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El acontecimiento de la

Ascensión del Señor nos


reúne como familia para
celebrar que en Cristo
hemos sido llevados al Cielo.
Después de peregrinar
como corderos, atentos a la
voz de nuestro Buen Pastor,
somos llamados a entrar a
nuestra verdadera patria,
la Patria Celestial. Por eso,
llenos de gran alegría, nos
unimos a la súplica del
apóstol san Pablo, “que todo
vuestro ser: espíritu, alma
y cuerpo, sea custodiado
sin reproche hasta la
parusía de nuestro Señor
Jesucristo” (1 Ts 5, 23). Ese
es el deseo que debe haber
en nuestro corazón, porque
no hemos nacido para este
mundo, sino para vivir el
eterno gozo que nos dará la
visión de Dios.

En las Sagradas Escrituras


podemos encontrar el relato
de la Ascensión: lo podemos
leer en san Marcos, en san
Lucas y en el libro de los
Hechos de los Apóstoles
(Mc 16, 19-20; Lc 24,
50-53; Hch 1, 1-14). No
dudamos de ninguno de

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estos testimonios sino que, antes
bien, confiados en la veracidad de
F iestas
sus palabras, nos unimos a ellos por
la fe que nos han legado. Sabemos
muy bien que todo cuanto han Resurrección, sino que también
escrito no es producto de su -con la gloriosa entrada del Señor
capacidad para imaginar, sino que al Reino de los Cielos- se sigue
ha sido fruto de lo que a su vez ellos llevando a cabo el Plan de Dios
han recibido de los Apóstoles y de trazado desde la eternidad: el
lo que ellos vivieron con Jesucristo; deseo que ha tenido de hacernos
es así como, con la fuerza del sumamente felices. Es por eso
Espíritu Santo, contaron lo que que no dejamos que caiga en el
habían visto y oído, lo que palparon olvido de nuestros corazones esta
con sus manos (Cf. 1Jn 1, 1-4). solemnidad, sino que con gran
Ellos han sido testigos de primera regocijo contemplamos a través
mano de todo lo que nuestro de las lecturas cómo asciende
Señor hizo y dijo, pero nosotros Cristo y cómo en esperanza hemos
también, por la fe en sus palabras sido salvados (Rm 8, 24). Ahora
y por nuestra participación en la depende de nosotros que este
santa Misa, en la vida Sacramental, Plan de Salvación se consume
en la Oración… somos testigos en nuestra vida, pues Dios, como
de todos los hechos de la vida del es amor y libertad, no quiere
Señor. Por eso nuestra fe es siempre forzarnos a entrar al Cielo, sino
nueva, porque mientras estamos que desea que voluntariamente
de camino por este mundo en aceptemos este Don, para que
compañía de nuestro Señor, Él nos realmente disfrutemos de su
va llevando y nos va introduciendo Gracia. En palabras de san Agustín
en su misma Vida, haciéndonos podemos decir: “el Dios que te ha
partícipes de todos sus Misterios. creado sin ti no quiere salvarte
sin ti”. Y para hacerlo, quiso por
Para la Iglesia, la Ascensión del medio del Bautismo injertarnos
Señor a los Cielos es un hecho en su Cuerpo, que es la Iglesia,
muy importante. Es por eso que para que así como las hojas de
el tiempo Pascual no se reduce un árbol se benefician de la savia
simplemente al gran triunfo de la que de él recibe, nosotros, como

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SOLEMNIDAD DE LA ASCENCIÓN DEL SEÑOR

