Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Semblanza Funeral CGT
Semblanza Funeral CGT
Valdivia y el tiempo que nacía en un joven inquieto que soñaba el futuro desde muy
estrechas ventanas...
De joven te viste portando un casco y un fusil suizo, era la marcialidad y el orden que
tanto admirabas.
En esa misma Valdivia de hace sesenta años, no te sostuviste de pie ese domingo 22 de
mayo a las 3 de la tarde cuando viviste el terremoto más grande de la Historia. Salvaste de
contarte en los casi dos mil muertos de la tragedia.
Pronto y, como siempre a pulso, tu Casa, piedra a piedra. El entorno donde formaste tu
familia, con tu compañera, Carolina tu hijita con quien hoy estás, tu hijo Carlos (tu otro
yo, el hijo a través del cual consolaste tu infancia) y tu “Toñita” (el remanso en el que
muchas veces descansaste).
En tu casa ya fuiste Señor. Gritaste goles de la U, bailaste con tus amigos, bebiste y
comiste lo mejor (de entrañas, cazuelas de ave, filetes y perniles). De esta forma, hiciste
una gran mueca de burla a ese pasado que te negó todo, y le sonreíste a ese niño que no
tuvo nada. Habías ganado, eras un campeón.
La misma vida te obligo a cumplir el 4to mandamiento, honrando a tu madre como el
mejor hijo, el más piadoso.
Luego, con el tiempo, el cuerpo acusó los enfriamientos, la niebla, el colchón húmedo, la
dieta exigua y tu vida dejó de serlo. Hoy descansas.
***
Personalmente te conocí hace muchos años. Descubrí rápido que tras esa mirada
inquisidora y de pocos amigos se escondía un viejo “bacán”, una muy buena persona. Me
ayudaste en mi primer viaje a España, me dejaste pernoctar en tu casa mientras me
dedicaba a terminar mi doctorado, me animaste siempre en tu estilo. Estuviste conmigo
cuando nació mi hija, vivimos la primera copa América de Chile en la niebla de Reñaca.
Acompañaste a mi mamá en su lecho de muerte, nos ayudaste con ella, estuviste
conmigo cuando murió, me diste una esposa que es tan buena como tú. Pero aparte de
chuncho, eras tan re-facho! (sic), pero nada, a ti siempre te lo perdoné, porque eras un
hombre bueno, mil veces más bueno de algunos que defendías. Y yo al menos entendía tu
postura y respetaba tu sangre azul porque tu hacías lo propio con la mía, verde.
Y con lo que te debo, mejor no sigo! Fueron demasiadas ayudas -como supongo mucha
gente aquí puede testimonear- y siempre callado, nunca publicando a quien y como
ayudabas. De hecho, muchas veces sentí que algunos se aprovecharon de eso y un par de
veces te lo dije, y me respondiste: “No importa, el de arriba todo lo ve”.
Creo que estoy muy encalillado contigo viejo querido. Ya arreglaremos cuentas, no aún,
pero en algunos años.
Cuenta conmigo para cuidar tu casa y tu familia ¡Esto sólo es un hasta pronto!, ya nos
veremos
Pzn