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GENESIS 1: La Creación

La palabra “Génesis” significa: origen, inicio.


En hebreo, el libro de Génesis se conoce como “Bereshit”, que
literalmente significa: “En el principio”.  El título viene de las primeras
palabras del libro.
(Génesis 1:1)  En el principio creó Dios los cielos y la tierra.

El tema general del libro es: el origen de la humanidad, al igual que


el origen del pueblo de Dios, Israel.
No es casualidad que la Biblia comience así.  No sólo se trata de
comenzar “por el principio”, sino porque es necesario saber de
dónde venimos, pues esto nos da identidad.  
Si sabemos de dónde venimos…sabremos quiénes somos. 
Si sabemos quiénes somos…sabremos hacia dónde vamos.

LA CREACIÓN
La Biblia claramente nos dice que la existencia del hombre y de todo
lo que hay en la Tierra, y en el universo, no es producto de un
accidente ni es una casualidad.  Fuimos creados por Dios, y fuimos
hechos con un propósito. 

El primer capítulo de Génesis describe cuál fue el proceso de la


creación:

Día 1:             la Luz (1:1-5) 


Día 2:             Separó las aguas de las aguas (1:6-8)  
Día 3:             Tierra Seca y Vegetación (1:9-13)
Día 4:             las Lumbreras (1:14-19)  
Día 5:             Animales: peces y aves (1:20-23)
Día 6:             el Ser Humano (1:24-31)

LA LUZ
Lo primero que Dios hizo en la Tierra fue traer luz, ya que ésta
estaba desordenada, vacía y en tinieblas.
 (Gen. 1:3-4)  Entonces dijo Dios: Sea la luz. Y hubo luz.  (4)  Y vio
Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
Esta luz (heb. Ohr) no era la del sol ni la luna, ya que éstos fueron
creados en el 4° día.  Entonces, ¿cuál era esa “LUZ”?  Juan lo
señala claramente:
(Juan 1:1-5)  En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y
el Verbo era Dios.  Este era en el principio con Dios.  Todas las
cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho,
fue hecho.  En él estaba la VIDA, y la vida era la LUZ de los
hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no
prevalecieron contra ella. 

Sabemos que el “VERBO” es Jesús (heb. Yeshua).  Él ha estado


desde el principio, y participó en la creación, porque Él es Dios.  La
vida salió de Jesús, y esa vida trae luz que brilla aún más que las
lumbreras.  Es la “luz de la vida”.
(Juan 8:12)  Otra vez Jesús les habló, diciendo:  Yo soy la LUZ del
mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la
luz de la vida. 
(Col. 1:15-18) Cristo es la imagen del Dios invisible, el primogénito
de toda creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, las
que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles;
sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades;
todo fue creado por medio de él y para él.  Y él es antes que todas
las cosas, y todas las cosas en él subsisten. Él es también la cabeza
del cuerpo que es la iglesia, y es el principio, el primogénito de entre
los muertos, para que en todo tenga la preeminencia.

(2 Cor. 4:6)  Porque Dios, que mandó que de las tinieblas


resplandeciese la LUZ, es el que resplandeció en nuestros
corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en
la faz de Jesucristo. 
 (Heb. 1:1-2)

Esta misma luz será la que va a iluminar la Nueva Jerusalén, en el


mundo nuevo, tal como está escrito al final de Apocalipsis.
(Apoc. 22:3-5)  Y ya no habrá más maldición; y el trono de Dios y del
Cordero estará allí, y sus siervos le servirán.  (4)  Ellos verán su
rostro, y su nombre estará en sus frentes.  (5)  Y ya no habrá más
noche, y no tendrán necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol,
porque el Señor Dios los iluminará, y reinarán por los siglos de los
siglos.

La luz del primer día es la Luz espiritual que da vida espiritual, y nos
separa de la oscuridad y el mal.

LOS TIEMPOS DESDE EL PRINCIPIO

La Biblia señala desde el principio que Dios hizo las lumbreras, no


sólo para alumbrar, sino también para marcar los tiempos. 
(Génesis 1:14-15)  Entonces dijo Dios: Haya lumbreras en la
expansión de los cielos para separar el día de la noche, y sean para
señales y para estaciones y para días y para años;  (15)  y sean por
luminarias en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la
tierra. Y fue así.

Las lumbreras no sólo nos ayudan a diferenciar entre día y noche, y


entre las estaciones (primavera, verano, otoño, invierno), sino que
también marcan los tiempos del calendario bíblico. 

La palabra se traduce como “estaciones” en el versículo anterior


(1:14), en hebreo es la palabra “Moedim”, que literalmente significa:
citas o tiempos establecidos.  Es la misma palabra que se utiliza en
Levítico 23 en referencia a las fiestas bíblicas. 

El mes bíblico es determinado por la luna, y da inicio el momento


preciso en que se hace visible una uñita de luna, luego de estar
“escondida” por unos días.  Esto es lo que se conoce en hebreo
como “Rosh Jodesh”, lit. cabeza del mes.   Esto sucede cada 29 ó
30 días, dependiendo del movimiento de la luna.  Si queremos estar
conectados con los tiempos de Dios, debemos estar pendientes de
la luna para ver cuando comienza el mes bíblico.  Ya sabiendo
cuando se marca el inicio del mes, sabremos cuándo caen las fiestas
bíblicas, que se calculan según el calendario bíblico, y no el romano.

Otro dato importante que aprendemos de los tiempos de Dios en


Génesis uno es el inicio del día bíblico.  Hoy en día estamos
acostumbrados a que el día comienza a las 12 am, es decir, a media
noche.  Pero el día bíblico comienza al atardecer (aprox. a las 6
pm).  Así es como Dios lo marcó desde el inicio.
(Génesis 1:5)  Y llamó Dios a la luz día, y a las tinieblas llamó noche.
Y fue la tarde y fue la mañana: un día.

Lo mismo se señala en los demás días: Génesis 1:8, 13, 19, 23, 31.
El día bíblico comienza por la tarde (es decir, la noche, cuando está
oscuro), y le sigue la mañana (el día, cuando hay luz).

GENESIS 1: Creación del Hombre

El ser humano fue la corona de la creación. Todo lo demás fue


creado en preparación para ese momento.
(Génesis 1:26-27) Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra
imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los
peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre
toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra. (27)
Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo
creó; varón y hembra los creó.
A SU IMAGEN
La palabra “imagen” se traduce del hebreo: “Tzelem”, que en
significa: fotocopia, en el hebreo moderno. Viene de la raíz “Tzel”,
que significa: sombra. La palabra “semejanza”, en hebreo es
“Demut”, que significa: molde, forma, semejante.

Fuimos moldeados para ser iguales a Dios…no como dioses, sino


como Su Sombra, haciendo en la Tierra lo que Él hace en el Cielo.
Dios quiere que seamos el reflejo de lo que Él es.
A diferencia del resto de las criaturas vivientes que sólo tienen
cuerpo y alma, el ser humano tiene también “espíritu”. En esto
también se asemeja a Dios. El hombre tiene libre voluntad o
albedrío, que proviene del espíritu, en contraste con los animales
que viven por instinto.

En el concepto de la relación Dios-hombre, hay una marcada


diferencia entre el pensamiento griego y hebreo. La perspectiva
hebrea contempla que el hombre fue creado a la imagen de Dios,
mientras que los griegos hicieron a sus dioses a la imagen del
hombre, plagados con las mismas pasiones y emociones humanas,
pero con “súper-poderes”.
El efecto de ambos pensamientos influye grandemente en la vida
diaria. ¿Vamos a justificar nuestras pasiones, o estaremos
apuntando a ser mejores, procurando ser la imagen de Dios
aquí en la Tierra?

VARÓN Y HEMBRA “LO”CREÓ


Dios creó a Adán como un ser perfecto y completo.
(Génesis 1:27) Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen
de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

Así es como han traducido al español este versículo, pero en


realidad en el hebreo termina diciendo: “LO creó”. Dios formó del
polvo de la Tierra a un ser humano completo, hombre y mujer en
uno, tal como lo explica la tradición judía. Suena extraño, pero no
debería sorprendernos porque luego vemos que la mujer fue sacada
del costado de Adán, y fueron hombre y mujer.
(Génesis 2:21-23) Entonces el SEÑOR Dios hizo caer un sueño
profundo sobre el hombre, y éste se durmió; y Dios tomó una de sus
costillas, y cerró la carne en ese lugar. (22) Y de la costilla que el
SEÑOR Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la trajo al
hombre. (23) Y el hombre dijo: Esta es ahora hueso de mis huesos,
y carne de mi carne; ella será llamada mujer, porque del hombre fue
tomada.
Adán fue formado del polvo de la tierra. “Formar” del hebreo:
“Yatsar” dar forma o moldear, como el alfarero al barro.
(Génesis 2:7) Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo
de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un
ser viviente.
Pero Eva fue sacada del costado del hombre (2:22). Aquí, lo que se
traduce como “formar” en hebreo es: “Baná” que literalmente
significa: edificar o reconstruir.

Cuando Adán vio a Eva, reconoció en ella parte esencial de él, y al


unirse con ella, vuelven a formar un solo ser perfecto y completo.
Eva representa el complemento de Adán, no una competencia. Al
casarse, el hombre y la mujer vuelven a ser uno.
(Génesis 2:24) Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y
se unirá a su mujer, y serán una sola carne.

Y VIO DIOS QUE ERA BUENO


Al estudiar el capítulo uno de Génesis, no podemos pasar por alto
una frase que se repite varias veces: “Vio Dios que era bueno”. Cada
día de la creación, Dios dijo que era bueno lo que había hecho. Sólo
hay un día en que quedó en silencio: el segundo día, cuando separó
las aguas de las aguas. Pero hay otro día que también sobresale: el
sexto día dijo que “muy bueno”.
(Génesis 1:31) Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era
bueno en gran manera. Y fue la tarde y fue la mañana: el sexto día.

Ese fue el día en que Dios creó al hombre.


Sabiendo esto, debe sorprendernos cuando Dios dice en el capítulo
dos: “no es bueno…”, pues contrasta con lo había dicho con
anterioridad.
(Génesis 2:18) Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté
solo; le haré ayuda idónea para él.

Esto lo dijo en el contexto de la tarea que Dios le dio a Adán para


nombrar a los animales. Todos tenían compañía, pero no Adán. Dios
no se había equivocado, porque había hecho a Adán perfecto. Sin
embargo, no era bueno que estuviera solo.

Hay un paralelo de esta historia con la relación entre Dios y el


hombre. Dios es perfecto, y no necesita de nadie. Aun así, creó al
ser humano para hacerle compañía, y nos creó a su imagen y
semejanza. La historia completa de la Biblia apunta a ese día en que
el hombre y Dios se unirán, cuando vengan las Bodas del Cordero y
descienda la Nueva Jerusalén. Seremos uno con Él.

AYUDA IDÓNEA
Dios había dicho que “no era bueno que el hombre esté solo”.
De inmediato Él presentó la solución: “le haré ayuda idónea”.

¿Qué es “ayuda idónea”? Tal vez podríamos pensar que es alguien


que ayude y colabore a alcanzar nuestras metas. En cierta forma sí,
pero no necesariamente como lo imaginamos.

La palabra en hebreo es: “Ezer Neged”


Ezer significa: socorro, ayuda
Neged significa: contraparte, enfrente, en contra o delante de.

Las dos palabras parecerían opuestas, pero juntas forman un


concepto de “diseño divino”. La “ayuda idónea” no es aquella que
hace todo lo que el varón quiere, sino quien le ayuda a ser quien
debe ser. Si él esta en el camino derecho, se para a su lado, pero si
se desvía, se para enfrente, en contra, como una cuña, para
enderezarle.

PRIMERA BENDICIÓN
¿Alguna vez se han preguntado cuáles fueron las primeras palabras
que Dios habló al hombre? Seguramente eran de gran importancia.

En el primer capítulo de Génesis encontramos escritas esas


primeras palabras:
(Génesis 1:27-28) Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a
imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (28) Y los bendijo
Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y
sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves
del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.

Las primeras palabras de Dios fueron una bendición.


La bendición fue darles la capacidad de ser fructíferos. Esto no sólo
se refiere a la “procreación y multiplicación de la raza humana”, sino
a la bendición de ser productivos en todo.

Bíblicamente, el trabajo no es una “maldición”, sino una BENDICIÓN.


La maldición, consecuencia del pecado, (cap. 3) no es el trabajo en
sí, sino la labor con esfuerzo que cuesta que produzca fruto (trabajo
improductivo).

Es una bendición cuando trabajamos y producimos fruto. Para


eso fuimos creados. Por ello, uno de los problemas sociales más
fuertes y dolorosos es el desempleo. Pero cuando un hombre trabaja
y es productivo, se siente realizado, porque está cumpliendo su
misión en la Tierra.

Además de la bendición del trabajo, Dios puso al hombre a cargo de


toda la Tierra. Dios nos dio la capacidad de utilizar todos los recursos
del planeta. Pero no debemos olvidar que todo lo que existe es de
Dios, y el hombre es simplemente el mayordomo del mundo, y
daremos cuentas de lo que hagamos.

Luego de explicarle al hombre su misión en la Tierra, le instruyó con


respecto a su dieta:
(Génesis 1:29) Y dijo Dios: He aquí, yo os he dado toda planta que
da semilla que hay en la superficie de toda la tierra, y todo árbol que
tiene fruto que da semilla; esto os servirá de alimento. (30) Y a toda
bestia de la tierra, a toda ave de los cielos y a todo lo que se mueve
sobre la tierra, y que tiene vida, les he dado toda planta verde para
alimento. Y fue así.
Sí, la dieta original era vegetariana. No fue sino hasta después del
Diluvio que Dios le permitió al hombre comer carne.
(Génesis 9:1-7) Y bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Sed
fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra. (2) Y el temor y el terror de
vosotros estarán sobre todos los animales de la tierra, y sobre todas
las aves del cielo, y en todo lo que se arrastra sobre el suelo, y en
todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados. (3) Todo
lo que se mueve y tiene vida os será para alimento: todo os lo doy
como os di la hierba verde. (4) Pero carne con su vida, es decir, con
su sangre, no comeréis. (5) Y ciertamente pediré cuenta de la
sangre de vuestras vidas; de todo animal la demandaré. Y de todo
hombre, del hermano de todo hombre demandaré la vida del
hombre. (6) El que derrame sangre de hombre, por el hombre su
sangre será derramada, porque a imagen de Dios hizo El al hombre.
(7) En cuanto a vosotros, sed fecundos y multiplicaos; poblad en
abundancia la tierra y multiplicaos en ella.
Después del Diluvio, Dios volvió a bendecir a la humanidad de la
misma forma que lo hizo con Adán. Se les dijo que debían ser
productivos y ser los guardianes de la Tierra. La única diferencia fue
el cambio de dieta: se les autorizó comer carne, pero sin sangre.

GENESIS 2: En el Séptimo Día

DÍA DE REPOSO
Luego de haber creado todo, la Biblia dice que Dios “reposó”.
(Génesis 2:1-2) Y fueron acabados los cielos y la tierra, y todo el
ejército de ellos. (2) Y acabó Dios en el séptimo día su obra que
había hecho, y reposó en el séptimo día de toda su obra que había
hecho.

¿Acaso Dios estaba cansado luego de haber creado todo? Sabemos


que no es así.
(Isaías 40:26-31)  Alzad a lo alto vuestros ojos y ved quién ha
creado estos astros : el que hace salir en orden a su ejército, y a
todos llama por su nombre. Por la grandeza de su fuerza y la
fortaleza de su poder no falta ni uno. (27) ¿Por qué dices, Jacob, y
afirmas, Israel: Escondido está mi camino del SEÑOR, y mi derecho
pasa inadvertido a mi Dios? (28) ¿Acaso no lo sabes? ¿Es que no lo
has oído? El Dios eterno, el SEÑOR, el creador de los confines de la
tierra no se fatiga ni se cansa. Su entendimiento es inescrutable.
(29) El da fuerzas al fatigado, y al que no tiene fuerzas, aumenta el
vigor. (30) Aun los mancebos se fatigan y se cansan, y los jóvenes
tropiezan y vacilan, (31) pero los que esperan en el SEÑOR
renovarán sus fuerzas; se remontarán con alas como las águilas,
correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.
Dios no reposó porque estuviera cansado, sino porque la obra que
se propuso hacer ya estaba completa. Ya no había nada más que
agregar. Todo estaba perfecto tal como lo había hecho.

La obra “completa” de Dios va más allá de lo que nos imaginamos.


Dios no sólo acabó de crear lo pasado, sino que también el futuro.
Tal vez a nosotros nos cueste entender esto, porque estamos
limitados por el tiempo, pero Dios no lo está. Él trasciende el tiempo,
y todo lo que hace es eterno. Para Él, el futuro ya está hecho.

