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Parte III
LA MATERIA DE LA MENTE
Aunque el tipo de comportamiento humano moderno que practicaban las
primeras comunidades de Homo sapiens que llegaron a Europa occidental se
constituyó poco a poco en África y Oriente Medio, algo bastante especial sucedió
en el callejón sin salida de Europa. Circunstancias propias de esa región propiciaron
la aparición repentina de un conjunto global de actividad simbólica:
-refinada tecnología de utensilios de piedra que iba más allá de lo
puramente funcional para indicar la identidad grupal,
-adornos corporales que transmitían información acerca de la identidad
personal y grupal,
-elaborados entierros de determinados muertos,
-lenguaje plenamente moderno, y
- la realización de imágenes.
este conjunto de comportamientos y actividades, por muy lenta y esporádicamente que
pueda haberse constituido en África, supone un tipo de conciencia humana que era
ajena a los neandertales y que permite concepciones de una <<realidad alternativa>>.
Para prestar atención a esto, necesitamos considerar algunas teorías sobre cómo
evolucionó la inteligencia humana a través de los milenios, pero también necesitamos ir
más allá y examinar el papel de la conciencia humana.
En este sentido, la investigación sobre la naturaleza de la mente y de la
conciencia del Paleolítico superior requiere considerar un procedimiento
metodológico.
A) Líneas sostenedoras
Si hemos de intentar cruzar el puente neurológico que nos lleve de vuelta al arte
del paleolítico superior, necesitamos examinar más atentamente las imágenes
visuales del espectro intensificado y ver qué clases de percepciones se
experimentan cuando uno/a pasa a través de él. Podemos identificar tres fases,
cada una de las cuales está caracterizada por tipos concretos de imágenes y
experiencias.
Más descripción del diagrama:
Un modelo neuropsicológico.
El modelo neuropsicológico. Cómo el funcionamiento del sistema nerviosos humano está moldeado
por las circunstancias culturales de las personas que experimentan estados alterados de conciencia.
Dominando el cerebro
Todas las personas, tanto de nuestra época como de la transición al paleolítico superior,
tienen, o tenían, el mismo sistema nervioso humano. Por lo tanto no pueden, o no
podían,
- Evitar experimentar el espectro completo de la conciencia humana,
- Abstenerse de soñar, o
- Eludir el potencial de experimentar alucinaciones.
Debido a que las poblaciones de Homo sapiens de ese periodo eran plenamente
humanas, podemos esperar con seguridad que su conciencia fuera tan cambiante y
fragmentada como la nuestra, aunque las maneras en las que consideraran y valoraran
los diversos estados habrían estado en gran medida culturalmente determinadas.
Todas las sociedades se ven obligadas a dividir el espectro de la
conciencia en secciones a las que (probablemente) se asignan nombres,
de la misma manera que dividen el espectro del color de una manera u
otra. Las comunidades humanas no son viables sin algún tipo de
consenso (probablemente cuestionado) en torno a qué estados serán
valorados y cuáles serán ignorados o denigrados.
Por decirlo sin rodeos, la locura está culturalmente definida: lo que se
considera demencia en una sociedad puede valorarse en otra. Estados
que en una sociedad producen vergüenza y se ignoran, en otra pueden
cultivarse. Pero, a pesar de estas situaciones específicas de las culturas,
el sistema nervioso no puede eliminarse: todas las personas
experimentan sueños en la primera trayectoria, y todas tienen el
potencial de experimentar los estados característicos de una trayectoria
que conlleva un proceso de interiorización.
Y los experimentan en términos de su propia cultura y sistema
de valores: esto es lo que se ha llamado la <<domesticación del
trance>>.
La ubicuidad de los estados alterados de conciencia institucionalizados la confirma
un estudio de 488 sociedades que se incluye en el Ethnographic Atlas del
antropólogo Peter Murdock. La antropóloga Erika Bourguignon, quien llevó a cabo
este estudio, halló que se informaba de que una abrumadora cifra de 437, o el 90
por ciento de estas sociedades, tenía <<formas culturalmente modeladas de
estados alterados de conciencia>>. Concluía que <<la capacidad de experimentar
estados alterados de conciencia es una capacidad psicobiológica de la especie, y
por consiguiente universal, su utilización, institucionalización y modelado son, en
realidad, rasgos de culturas, y por consiguiente variables>>.
