo de él la meta directa. Sólo son felices (se .me su lugar apropiado, como una de las primeras necesidad es
ocurría) los que tienen la mente fija~a. en algún ob¡ero del bienestar humano, al cultivo interno del individuo.
que no sea su propia felici~ad: la felict?ad de otros, h. Cesé de dar importancia casi exclusiva a la o rdenación de
mejora de la Humanidad, o, tnduso, algun arte o proyec- ias circunstancias externas y a la preparación del ser hu-
mano para la especulación y para la acción. Había apren-
3 Tal y como queda expuesta en Sartor ReJarluJ, Libro ll,
Cap. IX. ~n ese o.
9,ido por experiencia que las predisposiciones pasivas ne-
pítulo titulado «El eterno sí», Carlyle aplica a la conducta sus conv1c~on~s ~ cesitaban cultivarse tanto como las capacidades activas, y
vinist~s: la aceptación del estado infeliz al que el hombre ha s1d_o pre esu~a que necesitaban ser alimentadas y enriqueci das, además
la moral del trabajo y la renuncia; el olvi~o de sí. E;n ese capitulo, Carl) le.:.
apoya en la autoridd de Goethe, a quien c1ta y comenta para llegar a una el~. de guiadas. Ni por un instante descuidé o menosprecié
conclusión: que «es sólo aceptando_ la renuncia cuando, hablando con propot
dad, puede decirse que emp1eza la vida>>. • En francés en el original: de pa1ada.
Autobiografía
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ISO
mucho bien, mostrá ndome una fuente de satisfacción a la
aquella parte de la verdad que con anterioridad ~abía vis-
que estaba tan predispuesto como siempre. Sin embargo,
to: nunca renegué de la cultur a intelectu~l., ru cesé de
el bien que me hizo se vio muy disminuido por el pensa-
conSiderar la fuerza y la práctica del análisis co.lllQ una
miento de que el placer de la música (lo cual es completa-
condición esencial del desarrollo individual y soc1al. Pero
pensé que aquello tenia consecuencia~ que debían corre- mente cierto de un placer que, como éste, es puram ente
melódico) se va borran do con la familiaridad, y requie re
girse mediante el cultivo ~~ o~ros tipos de. cultura. El
ser revivido mediante intermitencias, o alimentado conti-
manteniemiento de un eqwhb no entre las diferent.es fa-
nuame nte con cosas nuevas. Y es muy característico, tan-
cultades me parecía ahora de prim~r~ i~portancla. El
to de mi estado de ánimo entonces, como de mi general
cultivo de los sentimientos se convir tiÓ en uno de l~s
actictud mental durant e todo aquel período de mi vida, el
puntos cardinales de mi credo éti:o y filosófico. Y m~s
que yo me viese seriamente atorm entado por el pensa-
pensamientos e inclinaciones se onenta ron cada vez mas
miento de que las combinaciones musicales podría n lle-
hacia todo lo que fuera instrumental para alcanzar ese ob-
gar a agotarse. La octava consta solamente de cinco to-
jeto. . nos y dos semitonos, que puede n sólo dar lugar a un nú-
Comencé entonces a encon trar senud o en cosas que mero limitado de combinaciones, de las cuales sólo una
había leído u oído sobre la importancia de la poesía Ydel
pequeñ a propor ción son bellas. La mayor ía de éstas, pen-
arte como instrumentos de la cultura humana. Pero fue
saba yo, ya tenían que haber sido descubiertas, y no po-
sólo algún tiempo después cuand o em~cé a. sa~r esto
día haber sitio para una larga sucesión de Mozarts y de
por propia experiencia. Entre las artes unagmauvas, la
Webers capaces de encon trar, como éstos lo habían he-
única que desde niño me había causado gran agrado era
cho, filones entera mente nuevos y aún más ricos de be-
la música, cuyo mejor efecto (y en ello s';lpera a todas las
lleza musical. Podrá quizá pensarse que esta causa de mi
demás artes) consiste en excitar el. e~tus1asmo, .en elev~
ansiedad se parecía a la de los filósofos de Laputa 5 quie-
hasta su punto más alto esos sent1m1entos de upo subli-
nes temían que el sol acabaría por consumirse. Sin em-
me que ya están en el propio carácter, pero a los cuales 1~
bargo, estaba relacionada con la mejor cualidad de mi ca-
emoción es capaz de darles un brillo y un ferv?r que, SI
rácter, y era el único lado bueno que podía encon trarse
bien transitórios en su mome nto más excelso, dicha emo-
en mi nada romántica y menos honora ble desdicha. Pues
ción es de valor incalculable para mantenerlos. en otras
aunqu e mi sufrimiento, considerado objetiv amente, sólo
ocasiones. Este efecto de la música lo habí~ expen menta d?
podía tildarse de egoísta y era producido, según yo pen-
yo con anterioridad; pero, igual que con mis otras susc~ptt­
saba, por haberse derrum bado el edificio de mi felicidad,
bilidades para valora r lo placenter?, había quedado mte-
también el destino de la Huma nidad en general estaba
rrump ido durant e mi etapa depres1va. Una y otra vez h~­
siempre en mis pensamientos y no podía separarse del
bía buscado consuelo por este medio , pero no lo habta
:nío propio . Sentía que la brecha que se había abierto en
hallado. Cuand o cambió la marea y entré en el proceso
:ni vida tenía que ser una brecha de la vida misma; que
de recuperación, la música me ayudó, aunqu e en mo?o
la cuestión era la de si, aun cuand o los reform
mucho menos elevado. Fue en esta epoca cuand o llego a adores de la
mi conoc imient o el Oberon, de Weber; y el extremado ~la­ ' Viajes de Gi<lliver, Pane lll, Cap. ll.
cer que me produjeron sus deliciosas melodías me hizo
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sociedad y del gobierno tuvieran éxito en sus obje~ivos ~ encontrado en ella mucho más, de haberla leído ahora
todas las personas de la comunida d alcanzasen la l~bertad otra vez. Pero los poemas misceláneos, en la edición de
y un estado de bienestar físico, los placeres de la _v1da, no dos volúmenes publicada en 1815 (a la que poco de valor
impedidos ya por la lucha y por la privación, de¡arían de fue añadido en etapas posteriores de la vida del autor) re-
ser placeres. Y comprend í que, a menos que logra~a. en- sultaron ser apropiadas para mis necesidades espirituales
contrar alguna esperanza mejor que ~s,ta ~ara la feh~tdad en aquella particular coyuntura.
del género humano en general, seguma s1e~do de~dicha­ En primer lugar, estos poemas hacían poderoso im-
do; pero que si conseguía dar con una soluctón satls~acto­ pacto en una de mis susceptibilidades más placenteras: el
ria entonces miraría al mundo con placer, contentan~o­ amor a los objetos rurales y al paisaje natuni.l, a los que
m~, por lo que a mí se refería, participando, en la medtda debía no sólo gran parte del placer que yo había obtenido
justa, de Jo que los demás tenían. . . de mi vida, sino también, muy recientemente, algún ali-
Tal estado de mis pensamientos y sentimiento~ me vio para una de mis más largas recaídas depresivas. En
hizo leer a Wordswo rth por primera vez (en el ot~no_ de este poder que la belleza rural tenía sobre mí había va una
1828), Jo que supuso un episodio importante en ~~ ~tda. base para que me agradara la poesía de Wo rdsworth; tan-
Decidí leer la colección de sus poemas por cunostdad. to más así, cuanto que sus paisajes son paisajes de monta-
sin esperar de ellos ningún consuelo espiritual, aunque ña, cosa que, desde mi temprana excursión a los Pirineos,
antes había recurrido a la pot:sía con esa esperanza. D u- se había convertido en mi ideal de belleza natural. Pero
rante el período más grave de mi depresión había leído Wordsworth no hubiera tenido un gran efecto sobre mí
toda la obra de Byron (entonces nuev~ para mí) pa~a y e: si solamente me hubiese ofrecido hermosas descripciones
si un poeta cuya particularidad ~sl?eCial se su~rua ~u~ de escenarios naturales. Scott hace esto todavía mejor que
era la mayor intensidad de senttmtentos, pod1a s~sc1~ Wordsworth, y un paisaje muy mediocre es capaz de ha-
alguno en mí. Como podría esperarse, no saqué ru~~ cerlo con más eficacia que ningún poeta. Lo que hizo que
provecho de su lectura, sino al revés. El estado antmJCO los poemas de Wordwor th fuesen una medicina para mi
del poeta era muy parecido al mío. Su lamento era el de estado de ánimo fue que ellos expresaban no solamente
un hombre que había agotado tod~s los placeres Y que una mera belleza exterior, sino estados de sentimiento, y
parecía pensar que la vida, para qUienes poseen _todo lo estados mentales coloreados por el sentimiento, bajo el
que de bueno ella puede ofrec~r, d~be ser necesanameme estímulo de la belleza. Parecían ser ese cultivo mismo de los
esa cosa insípida y carente de mteres que yo había expen- sentimientos que yo estaba buscando. Me parecía encontrar
mentado. Su Haroldo y su Manfredo llevaban sob~e sí l.: en ellos una fuente de alegría interior, de placer comuni-
misma carga que yo llevaba; y no estaba yo en -~tspost­ cable e imaginativ o que podía ser compartido con todos
ción de sacar ningún alivio de la vehemente pastan sen- los seres humanos, y que no tenía conexión ni con la lu-
sual de sus G iaours, ni de la amargura de sus Lara~. Pero cha ni con imperfecciones de ningún tipo, sino que se en-
si Byron era precisamen te lo que menos convema a rru riquecía mediante cualquier mejora física o social de la
estado de ánimo, Wordswo rth resultó ser exactamente lo condición humana. Creí aprender en esos poemas las que
que necesitaba. Había hojeado su Excursión dos o ~res podrían ser las fuentes perennes de la felicidad cuando
años antes, y encontré poco en esa obra. Y no hubtera todos los grandes males de la vida hubiesen sido elimina-
r
Aurob1ografía
John !'>tu.tn \ltll 15')
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este cultivo que otros poetas gu ·
dos. Y bajo su influencia, me sentí a la vez más mejorado mucho más poetas gu ee. '1 e son mtrínsecamente
y más feliz. Sin duda habían existido poetas más grandes D
e esto resultó el que los , .
que Words worth, incluso en nuestro propio tiempo. dieran ocasión para h .me~Jtos de Words worth me
acer rru primera d e1arac10n .,
Pero una poesía de sentimientos más profundos y más .
d e mJ nuevo modo d pública
sublimes no podría haber hecho por mi lo que sus poe- pañeros habitua les q~~e~ ~a~:~ r;ánd om. e de mis coro-
mas hicieron. Necesitaba que algo me hiciese sentir que trasformación similar L expenm entado una
había una felicidad real y permanente en la serena con- aquella época estaba y~ r::~rs~na con la gue durant e
templación. Wordworth me enseñó precisamente esto, siones sobres estos asuntos eraaRJtuad o a cambiar impre-
oebuck , a qwen · arumé .
sin apartarme de los sentimientos comunes de la gran 1eer a W ordswo rth A l . . . a
mayoría del género humano, sino más bien aumentando · prmc1p1o tambJen · , él rió en
su obra muchas cosas adrrura . bl ' descub
mi interés en ellos. Y el placer que estos poemas me pro- r f a de los wordsworthi
es Pero yo' como 1a mayo-
fui.
curaron fue una prueba de que con una cultura de este antagonismo contra B anos, desarrollando un fuerte
tipo no había nada que temer del más arraigado hábito 1 l . yron, tanto como poeta como por
a roa a. mfluen cía que e¡'ereJa , b , R
analitico. Al final de los poemas vino la famosa Oda, . so re el ca racter. oebuck•
cuyos mstmtos lo pred'1spon1a ,n 1 ·
erróneamente llamada platónica, titulada «Vislum bres de tenía, por el contrar io fi par~ a accJón y la lucha
la Inmort alidad», en la que junto con una dulzura de me- , una uerte SJmp t, dmi '
por B yron, cuyos escritos eran , a ~~ y a ración
lodía y de ritmo aún mayores de lo que es habitual en el la poesía de la vida h J?Or el considerados como
poeta, y junto con los dos grandes pasajes de grandio so umana, rruentras que 1a d e W ords-
wonh ' era según él la ,
poder imaginativo, pero de escasa profundidad filosófica, sas. Roebuck y yo a~ordpoesJa de las flores y las maripo-
que se citan tan frecuen temente, descubrí que Words- nuestra Debatino Societ11 amdohsec tehner un.a confrontación en
worth también había tenido una experiencia semejante a . 6 :/1 y e o dedicam d os tardes a
discut¡r y compa rar los , . d os
la mía; que él también había sentido que la primera fres- memo s e Byron y d e Words-
worth , defendiendo e ¡'1 t d .
cura del juvenil gozo de la vida es algo que no dura para us ran o con 1argos recJtale s
nuestras respectivas teo nas , d T b',
siempre, pero que él había buscado una compensación y ling, en un brillante discu
e 1a poes'Ja. am 1en Ster-
la había encont rado del modo que ahora estaba enseñán- ticular. ~ste fue el príme/~~b~tos present ó su teoría J?ar-
dome a mi a encontrarla. El resultado fue que gradual- portancJa, en el que Roebuck e sobre ~n asunto de Im-
mente logré yo salir por completo de mi depresión habi- posturas antagónicas· A partJr . dy yo habJamos manten ido
e este m .
tual, y nunca más volví a recaer en ella. Durant e mucho entre nosotros se ensanchó más , omento, el Cisma
tiempo continué valoran do a W ordswo rth, menos po:- algunos años continuamos sJen . d y mas, aunque durante
sus méritos intrÚlsecos que por razón de lo que había he- · · o coropanero - s. Al prin-
ClpJo, nuestro desacuerdo . .
cho por mí. Comparado con los más grandes poetas. los sentimientos. Roebuct~~~~~al se refería al cultivo de
puede decirse que él fue el poeta de quienes son naturai- 1? q~e común mente se entiend a en muchos puntos de
mente antipoéticos y están poseído s por inclinaciones litano. Era un amante d 1 e por un bentha mita o uti-
tranquilas y contemplativas. Pero las naturalezas antipoé- bellas artes. Encon traba e r:¡;o~sía y de la may~ría de las
ticas son precisamente las que requieren un cultivo poéti- representaciones dramáti g P acer .en la musJca, en las
co. W ordsworth es mucho más indicado para procura: cas y, especialmente, en la pin-
John Sruart Mili
Autobiografía
156 157
. . ba diseñaba paisajes con gran fact- .
sol ¡xmiente no es un obstáculo para que yo sepa que
tura. E l mtsmo pmta y fu posible hacerle ver que es- esa
lidad y belleza. Pero nunc a e nube es vapo r de agua, sujeta a todas las leyes de los
· lgu' das en la formación va-
tas cosas uenen a n valor como ayu pores en un estado de suspensión . Y estoy tan capac
1 r de ser como se su- itado
del carácter. Perso nalme nte,hen ~ga n ho~bre vacío para acept ar el hecho y para actuar de acuer do con
d n bent amtta, u de esas
pone que ha e se: u ensibilidad leyes físicas, siemp re que haya ocasió n para ello, como
es muy agudas y fuerte~. si
sentimientos, poseta s d 1 ingleses que tienen hubiera sido insensible a la distinción entre la bellez
senu- a. y la
Pero, como la mayoríal e os eran un estorbo consic fealdad.
. saba que os suyos le- Conforme disminuía mi intimidad con Roebuck,
tn1entos, pen 'bl de simpa.tizar . 1 fui
rabie. Era mucho más su~ceptt 9.~ su felicidad porcon e haciendo mayor amistad con nuestros adversarios
cole-
otros ridgianos de la Sociedad, Frede rick Maurice y John
dolor que con el place r; y usc~n . tos se amor tiguar Ster-
an, Iing, quien es llegaron a ser después muy conocidos;
caminos, deseaba que Esus sen~~le~ carácter inglés el
y las primero por sus escritos, y el segun do por las biogr
Y no que se. avivaran. .n ver a h,
· 1 mgles tan poco posible afías
circunstan~tas saeta e}elicidadasdelacen .
ejercicio de las stmpa-
debidas a Hare y a Carlyle. D e estos dos amigos, Maur
ice
q ue se denv e algun a era el pensador, y Sterling orado r y apasionado expos
é itor
tías, que n? es extr . que
año stas cuenten tan poco en el. de ideas que, en este período, Maurice había formado
1, E n casi todos los demás pat- casi
esquema vttal de un tng es. enteramente para él. Con Maurice había tenido por
. algún
· rme que uenen las simpatías como tiemp o ralación a través de Eyton Tooke, quien lo
ses, la importan~ta ~no de la felicidad individual, es ~n había
elemento consu tuttvo cono cido en Cambridge; y aunque mis conv ersac
iones
. da por supuesto y que no necesita de nm- con él eran casi siempre discu siones, saqué de ellas
axtoma que se . . f. al P ero la mayo ría de los mu-
guna argumentacto~ orm . ue las consideran comopen- cho que luego me sirvió para edificar mi nuevo sistem
a
roa- de pensamiento, de igual modo a como fui sacando
saciares ingleses cast parece q las acciones de los tam-
· erido s para que bién much o de Coleridge y de las obras de Goet he
les necesanos, requ s compasivas. Roebuck y de
homb res sean benevolent e y 1 Veía pocas venta era. otros autores alemanes a quienes leí en esos años. Teng
o
, · glés de esta e ase. jas en tan profu ndo respeto por el carác ter
0 parecta ser, un m . . ingun y los propósitos de
. a en absol uto 1
el culuvo d e los senttmtento s, y n
¿· de la imaginacto .. p
n. ensa-
~faurice, así como por sus grand es facult
ades mentales,
ese cultivo se hacía IJ<?r ~e ·~o . nes En vano le que si digo algo que pueda parecer que lo sitúa en un
urgí ~ do de eminencia más bajo del que con gusto yo le daría,
gra-
ba que ésta sólo culuv a 'óa 1 ;:~ogina~iva que una idea lo
el que la emoct n .... ex- hago con cierto pesar. Pero he pensado siemp re que en
comp ren er d es vívidamente caneeb'd 1 ~· no
~
.\[aurice se desperdició más poder intelectual que en
cita en nosotros cuan o 1 como cualq wer nin-
.ó . un hecho tan rea otu guno de mis otros contemporáneos . Pocos de ellos,
una ilus1 n, smo . le' os de implicar un a1g..:: cier-
cualidad de los ob¡etos; y que l rehensión menta ~amente, tuvie ron tanto que derrochar.
l dt: Sus grand es po-
errón eo y engan- ador en nuestsisten ra ap
te con el conoc.ttn1er". deres de gener alizión, su ingeniosida d y sutileza poco
co-
objeto, es completame~te ~on erfecto reconocimiento _. - !llunes, y una amplia capacidad para percibir importante
s
de . no evidentes verdades, no le sirvie ron para sustit
to más exacto Y. con e. .mas P. telectuales. El más uir
intec con algo mejor el cauc;.lal de opiniones superficiales recibi
sus leyes y relactones [1S1cas e ; nube ilurnida por e -
so sentimiento de la belleza e una das sobre los grandes temas del pensa mient o, sino
para

