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Centre for

Child Protection

LA PROTECCIÓN: NUESTRO COMPROMISO

Programa de aprendizaje en línea para la prevención del abuso


sexual de menores

6. Proteger a los niños:


comprender a los abusadores y prevenir
el abuso

Autor:

Mons. Stephen J. Rossetti


Centre for Child Protection

1. ¿Por qué algunos adultos acosan sexualmente a menores?

En muchas ocasiones, los medios de comunicación y los discursos públicos dan la impresión
que todos los autores de abusos son iguales. Sin embargo, el abuso sexual infantil es un
comportamiento y no un diagnóstico. Por ejemplo, el homicidio también es un
comportamiento y no un diagnóstico. Es decir, aunque haya diversos motivos por los que un
individuo comete un homicidio, cualquiera que lo comete se considera un asesino. De igual
modo, aunque haya diversas razones por las que un adulto acosa sexualmente a un menor,
cualquiera que lo hace comete un delito y es correctamente considerado un abusador sexual
infantil. Esto es importante porque si la sociedad está tratando de crear espacios seguros para
los niños, necesita entender la patología que subyace y lleva al abuso sexual para poder
abordarla de la forma más efectiva posible.

Hay diferentes razones por las cuales algunos adultos acosan sexualmente a menores. Entre
otras:

• El adulto tiene psicosexualmente la misma “edad” que la víctima. En estos adultos se ha


retrasado el desarrollo psicosexual y, por eso, aunque tengan un cuerpo de adulto, a
nivel emocional son como niños. De este modo, sienten atracción hacia los niños y, a
menudo, tienen sus mismos intereses.
• El adulto tiene un serio deterioro neuropsicológico. El cerebro de estos adultos sufre un
déficit congénito o se ha visto afectado de manera negativa en algún modo durante su
vida. Son pocos los adultos con deficiencias neuropsicológicas serias que desarrollan
una atracción hacia los menores y se debe subrayar que la mayoría no lo hace.
• Algunos adultos sufrieron abusos cuando eran menores. En este tipo de casos, los adultos
sufrieron abusos sexuales siendo menores y se han quedado paralizados en la edad
de su victimización y/o tratan psicológicamente de anular su propia victimización de
un modo disfuncional. Algunos estudios indican que el porcentaje de abusadores que
fueron abusados siendo menores es desproporcionadamente alto. Pero otras
investigaciones no parecen coincidir (C. Widom, C. Massey, 2015). No obstante, la
mayoría de las víctimas de abuso sexual no se convierten en abusadores.

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• Algunos adultos son sexualmente compulsivos y actúan de forma sexualmente indiscriminada.


Algunos abusadores tienen un gran número de contactos de tipo sexual con variedad
de personas de distintas edades. Al preguntar a un abusador compulsivo con quien
mantenía relaciones sexuales, respondió: “Con cualquiera que pueda”.
• Algunos abusadores tienen personalidades considerablemente pasivas y dependientes y/o se
sienten inadecuados como adultos. Estos abusadores no se sienten capaces de establecer
relaciones significativas con adultos y conectan con menores, que representan para
ellos una menor amenaza.
• Algunos se consideran pedófilos, otros no. Algunos abusadores sienten atracción sexual
por los prepúberes, como en el caso de la pedofilia, y pueden abusar de niños que no
han alcanzado aún la pubertad. Otros sienten atracción hacia los niños más mayores y
abusan de menores púberes o pospúberes. Según los diversos enfoques clínicos, éstos
se suelen denominar hebéfilos o efebófilos.
• Algunos abusadores son narcisistas y/o tienen una conducta asocial. Estos abusadores
tienen poca o ninguna empatía o conciencia. Utilizan a las personas para su propio
placer, a veces de forma indiscriminada.

