Está en la página 1de 24

Sumarios

I. Introducción. – II. Proceso legislativo para la sanción de la Ley 26.094, que incorporó el grooming en
nuestro Código Penal. – III. Análisis del tipo penal. III.1. Tipo penal. III.2. Bien jurídico protegido. III.3.
Tipo objetivo. III.4. Tipo subjetivo. III.5. Consumación. Afectación al principio de legalidad y
lesividad. – IV. Derecho comparado. – V. Algunos casos. – VI. Técnicas de investigación. – VII.
Recomendaciones. – VIII. Conclusión. – IX. Bibliografía.

Análisis dogmático, doctrinario y jurisprudencial del delito de grooming (art. 131 del código
penal). Técnicas de investigación(*)

I. Introducción

Los nuevos sistemas de comunicación representan un avance indiscutible, sus beneficios y sus peligros
también lo son. Hoy, el flujo e intercambio de información es constante, varios son los canales
disponibles y un universo aún inexplorado nos deparará, probablemente, nuevas formas de
comunicación. Uno de los riesgos latentes, entre otros, es qué tipo de información se intercambia,
para qué fin y quién resulta su destinatario. Sobre esta contingencia, sobre este trance nos
detendremos en este trabajo.

Podríamos señalar, entonces, la aparición, por ende, de una nueva forma de delincuencia, o bien
podríamos decir un nuevo método para la comisión de distintos injustos de naturaleza penal, la
informática, ya que la tecnología actual, que se modifica y recrea a sí misma en forma vertiginosa,
pone a disposición del delincuente un abanico de nuevas técnicas y métodos para alcanzar sus
propósitos criminales.

Dice Sandra María Pesclevi: “Ese impacto de la informática y las tecnologías de la comunicación en
nuestra sociedad motivó a la comunidad jurídica argentina, desde la década del noventa del siglo XX,
a dotar a nuestro ordenamiento de una ley que previera la posible comisión de conductas típicas a
través del empleo de medios informáticos o dispositivos electrónicos, así como también la protección
jurídica de bienes intangibles. Así, nació el Convenio sobre la Ciberdelincuencia de Budapest, primera
Convención Internacional sobre el tema que fue redactada en 2001 por el Consejo de Europa, junto
con Estados Unidos, Canadá, Japón, Costa Rica, México y Sudáfrica. Por ser los ciberdelitos a gran
escala de carácter transnacional, como las redes de pedofilia o de lavado de dinero, la Convención de
Budapest brinda un marco veloz y seguro, de cooperación y colaboración internacional para la
persecución de estos delitos, y la participación en ella permite la cooperación de fuerzas de los
distintos países y el asesoramiento de expertos técnicos. A su vez, la Ley 26.388 también ha seguido
los lineamientos establecidos por el ‘Convenio sobre la Ciberdelincuencia de Budapest’ del 23 de
noviembre de 2001”(1).

Es así que, en el año 2008, se reforma el Código Penal de la Nación mediante la Ley 26.388;
promulgada el 24 de junio de 2008 y publicada en el Boletín Oficial de la República Argentina el 25 de
junio de 2008.

La Ley 26.388 partió de una ley de reforma integral y concordada al Código Penal. No constituye una
ley especial, sino que modifica, sustituye o incorpora tipos penales al texto del Código Penal.
Mantiene sin modificaciones sustanciales el esquema de márgenes punitivos de los delitos ya previstos.
Incorpora a las nuevas tecnologías como formas comisivas de los delitos(2).

Así, tradicionalmente, se ha denominado, aunque es sabido que no existe un concepto unitario de


“delito informático” para los ilícitos cometidos a través de la informática, relativos –entre otros– a la
intimidad, la libertad, la indemnidad sexual, etcétera.

En este sentido, los delitos informáticos, según Tiedemann(3): “Alude(n) a todos los actos
antijurídicos según la ley penal vigente (o socialmente perjudiciales y por eso penalizables en el
futuro) realizados con el empleo de equipo automático de datos…”.

