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La diversidad sexual reconoce que las personas podemos tener diferentes gustos y preferencias

frente a la sexualidad; esta involucra la orientación sexual que hace referencia a la atracción
emocional, afectiva y sexual que se tiene hacia otra persona y que puede darse hacia personas
del mismo sexo/género (homosexualidad), del sexo/género opuesto (heterosexualidad) o hacia
ambos sexos/géneros (bisexualidad) (ONU Mujeres, 2016).

Asimismo, cuando hablamos de diversidad, también lo hacemos de la identidad de género.


Esta es la percepción y expresión del propio género, es decir, cómo se identifica alguien
independiente de su sexo biológico, lo que involucra su forma de ver y sentirse con su cuerpo;
esto tiene que ver con la forma de vestir, hablar y comportarse, por ejemplo, en el caso de las
personas transgénero.

Qué es la sexualidad?

Además de que todos nosotros ser seres humanos, ¡también somos seres sexuales! La
sexualidad es una parte normal, saludable y natural de quienes somos a través de cada etapa
de la vida. Nuestra sexualidad no sólo incluye el comportamiento sexual pero también el
género, los cuerpos y cómo funcionan, y nuestros valores, actitudes, crecimientos y
sentimientos de la vida, el amor y la gente en nuestras vidas. Los jóvenes aprenden sobre su
sexualidad desde el día que nacen. Es importante dejar que los niños se sientan bien acerca de
su sexualidad desde el principio. Así es más fácil que hacen preguntas en el futuro sobre sexo.
Los padres pueden utilizar muchos temas diferentes para iniciar conversaciones sobre la
sexualidad – las relaciones, el comunicación, el respeto, la imagen corporal, la intimidad y el
comportamiento sexual – como una manera de compartir los valores y la información basado
en los hechos que permita a los jóvenes a hacerse cargo de sus vidas, tener relaciones
amorosas y tomar decisiones más saludables, más seguros, y mejor informados en relación con
la sexualidad.

Como si la diversidad sexual apareciera de forma repentina en la edad adulta, el sistema


educativo español sigue ignorando la existencia de los y las adolescentes lesbianas, gays,
bisexuales y transexuales así como de aquellos que, simplemente, no sienten ni desean como
la mayoría heterosexual. El silencio y la desatención de este tipo de diversidad refuerzan
determinadas actitudes homófobas que, como se muestra en este estudio, provienen de un
grupo minoritario pero rigen el día a día de los centros de primaria y secundaria. En las páginas
del libro, se describen los mecanismos que, todavía hoy, convierten las aulas en uno de los
lugares más peligrosos para las personas bisexuales, transexuales, gays o lesbianas. Así mismo,
se detallan las consecuencias que conlleva esta situación para el conjunto de los adolescentes.
Finalmente, los miembros de la comunidad educativa encontrarán pautas y recomendaciones
didácticas para afrontar la tarea de hacer que todos nuestros adolescentes, sea cual sea su
orientación sexual o identidad de género, se sientan acogidos, reconocidos y respetados en el
ámbito escolar.

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