Estas son sólo algunas de las razones por las cuales algunos adultos acosan a menores. No
son excluyentes entre sí. Algunos de los autores de abuso sexual infantil poseen varias de
estas características. Por ejemplo, un abusador puede ser un adulto narcisista que abusa del
alcohol y mantiene indiscriminadamente contactos sexuales con una gran variedad de
personas, incluyendo niños. O un autor de abusos puede ser pasivo y dependiente, tener
graves problemas neuropsicológicos y haber sido él mismo una víctima de abusos.

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2. ¿Existen aspectos sociales que favorecen o contribuyen al abuso sexual?

Sí, definitivamente hay aspectos sociales que contribuyen o previenen el abuso sexual infantil.
Allá donde se considera que los niños no son poseedores de derechos humanos intrínsecos y,
por lo tanto, que no tienen derecho a ser tratados con respeto y dignidad, las actitudes
sociales pueden contribuir al abuso.

Promover los derechos de los niños es una de las contribuciones directas importantes que el
cristianismo puede hacer a la prevención del abuso sexual infantil. El cristianismo no sólo
reconoce la dignidad humana inherente a todas las personas, incluyendo a los menores, sino
que otorga un lugar especial a los niños. Jesús dijo: “dejen que los niños vengan a mí, y no se lo
impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos” (Mateo 19, 14). Esto mismo se
aplica a las mujeres. Hubo un tiempo en el que, al igual que los niños, se consideraba que las
mujeres no eran poseedoras de la dignidad humana inherente y los derechos humanos
inviolables que Dios ha dado. Esto puede promover el abuso de mujeres de cualquier edad.
De igual modo, puede incentivar el abuso de niñas por parte de hombres, lo que por
desgracia ha sucedido en el pasado y aún perdura en algunas partes del mundo.

Asimismo, cuando la sexualidad es un tema tabú que no se discute de forma racional y


saludable en la sociedad, se puede incrementar la represión sexual. Tal represión puede llevar
no sólo a la negación de una sexualidad humana saludable, sino también a patologías
sexuales y a que se comentan abusos de forma “clandestina”. En consecuencia, las víctimas
tienden a no dar un paso adelante y revelar el abuso. Y la sociedad en general es menos
consciente de la realidad del abuso sexual y, por tanto, no se llevan a cabo programas de
prevención que son fundamentales.

En cualquier caso, en la actualidad hay mayor voluntad de discutir la sexualidad de una


forma saludable en algunas partes del mundo y existe una creciente conciencia y aceptación
de los derechos inalienables de mujeres y niños que Dios ha dado. Por lo tanto, en muchas
sociedades se empieza a desarrollar una sensibilización general de la realidad del abuso
sexual y se ponen en marcha importantes programas de prevención.

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3. El proceso descrito por D. Finkelhor

víctima

externos

internas

Ilustración 1: Finkelhor (1984), Modelo de las cuatro precondiciones

Los autores de abuso tienen que superar diversos obstáculos hasta llegar a la violencia sexual.
Filkenhor (1984) describió así el proceso:

LA MOTIVACIÓN
Como se ha visto anteriormente, existen diversas motivaciones que llevan a un adulto a
acosar sexualmente a un menor. Algunos se sienten inadecuados como adultos y se sienten
adecuados y poderosos con los niños. Otros se sienten atraídos sexualmente por los niños y
los hacen su objeto sexual de preferencia. Los hay que son sexualmente compulsivos y/o usan
a los demás de manera narcisista, incluyendo a los niños, para su propia satisfacción. Otros,
por su parte, intentan anular los traumas de la infancia de manera disfuncional.

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SUPERAR LAS INHIBICIONES INTERNAS


Para acosar sexualmente a un menor, se debe superar cualquier inhibición interna y para ello
se utilizan diversos medios. Algunos abusan del alcohol y/o las drogas. Estos abusadores se
deshiniben de la conciencia moral y/o los tabú sociales del acoso a menores a través del
alcohol y de las drogas. Por eso, son más propensos a actuar de manera impulsiva y acosar a
un menor.