La Ley 26.388 vino a regular los siguientes tipos penales: 1) el ofrecimiento y distribución de imágenes
relacionadas con pornografía infantil (art. 128 del cód. penal); 2) violación de correspondencia
electrónica (art. 153 del cód. penal); 3) acceso ilegítimo a un sistema informático (art. 153 bis del
cód. penal); 4) publicación abusiva de correspondencia (art. 155 del cód. penal); 5) revelación
de secretos (art. 157 del cód. penal); 6) delitos relacionados con la protección de datos personales
(art. 157 bis del cód. penal); 7) defraudación informática (art. 173, inc. 16, cód. penal); 8) daño (arts.
183 y 184 del cód. penal); 9) interrupción o entorpecimiento de las comunicaciones (art. 197 del cód.
penal); 10) alteración, sustracción, ocultación, destrucción e inutilización de medios de prueba (art.
255 del cód. penal) y las modificaciones terminológicas realizadas en el art. 77 del cód. penal de la
Nación.

Ahora bien, centremos nuestra atención en lo que será materia de investigación; volvamos sobre
nuestros pasos, retomemos lo que veníamos diciendo respecto al uso de lo que comúnmente se ha
dado en llamar ciberespacio, así como el de las redes sociales. Actualmente, ese uso, como se viene
diciendo, entre otros fines, es para cometer un sinnúmero de actos ilícitos; así decíamos. En otras
palabras, el desarrollo tecnológico tiene entonces su faz negativa, y lo que aquí interesa es ver cómo
por medio de esos canales, en especial las redes sociales, foros, blogs, chats, etcétera, los
ciberacosadores y grupos de pedófilos se aprovechan para llegar a sus víctimas, se sirven de su
candidez, y, generalmente bajo la apariencia de un falso perfil de usuario, contactan a menores con
el fin de menoscabar su integridad sexual.

La mencionada Ley 26.388 no incluía justamente el delito de grooming, el cual será incorporado
recién por la Ley 26.904, promulgada en diciembre de 2013. Con ello se pretendió dar cumplimiento a
las obligaciones contraídas por el Estado, que por la Ley 25.763 aprobó el Protocolo relativo a la venta
de niños, la prostitución infantil y la utilización de los niños en la pornografía, que complementa la
Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño de rango constitucional.

Así, la Ley 26.904, promulgada en diciembre de 2013(4), incorpora al Código Penal argentino un nuevo
delito, que es conocido internacionalmente con el nombre de grooming, cuya traducción al español
sería algo similar a lo que se entiende como acercamiento, preparación o acicalamiento(5). Es decir,
una serie de actos o conductas ejecutadas por un mayor con el objetivo de ganarse la confianza de un
menor de edad y, de tal modo, entablar una conexión sentimental o emotiva que le permita
posteriormente –en términos genéricos– abusar sexualmente de un menor.

Es preciso señalar que finalmente este es el sentido que se le ha dado al concepto de grooming, pues
el término es anglosajón, por lo que no es muy precisa su traducción al español. Pero lo importante es
que el significado que se le ha otorgado no es más que el referenciado en el párrafo anterior.

Así fue que, luego de discutirse en el seno del Congreso nacional varios proyectos legislativos
presentados en ese sentido, el texto finalmente es introducido al catálogo de delitos argentinos,
ubicándoselo como conducta lesiva de la integridad sexual en el art. 131 del título III del cód. penal.

II. Proceso legislativo para la sanción de la Ley 26.094, que incorporó el grooming en nuestro Código
Penal

Entonces, como se dijo más arriba, el 13 de noviembre de 2013, la Cámara de Senadores aprobó una
modificación al Código Penal –consagrada luego como la Ley 26.904–, publicada en el B. O. el 11 de
diciembre de 2013. El proyecto de ley original ya había sido tratado y aprobado en octubre de 2011
por la Cámara de Senadores, pero luego la Cámara de Diputados propuso importantes modificaciones
que el Senado desechó y no tuvo en cuenta a la hora de sancionar la ley.

Así, el art. 131 del cód. penal tal como se lo concibe hoy mantuvo la redacción que había aprobado
como Cámara originaria, pero se ignoró, como se dijo en el párrafo anterior, la propuesta de
Diputados, que describía el tipo de la siguiente manera: “Será reprimida con prisión de tres meses a
dos años la persona mayor de edad que por medio de comunicación electrónica, telecomunicaciones o
cualquier otra tecnología de transmisión de datos le requiera de cualquier modo a una persona menor
de 13 años que realice actividades sexuales explícitas o actos con connotación sexual o le solicite
imágenes de sí misma con contenido sexual. En la misma pena incurrirá la persona mayor de edad que
realizare las acciones previstas en el párrafo anterior con una persona mayor de 13 de años y menor
de 16 años, cuando mediare engaño, abuso de autoridad o intimidación”.