158 John Sruart :\hll Autobiografía
. 159
probarse a sí mismo que la Iglesia Anglicana lo había trecha
. de lo que ha st'do con nmgu· . n ot h b
averiguado todo desde el principio, y que todas las verda- ctertamente una de 1 ro om re. Era
' as personas más bl S '
des por las que la Iglesia y la ortodoxia habían sido ataca- franco cordial -cect . ama es. u carácter
' , ;u• uoso y expanst .
das (muchas de las cuales él había visto con tanta claridad dad que se manifiesta tanto en las evo, un ~~or a la ver-
como cualquiera) no sólo son consistentes con los Treinta como en las más humilde osas mas unportantes
y nueve artículos6 , sino que esos artículos las entienden y generosa que se entregabas_; una naturaleza entusiasta y
expresan mejor que Jos que las rechazan. Nunca he pocli- nes que ado taba Impetuosamente a las opinio-
do encontrar ninguna explicación para esta actitud, como justicia a las ~oct;i!a:r~ ;~~se~tababtan disp~esta a hacer
no sea atribuyéndola a una timidez de conciencia, combi- nía, como a combatir los ueom ~es a ~wenes se opa-
nada con un~ innata sensibilidad de temperamento, cosas suyos; y una igual devo . , q 1 esttmaba como errores
cton
ambas que tan a menudo han llevado a hombres muy de la Libertad y del Deb fi a· os b
dos di
puntos car nales
bien dotados a caer en los dogmas de la Iglesia Romana, cualidades tao at . er, orma ao una combinación de
' racttva para mí
motivados por la necesidad de obtener un apoyo más fir- aquellos que lo conocieron tao bie~ como para todos
me del que pueden encontrar en las conclusiones alcanza- apertura de pensamiento d como yo. Con su
das independientemente mediante su propio juicio. Nadie en tenderme las m y e co_razón, no tuvo dificultad
que conociera a Maurice podría haber pensado en impu- ces separaba nues~~s po~ ~nctma del go!fo que enton-
tarle una clase de timidez más vulgar, aun cuando él no cómo él otros ( . optntones respecttvas. Me dijo
hubiese dado pública prueba de que estaba libre de ella. de oidas)yme conposidreJabmformación que les había llegado
como lo testimonia su posterior enfrentamiento con al- en quien se hab · · ra ao como. un hom bre «f:a bncado» ·
. . ta Impreso una cterta manera de .
gunas de las opiniones comúnmente consideradas orto- que se lunttaba a reproducirla ·,q . b' opmar, y
· ·
doxas, y su noble empeño al fundar el movimieno Socia- sus senttmtentos cuando descu·bno ue cam to se ope ·
. , a lo la ro en
d
lista Cristiano. Desde un punto de vista moral, su parale- conversaciones sobre Wordsworth' rgo e nuestras
lo más próximo es Coleridge a quien, dejando aparte su worth y todo lo que ese nombre . \Byron, que Wor~s­
genio poético, y en lo que estrictamente se refiere a capa- a mí tanto como a él .tmp tea, «me pertenecta>>
cidad intelectual, pienso que Maurice superaba con mu- sus planes de vida dy absus amtgos! Al fallarle la salud,
. se es arataron pro t b.
cho. En esta época, sin embargo, puede decirse que él erz a vtvir lejos de Londres D d n o y 1o o ligaron
un discípulo de Coleridge, y que Sterling era un discípulo mer o segundo año de ~nta~l:o o. que de~pués del_ pri-
de Coleridge y de él. Las modificaciones que estaban te- muy de cuando en d p amtstad, solo nos vtmos
cuan o. ero (como él . d ,
niendo lugar en mis antiguas opiniones hicieron que en- en una de sus cartas a Carl le) cada mtsmo e<;ta
tre ellos y yo hubiese algunos apuntos de contacto. Y mos era como si fuésem hy vez que nos reuma-
os ermanos Aun fu
tanto Maurice como Sterling fueron de una utilidad con- un pensador profundo en el . 9ue nunca e
siderable en mi desarrollo. Con Sterling pronto llegué a bra su libertad d f . completo senttdo de la pala-
' e esp ntu y s fi
intimar mucho, y mi amistad con él fue mucho más es- aventajaba con mucho .u ue_r~a moral en la que
el dominio que Mauric: M~~~~~~d ~ctero_n qu.e s~perase
6 Los Treinta y nutve artículos, aprobados en 1571, recogen de forma sisteman
bre su intelecto s · b' Y g habtan e¡erctdo so-
' 1 ten conservó hasta 1 fi 1
zada el credo de la Iglesia Anglicana. servas pertinentes una grao d . . , e m, con as re-
' a mJraaon por los dos, y un
'

John Stuan Mili
161
en aquella.. brev e Y
160 M a~n·cedura pto que com euo 1 r has cosas
Excente la e_ erro miento político, me hicieron ver que habfa muc
siempre P'"Jl'estva.u~
cálido afecto por a del gobierno
tun~to<ia fas: de su vt:e ntedafue que esa doctrina, profesand o ser una teorí
inco rpora do y no lo habfa he-
de hacerse clengo, su vez que yo lo vela desp en general, deberfa habe r
los avances que most r~~a ~n nsar de él lo que Go7ethe cho. Pero, en aquel mom ento , estas cosa s qued aron en
chreitung . E~
de un intervalo, me hiele~ for:chterliche Forts e polos casi
es que debía n hace rse a la hora
mf como meras correccion
tos de la
dec1a . - eme intelectua1es
. de Shiller: Er hatte desd de aplicar la teorfa a la práctica, y no com o defec
ser una cien- -
y yo parti mos de poslc lOnes 1 distancia entre nosotros teorfa misma. Pens é que la polftica no podia
enteramente ~pu~stos, n~~oSi ayo me fw apro
x~and~u: cia de experiencia especifica, y que las acusacion
es que se

fue siemp<e dism t~uy e . •] dur.m te su corta v~da,y . habían dirigido cont ra la teorf a de Bent ham califi cándola
a-
ante razon
algunas de sus opilllon:s, emás a varias de
las n:uas . SI de ser una teoría, de proc eder a priori medi a-
expe rient
acercándose cada vebz. masdyl_sfrutado de salud· · sa
y vlgbeo rhpar taa mientos generales, en vez de hacerlo según la
as rancia de
- ·d hu 1ese
vo pe<sonal, qwend astm . ila- ción baconiana, mostraban una completa igno
hubier.t vtvl o y .d cultispon táne o proceso e lbs principios de Bacon, y de las necesaria
s cond iciones
cont inua r aquel asl uo . Me coyu ntura apa-
dónde habda llegado ese e de la investigación experimental. En esta
ataqu e de Mac au-
reció en la Edinburgb Review el famoso
oó~.espués
. . . 1 Debating Socrety.
de 1829 dejé ?e asistir a ;e alegró pode r con- lay cont ra el énscgo sobre el Gobierno de mi padre . Aque l
ditaciones priva as s~n
d hacer discursos, y d . la ne- el conc epto que
había cansado e . articulo me dio muc ho que pensar. Vi que
amen- de la polít ica era erróneo;
tinua r con mis_ d os
· e studt Y me
afirm ar sus resultados Públic .J:das Maca ulay tenia de la lógic a
los fenómenos
r
cesi~~ q~~':f
· · s apre nw que defendia la manera empírica de trata
d · diata e incluso
edificio de mis hvi ej:: :;:. ;:, nunca dejé políticos, en contra de la man era filosó fica; que,
~e. res uebrajándose en mue os ino ue me esfor
s ~evosmate
cé rn-
riales .
en el dominio de la ciencia física
inclu
,
ido
su
a
noci
Kepl
ón
er,
de lo
pero
que
habr
era
ía
tba qderrumbara porhcomp · ·ndolleto,
o con n el filosofar podría habe r
que set . . . n me satisf ice con Lapl ace. Sin emba rgo, no pude
men te en ir rede acle f¡ elido o excluido a Newton y a
esta transtcto ' del artículo
cesan e
Nunca, en el curso corto tiempo, con un evitar el sentimiento de que, aunque el tono
rada alguna idea_ nueva, que, en fecha posterior,
ermanecer' siquiera P?r. un era impertinente --er ror por el sas-
. tado su relación con ampl ias y hono rable s excu
p pouro · Cuan do habta h t mco habe rpo
r ajus n el autor dio las más a mí
mseg exac tame - varias de las crític as que se le hacfa n
día desc ansa r as a be aseg urad o habla verdad en
no. antiguas optm . .ones·' y ha rmedía modificar1as o anu- padre por su tratamiento del asunto; que las
premisas en
misde hasta que. punt o su efecto po demasiado
te que mi padr e se había basado eran realmente
eque ño núm ero de verdades
desarr~l!ad_a
limitadas y sólo indu ian un p
larlas
r.o"s conf licto s con los que d 1gobierno ~
ve que enfrentarme cons-
la famtbart~
generales de las que en polftica dependían las
consecuen-
tantemente al defender la teon~e ~i padre, y
entre los go- •
cias importantes. La identidad de intereses
tos de Be?~~am ~n otras
senti do prác-
en los escri escu elas de pensa bern antes y la comunidad, no es, en ning ún
dad que había adqu m o e la que depe nde el
tico que pueda dársele, la única cosa de
tidad de inter e-
• ·nal·. Progresaba a 1111 ritmo asombroso. buen gobierno . Tam poco pued e esta iden
_ 7 En alemán en e1ongt
~ estar asegurada por las meras condicion es elect orale s.

L
162
John Stuart i\lill
r
~ .'l.urobJograffa
163
No estaba yo en absoluto satisfecho después, razonamos descendiend d
con el mod o en que paradas, hasta llegar a 1 e
mi padre había respondido a las críti tosodeeest esas tendencias se-,
cas de Macaulay. No cua ndo están combinad os e1ec M ·
se justificó, com o yo pensaba que deb el último análisis d , as mtsmas causas
iera hab erlo hecho, as. l e preg unte ento nces cuál
diciendo: «Yo no estaba escribiendo d era
de política. Esta ba escribiendo un argu
un trata do científico entemente, la come ún este proceso deductivo
teoría d 1 . . ·
' ya que, evt-
_la refo rma parlamentaria.» Tra tó los
men to en favor de ninguna luz sobre el as e ~tlogtsmo no arrojaba
do ~.i cost umb re
argumentos de Ma- (aprendida de Hob bes , deu :::r Sten
caulay com o si fueran, simplemente
, irracionales; com o pios abstraeros basan'dy pad
un ataque a la facultad razonadora; re) estudtar los princi-
com o un ejemplo de tos que podía enc ont ome en los m ·
aquel dicho de Hobbes: que cua ndo . eJor
rar' se me ocu rnó es caso s concre-
la razóri está con tra
un hom bte, un hom bre estará con tra ctón de las Fuerzas, den tro de la . . . que 1a C~omposi-
la razón. Esto me más complet o del proceso 1, . Dm
hizo pensar que de verd ad había algo gan do. De acuerdo amtca, era el ejemplo
más fundamental- ogtco que yo estaba inve stí-
men te erró neo en la concepción que con esto al e
mét odo filosófico, com o algo aplicabl
tenía mi padre del men te cua ndo aplica l ? . _xam·mar ¡o que hace la
e a la política, que e prm ctpto de 1 e . .'
lo que yo hasta entonces había pod ido d e. las
.,
Fuerzas descubrt' q
' limi. a ompostc10n
imaginar. Pero , al ue se
ad tcton. Aña de el efcto se arad ta a aliz
principio, no pud e ver claramente dón re ar un acto de
Por fin, se me manifestó todo de una
de estaba el erro r. separado de otra y pon P
'
0
~e una
o erecto fuer za, al efecto
so de mis estudios. A comienzos de
vez dura nte el cur- e estos efectos separadoe com ·p 1
d resu tant
do a pon er en el papel las ideas sob
1830 había empeza- t.imo::> En Dm' , .
· s. é ero es este un proce eso la sum a
legt'
re lógica (principal- amt
la Física, lo es. Per~ en al as 1as ram
ca y en tod
mente lo que se refería a las distinci as matemáticas -
nos y el valo r de las proposiciones)
ones entr e los térmi- de la Quí mic a no R d~nos otro s casos, como en de el
que me habían veni- esto había que' dad·o señ ecor e ento ne
1d es
1
do sugeridas y que yo había en part . a a que
o --co mo un d 1 di . a a go pare cido
e elaborado en las ctones. entr e los fenó
conversaciones matutinas de las que men os qutm , tcos
. }' loa. e as. . stm-
ya he hablado. Una en
vez que me hub e asegurado de que . 1a mtr odu cció n a aque1 l'b f .
avo nt0 d s mec
aquellos pensamien- cta: el. Sistema de Ouí · d ro t · dant cos -
tos 'no se perdieran, seguí con otra ~ mtca e Thomp son e rru
E adioles
s partes del asunto. me hizo de pro nto ver 1 . cen-
trat and o de ver si podía yo hacer algo . sta stm
más para clarificar en lo referente a la ftl e aram ente el por · d · ción
la teor ía de la Lógica en generaL Me
enfrenté inmediata- cue~ta de que una cienci~s~ t~ ckolític_a. Me di ~ntodudas
f' que e rrus
men te con el prob lem a de la Indu
cció n, dejando par:: segun que en el ár ducttva, o exp enm enta l
nces
más tard e el del Razonamiento, ya que
ner prim ero las premisas antes de
es necesario obte-
razonar a partir de
efectos de 'las cau sase :e: du: o se refie
que esas mismas caus as
ra, la unió n de
d sea la sum a de los efectos
lo~
ellas. Aho ra bien, la Indu cció n es prin das. De ello se se 'a pr~ ucen ~ua
ceso para descubrir las causas de los
cipalmente un pro-
ciencia deductiva ~lo eqrue_ ad_P_olíd
ndo están sepru;a-
efectos. Y al intenta: ttca tení
enc ontr ar el mod o de identificar las a que ser una
causas y los efecros com o rru. padre esta · a tn teto e q M
en la ciencia física, pron to me di cue
nta de que, en la m:h · ban equt.vocados· elue tant · o r acau . .lay
e mét odo filosófico de 1 p lí .
perfecta de las ciencias, lo que hace l . . uno , por astrr
diante la generalización de casos part
mos es ascender me- exp enm enta l de la Químicaa· o ttca al mét od · ular
iculares, a las ten- .ldop tar el mét odo d d . ' y el otro o pura men te
dencias de las causas consideradas
aisladamente; y que. e ucttvo, se hab,íaaun que acer
equivocadotado en
al se-
John Stuart Mili
164 Autobíografi'a
como
leccionar uno en particular, habiendo escogido
165
rigen la oninió 'b .
so aprop iado -<¡u e did r n pu !Jea pued en. modifitcar en alguna me-
proto tipo de deducción, no el proce . a, pero nunca de forma l.1.tmJtada· d
s de la filoso fía natu ral-, 't!ones refierentes a las inst't ' que to as las cues-
es el de las ramas deductiva u .
al no ser
sino el inapropiado de la Geometría pura, la cual no absolutas, y que los ~fi Clones políticas son
relativas
en absoluto una ciencia de causa cione s, no requi ere ni
pen- ~~m:m~ no sólo tendráeln inst~ ;~~i~~e~s~~tos del p~ogrque es;
de efecto s. Así, qued ó en mi 1 erentes, Sino
admite ninguna adición ~an ue tenerlas; que obie .
nos o pasando por las m~no s ~:~ Siempre e~tá, en
los capít ulos princ ipale s de lo que las ma-
samiento la base de
la Lógi ca de las Cienc ias Mora les. pode r socta l más fuerte
después publiqué sobre y que lo que sea este pod
qued ó ahora perfe ctam ente defin ida _er no depe nde de las instit ucio'
Y mi nueva postura nes, sino que las instJ-tuc1ones de d -
con respecto a mi anter ior credo polfti co. · ~n en _de él; gue cual-
ca vino qUier teoría general de la fil
Si se me pregunta qué sistema de filosofía políti teorfa previa del p rogreso hum osofia polftJca supo ne una
aban dona do, res-
a sustituir al que, como filosofía, había ocurr e con toda filosofía de 1 hi an~, y que esto
mism o
icció n de que el
ponderé que ningún sistema: sólo la conv Estas opini ones fi d a stona .
comp lejo y polifa - amentalmente verdaderas ' eran
sistema verdadero era algo mucho más sostenidas de una 'maunnera -
inado , y que su fun- exager d
cético de lo que yo había nunca imag pensad ores con quienes habitu 1 a .a y Vlolenta }' O nu's
por los
es mo-
ción no era prop orcio nar una serie de institucion notas, los cuale ' s corno 1 a ment e comp araba
podía n dedu cirse aque- b sue e suced
délicas, sino principios de los que .
Jgnora an esa parte de d d er con toda reacción
aprop iadas en una cir- los pensadores d e1'
llas instituciones que resultaran XVIII había n visto y ver a
· aunque en un peno
que
.
ncias del pens amie nto euro- -. do de mi evolu-
cunstancia dada. Las influe cJon, desprecié por algú . '
me uní a la reacción co~t~e~po- aquel gran siglo,
ialmen-
peo, esto es, del pensamiento continental, y espec nunca
an el siglo como una reac- é a sus
te aquéllas que considerab Jerda des con la misma firm e ' Sino que me aferr
XIX
eránd ose de mí. Vi-
el otro. El antagonismo en~~ con .que me aferr me
ción contr a el xvm , iban ahora apod é a las
de los escri tos de Cole ridge que siglo y
nieron de varios sitios: recuerda siempre a a u 11 el XIX XVIU