Se suelen utilizar distorsiones cognitivas para racionalizar el abuso como:

"Sólo los niños


me entienden de
verdad"
"Los hombres
"Es sólo un
tienen sus
juego. ¡Ni
necesidades. Yo
que la
puedo hacer lo que
hubiera
quiera con mis
violado!"
niños"

niños

"No hace daño a


"Si ella se viste
nadie que un adulto
de esa
introduzca a un
manera, sabe
chico a la sexualidad perfectamente
y haga de él un lo que hace"
hombre"

Ilustración 2: Distorsiones cognitivas (Applewhite, 2014)

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Los autores de abusos suelen tener ideas distorsionadas (conocimientos distorsionados, ver
ilustración 2) que utilizan para justificar su comportamiento. Por ejemplo, pueden decir que
“no se trata de un abuso, sino de educación sexual”, o que “si no hay penetración, no hay
abuso”. Estas distorsiones cognitivas también pueden ser de naturaleza religiosa (ver
ilustración 3) como: “Dios me ha enviado a este niño” o “le estoy enseñando el amor de Dios”.

Antes del abuso:


Durante el abuso: Después del abuso:
"Dentro de mí, sé que
Dios me llamó a esta "Yo creo que Dios
"Si nada más lo toco, no es
vocación y que conoce perdona mis pecados."
un abuso."
mi corazón. Si yo fuera "Dios sabe como soy, por
tan malo, no me habría lo tanto me acepta."
"Si viene a mí, lo consiente."
llamado."
"Si es un
"He rezado mucho "Yo sólo le estoy mostrando comportamiento tan
tiempo por que alguien amor, eso no hace daño a malo, ¿por qué Dios
llegue a mi vida y me nadie." permite que suceda?
libre de la soledad... ¿Por qué no me
entonces Dios me envió descubren?
a este niño."

Ilustración 3: Actitudes que promueven el abuso en el caso de los abusadores que son miembros del clero
(Applewhite, 2014)

También se deben superar los inhibidores externos. El riesgo de ser sorprendido puede reducirse
cuando el abusador encuentra un lugar en el que nadie lo puede descubrir, espera hasta que
los padres se hayan marchado o se lleva a los niños de viaje.

SUPERAR LA RESISTENCIA DE LA VÍCTIMA


Finalmente, se tiene que superar la resistencia de la víctima. Para ello, el abusador puede
amenazar con violencia física a la víctima o a otros miembros de la familia. No obstante, en su
mayoría los autores de abuso acicalan a sus víctimas (en inglés, grooming).

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4. ¿Cómo acicalan los abusadores a sus víctimas?

La mayoría de los autores de abuso sexual infantil son bien conocidos por sus víctimas y las
suelen acicalar durante un tiempo antes de llegar a abusar de ellas. El grooming es un proceso
por el cual el autor del abuso establece gradualmente una relación “especial” con la potencial
víctima y empieza a traspasar cada vez más límites hasta que, finalmente, abusa sexualmente
de ella. Por tanto, la víctima se acostumbra a las atenciones e intrusiones del abusador, lo que
hace que sea más propensa a ceder ante los posteriores abusos.

Habitualmente, el grooming incluye hacer regalos caros a las víctimas y decirles que son
especiales. El abusador les dice que su relación necesita mantenerse en secreto. Les ofrece dinero
o les paga los gastos o los estudios. Suele comenzar con un contacto físico cada vez más
intrusivo, tocando y abrazando de manera excesiva. Finalmente, el contacto va siendo más
invasivo hasta que se traspasa la barrera sexual.

Algunos limitan sus abusos a mirar y tocar. Otros llegan a una masturbación mutua. Algunos
mantienen un contacto sexual de tipo vaginal o anal. Otros cometen actos físicos violentos
contra las víctimas, aunque la mayoría no lo hace.

