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CRIMINOLOGÍA II - Tema 4

EL ABUSO SEXUAL DE MENORES.

Definición.

El abuso sexual es un maltrato de carácter activo que consiste en la utilización que un adulto
hace de un menor de 18 años para satisfacer sus deseos sexuales, desde una posición de poder
o autoridad sobre él.

En este caso del abuso sexual, el problema de la falta de determinación objetiva del sujeto
pasivo se agudiza aún más cuando se debe relacionar con la edad del sujeto activo. Por
ejemplo, ¿realmente se produce un abuso sexual por prevalimiento cuando el supuesto agresor
“impone” (de una manera no física) el contacto sexual a una posible víctima, siendo ambos
menores de edad? Para intentar soslayar esta dificultad algunos autores consideran que
también se produce el abuso cuando el agresor es mayor de edad y la víctima menor, o cuando
ambos son menores, pero entre ambos hay una diferencia de edad de -al menos- cuatro años.

Tipología.

- Abuso sexual sin contacto físico.

Incluye los casos de seducción verbal explícita, la exposición de los órganos sexuales con
objeto de obtener gratificación o excitación sexual y la masturbación o realización
intencionada del acto sexual en presencia del niño con objeto de buscar gratificación sexual.
También pueden incluirse en este concepto el relato de historias sexuales, la proyección de
imágenes pornográficas,

- Vejación sexual.

Cuando el contacto sexual se realiza por el tocamiento intencionado de zonas erógenas del
niño o por forzar, alentar o permitir que éste lo haga en las zonas erógenas del adulto. O la
observación vejatoria del niño desnudo.
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- Contacto sexual genital.

Es el menos habitual de todos los abusos sexuales infantiles y tiene lugar cuando se produce
una relación sexual con penetración (vaginal o anal) con cualquier parte del cuerpo, y
especialmente con el órgano sexual masculino, o utilizando objetos, o por medio de sexo oral.

Desde otro punto de vista, los abusos sexuales pueden ser llevados a cabo por diferentes tipos
de agresores: familiares, personas relacionadas con la víctima o desconocidos.

Aunque sólo suele suponer alrededor del 20% de los casos, el incesto entre padre e hija es el
tipo de abuso más traumático, por lo que supone de abuso de la relación familiar y
rompimiento de los lazos familiares más básicos. El que consiste en el abuso sexual de
padrastro a hija estar en alrededor del 15% de los casos. El restante 65% implica a hermanos,
tíos, abuelos y –en general- otros familiares.

El abuso por parte de desconocidos es de carácter algo más limitado, pero puede estar más
ligado al uso de amenazas o conductas violentas, aunque –de todos modos- esa conducta
violenta suele ser menos común que en el caso de las relaciones sexuales no consentidas entre
adultos. Al margen de ciertas características psicopatológicas, lo que suele originar esa
violencia suele ser la resistencia de la víctima o la posible identificación del agresor.

Tipología de los abusadores.

Según una de la más conocida clasificación tipológica de los abusadores sexuales infantiles,
pueden distinguirse dos clases de ellos: los de tipo primario y los de tipo secundario.1

Los primeros son sujetos con una orientación sexual dirigida primariamente a niños, no
teniendo apenas interés por los adultos. De carácter solitario, son los que se pueden
considerar, en el sentido estricto del término, pedófilos.

1
Abuso sexual en la infancia: víctimas y agresores. Enrique Echeburúa y Cristina Guerricaechevarría.
Editorial Ariel. 2.000.
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Consideran sus conductas apropiadas y las suelen planificar con antelación. Al emplear
frecuentemente distorsiones cognitivas, como las de atribuir su conducta a la seducción de los
menores o considerar que su comportamiento es una forma de educación sexual adecuada
para los niños, no presentan sentimientos de culpabilidad o de vergüenza. Por otra parte,
pueden mostrar fobia o rechazo la relación con mujeres adultas, mientras que los niños, al no
exigir condiciones completas de virilidad permiten al pedófilo realizar un acto sexual pobre e
incompleto que le procura una supuesta hipersexualidad que, sin embargo, es primaria y
regresiva.

