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EL PROFETA EN EL HOY

Andrés Mauricio Giral Alarcón


III de la etapa Configuradora

Seminario Conciliar de la Inmaculada Concepción de María Santísima


Doctrina Social de la Iglesia
Pbro Jhon Ferney Araque Osorio.

23 de marzo de 2022
Introducción al Profeta en el hoy

El nombre del profeta viene del griego (prophetes), es decir el que habla en lugar de, en

nombre de. Sólo a partir del siglo II d.C. se le dio la partícula de anunciar con proyección

de futuro. Expresamos que en Israel hay diferentes palabras para denominar al profeta:

nabí; profeta: roé, vidente y hozé, el que recibe una revelación, vidente; algunas veces falso

profeta en contraposición al roé. (Cardona, 1992)

Aunque puede parecer un concepto simple, no lo es tanto a la hora de definirlo. Y en la

actualidad Nuestra imagen del profeta suele estar muy ligada al “típico” profeta del

Antiguo Testamento. Y decimos que tampoco allí hay un único patrón para definirlo. Todos

aquellos quienes llamamos profetas en la Biblia están marcados por muy diversas

características: desde el tiempo que dedicaron a la actividad profética, modo de entrar en

contacto con Dios y el modo de transmitir el mensaje, sin mencionar las diferentes épocas

en que vivieron. Sin embargo, si hay ciertos rasgos comunes.

¿Quién es un Profeta?

Los profetas son hombres de Palabra. Esto significa que han de poner a disposición de

Dios sobre todo su lenguaje. Como si tuvieran que dar la carne y la sangre, la vida y

expresión de su lengua, para que en ellos se encarne la palabra de Dios. La Palabra

Profética era ante todo un acontecimiento oral. Nunca piden los profetas que se lean sus

palabras, siempre exigen: <<escuchad la Palabra del Señor>>. (Sicre L. A.-J.).

Wildberger define al profeta como mensajero y también como intérprete de la Palabra

divina. (Sicre L. A.-J.). Aunque el término griego profetes no coincide necesariamente en

su etimología con los usados en hebreo y otras lenguas semíticas para describir la realidad,
hay que reconocer que su significado corresponde la función principal del personaje. El

profeta es el que “habla ante” otro de parte de un tercero, de la divinidad.

Los textos proféticos de la Biblia presentan muchos casos precisos en los que aparece

este carácter original del profeta. Isaías ante Ajaz (cfr Is 7, 1-17) o Jeremías con su yugo a

cuestas en la corte de Sedecías (Cfr. Jr 27). (Sicre J. L., 1993).

En la época actual en la que vivimos para la mayoría, el profeta es un hombre que

“predice” el futuro, una especie de adivino. Esta concepción tan difundida tiene unos

fundamentos, podríamos decir uno erróneo y otro etimológico, y podríamos decir que

algunos textos Bíblicos presentan al profeta como un hombre capacitado para conocer cosas

ocultas y adivinar el futuro, podría citar el caso de Samuel que puede encontrar las asnas

que se le han perdido al padre de Saúl (Cfr 1 Sam 9,6-.20); Ajías, ya ciego, sabe que la

mujer que acude a visitarlo disfrazada es la esposa del rey Joroboán, y predice el futuro de

su Hijo enfermo, (Cfr 1 Re 14, 1-6). (Sicre J. L., 1993)

Se podría añadir que Incluso en tiempos del Nuevo Testamento seguía en Vigor esta

idea, como lo demuestra el diálogo entre Jesús y la Samaritana. Cuando le dice que ha

tenido cinco maridos, y que el actual no es el suyo, la mujer reacciona espontáneamente.

“Señor, veo que eres un profeta” (Cfr Jn 4, 20).

El Profeta en el hoy

Y podríamos pensar que ser profeta ayer y hoy Para mucha gente hablar de profeta, es

hablar de un hombre que predice el futuro, y en algunos pasajes del A.T podemos

encontrarnos con esta imagen (cfr 1Sm 9,6ss; 1Re 14,1-6; 2Re 1,16- 17; 2Re 5,20-27; 2Re

6,8ss,). Pero, aunque tiene su fundamento, es una imagen incompleta y hasta deformada del
profeta, quien no es un simple adivinador. El profeta es un hombre del presente, pero con

memoria del pasado, que mira hacia el futuro: “las referencias al futuro brotan de un

contacto íntimo con el presente, como respuesta a los problemas e inquietudes que éste

plantea”. El profeta es una persona comprometida con su tiempo y con su pueblo, y su

vivencia espiritual no solo separa de sus contemporáneos, sino todo lo contrario.

Hoy en día se nos ha perdido la concepción del ser profeta emanada desde nuestro

Bautismo, y hoy en día necesitamos que todos seamos profetas: no críticos, el profeta es

quien reza, mira a Dios, mira a su pueblo, siente dolor cuando el pueblo se equivoca, llora

es capaz de llorar por el pueblo, pero es capaz también de jugársela bien por decir la

verdad. Ese profeta en el cual el mundo necesita hoy, está en la Iglesia al servicio de la

actualización, siempre nueva, del mensaje de Jesús en las situaciones del tiempo,

perpetuamente variables.

Nos dice el Papa Francisco que La Iglesia necesita que todos seamos profetas», es decir,

«hombres de esperanza», siempre «directos» y nunca «débiles», capaces de decir al pueblo

«palabras fuertes cuando hay que decirlas» y de llorar juntos si es necesario. 

El profeta de hoy, es un "signo" en su propia vida, no es solo la palabra del profeta, lo

que él dice; es su propia vida la que se convierte en un mensaje, así como nos los expresa el

libro de Ezequiel: “Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, vives en la casa

rebelde: tienen ojos para ver, y no ven; tienen oídos para oír, y no oyen; pues son casa

rebelde. Tú, hijo de Adán, prepara el ajuar del destierro y emigra a la luz del día, a la vista

de todos; a la vista de todos, emigra a otro lugar, a ver si lo ven; pues son casa rebelde.

Saca tu ajuar, como quien va al destierro, a la luz del día, a la vista de todos, y tú sal al

atardecer, a la vista de todos, como quien va al destierro. A la vista de todos, abre un


boquete en el muro y saca por allí tu ajuar. Cárgate al hombro el hatillo, a la vista de todos,

sácalo en la oscuridad; tápate la cara, para no ver la tierra, porque hago de ti una señal para

la casa de Israel.» (Cfr.Ez 12, 1-6)”

Concluimos que generalmente el liderazgo cristiano actual no le cree al profeta. Cada

cual esgrime sus propios argumentos, y cada día estamos en una sociedad convulsionada y

se hace arduo anunciar y proclamar lo que el Señor nos pide, es una tarea a la cual todos

estamos llamados a fortalecer diariamente.

Evidenciamos que el profeta de hoy también por su labor, Dios le encomienda la tarea

de anunciar y de predicar no solo de palabra sino con su testimonio en medio de la

comunidad, Dios se encuentra con los hombres, por lo que la palabra de los profetas es un

signo elocuente de esta presencia divina, también el profeta ha de ser un puente entre

Dios y la humanidad, no obstante, son varias las veces en la que dicha labor cae en

tragedia, pues no es bien recibida por muchos.

Bibliografía

Cardona, H. J.-L. (1992). Profetas. Medellín: Paulinas.

Sicre, J. L. (1993). Reseña Bíblica los Profetas. Revista trimestral de la Asociación Bíblica
Española, 5.

Sicre, L. A.-J. (s.f.). Profetas (Vol. I). Madrid: Crsitiandad.

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