No es casualidad que en la Biblia hay un gran paralelo entre Génesis


y Apocalipsis. Donde comenzamos, allí terminamos. Desde el
principio, Dios no sólo creó lo que era en ese momento, sino también
lo que será. Por eso, cuando acabó Su obra, Él reposó. No había
nada más que hacer. Todo estaba hecho. Desde el principio, Dios
diseñó el final de los tiempos, y todo lo que sucede en medio.
Dios no se ha desentendido del mundo. Él está en control de todo.
Qué tranquilidad debería traernos saber que Dios hizo su obra
perfecta, y que la terminará. ¿Qué mejor reposo podemos tener al
saber que Dios está en control?
(Salmo 138:8)  El SEÑOR cumplirá su propósito en mí; eterna, oh
SEÑOR, es tu misericordia; no abandones las obras de tus manos.

(Filipenses 1:6) …estando convencido precisamente de esto: que el


que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el
día de Cristo Jesús.

DÍA BENDITO Y SANTIFICADO


Desde esa primera semana de la creación, Dios bendijo el séptimo
día y lo santificó.
(Génesis 2:3) Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en
él reposó de toda su obra que Dios había creado y hecho.
“Santificar” significa: apartar.  Dios apartó el sábado para un uso
especial.
(Levítico 23:2-3)  Habla a los hijos de Israel y diles: "Las fiestas
señaladas del SEÑOR, que vosotros habréis de proclamar como
santas convocaciones, son éstas:  (3)  "Seis días se trabajará, pero
el séptimo día será día de completo reposo, santa convocación en
que no haréis trabajo alguno; es día de reposo al SEÑOR
dondequiera que habitéis.

El Shabat es una cita divina que Dios estableció con Su Pueblo.  Es
un día que Dios escogió para conectar con sus hijos.  Es un día de
puertas abiertas que conectan la Tierra con el Cielo (Eze. 46:1).

Para nosotros debería ser un día especial.  Luego de cumplir con


nuestro trabajo semanal, debemos detenernos y reconocer que no
es nuestra obra no sería nada sin Dios;  Él es quien está en control
de todo.  La obra que Dios comenzó desde el inicio de la creación, la
acabará y se hará manifiesta en nuestras vidas.   ¡Qué reposo
encontramos al saber esto!

Es curioso que tanta gente se resista a la idea del “Reposo”.  Lo


perciben como una “limitación”, en lugar del alivio que está diseñado
a traer.  Tal vez la razón profunda del rechazo al “Shabat” se debe a
que la gente no quiere ceder el control; quieren seguir haciendo su
obra y depender de ella, en lugar de soltar, confiar en Dios, y reposar
en Él. 

El Shabat no es una limitación, sino un reposo.  Por eso Jesús dijo:


(Marcos 2:27)  El día de reposo se hizo para el hombre, y no el
hombre para el día de reposo.
Vimos que el trabajo es una bendición que Dios dio al hombre;
fuimos diseñados para ser productivos.  Pero al final de la semana
debemos detenernos y reconocer que nuestra obra no sería nada sin
Dios.  Nosotros no estamos en control, sino es Dios. 
(Éxodo 20:8-11)  Acuérdate del día de reposo para santificarlo.  (9) 
Seis días trabajarás y harás toda tu obra,  (10)  mas el séptimo día
es día de reposo para el SEÑOR tu Dios; no harás en él obra
alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado,
ni el extranjero que está contigo.  (11)  Porque en seis días hizo el
SEÑOR los cielos y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay, y
reposó en el séptimo día; por tanto, el SEÑOR bendijo el día de
reposo y lo santificó.

Reposamos sabiendo que Dios está en control, y la obra que


empezó…la terminará. 
GENESIS 2: Dos Árboles en el Jardín

Cuando Dios creó al ser humano, no lo puso en cualquier lugar.  Él


preparó un lugar especial para el hombre.
(Génesis 2:7-8)  Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo
de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un
ser viviente.  (8)  Y plantó el SEÑOR Dios un huerto hacia el oriente,
en Edén; y puso allí al hombre que había formado.

 
Ese lugar especial se conoce como “el Jardín del Edén”.  ¿Qué
había en ese Jardín?
(Génesis 2:9)  Y el SEÑOR Dios hizo brotar de la tierra todo árbol
agradable a la vista y bueno para comer; asimismo, en medio del
huerto, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del
mal.

(Génesis 2:15)  Entonces el SEÑOR Dios tomó al hombre y lo puso


en el huerto del Edén, para que lo cultivara y lo cuidara. 

Dios no puso al hombre en un vacío, sino en un lugar especial. 


Ahora, el hombre debía cuidar de él y mantenerlo.  Muchos de esos
árboles producían frutos comestibles, y el hombre podía comer de
cualquiera de ellos…excepto de uno.

(Génesis 2:16-17)  Y ordenó el SEÑOR Dios al hombre, diciendo: De


todo árbol del huerto podrás comer,  (17)  pero del árbol del
conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él
comas, ciertamente morirás.

DOS ÁRBOLES
En el centro del Jardín había dos árboles:
a.  el Árbol de la Vida
b.  el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal

Éstos eran plantas físicas, pero también representan dos conceptos


espirituales.  Veamos lo que éstos simbolizan:

a.  Árbol de la Vida


En Proverbios está escrito lo que representa este “Árbol de Vida”
(heb. etz chayim):
(Proverbios 3:1,18)  Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón
guarde mis mandamientos. ... Ella es el árbol de vida a los que de
ella echan mano, y bienaventurados son los que la retienen.

El Árbol de la Vida era la Torá.  Es la fuente de sabiduría, que nos


revela lo que está bien o mal según el orden de Dios.

Se hace referencia al “Árbol de Vida” en el principio de la Biblia


(Gen. 2:9), en medio (Prov. 3:18), y también al final. 
(Apocalipsis 22:1-2)  Y me mostró un río de agua de vida,
resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del
Cordero,  (2)  en medio de la calle de la ciudad. Y a cada lado del río
estaba el árbol de la vida, que produce doce clases de  fruto, dando
su fruto cada mes; y las hojas del árbol eran para sanidad de las
naciones.
Este Árbol de Vida volverá a estar entre nosotros, en la Nueva
Jerusalén.  Sus hojas son la sanidad para las naciones.  Ya no habrá
más corrupción ni injusticia, porque los hombres vivirán como Dios
manda, siguiendo el orden establecido desde el principio y
cumpliendo el propósito por el cual fueron creados.
(Apocalipsis 22:3-5)  Y ya no habrá más maldición; y el trono de Dios
y del Cordero estará allí, y sus siervos le servirán.  (4)  Ellos verán
su rostro, y su nombre estará en sus frentes.  (5)  Y ya no habrá
más noche, y no tendrán necesidad de luz de lámpara ni de luz del
sol, porque el Señor Dios los iluminará, y reinarán por los siglos de
los siglos.

¿Quiénes tendrán derecho a comer del árbol de la Vida?


(Apocalipsis. 22:14)  Bienaventurados los que lavan sus ropas, para
tener derecho al árbol de la vida y para entrar por las puertas en la
ciudad.
Si el Árbol de Vida es la Torá, el orden establecido por Dios,
entonces ¿qué representa el otro árbol?

 
b.  Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal
Este árbol representa la voluntad del hombre a decidir que es
“bueno” y qué es “malo” para él, no basado en la Palabra de Dios,
sino en su propia opinión. 

La palabra que se traduce como “Conocimiento”, en hebreo es Daat.


El conocimiento no sólo es a nivel intelectual, sino también vivencial,
a través de las experiencias.  Al principio, Adán y Eva no sabían lo
que era el mal.  No lo comprendían a un nivel intelectual, pero
decidieron experimentarlo, a pesar que Dios les advirtió que no lo
hicieran. 

¿Cuál era la consecuencia de probar del fruto prohibido?


La consecuencia era la muerte.  Dios se los había dicho.  Si ellos lo
sabían, entonces, ¿por qué arriesgaron su vida? Porque la realidad
es que le creyeron a la serpiente y a sus propios deseos, en lugar de
creerle a Dios.  Ellos “consideraron” que el fruto era bueno, y lo
tomaron. 

¿No es esto mismo lo que hace el ser humano día a día, cuando
hace a un lado las ordenanzas de Dios porque las considera
“anticuadas”, o tal vez “irracionales” a sus ojos?   Muchos confían
más en su propia razón, o siguen los latidos de su corazón, en lugar
de creer en lo que Dios ha dicho en Su Palabra.

Cada día tenemos la opción de tomar del fruto del árbol del
conocimiento o el de la vida.
En el siguiente capítulo de Génesis veremos de cuál de los dos
árboles Adán y Eva probaron el fruto, y las consecuencias de su
decisión… 

GENESIS 3: Tentación y la Caída

Cuando Adán y Eva fueron creados, eran perfectos.  No


había mal en ellos.  En el Jardín del Edén no había tentación, más
que una: el fruto del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal.
(Génesis 2:16-17)  Y ordenó el SEÑOR Dios al hombre, diciendo: De
todo árbol del huerto podrás comer, (17) pero del árbol del
conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él
comas, ciertamente morirás.

En un momento en que Eva y Adán estaban separados, la serpiente


antigua, Satanás, engañó a la mujer. 
(Génesis 3:1)  Y la serpiente era más astuta que cualquiera de los
animales del campo que el SEÑOR Dios había hecho. Y dijo a la
mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: "No comeréis de ningún árbol del
huerto"?

¿Era eso cierto?  ¿Acaso no podían comer de “ningún” árbol del


huerto?  Una mentira “a medias” es más engañosa pues tiene un
poco de verdad.  La verdad es que podían comer de todos los
árboles menos uno: el Árbol del Conocimiento.  Esto lo sabía Eva, y
se lo dijo a la serpiente, pero añadió algo más…
(Génesis 3:2-3)  Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los
árboles del huerto podemos comer;  (3)  pero del fruto del árbol que
está en medio del huerto, ha dicho Dios: "No comeréis de él, ni lo
tocaréis, para que no muráis."

Dios había dicho que no podían comer, pero ella añadió que
tampoco podían “tocarlo”.  Esa tendencia a “añadir” a los
mandamientos de Dios se vuelve a repetir en la historia.  El hombre
añade doctrinas humanas a los mandamientos, y luego la gente se
confunde entre lo que dijo Dios y lo que dice el hombre (Marcos 7:7-
9 En vano me adoran;
sus enseñanzas no son más que reglas *humanas.”147
8 Ustedes han desechado los mandamientos divinos y se aferran a las
tradiciones humanas.
9 Y añadió:
—¡Qué buena manera tienen ustedes de dejar a un lado los mandamientos
de Dios para mantener148 sus propias tradiciones!).  
Esto es precisamente lo que señalaba Pablo en su carta a los
Corintios:
(II Corintios 11:3-4)  Pero temo que, así como la serpiente con su
astucia engañó a Eva, vuestras mentes sean desviadas de la
sencillez y pureza de la devoción a Cristo.  (4)  Porque si alguien
viene y predica a otro Jesús, a quien no hemos predicado, o recibís
un espíritu diferente, que no habéis recibido, o aceptáis un evangelio
distinto, que no habéis aceptado, bien lo toleráis.

Me puedo imaginar a la serpiente tocando el fruto prohibido, al decir


lo siguiente:
(Génesis 3:4-5)  Y la serpiente dijo a la mujer: Ciertamente no
moriréis.  (5)  Pues Dios sabe que el día que de él comáis, serán
abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conociendo el bien y el
mal.

En ese momento, Eva comenzó a ver el árbol con otros ojos.  Tal vez
su fruto no era tan malo como Dios lo había hecho parecer…
(Génesis 3:6)  Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para
comer, y que era agradable a los ojos, y que el árbol era deseable
para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su
marido que estaba con ella, y él comió.
Eva tuvo que tomar una decisión: creerle a Dios o dejarse llevar por
su instinto y por la vista.  La serpiente la tentó con el mismo pecado
con que Satanás cayó: el deseo de ser dios.  Y antes de saltar a
criticar a Eva, démonos cuenta que cada uno de nosotros tenemos
esa prueba delante de nuestros ojos.  Por eso Juan dijo:
(I Juan 2:15-17)  No améis al mundo ni las cosas que están en el
mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 
(16)  Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la
pasión de los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre,
sino del mundo.  (17)  Y el mundo pasa, y también sus pasiones,
pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

La misma tentación la tenemos el día de hoy: decidir lo que es


bueno/malo a nuestros propios ojos, en lugar de atender lo que Dios
ha dicho.
 (Prov. 3:5-7) Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes
en tu propia prudencia.  Reconócelo en todos tus caminos y él hará
derechas tus veredas.  No seas sabio en tu propia opinión, sino
teme a Jehová y apártate del mal.

(Prov. 14:12)  Hay camino que al hombre le parece derecho, pero es


camino que lleva a la muerte.

EFECTO DEL FRUTO


Eva comió del fruto prohibido.  Luego se lo dio a Adán, y él comió sin
pensarlo. Lo interesante es que el pecado no se hizo evidente sino
hasta que Adán comió.
(Génesis 3:7)  Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y
conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera y se
hicieron delantales.
Adán, como cabeza de matrimonio, pudo haber anulado la decisión
de Eva.  Pero, en lugar de frenarla y confrontarla, simplemente le
siguió la corriente.  No fue sino hasta que él comió del fruto que
ambos se dieron cuenta de su pecado.   Pablo lo explicó de la
siguiente manera:
(I Timoteo 2:13-14)  Porque Adán fue creado primero, después Eva. 
(14)  Y Adán no fue el engañado, sino que la mujer, siendo
engañada completamente, cayó en transgresión.

Por primera vez, Adán y Eva tenían algo que esconder, y por eso se
sintieron “desnudos”.  Por ello trataron de taparse, y se escondieron.
(Génesis 3:8)  Y oyeron al SEÑOR Dios que se paseaba en el huerto
al fresco del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la
presencia del SEÑOR Dios entre los árboles del huerto.

¿Acaso podían esconderse de Dios?   Sabemos que Él todo lo ve y


todo lo sabe. 
(Job 34:21-22)  Porque sus ojos observan los caminos del hombre, y
El ve todos sus pasos.  (22)  No hay tinieblas ni densa oscuridad
donde puedan esconderse los que hacen iniquidad.

(Salmo 139:7-10)  ¿Adónde me iré de tu Espíritu, o adónde huiré de


tu presencia?  (8)  Si subo a los cielos, he aquí, allí estás tú; si en el
Seol preparo mi lecho, allí estás tú.  (9)  Si tomo las alas del alba, y
si habito en lo más remoto del mar,  (10)  aun allí me guiará tu
mano, y me asirá tu diestra.

La tendencia del hombre cuando peca es huir de Dios.  Pero en esos


momentos es cuando más lo necesitamos.  Si le buscamos en
arrepentimiento, Dios nos da una segunda oportunidad.  Tal vez eso
fue lo que Dios trató de hacer cuando los llamó.  Él ya sabía dónde
estaban, pero les estaba dando la oportunidad de dar el paso de
arrepentimiento…
(Génesis 3:9)  Y el SEÑOR Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde
estás?
En hebreo, la palabra “¿dónde?” no es la que
típicamente se usa (Eifo), sino que usa “Ai”, que también puede
traducirse: de dónde o cómo. 

Dios sabía dónde estaba Adán, y sabía lo que había hecho.  Aun así,
lo llamó, dándole la oportunidad de confesarse y arrepentirse.  Pero
no lo aprovechó…en lugar de confesarse, se excusó…
(Génesis 3:10)  Y él respondió: Te oí en el huerto, y tuve miedo
porque estaba desnudo, y me escondí.

Cuando Dios lo confrontó, él volvió a excusarse, pero no salieron


palabras de perdón ni de arrepentimiento de su boca. 
(Génesis 3:11-12)  Y Dios le dijo: ¿Quién te ha hecho saber que
estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del cual te mandé que no
comieras?  (12)  Y el hombre respondió: La mujer que tú me diste
por compañera me dio del árbol, y yo comí.

Adán echó la culpa a Eva, y ¡aún a Dios! por haberle “dado” a su


mujer.

Cuando le llegó el turno a Eva, tampoco ella asumió su


responsabilidad, sino que se excusó, echándole la culpa a la
serpiente.
(Génesis 3:13)  Entonces el SEÑOR Dios dijo a la mujer: ¿Qué es
esto que has hecho? Y la mujer respondió: La serpiente me engañó,
y yo comí.

Las excusas no son muestras de arrepentimiento, sino una


justificación. Pero, sin arrepentimiento, no habrá cambio, y no hay
perdón.
Adán y Eva cubrieron su desnudez.  Taparon su falta, en lugar de
confesar y corregir.  Pero la cubierta que ellos hicieron no era
suficiente.  Dios les mostró cuál era el único elemento que podría
cubrirlos de verdad.
(Gen. 3:21)  E hizo el Eterno Dios para el hombre y para su mujer
túnica de piel, y los hizo vestirse. 

