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AMOR Y DOLOR

Sé que la vida y la muerte, de acuerdo a la biblia, se han enfrentado desde que inició el mal hasta

nuestros días, sin embargo, no había vivido una experiencia en la que me viera enfrentado a estos

dos estados, que incluso sintiera llorar mi corazón.

El día lunes 07 de marzo, a primera hora de la mañana, mi hermana menor a través de una llamada

telefónica me da la triste noticia que mi cuñado Alex sufrió un infarto. Luego, a los 30 minutos, mi

hermana mayor y esposa de Alex, también por teléfono me comenta tristemente que está en

reanimación y que "oremos por él para que Dios haga su voluntad". A los siguientes minutos mi

cuñado fallece a pesar de la fuerza humana por sobrevivir.

Esto es complejo desde la comprensión humana ya que no estamos preparados mental, emocional ni

culturalmente para aceptar la muerte, resistiéndonos frente al dolor que genera la pérdida de un ser

querido.

Pero, ¿qué relación tiene Dios con la muerte y el dolor? Es una pregunta que hoy cobra mayor

sentido dado el lamentable contexto familiar, sin embargo, me lleva a creer que realmente el dolor y

la muerte deben ser visibles para comprender quién verdaderamente nos ama y quién realmente nos

destruye.

Te preguntarás cómo llego a esta conclusión, y la respuesta está en las sagradas escrituras. El

versículo es uno de los más conocidos como Juan 3:16, “Porque de tal manera amó Dios al mundo

que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda más tenga vida

eterna”.

No hay una frase concreta en este versículo que señale conformidad de Dios frente a la muerte de

Jesús ya que Él dio a su Hijo para que se acercara al ser humano en estado de fragilidad,

compartiera la esperanza divina de un cielo nuevo y tierra nueva, pero fue el mismo ser humano y

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nuestra tendencia al

rechazo lo que terminó dándole muerte a Jesús.

Esta reflexión es muy importante ya que se

desprende una verdad incómoda para una

filosofía mayormente cristiana y es que Jesús no

murió por voluntad propia por nosotros, aunque sí la enfrentó sin pronunciar palabra o queja, sino

que nosotros mismos le crucificamos (Lucas 23:21-24); no fue una voluntad divina necesariamente

la causa del sacrificio, ya que la misma escritura en Romanos 6:23 señala que “La paga del pecado

es muerte”, entonces no puedo culpar a Dios del dolor y la muerte de Jesús, sino a la iniquidad,

personificado en Satanás quien desde que el Mesías nació, intentó destruirlo y matarlo.

Entonces, ¿por qué Dios lo permitió? Es la pregunta que debo responder según la inspiración

divina.

Hay un cuestionamiento y juicio que ha mantenido Satanás relativo al carácter de Dios desde que en

él entró el orgullo y el egoísmo, y que consiste en destruir la imagen y esencia del reino de los

cielos, que lejos está de ser autoritario, condenador y vengativo; de hecho, es el amor, el perdón y la

bondad la base de su reino, sin embargo, desde el comienzo de la historia del ser humano, el miedo

por el juicio divino y por ende la muerte, levantaron una imagen distorsionada de Dios, a quien se le

comenzó a considerar como un ser implacable que sólo con sacrificios podría aplacar su ira y

venganza, de lo contrario la muerte y destrucción caería sobre la humanidad.

¿Cómo cambiar ese concepto cuando desde Adán y Eva, y luego hombres fieles y profetas lo

creían? Satanás no descansará en hacernos creer que por nuestros errores la muerte es una sentencia

divina y que la vida eterna es producto de nuestra ciega y temerosa devoción.

Entonces, si Dios no aprueba ni envía dolor/muerte, ¿qué relación necesaria existe entre ellos y el

Creador?

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La única forma de evidenciar el perdón, la bondad y el amor de Dios es

considerando al mal fabricado por el mismo enemigo como la oportunidad de confiar en una

restauración total, en favor de los seres humanos y de toda forma de vida, y que Dios al ser paciente

y noble, deja en evidencia que el reino del mal sólo destruye y causa dolor, estado que el mismo

Creador restaurará, promesa descrita en el libro de Apocalipsis 21:4, “Enjugará Dios toda lágrima

de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor.”

Dios, desde el verdadero concepto de amor, no actúa bajo presiones, emociones y/o exigencias

divinas, ya que, si así fuese, estaría justificando y validando las declaraciones de Satanás quien

señala: “Quien a Dios obedece, recibe bendición; quien a Dios desobedece, recibe maldición”,

mientras que Jesús, el único que nos ha mostrado al Padre, declaró: “Pon la otra mejilla”, o

“perdonar 70 veces 7”, incluso él mismo no consideró el mal de quienes le clavaron en la cruz, sino

como quien sólo ve el mal como oportunidad para restaurar.

Finalmente, Jesús murió, no porque su Padre lo deseara, sin embargo, debió permitirlo para mostrar

al universo y a los seres humanos caídos, que su amor (carácter) va más allá de la muerte, la cual es

combatida sólo con bondad, más aún cuando para Dios la muerte es sólo un descanso, y la tristeza y

sufrimiento sólo serán un recuerdo que relevará todo actuar divino en favor de los suyos y seamos

llamados a permanecer junto a nuestro Jesús. ¿Interesante verdad?, ¿será que todo lo que alguna vez

escuchamos o conocimos de Dios está tergiversado por una gran cantidad de errores y prejuicios?

Creo en un Dios que restaura, y si ha permitido el dolor es porque muy pronto todo será revelado

ante nuestros ojos, conflicto que tendrá su fin debido a que “El perfecto amor echa fuera el temor”,

y no será jamás Dios quien destruya, sino el mismo pecado.

Tengo plena confianza en el Dios de quien les describo y esta convicción me lleva a esperar con

alegría y fe, ver nuevamente a Alex, porque él también amaba a Dios y confiaba en Jesús a pesar

del dolor.

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¿Crees que Dios es más fuerte que el dolor causado por el enemigo?

¿Consideras a Dios como el eterno y perfecto Restaurador? ¿Sabías que no debes hacer esfuerzos ni

sacrificios para recibir el don (regalo) del perdón y salvación?

Recuerda, sólo debes creer que Dios ya te salvó y restauró.

Colaborador Misionero Laico


Héctor Muñoz Mardones

“Descubramos juntos que o (quién) es la verdad”

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