Así, la Cámara baja señaló una pena mucho menor a la que en definitiva se estableció. Otra de las
propuestas consistía en convertir este delito como dependiente de instancia privada. También instaba
a que se diferenciara según la edad de la víctima. Asimismo, propugnaba que las penas también
fueran distintas para el acoso virtual, es decir, el contacto entre un adulto y un menor vía internet
para concretar un acto sexual, y otra para el acoso, por ejemplo, cuando el hecho era consumado.

La redacción actual, señala Marcelo A. Riquert, también se apartó notablemente de la norma


inicialmente inspiradora, el art. 23 del “ Convenio del Consejo Europeo para la Protección de los Niños
contra la Explotación y Abuso Sexual”, ya que, conforme esta, lo que se requiere tipificar es el hecho
de que un adulto, mediante tecnologías de la información y comunicación, proponga un encuentro a
un niño (que no haya alcanzado la edad legal para realizar actividades sexuales) con el propósito de
cometer contra él un abuso sexual o un delito relativo a la pornografía infantil, cuando a esta le hayan
seguido actos materiales conducentes a ese encuentro. Tal apartamiento se da en tres aspectos
centrales: no se requiere mayoría de edad en el sujeto activo, no se distingue en el sujeto pasivo la
edad de madurez sexual habilitada (esto lo hacía la propuesta de Diputados) y, por último, no se exige
la verificación de actos materiales posteriores conducentes a la concreción del encuentro(6).

Respecto de la pena que establece el artículo, y a diferencia de la que fijaba Diputados, como se verá
luego, es claro que el aumento que finalmente quedó de seis meses a 4 años vulnera el principio de
proporcionalidad de las penas, en tanto que el acto preparatorio incriminado autónomamente tiene la
misma sanción que delitos de lesión consumados.

Vemos también que Diputados fijaba como sujeto pasivo al menor de 13 años de edad, o de 13 a 16
años cuando mediare a su respecto engaño, abuso de autoridad o intimidación. Esto se vincula con las
otras figuras que no se percibieron en Senadores.

Otro extremo no incluido, o más bien omitido, dijimos, fue la edad del sujeto activo: en Diputados se
hablaba de persona mayor de edad.

Esta redacción trae también dificultades en el área probatoria. Dice la ley “contactare… con el
propósito de cometer cualquier delito contra la integridad sexual”. Bien podría haber sido remplazada
por otra que demande a que el menor realice actividades sexuales u otros actos con connotación
sexual.

III. Análisis del tipo penal

III.1. Tipo penal

Así, el nuevo art. 131 del cód. penal reza: “Será reprimido con prisión de seis meses a cuatro años el
que, por medio de comunicaciones electrónicas, telecomunicaciones o cualquier otra tecnología de
transmisión de datos, contactare a una persona menor de edad, con el propósito de cometer cualquier
delito contra la integridad sexual de la misma”.

Para analizar concretamente el tipo penal, y aun pecando de reiterativa y hasta podría también
decirse de simplista, es preciso que, a los fines prácticos –en definitiva, esto nos ayudará a
comprender la figura bajo análisis– hagamos una breve síntesis acerca de en qué consiste el grooming,
tal como se encuentra legislado en nuestro ordenamiento penal.

Podría decirse que consiste en la acción de captación de menores por parte de adultos, sea por
cualquier medio de comunicación, a través de la generación de un ambiente de confianza,
generalmente bajo un falso usuario, una falsa identidad, estableciendo una relación de control
emocional con este a los fines de obtener satisfacción sexual.

También se entiende al delito de grooming como el conjunto de acciones que lleva a cabo un adulto a
través de las tecnologías de información y comunicación para ganarse la confianza de un menor, con
el fin de obtener un posterior beneficio de índole sexual(7).