Esta es la primera instancia de un sacrificio animal en la Biblia.  Dios


tomó la vida de un animal, y con sus pieles cubrió al hombre.  El
hombre debía morir por su pecado, pero Dios proveyó sustituto para
cubrir su pecado, y así poder tener acceso a la reconciliación con
Dios.   Este concepto se desarrolla a lo largo de toda la Biblia, y llega
a su culminación con el sacrificio de Yeshua, el Cordero de Dios,
cuya muerte en la cruz es nuestta reconciliación con Dios. 
(I Pedro 1:18-19) …sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra
vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con
cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de
del Mesías, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.
En la próxima entrada veremos cuáles fueron las consecuencias del
pecado del hombre…

Cuando Adán y Eva fueron creados, eran perfectos.  No


había mal en ellos.  En el Jardín del Edén no había tentación, más
que una: el fruto del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal.
(Génesis 2:16-17)  Y ordenó el SEÑOR Dios al hombre, diciendo: De
todo árbol del huerto podrás comer, (17) pero del árbol del
conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él
comas, ciertamente morirás.
En un momento en que Eva y Adán estaban separados, la serpiente
antigua, Satanás, engañó a la mujer. 
(Génesis 3:1)  Y la serpiente era más astuta que cualquiera de los
animales del campo que el SEÑOR Dios había hecho. Y dijo a la
mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: "No comeréis de ningún árbol del
huerto"?

¿Era eso cierto?  ¿Acaso no podían comer de “ningún” árbol del


huerto?  Una mentira “a medias” es más engañosa pues tiene un
poco de verdad.  La verdad es que podían comer de todos los
árboles menos uno: el Árbol del Conocimiento.  Esto lo sabía Eva, y
se lo dijo a la serpiente, pero añadió algo más…
(Génesis 3:2-3)  Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los
árboles del huerto podemos comer;  (3)  pero del fruto del árbol que
está en medio del huerto, ha dicho Dios: "No comeréis de él, ni lo
tocaréis, para que no muráis."
Dios había dicho que no podían comer, pero ella añadió que
tampoco podían “tocarlo”.  Esa tendencia a “añadir” a los
mandamientos de Dios se vuelve a repetir en la historia.  El hombre
añade doctrinas humanas a los mandamientos, y luego la gente se
confunde entre lo que dijo Dios y lo que dice el hombre (Marcos 7:7-
9).  Esto es precisamente lo que señalaba Pablo en su carta a los
Corintios:
(II Corintios 11:3-4)  Pero temo que, así como la serpiente con su
astucia engañó a Eva, vuestras mentes sean desviadas de la
sencillez y pureza de la devoción a Cristo.  (4)  Porque si alguien
viene y predica a otro Jesús, a quien no hemos predicado, o recibís
un espíritu diferente, que no habéis recibido, o aceptáis un evangelio
distinto, que no habéis aceptado, bien lo toleráis.

Me puedo imaginar a la serpiente tocando el fruto prohibido, al decir


lo siguiente:
(Génesis 3:4-5)  Y la serpiente dijo a la mujer: Ciertamente no
moriréis.  (5)  Pues Dios sabe que el día que de él comáis, serán
abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conociendo el bien y el
mal.

En ese momento, Eva comenzó a ver el árbol con otros ojos.  Tal vez
su fruto no era tan malo como Dios lo había hecho parecer…
(Génesis 3:6)  Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para
comer, y que era agradable a los ojos, y que el árbol era deseable
para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su
marido que estaba con ella, y él comió.

Eva tuvo que tomar una decisión: creerle a Dios o dejarse llevar por
su instinto y por la vista.  La serpiente la tentó con el mismo pecado
con que Satanás cayó: el deseo de ser dios.  Y antes de saltar a
criticar a Eva, démonos cuenta que cada uno de nosotros tenemos
esa prueba delante de nuestros ojos.  Por eso Juan dijo:
(I Juan 2:15-17)  No améis al mundo ni las cosas que están en el
mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 
(16)  Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la
pasión de los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre,
sino del mundo.  (17)  Y el mundo pasa, y también sus pasiones,
pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

La misma tentación la tenemos el día de hoy: decidir lo que es


bueno/malo a nuestros propios ojos, en lugar de atender lo que Dios
ha dicho.
 (Prov. 3:5-7) Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes
en tu propia prudencia.  Reconócelo en todos tus caminos y él hará
derechas tus veredas.  No seas sabio en tu propia opinión, sino
teme a Jehová y apártate del mal.

(Prov. 14:12)  Hay camino que al hombre le parece derecho, pero es


camino que lleva a la muerte.

EFECTO DEL FRUTO


Eva comió del fruto prohibido.  Luego se lo dio a Adán, y él comió sin
pensarlo. Lo interesante es que el pecado no se hizo evidente sino
hasta que Adán comió.
(Génesis 3:7)  Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y
conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera y se
hicieron delantales.

Adán, como cabeza de matrimonio, pudo haber anulado la decisión


de Eva.  Pero, en lugar de frenarla y confrontarla, simplemente le
siguió la corriente.  No fue sino hasta que él comió del fruto que
ambos se dieron cuenta de su pecado.   Pablo lo explicó de la
siguiente manera:
(I Timoteo 2:13-14)  Porque Adán fue creado primero, después Eva. 
(14)  Y Adán no fue el engañado, sino que la mujer, siendo
engañada completamente, cayó en transgresión.

Por primera vez, Adán y Eva tenían algo que esconder, y por eso se
sintieron “desnudos”.  Por ello trataron de taparse, y se escondieron.
(Génesis 3:8)  Y oyeron al SEÑOR Dios que se paseaba en el huerto
al fresco del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la
presencia del SEÑOR Dios entre los árboles del huerto.

¿Acaso podían esconderse de Dios?   Sabemos que Él todo lo ve y


todo lo sabe. 
(Job 34:21-22)  Porque sus ojos observan los caminos del hombre, y
El ve todos sus pasos.  (22)  No hay tinieblas ni densa oscuridad
donde puedan esconderse los que hacen iniquidad.

(Salmo 139:7-10)  ¿Adónde me iré de tu Espíritu, o adónde huiré de


tu presencia?  (8)  Si subo a los cielos, he aquí, allí estás tú; si en el
Seol preparo mi lecho, allí estás tú.  (9)  Si tomo las alas del alba, y
si habito en lo más remoto del mar,  (10)  aun allí me guiará tu
mano, y me asirá tu diestra.

La tendencia del hombre cuando peca es huir de Dios.  Pero en esos


momentos es cuando más lo necesitamos.  Si le buscamos en
arrepentimiento, Dios nos da una segunda oportunidad.  Tal vez eso
fue lo que Dios trató de hacer cuando los llamó.  Él ya sabía dónde
estaban, pero les estaba dando la oportunidad de dar el paso de
arrepentimiento…
(Génesis 3:9)  Y el SEÑOR Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde
estás?

En hebreo, la palabra “¿dónde?” no es la que


típicamente se usa (Eifo), sino que usa “Ai”, que también puede
traducirse: de dónde o cómo. 
Dios sabía dónde estaba Adán, y sabía lo que había hecho.  Aun así,
lo llamó, dándole la oportunidad de confesarse y arrepentirse.  Pero
no lo aprovechó…en lugar de confesarse, se excusó…
(Génesis 3:10)  Y él respondió: Te oí en el huerto, y tuve miedo
porque estaba desnudo, y me escondí.

Cuando Dios lo confrontó, él volvió a excusarse, pero no salieron


palabras de perdón ni de arrepentimiento de su boca. 
(Génesis 3:11-12)  Y Dios le dijo: ¿Quién te ha hecho saber que
estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del cual te mandé que no
comieras?  (12)  Y el hombre respondió: La mujer que tú me diste
por compañera me dio del árbol, y yo comí.

Adán echó la culpa a Eva, y ¡aún a Dios! por haberle “dado” a su


mujer.
Cuando le llegó el turno a Eva, tampoco ella asumió su
responsabilidad, sino que se excusó, echándole la culpa a la
serpiente.
(Génesis 3:13)  Entonces el SEÑOR Dios dijo a la mujer: ¿Qué es
esto que has hecho? Y la mujer respondió: La serpiente me engañó,
y yo comí.

Las excusas no son muestras de arrepentimiento, sino una


justificación. Pero, sin arrepentimiento, no habrá cambio, y no hay
perdón.

Adán y Eva cubrieron su desnudez.  Taparon su falta, en lugar de


confesar y corregir.  Pero la cubierta que ellos hicieron no era
suficiente.  Dios les mostró cuál era el único elemento que podría
cubrirlos de verdad.
(Gen. 3:21)  E hizo el Eterno Dios para el hombre y para su mujer
túnica de piel, y los hizo vestirse. 
Esta es la primera instancia de un sacrificio animal en la Biblia.  Dios
tomó la vida de un animal, y con sus pieles cubrió al hombre.  El
hombre debía morir por su pecado, pero Dios proveyó sustituto para
cubrir su pecado, y así poder tener acceso a la reconciliación con
Dios.   Este concepto se desarrolla a lo largo de toda la Biblia, y llega
a su culminación con el sacrificio de Yeshua, el Cordero de Dios,
cuya muerte en la cruz es nuestta reconciliación con Dios. 
(I Pedro 1:18-19) …sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra
vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con
cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de
del Mesías, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.

En la próxima entrada veremos cuáles fueron las consecuencias del


pecado del hombre…

GENESIS 3: Expulsados del Jardín


Tanto Adán como Eva, y aún la serpiente, fueron partícipes del
primer pecado y la Caída del hombre.  Cada uno de ellos recibió su
respectiva retribución:

*  A la serpiente:
(Génesis 3:14-15)  Y el SEÑOR Dios dijo a la serpiente: Por cuanto
has hecho esto, maldita serás más que todos los animales, y más
que todas las bestias del campo; sobre tu vientre andarás, y polvo
comerás todos los días de tu vida.  (15)  Y pondré enemistad entre
tú y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la
cabeza, y tú lo herirás en el calcañar.

El mensaje no sólo fue para la serpiente como animal, sino para la


“serpiente antigua”, Satanás.  La última parte del castigo es
considerada como la primera profecía mesiánica de la Biblia, pues
hace referencia al hijo de una  mujer que aplastará la cabeza de la
serpiente. 
(Romanos 16:20)  Y el Dios de paz aplastará pronto a Satanás
debajo de vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea
con vosotros.

CASTIGO PARA EL HOMBRE Y LA MUJER


En el capítulo uno de Génesis vimos que las primeras palabras que
Dios habló al hombre fueron para bendecirlo, diciéndole que fuera
productivo.  No debería extrañarnos, entonces, que el castigo fuera
dirigido precisamente a su capacidad productiva, tanto del hombre
como de la mujer; a partir de ese momento será con esfuerzo y
dolor.

* A la Mujer
El castigo para la mujer fue lo siguiente:
(Génesis 3:16)  A la mujer dijo: En gran manera multiplicaré tu dolor
en el parto, con dolor darás a luz los hijos; y con todo, tu deseo será
para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti.

*  Al hombre
(Génesis 3:17-19)  Entonces dijo a Adán: Por cuanto has escuchado
la voz de tu mujer y has comido del árbol del cual te ordené,
diciendo: "No comerás de él", maldita será la tierra por tu causa; con
trabajo comerás de ella todos los días de tu vida.  (18)  Espinos y
abrojos te producirá, y comerás de las plantas del campo.  (19)  Con
el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra,
porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.
LA EXPULSIÓN
Dios había dicho claramente que la consecuencia de comer del fruto
prohibido sería la muerte.  Pero, ¿acaso Adán y Eva murieron luego
de haber comido de ese fruto?  En ese momento no les cayó un rayo
del cielo que los consumió, pero si comenzaron a morir, poco a
poco.  El Señor extiende la vida para darnos la oportunidad de
arrepentirnos y regresar a Él. 

Así nos pasa hoy, con cada pecado, el hombre va degradándose. 


Tal vez no siente el efecto inmediato, pero el alma y el espíritu va
muriendo poco a poco.   El Señor nos sigue extendiendo vida para
darnos la oportunidad de arrepentirnos, pero si no lo hacemos,
iremos de mal en peor. 

Aunque Adán y Eva no hubieran muerto físicamente, sufrieron en


ese momento la peor muerte de todas: la separación de Dios.
(Génesis 3:23-24)  Y el SEÑOR Dios lo echó del huerto del Edén,
para que labrara la tierra de la cual fue tomado.  (24)  Expulsó,
pues, al hombre; y al oriente del huerto del Edén puso querubines, y
una espada encendida que giraba en todas direcciones, para
guardar el camino del árbol de la vida.

A causa de la rebelión de Adán y Eva, la humanidad y la creación


completa han quedado sujetas al pecado.
(Romanos 5:12)  Por tanto, como el pecado entró en el mundo por
un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los
hombres, por cuanto todos pecaron. 
(Rom. 8:19-24)  Porque el anhelo profundo de la creación es
aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios.  (20) 
Porque la creación fue sometida a vanidad, no de su propia
voluntad, sino por causa de aquel que la sometió, en la esperanza 
(21)  de que la creación misma será también liberada de la
esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de
Dios.  (22)  Pues sabemos que la creación entera a una gime y sufre
dolores de parto hasta ahora.  (23)  Y no sólo ella, sino que también
nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, aun
nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando
ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro
cuerpo.  (24)  Porque en esperanza hemos sido salvos, pero la
esperanza que se ve no es esperanza, pues, ¿por qué esperar lo
que uno ve?

Pero no todo ha sido perdido…   Desde entonces, Dios tiene


contemplado un “Plan de Redención”, para darle la oportunidad al
hombre para reconciliarse con Él. 
(Romanos 6:23)  Porque la paga del pecado es muerte, mas la
dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. 

Hay esperanza de redención, a través de Jesús, nuestro Redentor.

LOS QUERUBINES
A simple vista, parecería que Dios no quiere que el hombre regrese
al Jardín y a Su Presencia, ya que puso querubines a guardar el
camino hacia el Árbol de la Vida.
(Génesis 3:24)  Expulsó, pues, al hombre; y al oriente del huerto del
Edén puso querubines, y una espada encendida que giraba en todas
direcciones, para guardar el camino del árbol de la vida.

Pero esa es una interpretación muy superficial.  El mensaje a lo largo


y ancho de la Biblia es que Dios nos quiere reconciliar con Él.  Pero
antes de hacerlo, lo que Él nos va a enseñar es cómo regresar…por
cuál camino, por cuál puerta.
La segunda vez que la Biblia menciona “los querubines” es en el
contexto del Tabernáculo:
(Éxodo 25:18-22)  Harás igualmente dos querubines de oro; los
harás de oro labrado a martillo, en los dos extremos del
propiciatorio.  (19)  Harás un querubín en un extremo y el otro en el
otro extremo; harás el propiciatorio con los querubines en sus dos
extremos de una sola pieza.  (20)  Y los querubines tendrán
extendidas las alas hacia arriba, cubriendo el propiciatorio con sus
alas, uno frente al otro; los rostros de los querubines estarán vueltos
hacia el propiciatorio.  (21)  Y pondrás el propiciatorio encima del
arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré.  (22)  Allí me
encontraré contigo, y de sobre el propiciatorio, de entre los dos
querubines que están sobre el arca del testimonio, te hablaré acerca
de todo lo que he de darte por mandamiento para los hijos de Israel.
Los dos querubines están sobre la cubierta del Arca del Pacto.  El
Arca está en lo más profundo del Tabernáculo, y allí se manifestaba
la Presencia de Dios.  En ese lugar sólo entraba el Sumo Sacerdote,
una vez al año…en el Día de Expiación.  Esa fiesta representa el día
en que Jesús vendrá a borrar el pecado del pueblo y a acabar con la
iniquidad del mundo.

El Tabernáculo es el mapa que Dios nos dio para que sepamos


cómo regresar a Él.   No podemos profundizar sobre este tema en
este momento porque nos desviaríamos del presente estudio, pero lo
haremos en su oportunidad, cuando lleguemos al libro de Éxodo, y
todo nos hará sentido.  Hay muchos tesoros escondidos en Génesis
que no se pueden entender sino hasta que uno va avanzando en el
estudio de la Biblia completa…

GENESIS 4: Caín y Abel.

Luego de haber salido del Jardín del Edén, Adán y Eva tuvieron dos
hijos.
(Génesis 4:1-2)  Y el hombre conoció a Eva, su mujer, y ella concibió
y dio a luz a Caín, y dijo: He adquirido varón con la ayuda del
SEÑOR.  (2)  Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue
pastor de ovejas y Caín fue labrador de la tierra.

Evidentemente sus padres les hablaron de Dios, ya que ambos


decidieron presentar una ofrenda al Señor. 
(Génesis 4:3-5)  Y aconteció que al transcurrir el tiempo, Caín trajo
al SEÑOR una ofrenda del fruto de la tierra.  (4)  También Abel, por
su parte, trajo de los primogénitos de sus ovejas y de la grosura de
los mismos. Y el SEÑOR miró con agrado a Abel y a su ofrenda, 
(5)  pero a Caín y su ofrenda no miró con agrado. Y Caín se enojó
mucho y su semblante se demudó.

