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Louis Imperiale

Louis Imperiale
University of Missouri, Kansas City

HUMANISMO Y NEGOCIOS EN LA LOZANA ANDALUZA

Tomando como punto de partida la obra del vicario cordobés, Francisco Delicado (La
Lozana Andaluza, Venecia, circa 1530) me propongo analizar, en una primera parte de este
trabajo las vías de comunicación y difusión susceptibles de favorecer una cultura seudo-
intelectual a las meretrices de la corte pontificia. En efecto, las cortesanas romanas llegadas de
todos los lugares de Europa se iniciaban –ad libitum– a las máximas de Séneca y églogas de
Virgilio, a los cantos de la Divina Comedia y a las aventuras de Orlando furioso. Aprendían los
sonetos de Petrarca, se familiarizaban con las novelas del Decamerón, y escuchaban las Coplas
faceciosas de Diego Fajardo (La carajicomedia, Valencia, 1519) o presenciaban la escenificación
de la Comedia Tinelaria de Bartolomé de Torres Naharro (Propalladia, Nápoles, 1517).
Mediante esta divulgación oral, la adquisición popular del patrimonio humanista se convertía en
el bagaje profesional de esas mercenarias del amor1. En una segunda parte, me gustaría mostrar
que Delicado, fino y agudo observador de la cultura romana, fue impresionado por la energía
vital, la dinámica de las transacciones financieras y el ritmo frenético del mundo precapitalista en
esa Roma ya no Caput Mundi sino cauda mundi (Larivaille 1975). Ya veremos en la conclusión
del presente estudio cómo se relacionan sus dos vertientes: humanismo y negocio.
Cuando se habla de lo que uno sabe, se opone a menudo a lo que uno ignora o que no sabe
todavía. Es obvio que desde la interrogación socrática hasta el actor Jean Gabin que canta “Je sais
que je ne sais rien”, pasando por Montaigne y su famoso “Que sais-je?” y por la duda metódica
de Descartes, toda una larga tradición de filósofos, científicos y artistas han echado sobre las
condiciones del saber una sombra más bien sospechosa. Sin pertenecer a ninguna de estas
categorías de sabios, investigadores y pensadores, la joven Lozana, heroína petulante y más
rozagante que nunca, de la novela homónima del vicario cordobés, Francisco Delicado,
prostituida de su estado y alcahueta en sus momentos poseía ya una cultura vasta y variada
cuando llegó a Roma.
De su abuela, Lozana había recibido un saber notable de la gastronomía andaluza
(Delicado 1975: 231-232)2. Además, a lo largo de sus excursiones marítimas por los puertos del
Mediterráneo (Delicado 1975: 272), la joven cordobesa había adquirido un saber médico
empírico que no le envidiaba nada a los matasanos de la corte pontificia (Granjel 1957: 266-267).
Amen del contacto con las comunidades árabes y judías, Lozana dominaba la cosmetología de la
época y las ciencias ocultas (Delicado 1975: LIV, 359). Por otra parte, la joven cordobesa
alegraba con frecuencia sus réplicas con refranes y máximas que le permitían dominar a sus
interlocutores y a sus rivales, gracias a su gusto insaciable de la lengua, de la astucia y de la burla
(Gella Iturriaga 1978). Desde el principio de su estadía romana Lozana nos lleva al azar de sus
“romerías”. Allí se evocan no sólo manifestaciones culturales en una vida social pautada por la
práctica religiosa, sino también los vestigios y las ruinas de la ciudad imperial. Por esta razón el
lector tiene derecho a una excursión peripatética que pasa por el Coliseo (Delicado 1975: XII,
1
El aprendizaje galante de las meretrices se hacía mediante la divulgación de los consejos prodigados en Il libro del cortegiano
(1528) de Baldassare Castiglione así como Il galateo (1556) de Giovanni della Casa. Consejos que fueron aplicados, desde luego,
con anterioridad a su publicación.
2
Para las referencias textuales sigo la edición de Bruno Damiani/Giovanni Allegra (1975).