miembros de su cuerpo, también decidir sobre nuestra vida y la de


nos beneficiemos y seamos atraídos los demás. Ciertamente, muchos
a donde Él está, es decir, hasta su queremos ir al Cielo, pero ¿qué
trono de Gloria, en donde está estamos haciendo para llegar
reinando, sentado a la diestra de su allí? Tenemos que reconocer que
Padre. hoy estamos muy distraídos con
muchos espejismos, con atractivos
¡Qué gran designio de Dios falaces y pasajeros que nos han
sobre nosotros! Un regalo tan hecho olvidar el FIN para el cual
grande y tan inmerecido como hemos sido creados. Las riquezas
es el paso del Señor por nuestras y la comodidad que la tecnología
vidas y el anhelo que Él tiene de muchas veces nos ofrece (al punto
nuestra felicidad es digno de un de que con un chasquido de
profundo agradecimiento, que dedos o con un toque de pantalla
debe manifestarse con nuestra fiel recibamos lo que nuestro capricho
permanencia en la Iglesia, pues nos demanda, la posibilidad de
Ella ha sido constituida como conocer muchas culturas, mundos,
Sacramento de Salvación, de modo y otras “realidades virtuales”), entre
que podemos afirmar sin temor que otras cosas… nos hacen olvidarnos
fuera de la Iglesia no hay salvación de nuestra verdadera realidad, nos
(Cf. Compendio del Catecismo de hacen perder de vista el origen,
la Iglesia Católica n. 171) porque sin el sentido y el destino de nuestra
Ella no hay entrada al Cielo. existencia y nos hace no querer
confrontarnos para preguntarnos
Habiendo llegado a este punto y hallar la verdadera respuesta
de nuestra meditación, es muy a nuestros interrogantes, al
importante que hagamos un serio por qué -o más bien- el para
examen de conciencia para que qué de nuestros sufrimientos,
nos revisemos y nos preguntemos del misterio de nuestra vida.
si en verdad queremos ir al Cielo. Preferimos más bien olvidarnos
Ese deseo debe comprobarse en de todo y de Dios, pero ello nos
nuestro modo de vivir, a través hace caer en la desesperanza para
de los actos que realizamos, las culminar en la muerte; cerramos
palabras que decimos y también nuestros oídos y nuestro corazón a
con nuestra manera de pensar y de Dios y preferimos no contemplar

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la Verdad. Buscamos nuestro cielo
aquí en la tierra y deseamos vivirlo
F iestas
¡ya!, pero Dios en cambio, ha
querido preparar para nosotros algo
tan grande que “ni ojo vio, ni oído Creámosle a Dios y demos el
oyó, ni vino a la mente del hombre paso de la fe; deseemos con
lo que Dios ha preparado” (1 Co, todo el corazón ir al Cielo para
9-10); algo que realmente vale la gozarnos del admirable Amor
pena como para que consideremos de Dios y determinémonos a
seriamente el re-direccionarnos empezar a caminar por la ruta
hacia Cristo para poder contemplar de la conversión, aborreciendo
ese regalo y disfrutarlo con Él. el pecado, que es causa del
endurecimiento del corazón,
Hermanos, todo lo que en este lepra que va minando nuestra
mundo se cataloga como felicidad conciencia y mal tan grande que,
es frágil, pasajero, pero lo que por más pequeño e insignificante
Dios promete es eterno y supera que parezca, tiene -como nos lo
todo concepto de bienestar. No enseña nuestro Señor Jesucristo-
quedaremos defraudados si lo “poder para llevar cuerpo y alma
seguimos… y cuando estemos al fuego eterno” (Mt 10,28). Ya
gozando de esa Gloria eterna, nos nos lo aconsejan los santos: “una
parecerá poco todas las fatigas y sola cosa debemos temer: el pecado”
dolores que hayamos tenido que (San Alfonso María de Ligorio).
soportar durante nuestro tiempo de
peregrinación en esta tierra. Esto Con todo este anhelo de Cielo
nos lo promete Dios, pero también en nuestra alma, celebremos con
nos lo han revelado los santos que gran júbilo la Ascensión del Señor
han tenido la oportunidad de ver y dejemos que nuestro corazón,
algo de lo que se nos tiene guardado enamorado de Dios, vuele hasta
como recompensa, para que nos donde Él está. Allí luego llegará
lo contaran y así nos animáramos nuestro cuerpo a disfrutar también
a querer ir al Cielo, como por de la Gloria eterna cuando
ejemplo san Pablo, santa Teresa acontezca la resurrección de los
de Jesús, santa Faustina Kowalska, muertos.
entre otros.

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