Debido a que no hay más remedio que aprender a aceptar el espectro
completo de la conciencia y a tratar con él, la gente del Paleolítico superior
no sólo debe haber experimentado el espectro completo; también debe
haberlo dividido a su manera y haber creado de ese modo su propia versión
de la conciencia humana.
Para ofrecer un ejemplo de una actitud no occidental, recurramos a los tucanos de la
cuenca noroccidental del Amazonas de Colombia y echemos un rápido vistazo a las
fases de sus experiencias visuales inducidas por el yajé. El yajé es una vid
psicotrópica que se da en numerosas variedades. Los tucanos hablan de una fase
inicial en la que <<patrones cuadriculados, líneas en zigzag y líneas onduladas se
alternan con motivos en forma de ojo, círculos concéntricos multicolores o infinitas
cadenas de puntos brillantes>>. Durante esta fase contemplan <<pasivamente estos
innumerables patrones titilantes que parecen aproximarse o retirarse, o cambiar y
recombinarse en una multitud de paneles llenos de color>>.
El modelo neuropsicológico. Cómo el funcionamiento del sistema nerviosos humano está moldeado
por las circunstancias culturales de las personas que experimentan estados alterados de conciencia.
Los tucanos pintan estas formas en sus casas y sobre cortezas de árboles y las
identifican explícitamente como elementos de sus visiones de yajé. El antropólogo
Geraldo Reichel-Dolmatoff, que trabajó durante muchos años con los tucanos y con
otros pueblos de la cuenca del Amazonas, demostró los paralelismos entre lo que los
tucanos ven y dibujan y las formas entópticas establecidas independientemente
mediante investigación de laboratorio. Otro caso es el de los chamanes de los
shipibo-conibos del Perú oriental que se les aparecen, de la mano de los <<espíritus
del ojo>>, dibujos comparables pero extremadamente elaborados y formalizados
durante las alucinaciones inducidas por la ayahuasca. Se cree que estos dibujos
poseen propiedades terapéuticas y están íntimamente asociados con canciones que
están <<grabadas en la conciencia del chamán>>: canción y dibujo se hacen uno.
En una segunda fase reconocida por los tucanos se produce una disminución de
estos patrones y una lenta formación de imágenes de mayor tamaño. Ahora
perciben formas reconocibles de personas, animales, y extraños monstruos. Ven
<<serpientes de yajé>>, al señor de los Animales, que retiene a los animales o
los libera para los cazadores, al Padre-Sol, a la Hija de la Anaconda, y a otros
seres míticos. La intensa actividad de esta fase da paso a visiones más plácidas
en la fase final. Parece evidente que las fases primera y segunda de los tucanos
corresponden a nuestras Fases 1 y 3, respectivamente.
Entre las comunidades de cazadores-recolectores (y alguna otra), el tipo de
experiencias que describen los tucanos se denomina <<chamanismo>>. La
palabra deriva del idioma tungús de Asia central. Hoy en día ésta es una
palabra controvertida. Sin embargo, la palabra <<chamanismo>> indica
últimamente un universal humano –la necesidad de comprender el sentido
de una conciencia cambiante- y la forma en la que esto se realiza,
especialmente, aunque no siempre, entre cazadores-recolectores. La
palabra no ha de oscurecer necesariamente la percepción de la diversidad
del chamanismo mundial más que el término <<cristianismo>> oscurece la
percepción de las diferencias teológicas, rituales y sociales entre las Iglesias
ortodoxa rusa, ortodoxa griega, católica romano y las muchas protestantes.
Nuestro fin último es el Paleolítico superior, cuando todos eran
cazadores-recolectores, así que no es necesario que tengamos en
cuenta manifestaciones más generales de chamanismo, que a veces
se presentan junto con otras religiones e integradas en ellas.
- El chamanismo de cazadores-recolectores se postula fundamentalmente sobre una
variedad de estados alterados de conciencia institucionalizados.