cara del cual era blan¿a e ~ batalla sobre el escud


de mi
yo había empezado a leer con interés incluso antes
cambio de opiniones;
trataba personalm ente;
de
de
los
lo
coler
que
idgia
había
nos
leído
a quien
de
es yo
Goet he; ~nte la rabia ciega con ~u~
an mutuamente. y aplicaba a 11 contendien
::n::
negras. ~e asom
tes se
o, una
braba
ataca -
urgh en y
de los primeros artículos de Carlyle en la Edinb ge, r:nuchas cosas que Colerid e _os, y al prop io Cole rid-
no vi en
la Foreign Review, aunque por mucho tiempo medJas verdades. En ese perí~~ tiene ~ue decir
sobre las
mi padre
ellos nada (como tampoco vio nada en ellos adoptado como mío el ro . ?' hubJe ra gusto samente
fuentes, y Goet he:
hasta el final) sino una loca rapsodia. De estas .el «polifatecismo» 9_ - p cedJm Jento que usaba
de la época,
de mi conocimiento de la literatura francesa
1

el cambio
derivé, entre otras ideas a que había dado lugar 1
europ eos, éstas ~
general de opiniones de los pensadores Se refiere a la ale rf .

en particular: que el espíritu huma no posee un cierto or-


:~:~u~ec:: ~: ~ e;d:q~:'! ~a:;~ !: 'J~~o~nc~balle~os discute n y pelean
del escudo en cu p~ónctón de
as cosas debe n diferente. El altercado
den de prog reso posible, en el que algun un tercer caballero que Ido
estJ n. es muestra las dos ca
rnos y los que di- • ras
preceder a otras, un orden que los gobie Al que tamo recuerd a el n.rsn.-- :
r
. .
r•••Vtsmo orregwano.
·"'- uto b1ografía
John Stuart ;\!ill 167
166 di
e las habia sistematizado tan te com o es-
tos escritores, ni nadie había e~ompletamen
ás, me incul-
Los escritores que, por encima de los dem
amie nto polítco fue- . d pues to con tanta fuerza
caro n una nueva modalidad de pens las características de un
Fran cia. En 1829 y peno _o critico. En aque l ento n-
ron los de la escuela sansimoniana de ces no conocía yo las Co'!ftre nc¡as de .Ftch te so b re «las ca-
Sólo estab an ento n-
1830 cono cí algunos de sus escritos. racterísticas de la edad
es, y toda- que en Carlyle
ces en los primeros pasos de sus espe cula cion había encontrado am presente». Cterto
vía no habían presentado su filos ofía com o una relig ión ni arga s
descreídos» y cont nuestro tiempo denu n~ia s cont ra <<Una edad de
Soci alism o. Esta ban ra edad
habían erganizado su esquema de
la de esa clase denuncias que, com o la m comfao d una
tiona r el prin cipio de ' e la gent e
únicamente empezando a cues pensaba entonces supuse ayor
propiedad hereditaria. De ning ún mod o estab a yo prep a-
en favor de viejo~ mod os ~ue eran ~rote stas apas iona das
rado para acompañarlos tan lejos; pero
me impresionó
había de verdad en estas d enun e cr~encta. Pero todo lo que
del orde n natu ral del progreso . ctas lo encontre. expuesto
grandemente su visión por 1os sansimoniano
me pres enta ron por primera vez, lr_nay?r serenidad y más fllo-
hum ano, cosa que ellos sóficamente. Entr e su: cponb u tcacJOnes hubo una que me
divis ión de la Hist oria en períodos . .
y especialemente su p arecJO muy supe rior a la d .
períodos orgá- s emas; en ella, ·d la idea general
orgánicos y períodos críticos. Dur ante los había madurado en a1go muc ho m as · d fiJOI o a mstr .
firme convic- ucti-
nicos --de cían -la Hum anid ad acepta con vo. Era esta una ob ra temprana dee A C
dicción sobre ~e
ción algún credo positivo que ejerce juris .
quten .entonces se consideraba a SI. mtsm . ugus omte ,
mayor o men or o e mclu so se
todas sus acciones y que se adapta con anunctaba en la . . .
verdad a las necesidades del género hum
ano. Bajo su in- Saint-Simon. E::~~ tittud lar del libro como discípulo de
so M C-omt e por pri-
o compatible ra a o expu
fluencia, los hom bres progresan de un mod mer a vez la doctrina' que tan a bundosa · "J
a superarlo. En-
con su credo hasta que finalmente llegan é d
pu s, e la sucesión natural d men te I ustró des-
de negación, en e tres estados en todos los
tonces sigue un período de criticismo y órde nes del conoclffi·l.ento h uma no· p · ro, el teológico
conv icciones sin
el que la Humanidad pierde sus antiguas después el metafísico fi 1men te. elnme estado posi.tivo. . '
cter general o ' y tna y
adquirir otras nuevas que tengan un cará sostenfa que la cienct·a sooa '
. 1 d eb.ta est .
las antig uas son ar su¡eta a la mism a
normativo, excepto la convicción de que fue,
l
ey; que el sistema feudal y tóli
falsas. El período del politeísmo grieg o y rom ano
tadio teológico de la cten. . ca .co era la fase final del es-
eron realm ente en cta sooa l ' que e1 p rotestantismo
mientras griegos y romanos cultos crey crí- era el comienzo' y las d octn.nas de la R , 1 · • , ce-
le suce dió el perí odo o ucton Fran
él, un período orgánico. A éste sa 1a .consumación ' d e1 estad o metaff . e'
período or- . stco, y que el estado
tico o escéptico de los filósofos griegos. Otro positivo estaba aún po ll E
gánico llegó con el Cristianismo , su perío do crítico co-
bien con las nociones r egar. s~a doct rina armonizaba
Refo rma, ha dura do desde Jo terua , y pare cfa darles una
rrespondiente comenzó con la forma cientffica y o que.
comple- dos de la
ciencia física co~o modceolnst
no podr á cesa r por derab a ya los méto
entonces, todavía cont inúa y me- os a ecuados p. a.:a 1a cten · .
nuev o perío do orgá nico ~ p cta poli-
to hasta que se inaugure un . ttca. ero el beneficio prici al
diante el triunfo de un cred o toda vía más avan zado
de las tendencias especu1ativa . p que denv e en¡ este tiempo
as de los san- s sugeridas por os sansimo-
Y o sabía que estas idea s no eran exclusiv ·
man os y por Comte' fu e que o b tuve. una ..
necí an a toda Euro pa o, por lo l d concepcton más
simonianos, sino que perte e ara e la que jamás babia t "d o antes, sobr e las peculia-
a Fran cia. Pero , que yo supiera, na- eru
menos, a Alemania y
John Stuart \1ill
Autobiografía
168 -
. · · ideológtca, · · de con-
Y d e¡e
ridades de una era de_transici~~es e intelectuales de una J(¡<J
fundir las características mo 1 d la Humanidad. Por te desarrollado por los sansimonianos, según el cual el
era así, con los atn udo di tas de la edad presente, g~-
·b t s norma es e trabajo y el capital de la sociedad deben administrarse en
encima de las acalora as s~~ s convicciones, miré hacia el interés general de la comunidad, requiriéndose que
neralmente f~ndadas en déb~ee viniese a unir las mejor~s cada individuo participe en el trabajo como pensador,
adelante, hacia un futuro q f . con las mejores cuah- maestro, artista o productor, y sea clasificado según su
d 1 períodos cr t1cos, . ·¡¡ capacidad y remunerado según sus obras, me parecía a
cualidades1 e os . 1 l"bertad de pensamiento, 1 -
gan
. ICOS" tOta 1 · ea mí una descripción del sociaiTsmo muy superior a la de
dades de os or : . . dividua! siempre que no s_
mitada libertad de ac:I~n ~~o al mismo tiempo, convic- Owen. Sus fines se presentaban como algo deseable y ra-
dañosa: para los demas, pe ' 1 e es malo lo que es cional, aunque los medios para alcanzarlos fuesen inefica-
1 o qu
es bueno yrofundamente ' d as en ces. Y aunque nunca creí yo ni en la practicabilidad ni en
ciones sobre o que . . graba
útil y lo que es pernicbJosod, p na educación temprana, y el beneficioso funcionamiento de su maquinaria social,
- -
los sentimientos por o ra ed u la razón y en ¡as ver - tuve el sentimiento de que la proclamación de un ideal
tan firmemente. fundame~t: asu~nno requieran, como Io_s social humano de este tipo tenía que dar por fuerza una
daderas exigencias de la vid de1ipo religioso, ético y poli- dirección beneficiosa a los esfuerzos de otros por llevar a
credos pasados y presentes . "dos por otros. la sociedad, tal y como está constituida al presente, más
tico, ser ab~ . ona Comte a los sansimonianos, y uran e
d dos y SUStltUI d t cerca de un estado ideal. Los tuve, sobre todo, en gran
Pronto de¡o M. . él y a sus escritos. Pero a estima, precisamente por lo que habían sido más censura-
varios años Jo perdí de vista) ~ , dolos. Me mantuve au dos: la franqueza y la falta de prejuicio con que trataron
.
los sansJmomano . s seguí cu tlvan . d uno de sus di scipu , los el asunto de la familia, que es el más importante de todos
d greso a traves e y el que necesita más alteraciones fundamentales que nin-
courantJO e su pro d'Eichtal quien por enton-
más entusiastas, M. Guslt~v~terra un; larga temP?rada. guna otra importante institución social, pero al que ape-
ces estaba pasando en g Bazard y Enfantm, en nas ningún reformador ha tenido el coraje de tocar. Al
Fui presentado a sus ~aestros, enseñanzas públicas y proclamar la perfecta igualdad entre hombres y mujeres,
1830 y mientras contmuaron sus ribieron. Sus críti- y un estado de cosas enteramente nuevo por lo que se re-
. todo lo que ese .
me pare~Ie-
. 1,
su proselitism~, eJ casi nes del Liberalismo fiere a sus relaciones mutuas, los sansimonianos, lo mis-
cas a las doctnnas comu d d . portantes. y gracias, mo que Owen y Fourier, merecen el agradecido recuerdo
- d de ver a es lm r de las generaciones futuras.
ron estar prena as. e abrieron los ojos al muy l-
en parte a sus escntos, se mi . . conomía política que Al narrar este período de mi vida, sólo he especificado
' . alor de a vJe¡a e da l aquellas impresiones mfas que me parecieron, tanto en-
mitado y pasa¡ero v . .t bies la propiedad priva y a
acepta como h~chos mevi aroducción y de cambio como tonces como ahora, algo así como puntos cruciales que
herencia, y la hberta~ de P . 1 El esquema gradualmen- marcaron un progreso definitivo en mi modo de pensar.
. mo•lt
demrer • de la me¡ora socia. Pero estos pocos puntos seleccionados dan una idea muy
insuficiente de lo mucho que pensé sobre una variedad
1 · ·nal· al corriente. de asuntos durante estos años de transición. Es cierto
10 En francés en e or~g~ : última palabra.
11 En francés en el ong ona1.
que gran parte de esto consistió en redescubrir cosas que
son sabidas de todo el mundo y que yo habfa anterior-
John Stuart Mili Autobiografía
170
tación engañosa, y que esta connotación era la fuerza
mente descreído o dejado de lado. Pero ese redescubri-
c_uyos efectos _deprimentes y paralizadores había yo expe-
miento fue para mí un descubrimiento que me dio una
posesión plena de una serie de verdades, no como evi- nment ad~. Vt que, aunque nuestr o carácter es formado
por las Circun stancias, nuestros propios deseos pueden
dencias tradicionales, sino como algo fresco desde su ori-
h_acer mucho en la configuración de dichas circunstan-
gen. Y pocas veces dejaba de ponerlas a una nueva luz
ctas; Y que _lo que ':erdaderame nte es inspirador y noble
bajo la que se acomo daban unas y otras; y al mismo tiem-
en la doctrtna del libre albedr ío es la convicción de que
po que las modificaba, parecía confirmar aquellas verda-
t~nemo s el poder real de configurar nuestr o propio ca-
des menos conocidas fundadas en mis opinio nes prime-
racter; qu~ nuestra _voluntad, influyendo en ·algunas de
ras sobre cuyos puntos esenciales no he vacilado nunca.
nuestras ctrcunstanctas, puede modificar nuestros hábitos
Todo mi nuevo pensamiento sólo logró que esos puntos
futuros o nuestras capacidades de deseo. Todo esto era
arraigaran en mí más profun damen te y con mayor con- s-
ente~amente consistente con la doctri na de las circun
vicción, al tiempo que los liberaba de los errores y de la era la doctri na misma , correc ta-
tanCias, o mej?r dicho,
confusión de ideas que habían pervertido su efecto. Por
men~e entendtda. A partir de entonces, establecf en mi
ejemplo, duran te las últimas recaídas en mi estado depre-
propto espíri~ una clara distinción entre la doctrina de
sivo, la doctri na de lo que se llama Necesidad Filosófica
las ctrcuns~anctas y el Fatalismo, desechando por comple-
pesaba en mi existencia como un íncubo. Tenía la sensa-
to . la enganosa palabra Necesidad. Así, la teoría que por
ción de que era un hecho científicamente probad o el que
pnme ra vez yo era capaz de comprender, cesó totalmente
yo fuese un esclavo sin recursos, a merce d de circun stan-
cias antecedentes; era como si mi carácter y el de todos
~e. ser des~entadora; y además del alivio <]Ue trajo a mi
an~o, de¡é de padecer esa carga, tan insufrible para
los demás hubiese sido configurado por agentes sobre los
que no teníamos control, totalmente fuera del alcanc e de quten se I?ropone s:r.J:.n reformas;Ior de ideas, de tener
una doctnn a por verdadera, y su contraria por moral-
nuestr os poderes. A menud o me decía a mí mismo: «Qué
consuelo si pudiera dejar de creer en la doctri na de que el ~ente benefictosa. ~1 mism~ proceso mental que me ha-
bta sacado de este dtlema me pareció, en años posterio-
carácte r es formado por las circunstancias.» Y recordan-
~es, adecuado para hacer a los demás un servicio seme-
do el deseo de Fox sobre la doctrina de la resistencia a
los gobier nos --que nunca debiera ser olvidada por los J~nte; Y da ~~ra fo~a al capítulo sobre Libertad y Nece-
stdad en el ulttmo libro de mi Sistema de Lógica.
reyes, ni recordada por sus súbditos- me dije que sería
una bendición si la doctrina de la necesidad pudiera ser E~ c~anto a la política, aunque ya no aceptaba como
teor~a cJentffica la doctrina contenida en el Enscryo sobre el
creída por todos quoad 12 los caracteres de los demás, y
~burno; aunque había dejado de consid erar la democra-
descreída en cuanto al propio. Reflexioné dolorosamente
Cia parlamentaria como un principio absoluto y la miraba
sobre el asunto hasta que, poco a poco, logré entrever
ahora c?mo algo ~ue dependía de los tiempos, del lugar y
algo de luz. Me di cuenta de que la palabra Necesidad, to-
mada como nombre de la doctri na de la Causa y el Efec- de ~as ~tr~stanctas; aunque estimaba que la elección de
to aplicada a las accion es humanas, implicaba una conno- l~s tnstttu~tones políti~as era una cuestión moral y educa-
ctonal, mas que c:uesttó_n .de intereses materiales, ya que
12 En latín en el original: en lo que res~tta a. pensaba que deb1a dectdirse tenien do en cuenta, sobre
172 john Stuart !'vllll . ..::obíografla
173
todo, cuál debe ser la más grande y más necesaria mejora a almen te los que llevaran a m¡ustas violaciones de la
en la vida y en la cultura de un pueblo como condición '"'ropiedad. Basándome en estas premisas, no sólo conti-
de su progreso posterior, y qué instituciones tienen ~ué siendo un ardiente defensor de las instituciones
mayor probabilidad de fomentarlo, este cambio en las de-
mocráticas, sino que esperaba ansiosamente que el owe-
premisas de mi filosofía política no alteró, sin e~barg?, ro..ismo, el sansimonianismo y todas las demás doctrinas
mi credo político práctico en lo que se refería a mi propio en contra de la propiedad privada se extendieran rápida-
tiempo y a mi propio país. Contin ué siendo, igual que mente entre las clases más pobres, no porque pensara que
siempre, un radical y un demócrat!J. para Europa~· ~spe­ esas doctrinas fuesen verdaderas, ni. porqu e deseara
cialmente, para Inglaterra. Pensaba que el predom mm_de que se pusieran en práctica, sino porque ese era el modo de
las clases aristocráticas -nobles y ricos- en la Constitu- que l~s clases más altas viesen que tenían más que temer
ción Inglesa era un mal cuya eliminación merecía cualquier de las clases pobres cuand o éstas estaban ineducadas que
esfuerzo, no por causa de los impuestos o de cual- cuand o estaban educadas.
quier otra inconveniencia relativamente menor , sino por- En esta disposición de ánimo me encon tró la Revolu-
que era el gran agente de la desmoraliza~ión del país. E~a ción Francesa de julio. El acontecimiento me llenó de en-
un egente desmoralizador porque, en pnmer lu~r, haci_a ~usiasmo y me dio, por así decirlo, una nueva vida.
de la conducta del gobierno un ejemplo de gran mmorali- Inme-
diatamente marché a París, fui presentado a Lafayette y
dad pública, al predom inar en el Estado los intereses pri- preparé el terreno para los contactos posteriores que
vados sobre los intereses públicos, y por el abuso del po- mantuve con varios de los jefes activos del partido popu-
der legislativo al favorecer a una clase determinada. E n :.n extremo. A mi regreso, participé ardorosamente,
segundo lugar, y en grado aún mayor, porque, dado ~l como escritor, en las controversias políticas del mome n-
respeto que tienen las masas por aquell~ q~e, en una SI- ~o. que se anima ron aún más con la llegada del Minist
tuación social vigent e, constituye un principal acceso al erio
de Lord Grey y con la propuesta de la Ley de Reforma.
poder, la riqueza y los signos de riqueza eran casi exclusi- !:>urante los años subsiguientes escribí mucho en los pe-
vamen te las cosas respetadas, y la vida del pueblo estaba ::-!ódicos. Fue en esta época cuando Fonblanque, que ha-
sobre todo orientada hacia sq consecución, en vista de ía escrito por algún tiempo artículos políticos en el
que, bajo las instituciones inglesas, las riq~ezas, tanto he- Examiner, llegó a ser propietario y director del periódico.
redadas como adquiridas, eran casi las úntcas fuentes de ' o se ha olvidado con cuánta expresividad y cuánto ta-
impor tancia política. Pensaba yo que mientras las clases ento llevó adelante esa publicación durant e todo el pe-
sociales más altas y más ricas ostent aran el poder de go- ::-!Odo del Ministerio de Lord Grey, y la importancia que
bernar, la educación y la mejora de la masa del puebl_o se- :z.: umió como principal representante, en la prensa perió-
ría algo contrario a los intereses de esas clases domi~an­ dica, de las ideas radicales. El carácter distintivo del pe-
tes porque tendería a dar al pueblo más po~er para libe- ::-!Ó<lico fue debido enteramente a los artículos del propio
rarse del yugo. Pero si la democracia obtuviese una am- Fonblanque, lc>s cuales constituían tres cuartas partes de
plia y quizá principal participación en el poder gobernan- .J.S colaboraciones origin ales en él conten
te, sería del interés de las clases opulentas el promo ver la idas. D e la!cuar-
·:: parte restante, tuve yo a mi cargo, durant e aquellos
educación del pueblo para así evitar graves errores, espe- --'íos, una porción mucho mayor que ningún otro. Escri-
John Stuart Mili :\utobiografía 175
174