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Humanismo y negocios en La Lozana Andaluza

119), la plaza de la Rotonda, el templo del Panteón, la tumba de Lucrecia, el obelisco con las
cenizas de Rómulo y Remo, la columna labrada y el Septizonio, el cual se encuentra en la
vertiente sur del monte Palatino (Delicado 1975: 149-150).
Instalada en Roma, Lozana, quien en sus momentos mezcla placer y negocios ameniza
fiestas y veladas culturales, ya intuimos que esta cortesana andaluza disfruta de esas reuniones
donde se recita poesía, se baila, se canta y se leen textos en voz alta. En el mamotreto XXIV,
Lozana encuentra a Sietecoñicos (Settefichette), extraño personaje invertido, cantante, músico y
bailador que invita a su casa para amenizar las veladas poéticas, permitiéndole interpretar
melodías a la moda como Vayondina, Bartolomé del puerto o Ferreruelo (Delicado 1975:
XLVII, 329-330). A pesar de que la mujer cordobesa no sabe leer, como buena compatriota de
Séneca, Lucano, Marcial y Avicena, le gusta la lectura colectiva. Una invitación de Lozana a
Silvano (el alter ego del autor) evoca una velada llena de emociones furtivas con cenas amenas y
lecturas divertidas.

Silvano. — […] Dame liçençia y mirá quándo mandáys que venga a serviros
Loçana. — Mi señor no sea mañana ni el sábado, que terné priessa, pero sea el domingo a çena,
y todo el lunes, porque quiero que me leáys, vos que tenéys graçia, las Coplas de Fajardo y la
Comedia Tinalaria y a Çelestina, que huelgo de oýr leer estas cosas muncho.
Silvano. — ¿Tiénela vuetra merçed en casa?
Loçana. — Señor, velda aquí, mas no me la leen a mi modo, como haréys vos. Y traé vuestra
vihuela y sonaremos mi pandero. (Delicado 1975: XLVII, 329-330)

El lector, intrigado, constata que todas las obras escogidas se orientan hacia la
prostitución y le pide a Silvano que traiga su vihuela para acoplarla con el pandero de la
andaluza3. Gracias a los trabajos de Claude Allaigre, conocemos las posibilidades metafóricas en
anatomía humana de los términos vihuela (mentula) y pandero (cunnus, culus). A pesar de todo,
debemos admitir que Lozana (y muchas otras meretrices) tenía la intención de aprender a leer ya
que veía en esa práctica intelectual una fuente de saber y de ingresos, una forma de ampliar su
conocimiento y un factor de emancipación individual. Por tal razón no dirá: “querría entender lo
que leo” sino más bien “querría leer lo que entiendo” (Delicado 1975: LXII, 404).
La cortesana romana se define mediante su tren de vida burgués, su cultura y sus modales.
Es adinerada, lleva una vida muy lujosa gracias a los regalos de sus patronos y se entretiene en
salones culturales como las damas de la nobleza. El desarrollo de las cortes, la multiplicación de
los cenáculos y las fiestas mundanas acentúan la convivencia urbana. Presenciamos una
valoración de la condición femenina en la medida en que la mujer no es un objeto de conquista
sino el centro y el elemento motor de una vida social compleja con fiestas, bailes, juegos y justas.
La individualidad femenina se convierte no sólo en el polo de atracción de todos los solteros,
prelados, negociantes u otros eruditos y poetas que buscan celebrar a una dama sino que llega a
ser la fuente principal de la vida mundana. Las cortesanas son las principales beneficiarias del
cambio de mentalidad durante el Renacimiento italiano.
La valorización de la mujer no viene únicamente de su conocimiento de la cultura
humanista, sino que aumenta sensiblemente con la apertura de la economía hacia el mundo de los
negocios del cual una mujer como Lozana no se siente totalmente excluida. Antes de que llegara
a la Ciudad Eterna, Lozana se iniciaba y se sensibilizaba, en su Andalucía natal, al mundo de las

3
No faltan en el texto las alusiones directas a la prisión de amor así como a Celestina: “Cavallero. –Monseñor, ésta es Cárcel de
Amor, aquí ydolatró Calisto, aquí no se estima Melibea, aquí poco vale Celestina” (Delicado 1975: XXXVI, 274).