A través de este sutil proceso de grooming y coerción, el autor del abuso trata de convencer a la
víctima, y a sí mismo, de que los actos sexuales son consentidos. A veces, culpa al menor de
“acercarse a” él sexualmente o de ser el agresor en la relación. Esta es una forma de manipular
a la víctima, aunque también puede ser una distorsión cognitiva que el abusador se cree.

Algunas de las posibles víctimas tienen carencias emocionales, ya sea por un padre ausente o
por necesidades emocionales en otros sentidos. Los abusadores detectan dichas necesidades y
las utilizan para entrar en el mundo emocional de la víctima. Pueden iniciar la relación
ejerciendo como figura paternal para el menor y finalmente abusar de esta dependencia
cuando la relación se sexualiza.

Dado que el proceso de grooming puede darse gradualmente y explotar las necesidades del
menor, es fundamental que otros adultos intervengan si se dan cuenta que se está dando tal
proceso. Estos otros adultos notarán que la relación entre el abusador y la potencial víctima se

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vuelve cada vez más exclusiva, se sentirán incómodos con la excesiva atención que el autor del
abuso da al menor. Sentirán que la relación no es apropiada. Una intervención temprana en
estos casos puede salvar a un niño del abuso.

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5. ¿Hay personas más propensas a convertirse en abusadores? ¿Hombres?


¿Sacerdotes? ¿Homosexuales?

Entender las características más comunes del abusador sexual infantil puede ayudar a la
prevención. Los datos actuales arrojan que los hombres son más propensos a abusar
sexualmente de los menores que las mujeres. Sin embargo, es probable que la autoría de
abusos por parte de mujeres se denuncie en menor medida, por varios motivos. De hecho,
hay mujeres que acosan sexualmente a menores. No obstante, parece ser que un gran
porcentaje de abusadores es de sexo masculino.

Dada la alta visibilidad de los abusos cometidos por sacerdotes en algunos países, ¿son los
sacerdotes más propensos a abusar? No hay datos que confirmen que los sacerdotes católicos
sean más propensos a abusar sexualmente de un menor que otros varones de su misma
sociedad, a pesar de los comentarios populares que dicen lo contrario. De hecho, estudios
iniciales refutan esta hipótesis. En cualquier caso, el abuso sexual por parte de sacerdotes es
particularmente dañino para la víctima ya que ésta no sólo acarrea el trauma del abuso sexual,
sino que la vida espiritual de la persona también se ve traumatizada, especialmente en su
relación con la Iglesia y posiblemente con Dios.

Ha habido textos conocidos que culpaban a los “homosexuales” del abuso sexual infantil. Sin
embargo, la mayoría de los homosexuales no acosan sexualmente a menores. La mayor parte
de los abusos son perpetrados por individuos que se identifican a sí mismos como
heterosexuales. No obstante, cuando las víctimas son de sexo masculino, en particular
pospubescentes, los datos iniciales sugieren que hay mayor probabilidad de que los
abusadores se identifiquen como homosexuales. La conexión entre orientación sexual y abuso
sexual infantil es compleja y escapa a cualquier simple categorización.

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6. ¿Cuántas víctimas puede tener un abusador?

Estudios iniciales indican que los abusadores suelen tener más de una víctima, especialmente
si el abuso es extrafamiliar. En casos de incesto es más probable que el número de víctimas se
reduzca, incluso a veces sólo una. Sin embargo, los abusadores extrafamiliares son más
propensos a tener múltiples víctimas. Por lo tanto, en los casos de abuso extrafamiliar, si
emerge una víctima de un abusador, es probable que haya otras, seguramente muchas otras.
Identificar y ayudar a las otras víctimas, aún desconocidas, sigue siendo un importante
desafío.

Muchos autores de abusos tienen menos de diez víctimas, pero hay un pequeño número que
tiene decenas o incluso centenares. Aunque todos han hecho daño a menores y necesitan ser
identificados para impedir que vuelvan a hacerlo en el futuro, identificar y mantener fuera
del alcance de los niños a los abusadores más peligrosos es una necesidad todavía más
urgente. Estos abusadores suelen ser sexualmente compulsivos y extremadamente peligrosos
entre niños.