Los calificados como secundarios son personas que tienen contactos sexuales aislados con
niños, como reflejo de una situación de soledad. Su conducta habitual de relación sexual es
con adultos, normalmente de carácter heterosexual, aunque pueden aparecer alteraciones en el
curso de éstas, como la impotencia ocasional, la falta de deseo, o el conflicto con sus parejas.

Suelen percibir sus conductas de abuso sexual infantil como anómalas, y las ejecutan de
forma episódica e impulsiva, más que de un modo premeditado y persistente. Por ello no es
infrecuente la aparición posterior de intensos sentimientos de culpa y vergüenza.

Las conductas de abuso pueden ser un medio de compensar una autoestima deficiente o de dar
rienda suelta a una hostilidad que no puede liberarse por otras vías. Las situaciones de estrés y
el consumo excesivo de alcohol pueden intensificarlas o actuar como desencadenantes.

Los factores de riesgo.

Se trata de situaciones o circunstancias que pueden favorecer que el menor sea víctima de
abuso sexual. Es decir, es una relación probabilística más que de causa-efecto, que provoca
una mayor situación de riesgo para el niño. Algunas de las más importantes son las
siguientes:2

2
Siguiendo también a los autores del texto anterior.
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Una de las más consideradas tradicionalmente es la de ser niña. Es decir, víctima de sexo
femenino. Diferentes estudios coinciden en afirmar que la mayor incidencia de agresiones
sexuales de este tipo se da en niñas (2 ó 3 niñas por cada niño), especialmente en los casos de
abuso sexual intrafamiliar. Lo que puede deberse a que la mayoría de los agresores son
varones predominantemente heterosexuales.

Las edades de mayor riesgo son las comprendidas entre los 6 y los 7 años, por un lado, y los
10 y 12 por otro. La gran mayoría de abusos sexuales a menores se dan en la prepubertad, por
tratarse de una etapa vital en la que comienzan a aparecer las primeras muestras de desarrollo
sexual, pero los menores siguen siendo aún niños y pueden ser fácilmente dominados.

En cuanto a las características propias del menor, los niños con mayor riesgo de victimización
son los que tienen una menor capacidad de resistencia o de revelar la situación por la que
atraviesan, como es el caso de los que todavía no hablan o los que sufren retrasos o
minusvalías físicas o psíquicas. Por otro lado, el abandono o rechazo físico y emocional por
parte de sus cuidadores les hace más vulnerables a la manipulación de los mayores con
ofrecimientos interesados de afecto y atención, a cambio de sexo y secreto.

También están en mayor riesgo aquellos menores que se encuentran carentes de afecto
familiar, porque pueden sentirse halagados por la “atención” de que son objeto. Y, desde el
punto de vista de los adultos del grupo familiar, cuando éstos ya han roto las inhibiciones para
maltratar a los niños más fácilmente pueden hacer extensivo ese maltrato al ámbito sexual.

A todo ello pueden unirse otros factores, como la ausencia de alguno de los padres, los
problemas de la pareja, la incapacidad o enfermedad de la madre, el largo tiempo sin la
presencia parental, o familias constituidas por padres dominantes y violentos, o por madres
maltratadas.

Errores y verdades sobre el abuso sexual infantil.

A continuación, y de manera similar a como se hizo respecto del maltrato infantil como
concepto más general, se relacionan algunos de los mitos más frecuentes sobre el abuso
sexual infantil y la realidad de los mismos.
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ES FALSO QUE… ES VERDADERO QUE…

Los abusos sexuales sobre los niños son poco En España, se cifran el porcentaje de las mujeres y de
frecuentes. los hombres que han sido objeto de algún tipo de abuso
sexual en el 23% y 15% respectivamente.

En la actualidad se producen con mayor frecuencia. Lo que sucede es que ahora se conocen mejor, antes ni
se estudiaban ni se denunciaban.