Cada uno presentó el producto de su trabajo.  Pero, ¿por qué una


ofrenda fue aceptada y la otra no?   Algunos dicen que Abel ofreció
lo mejor (la grosura de los primogénitos), mientras que Caín sólo
presentó algunos frutos.  Esta explicación tiene sentido…pero quiero
que veamos esta situación desde otra perspectiva, pues hay un
mensaje más profundo…

Caín y Abel estaban dando una ofrenda a Dios como una forma de
congraciarse con Él.  Querían acercarse a Dios, pues ellos también
habían quedado fuera de esa relación cercana que un día había
gozado Adán.  Dios aprovechó esa oportunidad para enseñarles (a
ellos, y también a nosotros) la forma correcta de acercarse a Él.

Ofrenda de Abel: Sangre


Abel ofreció un sacrificio animal, lo cual implica derramamiento de
sangre. 
Dios aceptó esta ofrenda porque esa era la única forma en que el
hombre puede recibir perdón. 
(Hebreos 9:22)  Y según la ley, casi todo es purificado con sangre, y
sin derramamiento de sangre no hay perdón.

El sacrificio de Abel estaba apegado a lo que Dios iba a revelar más


tarde como la forma de acercarse a Él.  Si nos acercamos a Él con
pecado, morimos.  Pero si al acercarnos, alguien muere por
nosotros, entonces podremos reconciliarnos con Dios sin
morir. 
(Levítico 17:11)  Porque la vida de la carne está en la sangre, y yo os
la he dado sobre el altar para hacer expiación por vuestras almas;
porque es la sangre, por razón de la vida, la que hace expiación.

(I Pedro 1:17-20)  Y si invocáis como Padre a aquel que


imparcialmente juzga según la obra de cada uno, conducíos en
temor durante el tiempo de vuestra peregrinación;  (18)  sabiendo
que no fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir heredada
de vuestros padres con cosas perecederas como oro o plata,  (19) 
sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin
mancha, la sangre de Cristo.  (20)  Porque El estaba preparado
desde antes de la fundación del mundo, pero se ha manifestado en
estos últimos tiempos por amor a vosotros.
Ofrenda de Caín: Frutos
La ofrenda de Caín eran los frutos de la tierra, que representan
las obras.  Dios quería hacernos saber que no podemos acercarnos
a Él y tratar de ganar su favor con nuestra propia “justicia”. Las
buenas obras no nos salvan, sino sólo el sacrificio sustituto, es decir,
la sangre del Cordero de Dios, Jesucristo, el único justo.
(Rom. 3:20-26)  Porque por las obras de la ley ningún ser humano
será justificado delante de El; pues por medio de la ley viene el
conocimiento del pecado.  (21)  Pero ahora, aparte de la ley, la
justicia de Dios ha sido manifestada, atestiguada por la ley y los
profetas;  (22)  es decir, la justicia de Dios por medio de la fe en
Jesucristo, para todos los que creen; porque no hay distinción;  (23) 
por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios,  (24) 
siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la
redención que es en Cristo Jesús,  (25)  a quien Dios exhibió
públicamente como propiciación por su sangre a través de la fe,
como demostración de su justicia, porque en su tolerancia, Dios
pasó por alto los pecados cometidos anteriormente,  (26)  para
demostrar en este tiempo su justicia, a fin de que El sea justo y sea
el que justifica al que tiene fe en Jesús.

¿Cómo considera Dios nuestras propias obras de justicia?


(Isaías 64:6)  Todos nosotros somos como el inmundo, y como trapo
de inmundicia todas nuestras obras justas; todos nos marchitamos
como una hoja, y nuestras iniquidades, como el viento, nos
arrastran.

REACCIÓN DE CAÍN
Al dar una ofrenda a Dios, uno debería buscar quedar bien con Él. 
Tal vez esa era la intención original de Caín, pero luego salió a luz
dónde estaba su corazón.  La Biblia dice que él  “se enojó mucho y
su semblante se demudó ” (4:5).

Si Caín hubiera estado interesado en agradar a Dios, hubiera


cambiado sus frutas por ovejas, y se las hubiera ofrecido al Señor. 
Pero evidentemente él estaba más interesado en hacer lo que
quería, que en agradar a Dios. 

Aún así, Dios le dio la oportunidad de recapacitar y arrepentirse.


(Génesis 4:6-7)  Entonces el SEÑOR dijo a Caín: ¿Por qué estás
enojado, y por qué se ha demudado tu semblante?  (7)  Si haces
bien, ¿no serás aceptado? Y si no haces bien, el pecado yace a la
puerta y te codicia, pero tú debes dominarlo.

En Su misericordia, Dios le advirtió que el pecado estaba a la puerta,


pero aún estaba a tiempo para cerrar la puerta.  Si él quería
realmente agradar a Dios, debía poner sus ojos en el Señor, y no es
sus propios deseos y emociones.

Pero, en lugar de arrepentirse, Caín le dio rienda suelta a sus


emociones.
(Génesis 4:8)  Y Caín dijo a su hermano Abel: vayamos al campo. Y
aconteció que cuando estaban en el campo, Caín se levantó contra
su hermano Abel y lo mató.

En lugar de cerrar la puerta al pecado, como Dios le había advertido,


la abrió por completo.
(Proverbios 17:19)  El que ama la transgresión, ama la
contienda; el que alza su puerta, busca la destrucción.
De nuevo, en Su misericordia, Dios le dio a Caín la oportunidad de
confesarse y arrepentirse. 
(Génesis 4:9)  Entonces el SEÑOR dijo a Caín: ¿Dónde está tu
hermano Abel? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guardián de mi
hermano?

En lugar de arrepentirse y humillarse ante el Señor, Caín se llenó de


orgullo, y esa fue la causa de su caída.
(Proverbios 16:18)  Delante de la destrucción va el orgullo, y delante
de la caída, la altivez de espíritu.
(Proverbios 18:12)  Antes de la destrucción el corazón del hombre
es altivo, pero a la gloria precede la humildad.
(Mateo 23:12)  Y cualquiera que se ensalce, será humillado, y
cualquiera que se humille, será ensalzado.

Todos fallamos.  Aún así, Dios está dispuesto a perdonarnos.  Pero


para recibir Su gracia, debemos ser humildes y arrepentirnos. 
(Santiago 4:6-10)  Pero El da mayor gracia. Por eso dice: Dios
resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes.  (7)  Por tanto,
someteos a Dios. Resistid, pues, al diablo y huirá de vosotros.  (8) 
Acercaos a Dios, y El se acercará a vosotros. Limpiad vuestras
manos, pecadores; y vosotros de doble ánimo, purificad vuestros
corazones.  (9)  Afligíos, lamentad y llorad; que vuestra risa se torne
en llanto y vuestro gozo en tristeza.  (10)  Humillaos en la presencia
del Señor y El os exaltará.

CASTIGO DE CAÍN
Ya que no se arrepintió, Dios castigó a Caín.
(Génesis 4:11-12)  Ahora pues, maldito eres de la tierra, que ha
abierto su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. 
(12)  Cuando cultives el suelo, no te dará más su vigor; vagabundo y
errante serás en la tierra.
Caín era un hombre de la tierra, un labrador.  Pero a partir de ese
momento, la tierra ya no iba a colaborar con él.  De ser un hombre
sedentario, se vería forzado a ser nómada.

Aun ante esto, Caín no se humilló ante Dios, sino que le reclamó con
orgullo:
(Génesis 4:13-14)  Y Caín dijo al SEÑOR: Mi castigo es demasiado
grande para soportarlo.  (14)  He aquí, me has arrojado hoy de la
faz de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré vagabundo y
errante en la tierra; y sucederá que cualquiera que me halle me
matará.

En ese momento, Caín quería morir, porque ya no podría hacer lo


que tanto amaba: trabajar la tierra.  Pero Dios le dijo que no iba a
morir con su vergüenza delante de él.  ¡Tal vez así tendría tiempo
para arrepentirse!
(Génesis 4:15)  Entonces el SEÑOR le dijo: No será así; pues
cualquiera que mate a Caín, siete veces sufrirá venganza. Y puso el
SEÑOR una señal sobre Caín, para que cualquiera que lo hallase no
lo matara.

¿Acaso no hay muchas personas como Caín?  Cuando les va mal, le


reclaman a Dios.  No aceptan el castigo de sus malas decisiones,
pero tampoco quieren obedecer a Dios.  En su soberbia, creen que
Dios está a su servicio, y no reconocen que Él es Dios, y es a Él a
quien debemos servir y obedecer. 

La historia se repite…pero que el mal ejemplo de Caín no se replique


en nuestra vida

GENESIS 4 & 5: La Descendencia


Por su pecado, pero sobre todo por su falta de arrepentimiento, Caín
fue alejado aun más de la Presencia de Dios y del lugar que un día
fue el Jardín del Edén. 
(Génesis 4:16)  Y salió Caín de la presencia del SEÑOR, y se
estableció en la tierra de Nod, al oriente del Edén. 

Nod significa “Vagante, errante”.  Esta palabra está relacionada con


el verbo “Nud”, que significa: moverse de aquí para allá, dudar,
sacudir.  Por otro lado, lo que se traduce como “se estableció” (en
hebreo, Yashav), curiosamente está en presente en el texto hebreo,
en contraste con el resto del texto que está en pasado o futuro. 
Implica que se establecía continuamente.  Trataba de establecerse
en algún lugar, pero no podía…  Su trabajo no daba fruto, sus obras
no producía, y por ello debía ir a otro lado a probar algo nuevo. 
Caín trató de establecerse en un lugar cuando nació su primero hijo,
Enoc.  Fundó allí una ciudad en nombre de su hijo.  Pero también en
este versículo, el verbo está en presente, lo que implica que “está en
constante construcción”, y nunca termina…
(Génesis 4:17)  Y conoció Caín a su mujer, y ella concibió y dio a luz
a Enoc; y edificó una ciudad y la llamó Enoc, como el nombre de su
hijo.

Caín no se quedó en un solo lugar, sino estuvo vagando de lugar en


lugar, sin establecerse.  Esta fue parte de la maldición que vino como
consecuencia de su pecado.
(Génesis 4:12)  Cuando cultives el suelo, no te dará más su vigor;
vagabundo y errante serás en la tierra.

Dios ordenó a la tierra, la cual había recibido la sangre de Abel,


que cerrara su boca a Caín.
(Génesis 4:11)  Ahora pues, maldito eres de la tierra, que ha abierto
su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano.
En este versículo, la palabra “sangre” está en plural; literalmente, se
leería: “las sangres”.  La tradición judía dice que esto se refiere a la
descendencia de Abel que no pudo nacer.  Caín no sólo acabó con
una vida, sino con toda la descendencia y legado de su hermano. 
Por eso, Adán y Eva se propusieron tener otro hijo para ocupar el
lugar de Abel.
(Génesis 4:25)  Y conoció Adán otra vez a su mujer; y ella dio a luz
un hijo y le puso por nombre Set, porque, dijo ella: Dios me ha dado
otro hijo en lugar de Abel, pues Caín lo mató.

El nombre “Set” significa: compensación, sustituto, designado,


elegido.

La Biblia da mucha importancia a la descendencia y a la herencia. 


Si un hombre no tenía hijos, uno de sus hermanos debía darle hijos
para que continuara su nombre.  [Profundizaremos más sobre este
tema cuando lleguemos al capítulo 38.]
DOS LINAJES

Hoy en día, y en especial en el mundo occidental, tendemos a


ver a las personas como individuos, y no como parte de una
familia o un linaje.  Hay una disociación con los predecesores y
aun con los descendientes.  Pero la Biblia nos enseña lo
opuesto.  Mucho de lo que somos como individuos lo debemos
a nuestros ancestros. Los antepasados dejan huella en sus
descendientes.
(Job 8:8-10)  Pregunta, te ruego, a las generaciones pasadas, y
considera las cosas escudriñadas por sus padres.  (9)  Porque
nosotros somos de ayer y nada sabemos, pues nuestros días sobre
la tierra son como una sombra.  (10)  ¿No te instruirán ellos y te
hablarán, y de sus corazones sacarán palabras?
En toda la Biblia, y en especial en Génesis, las genealogías y los
linajes son muy importantes.  Muchas personas tienden a saltearse
las genealogías, pero dentro de ellas hay mensajes ocultos.

En el capítulo 4 se nos presenta la genealogía de Caín, y en el


capítulo 5 la de Adán y Set.  A continuación haremos una lista de
ambos linajes, y veremos el significado de los nombres de los
primogénitos, los cuales nos revelan mucho de la dirección que
tomaron ambas familias:

*  Linaje de Caín
Caín (lit. adquirido, comprado)
> Enoc (dedicado)
> Irad (fugitivo, pasajero)
> Mejuyael (golpeado por Dios)
> Metusael (Dios está muerto)
> Lamec (poderoso)
> Jabal (corriente de agua)
 y Tubal Caín (sacado de Caín)

*  Linaje de Set
Set (lit. compensación)
> Enós (hombre)
> Cainán (posesión)
> Malalel (adoración de Dios)
> Jared (descendiente)
> Enoc (dedicado)
> Matusalén (Hombre del misil, también muerte enviaré)
> Lamec (poderoso)
> Noé (descanso)

Estos dos linajes provinieron del mismo padre: Adán, pero ambos
tomaron rumbos muy diferentes…
El linaje de Caín siguió su propio camino, en desafío a Dios y en
exaltación al hombre.  De este linaje, la Biblia resalta a un hombre:
Lamec.
(Génesis 4:19-24)  Lamec tomó para sí dos mujeres; el nombre de
una era Ada, y el nombre de la otra, Zila.  (20)  Y Ada dio a luz a
Jabal, el cual fue padre de los que habitan en tiendas y tienen
ganado.  (21)  Su hermano se llamaba Jubal, el cual fue padre de
todos los que tocan la lira y la flauta.  (22)  Y Zila a su vez dio a luz a
Tubal-caín, forjador de todo utensilio de bronce y de hierro; y la
hermana de Tubal-caín era Naama.  (23)  Y Lamec dijo a sus
mujeres: Ada y Zila, oíd mi voz; mujeres de Lamec, prestad oído a
mis palabras, pues he dado muerte a un hombre por haberme
herido, y a un muchacho por haberme pegado.  (24)  Si siete veces
es vengado Caín, entonces Lamec lo será setenta veces siete.

Este es el primer caso de bigamia, cuando un hombre tiene dos


mujeres.  Los nombres de las mujeres son muy
reveladores: Ada significa “adorno” y Zila “ sombra”.  Lamec no vio a
la mujer como su ayuda idónea (heb. Ezer Neged, lit. ayuda en
contra), sino como un adorno y una sombra a su lado.  Pero Lamec
no sólo era bígamo y machista, sino también asesino—y orgulloso
de serlo.  Le pareció poco el mal que hizo su antecesor Caín, y él
hizo el doble, matando a dos personas. 

En contraste, el linaje de Set no buscó la exaltación del hombre sino


la exaltación de Dios.
(Génesis 4:26)  A Set le nació también un hijo y le puso por nombre
Enós. Por ese tiempo comenzaron los hombres a invocar el nombre
del SEÑOR.

La Biblia también resalta la vida de un hombre de este linaje: Enoc.


(Génesis 5:24)  Y Enoc anduvo con Dios, y desapareció porque Dios
se lo llevó.
Enoc caminó con Dios.  Él estaba tan cerca de Dios aquí
en la Tierra, que el Señor se lo llevó a Su Presencia, en vida.  Pero
antes de partir, Dios le reveló lo que Él iba a hacer en la Tierra, no
sólo en esos tiempos, sino en los últimos tiempos.

(Judas 1:14-15)  De éstos también profetizó Enoc, en la séptima


generación desde Adán, diciendo: He aquí, el Señor vino con
muchos millares de sus santos,  (15)  para ejecutar juicio sobre
todos, y para condenar a todos los impíos de todas sus obras de
impiedad, que han hecho impíamente, y de todas las cosas
ofensivas que pecadores impíos dijeron contra El.

Enoc sabía que vendría juicio sobre la Tierra para limpiarla y traer
redención y restauración.  Pero también le fue revelado el juicio que
vendría sobre su generación.  Según la tradición hebrea, Enoc le
puso por nombre a su hijo primogénito “Matusalén”, que significa
“muerte enviaré”.  No es un nombre agradable, pero llevaba un
mensaje profético.  A Enoc le fue revelado que cuando muriera su
hijo, vendría el juicio sobre la Tierra.  La vida de Matusalén no sólo
servía como una señal de advertencia, sino como una muestra de la
grande y extensa misericordia de Dios, ya que él fue el hombre que
más años ha vivido sobre la Tierra (969 años, Gen. 5:26).

El Señor no manda juicio sin antes enviar una advertencia, y dar


tiempo para el arrepentimiento.
(II Pedro 3:8-9)  Pero, amados, no ignoréis esto: que para el Señor
un día es como mil años, y mil años como un día.  (9)  El Señor no
se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la
tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que
nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.