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7. ¿Los abusadores admiten el abuso?

Es raro que un adulto que abusa sexualmente de un niño salga a la luz voluntariamente y
revele el abuso. Generalmente, son otros los que lo descubren o la propia víctima quien lo
revela. Las víctimas son más propensas a dar este paso cuando ya son adultas y pueden
reconocer más claramente que la relación fue abusiva.

Los abusadores muestran casi siempre algún tipo de distorsión cognitiva. Por ejemplo, como
se ha mencionado anteriormente, el abusador adulto acusará al menor de ser el agresor en la
relación. Puede acusar al niño de “acercarse” a él.

Otros tipos de distorsiones incluyen negar o racionalizar que la relación fuera abusiva o
sexual. El abusador puede decir, “no era sexo; era educación”. Otras veces, dice al menor que
está realizando una “revisión” médica de sus partes. O puede tratar de esconder el contacto
con términos como “educación sexual” o simplemente “juego”.

La negación en la que suelen insistir los abusadores hace difícil descubrir y tratar con la
verdadera naturaleza y extensión del problema que tienen. Pueden, y suelen, manipular a los
demás, incluyendo a los profesionales médicos para que crean sus negaciones y
racionalizaciones. Los abusadores pueden ser muy convincentes, en parte porque muchos
están convencidos ellos mismos de sus mentiras y distorsiones cognitivas.

Por eso, es fundamental que cualquiera que trabaje con abusadores, especialmente durante las
primeras investigaciones y diagnóstico, lo haga en equipo. Hay probabilidades elevadas de
que un presunto abusador manipule y engañe a una persona no preparada. Existen muchos
ejemplos de ello en el pasado de la Iglesia Católica, con desastrosas consecuencias. Los
abusadores pueden incluso manipular a un psicólogo profesional. Sin embargo, es mucho
más difícil para un abusador engañar a un equipo de profesionales. Por lo tanto, las
denuncias y diagnóstico/tratamiento de abusadores son mucho mejores cuando los desarrolla
un grupo de profesionales con experiencia.

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8. ¿Están los presuntos abusadores en riesgo de suicidio?

Ha habido un cierto número de pesonas, incluyendo sacerdotes, que tras las acusaciones de
abuso sexual infantil se han suicidado. Los agentes que reciben denuncias e inician procesos
de investigación deben estar atentos a ello. Los intentos de suicidio suelen darse
inmediatamente después de que las acusaciones salgan a la luz y se haga frente al individuo.

Hasta ese momento, la vida del abusador había estado sumergida en una negación, tratando
de convencerse a sí mismo, a la víctima y a los demás de que el abuso no había ocurrido.
Cuando las acusaciones finalmente aparecen, el sistema de negación del abusador puede
colapsarse. Se puede sentir abrumado por la vergüenza y el miedo a las posibles
consecuencias. Puede representar más de lo que el propio abusador cree poder soportar.

Por tanto, es importante que los autores de abusos, especialmente cuando las acusaciones
salen a la luz, reciban inmediatamente algún tipo de atención y tratamiento psicológico. Se
debe evaluar el riesgo de suicidio y situarlos en espacios supervisados. Evidentemente, en
dicho espacio supervisado no se debe permitir ningún tipo de contacto con menores no
supervisado. Se les debería ofrecer también un entorno seguro en el que se supervise su
estado emocional. Se deberían garantizar algunas sesiones en consulta externa con un
psicoterapeuta.

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9. ¿Se puede identificar a los posibles abusadores antes deque trabajen en la


Iglesia y/o sean sacerdotes?