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transacciones múltiples ya que tenía “ingenio y memoria y vivez grande” (Delicado 1975: I, 78).
Si muchas de aquellas transacciones eran orientadas hacia la prostitución, no cabe duda de que la
niña Aldonza vigilaba sus “negocios” (Delicado 1975: 176) y que, en materia de gastronomía
hispano-arábiga, había adquirido, gracias a su abuela, una vasta experiencia culinaria que la
cordobesa iba a complementar con los viajes marítimos por el Mediterráneo con su marido
Diomedes, el “Mercader italiano” (Joly 1989: 125-133 / Fourquet-Reed 2004). Aldonza visita las
grandes ciudades portuarias, entrecruces estratégicos de las transacciones de una economía libre
emergente. Después de observar a Diomedes en sus negocios por los puertos e islas del
Mediterráneo oriental, Lozana se refugia en Liorna y Génova, centros de actividades marítimas
intercontinentales y de importantes comunidades judías, antes de establecerse en Roma
determinada a prosperar en sus “oficios”, pero también dispuesta a beneficiar de todas las
comodidades y oportunidades económicas que ofrece la Urbe.
Pues, la Roma que Lozana va a descubrir desde el mamotreto V hasta el LXVI es una
città aperta, permisiva, polifónica, donde cada uno se las agencia a su manera para sobrevivir,
enriquecerse, medrar, relacionarse y jugar “il gioco delle parti” o, dicho de otra manera, adoptar
una máscara que convenga mejor a sus funciones comerciales4. Lo que va a desarrollar Lozana en
la corte papal es una suerte de empresa comercial con creación de una compañía, en la cual la
principal y única inversión y capitalización no es solamente su cuerpo. La ciudad se presta
maravillosamente a las intenciones de la atrevida andaluza: lugar internacional y cosmopolita por
excelencia. Se nota en la Urbe la representación de las grandes potencias europeas con sus
cardenales, embajadores y artistas.
Ni que decir tiene que lo que le interesa a Delicado es ofrecer al lector un retrato de lo que
en Roma passava, es decir, la evocación, las impresiones, el ambiente de una ciudad que sirva de
marco al texto y de escenario al teatro de su novela dialogada donde los personajes puedan
desenvolverse y deambular a su aire (Imperiale 1999: 87-120).
Lozana, frenética y petulante, visita las ferias, los mercados, y las estufas5 de los
hospitales y de la judería. Empieza asimismo a vivir en contacto con las grandes concentraciones
humanas, ricas en localismos y conversaciones animadas, cuya cadencia sigue el compás de las
fiestas, las ventas, los negocios, los escarnios y las estafas6. Rampín no descuida el hecho de
comunicar a Lozana que en el mamotreto XII se encuentran paseando por los banqueros donde
“se venden munchas cosas y lo mejor que en Roma y fuera de Roma naçe se trae aquí” (Delicado
1975: XII, 119). El pícaro romano sigue enseñando a Lozana lo que pueden comprar, vender y

4
Del texto delicadiano emerge una serie de testimonios que nos permiten calibrar apreciativamente una interacción turbia, que se
refiere antes todo a la inobservancia de los votos de castidad y de caridad. Entre los numerosos ejemplos, hemos seleccionado los
siguientes: “Trigo. Por el Dio, que un frayle me prometió de venilla a ver, y es procurador del convento, y sale de noche con
cabellera. Y mira que os proveerá a la mañana de pan e vino y a la noche de carne y las otras cosas; todo lo toma a taja, y no le
cuesta sino que vos vays al horno y al rregatón y al carnicero, y assi de las otras cosas, salvo de la fruta” (Delicado 1975: XXII,
196); “Cómo fue la Loçana en casa d'esta cortesana, y halló allí un canónigo, su mayordomo, que la empreñó” (Delicado 1975:
XXIII: 198); “Granadina. Señora Loçana, mira que las amigas avéys de ganar, que estáys preñada y todo será menester, y quanto
más, que a mi hija no le cuesta sino demandallo, y tal buelta se entra ella misma en la guardarropa de monseñor, y toma lo que
quiere y enbía a casa que, como dizen: más tira coño que soga. Estos dos son agua de ángeles y éste es azahar, y este cofín son
dátiles, y ésta toda es llena de confición, todo venido de Valencia, que se lo enbía la madre de monseñor” (Delicado 1975: XXIX,
236); “Malsín […] Allá va la puta Loçana; ella nos dará que hazer oy. ¿Veys, no lo digo yo? Monseñor quiere cavalgar. Para
putas sobra caridad; si fuera un pobre, no fuéramos hasta después de comer” (Delicado 1975: XXXII, 250).
5
Se percibe, ostensiblemente, la animación que reina en los establecimientos termales o estufas a través de los gestos,
movimientos y parlamentos de los personajes (Delicado 1975: XIII, 135).
6
Véase el mamotreto XLIX entre otros en el cual Hergeto y su señor se burlan abiertamente de Lozana aprovechándose de sus
favores sin tener que remunerarle.