En el próximo capítulo veremos por qué Dios vio la necesidad de


enviar juicio a la Tierra…

GENESIS 6: La Tierra se Corrompió


Hay muchas teorías extrañas sobre los primeros versículos del
capítulo seis de Génesis, tales como historias de extraterrestres o
ángeles caídos. 
(Génesis 6:1-4)  Y aconteció que cuando los hombres comenzaron a
multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas,  (2)  los
hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran hermosas, y
tomaron para sí mujeres de entre todas las que les gustaban.  (3) 
Entonces el SEÑOR dijo: No contenderá mi Espíritu para siempre
con el hombre, porque ciertamente él es carne. Serán, pues, sus
días ciento veinte años.  (4)  Y había gigantes en la tierra en
aquellos días, y también después, cuando los hijos de Dios se
unieron a las hijas de los hombres y ellas les dieron a luz hijos.
Estos son los héroes de la antigüedad, hombres de renombre.

Pero la Biblia es la historia de la Tierra, no de galaxias lejanas.  Los


ángeles no son seres sexuales como el ser humano.  No tenemos
que acudir a la ciencia ficción para entender el mensaje.  Hay una
simple explicación relacionada con el contexto.  En los capítulos
anteriores, encontramos los linajes de Caín y de Set, cada cual
tomando un curso diferente.  Unos se pervirtieron, mientras que los
otros procuraron mantener el vínculo con Dios.

Pero con el paso del tiempo, los dos linajes que se habían
mantenido separados, comenzaron a mezclarse.  Lo que está claro a
lo largo de la Biblia es que la mezcla no es buena, debido a la
contaminación resultante. 
(II Corintios 6:14)  No estéis unidos en yugo desigual con los
incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O
qué comunión la luz con las tinieblas?
(Deuteronomio 7:3-4)  Y no contraerás matrimonio con ellos; no
darás tus hijas a sus hijos, ni tomarás sus hijas para tus hijos.  (4) 
Porque ellos apartarán a tus hijos de seguirme para servir a otros
dioses; entonces la ira del SEÑOR se encenderá contra ti, y El
pronto te destruirá.

(Esdras 9:1-3)  Y acabadas estas cosas, se me acercaron los


príncipes, diciendo: El pueblo de Israel, los sacerdotes y los levitas
no se han separado de los pueblos de las tierras y sus
abominaciones: de los cananeos, hititas, ferezeos, jebuseos,
amonitas, moabitas, egipcios y amorreos;  (2)  sino que han tomado
mujeres de entre las hijas de ellos para sí y para sus hijos, y el linaje
santo se ha mezclado con los pueblos de las tierras; es más, la
mano de los príncipes y de los gobernantes ha sido la primera en
cometer esta infidelidad.  (3)  Y cuando oí de este asunto, rasgué mi
vestido y mi manto, y arranqué pelo de mi cabeza y de mi barba, y
me senté atónito.
 
El problema de mezclarse es que el mal contamina el bien, así como
una gota de veneno en un vaso de agua pura lo convierte en
contaminado, y hasta peligroso.
(I Corintios 5:6)  Vuestra jactancia no es buena. ¿No sabéis que un
poco de levadura fermenta toda la masa ? (otra ref. Gal. 5:9)

(I Corintios 15:33)  No os dejéis engañar: Las malas compañías


corrompen las buenas costumbres.

Esto fue lo que sucedió al inicio de la historia de la humanidad.  El


linaje de Set (las hijas de Dios) se mezcló con el de Caín.
(Génesis 6:4-5)  Y había gigantes en la tierra en aquellos días, y
también después, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de
los hombres y ellas les dieron a luz hijos. Estos son los héroes de la
antigüedad, hombres de renombre.  (5)  Y el SEÑOR vio que era
mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de
los pensamientos de su corazón era sólo hacer siempre el mal.
Si el linaje de Set se estaba mezclando con el de Caín, pronto ya no
quedaría nadie que invocara el nombre de Dios sobre la faz de la
Tierra. 
(Génesis 6:6-8)  Y le pesó al SEÑOR haber hecho al hombre en la
tierra, y sintió tristeza en su corazón.  (7)  Y el SEÑOR dijo: Borraré
de la faz de la tierra al hombre que he creado, desde el hombre
hasta el ganado, los reptiles y las aves del cielo, porque me pesa
haberlos hecho.  (8)  Mas Noé halló gracia ante los ojos del SEÑOR.

La destrucción de la humanidad suena drástico, pero Dios sabía que


si no salvaba al único hombre justo que quedaba, la humanidad se
contaminaría por completo y se destruiría a si misma. 
(Génesis 6:9)  Estas son las generaciones de Noé. Noé era un
hombre justo, perfecto entre sus contemporáneos; Noé andaba con
Dios.
RAZONES DEL DILUVIO          
La Torá menciona dos razones por las que Dios decidió mandar el
Diluvio. 

1) Maldad del hombre:


(Gen. 6:5-7) Y el SEÑOR vio que era mucha la maldad de los
hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su
corazón era sólo hacer siempre el mal.  (6)  Y le pesó al SEÑOR
haber hecho al hombre en la tierra, y sintió tristeza en su corazón. 
(7)  Y el SEÑOR dijo: Borraré de la faz de la tierra al hombre que he
creado, desde el hombre hasta el ganado, los reptiles y las aves del
cielo, porque me pesa haberlos hecho.

La corrupción del hombre no sólo contamino a la humanidad, sino al


resto de la creación, que fue dejada a cargo del hombre…

2) Corrupción de la tierra:
(Gen. 6:11-13)  Y la tierra se había corrompido delante de Dios, y
estaba la tierra llena de violencia.  (12)  Y miró Dios a la tierra, y he
aquí que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su
camino sobre la tierra.  (13)  Entonces Dios dijo a Noé: He decidido
poner fin a toda carne, porque la tierra está llena de violencia por
causa de ellos; y he aquí, voy a destruirlos juntamente con la tierra.

Dadas estas circunstancias, Dios decidió destruir la creación y


comenzar de nuevo. 

LE PESÓ
La Biblia dice que a Dios “le pesó” haber creado al hombre.
(Génesis 6:6)  Y le pesó al SEÑOR haber hecho al hombre en la
tierra, y sintió tristeza en su corazón.

Algunas versiones dicen que “Dios se arrepintió”, pero sabemos que


no es así.
(Números 23:19)  Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de
hombre, para que se arrepienta. ¿Lo ha dicho El, y no lo hará?, ¿ha
hablado, y no lo cumplirá?

La palabra que se traduce como pesar o arrepentirse en este


versículo, en el original en hebreo es Najam, que también se puede
traducir como: lamentar, consolar, tener compasión o piedad. 

La percepción general del Diluvio es que es un castigo y juicio…y en


parte es así.  Pero no podemos quitar el elemento de compasión de
esta historia.  Dios no envió el juicio sin antes haberle dado a la
humanidad la oportunidad de arrepentirse.  Los muchos años que a
Noé le tomó construir el Arca sirvieron para darle tiempo a la
humanidad de volverse de su maldad…pero no lo hicieron. 
La misericordia se extendió y se extendió, hasta que sólo quedaba
una familia que temía a Dios.   Por lo tanto, decidió sacar “el cáncer”
del mundo, y salvar los únicos miembros relativamente sanos que
quedaban en el mundo.  La medicina sería: el Diluvio.

PLAN DE SALVACIÓN
Dios le reveló a Noé su Plan de destruir todo el mal y la corrupción
del mundo, pero también le reveló la forma en que podrían salvarse
—quienes creyeran.
(Génesis 6:13-14)  Entonces Dios dijo a Noé: He decidido poner fin a
toda carne, porque la tierra está llena de violencia por causa de
ellos; y he aquí, voy a destruirlos juntamente con la tierra.  (14)
Hazte un arca de madera de ciprés; harás el arca con
compartimientos, y la calafatearás por dentro y por fuera con brea.

El Arca sería el vehículo de salvación.  El Señor les dio instrucciones


específicas para hacerla.  Pero hay un detalle interesante que no
debemos pasar por alto.  Dios pidió que se “calafateara el arca por
dentro y por fuera con brea”.  En hebreo, hay un juego de palabras,
con implicaciones proféticas.  “Calafatear” (heb. Kafar) y “Brea”
(heb. Kofer) vienen de la misma raíz que “Kippur”, que literalmente
significa “Expiación”. 
Así como la brea protegió a los que estaban dentro del Arca en el
juicio del Diluvio, también cuando venga el juicio final serán salvos lo
que se hayan “calafateado” con la sangre del Cordero de Dios.
(Romanos 3:23-26)  por cuanto todos pecaron y no alcanzan la
gloria de Dios,  (24)  siendo justificados gratuitamente por su gracia
por medio de la redención que es en Cristo Jesús,  (25)  a quien
Dios exhibió públicamente como propiciación por su sangre a través
de la fe, como demostración de su justicia, porque en su tolerancia,
Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente,  (26)  para
demostrar en este tiempo su justicia, a fin de que El sea justo y sea
el que justifica al que tiene fe en Jesús.

SALVOS POR FE
Noé se salvó por fe.
(Hebreos 11:7)  Por la fe Noé, siendo advertido por Dios acerca de
cosas que aún no se veían, con temor preparó un arca para la
salvación de su casa, por la cual condenó al mundo, y llegó a ser
heredero de la justicia que es según la fe.

Noé era justo y temeroso de Dios, pero no era perfecto.  Él y su


familia se salvaron por fe. Fue advertido de algo que no veía, pero
con temor se preparó para salvarse él y su casa. 
Noé se salvó por fe, no por obras (no por ser perfecto).  Pero sus
obras (su obediencia en hacer todo lo que Dios le dijo) dieron
testimonio de su fe.  Lo mismo es para con nosotros el día de hoy.

Luego del Diluvio, Dios dijo que haría un pacto con Noé y sus
descendientes.
(Génesis 6:17-18)  Y he aquí, yo traeré un diluvio sobre la tierra,
para destruir toda carne en que hay aliento de vida debajo del cielo;
todo lo que hay en la tierra perecerá.  (18)  Pero estableceré mi
pacto contigo; y entrarás en el arca tú, y contigo tus hijos, tu mujer y
las mujeres de tus hijos.
Noé creyó e hizo todo lo que Dios le mandó.
(Génesis 6:19-22)  Y de todo ser viviente, de toda carne, meterás
dos de cada especie en el arca, para preservarles la vida contigo;
macho y hembra serán.  (20)  De las aves según su especie, de los
animales según su especie y de todo reptil de la tierra según su
especie, dos de cada especie vendrán a ti para que les preserves la
vida.  (21)  Y tú, toma para ti de todo alimento que se come, y
guárdatelo, y será alimento para ti y para ellos.  (22)  Y así lo hizo
Noé; conforme a todo lo que Dios le había mandado, así hizo.

Esta fue la preparación…y en el próximo capítulo leeremos sobre lo


que sucedió en el Diluvio en sí…

GENESIS 7 & 8: El Diluvio


La Biblia explica que la razón por la que Dios envió el Diluvio fue
porque tanto el hombre como la tierra misma se habían corrompido
(Gen. 6:5-7, 11-13).  La maldad y la perversión eran tales que la
única forma de salvar al mundo era arrancar de raíz el mal y dejar
con vida lo único bueno que todavía quedaba.  Con el Diluvio, Dios
lavó el mundo.  Fue una especie de bautismo, dando a la humanidad
la oportunidad de un nuevo comienzo (I Ped. 3:20-21).

El Diluvio no llegó de forma repentina, sino después de décadas de


advertencia.  Por principio, el juicio no llega sin previa advertencia. A
Noé le tomó aproximadamente cien años construir el Arca.  Esta
obra de construcción serviría no sólo como instrumento de salvación,
sino también como un llamado a la humanidad para hacerlos
recapacitar. 

LLEGÓ EL DÍA
Como mencionamos anteriormente, también la vida de Matusalén
sirvió como señal, pues su nombre revelaba que el juicio llegaría
cuando él muriera.  No es casualidad que él fue el hombre que más
vivió, porque la misericordia de Dios se extiende, dando tiempo para
que todos se arrepientan.  Según la tradición judía, al día siguiente
que Matusalén murió, el Señor le dio la orden a Noé de subir al Arca
con su familia y todos los animales que habían llegado para ser
salvados. 
(Génesis 7:1)  Entonces el SEÑOR dijo a Noé: Entra en el arca tú y
todos los de tu casa; porque he visto que sólo tú eres justo delante
de mí en esta generación.
A Noé le fue dada una semana para meter a todos los animales y a
su familia en el Arca.
(Génesis 7:2-4)  De todo animal limpio tomarás contigo siete
parejas, el macho y su hembra; y de todo animal que no es limpio,
dos, el macho y su hembra;  (3)  también de las aves del cielo, siete
parejas, macho y hembra, para conservar viva la especie sobre la
faz de toda la tierra.  (4)  Porque dentro de siete días haré llover
sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches, y borraré de la faz
de la tierra a todo ser viviente que he creado.

Dios instruyó a Noé meter siete parejas de los animales limpios, y de


los demás sólo una pareja. La razón de esto es que los animales
limpios servirían posteriormente para sacrificios y alimento, mientras
que los otros sólo para procrear. 

FECHAS DEL DILUVIO


En Génesis se señala que el Diluvio dio inicio el 17 del
mes segundo (que en el calendario hebreo actual se conoce como
17 de Jesvan).
[Nota: para más información sobre el calendario bíblico, visiten el
siguiente enlace: 
http://www.citadivina.blogspot.com/2010/03/calendario-biblico.html ]
(Génesis 7:10-11)  Y aconteció que a los siete días las aguas del
diluvio vinieron sobre la tierra.  (11)  El año seiscientos de la vida de
Noé, el mes segundo, a los diecisiete días del mes, en ese mismo
día se rompieron todas las fuentes del gran abismo, y las
compuertas del cielo fueron abiertas. 
Nótese que las aguas del Diluvio no sólo cayeron del cielo como
lluvia, sino salieron de lo profundo del gran abismo, que puede
referirse a lo más profundo del oceáno (v.11). 

Seguramente la lluvia sorprendió a muchos, ya que hasta entonces


nunca había llovido sobre la tierra, sino que lo único que mojaba la
tierra era un vapor o rocío (Gen. 2:5-6).  Y la lluvia cayó por más de
un mes en forma continua. 
(Génesis 7:12) Y cayó la lluvia sobre la tierra por cuarenta días y
cuarenta noches.

40 DÍAS Y 17 DE NISAN

El Diluvio duró por 40 días y 40 noches, luego de lo cual la lluvia


terminó.  Sin embargo, las aguas cubrieron la Tierra por mucho
tiempo más. 
(Génesis 8:3-4) Las aguas bajaron gradualmente de sobre la tierra, y
al cabo de ciento cincuenta días, las aguas habían decrecido.  (4)  Y
en el mes séptimo, el día diecisiete del mes, el arca descansó sobre
los montes de Ararat.

El arca reposó el día 17 del mes de Nisán (considerado el


mes séptimo entonces).  Cuando la Biblia señala fechas, es porque
hay algo significativo.  Más tarde en la Biblia vemos que el 17 de
Nisán es la fecha en que los israelitas cruzaron el Mar Rojo.  Ellos
también pasaron por el agua y fueron figurativamente “bautizados”,
dándoseles la oportunidad de un nuevo inicio para ser “un nuevo
hombre”.  ¿No es esto mismo lo que hacemos nosotros hoy en día
cuando nos bautizamos?
(I Pedro 3:18-22)  Porque también Cristo murió por los pecados una
sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, muerto en la
carne pero vivificado en el espíritu;  (19)  en el cual también fue y
predicó a los espíritus encarcelados,  (20)  quienes en otro tiempo
fueron desobedientes cuando la paciencia de Dios esperaba en los
días de Noé, durante la construcción del arca, en la cual unos pocos,
es decir, ocho personas, fueron salvadas por medio del agua.  (21) 
Y correspondiendo a esto, el bautismo ahora os salva (no quitando
la suciedad de la carne, sino como una petición a Dios de una buena
conciencia) mediante la resurrección de Jesucristo,  (22)  quien está
a la diestra de Dios, habiendo subido al cielo después de que le
habían sido sometidos ángeles, autoridades y potestades.

El 17 de Nisán también es la fecha en que Jesús resucitó de los


muertos.

1 DE TISHRI
También es muy significativa la fecha en que las aguas se secaron
de sobre la tierra. 
(Gen. 8:13) Y aconteció que en el año seiscientos uno de Noé, en el
mes primero, el día primero del mes, se secaron las aguas sobre la
tierra. Entonces Noé quitó la cubierta del arca y miró, y he aquí,
estaba seca la superficie de la tierra.

El primer día del primer mes en tiempos de Noé equivale al 1 de


Tishri en el calendario hebreo actual.  Ese es el día de la Fiesta de
Trompetas, también conocido como Rosh Hashaná (lit. Cabeza de
Año).  Es el año nuevo del calendario civil, que celebra la fecha del
nacimiento del hombre.  Según la tradición judía, esa es la fecha en
que Dios creó a Adán, y a partir de ese día comienza el conteo de la
historia de la humanidad. 