Es por tanto el grooming una conducta desplegada por una persona mayor de edad, consistente en el
establecimiento de un contacto o conexión con un menor de edad a través de un medio tecnológico o
de telecomunicación, que se encuentra caracterizado por la fuerte presencia de un componente
subjetivo que se inspira en la finalidad o propósito perseguido por el autor, que consiste en perpetrar
algún ataque contra la integridad sexual de la víctima menor de edad(8).

Ahora sí, analicemos el tipo penal.

III.2. Bien jurídico protegido

Con relación al bien jurídico: en primer lugar, podemos decir que la normativa en cuestión es
receptada dentro del título III “Delitos contra la integridad sexual”, por lo que claramente el bien a
tutelar será la integridad sexual, concepto bastante abstracto y difícil de precisar, aunque ha sido
entendido por la mayoría de la doctrina como equivalente a la “reserva sexual”(9) o a la “libertad
sexual”(10).

La figura protege el derecho del menor a no ser una futura víctima de una acción peligrosa que atente
contra su reserva sexual, que no se vea invadida aquella esfera que merece protección, máxime
cuando de menores se trata. No hay duda de que también se está atentando contra la privacidad del
menor.

Indica en su trabajo Silvina Andrea Alonso: “Concretamente en el caso del grooming, se trata de velar
por la integridad sexual de los menores en tanto no se vean expuestos a sufrir ataques lesivos a su
sexualidad, la que puede verse comprometida por estas maniobras que procuran afectar su normal y
adecuado desarrollo en ese aspecto. Basta observar que, en cierto modo, se trata de la misma tutela
que aquella que se refiere a cualquiera de los delitos previstos en este Título según sea la finalidad
perseguida por el autor…”(11).

En el caso del delito de grooming, la integridad sexual es atacada mediante la creación de un peligro,
por medio del contacto realizado por una persona con un menor de edad con la finalidad de atentar
contra su integridad sexual.

Como se verá más adelante, no es necesario que este ataque sea concretado a través de una conducta
constitutiva de abuso sexual o de cualquiera otra de las figuras delitivas previstas en el título
perteneciente a los injustos contra la integridad sexual, sino que basta con que el contacto sea
conseguido con esa finalidad por parte del sujeto activo para que, poniéndose en riesgo la integridad
sexual del menor, se active la protección penal que la norma dispensa a tal bien jurídico.

En ese sentido, reitero que será tratado a su turno, pero ya es preciso mencionar que se está frente a
un delito de peligro, y sabido es, vuelvo sobre lo mismo, no quiero aquí adelantar casilleros de lo que
será materia de análisis más adelante, el derecho penal tiene una función protectora de la sociedad, y
que es allí donde el legislador encuentra un límite respecto de la forma en que se debe plasmar y
aplicar. Asimismo, pone al legislador y al juzgador en el deber de satisfacer las exigencias de la
culpabilidad en la conducta para poder imponer una pena y es que, hasta no hace mucho tiempo, el
derecho penal solo punía no lo moralmente errado, sino la lesión a un bien jurídico, lesión que debía
ser actual, real, existente y no potencial. Ya veremos qué pasa con esto, es decir, nos centraremos en
razón de la afectación al bien jurídico en los delitos de peligros, claramente un tema recurrente en
este tipo de injustos, y si se trata de un adelantamiento en la punición.

III.3. Tipo objetivo

Acción típica: el verbo típico empleado por el legislador ha sido el de “contactar”, esta es la conducta
prohibida por el tipo.

Veamos: contactar significa establecer comunicación con alguien, en el caso, bajo cualquier medio de
los enunciados por la norma. Se ha incorporado un elemento descriptivo amplio, ello, obviamente, con
la finalidad de evitar, ante el constante avance de las comunicaciones o equipos creados para tales
fines, que la norma se vuelva obsoleta en un período relativamente corto de tiempo. Si se llegara a
limitar la descripción de los medios o mecanismos por los cuales puede cometerse el delito, podría
caerse en el riesgo de que conductas que el legislador pretendió colocar en el radio punitivo de la
norma queden afuera o sean atípicas, porque el equipo utilizado en ese momento para cometer la
conducta reprochada no existía.

No puede perderse de vista que tiempo atrás los vínculos personales no tenían las mismas
características que tienen en la actualidad, y tampoco los menores tenían acceso a los canales de
comunicación, que obviamente, a la par de generar un elemento útil, eleva el riesgo de exposición
con extraños.