bí casi todos mis artículos sobre asuntos franceses, in- nían, aunque del mismo tipo que las que yo estaba reci-
cluyendo un resumen semanal de la actu~lidad ~lítica biendo por otros caminos, eran presentadas en forma y
francesa a menudo de una extensión considerable, ¡unto con un ropaje en absoluto adecuados para tener acceso a
con mu~hos editorialés sobre política general, legislación una mente de formación como la mía. Parecían una mez-
comercial y financiera y otras cuestiones misceláneas en cla de poesía y de ~etafísica alemana, en la que casi
las que yo estaba interesado y que eran adecua?as para el la única cosa clara era una fuerte animosidad contra la
periódico, además de ocasionales reseña:' ~e hbros. Me- mayoría de las opiniones que constituían la base de mi
ros artículos periodísticos sobre acontecimientos o cues- modo de pensar: escepticismo religioso, utilitarismo, la
tiones del momento no daban oportunidad para desarro- doctrina ele las circunstancias, la importancia que yo at ri-
llar ningún sistema general de pensamiento. Pero, a prin- buía a la democracia, a la lógica o a la economía política.
cipios de 1831, intenté ir dando cuerpo,. en una ~ene de \lo es que Carlyle me enseñase al principio cosa alguna.
artículos bajo el título global de «El espíntu de la Epoca>>, Sólo en la medida en que fui viendo las mismas verdades
a algunas de mis ideas, señalando principalme~te, dentro expuestas de otras maneras más adecuadas a mi constitu-
del carácter del tiempo presente, las anomahas ~ ~ales ción mental, pude ir reconociéndolas en sus escritos. En-
característicos de la transició n de un sistema de opm1ones tonces sí: la fuerza maravillosa con que él las exponía me
que era ya inoperante, a otro, que sólo se halla~a en pro- causaron profunda impresión, y fui durante mucho tiem-
ceso de formación. Estos art1culos fueron, segun me pa- po uno de sus más fervientes admiradores. Pero el bien
rece, de estilo confuso y no suficientemente ágiles o inte- ~ue me hi~ieron sus escritos no fue el de la filosofía que
resantes para que resultaran aceptables para los lec~ores ;nstruye, smo el de la poesía que da vida. Incluso en el
de periódicos de ninguna época; pero aunque hubieran momento en que se inició nuestra amistad no estaba yo
sido mucho más atractivos en un momento en que, como suficientemente adelantado en mis nuevos modos de
aquél, se estaban fraguando grandes. c~bi?~ políticos pensar como para apreciarJo compJetamente. Prueba
que ocupaban la atención de todos, m~s dlsqUis~c!.ones re- de ello es que, cuando me enseñó el manuscrito de Sartor
sultaron extemporáneas y faltas de ch1spa. E~ un1~0. efec- Resartus, su mejor y más ambiciosa obra, que acababa de
to que sé que produjeron fue que Carly~e, qUien vlvla en- terminar, no me pareció gran cosa. Pero cuando se publi-
tonces en un rincón apartado de Escoc1a, las leyó a solas, có dos años después en Fraser's Magazjne Jo leí con entu-
se elijo a sí mismo (según me contó después) «He aq~í a siasta admiración y con la mayor delicia. A pesar de las
un nuevo místico», y preguntó, al volver a Londres aquel fundamentales diferencias entre nuestras respectivas filo-
otoño, quién había sido el autor, circu-?stancia que fue la sofías, no por ello dejé de buscar y cultivar a Carlyle.
causa inmediata de que nos conociésemos personal- Pronto descubrió él que yo no era «otro místico». Y
mente. cuando, en defensa de mi propia integridad, le escribí
Y a he mencionado que fueron los primeros escritos de una clara enumeración de todas aquellas ideas mías que
Carlyle uno de Jos conductos por Jos que recibí las .in- yo sabía que le disgustaban, replicó que la diferencia
fluencias que ensancharon mi estrecho credo ant.enor; principal entre nosotros estribaba en que «yo no tenía
pero no creo que esos escritos tuvieran por sí mismos aún, de manera consciente, nada de místico». No sé en
ningún efecto en mis opiniones. Las verdades que conte- qué momento abandonó la idea de que yo estaba destina-
176 Jo hn Stuart ,\1111 Autobiografía
177

do a serlo. Pero ; unque tanto sus opiniones como las orientaron hacia lo poético y lo contemplativo. Daba
mías sufrieron en años subsiguientes cambios considera- mucha menos importancia que antes a los cambios exte-
bles, nunca nos aceramos el uno al otro más de lo que hi- riores, como no fueran acompañados por el cultivo de la
cimos durante los primeros años de nuestra relación. Sin naturaleza interior. Le disgustaba enormemente la gene-
embargo, nunca me consideré competente para juzgar a ral estrechez de miras de la vida inglesa, la ausencia de
Carlyle. Siempre tuve el sentimiento de que él era un pensamientos ambiciosos, de generosos deseos, la bajeza
poeta, y yo no lo era. Y, como poeta, no sólo podía él de los ~mes a los q~e dirigen sus facultades los ingleses de
ver muchas cosas antes que yo --cosas que yo sólo podía c_ualqut~r clase soctal. Hasta tenía en muy poca estima el
vislumbrar y tratar de probar cuando alguien me las indi- npo de mtereses públicos por los que los ingleses se preo-
caba-, sino que también es muy probable que él viese c~paban. :e?saba que, _bajo la monarquía prusiana, el go-
muchas cosas, para mí invisibles aunque alguien me las bierno practico era me¡or que bajo el sistema representa-
indicase. Supe que nunca podía ver alrededor de él, y ti_~o de Inglaterra, y que había mucha mayor preocupa-
nunca logré estar seguro de que veía por encima de él 13. ~Ion (lo cual es verdad) por la educación y por la mejora
Y nunca creí poder juzgarle con precisión has~a _que me Intelectual de todos los niveles del pueblo. Y mantenía,
fue interpretado por alguien superior a nosotros dos, per- con los Economistes franceses, que la verdadera garantía de
sona que fue más poeta que él y mejor pensadora que yo, un buen gobierno es un peuple eclairé 15 , cosa que no
y cuya inteligencia, y personalidad abarcaban las de Car- siempre es el fruto de instituciones populares, y que, de
lyle y se extendían mucho más 14• poder ·realizarse sin ellas, alcanzaría mejores resultados.
Entre los intelectuales a quienes había conocido desde Aunque daba su aprobación a la Ley de Reforma, predijo
antiguo, con quien tenía más puntos de contacto era con -como de hecho ocurrió-- que no daría lugar a grandes
el mayor de los Austin. He mencionado que él siempre se mejoras inmediatas en el gobierno, tal y como muchos
opuso a nuestro sectarismo de juventud; y en ~os po~te­ esperaban.. D ecía que no había en el pa[s hombres capa-
riores había sucumbido, como yo, a nuevas mfluenctas. ces de realiZar estas grandes empresas. E l y yo coincidía-
Habiendo sido contratado como profesor de Jurispruden- mos en muchos puntos, tanto en lo que se refiere a las
cia en la Universidad de Londres (hoy University :college) !'!uevas ideas que él había adoptado, como en las antiguas
había residido por algún tiempo en Bonn a fin de estu- que había retenido. Como yo, nunca dejó de ser un utili-
diar para la preparación de sus lecciones de clase. Y ~as -.trio; y a pesar de su amor a los alemanes y de la satisfac-
influencias de la literatura alemana y del carácter y socte- aón que le producía su Uteratura, nunca llegó a aceptar
dad alemanes produjeron un cambio muy perceptible en en 1~ más mínimo la metafísica de los principios innatos.
su visión de la vida. Su disposición personal se suavizó - ulttvó cada vez más una especie de religión alemana,
mucho; se hizo menos militante y polémico; sus gustos se .::.na religión de poesía y de sentimiento, con muy poco
de dogma positivo, si es que había algo. En política (y en
11 La expresión se resiste a ser traducida correctamente. Dice el original: «1
could not see round him , and could never be certam that 1 saw over him.» ;\1111
s<? es en _lo qu~ más diferí yo de él) llegó a adquirir una
está aquí parafraseando al propio Carlyle, Sartor Resartus, Libro 11, Cap 1: «whar n<liferencia, casi desprecio, por el progreso de las institu-
you see, yet cannot see over, is as good as infinite».
14 Alusión a Harriet Taylor, esposa de M1ll. En francés en el original: un pueblo ilustrado.
John Stuart i:\1 ill 't.utob¡ografía 179
178

dones populares, aunque se complacía en el Socialismo blábamos muy poco. Él sabía que el hábito de pensar por
como medio más eficaz de obligar a las clases poderosas a sí mismo --cosa que su método educativo había fomen-
educar al pueblo, y a inculcarle el únic.o. modo auté~tico tado- me llevaba a veces a mantener opiniones diferen-
de mejorar permanentemente sus condiciones matenale~: tes de las suyas, y se daba cuenta de que, en ocasiones, no
la limitación de su número. En esta época no se opoma le decía yo cuán diferentes eran. No esperaba yo ningún
fundamentalmente al Socialismo en sí, como último fin bien, sino sólo sufrimiento para los dos, de hablar de
del progreso. Profesaba una gran falta de respeto por lo nuestras diferencias; y sólo las expresé cuando él mani-
que él llamaba «los principios universales d~ l~ naturaleza festó alguna idea o sentimiento que repugnaba a los míos
humana de Jos economistas políticos)), e ms1stía en las de tal manera, que hubiera sido una hipocresía por mi
evidencias que la historia y la vida co~dia~a nos pr?por- parte guardar silencio.
ciónan como prueba de la «extraordinaria maleabthdad Quédame hablar de lo que escribí en estos años y que,
de la naturaleza humana)) (frase suya de la que me he se~­ aparte de mis colaboraciones en los periódicos, fue de
vido algunas veces). Tampoco le parecía 9ue fuese posi- consideración. En 1830 y en 1831 escribí los cinco en-
ble establecer límites efectivos a las capacidades morales sayos, publicados después bajo el título Ensayos sobre algu-
que podían ser desarrolladas en el género hum~o bajo nas discutidas cuestiones de Economía Política, casi como ahora
una dirección que viese claro en el orden de la~ mfluen- están, excepto que en 1833 reescribí parcialmente el
cias sociales y educativas. Que siguier~ manteruendo ~o­ quinto ensayo. Fueron escritos sin el propósito inmediato
das estas opiniones hasta el fin de su v1da, es cosa que tg- de publicarlos; y cuando, algunos años más tarde se los
noro. Ciertamente, sus modos de pensar en años poste- ofrecí a un editor, los réchazó. No se imprimieron hasta
riores, y, especialmente, los contenidos en su última pu- 1844, después del éxito del Sistema de Lógica. También
blicación, fueron de un carácter mucho más Tory de los volví a mis especulaciones sobre este último tema, y que-
que mantenía en este tiempo. . dé sorprendido, como otros antes que yo, con la gran pa-
Para entonces yo notaba estar ya muy le¡os de los sen- radoja de descubrir nuevas verdades mediante el uso del
timientos y del modo de pensar de mi padre; mucho más razonamiento general. No cabía la menor duda con res-
lejos, desde luego, de lo que una explicación ~ompleta y pecto a ese hecho, como tampoco podía dudarse que
reposada de nuestras respectivas posturas hubtera de he- roda razonamiento puede resolverse en silogismos, y que
cho mostrado. Pero mi padre no era una de esas pers?- en todo silogismo la conclusión está ya contenida e im-
nas con las que pudiera esperarse tener un interéam~IO plicada en las premisas. Cómo, estando así contenida e
completo de explicaciones ~eposadas en punto a ~u~stto­ implicada, podía ser la conclusión una nueva verdad, y
nes fundamentales de doctrma. Al menos, no pod1a espe- cómo los teoremas de la Geometría, tan diferentes en
rarse que las mantuviera con alguien a quien, de algún apariencia de las defmiciones y de los axiomas, podían es-
modo, él considerara que había desertado de sus filas. tar contenidos en éstas, era una dificultad que nadie, pen-
Por fortuna, casi siempre estábamos de acuerdo en lo re- saba yo, había ponderado suficientemente y que, en cual-
ferente a los asuntos políticos del momento, que ~<:apara­ quier caso, nadie había logrado aclarar. Las explicaciones
ban gran parte de su interés y de su co~vers~cton. De ofrecidas por Whately y otros, aunque podían procurar
aquellas materias opin~.bles sobre las que dtsenttamos, ha- una satisfacción temporal, siempre dejaban, para mi gus-
180 John Stuar:t Mili ~agrafia 18 1