El Diluvio fue un “borrón y cuenta nueva”.  Fue la oportunidad para


comenzar de nuevo.  Veremos en el próximo capítulo que la
bendición y el mandato que Dios le da a Noé se asemeja mucho al
que le dio a Adán. 

SALIERON DEL ARCA


A pesar que las aguas ya habían bajado, Noé permaneció unas
semanas más en el Arca.  El estaba esperando que Dios le dijera
cuándo era apropiado.  Si hubiera salido antes, tal vez muchos
animales hubieran muerto atrapados por el lodo que quedó por la
inundación. 
(Génesis 8:14-19)  Y en el mes segundo, el día veintisiete del mes,
estaba seca la tierra.  (15)  Entonces habló Dios a Noé, diciendo: 
(16)  Sal del arca tú, y contigo tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus
hijos.  (17)  Saca contigo todo ser viviente de toda carne que está
contigo: aves, ganados y todo reptil que se arrastra sobre la tierra,
para que se reproduzcan en abundancia sobre la tierra, y sean
fecundos y se multipliquen sobre la tierra.  (18)  Salió, pues, Noé, y
con él sus hijos y su mujer y las mujeres de sus hijos.  (19)  Y todas
las bestias, todos los reptiles, todas las aves y todo lo que se mueve
sobre la tierra, salieron del arca según sus familias.

Noé y todos sus acompañantes estuvieron más de un año en el arca


—exactamente un año y diez días. 

Al bajar del Arca, lo primero que Noé hizo fue alabar a Dios y ofrecer
un sacrificio.
(Génesis 8:18-20)  Salió, pues, Noé, y con él sus hijos y su mujer y
las mujeres de sus hijos.  (19)  Y todas las bestias, todos los
reptiles, todas las aves y todo lo que se mueve sobre la tierra,
salieron del arca según sus familias.  (20)  Y edificó Noé un altar al
SEÑOR, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció
holocaustos en el altar.

Esta ofrenda sincera de Noé tuvo un efecto positivo…


(Gen. 8:21-22) Y el SEÑOR percibió el aroma agradable, y dijo el
SEÑOR para sí: Nunca más volveré a maldecir la tierra por causa
del hombre, porque la intención del corazón del hombre es mala
desde su juventud; nunca más volveré a destruir todo ser viviente
como lo he hecho.  (22)  Mientras la tierra permanezca, la siembra y
la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche,
nunca cesarán.

REPOSO
El nombre de NOE en hebreo es Noaj, que significa: “el que nos trae
reposo”. 
(Gen. 5:29)  Y le puso por nombre Noé, diciendo: Este nos dará
descanso de nuestra labor y del trabajo de nuestras manos, por
causa de la tierra que el SEÑOR ha maldecido.

Noé es una sombra del Mesías, quien nos dará reposo eterno. 
(Hebreos 4:9-11)  Queda, por tanto, un reposo sagrado para el
pueblo de Dios.  (10)  Pues el que ha entrado a su reposo, él mismo
ha reposado de sus obras, como Dios reposó de las suyas.  (11) 
Por tanto, esforcémonos por entrar en ese reposo, no sea que
alguno caiga siguiendo el mismo ejemplo de desobediencia.

En el próximo capítulo leeremos acerca del Pacto que Dios hizo con
Noé y su descendencia

GENESIS 9: Bendición y Pacto con Noé


Luego del Diluvio, Noé y su familia, y todos los animales que iban
con ellos, salieron del Arca.  Lo hicieron cuando Dios se los mostró,
esperando el momento en que la Tierra estaba preparada para
recibirlos.

Tan pronto salieron del Arca, Dios hizo dos cosas: (1) los bendijo, e
(2) hizo un Pacto con ellos.

(1) BENDICIÓN A NOÉ Y SUS HIJOS


Hay muchos paralelos entre la bendición que Dios le dio a Adán
luego de haberlo creado, y a Noé luego de haberlo salvado del
Diluvio.  Esto afirma la idea que el Diluvio fue un “borrón y cuenta
nueva”, una oportunidad para que la humanidad tuviera un nuevo
comienzo, en limpio. 

a.  Así como Dios le dijo a Adán que fuera productivo y que llenara la
tierra y la controlara (Gen. 1:28), lo mismo le dijo a Noé:
(Génesis 9:1-2)   Y bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Sed
fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra.  (2)  Y el temor y el terror
de vosotros estarán sobre todos los animales de la tierra, y sobre
todas las aves del cielo, y en todo lo que se arrastra sobre el suelo, y
en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados.
(Génesis 9:7)   En cuanto a vosotros, sed fecundos y multiplicaos;
poblad en abundancia la tierra y multiplicaos en ella.

b.  Así como a Adán le habló de su dieta (lo que podían comer, Gen.
1:29), también lo hizo con Noé, pero añadiendo otro tipo de alimento
que no se comía antes…
(Génesis 9:3-4) Todo lo que se mueve y tiene vida os será para
alimento: todo os lo doy como os di la hierba verde.  (4)  Pero carne
con su vida, es decir, con su sangre, no comeréis.

Luego del Diluvio, Dios autorizó al hombre comer carne, además de


plantas.  El mundo había cambiado, y también cambió la dieta
original.  Sin embargo, había una condición: no debían comer la
carne con la sangre. 

La prohibición de comer sangre se debe a que en la sangre está la


vida.  Este es un tema que se repite a lo largo de la Biblia. 
(Levítico 17:10-14)  Si cualquier hombre de la casa de Israel, o de
los forasteros que residen entre ellos, come sangre, yo pondré mi
rostro contra esa persona que coma sangre, y la cortaré de entre su
pueblo.  (11)  Porque la vida de la carne está en la sangre, y yo os la
he dado sobre el altar para hacer expiación por vuestras almas;
porque es la sangre, por razón de la vida, la que hace expiación. 
(12)  Por tanto dije a los hijos de Israel: Ninguna persona entre
vosotros comerá sangre; tampoco comerá sangre ningún forastero
que reside entre vosotros.  (13)  Y cuando algún hombre de los hijos
de Israel o de los forasteros que residen entre ellos, que al cazar
capture un animal o un ave que sea permitido comer, derramará su
sangre y la cubrirá con tierra.  (14)  Porque en cuanto a la vida de
toda carne, su sangre es su vida. Por tanto, dije a los hijos de Israel:
No comeréis la sangre de ninguna carne, porque la vida de toda
carne es su sangre; cualquiera que la coma será exterminado.

(Levítico 7:26-27)  Y no comeréis sangre, ni de ave ni de animal, en


ningún lugar en que habitéis.  (27)  Toda persona que coma
cualquier clase de sangre, esa persona será cortada de entre su
pueblo.

(Deuteronomio 12:20-25)  Cuando el SEÑOR tu Dios haya extendido


tus fronteras como te ha prometido, y tú digas: "Comeré carne",
porque deseas comer carne, entonces podrás comer carne, toda la
que desees.  (21)  Si el lugar que el SEÑOR tu Dios escoge para
poner su nombre está muy lejos de ti, entonces podrás matar de tus
vacas y de tus ovejas que el SEÑOR te ha dado, como te he
ordenado, y podrás comer dentro de tus ciudades todo lo que
desees.  (22)  Tal como se come la gacela y el ciervo, así la podrás
comer; el inmundo y el limpio podrán comer de ella.  (23)  Sólo
cuídate de no comer la sangre, porque la sangre es la vida, y no
comerás la vida con la carne.  (24)  No la comerás; la derramarás
como agua sobre la tierra.  (25)  No la comerás, para que te vaya
bien a ti y a tus hijos después de ti, porque estarás haciendo lo que
es justo delante del SEÑOR.

En la antigüedad no se comía tanta carne como hoy en día.  Por lo


general sólo se hacía en eventos especiales, no sólo por el costo
sino también por la falta de refrigeración.  Pero también el consumo
de carne, dado que se requiere del sacrificio de un animal, casi
siempre iba vinculado con algún ritual a ídolos.  Por eso, la Biblia
advierte que no se coma comida sacrificada a los ídolos. 
Cuando los gentiles comenzaron a convertirse en tiempos de los
primeros apóstoles, ellos les instruyeron a no comer sangre, además
de cosas sacrificadas a los ídolos, entre otras cosas que eran
comunes en las sociedades paganas.
(Hechos 15:28-29)  Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a
nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas
necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre,
de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis,
bien haréis.  Pasadlo bien. 

Los apóstoles querían asegurarse de enseñarles a los nuevos


creyentes lo básico y primordial, y luego ellos podrían ir aprendiendo
y profundizando más, poco a poco, conforme fueran estudiando la
Palabra de Dios. 
(Hechos 15:19-21)  Por tanto, yo opino que no molestemos a los que
de entre los gentiles se convierten a Dios,  (20)  sino que les
escribamos que se abstengan de cosas contaminadas por los ídolos,
de fornicación, de lo estrangulado y de sangre.  (21)  Porque Moisés
desde generaciones antiguas tiene en cada ciudad quienes lo
prediquen, pues todos los días de reposo es leído en las sinagogas.

Relacionado con el mandamiento de no comer sangre está el de “no


derramar sangre”, es decir, no asesinar.  Ahora nos parece obvio,
pero antes no lo era.  Este mandamiento se hizo necesario luego del
homicidio de Abel a manos de su hermano Caín (Gen. 4:8-12), y de
muchos que le siguieron. Cuando se va corrompiendo la sociedad,
se va perdiendo el respeto por la vida.
(Génesis 9:5-6)  Y ciertamente pediré cuenta de la sangre de
vuestras vidas; de todo animal la demandaré. Y de todo hombre, del
hermano de todo hombre demandaré la vida del hombre.  (6)  El que
derrame sangre de hombre, por el hombre su sangre será
derramada, porque a imagen de Dios hizo El al hombre.
(2) PACTO CON NOÉ
Luego de darles la bendición de la productividad y los mandamientos
básicos para vivir, Dios hizo un Pacto con Noé.  Aunque el Pacto
lleva el nombre del patriarca, en realidad es con toda la humanidad,
ya que todos los seres humanos somos descendientes de alguno de
los hijos de Noé.
(Génesis 9:8-10)  Entonces habló Dios a Noé y a sus hijos que
estaban con él, diciendo:  (9)  He aquí, yo establezco mi pacto con
vosotros, y con vuestra descendencia después de vosotros,  (10)  y
con todo ser viviente que está con vosotros: aves, ganados y todos
los animales de la tierra que están con vosotros; todos los que han
salido del arca, todos los animales de la tierra.

¿En qué consistía este Pacto?


(Génesis 9:11)  Yo establezco mi pacto con vosotros, y nunca más
volverá a ser exterminada toda carne por las aguas del diluvio, ni
habrá más diluvio para destruir la tierra.

La SEÑAL de este Pacto es el Arcoiris.  Es una señal física que trae


a memoria esta promesa divina. 
(Génesis 9:12-17)  Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que hago
entre yo y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por
todas las generaciones:  (13)  pongo mi arco en las nubes y será por
señal del pacto entre yo y la tierra.  (14)  Y acontecerá que cuando
haga venir nubes sobre la tierra, se verá el arco en las nubes,  (15) 
y me acordaré de mi pacto que hay entre yo y vosotros y entre todo
ser viviente de toda carne; y nunca más se convertirán las aguas en
diluvio para destruir toda carne.  (16)  Cuando el arco esté en las
nubes, lo miraré para acordarme del pacto eterno entre Dios y todo
ser viviente de toda carne que está sobre la tierra.  (17)  Y dijo Dios
a Noé: Esta es la señal del pacto que he establecido entre yo y toda
carne que está sobre la tierra.

El Arcoiris es una señal divina también para ti.  El Pacto que Dios
hizo con Noé contempla a toda la humanidad y a todo ser viviente. 
También es un pacto eterno, “por todas las generaciones”.  El Señor
no se ha olvidado de su pacto, y se recordará de él en los últimos
días.
(Isaías 54:7-10)  Por un breve momento te abandoné, pero te
recogeré con grandes misericordias.  Con un poco de ira escondía
mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré
compasión de ti, dijo Jehová tu Redentor.  Porque esto me será
como en los días de Noé, cuando juré que nunca más las aguas de
Noé pasarían sobre la tierra; así he jurado que no me enojaré contra
ti, ni te reñiré.  Porque los montes se moverán, y los collados
temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de
mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene misericordia. 

En la próxima entrada, veremos como las cosas no resultaron


“perfectas” en la nueva oportunidad para la humanidad, luego del
Diluvio.  También veremos algunos datos interesantes en la
genealogía de los Hijos de Noé...

GENESIS 9 & 10: Los Hijos de Noé


Luego del Diluvio, Noé y su familia tuvieron la oportunidad de
comenzar de nuevo.  De inmediato, Noé comenzó a trabajar la tierra.
(Génesis 9:20)  Entonces Noé comenzó a labrar la tierra, y plantó
una viña.

Seguramente, Noé hizo varios cultivos, pero se hace mención


especial de una viña por lo que sucedió a continuación.  Las viñas
producen uvas, y de las uvas se saca el vino.  En una ocasión, Noé
tomó de más, al punto que se emborrachó.  Él era un hombre justo,
pero no era perfecto—nadie lo es (Ecl. 7:20).
(Génesis 9:21)  Y bebió el vino y se embriagó, y se desnudó en
medio de su tienda.
La Biblia habla de tomar vino, pero advierte repetidamente en contra
de embriagarse (Isa. 28:7; Os. 4:11; Hab. 2:15-16; Gal. 5:21).
(Proverbios 20:1)  El vino es escarnecedor, la bebida fuerte
alborotadora, y cualquiera que con ellos se embriaga no es sabio.

(Efesios 5:18)  Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay


disolución, sino sed llenos del Espíritu.

El peligro de emborracharse es que lleva a hacer cosas que nunca


harían estando sobrios.  Se borran los límites entre lo que es bueno
y malo (Lev. 10:9-11).  Esto fue lo que le sucedió a Noé. 
(Génesis 9:21)  Y bebió el vino y se embriagó, y se desnudó en
medio de su tienda.

A esta falta se añade otra que podría considerarse más grave,


porque fue hecha en estado de sobriedad. 
(Génesis 9:22)  Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su
padre, y se lo contó a sus dos hermanos que estaban afuera.

Algunos dirán: “¿Qué tiene de malo?  Cam no hizo nada, sino sólo
señalar lo que estaba sucediendo”.  Pero la actitud de los otros
hermanos nos muestra lo que era correcto hacer en esa situación.
(Génesis 9:23)  Entonces Sem y Jafet tomaron un manto, lo
pusieron sobre sus hombros, y caminando hacia atrás cubrieron la
desnudez de su padre; y sus rostros estaban vueltos, y no vieron la
desnudez de su padre.
En lugar de cubrir a su padre, Cam expuso las faltas de él y su
vergüenza.  ¿No es eso lo que muchos hacen cuando critican las
faltas de los demás, en lugar de “cubrirlos”?  No se trata de
“encubrir”, es decir, esconder la verdad, ya que eso sería
complicidad.  Más bien se trata de “cubrir”, es decir, hablar en
privado con la persona para darle la oportunidad de arrepentirse y
cambiar, y borrar así su falta.

Las consecuencias de la falta de Cam fueron a la medida de su


propio pecado.  Así como él avergonzó a su padre, uno de sus hijos
lo avergonzaría a él. 
(Génesis 9:24-27)  Cuando Noé despertó de su embriaguez, y supo
lo que su hijo menor le había hecho,  (25)  dijo: Maldito sea Canaán;
siervo de siervos será para sus hermanos. 

Aunque Cam fue el que cometió la falta, fue su hijo quien recibió la
maldición. Según la tradición judía, Canaán fue el primero en ver
desnudo a Noé, y se lo avisó a su padre Cam, quien luego lo
descubrió ante todos.  Por eso, él fue el objeto de la maldición, pues
él tenía la misma tendencia de su padre.

Noé maldijo al hijo de Cam, y por el contrario, bendijo a sus otros


hijos por su buena actitud.
(Génesis 9:26)  Dijo también: Bendito sea el SEÑOR, el Dios de
Sem; y sea Canaán su siervo.  (27)  Engrandezca Dios a Jafet, y
habite en las tiendas de Sem; y sea Canaán su siervo.

En toda la Biblia, y en especial en Génesis, se hace evidente que las


acciones de una persona tienen consecuencias no sólo para él, sino
para su descendencia…a menos que haya arrepentimiento, o que un
descendiente se levante para revertir esa iniquidad a través de una
transformación completa.  Este cambio y reversión se conoce en
hebreo como Tikun, y hablaremos de ello con mayor profundidad en
el futuro. 
GENEALOGÍA DE LOS HIJOS DE NOÉ
Como hemos mencionado, las genealogías son muy importantes en
el libro de Génesis.  En el capítulo 10 aparece la genealogía de los
hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet.  
(Génesis 10:1)  Estas son las generaciones de Sem, Cam y Jafet,
hijos de Noé, a quienes les nacieron hijos después del diluvio:

De ellos proviene toda la humanidad; en otras palabras, todo ser


humano es “hijo de Noé”.  Según la tradición judía, los
descendientes de los hijos de Noé llegaron al número 70, y de ellos
provienen las 70 naciones que poblaron el mundo.  
(Génesis 9:18-19)  Y los hijos de Noé que salieron del arca fueron
Sem, Cam y Jafet; y Cam fue el padre de Canaán.  (19)  Estos tres
fueron los hijos de Noé, y de ellos se pobló toda la tierra.
(Génesis 10:32)  Estas son las familias de los hijos de Noé según
sus genealogías, por sus naciones; y de ellos se propagaron las
naciones sobre la tierra después del diluvio.