Ahora bien la comunicación requiere cuanto menos que haya un receptor, en el caso, un menor de 18
años de edad (ya trataremos el tema del sujeto pasivo); la norma no distingue entre hombre y mujer,
es decir, cualquiera podrá ser víctima de este delito, siempre que sea menor de 18 años de edad.

Ese contacto al que estamos haciendo referencia no debe ser personal con el sujeto pasivo, pues ya en
ese caso estaremos, seguramente, frente a otro delito de los que integran la nómina de delitos
sexuales. Así, no todo contacto virtual con un menor de edad es delictivo, sino solo aquel que se
realiza o se produce con la finalidad de cometer un delito contra la integridad sexual del que resulta
víctima el menor de edad –ya veremos el aspecto subjetivo–.

Vamos a detenernos un poco en este punto, “contacto”; en los injustos que atentan contra la
integridad sexual la distinción entre lo corporal o no con la víctima determina la mayor o menor
gravedad del comportamiento reprimido, extremo que pareciera ahora no ocurrir con esta figura. Aquí
encontramos una fisura o bien otra de las tantas críticas o inconsistencias que podemos encontrar en
el tipo penal.
Tal como indica Gustavo E. Aboso en su análisis de la figura del grooming(12): “Este baremo objetivo
de valoración de la gravedad de lo injusto de una conducta dolosa en este campo del derecho penal
sexual no ha sido observado…, en función de la gravedad de la pena prevista en relación con otros
comportamientos ilícitos de naturaleza sexual donde sí esta presente el contacto físico entre el autor
y la víctima. Este delito de child grooming se erige sobre la base de la ausencia de todo contacto
corporal entre el autor y la víctima…”.

Así, debe tratarse de un contacto virtual, puesto que, si este no se produce por algunos de los medios
tecnológicos referidos y es llevado a cabo por el autor de forma directa y corporalmente presente, no
sería aplicable esta figura. Por ejemplo, si hay contacto, podrá haber, como se dijo, un abuso sexual
simple. Aquí préstese atención, pareciera, en realidad así sucede según mi entender, que se vulnera
el principio de proporcionalidad de las penas que el acto preparatorio incriminado autónomamente
que se lleva a cabo en el espacio virtual (grooming) tenga la misma sanción que delitos de lesión
consumados en el mundo real afectando el mismo bien jurídico, como sucede, reitero una vez más,
con la figura contenida en el 1º párr. del art. 119 del cód. penal.

Pareciera –es mi idea– que no puede ser lo mismo –tener la misma escala penal– el hecho de contactar
un menor con la intención de hacerlo víctima de un delito contra la integridad sexual que,
efectivamente, hacerlo víctima abusándolo.

Ahora, de seguido, lo trataremos al hacer referencia al sujeto pasivo, pero nótese que tal como está
regulado el artículo bajo estudio ese contacto con un menor de edad solo será punible cuando el autor
tuviese en miras cometer un delito contra la integridad sexual. Aquí otra vez resalta Aboso lo ambiguo
de la materia de prohibición, puesto que los menores de edad de trece años en adelante pueden
mantener contactos sexuales con terceros. En consecuencia, si una persona de dieciocho años
mantiene contacto telemático con un menor de diecisiete años con el propósito de mantener algún
tipo de relación sexual estaría expuesto a la comisión de este delito.

Sujeto pasivo: el sujeto pasivo, receptor del mensaje emitido por el sujeto activo, debe ser un menor
de edad. Es este un elemento normativo del tipo que nos remite al art. 126 del cód. civil, norma que
establece que son menores las personas que no hubieren cumplido la edad de dieciocho [18] años.

Ahora, la edad del sujeto pasivo plantea ciertos interrogantes, habilita ciertas lagunas que llenará de
oscuridades el terreno de aplicación. Dice el mencionado autor Aboso, y es necesario que traigamos a
este trabajo su texto, en cuanto indica: “A partir de los 13 años el titular del bien jurídico puede
mantener contacto sexual con terceros. En ese sentido, a partir de los 14 puede serle suministrado
material pornográfico o facilitársele el acceso a un espectáculo pornográfico (art. 128), mientras que
por debajo de los 18 años se castigan las exhibiciones obscenas (art. 129). Ni hablar de las edades
mínimas fijadas para la tolerancia de los contactos sexuales con acceso carnal”.