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trocar en Campo de Flor, verdadero centro vital de la ciudad, pulmón de la vida económica7. Nos
encontramos en el punto de atracción que imanta a los que acaban de llegar, así como a las
prostitutas y a todo un mundo plebeyo de letrados, histriones, bufones, cortesanos, peregrinos,
especuladores y negociantes de toda índole que forman, según Benedetto Croce, “un vivacissimo
quadro di costumi, di ambiente italiano” (Croce 1917: 16666). Rampín pasea por la ciudad
enseñándole a la Lozana los puntos más atractivos: “Rampín. –Este es Campo de Flor, aquí es en
medio de la ciudad. Estos son charlatanes, sacamuelas y gastapotras que engañan a los villanos y
a los que son nuevamente venidos, que aquí los llaman bisoños” (Delicado 1975: XV, 154).
A medida que el lector se familiariza con aquellos lugares y ambientes populacheros, se
sensibiliza a la atmósfera que empapa todo el relato. Delicado transcribe en su novela los gritos
de la calle, el movimiento, la agitación, el tumulto, la algarabía que caracteriza el aspecto
genérico de algunos lugares propicios a las grandes concentraciones demográficas tales como
desfiles y procesiones (Delicado 1975: VI, 96), celebraciones (Delicado 1975: XIII, 136) y
negocios clandestinos (Delicado 1975: XVI).
En su pasaje de niña a mujer, marcado, precisamente, por el itinerario Córdoba-Roma,
Lozana toma conciencia de su nueva individualidad social y rechaza por completo su condición
de mujer avasallada. La conjunción narrador-protagonista que aparece en el binomio Delicado-
Lozana nos hará apreciar la evolución interior de una voluntad eminentemente femenina en la
que ésta se percata y adquiere pleno conocimiento de su papel único en el seno de la sociedad
ibero-romana. A partir del quinto mamotreto, ya no habla Lozana como hablaba Aldonza. Ella se
muda a Roma con una experiencia y un saber poco usuales para una mujer de su humilde
condición. Además, al convivir con las comunidades portuguesas, catalanas, árabes y judías,
aprendió los secretos de los cosméticos, del disfraz y cómo aliviar los achaques de la sífilis.
A raíz de la breve estancia en casa de Jumilla, Lozana y Rampín empiezan el recorrido
por la ciudad. El primer edificio que llama la atención de Rampín es la Ceca (la Zecca, 119), es
decir, la planta donde se emite la moneda. Conviene saber que detrás del sentido más común de
Zecca se esconde otro menos usual pero más pertinente para la comprensión de esta novela8, el
lector hispano-romano salta naturalmente de la primera acepción de Ceca (palacio de la moneda),
a la segunda: la “zecca”, que es la garrapata o pulga humana: “Correntemente ciascuno dei
piccoli acari che si fissano sulla pelle di uomini o animali, da cui succhiano sangue, trasmettendo
malattie”9. La garrapata, llamada también ladilla, o pulga humana, es el parásito por definición:

7
Sabemos que en los días de Delicado existía en Roma una plaza llamada Campo dei Fiori Sin embargo, me parece que el auctor
no tarda en entroncar la toponimia de los lugares romanos con el propósito central de su narración: el erotismo burlesco. A un
nivel simbólico Campo de Flor se relaciona con el cunnus de Lozana, de hecho ella dirá a Rampín: “Vos me avés llevado la flor”
(Delicado 1975: XV, 151). La connotación sexual de flor era muy convencional en el siglo XVI. En un “sogne hereux et divin” de
Jean Francois de Baif, leemos, por ejemplo: “J'enserray bras à bras nu à nu ma maistresse, / Ma jambe avec sa jambe hereux
j'entortillay, / Sa bouche avec ma bouche à souhet je mouillay, / Cueillant la douce fleur de sa tendré jeunesse” (Jean Francois de
Baif 1966: 73).
8
He consultado el artículo de Manuel Criado de Val, Antífrasis y contaminaciones de sentido erótico en “La Lozana Andaluza”,
y no he obtenido ninguna indicación acerca del vocablo ceca (Manuel Criado de Val, Diccionario de español equívoco). Tampoco
en las ediciones del texto primario.
9
“Zecca: XV secolo; un àcaro, l'ixodes ricinus; già nel Burchiello in senso traslato, passato in qualche dialetto ad indicare altri
insetti. Di qui il toscano zeccola o lappola e l'umbro zecca dal germ. occ. tikko; vedi il francese tique (inglese: tick)” (Dizionario
Etimologico Italiano). A propòsito de Domenico di Giovanni, il Burchiello (1404-1449) es notable revelar lo que escribe Natalino
Sapegno: “II Burchiello, il barbiere fiorentino, è rimasto famoso soprattutto per certi suoi sonetti, oggi più o meno inintelliggibili,
sia perché dettati in un linguaggio furbesco e con allusioni oscure a fatti e persone del suo tempo e dal suo ambiente, sia perché,
come talora accade si riducono ad un'accozzaglia di parole senza nesso e senza senso, in cui per altro non è escluso si nasconda un
bizzarro proposito di satira letteraria: e questa è una maniera che ebbe purtroppo numerosi e facili seguaci. Ma del Burchiello
sono anche altri sonetti di scherzo e di riflessione animati da una vena di comicità fantasiosa e bizzarra; rime politiche contro i