Los hijos de Noé tomaron literalmente el mandato de multiplicarse y


llenar la Tierra.  No se quedaron en un solo lugar, sino que cada uno
tomó su camino.  Ellos llegaron a poblar las siguientes regiones:
• Jafet en Europa,
• Cam en Egipto y las siete naciones de Canáan (10:15-20)
• Sem en Mesopotamia y Asia.

Esto se sabe porque los lugares donde ellos se asentaron llevan sus
nombres (por ejemplo: Misrayin ahora es Egipto, Cus es Etiopía,
Tarsis es España, Babel es Irak, etc.)
Pero hubo un hombre que no se conformó con ocupar un solo lugar. 
Él quiso tener bajo su dominio varios pueblos y naciones.  Su
nombre era Nimrod.

NIMROD

Nimrod era hijo de Cus, primogénito de Cam.  El era un gran


cazador; pero no se limitó a atrapar animales, sino que también
quiso dominar pueblos. 
(Génesis 10:8-9)  Y Cus engendró a Nimrod, que llegó a ser
poderoso en la tierra.  (9)  El fue un poderoso cazador delante del
SEÑOR; por tanto se dice: Como Nimrod, poderoso cazador delante
del SEÑOR.
Cuando la Biblia dice “delante del Señor”, literalmente significa: Cara
a cara con Dios.  Esto puede ser tanto positivo como negativo.  En el
caso de Nimrod, él se paró delante de Dios en reto, no humildad ni
sumisión. 

A Nimrod no le bastaba ser el señor de una ciudad, sino que quería


ser el rey de varios pueblos.
(Génesis 10:10-12)  Y el comienzo de su reino fue Babel, Erec, Acab
y Calne, en la tierra de Sinar.  (11)  De aquella tierra salió hacia
Asiria y edificó Nínive, Rehobot Ir, Cala,  (12)  y Resén, entre Nínive
y Cala; aquella es la gran ciudad.

La capital de su reino fue Babel.  Allí fue donde se construyó una


torre en reto a Dios. De esto hablaremos en la siguiente entrada…

GENESIS 9 & 10: Los Hijos de Noé


Luego del Diluvio, Noé y su familia tuvieron la oportunidad de
comenzar de nuevo.  De inmediato, Noé comenzó a trabajar la tierra.
(Génesis 9:20)  Entonces Noé comenzó a labrar la tierra, y plantó
una viña.

Seguramente, Noé hizo varios cultivos, pero se hace mención


especial de una viña por lo que sucedió a continuación.  Las viñas
producen uvas, y de las uvas se saca el vino.  En una ocasión, Noé
tomó de más, al punto que se emborrachó.  Él era un hombre justo,
pero no era perfecto—nadie lo es (Ecl. 7:20).
(Génesis 9:21)  Y bebió el vino y se embriagó, y se desnudó en
medio de su tienda.
La Biblia habla de tomar vino, pero advierte repetidamente en contra
de embriagarse (Isa. 28:7; Os. 4:11; Hab. 2:15-16; Gal. 5:21).
(Proverbios 20:1)  El vino es escarnecedor, la bebida fuerte
alborotadora, y cualquiera que con ellos se embriaga no es sabio.

(Efesios 5:18)  Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay


disolución, sino sed llenos del Espíritu.

El peligro de emborracharse es que lleva a hacer cosas que nunca


harían estando sobrios.  Se borran los límites entre lo que es bueno
y malo (Lev. 10:9-11).  Esto fue lo que le sucedió a Noé. 
(Génesis 9:21)  Y bebió el vino y se embriagó, y se desnudó en
medio de su tienda.

A esta falta se añade otra que podría considerarse más grave,


porque fue hecha en estado de sobriedad. 
(Génesis 9:22)  Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su
padre, y se lo contó a sus dos hermanos que estaban afuera.

Algunos dirán: “¿Qué tiene de malo?  Cam no hizo nada, sino sólo
señalar lo que estaba sucediendo”.  Pero la actitud de los otros
hermanos nos muestra lo que era correcto hacer en esa situación.
(Génesis 9:23)  Entonces Sem y Jafet tomaron un manto, lo
pusieron sobre sus hombros, y caminando hacia atrás cubrieron la
desnudez de su padre; y sus rostros estaban vueltos, y no vieron la
desnudez de su padre.
En lugar de cubrir a su padre, Cam expuso las faltas de él y su
vergüenza.  ¿No es eso lo que muchos hacen cuando critican las
faltas de los demás, en lugar de “cubrirlos”?  No se trata de
“encubrir”, es decir, esconder la verdad, ya que eso sería
complicidad.  Más bien se trata de “cubrir”, es decir, hablar en
privado con la persona para darle la oportunidad de arrepentirse y
cambiar, y borrar así su falta.

Las consecuencias de la falta de Cam fueron a la medida de su


propio pecado.  Así como él avergonzó a su padre, uno de sus hijos
lo avergonzaría a él. 
(Génesis 9:24-27)  Cuando Noé despertó de su embriaguez, y supo
lo que su hijo menor le había hecho,  (25)  dijo: Maldito sea Canaán;
siervo de siervos será para sus hermanos. 

Aunque Cam fue el que cometió la falta, fue su hijo quien recibió la
maldición. Según la tradición judía, Canaán fue el primero en ver
desnudo a Noé, y se lo avisó a su padre Cam, quien luego lo
descubrió ante todos.  Por eso, él fue el objeto de la maldición, pues
él tenía la misma tendencia de su padre.

Noé maldijo al hijo de Cam, y por el contrario, bendijo a sus otros


hijos por su buena actitud.
(Génesis 9:26)  Dijo también: Bendito sea el SEÑOR, el Dios de
Sem; y sea Canaán su siervo.  (27)  Engrandezca Dios a Jafet, y
habite en las tiendas de Sem; y sea Canaán su siervo.

En toda la Biblia, y en especial en Génesis, se hace evidente que las


acciones de una persona tienen consecuencias no sólo para él, sino
para su descendencia…a menos que haya arrepentimiento, o que un
descendiente se levante para revertir esa iniquidad a través de una
transformación completa.  Este cambio y reversión se conoce en
hebreo como Tikun, y hablaremos de ello con mayor profundidad en
el futuro. 
GENEALOGÍA DE LOS HIJOS DE NOÉ
Como hemos mencionado, las genealogías son muy importantes en
el libro de Génesis.  En el capítulo 10 aparece la genealogía de los
hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet.  
(Génesis 10:1)  Estas son las generaciones de Sem, Cam y Jafet,
hijos de Noé, a quienes les nacieron hijos después del diluvio:

De ellos proviene toda la humanidad; en otras palabras, todo ser


humano es “hijo de Noé”.  Según la tradición judía, los
descendientes de los hijos de Noé llegaron al número 70, y de ellos
provienen las 70 naciones que poblaron el mundo.  
(Génesis 9:18-19)  Y los hijos de Noé que salieron del arca fueron
Sem, Cam y Jafet; y Cam fue el padre de Canaán.  (19)  Estos tres
fueron los hijos de Noé, y de ellos se pobló toda la tierra.
(Génesis 10:32)  Estas son las familias de los hijos de Noé según
sus genealogías, por sus naciones; y de ellos se propagaron las
naciones sobre la tierra después del diluvio.

Los hijos de Noé tomaron literalmente el mandato de multiplicarse y


llenar la Tierra.  No se quedaron en un solo lugar, sino que cada uno
tomó su camino.  Ellos llegaron a poblar las siguientes regiones:
• Jafet en Europa,
• Cam en Egipto y las siete naciones de Canáan (10:15-20)
• Sem en Mesopotamia y Asia.

Esto se sabe porque los lugares donde ellos se asentaron llevan sus
nombres (por ejemplo: Misrayin ahora es Egipto, Cus es Etiopía,
Tarsis es España, Babel es Irak, etc.)
Pero hubo un hombre que no se conformó con ocupar un solo lugar. 
Él quiso tener bajo su dominio varios pueblos y naciones.  Su
nombre era Nimrod.

NIMROD

Nimrod era hijo de Cus, primogénito de Cam.  El era un gran


cazador; pero no se limitó a atrapar animales, sino que también
quiso dominar pueblos. 
(Génesis 10:8-9)  Y Cus engendró a Nimrod, que llegó a ser
poderoso en la tierra.  (9)  El fue un poderoso cazador delante del
SEÑOR; por tanto se dice: Como Nimrod, poderoso cazador delante
del SEÑOR.
Cuando la Biblia dice “delante del Señor”, literalmente significa: Cara
a cara con Dios.  Esto puede ser tanto positivo como negativo.  En el
caso de Nimrod, él se paró delante de Dios en reto, no humildad ni
sumisión. 

A Nimrod no le bastaba ser el señor de una ciudad, sino que quería


ser el rey de varios pueblos.
(Génesis 10:10-12)  Y el comienzo de su reino fue Babel, Erec, Acab
y Calne, en la tierra de Sinar.  (11)  De aquella tierra salió hacia
Asiria y edificó Nínive, Rehobot Ir, Cala,  (12)  y Resén, entre Nínive
y Cala; aquella es la gran ciudad.

La capital de su reino fue Babel.  Allí fue donde se construyó una


torre en reto a Dios. De esto hablaremos en la siguiente entrada…

GENESIS 11: La Torre de Babel


Las generaciones de los hijos de Noé tuvieron la oportunidad de un
nuevo comienzo.  Era la oportunidad para hacer las cosas como
Dios había mandado, es decir, multiplicarse y llenar la tierra (Gen.
1:28; 9:1,7).  Algunos lo hicieron, y comenzaron a poblar regiones
antes inexploradas. Pero otros se rebelaron, y en lugar de expandir
sus horizontes, comenzaron a reunirse, estableciendo ciudades
amuralladas, para defender lo que ellos estaban construyendo.   

Hoy en día no nos parece extraña la construcción de altos edificios y


ciudades; esto ha sido un resultado natural del crecimiento
poblacional y la industrialización.  Pero en tiempos antiguos, lo
normal era vivir en el campo.  Quienes vivían en ciudades eran los
comerciantes, quienes vendían en el mercado lo que los demás
producían en sus terrenos.   

Por eso, es extraño leer que unos años después del Diluvio, la gente
se dispuso a construir una torre. 
(Génesis 11:2-4)  Y aconteció que según iban hacia el oriente,
hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí.  (3) 
Y se dijeron unos a otros: Vamos, fabriquemos ladrillos y
cozámoslos bien. Y usaron ladrillo en lugar de piedra, y asfalto en
lugar de mezcla.  (4)  Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y
una torre cuya cúspide llegue hasta los cielos, y hagámonos un
nombre famoso, para que no seamos dispersados sobre la faz de
toda la tierra.

Pieter Bruegel
(1563)  Museo
Kunsthistorisches, Viena

La construcción de una torre en sí no tiene nada de malo.  El


problema era la intención por la cual se hizo.  Hoy en día se
construyen altos edificios en las ciudades, dado que ya no hay más
espacio hacia dónde expandirse.  Es por necesidad.  Pero, ¿qué
necesidad tenían de construir una torre en medio de la llanura del
Sinar? 

La Biblia explica la razón por la que hicieron la Torre de Babel: “los


hombres buscaban hacerse un nombre famoso”.  Querían exaltarse
a sí mismos; querían “llegar hasta los cielos”, y ser como Dios.  Ellos
no querían ser dispersados y llenar la Tierra, como Dios les había
dicho.  Más bien, querían permanecer juntos y hacer maravillosas
obras para hacerse grandes y famosos.  Esa generación se unió con
el propósito de glorificar el poder del hombre y exaltar sus propios
nombres.  Era una sociedad antropocéntrica (es decir, tenían al
hombre en el centro), en lugar de teocéntrica (teniendo a Dios como
el centro de sus vidas). 

La Biblia no menciona a Nimrod en el capítulo 11, pero no podemos


olvidar que él fue quien fundó la ciudad de Babel, donde se
construyó la torre.  Esa era la capital de su reino.  Haya estado vivo
o no para el tiempo de la construcción, no podemos evitar pensar
que él sembró la idea de la exaltación propia y la rebelión en contra
de Dios en el corazón de su pueblo.

RESPUESTA DE DIOS
¿Cuál fue la reacción de Dios al ver la Torre de Babel?
(Génesis 11:5-7) Y el Señor descendió para ver la ciudad y la torre
que habían edificado los hijos de los hombres.  Y dijo el Señor: He
aquí, son un solo pueblo y todos ellos tienen la misma lengua.  Y
esto es lo que han comenzado a hacer, y ahora nada de lo que se
propongan hacer les será imposible.  Vamos, bajemos y allí
confundamos su lengua, para que nadie entienda el lenguaje del
otro.

Anteriormente, todos hablaban la misma lengua. 


(Génesis 11:1)  Toda la tierra hablaba la misma lengua y las mismas
palabras.

Pero, a partir de ese momento, Dios los confundió, y cada uno


comenzó a hablar un idioma diferente.  El resultado es que no se
entendían unos entre otros. 
¿Cómo puede uno convivir, y mucho menos trabajar, con alguien con
quien uno no se puede comunicar?  Es prácticamente imposible.

La forma de frenar los planes del hombre fue confundirlos.  Eso es


exactamente lo que significa la palabra “Babel”, literalmente
“confusión”. 

El resultado fue que cada uno tomó su camino, y así comenzaron a


dispersaron.  De esta forma, Dios hizo que se cumpliera Su voluntad.
(Génesis 11:8-9) Así los dispersó el SEÑOR desde allí sobre la faz
de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad.  (9)  Por eso fue
llamada Babel, porque allí confundió el SEÑOR la lengua de toda la
tierra; y de allí los dispersó el SEÑOR sobre la faz de toda la tierra.

VERSIÓN MODERNA DE BABEL


¿Sabían ustedes que existe en la actualidad un edificio que fue
construido como una imagen moderna de la Torre de Babel?  Este es
el edificio del Parlamento Europeo, el cual está localizado en
Estrasburgo, en la frontera entre Alemania y Francia.  Es un edificio
moderno, pero tiene la forma de una torre que no ha sido terminada
de construir.  Fue hecho así a propósito.  Su diseño arquitectónico
está inspirado en la pintura de Pieter Bruegel sobre la Torre de
Babel. [ver gráfica inicial]
Cuando se inauguró el Parlamento, en los afiches y panfletos
pusieron una caricatura con la imagen de la Torre de Babel, la cual
estaba siendo construida por gente en forma de ladrillo.  El lema de
la campaña era: “Europa: Muchas lenguas, una voz”. 

Era una frase llamativa que parecía tener un mensaje noble,


llamando a la unidad, el respeto y la tolerancia.  Pero, ¿por qué
relacionarlo con la Torre de Babel, el cual es un símbolo de rebelión
en contra de Dios y exaltación del hombre?  Ése era el mensaje
subyacente, que ha caracterizado el pensamiento europeo en la era
moderna.

El “Espíritu de Babel” sigue vivo, y ha vuelto a surgir una y otra vez


en la historia.  Así será hasta final, cuando caiga el reino del hombre
(Babilonia) para darle paso al Reino de Dios (Jerusalén)—ref. Apoc.
18; Dan. 2.
(Apocalipsis 14:6-8)  Y vi volar en medio del cielo a otro ángel que
tenía un evangelio eterno para anunciarlo a los que moran en la
tierra, y a toda nación, tribu, lengua y pueblo,  (7)  diciendo a gran
voz: Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha
llegado; adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de
las aguas.  (8)  Y le siguió otro ángel, el segundo, diciendo: ¡Cayó,
cayó la gran Babilonia!; la que ha hecho beber a todas las naciones
del vino de la pasión de su inmoralidad.

LA RAZÓN DE LA CONFUSIÓN
Como ya mencionamos, en el principio todos los hombres hablaban
el mismo idioma (Gen. 11:1).  El propósito original de Dios es que
todos nos entendiéramos.  Esto no sólo implica hablar el mismo
idioma, sino entenderse mutuamente.  ¿Podrían imaginarse un
mundo donde no existan los malos entendidos?
La confusión de lengua vino cuando el hombre quiso hacer su propia
voluntad aparte de Dios, sobre Dios, en lugar de Dios.  El problema
de Babel no radica sólo en la diferencia de idiomas sino en la
variedad de pensamientos, mentalidades, intensiones,
motivaciones.  Cuando cada hombre busca la gloria propia, no
podemos entendernos.  Cuando cada uno lucha su propio interés,
hay disensión. 