Continua Aboso diciendo: “En síntesis, la disparidad punitiva que puede observarse entre las figuras
que tutelan la indemnidad sexual de los menores de edad adolece de una peculiar esquizofrenia
normativa que se refleja en la falta de armonía en las edades mínimas requeridas para considerar
punible una conducta, sin atender al parámetro objetivo de la existencia o no de contacto sexual con
los menores de edad. De esta manera, se castiga con una pena que orilla los 4 años al simple
acercamiento telemático con un menor de edad, pero si se comete un abuso sexual simple, la
amenaza de pena es idéntica. Así y todo, si se le entrega material pornográfico o se le allana el
camino para acceder a un espectáculo de esa naturaleza a un menor de catorce años, la expectativa
de pena no superará los tres años. En cambio, si el autor se exhibe desnudo ante el menor de 13 años,
la pena aplicable en su máxima expresión será de cuatro años de prisión, mientras que si el sujeto
pasivo de este delito de exhibiciones es un menor de dieciocho años que no consiente dicho acto, la
expectativa de la pena será de idéntica gravedad…”.

Ello se podría haber subsanado con la propuesta modificatoria de la Cámara de Diputados, que
delimitaba el tipo del siguiente modo: “Será reprimida con prisión de tres meses a dos años la persona
mayor de edad que por medio de comunicación electrónica, telecomunicaciones o cualquier otra
tecnología de transmisión de datos le requiera de cualquier modo a una persona menor de 13 años que
realice actividades sexuales explícitas o actos con connotación sexual o le solicite imágenes de sí
misma con contenido sexual. En la misma pena incurrirá la persona mayor de edad que realizare las
acciones previstas en el párrafo anterior con una persona mayor de 13 años y menor de 16 años,
cuando mediare engaño, abuso de autoridad o intimidación”.

Así, entonces, en Diputados se fijaba como sujeto pasivo al menor de 13 años de edad o de 13 a 16
años cuando mediare a su respecto engaño, abuso de autoridad o intimidación.

Sujeto activo: en relación con la calidad del sujeto activo, resulta un tipo penal común, que podrá ser
perpetrado tanto por un hombre como por una mujer. Ahora, en razón de que no se ha fijado el límite
de edad mínimo para ser autor de esta figura, según mi entender, podrá ser perpetrado por un menor
punible.

III.4. Tipo subjetivo

Aspecto subjetivo: dice la ley “con el propósito de cometer cualquier delito contra la integridad
sexual de la misma”. El art. 131 demanda que el autor haya realizado la conducta con el propósito
específico de que el menor de edad llevase adelante actos de naturaleza sexual. Es decir, que la
figura encuadra bajo la modalidad de tipos penales dolosos de comisión. Claramente exige un dolo
directo, que reside en que el sujeto activo contactara al menor con el fin de afectar con algunos de
los delitos del título su integridad sexual. Voy diciendo que la norma requiere una especial
intencionalidad por parte del sujeto activo, dirigida a la posterior comisión de un delito contra la
integridad sexual del sujeto pasivo. Esta ultraintencionalidad nos remite a un dolo específico, que
consiste en la voluntad consciente de realizar los elementos del tipo objetivo de alguno de los
siguientes delitos (Abuso sexual sin acceso carnal; Abuso sexual gravemente ultrajante; Abuso sexual
con acceso carnal; Promoción o facilitación de la corrupción o de la prostitución de menores; Estupro;
Rapto; Producción, financiación, ofrecimiento, facilitación, divulgación o distribución de pornografía
infantil; Delitos vinculados con la trata de personas).

En el particular análisis de sus características, podemos decir que constituye un delito netamente
doloso, y que, en razón a la presencia de aquel elemento subjetivo del tipo distinto del dolo, solo es
admisible en su modalidad directa. Ni el dolo eventual ni la imprudencia o negligencia satisfacen la
presente ilegalidad.

Toda vez que el presente delito se comete como se viene diciendo por medios tecnológicos de
comunicación, es posible que el autor incurra en un error sobre la edad del sujeto pasivo, ya que bien
puede suceder que el propio menor de edad haya falseado su propia edad al participar por ejemplo en
algunos de los chats, redes sociales, etcétera. En este caso, debe aplicarse el error de tipo sobre la
edad del sujeto pasivo y así declarar impune esa conducta.