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animal que chupa la sangre, se adquiere por contacto sexual y se aloja ordinariamente en las
partes velludas, en particular en la región púbica.
Estos síntomas nos hacen pensar, desde una dimensión fisiológica, en el crecimiento del
sistema piloso de las mujeres, puesto que las tenazuelas (Delicado 1975: LXVI, 416) de Lozana
servían para quitar las cejas y para reducir el vello superfluo de las cortesanas. Lozana va a ser
una digna émula de Celestina, se convertirá ella también en puta vieja y barbuda10, como ya se le
ha ocurrido a Divicia, puesto que Sagüeso se lo señala: “Agora está vuestra merced en la
adolescencia, que es quando apuntan las barvas, que en vuestra puericia otrie gozó de vos, y
agora vos de nos” (Delicado 1975: LIII, 352).
En la relación que evoca Ceca y zecca pensamos inmediatamente en una concatenación de
elementos: Rampín, el proxeneta-parásito por excelencia, vive a costa de la Lozana (aux
crochets, dirían los franceses), quien a su vez vive a costa de cortesanos, cortesanas, medianeras
y patrocinadores en general, los cuales se aprovechan de la posición que ocupan y de la
influencia que ejercen para vivir como gorrones en casa de ricos mercaderes y poderosas familias
relacionadas con la llamada aristocracia negra de la curia vaticana. Dicha aristocracia vive
igualmente a costa de la Iglesia. Una vez visitada la Ceca, Lozana y Rampín cruzan la “Via dei
Banchi”, es decir de “los vanqueros” (Delicado 1975: XII, 119). Dicha arteria se relaciona
también con el palacio de la Ceca.
El mamotreto XV es muy representativo de los negocios furtivos que crea la comunidad
hispano-romana. Después de pasar la primera noche juntos en casa de una tía de Rampín, los
enamorados se encaminan hacia su próxima etapa: la judería. Sin embargo, antes de llegar a su
destino, estando ya en la aduana, Rampín cree propicio enseñar a Lozana “una casa que se
alquila”. De repente, Rampín se nos revela experto contador en equivalencia monetaria: “[El
alojamiento] tiene una cámara y una saleta, y paga diez ducados de carlines al año, que son siete
y medio de oro, y ella le pagaba de tres en tres meses, que serien veinte e cinco carlines por tres
meses” (Delicado 1975: XV, 240)11. También nos informa el pícaro Rampín acerca de Plaza
Nagona (Navona), centro de mercado semanal:

[…] y si venís el miércoles veréis el mercado que quizá desde que nacistes, no habés visto
mejor orden en todas las cosas. Y mira que es lo que queréis que no falta nada de cuantas cosas
nacen en la tierra y en el agua, y cuantas cosas se pueden pensar que sean menester,
abundantemente, como en Venecia y como cualquier tierra de acarreo. (Delicado 1975: XV, p.
241)