Dios no está en contra de la diversidad, ya que así nos creó.  El


apóstol Pablo dice que todos somos miembros de un cuerpo; cada
miembro es diferente y único, pero todos funcionan en unidad
cuando cada uno están conectado a la cabeza y se somete a ella (1
Corintios 12). 

Si queremos que la humanidad alcance unidad, debemos dejar de


construir nuestros propios imperios y realizar planes individuales. 
Debemos conectarnos con el Plan divino, con la Cabeza, y
cumpliendo cada uno el propósito por el cual fuimos creados.  Si
queremos volver a entendernos entre nosotros, debemos poner a
Dios antes que nuestros propios egos. 

REVERSIÓN DE LA CONFUSIÓN
El profeta Sofonías habla acerca de los últimos días, en específico
del día de la ira y juicio.  En esos días, se va a revertir la
consecuencia del pecado de la Torre de Babel:
(Sofonías 3:8-9) Por tanto, esperadme, dice Jehová, hasta el día que
me levante para juzgaros; porque mi determinación es reunir las
naciones, juntar los reinos, para derramar sobre ellos mi enojo, todo
ardor de mi ira; por el fuego de mi celo será consumida toda la
tierra.  En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos pureza de
labios, para que todos invoquen el nombre de Jehová, para que
le sirvan de común consentimiento.                           

La frase “pureza de labios” literalmente significa: Aclarar o limpiar la


lengua o idioma.  Algunos comentaristas interpretan esto como el
regreso a un solo idioma.  No sólo eso, sino que nos
comprenderemos.  ¿Por qué?  Porque todos invocarán el Nombre de
Dios, en lugar de “buscar hacerse un nombre famoso”, como en
Babel. 

GENEALOGÍA DE SEM
Luego del incidente de la Torre de Babel, la Biblia presenta la
genealogía de Sem (Gen. 11:10:26), la cual sirve de introducción a la
historia del patriarca Abraham (antes llamado Abram), cuyo destino
será restaurar el nombre de Dios en la historia de la civilización.

Lo primero que Abram hizo al llegar a Canaán, fue subir a Bet-El,


construir un altar, y proclamar el “Nombre de Dios”.
(Gen. 12:8)  De allí se trasladó hacia el monte al oriente de Betel, y
plantó su tienda, teniendo a Betel al occidente y Hai al oriente; y
edificó allí un altar al SEÑOR, e invocó el nombre del SEÑOR.
DESCENDENCIA DE TARÉ
En la genealogía de Sem, se hace una mención especial de Taré,
quien era padre de Abram. 

Antes de avanzar a la historia de Abram (luego llamado Abraham),


es importante conocer a los parientes cercanos de este patriarca,
algunos de los cuales surgirán de nuevo en la narrativa bíblica.
(Génesis 11:27-30)  Estas son las generaciones de Taré: Taré
engendró a Abram, a Nacor y a Harán; y Harán engendró a Lot. 
(28)  Y murió Harán en presencia de su padre Taré en la tierra de su
nacimiento, en Ur de los caldeos.  (29)  Y Abram y Nacor tomaron
para sí mujeres. El nombre de la mujer de Abram era Sarai, y el
nombre de la mujer de Nacor, Milca, hija de Harán, padre de Milca y
de Isca.  (30)  Y Sarai era estéril; no tenía hijo. 
No sólo Abram salió de Ur de los caldeos, sino también su padre
Taré.  Según la tradición judía, ellos salieron de Ur porque el rey
había matado a Harán, padre de Lot, hermano de Abram.  Sin
embargo, no fueron lejos, y no cruzaron el río.  Se asentaron no muy
lejos de Ur, y allí fundaron el pueblo de Harán, en memoria del hijo
fallecido de Taré. 
(Génesis 11:31-32)  Y Taré tomó a Abram su hijo, a su nieto Lot, hijo
de Harán, y a Sarai su nuera, mujer de su hijo Abram; y salieron
juntos de Ur de los caldeos, en dirección a la tierra de Canaán; y
llegaron hasta Harán, y se establecieron allí.  (32)  Los días de Taré
fueron doscientos cinco años; y murió Taré en Harán.
La familia de Taré se quedó en Harán.  Pero Dios llamó a Abram a
seguir su camino…lo cual veremos en el próximo estudio…

GENESIS 12: Llamado de Abram

Del capítulo 1 al 11, el libro de Génesis ha tratado sobre la historia


de toda la humanidad.  Pero a partir del capítulo 12, la historia se
enfoca en una familia en particular: Abram y su descendencia. 

Como mencionamos anteriormente, Abram era originario de Ur de


los caldeos (hoy, cerca de Kuwait), pero luego se asentaron en
Harán con su padre y un hermano.  Pero allí Dios lo llamó:
(Génesis 12:1-3)  Y el SEÑOR dijo a Abram: Vete de tu tierra, de
entre tus parientes y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te
mostraré.  (2)  Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y
engrandeceré tu nombre, y serás bendición.  (3)  Bendeciré a los
que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán
benditas todas las familias de la tierra. 

El texto hebreo usa una expresión muy peculiar: “Lej leja”.  En


español es traducido como “vete”, pero literalmente se podría leer
“vete de ti mismo”.  Es como si Dios le estuviere diciendo que debía
irse de todo lo que le era conocido y familiar hasta ese momento.

¿De qué debe irse?


à de tu tierra
à de tu parentela
à de la casa de tu padre
à de lo que había estado haciendo hasta entonces

Debía desligarse y apartarse de lo que le era familiar hasta ese


momento.

Según la tradición judía, el padre de Abram era un hacedor de


ídolos, lo cual concuerda con lo que está escrito en Josué.
(Jos 24:2)  Y Josué dijo a todo el pueblo: Así dice el SEÑOR, Dios
de Israel: "Al otro lado del río habitaban antiguamente vuestros
padres, es decir, Taré, padre de Abraham y de Nacor, y servían a
otros dioses. 

Abram debía dejar atrás la idolatría y todo lo que le era familiar.  Eso
estaba claro.  Pero, ¿a dónde debía ir?  Eso no lo sabía, pues Dios
no se lo había revelado.  Todo lo que sabía es que iría al un lugar
que el Señor le iba a mostrar.
Muchas veces el Señor trabaja así con nosotros.  Nos pide que
demos un paso, pero no nos revela más que esa tarea.  Lo hace
para que aprendamos a confiar en Él, y no en los planes mismos.  El
resultado de la obediencia es siempre bendición.   

LA PROMESA
Dios le prometió varias cosas a Abram si él obedecía y dejaba todo
para seguirlo a Él (Gen. 12:1-3):

*  Haré de ti una nación grande


*  Te bendeciré
*  Engrandeceré tu nombre
*  Serás bendición. 
*  Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré.
*  En ti serán benditas todas las familias de la tierra.
Aunque Dios apartó a Abram y su descendencia de entre todas las
familias del mundo, lo hizo con el propósito de bendecir a todos al
final.

PROPÓSITO
¿Qué hizo Abram?  ¿Respondió al llamado de Dios?
(Gen. 12:4)  Entonces Abram se fue tal como el SEÑOR le había
dicho; y Lot fue con él. Y Abram tenía setenta y cinco años cuando
partió de Harán. 

Abram no era joven.  Ya era anciano.  Uno podría pensar que le


faltaba poco para “terminar” su vida.  Pero a los ojos de Dios, allí
comenzaba su vida.  El Señor le dio cien años más de vida; pero no
sólo eso sino un propósito de vida enorme, que trascendería las
generaciones. 
Abram dejó todo para comenzar de nuevo.  A veces pensamos que
es duro entregar todo por ¿nada?  Pero cuando Dios nos pide que le
entreguemos todo, es porque Él nos dará algo mejor. 

EL PRIMER HEBREO
Abram fue el primero en cruzar el río, en camino hacia Canaán.  Por
eso se le llamó “hebreo” (heb. “Ivri”), que literalmente significa: “uno
que viene de más allá”, es decir, que viene más allá del Gran Río.
(Josué 24:3)  Entonces tomé a vuestro padre Abraham del otro lado
del río y lo guié por toda la tierra de Canaán, multipliqué su
descendencia y le di a Isaac.

Abram fue el primer hebreo, el primero que cruzó el río.  A lo largo


de la Biblia, es muy significativa la imagen de “cruzar el río”. 
Representa dejar una forma de vida para entrar a una nueva.  
(Génesis 12:5)  Y tomó Abram a Sarai su mujer, y a Lot su sobrino, y
todas las posesiones que ellos habían acumulado, y las personas
que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a la tierra de
Canaán; y a la tierra de Canaán llegaron. 

Abram no sólo se fue con su esposa Sarai, sino también con su


sobrino.  Abram no tenía hijos, y el padre de Lot, Harán, había
muerto; por lo tanto, él adoptó a su sobrino.

ÉSTA ES LA TIERRA


Abram no sabía exactamente a dónde iba.  Pero al entrar en
Canaán, Dios le reveló que la tierra en donde estaba parado era la
Tierra Prometida.
(Gen. 12:6-7)  Y atravesó Abram el país hasta el lugar de Siquem,
hasta la encina de More. Y el cananeo estaba entonces en la tierra. 
(7)  Y el SEÑOR se apareció a Abram, y le dijo: A tu descendencia
daré esta tierra. Entonces él edificó allí un altar al SEÑOR que se le
había aparecido. 
Siquem está localizado justamente en el centro de la Tierra
Prometida.

Este es el mismo lugar donde los israelitas, descendientes de


Abram, luego vab a confirmar el pacto con Dios, luego de haber
conquistado la Tierra Prometida. 
(Deut. 11:29-32)  Y acontecerá, que cuando el SEÑOR tu Dios te
lleve a la tierra donde entras para poseerla, pondrás la bendición
sobre el monte Gerizim y la maldición sobre el monte Ebal.  (30)
¿No están ellos al otro lado del Jordán, detrás del camino del
poniente, en la tierra de los cananeos que habitan en el Arabá, frente
a Gilgal, junto al encinar de More?  (31)  Porque vais a pasar el
Jordán para ir a poseer la tierra que el SEÑOR vuestro Dios os da, y
la tomaréis y habitaréis en ella;  (32)  y tendréis cuidado de cumplir
todos los estatutos y decretos que hoy pongo delante de vosotros.

PROMESA DOBLE
En Siquem, Dios amplió su promesa a Abram.
(Génesis 12:7)  Y el SEÑOR se apareció a Abram, y le dijo: A tu
descendencia daré esta tierra. Entonces él edificó allí un altar al
SEÑOR que se le había aparecido. 

Abram recibió una Promesa doble: tierra y descendencia.

Seguramente Abram se preguntaba cómo sería eso posible, ya que


él no tenía hijos, y ya tenía 75 años de edad.  Por otro lado, en ese
entonces la tierra les pertenecía a los cananeos, y como a
extranjero, a él no se le daba la oportunidad de poder comprar
tierra.   Se necesitaría de un milagro para que esa promesa se
cumpliera.

Siquem es un valle, pero luego de oir la promesa, Abram subió a un


monte cercano, probablemente para apreciar la Tierra que Dios le
ofrecía. 
(Génesis 12:8)  De allí se trasladó hacia el monte al oriente de Betel,
y plantó su tienda, teniendo a Betel al occidente y Hai al oriente; y
edificó allí un altar al SEÑOR, e invocó el nombre del SEÑOR. 

Contrario a lo que habían tratado de hacer en Babel, levantando su


propio nombre, Abram invocó allí el nombre del Señor. 

GENESIS 12: Abram desciende a Egipto

SIGUIO SU CAMINO
Es curioso que luego que el Señor le mostrara a Abram la
Tierra Prometida, él no se quedó allí. 
(Gen. 12:9)  Y Abram siguió su camino, continuando hacia el
Neguev. 

Al leer esto, debemos hacernos una pregunta: ¿por qué se marchó


Abram del lugar que Dios le había señalado?  ¿Acaso no le gustó?
Tal vez sintió un poco de frustración, ya que el Señor le había dicho
que la tierra se la daría a su “descendencia”, y la realidad es que él
no tenía hijos.  Tal vez siguió buscando prados más verdes. Si eso
era lo que buscaba, ciertamente encontró lo opuesto al dirigirse
hacia el sur.  El Neguev es el desierto al sur de Israel; la palabra
literalmente significa “árido, reseco”, y así es.

desierto del Neguev


Para complicar la situación, hubo hambre en la tierra, lo cual sucede
generalmente como consecuencia de una sequía.

HAMBRE EN LA TIERRA


(Génesis 12:10)  Y hubo hambre en la tierra; y Abram descendió a
Egipto para pasar allí un tiempo, porque el hambre era severa en la
tierra. 

Cuando la Biblia habla de ir a Jerusalén, siempre lo describe como


“subir”.  Pero cuando se refiere a ir a Egipto o Babilonia, como
“descender”.  Esta descripción no tiene nada que ver con la dirección
de donde uno venga (norte, sur, este, oeste), sino el lugar hacia
donde uno va.  Es una expresión espiritual.  Egipto y Babilonia
representan el mundo, y por eso uno “baja”; mientras que Jerusalén
es el lugar que Dios escogió para poner allí Su Nombre (Deu. 12:5; I
Reyes 14:21), el Templo, la capital de Su Reino en la Tierra, y por
eso uno “sube” allí. 
Abram “descendió” a Egipto.  Bajó de nivel, pues no era el lugar
donde debía estar.  Abram se topó con un desierto.

Cuando uno se sale del Plan de Dios, uno se topa con “desiertos” en
la vida.  Luego, las cosas se complican.  Eso fue lo que le sucedió a
Abram:
(Gen. 12:11-13)  Y sucedió que cuando se acercaba a Egipto, dijo a
Sarai su mujer: Mira, sé que eres una mujer de hermoso parecer; 
(12)  y sucederá que cuando te vean los egipcios, dirán: "Esta es su
mujer"; y me matarán, pero a ti te dejarán vivir.  (13)  Di, por favor,
que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya, y para
que yo viva gracias a ti. 
Algunos podrían considerar que Abram fue muy “listo”. 
El problema está cuando uno confía más en la astucia propia que en
la protección de Dios.  Cuando el hombre “mete sus manos” y
manipula, las cosas no suelen salir bien…
(Gen. 12:14-20)  Y aconteció que cuando Abram entró en Egipto, los
egipcios vieron que la mujer era muy hermosa.  (15)  Y la vieron los
oficiales de Faraón, y la alabaron delante de él; y la mujer fue
llevada a la casa de Faraón.  (16)  Y éste trató bien a Abram por
causa de ella; y le dio ovejas, vacas, asnos, siervos, siervas, asnas y
camellos.  (17)  Pero el SEÑOR hirió a Faraón y a su casa con
grandes plagas por causa de Sarai, mujer de Abram.  (18)  Entonces
Faraón llamó a Abram, y le dijo: ¿Qué es esto que me has hecho?
¿Por qué no me avisaste que era tu mujer?  (19)  ¿Por qué dijiste:
"Es mi hermana", de manera que la tomé por mujer? Ahora pues,
aquí está tu mujer, tómala y vete.  (20)  Y Faraón dio órdenes a sus
hombres acerca de Abram; y ellos lo despidieron con su mujer y con
todo lo que le pertenecía.

Las leyes de Dios no sólo aplican al pueblo de Dios, sino a todo el


universo.  Son leyes universales, como las leyes físicas.  La Biblia
dice que la consecuencia del pecado es maldición (Deut. 28) y “no
hay maldición sin causa” (Prov. 26:2).  Tal vez Abram no lo sabía, o
tal vez se creyó más listo que Dios.  Para más, los egipcios sabían
que si se salían del orden del universo, vendrían consecuencias. 

Uno hubiera pensado que Abram aprendió de este error, pero


veremos más adelante que cometerá la mismísima falta…pero
dejémoslo para más tarde…

¿Qué hubiera sido lo correcto en esa situación?  Primero, no salirse


de la voluntad de Dios, porque nos exponemos.  Segundo, confiar en
Dios, y no en nuestra propia astucia.
(Proverbios 3:5-7)  Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y no te
apoyes en tu propio entendimiento.  (6)  Reconócele en todos tus
caminos, y El enderezará tus sendas.  (7)  No seas sabio a tus
propios ojos, teme al SEÑOR y apártate del mal.

La clave está en confiar en Dios.  Pero no podemos estar “confiados”


si no estamos en la voluntad de Dios.  La obediencia trae seguridad,
más la desobediencia inseguridad. Todo comienza con permanecer
en el propósito de Dios.

Por lo menos debemos reconocerle un mérito a Abram: no regresó a


su patria de nacimiento, ni se refugió entre sus parientes, lo cual
hubiera sido más fácil.
(Hebreos 11:15-16)  Y si en verdad hubieran estado pensando en
aquella patria de donde salieron, habrían tenido oportunidad de
volver.  (16)  Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir,
celestial. Por lo cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de
ellos, pues les ha preparado una ciudad.

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