- Las experiencias visuales, auriculares y somáticas de esos estados originan
percepciones de una realidad alternativa que se encuentra frecuentemente
estratificada (los cazadores-recolectores creen en la existencia de reinos
espirituales por encima y por debajo del mundo de la vida cotidiana).
- Se cree que unas personas con poderes y habilidades especiales, los chamanes,
tienen acceso a esta realidad alternativa.
- El comportamiento del sistema nervioso humano en determinados estados
alterados crea una ilusión de disociación respecto del propio cuerpo (en las
comunidades chamanísticas de cazadores y recolectores la interpretación de la
misma como posesión por espíritus es menos común).
Lo/as chamanes utilizan la disociación y otras experiencias de estados
alterados de conciencia para lograr, al menos, cuatro objetivos. Se cree que
lo/as chamanes
- Establecen contacto con espíritus y entidades sobrenaturales,
- Curan a los enfermos,
- Controlan los movimientos y las vidas de los animales,
- Modifican el clima.
Se cree que estas cuatro funciones de lo/as chamanes, así como su entrada
en un estado alterado de conciencia, están facilitadas por entidades
sobrenaturales que incluyen:
- Una potencia o poder sobrenatural concebido de formas muy diversas, y
- Ayudantes animales y otras categorías de espíritu que asisten a los
chamanes y están relacionados con aquella potencia.
Al enumerar estas características del chamanismo de cazadores-recolectores se ha
excluido rasgos que algunos autores consideran importantes, si no esenciales, para
la clasificación de una religión chamanística. Por ejemplo, no vamos a asociar el
chamanismo con ningún tipo de enfermedad mental, aunque algunos chamanes
bien pueden padecer epilepsia, esquizofrenia, jaqueca y otras patologías diversas.
Tampoco vamos a estipular el número de practicantes religiosos que puede tener
una sociedad chamanística; algunas sociedades tienen muchos, otras, muy pocos.
Algunos chamanes ejercen poder político, otros, no. Tampoco vamos a considerar
ningún método o métodos determinados para la inducción de estados alterados de
conciencia.
La mente chamanística es un complejo entretejido de estados
mentales, visiones y emociones. Debemos tener cuidado de no
estipular algún estado alterado de conciencia ingenuamente
simple como el estado mental chamanístico.
Pues bien, Lewis-Williams no es el único que subraya la importancia de la
comprensión del sentido de los estados alterados de conciencia para la génesis de
la religión, que es lo que apunta también su investigación. Peter Furst, entonces
un investigador adjunto del Harvard Botanical Museum, escribió: <<Es al menos
posible, aunque por supuesto no demostrable, que la práctica del chamanismo…
pueda haber implicado desde el principio –es decir, desde los mismos comienzos
de la propia religión- el potencial psicodélico del entorno natural>>.
Sin destacar el uso de plantas psicotrópicas para alterar la conciencia, James
McClenon, un sociólogo que ha investigado la relación entre los orígenes de la
religión y el chamanismo, resume la cuestión: <<El chamanismo, resultado de la
adaptación a [estados de conciencia] de base biológica, es el origen de todas las
posteriores formas religiosas>>. Y Weston La Barre, un antropólogo que se
planteó la misma pregunta que McClenon, llegó a la misma conclusión:
Todos los <<estados alterados de conciencia>> disociativos –
alucinación, trance, posesión, visión, privación sensorial, y
especialmente los sueños de la fase REM-, aparte de sus contextos
culturales y de su contenido simbólico, son esencialmente los mismos
estados psíquicos que se encuentran en todas partes entre la
humanidad; […] el chamanismo o contacto directo con lo sobrenatural
en estos estados […] es el origen de facto de toda revelación, y en el
fondo, de todas las religiones.
Leer dos estudios de casos.
los san del sur de África y los grupos de americanos nativos de
California.
Estos dos estudios de casos concretos amplían nuestra comprensión de
cómo puede dominarse el funcionamiento del cerebro en sociedades
de cazadores y recolectores. También exponen otros rasgos
fundamentales del chamanismo que son relevantes para el arte del
Paleolítico superior.
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