Medici (che gli procurarono nel '34 l'esilio); e le solite pitture tra il triste e il faceto, di una vita povera disordinata e vagabonda”
(Natalino Sapegno 1941: 285). No hemos podido encontrar ningún documento para averiguar si Delicado había leído a
Burchiello, aunque existan muchas analogías en la vida y la obra de Delicado que recuerdan las del barbero florentino exilado.
Véase igualmente lo que expresa Jacques Joset al respecto (Joset 2000: 351-359).
10
El nombre Vellida, nombre que adoptará la Lozana después de su estancia romana, encierra dos ideas: la de velluda y la de
viejita (Allaigre 1980: 270-275).
11
El lector observa precisamente cómo el dinero circula dentro de un sistema económico fundado en las transacciones financieras.
A menudo se hace referencia en las conversaciones a monedas, precios, compras, ventas a plazos (“tomar fiado”, Delicado 1975:
XVI, 162), corretajes (Delicado 1975: XVI, 161) y regateos (Delicado 1975: XVI, 161-162), propinas (“aguinaldo y mancha” –
Delicado 1975: XIII, 135). Recordaremos la venta del anillo de Lozana por tres ducados (Delicado 1975: XVI), del forçel de
Trigo (“diez y ocho carlines” –Delicado 1975: XVI, 163). En “Campo de Flor” están los “charlatanes, sacamuelas y gastapotras”
que venden “raíces” por un “bayoque, que es quatro quatrines” (Delicado 1975: XV, 154). Rampín quiere comprar berenjenas por
“un grosso” (Delicado 1975: XXXI, 246).

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Desde el momento en que Trigo, corredor de bienes raíces, al cual Lozana tuvo que
pagarle su “corretaje” (Delicado 1975: XVI, 248)12, le alquiló “una cámara y una saleta” por el
sector de la Aduana, Lozana pone sus ganancias a evolucionar, y puede prosperar durante
muchos años. A partir de la segunda parte de la novela (mamotretos XXIV-XL) el lector percibe
cómo Lozana multiplica sus tratos, negocios y préstamos (Delicado 1975: XXXV, 345), se
relaciona con muchísimos hispano-romanos y “responde a cuantos la llaman” (Delicado 1975:
XXVI, 303) incluyendo caballeros y embajadores. El compañero del autor esboza un retrato muy
fidedigno de las facultades financieras y económicas de Lozana:

[…] tiene ésta [Lozana] la mejor vida de mujer que sea en Roma [... ]Y ella tiene su casa por sí,
y cuanto le dan lo envía a su casa con un mozoque tiene, y siempre se le pega a él y ella lo mal
alzado de modo que se saben remediar. Yésta hace embajadas, y mete de su casa muncho
almacén, y sábele dar la maña, y siempre es llamada señora Lozana […] y a todos promete y
certifica, y hace que tengan esperanza, aunque no la haya. (Delicado 1975: XXIV, 291)

Entendemos que Lozana posee una capacidad poco usual en el arte de apreciar y
“calibrar” a los hombres; ella agudizó ese don natural en su “aprendizaje” de la prostitución
marítima, valiéndose de la mera observación. Además, el narrador nos informa acerca de la
técnica que usará Lozana al vivir en Roma:

Y como ella tenía gran ver e ingenio diabólico y gran conoscer, y en ver un ombre sabía quanto
valía y qué tenía, y qué la podía dar, y qué la podía ella sacar. Y mirava también cómo hazían
aquellas que entonces heran en la cibdad, y notava lo que le parescía a ella que le avía de
aprovechar, para ser siempre libre y no sujeta a ninguno, como después veremos. (Delicado
1975: V, 93)

He ahí la nueva filosofía existencial de la inmigrada andaluza: quiere vivir libre a


expensas de otros; someter a los demás a su dominio y voluntad, ganar dinero y recompensas sin
cansarse demasiado. En una ciudad como Roma se acabaron los antiguos días de patética
nostalgia y sentimentalismo pueril: en la ciudad eterna todo se compra y todo se negocia. Como
centro financiero y bancario la Urbe ostenta un fluir de dinero que Lozana evoca en sus propios
términos: “Qué pensáis observa una cordobesa que estáis en Granada do se hace por amor?
Señora aquí a peso de dineros, daca y toma, y como dicen el molino andando gana, que guayas
tiene quien no puede” (Delicado 1975: XXIX, 237).
Roma ofrece a Lozana una autonomía de la cual nunca había gozado anteriormente.
Siempre iba acompañada, controlada y explotada por alguien (madre, padre, abuela, tía y
marido). Al residir en la ciudad papal, Lozana asume el control de la situación y declara a
Rampín: “de aquí adelante que sé como se baten las calderas, no quiero de noche que ninguno
duerma comigo sino vos, y de día comer de todo, y désta manera engordaré, y vos procurá de
arcarme la lana si queréis que texca cintas de cuero” (Delicado 1975: XXII, 195). No hay
ambigüedad sobre la nueva actitud de esta mujer, en lo que se refiere a la autonomía y libertad de