to, una bruma flotando sobre el asunto. Por fin, leyendo :e. Uno de esos trabajos es el que se refiere a los derechos
por segunda o tercera vez los capítulos sobre el Razona- o bligaciones del Estado con respecto a la propiedad de
miento del segundo volumen de Dugald Steward, inte- ..lS corporaciones y de la Iglesia, y está ahora incluido en-

rrogándome a mí mismo a cada paso y siguiendo tan le- ~:e las primeras piezas de la colección Disertaciones y Co-
jos como podía todos los temas de meditación que el li- -wntarios, donde otro de mis artículos de la Tait. «la fala-
bro sugería, di con una idea suya sobre el uso de los axio- aa monetaria», también aparece. D e todo lo que ' escribí
mas en el raciocinio, en la que no recordaba haber repa- J.J.I tes de estas piezas, no hay nada que tenga un val0r de
rado antes, pero que ahora, al meditar sobre ella, me pa: ?Crmanencia suficiente para justificar su reimpresión. El
reció que no sólo era verdadera aplicada a los axiomas, ;;..rtículo del Jurist, que todavía me parece ser un comenta-
sino también a cualquier otra proposición general, y que :-!0 muy completo de los derechos del Estado sobre las
era la clave para aclarar toda la confusión. De este ger- ~daciones, mostraba el anverso y el reverso de mis opi-
men surgió la teoría del silogismo que se propone en el :uones, afirmando, por una parte, con mayor firmeza que
libro segundo de mi Lógica, y que plasmé inmediatamente !1~Ca, la ~octrina de que todas )as fundaciones Son pro-
poniéndola por escrito. Y ya con mayores esperanzas de ?~edad naciOnal que debería estar bajo el control del go-
poder producir una obra sobre lógica que tuviese alguna bterno; pero no deducía de ello, como antes lo había he-
originalidad y valor, procedí a escribir el libro primero cho, que las fundaciones eran en sí mismas condenables y
partiendo del esquemático borrador que tenía ya hecho. que debían encargarse de pagar la deuda pública. Por el
Lo que escribí ahora fue la base de esa parte del tratado contrario, insistía urgentemente en la importancia de que
que siguió después, con la excepción de que no contenía hubiese_ uñas fondos dedicados a la educación, que no
aún la teoría de las especies, que fue una adición poste- dependiesen de la demanda del mercado, es decir, del co-
rior sugerida por las dificultades --de otro modo inextri- :-~?cimiento y discernimiento de los padres, sino que estu-
cables- con que me tropecé al tratar el asunto corres- ·:tesen calculados de tal modo que pudiesen establecer y
pondiente a los últimos capítulos del libro tercero. En el -.ostener unos niveles más elevados de instrucción de los
punto que ahora había alcanzado hice un alto que duró que los consumidores de ese artículo suelen exigir espon-
cinco años. Había llegado al límite de mis fuerzas, y no ~áneamente. Todas estas ideas han sido confirmadas y re-
podía en ese momento elaborar nada satisfactorio respec- ~orzadas en el curso de mis reflexiones subsiguientes.
to al tema de la inducción. Continué leyendo todo libro
que pareciese prometer arrojar alguna luz sobre el asunto,
y me apropié de sus resultados tan bien como pude. Pero
durante mucho tiempo no encontré nada que pareciese
abrirme una vía importante de meditación.
En 1832 escribí varios trabajos para la primera serie
de la Tait's Magazine y para una revista trimestral que se
llamaba The Jurist fundada y dirigida por un corto tiempo
por un grupo de amigos, todos abogados y reformadores
de la ley, algunos de los cuales conocía yo personalmen-
Autobiografía 183
Capítulo VI
Conúenzo de la más valiosa anústad de mi vida. adnúr~bl~ que había conocido. No debe suponerse que
La muerte de nú padre. ella, m. nmguna otra persona, a la edad en que yo la vi
Escritos y otras actividades hasta 1840 por pnmera . vez, podía ya ser todo lo que fue después.
Menos podrta dec1rse .esto d~ ella que de nadie, pues en
su caso, ~1 autoperfecctonamtento y la mejora progresiva,
en el mas alto y en todos los sentidos de esas palabras,
era una ley de su naturaleza: una necesidad que surgía
tanto del ar~or con que los buscaba, como de la espontá-
nea ~enden~Ia de unas facultades que no podían recibir
una l!l~~restón o una experiencia sin hacer de ellas origen
u ocaslon para acceder a una mayor sabiduría. Hasta el
momento en que yo la vi por primera vez, su rica y pode-
rosa naturaleza se había desarrollado principalmente de
acuerdo con el modelo tradicional del genio femenino.
Para el círculo de sus amistades sociales era una mujer
hermosa y aguda, con un aire de natural distinción que
era apreciado por ~odas los que se acercaban a ella; para
Fue durante este período de mi evolución mental que
el círculo de ~os. íntlmos, era una mujer de profundos y po-
ahora había alcanzado, cuando entablé la anústad que ha
de:?sos sentimientos, de una inteligencia penetrante e in-
sido el honor y la bendición principal de mi existencia,
tw~va, y de una naturaleza poética y meditativa en grado
así como la fuente de gran parte de lo que he intentado
em1n~~te. Casa~a en edad muy temprana con hombre de
hacer y espero realizar de ahora en adelante en favor de
la maxuna rectitud, noble y honorable, de ideas liberales
la mejora del género humano. Fui presentado por prime-
Y_ b~ena educación, pero sin los gustos intelectuales o ar-
ra vez a la dama que, después de una amistad de veinte
ustJcos que po_drían haberle hecho el compañero idóneo
años, consintió en ser mi esposa, en 1830, cuando yo te- para ella, ~e sm embargo, un amigo constante y afectuo-
nía veinticinco, y ella veintitrés años. Se renovó así una so para qUien ella tuvo verdadera estima y gran cariño a
vieja amistad con la familia de su marido, cuyo abuelo vi- lo largo de la :ida, y cuya muerte ella lamentó profunda-
vía en una casa vecina a la de mi padre, en Newington
mente. Im~dida po~ la prohibición social que no permi-
Green. Cuando yo era niño, fui invitado algunas veces a te a las mu¡eres realizar en el mundo las funciones ade-
jugar en el jardín del anciano señor. Era un excelente
:U~das a su~ al:ísimas facultades, fue la suya una vida de
ejemplar de viejo puritano escocés: recio, severo y pode- :numa meditación, sazonada con el trato familiar de un
roso, pero muy cariñoso con los niños, sobre quienes los !'educido círculo de anústades, de las cuales sólo una,
hombres de ese tipo producen una impresión duradera. muerta ya desde hacía mucho tiempo J, fue persona de
Aunque fue años después de conocer a Mrs. Taylor cuan-
do nuestra amistad llegó a ser íntima o confidencial, des-
de muy pronto me di cuenta de que era la persona más 1 La compositora mu~ical Eliza Flower.

182
184 . John Stuart ;\loll 185
2
genio o de capacidades sentimentales o i~telectuales com- - :.:zrriere se hubiera hecho accesible a las mujeres, uno
parables a las suyas, aunque todos los rruembros del g:u- ios más eminentes üderes de la humanidad. Sus cuali-
po compartían en mayor o menor ,medida sus prop1os --.es intelectuales estaban al servicio de un carácter mo-
sentimientos y opiniones. .. - que era a la vez el más noble y más equilibrado que ja-
Tuve la buena fortuna de ser admltldo en aquel pe- - ~ he encontrado en mi vida. Su generosidad no era el
queño círculo, y pro nto me di cue~ta de que ella poseía -_ .úado de un aprendido sistema de deberes, sino de un
una combinación de todas esas cualidades que, con suer- :-:l.ZÓn que se identificaba hasta el fondo con los senti-
te, era posible enco ntrar aisladamente en las demás pe:- - .•entos de los otros, y a menudo se excedía en su consi-
sonas que yo había conocido. En ella, la abs~luta emanci- cación hacia ellos, dando a la sensibilidad de los demás,
pación de toda clase de superstición -incluida la que se -..Jginativamente, la misma intensidad que poseía la suya
empeña en atribuir un carácter perfe~t? al orden de la na- - ~pia. La pasión por la justicia podría haberse pensado
-t. era su sentimiento más fuerte; pero ello era debido a
turaleza y del universo--, y su dec1dida protesta con:ra
muchas cosas que son todavía parte de la establecida - !Ümitada generosidad y amor, siempre dispuestos a
constitución de la sociedad, no eran el resultado de una ClrSe sobre todo ser humano que fuera capaz de co-
inteligencia implacable, sino qel vi~o~ de sus nobles Y ""bponder con el sentimiento más mínimo. E l resto de
elevados sentimientos, y podían coexistir con una natura- - características morales eran las que naturalmente
leza venerable en grado sumo. En lo que se refiere a s~s :npañao a estas cualidades de la inteligencia y del co-
características espirituales y a .su temperamento y organi- -- ...n: la más genuina modestia, combinada con el más
zación, a menudo la he comparado, tal y .co~o era. enton- · o rgullo; una simplicidad y una sinceridad que eran
ces, con Shelley; pero en pensamiento e mtehgenc1a, She- n lutas, hacia todos los que estaban preparados para re-
lley, en la medida en que pud~ des:u-rollar sus poderes nas; el más hondo desprecio hacia cualquier cosa que
-."'r2. miserable y cobarde, y una ardiente indignación ha-
durante su corta vida, fue un mño s1 se lo com~ara con
lo que ella llegó a ser. Tanto en !as más :Itas regton~s de :odo aquello que fuese brutal o tiránico, desleal o des-
]a especulación, como en las mas .pequen~s ocupacton.es "l.."'so en la conducta y el carácter, aunque haciendo al
prácticas de la vida diaria, su espíntu era s1empre el mis- rno tiempo una profunda distinción entre los mala in
mo instrumento perfecto que penetraba ha~ta el coraz?n ios meramente mala probibita, es decir, entre los actos
y médula de las cosas, captando siempre la 1dea o el p~m­ o;on evidencia de una intrínseca maldad en el senti-
..::!to y el caráct.er, y los que únicamente son violado-
cipio esencial. La misma actitud y rapide~. de operac1?n
que impregnaba tanto sus facultades sens1t1~as como 1!~­ de convenciones buenas o malas, violaciones que, ya
-"1 en sf mismas acertadas o erróneas, pueden ser co-
telectuales, podría haber hecho ~e el.!~, hab1da ~enta de
sus dotes de sensibilidad e imagmac10n, una artista. con- ~ por personas que en todo lo demás son amables
-'llirables.
sumada, de igual modo que su alma vehemente y tierna,
' e admitido en un trato espiritual con un ser de estas
y su vigorosa elocuencia, podrían ?a~r hecho de ella un
gran orador, y su profundo conoc~rmento de !a na~ra.Ie­ .:..;.._rlades no podía haber tenido sino un efecto benefi-
za humana, discernimiento y sagaCidad en la v1da praa:1ca - franc6; en el original: carrera, 1X11J>adón.
podrían haber hecho de ella, en tiempos cuando este ttpo
John Stuar t Mili
186 grafía 187

to fue sólo gradual,


cioso en mi desa rrollo, si bien el efec
s de que su progreso ~.Js deudas in~electuales para con ella que
el haber heredad o
no me h .
y tran scur rier on muchos años ante de ~lla un sabto escepticismo que ' aun a Jm-
complet:i unión que
mental y el núo prop io llegaran a la Dedi do
.
·
~ontmuar el 11hon esto ejercicio de mis
d facultad
· es e
que yo recibí fue mu-
finalme nte alcanzaron. El beneficio :Jensanuento h
l d asta ha egar a las conclusione s que de ello
jam ás haber espe- ;._ .
cho más gran de que el que yo pudiera liiyan res u ta 0 me sto en guardia con tra la tenta-
en un principio se --" d e sostene'r o procpue
=
.
rado otorgar, aunque, para ella, que ..v n lam
esas con c 1 usiO nes con un
ose de la intuició n ......,do de con fitanza que la ar .
había formado sus opiniones sirviénd ~· 4
• . mts
·
ma natu ralez a de dich as es-
sent imientos, debió 1 .
moral prop ia de un carácter de fuertes '1eeu actones esta le¡os de
permitir- y tam bt.én h a man te-
nto de qUien hab ía · '
sin dud a deri vars e alguna ayuda y alie -d · í ·
~ o rru esp r~tu dtspuesto no sólo a adm , incluso en
itir, sino a reci-
ltados med iante el es-
llegado a muc hos de los mismos resu . con pron t!tu d y a buscar denodadamo má 1
ente
dez de su crecimiento .b.
tudi o y el razonamiento. Y en la rapi :uellas cuestiones en las· que he meditad s, a post I-
lo convertían en
espiritu al, y actividad mental, que todo ..:..u! de obt r percepCiones más claras y una evidencia
1 ene
ente obtu vo de mí,
conocimient o, también indudablem com p eta. A men udo se me ha enc omi en;
ado cosa ue
de sus materiales. Lo q '
así com o de otra s fuentes, muchos : propto derecho, sólo mer ezco parc ialm
que yo le deb o a ella, incluso en un
ord en intelectual, es,
--~or de practicidad que puede encontrarse e~ ~;~~~
ito. Por lo que se refie -
analizándolo con detalle, casi infin pod rán dar, d~ ~~ mayor, com~arado con el que se da en la mayo-
poc as pala bras
re a su carácter general, unas al. s ~nsadores Igua lmente incl inad os a las gran des
algu na idea . Para quienes,
siquiera muy imperfectam ente, vidu os de bJzaciOnes. Los escr itos en los que esta cual idad ha
y más sabi os indi
com o ocu rre con los mejores o s~:Vada no fuer on la obra de una sola men te sino
os con la vida hum ana
pr~e mi­
.!;~on de _lo~ dos, una de las y percepciones de las
la Humanidad, no están satis fech cual es fue tan
imie ntos está n tota lme nte en-
tal y com o es, y cuyos sent cipa- te practica en sus juici os
cal, hay dos prin
tregados al deseo de su reforma radi de presentes, como elevada y decidida en
sus antici a-
ellas es la región P
les regiones de pensamiento. Una de de un rem oto futu ro.
elem ento s que constituyen lo
~mbar!So, durante el período de eque aho ra hablo
los últimos fines, de los
más altos ideales realizables de la vida
humana. La otra es muchas u~
inmediata y práctica- ~ uencta fue solamen te una entr las
la de lo que es útil de una man era :-:?uye~o ? a configurar el carácter dera mi desa rrdllo
s he adquirido más
men te alcanzable. E n ambos órd ene :tor. mcluso después de qüe llega
a convertirse
demás fuentes juntas.
de sus enseñanzas que de todas las qu~ ~n verdad fue el principio direme ctor de mi ro-
estos dos extremo,
Y, en verdad, es principalmente en ~pmtual, no alteró el camino que hab ' p
1a yo tra-
prop io pod er des- Ji ·
don de radica la certeza auténtica. Mi mo
._,.,. 9~e se rrut? a ayudarme a segu
irlo con may or
rmedia, incierta ~
can saba totalme nte en una regi ón inte -:n_aciO~ _Y• al mtsmo tiempo, con másluga r en mis
caut ela. La
de la ciencia moral :
resbaladiza: la región de la teoría o .e\ oluciOn que de hech o
había tenido
s, en cualquiera de
política, respecto de cuyas conclusione de pens~ se había ya completadoalgu . Mis nuevas
u originado, ya se:
las formas en que yo las he recibido oas necesitaban ser con firm adas en n
os aspec-
analítica, lógica, filo- od d
com o eco non úa política, psicología -r:! . era as en otro s; pero los únic os cambios
, no es la men or dr
sofía de la historia, o cualquier otra -·Cia que todavía habrían de afec tar mi siste ma de
John Sruart Mili -\uro biografía
188 189