III.5. Consumación

Una de las connotaciones conflictivas específicas es determinar a partir de qué momento habría
comienzo de ejecución, y pareciera acertado que este comportamiento se consuma cuando el autor
determina a la víctima menor de edad a realizar los actos de naturaleza sexual. Dice el mencionado
Gustavo E. Aboso: “No se requiere que efectivamente dichos actos sexuales se hayan materializado,
tan sólo que se encuentren presente los extremos objetivos y subjetivos exigidos por esta figura. El
simple falseamiento de datos personales en la red telemática no es suficiente para tener por
intentado este delito. Tampoco lo es el simple contacto comunicacional con el menor de edad bajo
este contexto. Lo determinante para poder hablar de un principio de ejecución será que el autor haya
ejercido alguna influencia sobre el menor para lograr su lasciva finalidad. Cuando el autor orienta el
giro del contacto telemático con la víctima sobre su actividad sexual, preferencias, costumbres o
directamente realiza una propuesta o envía material pornográfico, entendemos que ha superado en
este supuesto el umbral de la tentativa…”.

Por su parte, es pertinente mencionar lo indicado por Sandra María Pesclevi(13) cuando dice “Sabemos
que el punto que delimita lo punible de aquello que no lo es se llama ‘comienzo de ejecución’ y que
toda la deliberación interna del sujeto acerca de la comisión o no de una determinada conducta no es
alcanzada por el derecho penal sino que sólo son punibles los actos externos que pueden llegar a ser
considerados tentativa; los demás quedan como actos preparatorios impunes ubicados lejos de la
consumación y cuya punición podría dar lugar a la arbitrariedad e inseguridad jurídica. Es
problemático delimitar las características de la figura legal en estudio por cuanto ‘contactarse’ es tan
solo ‘establecer contacto o comunicación con alguien’, entonces, ¿comete grooming quien llama a una
niña pero esta no responde a su llamado?; y si la niña menor de edad atiende y el llamado se está
realizando desde un teléfono inalámbrico, ¿permite que se lo califique como tentativa de grooming?
Resulta evidente que el ‘contactar’ es tan solo un acto preparatorio de una conducta que sí merece
ser reprimida si por su intermedio fingiendo ser una niña o un niño se produce la generación de cierta
confianza o lazo de amistad con el menor; le sigue la seducción de este para lograr imágenes propias o
ajenas para hacerse de pornografía y posteriormente extorsionarlo o se accede a un encuentro
prohibido. Aquí se está sancionando, mediante el art. 131 del cód. penal, la realización de un acto
que preparatorio previendo su consumación, cuando aún no hay ni seducción ni acción alguna que
permita conmover al menor moral o psicológicamente. En el caso argentino, lo que se prohíbe no es el
aprovechamiento de la situación de vulnerabilidad; ni el valerse del anonimato; crear identidades
alternativas; ni la generación de una relación de confianza propiciatoria de encuentros; ni la
perturbación psicológica de los menores; ni tampoco el envío de cierta clase de fotografías. Se
prohíbe ‘contactar’ (aún con la peor de las finalidades), pero ello es anterior a cualquiera de esas
otras conductas y eso es como dice Garibaldi en su artículo la preparación de un acto preparatorio o,
mejor dicho, la preparación de la preparación. Entiendo que adelantar la barrera punitiva a un acto
preparatorio de otro preparatorio lo convierte en un delito de sospecha que quiebra el principio de
lesividad vigente en nuestro sistema constitucional. Ni siquiera la intención –muy difícil de probar, por
cierto– otorga un plus de lesividad a la conducta sino que, quizás será tranquilizador para aquellos que
quieren penar intenciones, algo para lo que no está el derecho penal sino la moral o la religión, en
todo caso. En definitiva, la introducción del art. 131 del Código Penal vulnera el principio de lesividad
y el de proporcionalidad de las penas e introduce, además, una nueva figura cercana al derecho penal
de autor…”.

Aquí, nuestro recorrido nos ha llevado, hemos desembarcado, mejor dicho, en el análisis,
cuestionamiento e interrogatorio que obligadamente estamos llamados a realizar y es:
¿adelantamiento temporal de la punibilidad?