12
Entre los negocios diarios que se llevan a cabo en la Urbe recordemos la escena en casa de Trigo. Éste alquila muebles y
accesorios a Lozana y Rampín para que puedan instalarse en la saleta alquilada:
Trigo. Tina! Tina! Ven abaxo, daca un coxín para esta señora, y apareja que coman algo de bueno!
Trigo. Tina! Apareja un almofrex o matalaçe y un xergón linpio y essa silla pintada y aquel forçel.
Trigo. Bueno, ansí goçen de vos; pues no tardéys, que yo la pagaré. Y esta escoba para linpialla con buena
manderecha (Delicado 1975: XVI, passim).

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su cuerpo. Además, su voluntad de dominio queda patente, la proliferación de imperativos


subraya su voluntad de mandar y manipular:

Pues vení acá que eso mismo quiero yo, que vos estéis comigo. Mira que yo no tengo marido ni
péname el amor, y de aquí os digo que os terné vestido y harto como barba de rey. Y no quiero
que fatiguéis, sino que os hagáis sordo y bobo, y calléis aunque yo os riña y os trate de mozo,
que vos llevaréis lo mejor, y yo lo ganaré sabeldo vos guardar, y veréis si habremos menester a
nadie. (Delicado 1975: XV, 150)

¿Dónde está la Aldonza de antaño? Dónde quedó el tono de voz melifluo de la niña
humilde que otrora le susurraba a Diomedes: “Mi señor, yo iré de muy buena voluntad donde
vos, mi señor, me mandáredes […] y por esto os demando de merced que dispongáis de mí a
vuestro talento, que yo tengo siempre de obedecer” (Delicado 1975: IV, 91). Lozana valora tanto
el potencial que genera su cuerpo como el capital financiero que le puede devengar su estadía
romana. La cordobesa es la mujer maravilla, negociante, determinada, robusta y oportunista que
vive con coherencia una determinada situación histórica. La andaluza intuye todas las
posibilidades de lucro y prosperidad que le ofrece la corte de los papas. En aquella atmósfera de
alegre ambivalencia carnavalesca se desenvuelve Lozana, una mujer sin complejos, sin
escrúpulos de conciencia, totalmente desenfadada, quien, como su padre espiritual, el vicario
cordobés, había encontrado en Roma una dimensión existencial y un ritmo de vida ignorado hasta
entonces. Demostrada la evolución psicológica del personaje, y su crecimiento “intelectual” a lo
largo de sus peripecias mediterráneas, al propio tiempo, se ha podido ver el desarrollo social
experimentado por Lozana. Aunque haya vivido en su España natal, bajo la explotación abusiva
de su parentela, Lozana en Roma, toma conciencia, en cambio, del potencial acumulado como
mujer independiente, dueña de un cuerpo que la lleva a ejercer una determinada función y que le
permite aventurarse a todos los niveles sociales.
En una sociedad cortesana donde los humanistas y los mercaderes están más que nunca de
moda, las más astutas de esas mujeres han sabido ocupar un puesto privilegiado gracias a esta
adquisición y asimilación de un saber pseudo-intelectual así como de unas prácticas de negocios.
Ciertas cortesanas logran tomar el puesto dejado vacío por muchas honestas doncellas que
quedan enclaustradas hasta sus bodas. Inspiradoras de artistas e intelectuales, bellas admiradoras
de Petrarca y otros afamados poetas, anfitrionas amenas y cultas, instrumentistas y poetisas en
sus momentos, las meretrices romanas se convertirán en catalizadores de la tímida emancipación
de la mujer que se perfila en el rastro del pensamiento humanista. Gracias a ellas el ente
femenino ocupa en el seno de la literatura un puesto sin precedente. Las prostitutas son o bien
simplemente evocadas, o bien ensalzadas o, por el contrario, abocadas a todos los tormentos del
infierno, pero son muy pocas veces ausentes de esa nueva sociedad. Y esta presencia casi
constante tanto en las letras como en los negocios contribuyó al nacimiento del mito del
Renacimiento como la Edad de Oro de las cortesanas.

Bibliografía

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Humanismo y negocios en La Lozana Andaluza

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