opiniones, estuviero n relacionados con la política y con- fi _Un as~to marginal del que también saqué gran bene-
sistieron, por una parte, en una mayor aproxim acióñ, en ~~10 estudiando .a Tocqueville, fue la fundame ntal cues-
lo que se refiere a los prospectos últimos de la humani- tJ~n del Cen~rahsmo. ~~ poderoso análisis filosófico al
dad, a un Socialismo cualificado; y por otra, en cambiar ~ e ~ocquevdle somettó los experimentos americano
mi ídeal político de una democracia pura y tal como co- rrances, le llevó a dar la máxima importan cia a toda~
múnmen te es entendida por sus partidarios, a una forma aquellas c<?sas de o~d~n público que el pueblo mismo
modificada de ella, según queda expuesto en mis Cotlfide- pue~e re~hzar fX?r s1, sm Intervención alguna del gobier-
raciones sobre el Gobierno representativo. no e¡ecutivo,. y Sin que éste suplante su actuación o dicte
Este último cambio, que tuvo lugar muy gradualm en- ~-! _modo.d~ e¡ercerla.•El consideraba estas actividad es po-
te, comenzó con m i lectura, o estudio, mejor dicho, de la ,ltlco-practicas de los ciudadanos partículares como algo
obra de M. de T ocqueville Democracia en América, que que no sólo constituía uno de los medios más eficaces
cayó en mis manos a poco de aparecer por primera vez. P:U:a _educar los sentimien tos sociales y la inteligencia
E n ese libro notable, las excelencias de la D emocracia es- p ractica del pueblo, tan impo~antes en sí mismos y tan
taban señaladas de modo más concluye nte, por ser un mdisp~ns ables para el buen gobierno , sino también como
modo más específico que cualquier otro que yo había co- reme_diO específico contra algunas de las enfermed ades
nocido, incluso en los demócratas más entusiast as. Y, al proptas de la .D emocracia y como necesaria protecció n
mismo tiempo, los peligros específicos que acechan a la ~o~tra l_os peligros que pueden hacer que degenere en el
Democracia considerada como gobierno de la mayoría umco_ tipo de despotismo que en el mundo moderno
numérica, eran expuesto s con igual fuerza y sometido s a constituye u~a re_al amenaza: el gobierno absoluto del jefe
un análisis magistral, no como razones para oponerse a del po.der e¡ecutlvo sobre una congregación de indivi-
lo que el auto r consideraba como inevitable resultado del ~uos a~slados, todos iguales, pero todos igualmen te escla-
progreso humano, sino como toques de atención sobre . os. <?Jertamente, no había peligro inmediat o de que esto
los puntos débiles del gobierno popular, defensas que son ucedi~ra en el lado británico del Canal, donde nueve de
necesarias para p rotegerlo , y correctivos que deben aña- cada dJez asuntos de orden interno, que en otras partes
dírsele a fin de que, al tiempo que se da libre juego a sus ~n c~>nt~olados I:or el gobierno, estaban en manos de
tendencias beneficiosas, puedan neutralizarse o mitigarse :tgenci~s mdepe~dientes de él, donde el centralism o era y
las que son de naturaleza diferente. Estaba yo ahora bien Jgue s!endo ob!~to no sólo de una racional desaproba-
preparad o para especulaciones de este carácter. Y de en- aón, smo tambie? de espontáneo prejuicio , y donde el
tonces en adelante, mis propios pensamie ntos discurrie- ~elo c~ntra la ~gerenci a del gobierno era un senti-
ron más y más en esa misma dirección , aunque las modi- '211~nto ~Ie~ _que Impedía y rechazab a hasta el más bene-
ficacione s consecuentes en mi credo político fueron mul- :JCJo_so e¡ercJcJo de la autoridad legislativ a destinado a co-
tiplicánd ose a Jo largo de muchos años, como puede ver- :re~r los abusos de lo que, bajo pretexto de ser un auto-
se si se compara mi primera reseña del libro Democracia en go~terno local, es a menudo un manejo egoísta en favor
América, escrita y publicada en 1835, con la de 1840 ...e Intereses locales, amañado por una oligarquía provin-
(reimpresa en las Disertaciones), y ésta con las Consideracio- a ana, falta de escrúpulos y borneé3.
nes sobre el Gobierno rep resentativo. En franc¿s en el original: limitada, dt <orto alcan<e.
190 John Stuan Mili :ografia 191

Pero cuanto más cierto estaba el público de equivocar- e: de la Coerción de Canadá de 1837- se pronunci aron
se oponiéndose al centralism o, mayor era el peligro de ~rra ellas con valentía y optaron por hacer frente a la
que los filósofos reformadores cayesen en el error contra- rilidad y al prejuicio, antes que desertar de lo que era
rio y no tomasen en cuenta aquellos males de los que no -- :o. Pero, en conjunto, hicieron muy poco por promo-
habían tenido dolorosa experiencia. Y o mismo, en esta ...:- ninguna de sus opiniones. Tenían poco espíritu de
época, estaba muy metido en defender importan tes medi- -presa; desarrollaban poca actividad. D ejaron en ma-
das, tales como l!l gran R eforma de la Ley de Indigentes de de los más viejos --de Hume y O'Conn el- el
1834 contra el irracional clamor fundado en el prejuicio erato del segmento radical de la Cámara. Parcial excep-
anticentralista. Y de no haber sido por la lección que n debe hacerse en favor de uno o dos de los más jóve-
aprendí de Tocquev ille, no sé si nabría caído, como otros . Y en el caso de Roebuck, merece que se recuerde
muchos reformad ores antes que yo, en el exceso opuesto ...:npre que, durante el primer año en que ocupó un es-
al que, siendo el que prevalecía en mi propio país, me de- -m en el Parlamento, fue él quien originó (o reoriginó ,
dicaba generalmente a combatir. Mas el hecho es que me - -" el fallido intento de Mr. Brougha m) el movimiento
he mantenido cuidadosamente entre ambos errores. Y ...rlamentario en apoyo de la Educación Nacional; y que
haya o no haya conseguido trazar en el lugar preciso la lí- _-nbién fue él el primero en dar comienzo y en conti-
nea que separa a los dos, por lo menos he insistido con el ~.lr, prácticamente solo, la lucha por el autogobi erno de
mismo énfasis sobre los males de ambos extremos, y he ' Colonias. Nada parecido a estas dos cosas fue hecho
hecho objeto de serio estudio los medios de reconciliar ..., r ningún otro individuo , ni siquiera por aquellos de
las ventajas de uno y otro. .lÍenes se esperaba más. Y ahora, en sosegada retrospec-
E ntre tantO, había tenido lugar la elección del primer ::ón, puedo percibir que aquellos hombres no Jo hicieron
Parlamen to Reformado, que incluía a varios de los más · ·'1 mal como entonces pensábamos, y que habíamo s es-
notables amigos y conocidos míos del partido Radical: :-ado demasiado de ellos. Estaban rodeados de circuns-
G rote, Roebuck, Buller, Sir William Molesworth, J ohn y -~'1cias desfavorables. Les tocó desempeñar su tarea a lo
Edward Romilly y varios otros, además de Warburt on, --rgo de diez años de un reaccionarismo inevitable,
Strutt y otros que ya estaban en el Parlamen to. Quienes se cuando ya había desaparecido el entusiasmo inicial de la
consideraban a sí mismos y eran llamados por sus amigos Reforma, y las pocas mejoras legislativas que el público
radicales filosóficos, parecían tener ahora una buena oportu- ~día se habían ya realizado con prontitud . El poder gra-
nidad, al estar en posición más ventajosa de la que nunca ·:¡taba, pues, de nuevo hacia su tendencia natural, y esta-
habían ocupado antes, para mostrar lo que llevaban den- ba de parte de quienes preferían dejar las cosas como es-
tro. Y tanto yo como mi padre habíamos puesto en ellos ~aban. El espíritu del pueblo deseaba darse un descanso y
grandes esperanzas. Estas esperanzas habrían de ser de- estaba menos dispuesto que durante ningún otro período
fraudadas. A la hora de dar sus votos, y a pesar de que a después de la paz, a dejarse llevar por los intentos de con-
menudo se vieron desanimados, estos hombres fueron ·:ertir el sentimien to reformista en nuevas actividad es
honestos y fieles a sus ideas. Cuando se proponía n medi- que diesen lugar a un nuevo estado de cosas. Hubiera he-
das que de un modo flagrante no se ajustaban a sus prin- cho falta un gran líder político -cosa que a nadie puede
cipios - tal y como el Prqyecto de Ley de Coerción Irlandesa censurár sele el no serlo-- para llevar a cabo grandes em-
John Stuart Mili \utobiografía
192 193
presas mediante debates parlame~ta rios, . cuando el país ' , en lugar de urgir a los demás a que tomasen el lideraz
-
se hallaba en tal disposición de ánuno. M1 pad~e Y yo _ha- -~. lo hubiese asumido él mismo y hubiese
conminado a
bíamos confiado en que tal vez podría surgu un líder .os otros a seguirlo.
competente, un homb re con visión filosófica y dotes de Lo que pude hacer escribiendo, lo hice. Duran te el año
popularidad, capaz de entusiasmar a los _mucho~ hombr~s 33 continué trabajando en el Examiner con Fonblan-
jóvenes o meno s distinguidos que podna~ ~~bér sele uro- que, quien en ese tiempo se esforzaba celosamente en
do colaborando, en la medida de sus posibthdades, en la "'"!afltener viva la lucha en favor del radicalismo contra el
faena de ll6var hasta el público ideas avanzadas; un hom- : .andato de los Whigs. Duran te la sesión parlamentari
a
bre que pudiera haber utilizado la Cáma~a de_ los Comu ~ 1?34, escribí comentarios sobre Jo que
iba pasando.
-
nes como tribun a o cátedra para instrulr e _Impulsar la ·~ hice en forma de artículos period ísticos que,
bajo el tí-
mentalidad del pueblo , y que hubiera obhga~o a los -- o <<Notas sobre los periódicos», aparecieron en el
Whigs a recibir de él sus medidas, o inclu~o hubtese a_rre- ! .n!h!J Repository, revista dirigida por Mr. Fox, bien co-
batado de sus mano s la direcció n del parttdo Ref?~Ista: -.ood o como predicador y orado r político, y más tarde
Podrí a haber existido un líder de estas caract ensttcas SI '!l;em bro del Parlam ento por el distrito de O ldham. Ha-
mi padre hubiese estado en. el Pa~lamento . P~r .falta de ~a hecho amist~d con él recientemente, y fue
principal-
un homb re así, los radicales mstru idos se convtrtt~ron en . .,'lente el pro~stto de complacerlo lo que me hizo escri-
un mero cóté gauche4 del partido Whig. Con un a:~~nte Y, : en su revista. Colab oré en este periódico con varios
según pienso ahora, exagerado s~ntido d~ l_as posibtlidade : ros artículos, el más considerable de los cuales trata de
s
que se ofrecían a lo_s radic~les st éstos htci~r~n un e~fuer
­ ...oría poética y está reimpreso en las Disertaciones. Los es-
zo, siquiera ordina no, por tmponer sus opmtones, ~ce lo "":":tos que, al margen de los artículos de periódico, publi-
que pude, desde esta época hasta 1839, tanto hactendo - ·é de 1832 a 1834, constituyen, tomados en conjunto,
uso de mi influencia personal sobre algunos de ellos, _-: ~eso volumen. Esto incluye, sin embargo, ediciones
como con mis escritos, por ponerles ideas ~n la cabeza -~urmdas de varios Diálogos de Platón , con
notas intro-
y
un propósito en sus corazones. Logré algún buen resulta- -~orias. _A~que est?s trabajos no se public
aron hasta
do con Charles Buller y con Sir William Molesw~rth
Los dos rindieron un servicio valios o, pero, desgraciada-
. ',4, habtan stdo escntos varios años antes. Y posterior-
rnte descubrí, en nume rosas ocasiones, que habían sido
mente fueron neutralizados a poco de empezar a ser real- .:.dos y que su paternidad era conocida por más gente
mente' útiles. Sin embargo, mis esfuerzos~ tomad os en ~ la que conocía las otras cosas que yo
había escrito
conjunto, resultaron vanos. Para h~ber temdo una opo~­ _qa entonces.
tunida d de éxito, hubiera sido preciso estar en una pos~­ Para completar la relación de mis escritos duran te este
ción diferente de la mía. Era esta una tarea_ que de~en
a -~O, debo añadi r que, en 1833, a petici
ón .de Bulwer
haber sido desempeñada por alguien que, stendo miem -qw~ n estaba termi nando su Inglaterra y los
- ingleses, obra
bro del Parlamento, pudiera haber estado en. ~o~t~cto ~·mruaado a_vanzada enton ces para la mentalidad
del pú-
diario con los radicales, pudiera haber tomad o Imctan vas ro-- escnb í para él una exposición crítica de la filoso-
de Bentham, una pequeña parte de la cual fue incor-
• En francés en el original: lado cy¡uerdo, ala b;¡UJerda. :-.lda al cuerpo principal del texto, imprimiéndose le
\94 John ~tuan ;l.hll .-tob•ografía
195
demás, con una honorable nota de agradecimiento, como e!l. desacu~r~o ~obre muchos puntos esenciales, y entre
Apéndide al volumen. En esta exposición se publicó por quienes 01 stquiera podía considerarme como el indivi-
primera vez el lado favorable, así como la parte .desfavo- ~uo más i~portante: Todos estimábamos indispensable
rable de mi estimación de las doctrinas de Bentham, con- - _c~l.aboración de mt padre como escritor, y de hecho es-
sideradas como un sistema filosófico completo. C!'lbto mucho en la revista hasta que se lo impidió su últi-
Pero pronto se me ofreció una ocasión que, según to- ~~ enfermedad. El tema de sus artículos, y la fuerza y de-
das las apariencias, podía permitirme prestar ayuda y_estí- asión con que sus ?~iniones eran en ellos expresadas, hi-
mulo al partido «radical-filosófico» con mayor eficacta de aero~ que al pnncipio la revista le debiese a él su tono y
la que había logrado hasta entonces. Uno de los proyec- .:olondo, mucho más que ninguno de los otros colabora-
tos que de cuando en cuando comentaba con mi padre y ...ores. Yo no podía ejercer control editorial sobre sus ar-
con algunos de los parlamentarios y otros radical~s ~ue ·JCU!os, Y. me vi o~ligado en ocasiones a sacrificar parte
frecuentaban su casa, era la fundación de un penódtco ~e lo~ mios para a¡uta~me a sus criterios. Así, las viejas
que fuese órgano de expresión del radicalism~ filosófi~o 3octnnas de la Westmznter R eview, sólo ligeramente mo-
y que viniese a ocupar el lugar que la Westmznster Rev~e~v _:ficadas, cons~itu!an el material de la revista. Pero yo es-
había tratado de llenar. Los planes habían llegado hasta el '1el'aba poder Ir Introduciendo, al lado de éstas, otras
extremo de que habláramos de la financiación que podría -~ y otro t~no, y l~grar que mis propios matices de
buscarse, y de elegir un director. Sin embargo, nada llegó pmton estuviesen ? ebidamente representados junto con
a materializarse por algún tiempo. Pero en el verano de de los otros miembros del partido: Principalmente
1834, Sir William Molesworth, laborioso hombre de es- - n este fin a la vista, hice que una de las peculiaridades
tudio y agudo pensador metafísico capaz de c_o ntribuir a .JC l_a publicación fuera el que cada artículo llevase una
la causa tanto con su pluma como con su bolsillo, propu- "!!Cial, o algún otro tipo de firma, y que lo que en él se
so espontáneamente la fundación de una .revista, con la '"' presaba fuese toma? o excl~si:vamente como opiniones
condició n de que yo fuese su verdadero d1rector, aunque e cada autor en parttcular, limitándose el director a res-
no pudiese figurar como tal. Una pro~uesta as~ no podía "flsabilizarse de que el artículo tuviera suficiente calidad
ser rehusada, y la revista se fundó, pnmero ba¡o el título :no para publicarse, y de que no estuviera en conflicto
de London R eview, y después bajo el de London and W~st­ :1 los objetiv~s que habían dado origen a la revista.
minster, ya que Molesworth había comprado la Westmzns- • ..:,-~ !a ~portumdad d_e p oner en práctica mi esquema de
ter R evieJV a su propietario, el general Thompson, y a~bas _ :lciliactón entre el vie¡o y el nuevo «radicalismo filosó-
revistas se fundieron en una. De 1834 a 1840, la duec- m » ~_la hora de escoger un tema para mi primera cola-
ción de esta revista ocupó la mayor parte de mi tiempo li- raciOn. El profesor Sedgwick, hombre de eminencia
bre. Al pt:ihcipio, la revista, tomada en conjunto, no _re- -- un_ramo particular de la ciencia natural, pero que no
presentaba en modo alguno mis opiniones, pues nece~lta­ ...bena haberse metido en cuestiones filosóficas había
ba yo conceder Jo más posible a aquellos con los que t~e­ ~blicado recientemente su Discurso sobre los est~dios en
vitablemente estaba asociado. La revista fue establecida .:'!Jbri~ge, en e_l que destacaba de modo prominente una
con el propósito de representar las ideas de los «radicales- -'Tl~ana ~~ce~tva contra la psicología analítica y contra
filosóficos», con la mayoría de los cuales estaba yo ahora cuca utilitaria, en forma de un ataque a Locke y a Pa-
John Stuart Mili 19 7
196