Algunos superiores religiosos, obispos y otros líderes eclesiales han preguntado por pruebas
o métodos de selección infalible para descartar a potenciales abusadores antes de que entren
en el servicio de la Iglesia. Desafortunadamente, debido a la complejidad de la naturaleza de
los abusadores, como se mencionó anteriormente, y a su frecuente e intensa capacidad de
negación, es difícil identificarlos. Hay varios tipos de patologías que pueden resultar en un
abuso y se suele esconder el verdadero origen de las mismas, incluso frente a las evaluaciones
elaboradas por psicólogos experimentados.

No obstante, una buena selección y evaluación puede reducir el número de potenciales


abusadores en la Iglesia y es un paso importante a la hora de ofrecer espacios seguros para los
menores. Mientras que a través de las pruebas psicológicas resulta dificil indentificar
específicamente los casos de pedofilia y otros desórdenes psicosexuales, una evaluación
psicológica, realizada por un profesional experimentado, puede poner de manifiesto el tipo
de elementos que hacen que un candidato cometa futuros abusos o, al menos, otras
manifestaciones de la patología.

Cuando se realiza la evaluación de los candidatos para el ministerio sacerdotal, los psicólogos
deben evaluar la calidad y la fuente de las relaciones del candidato con sus pares. Un
elemento común de los abusadores sexuales de niños es la falta de relaciones reales entre
iguales.

El evaluador querrá asegurar que el candidato tiene intereses y actividades de ocio


apropiados para su edad. Algunas veces, los potenciales abusadores tienen intereses
infantiles. Asimismo, la evaluación psicológica debe comprobar si hay algún déficit
neuropsicológico importante y si existe un funcionamiento intelectual normal.

La evaluación psicológica aspira a garantizar que el candidato es consciente y regula con


normalidad su vida emocional. También debe ser empático con los demás.

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En una evaluación exhaustiva y confidencial, se debe verificar el desarrollo psicosexual de los


candidatos. Se ha demostrado que el modo más efectivo de detectar potenciales abusadores es
cuando un profesional experimentado elabora la evaluación en un espacio de
confidencialidad. El profesional deberá indagar con delicadeza acerca del desarrollo
psicosexual del individuo y verificar que la persona ha alcanzado un grado de conciencia
adulta y una integración de su sexualidad conforme a los valores cristianos. Las personas que
demuestran carencias en su dearollo psicosexual o una falta de comprensión e integración de
su propia sexualidad no son buenos candidatos para el sacerdocio u otros servicios
ministeriales.

Otro aspecto obvio del proceso de selección es verificar los antecedentes penales. Así se
puede saber si la persona ha sido condenada alguna vez por abuso sexual infantil u otro tipo
de delito. Es habitual que los abusadores no revelen su historial criminal durante el proceso
de evaluación, aunque sean preguntados directamente.

La presencia de déficits significativos en los aspectos mencionados de una evaluación


psicológica, no quiere decir necesariamente que la persona se transformará en un abusador.
Sin embargo, estarán en riesgo y evidentemene tales patologías pueden llevar a otro tipo de
comportamiento disfuncional. Hay que trabajar dichos déficits antes de que los candidatos
sean considerados para el ministerio y, en los casos más graves, descartar definitivamente a la
persona para el ministerio.

Del mismo modo, durante la formación para el ministerio, se ha demostrado que aquellos
programas que incluyen una sólida formación humana contribuyen a reducir las futuras
probabilidades de abuso. Estos programas ayudan a cada individuo a entender e integrar la
propia vida emotiva y sexual de un modo saludable y en consonancia con los valores
cristianos. Se les enseña cómo construir relaciones vitales con sus pares. Se les forma para ser
conscientes de su propia vida emocional y poder trabajar con sus emociones de forma
saludable. También se les ayuda a integrar su sexualidad dentro de un estilo de vida
adecuado a la vocación cristiana. Estos programas reducen las probabilidades de abuso y
ayudan a las personas a reforzar cualquier déficit que pueda hacerlos más vulnerables de
abusar en el futuro.

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