Sólo lo sufren las niñas Aproximadamente, el 35% de las víctimas del abuso
sexual infantil son niños.

Quienes lo cometen están locos. Los abusadores son personas con apariencia normal, de
estilo convencional, de inteligencia media y no son
psicóticos.

Sólo se da en determinadas clases sociales. Puede darse en cualquier clase social, nivel
socioeconómico o cultural.

En la mayoría de casos, los niños no dicen la Los niños no suelen mentir cuando denuncian el abuso.
verdad. Sólo alrededor del 7% de las denuncias suelen ser falsas.

En muchos casos, los menores pueden evitar los Los niños pueden aprender a evitarlos, pero
abusos. generalmente cuando les sucede es porque les coge de
sorpresa, les engañan, o les amenazan y no saben
reaccionar adecuadamente.

Si ocurriera a un niño cercano, nos enteraríamos. Sólo el 2% de los casos de abuso sexual familiar se
conocen inmediatamente al tiempo en que ocurren.

Los agresores son siempre desconocidos o siempre Pueden ser tanto familiares o conocidos de la víctima
familiares. (alrededor de un 65%), como personas desconocidas
(sobre un 35%).

Los abusos siempre van acompañados de violencia Sólo en alrededor de un 10% de los casos el abuso viene
física. asociado a violencia física.

Las víctimas de los abusos suelen ser adolescentes. El abuso sexual se puede producir a cualquier edad,
siendo los sucesos sobre los más pequeños los más
difíciles de detectar por su mayor incapacidad para
defenderse.

Los efectos son siempre muy graves. Un 70% de las víctimas presentan un cuadro clínico a
corto plazo y un 30% lo mantienen a largo plazo. La
gravedad de los efectos depende de la acción de
diversos factores, algunos de los cuales pueden actuar a
modo de “amortiguadores”.
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Los indicadores.

Tal como se hizo respecto del maltrato de tipo físico, a continuación se citan algunos de los
indicadores más habitualmente presentes en la víctima del abuso sexual, tanto en el ámbito
físico, como en el comportamental, así como en el sexual (como caso específico de éste
último). También se citarán algunos referidos a los observables en los padres o cuidadores.

FÍSICOS
- Dolores, picor, golpes, quemaduras o heridas en la zona genital o anal.
- Vulva hinchada o roja.
- Semen o manchas de él en boca, genitales o ropa.
- Ropa interior rasgada, manchada o ensangrentada.
- Enfermedades de transmisión sexual en genitales o ano.
- Dificultad para andar o sentarse.
- Enuresis.
- Embarazo, especialmente en el inicio de la adolescencia.

COMPORTAMENTALES
- Pérdida de apetito.
- Llanto frecuente, sobre todo en relación con situaciones afectivas o eróticas.
- Miedo a estar solo, o a un determinado sexo o miembro de la familia.
- Rechazo al padre, o a la madre, de forma repentina.
- Cambios bruscos de conducta.
- Resistencia a bañarse o desnudarse.
- Aislamiento y rechazo de las relaciones sociales.
- Escasas relaciones con sus compañeros.
- Problemas escolares o rechazo a la escuela.
- Fantasías o conductas regresivas (chuparse el dedo, orinarse en la cama… )
- Tendencia al secretismo.
- Agresividad, fugas o acciones delictivas.
- Autolesiones o intentos de suicidio.

SEXUALES
- Agresión sexual hacia otros menores.
- Interés exagerado por los comportamientos sexuales de los adultos.
- Rechazo de las caricias, de los besos y del contacto físico.
- Conducta seductora, sexualmente precoces o conocimientos sexuales inapropiados para su edad.

DE LOS PADRES O CUIDADORES


- Está frecuentemente ausente del hogar.
- Extremadamente celoso o protector del niño.
- Alienta al niño a implicarse en actos sexuales o prostitución.
- Sufrió abuso sexual en la infancia. Abuso de drogas o alcohol.
- Baja autoestima o problemas psicopatológicos.
- Con dificultades en la relación de pareja.
- Aislados socialmente.

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