ley. Esto h abía sido causa de gran indignac ión por. pa~e -. dispensó a .l.a Democracia en América, de Tocqueville.
de mi padre y de otros, en mi opinión. totalmen te ¡us~­ a erto que dt¡o y pensó cosas mucho más favorables
cada. Pensé que aquí estaba la oportum dad de, a un ~s­ -:-e l~ que Tocqueville tenía que decir en pro de la De-
mo tiempo, repeler un ataque injusto e insertar en ~~ de- c;_aoa, que sobre lo que decía acerca de sus desventa-
fensa del Hartleian ismo y del Utilitarismo una sene de ...on todo, s~ alto aprecio por un libro que, en cual-
opinione s que constituí an mi visión de estos asuntos, vi- -:: c~o, era eJemplo de un modo de tratar la cuestión
sión que difería de la de mis antiguos as?ciados. Tuve en ;;obterno en términos que eran casi el reverso de los
ello un éxito parcial, aunque en cualqwer caso, las rela- - -tot~me~te inductivo s y anaüticos, en vez de pu-
ciones que yo mantenía con mi padre hubieran hecho ente rac10nalistas- me alegró en extremo. También
doloroso para mí, e imposible en una revista para la que ' u aprobaci ón ~ un artículo que publiqué en el primer
él escribía, decir claramen te todo lo que yo pensaba sobre - -.ero que aparectó tras la fusión de las dos revistas un
el asunto. _:..:. o que se ~e!~pri.mió después en las Disertaciones bajo
Sin embargo , me inclino a pensar que mi padre no es- ~lo de «Civtlizactón», en el que tuve ocasión de ex-
taba tan opuesto como parecía a los modos de pensar en - ~ ~uchas de mis opinione s y de criticar con bastan-
los que yo creía diferir de él; que él no hacía justicia a sus -nfa~ts las tenden<:ías. i~telectuales y morales de la épo-
propias opinione s por culpa de las inconscie ntes exagera- asandom e en pnncJpJOs y utilizando modos que cier-
ciones en que incurría una mente tan enfáticrunente polé- nte no había aprendid o de él.
mica como la suya, y que cuando pensaba sin afán de po- _:n embargo , to~.especulación sobre el posible desarro-
lemizar, estaba dispuesto a admitir una gran porción de ~turo de las optmon~s de mi padre y sobre las probabi-
aquellas verdades que aparente mente negaba. Con fre- es de ~?a coo~rac1ón permane nte entre él y yo en la
cuencia pude observar que en la práctica hacía grandes ~ulgac1on de nuestros pensamientos, estaba destina-
concesiones a otros puntos de vista que no se ajustaban a . - truncarse muy pronto. Durante todo el año de 1835
su teoría. Su Fragmento sobre Mackintosh, que escribió y pu- - .alud había ido en declive. Los síntomas eran inequí-
blicó en este tiempo, aunque me pareció admirable en '"=.'llente l_os. de una tubercul~ s!s pulmona r. Y después
muchas partes, me produjo al leerlo, en su conjunto, más egar al ulttmo grado de debthdad, murió el día 23 de
disgusto que satisfacción. Sin embargo , al leer!? de nuevo , de 1836. ~asta los últimos días de su vida, su vigor
mucho después, poco encontré en su conterud o que no ~..xtu~l no dio muestras de abatimiento. No dismi-
me pareciese fundame ntalment e acertad?; Y: hasta pue?o su mterés en todas aquellas cosas y todas aquellas
coincidir con su antipatía hacia la· verbzage:> de Mackin- - :onas que le habían interesad o a Jo largo de su vida ni
tosh, aunque la aspereza con que él la expresaba llegaba a poco la cercanía de la muerte provocó la menor v~i­
transgred ir no sólo las normas de Jo juicioso, sino tam- ~~ (como era imposible que ocurriese en un espíritu
bién las de lo justo. Una cosa que en aquel tiempo me pa- ~e~e y firme como el suyo) en lo referente a sus
reció síntoma de buen augurio fue la favorable acogida · ICcJon es sobre el asunto de la religión. Cuando supo
- ~1 fm est~ba cerca, su principal satisfacción pareció
~· pensarruento de que él había hecho todo lo posible
S En franc6 en el original: palabrería. ' nacer el mundo mejor que lo había encontra do; y su
John Stuart Mili
198 ..oobzograf fa
199
endo, el no hab er te-
mayor tristeza por no con tinu ar vivi '!'"() . "ó
SICI n entr e su espíritu el .
nid o tiempo de hacer más. -: m_ o _que Bru to fue llam aJoeld:: ~lem po presen te. Lo
te en la historia li- romano, así fue
A él le corr esp ond e un lugar eminen - el ultu no hom bre del . 1 u tun o
. Y es deshonroso s Sig o _xvm . Con tinu ó con su mis-
teraria, e incluso política de su país - :l tono intelectual y us mis mos se ( .
beneficiado de su va- . . n tmientos d(aunque
par a una generación que tant o se ha sm modificaciones y meJ.oras) hasta bi
poc a frecuencia y el que . en entr a o el si-
lía, el que se le mencione con tan .
XI~, sm participar ni de las bu
ción con otro s hom- de las malas ín-
sea tan poc o recordado en compara eneJas que tuvi eron 1 ena s m
debe probable-
··!!I, y que fueron la car~arí c?m
bres que fueron inferiores a él. Est o se o reacción con tra el
er luga r, su nom bre se aso- er sttc a esencial de la primera
men te a dos causas. En prim ecidamen- ·:tad del nuevo siglo.
, de fam a mer
cia excesivamente al de Bentham El siglo xvn r fue un
te superior. Sin embargo, no fue mi pad re, ni muc ho me-
. y nobles, y mi pad r: f~époc
a, de hom bres esforza-
r de Bentham. Precisa- Dgnb~ com pañ ero de los más
nos, un mero discípulo o seguido :_or:zados y los más noblue es. e Ido. a sus escn.tos y a su
más originales de su
mente por ser uno de los pen adores .
.UJO personal ' fue el gran cen tro tlu . d
apr~ciar y ado ptar el . mm a or de su ge-
tiempo, fue uno de los primeros en -::tctón. Dur ante sus u' 1tim .
os años tiue lider y .figura
orta nte que la gen era- . 1
cuerpo de pensamiento más imp ~
~opa del radicalismo- int 1
Su espíritu y el de
Voltaire lo fue de los pb.~ ect~al de
ción precedente había producido.
Bentham eran de una constitución
te. No tenía todas las altas cualida
esencialmente diferen-
des de Bentham, pero de sus mér itos men ores
-~ polftica en la India
:rt abe
r:s
r
de
dad
Inglaterra, igual
Fran
o
~ia. Es sólo
ong en a toda
s. Sería, ciertamen- asun ~~- su obr a
exte nsa. Siempre gu~
icó
tampoco Bentham tenía todas las suya al que ded
ito de haber rendido n tó sob re algú a, lo
~eció con algu'n pe nsaes~
n tem
te, ridículo reclamar para él el mér vali o y
es"pléndidos servicio s E/, mte nto exceptuan-
en favor del género hum ano los us ementos de Economía P.1/ t." lib so.
onó, o mejor, no creo 0 1
ro de sum a utilidad
que rindió Bentham. No revoluci pe
!"!do fue escrito' ro que ya cumplió lca . ..
del pensamiento hu- su mtston hace
uno de los grandes departamentos po, pasarán muc hos añ
nta toda esa porciór antes de que cuadlqui era de
mano. Per o sin tene r ahora en cue tras obr as sea total menos erada cese e ser ins-
ió de lo que Bentharr te sup
de sus trabajos en los que se benefic logró en ur
·
:...C:Jva para quienes estudi 1 cuestiones de que tra-
o
había hecho, y con tant o solamen
te lo que
En el pod er de infl ~n as
ía hec ho nad a -el de ~ - y del carácter lasuenctar por Ja mera fiuerza de la
campo en el que Bentham no hab o uno de .e . '.
COOVlCCJOnes y propóSito .
pos teri dad com . ' s de los
psicología ana líti ca- pasará a la ram a del sa , y en el eJercicio incans bJ d miras
imp orta ntís ima ese pod er con
los grandes nom bres de esta
fund an toda s la. - mov er la libertad y 1 a e e hub o entr e los
ino, se e pro gres o, no
ber en la que, en último térm hres ning uno que tiuese capaz de tgua · 1ar1o; y entr e las
le reconocerá el habe-
ciencias morales y políticas, y se eres, sólo una 6.
en su desarrollo.
marcado uno de los hitos esenciales ..mque me daba perfecta cuenta
La otra razón por la que su fam a no ha sido tran grar qu_e. yo era muy
. ..)r a. él en las cualidades ue le de
de com o merece es que, a pesar de
las muchas ideas suy-
esfuerzo, son aho:- -.cendien te personal te . l per~
' nta ora que Intentar realizar
ltleron poseer
que, gracias, en parte, a su pro pio
existió una marcac
universalmente aceptadas, siempre ""-'en alusió n a Harriet T aylo r, esposa
de .\lill.
~lill •K>grafia
John Stuan 20 1
200 .
:-:a podido cubri r los gastos de . .
fue el ins-
sin él todo lo que me fuera posible; y la revista o-ática, gastos que incl , J una revJsta radical y de-
de ejer-
trum ento en el que basé mis mayores esperanzas -'xiirector, y generosos h~: e ~ueldo del direc
tor y del
l y demó crata
cer una influencia útil sobre el sector libera -- . y o y varios de los cola~;:~lOs para_ los .cola borado-
la ayud a de mi pa-
de la conciencia pública. Al carecer de amos sin cobr ar nada l . ores mas asJduos traba-
ficios y renun cias
dre, también estaba eximido de los sacri ....ra Molesworth· pero '1 o rruslm o que había mos hech o
que había tenido que pagar para obtenerla. Y
a no me ' os seco ,aborado res pagados se-
sentía obligado a someterme a ningú n otro escri tor o po- --:an
- · SJend . o remu nerados
¡ R . gun la escalad .usual de
...:::11burgb y la Ouarterry
la
perm itiero n mis propias - evmv y esto no .
lítico más allá de lo que me lo ..
.cendose con los poco . ' po ra contm uar
plena ment e en Moles- s tngresos que obteníamos de la
convicciones. Y como confiaba ~::!ra.
nte dar riend a suelt a a mis
worth, decidí de ahora en adela
s de pens ar, y abrir las págin as
propias opiniones y modo
los escri tores que simp atiza ran
de la revista a todos aquel
ra perder En ese mismo año 183 7 , en med1.o de estas ocupa-
con mi idea del progreso, aunque ello me costa nes, reanudé ¡a comp ' . ?_}
osJcJon de 1 l , .
uos asoci ados. Com o conse cuencia
el apóyo de mis antig .lños no había cogid o 1 1 a ..ogzca. Dura nte cin-
o co-
de esto, Carlyle se convirtió desde entonces en asidu _._ riones después de verm a p ubm_a para tratar de ctstas
despu és, tamb ién colab oró Sterl ing de ' e o hgad d
laborador; poco ilffibrales del tema de la I d . o a etenerme en
nuó pre-
cuando en cuando. Y aunque cada artículo conti ~me cuenta de que lo qu~ f:u~c~n. Gradualm ente fui
expre sión de las ideas partic ulare s de se supe rar las di-
sentá ndose como - < ades de esa rama d 1 a ta a para
ones en ur o
autor, el tono general se ajustaba a mis opini - y, al mismo tiem e as~t era una visió n pano rá-
asoci é.. la
grado tolerable. Para la dirección de la revista, me -.cia física co po, precJ sa, de
"b
todo
11
el ámbi to de
un joven es- ' sa que, me temía
como subo rdina do y colaborador mío, con eso de estudi0 · N o conocJa , ' ~ a a evarme. un. largo
idad e ir: run · l"b
cocés llamado Robe rtson que tenía cierta habil I ro ru .nmgu na
cabez a orga- -- guía que pudiera presentarmegun gene
formación, gran capacidad de trabajo y una -cedimientos de las ctenc . . las ralidades y
r que la revis ta s.. ras y concluí
nizadora, llena de recursos para hace - otra salida que llegar a e'11os por que no me que-
des en este seno · ·
vendiese más, y en quien, por sus virtu -
:uera posible, partiendo de lo . mt mtsmo como
es así, qc.
do, había puesto yo grandes esperanzas. Tant o mí, el docto r W'hewell . partr cu~ar.. Por fortuna
cuando Molesworth, a comienzo s de 1837 , se cansó d.
::Storia de las Ciencias /; d p~blt có a prma pios de año
.
continuar perdiendo dinero con la revis ta y desea ba deo- ' n uctrvas. Leí el libro con e1 ma-
que ya había hech o su pa:- .nterés y enco ntre' en e.1 una apro · ·, .
hacer se de ella (lo cierto es a lo que yo estaba buscando M xtmacJ_on consJ
de-
un desem bolso pecu niar
honorablemente, y a costa de '- del conte nido filosófico d J • b ucho , st no la gran
mis pr
nada pequeño), yo, muy impr uden teme nte para . pero los materiales estab~ a~ ra, me parecí~
obje-
s, y confi ando much o en los ~~
píos intererses pecuniario '"lensamientos pudi 1 ' para que mJs pro-
conti nuar por mi cuem z e abora r sobre ellos. Acle-
cursos de Robertson, decid í
tado. Los rec_ ~! autor ya habJ'a d aedsen
o a estos. mat ·1 ·
riesgo hasta ver si sus plane s daba n resul . ena es ese pnm er
vo p: de elaboración ue
sos de Robe rtson eran buenos, y nunc a tuve moti , sterior. q tanto faali ta y abrevia toda la-
Pero no creo que recur so algun o ¡..
desconfiar de ellos.
202 John :-.ruart \IJIJ
,ografia
203
Había, pues, obtenido lo que estaba esperando. Bajo
el impulso de las ideas que me habían sido sugeridas por el
0
a reglas est~ict~s y a una comprobación científica, lo
doctor Whewell, volví a leer el Dismrso sobre e/ estudio de ~o que el Stlog¡smo en el caso del razonamiento de-
fa Fifosqfla Natural, de Sir J. Herschel; y pude entonces ._.~tvo. ~omte_es s_iempre preciso y profundo en los mé-
darme cuenta del progreso que se había operado en mis dOs de U:':~sttgactón. Pero ni siquiera intenta dar nin-
ideas gracias a esta obra, a pesar de que varios años antes -'la de_firucwn exacta de las condiciones de la prueba, y
la había leído, e incluso reseñado, sin sacar de ella mayor - escntos muestran que nunca alcanzó a poseer un ade-
provecho. Ahora me puse vigorosamente a resolver el ~o concepto de ellas. Fue éste, sin embargo, el proble-
problema y a escribir. El tiempo que dediqué a esta tarea - que, a] tratar de la Inducción, yo me había propuesto
tuve que robárselo al que requerían otras ocupaciones -~]ver. Con todo, obtuve muchas cosas de la lectura de
más urgentes. Sólo disponía de dos meses en este perío- ~te, co~ las que enriquecí mis capítulos en una redac-
!1 postenor. Y su libro me prestó un servicio esencial
do, en los intervalos que me dejaba el trabajo de la revis-
ta. En estos dos meses completé el primer borrador de lo algunas partes que todavía me quedaban por solucio-
que venía a ser un tercio del libro, el tercio más difícil. -.:. Confor~e los volúmenes subsiguientes de su obra
Lo que ya tenía escrito era aproximadamente otra tercera :...eron aparecte~do, _los le_í con _avidez; pero cuando llegó
parte de la obra. De forma que lo que me quedaba era .:sunto de la c1enc1a soc1al, mt reacción fue menos posi-
sólo un tercio más. Lo que escribí en este tiempo fue el .... E l v~l~men cuarto me defraudó; contenía todas
resto de la doctrina del Razonamiento (la teoría de las Se- ·ellas op1mones suyas sobre temas sociales con las que
ries de Razonamientos y la Ciencia D emostrativa), y la estaba en ma~or desacu~~do. Pero el volumen quinto,
mayo r parte del Libro sobre la Inducción. Hecho esto, -e contenía su tnterpretac1on orgánica de la Historia de
me pareció que ya había logrado desenredar todos los nu- ..e\·o provocó en mí_ el máximo entusiasmo, que no dis-
dos realmente difíciles, y que completar el libro era ya 'luyo en lo sustanCJa! con la lectura del sexto y último
sólo una cuestión de tiempo. Cuando había llegado a este ~en. Desde un punto de vista estrictamente lógico,
punto, tuve que dejarlo para escribir dos artículos para el ..:...r11co concep~o fundamentaJ que debo a Comte es el
próximo número de la revista. Volví sobre el asunto des- c:tod~ Deducttvo Inverso como algo aplicable a los_
pués de terminarlos, y fue entonces cuando por primera !!tple¡os_ asuntos de la Historia y la Estadística. Este
vez llegó a mis manos el Cours de Phifosophie Positive, de - c~so difiere de la forma más común del Método De-
Comte, o, mejor dicho, los dos primeros volúmenes de la ~Ivo en lo ~iguiente: que en lugar de llegar a sus con-
obra, que era todo lo que hasta entonces se había publica- -'!Ones ~edtante el razonamiento general y la verifica-
'fl expen~ental (según la secuencia natural en las ra-
do.
Mi teoría de la Inducción estaba ya sustancialmente deductlvas de la ciencia física), obtiene sus generali-
completa antes de tener yo conocimiento del libro de ~nes co_mparando ~xperienci as específicas, y las veri-
Comte; y quizás es beneficioso el que yo llegara a ella por - ~eg:u~andose de s1 son las mismas que se seguirían
diferente camino que el suyo, pues la consecuencia ha .._ pn nc1p1os generales conocidos. Era esta una idea en-
sido que mi tratado --cosa que, ciertamente, no ocurre -.::...:nent~ nue~a para mí cuando la encontré en Comte; y
con el suyo-- contiene una reducción del proceso induc- '? hub1era s1do por él, quizá hubiera tardado en descu-
-:.a, o no Jo habría hecho nunca.
r
John ~tuart ~1ill Autobiograffa 205
204
Per o cuando llegó a
ferviente admi- órdenes merecedores de poseerla.
Había sido dura nte mucho tiempo un a el pun to de ha-
s de comunicarme exagerar esta lir:ea de pensamiento hast
rado r de los escritos de Com te ante el cual los filósofos
lmente, pero mantu- cer d~ ella un s.Istema práctico según
con él. Nun ca llegué a verlo persona s~er te
de?ena.n org:uuzarse e~ una de corporación jerár-
por algunos años,
vimos una frecuente correspondencia emacía espiritual
énd ose controversia- qwca, Inv~sttda de casi la mtsma supr
hasta que nuestras cartas fueron haci
(aun9ue Sin. pod er secul~ alguno)
que antes poseía la
prim ero en espaciar
les y 1se enfrió nuestro celo. Fui yo el en esta autoridad
ero en inte rrumpirla. Me lgl~s~a Católica; cuando VI que confiabna gob
la correspondencia, y fue él el prim iern o y com o
te tam bién se la dio él, de que ~s~mtual com o única garantía del bue
di cuenta, com o probablemen rand o que, gracias
, y que todo el que ~¡ pu- umca defensa c?n tra la opresión, espe
yo no podía hacerle ningún bien a ell~, el despotismo en el Esta do y
en la fam ilia se con-
logr ado ya con sus libros.
diera hacerme a mí lo había no sorp renderá el
que cesa ra nue stro trato , si vertir~a ~n a18? inocuo y beneficioso,
Esto no hubiera bastado para sob re asun- que, SI bi~n comcidíamos casi del todo
en cuan to lógicos,
s hub iera n sido
las diferencias entr e nos otro le con tinu ar cami-
que nuestras discre- com o soc~ólogos nos resultara imposib
tos de simple doctrina. Per o ocurrió nando unidos por más tiem po.
en pun tos de opi-
pancias tuvieron lugar principalmente M. Co~te vivió lo suficiente com o
para pod er llevar
el mío, se fun~ian
nión que, tanto en su caso com o en sus doc tnna s hasta sus consecu enci as más extremas. En
undos y determma-
con nuestros sentimientos más prof tique Posi tive- - pro pon e el
ones. Yo haoía es- su, última obr a -:-Systeme de Poli
bao todo el curso de nuestras aspiraci ritua l y tempo-
mas completo sis~ema de desp otis mo espi
ndo sostenía que la
tado en completo acuerdo con él cua , quiz á con la ex-
ral q~e ha producido. el cerebro hum ano
ndo a sus dirigentes
grao masa de la Humanidad, incluye por el que
cepción del de ~~~~!o de Loy ola; un siste ma
deben necesariamen-
en cada aspecto práctico de la vida, la may oría , artic ulad o por un
se re~ere a cu~stio­ el yugo de la. opm ton de
te aceptar --co mo lo hacen en lo que entes espirituales,
y políticas de qwe nes cuerpo organizado de maestros y dirig y, en la medida
nes de físi ca- las opiniones sociales tend ría el control sup rem o de toda acci ón
o a esos asuntos
tienen la autoridad de Q.aber dedicad del pensamiento de
gen eralmente dedi - en que fuese hum ana men te posible,
más estudio que el que ellos pueden la comunidad, tan-
tem ente impresa en todos Y cada uno de los miembros de
car. Esta lección hab ía quedado fuer n únicamente al in-
de Com te a los que to en aquellos asuntos que se refiriera
mí tras leer los primeros volúmenes e más er: terés del individuo, como en los que
afectasen los intere-
que yo adm iras
ya he aludido. Y no hub o nada en muchos pun tos
osic ión de los ~nefi­ ses de l~s ?emás. Just o es decir que,
su grao Tratado, que su notable exp den vado de apre oac tón, esta obr a representa un
adelanto considera-
mod erna han
cios que las naciones de la Eur opa riores de Comte so-
dura nte la Eda d Med ía. ble con respecto a otro s escritos ante
históricamente de la separación, ce a mí que, com o
ritua l, y de la orga niza ciór: bre los .~ismos temas; pero me pare
del pod er temporal y del espi :!portacton a la filosofía social, su únic
o valor consiste en
de acue~do. con e
independiente de este último. Estaba ejercerse ning una
pone~ fin a la noción de que no puede la ayuda de una
inte lect ual, antes e¡ercida po:
en que la autoridad moral e :luto nda d mor al sob re la sociedad
sin
r con el tiem po a manos de !0:
los sacerdotes, debe pasa reconoce otra re-
o natural cuando 6- cr~encia religiosa. La obr a de Cornee no
filósofos, y que ello sucederá de mod ¡gtón que la Religión de la Hum anid ad; sin embargo,
y sean en otra
tos alcancen una suficiente unanimidad
206 John Stuart ~líll \utobíografia
207
deja la irresistible impresión de que cualquier creencia no eran propicios, ya que el fervor reformista atravesaba
moral en la que coincide el sentir general de la mayoría un período de debilitamiento, y las influencias del partido
puede recaer, con una energía y una fuerza alarmantes, Tory volvían a dejarse sentir con fuerza; pero, aún más,
sobre la conducta y la vida de los individuos de la comu- porque, como Austin dijo con acierto, «no había en el
nidad. El libro conlleva una advertencia monumental país los hombres necesarios)). Entre los radicales del Par-
para sociólogos y teóricos de la ciencia política, pues es lar,nento hab!a varios individuos cualificados para ser
un buen ejemplo de Jo que ocurre cuando los hombres ffile~br_os útlies de un partido radical ilustrado, pero no
pierden de vista, en sus especulaciones, el valor de la Li- habta mnguno capaz de formar y dirigir un partido así.
bertad y de la Individualidad. Las exhorta~iones que les dirigí no encontraron respues-
Volviendo ahora a hablar de mí: la revista me ocupó, ta. Una ocastón se presentó, en la que parecía haber sitio
durante algún tiempo más, casi todos Jos ratos libres que para una ofensiva decidida y victoriosa en favor del radi-
podía dedicar a escribir mis propias cosas, o a pensar con calismo. Lord Durham había dejado su puesto ministerial
miras a escribir. Los artículos de la London and Westmins- P?r razón, según se pensó, de que los miembros del go-
ter Revie1v que están reimpresos en las Disertaciones, apenas bterno no eran suficientemente liberales; después aceptó
si alcanzan una cuarta parte de todos los que compuse. de ellos la tarea de descubrir y eliminar las causas de la
Al dirigir la revista me había propuesto dos objetivos rebe~ón. c~a,diense. Había mostrado desde el principio
principales. Uno de ellos era liberar al radicalismo filosó- una mclinacton a rodearse de consejeros que pertenecían
fico de los reproches del benthamismo sectario. Mante- al grupo radical. Una de sus primeras medidas - buena,
niendo la precisión en la expresión, la claridad de senti- tanto en su intención como en sus efectos- había sido
do, el desprecio por las frases declamatorias y las yagas d~sal?~~bada y anulada por el Gobierno de la Metrópoli.
generalidades, normas que eran tan honorablemente ca- Dtmttto entonces de su cargo y adoptó una posición de
racterísticas de Bentham y de mi padre, deseaba yo dar .iliierto enfrentan1iento con los ministros gubernamenta-
una base más amplia y un tono más libre y atractivo a las es. Teníamos, pues, un posible jefe para el partido radi-
especulaciones radicales, y mostrar que había una filoso- cal_en la persona de un hombre de importancia que era
fía radical mejor y más completa que la de Bentham, re- ~}a_do por los_ Tories y que_ acababa de ser herido por los
conociendo e incorporando al mismo tiempo todo lo de " 'h¡gs. Cualqwera que hubtese tenido la noción más ele-
Bentham que posee un valor permanente. Siquiera en cier- "!1ental de lo que son las tácticas de partido habría inten-
ta medida, pude lograr este primer objetivo. La otra cosa ·ado aprovechar una oportunidad así. Lord Durham es-
que me proponía era estimular a los radicales cultos, den- -~ba siendo atacado duramente por todas partes, reproba-
tro y fuera del Parlamento, a que hicieran cosas, e indu- -'0 por sus enemigos, traicionado por sus amigos tími-
cirlos a convertirse en Jo que yo pensaba que, haciendo :-~s; ~ los que querían defenderlo, no sabían qué decir.
uso de los medios adecuados, podían llegar a ser: un par- · ~lvta de Canadá c<?mo un hombre derrotado y despres-
tido poderoso, capaz de tomar las riendas del gobierno -gtado. Había segutdo los acontecimientos canadienses
del país, o, cuando menos, de dictar los términos en que X5de el principio; yo había sido uno de los que había
podrían compartirlo con los Whigs. Este intento fue qui- ::1do instrucciones a sus consejeros; sus decisiones políti-
mérico desde el principio, en parte porque los tiempos .1 habían sido casi exactamente iguales a las que habrían
201! John ~tuan 1\!ill .grafía 20<)

sido las mías, y estaba yo en una posición adecuada para ~-yas reglas y modos de enjuiciar desafiaba este libro, tu-
defenderlo. Escribí y publiqué un manifiesto en la revis- . teran tiempo de preocupar al público con su desaproba-
ta, en el gue esgrimía los más poderosos argumentos en c ón, escribí y publigué una reseña celebrando la obra
su favor, pidiendo para él, no sólo el perdón, sino ala- como una de esas producciones geniales c¡ue están por
banza y hono r. Inmediatamente, otros escritores adopta- encima de toda norma establecida y c¡ue son ley en sí
ron la misma postura. Pienso gue había algo de verdad mismas. Ni en este caso, ni en el de Lord Durham, atri-
en lo que 1.ord Durham, con cortés exageración, me dijo buyo la influencia de lo c¡ue yo escribí a los méritos de mi
poco después: gue la recepción casi triunfal gue se le dis- ~rosa. Desde luego, al menos en uno de los casos (el ar-
pensó al llegar a Inglaterra podía atribuirse a aguel artícu- -ículo sobre Carlyle) no creo que la ejecución fuese bue-
lo. Creo guc mi defensa fue como esa palabra oportuna :-~a. Y en ambos, estoy persuadido de que ningún autor
que, en un momento crítico, puede contribuir en gran conocido que hubiese expresado la misma opinión en
medida a decidir el resultado; el empujón que determina .x¡uel momento preciso y hubiera utilizado argumentos
si una piedra, puesta en movimiento en lo alto de una co- x eptables para justificar su postura, habría producido el
lina, rodará por una ladera o por otra. Todas las esperan- -nismo efecto. Pero tras el completo fracaso de todas las
zas puestas en Lord Ourham como potítico pro nto se esperanzas gue yo había puesto en la revista como medio
desvanecieron. Pero en lo que se refiere a su actuación en ~e dar nuevo impulso a la política radical, me alegra re-
Canadá y, en general, a asuntos de política colonial, la cordar estos dos ejemplos de éxito en mi honesto deseo
causa estaba ganada: el informe de 1.ord Ourham, escrito de hacer un inmediato servicio a cosas y a personas gue
por Charles Buller, y en parte inspirado por Wakefield, lo merecían.
dio origen a una nueva era. Sus recomendaciones, gue al- Una vez disipada la última esperanza de poder formar
canzaban a proponer el completo autogobeirno interno ün partido radical, había llegado la hora de poner fin al
de las Colonias, fueron plenamente adoptadas en Canadá enorme gasto de tiempo y de dinero que la publicación
dos o tres años después, y desde entonces se han extendi- de la revista me suponía. En cierto modo, había respon-
do a casi todas las Colonias dependientes de Europa que jido a mi propósito personal, siendo vehículo de expre-
pueden considerarse como comunidades importantes. Y ión para mis ideas. La revista me había permitido poner
me atrevo a decir gue al lograr salvar la reputación de en letras de molde muchas de las alteraciones c¡ue habían
Lord Durham y sus consejeros en un momento de la más renido lugar en mi línea de pensamiento, y me había
crítica importancia, contribuí materialmente a este resul- dado ocasión para hacer constar claramente mi separa-
tado. ción del benthamismo intransigente que había inspirado
Hubo otro caso, durante el tiempo en gue llevé la di- mis primeros escritos. Esto se logró mediante el tono ge-
rección de la revista, gue también fue ejemplo del efecto neral de todo lo que en ella escribí, incluso de ac¡uellos
c¡ue tiene el tomar una pronta iniciativa. Creo c¡ue el re- .1rtículos que eran puramente literarios; pero, sobre todo,
pentino éxito y la fama de La Revolución Francesa, de Car- -x>r razón de los dos trabajos (reimpresos en las Diserta-
lyle, fueron debidos en gran parte a lo gue yo escribí so- ;:r;nes) en los gue traté de hacer una valoración filosófica
bre el libro en la revista. Inmediatamente después de pu- le Bentham y de Coleridge. En el primero, al mismo
blicarse la obra, y antes de gue los críticos del montón, :tempo que hacía justicia a los méritos de Bentham, seña-

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lé lo que yo pensaba que eran errores y -~efici~ncias. de su
filosofía. Pienso todavía que aquella crttlca stgue stendo,
propie~ario. En la primavera de 1840 traspasé la revista a
Mr. Htckson, que había sido un asiduo y útil colaborador
en Jo sustancial, perfectamente justa; ~ro he dudado al-
gratuito. bajo mi dirección, con la única condición de que
gunas veces de si fue o~rt~no publicarla enton~es. A
menudo he tenido el senttmlento de que, como ~stru­
e! cambto d~bía señalarse volviendo a dar a la publica-
Ció n su anttgu? títqlo de Westminster R eview. Bajo ese
mento de progreso, la filosofía de Bentham ha st.do en
nom!;>re, Mr. f-flckson la dirigió durante diez años pagan-
cierta manera desacreditada antes de haber cump.l!do su
do a los colaboradores sólo con los beneficios netos de la
función, y que contribuir a disminuí~ su reputactón fu.e
revista, y prestando él sus propios servicios como redac-
más un daño que un servicio a la me¡ora de.Ja Humam-
tor y director gratuitamente. Considerando la dificultad
dad. Sin embargo, aho ra que parece estar operándose una
de obtener colaboradores, dificultad que surgió de tan es-
contrareacción dirigida a revalorar lo que h~y de .~uen~
casa remuneración, hay que atribuir a Mr. Hikson el mé-
en el benthamismo, puedo mirar con más sattsfaccton mt
rito. de haber lo~ado mantener, en grado aceptable, el
crítica de sus defectos, especialmente porque ya me he
caracter de la revtsta como órgano del radi~alismo y del
ocupado de contrarrestarla mediante ~indicaciones de los
progreso: Y o no dejé de escribir para la revista completa-
principios fundament~les de la filo~oft~ ? e Bentham~ que mente, stno que continué enviando artículos de cuando
han sido reimpresas, ¡unto con mt cntlca, en el mtsmo
. en cuando. Pe:o no .me limité exclusivamente a eso, ya
volumen.
que la mayor ctrculactón de la Edinburgh R evie1v me indujo
En el ensayo sobre Coleridge intenté c~ractenza~ la
3 c?laborar también en ella siempre que tenia algo que
reacción europea contra la filosofía ~egatt~~ del stglo
dectr, y cuando me parecía que esta publicación era el ve-
xvrn. Si únicamente se tuviese en constderacJOn el efecto
hículo adecuado. Y como los últimos volúmenes de De-
que produjo dicho trabajo, pudiera yo .pensar que estuve
equivocado al dar excesiva i~portancta a :o que hay de
.,;ocracia en América acababan de salir, me estrené como
colaborador de la Edinburgb con el artículo sobre esa obra
favorable en Coleridge, lo mtsmo que habta hecho en el
que encabeza el volumen segundo de las Disertaciones.
caso de Bentham con su lado desfavorable. En ambos ca-
sos, el ímpetu con que me había manif~stado en contra
de lo que hay de insostenible en las doctnnas de Ben~ham
y en las del siglo xvn.I, pudo llevarme, aun~ue mas en
apariencia que en realtdad, a defender excestva~ente la
postura opuesta. Pero en lo que se refiere al arttcu~o. so-
bre Coleridge, mi justificación es que yo ~s~~ba escnbten-
do para radicales y liberales, y era mt mtston dete~e:me
con la mayor insistencia en aquellas cosas que, pr~)Vtnten­
do de autores que pertenecían a una escuela dtferente,
podían ellos sacar más provecho conociéndolas.
El número de la revista que contenía el artículo so.bre
Coleridge fue el último que se publicó mientras yo fut su

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