Entonces, si la conducta es la mera realización de “contactar”, pero ese contacto debe estar
necesariamente inspirado en la finalidad típica de cometer alguna clase de agresión sexual contra
menores de edad; representa, parece, un adelanto de punibilidad o anticipo de punibilidad legislativa,
esbozada bajo la forma de un acto preparatorio de otro delito contra la integridad sexual, por lo cual
no es necesario que este último se haya concretado o ni siquiera tentado.

Sabido es que existen delitos que castigan situaciones de peligro que encuadran dentro de la categoría
de actos preparatorios, pero que en definitiva significan la producción o aumento de un riesgo
jurídicamente desaprobado. Dice el Dr. Edgardo Alberto Donna(14), con cita de De La Cuesta Aguado,
que los delitos de peligro como forma de tipificación del riesgo, surgen porque es imprescindible
actuar con antelación a la lesión, esto es, sobre conductas y no sobre resultados lesivos, por lo que se
produce con carácter general un adelantamiento de la intervención penal en el Derecho Penal del
Riesgo.

Ahora podemos decir que tal como está descripto el tipo penal pareciera que se trata de un delito de
acción, y por la intensidad del ataque al bien jurídico se trataría de un delito de peligro abstracto.
Repasemos, dice Edgardo Alberto Donna: “Los delitos de acción o de mera actividad, en cambio, son
aquellos tipos penales que se configuran con la sola realización de una conducta –descripta en el tipo–
sin exigir ningún resultado material ni de peligro respecto del bien jurídico protegido. En estos casos,
la ley no exige que algún objeto resulte dañado o puesto en riesgo por la acción sino que el tipo se
realiza con la sola conducta contraria a la norma. En esta clase de delitos, no será preciso analizar el
problema de la relación de causalidad o de la imputación de resultado, dado que el tipo se agota y se
consuma con la sola acción… Por su parte… la forma típica en la que existe una menor intensidad de
afectación del bien jurídico puede verse en los delitos de peligro abstracto, donde el tipo penal se
limita a castigar una conducta que, según la experiencia general, resulta peligrosa, sin que se torne
necesaria la demostración de ningún resultado de peligro y ni siquiera se exige peligrosidad en la
acción. En esta clase de delitos, la referencia al peligro no es más que la razón o el motivo que llevó
al legislador a incriminar la conducta… el peligro es únicamente la ratio legis, es decir, el motivo que
indujo al legislador a crear la figura delictiva. Se castigan ciertas conductas porque generalmente
llevan consigo el peligro de un bien jurídico”(15). Sin duda, el problema que presentan estos delitos
es el relativo a su cuestionamiento constitucional, dado que pueden implicar un desconocimiento al
principio constitucional de lesividad (art. 19, CN).

Excede este trabajo adentrarnos en un serio y acabado estudio sobre este tipo de delito, pero, vamos
a decir, al menos ahora, que solo por vía de excepción los actos preparatorios podrían ser
legítimamente castigados, bajo la condición de generar objetivamente una situación de peligrosidad
que resulte incompatible con el bien jurídico tutelado.

El delito de grooming es un claro ejemplo de adelantamiento de la punición sobre actos netamente


preparatorios, ya que, de la manera en que se encuentra legislado, bastará el mero contacto con un
menor de edad con el fin de cometer un delito contra su integridad sexual para tenerlo por
configurado. De esta manera, podrán ser castigados –con la misma– los actos preparatorios de un
abuso sexual sin que este se produzca.

Afectación al principio de legalidad y lesividad

Dice Eugenio Raúl Zaffaroni que o bien el principio de legalidad penal estaba en el art. 18, o, de lo
contrario, este consagraba solo la legalidad procesal y la penal se deriva del art. 1º, CN (principio
republicano de gobierno), y del llamado principio de reserva (art. 19, CN), que no es más que su
reservo. Esta discusión desapareció por completo con la ratificación de los tratados internacionales de
derechos humanos, pues los arts. 9º de la CADH y 9º del PIDCP consagran expresamente el principio de
legalidad penal con jerarquía constitucional(16).

Muy pero muy básicamente, y utilizando lo manifestado por Julián Aristimuño(17), la legalidad
significa que la única fuente productora de ley penal en el sistema argentino son los órganos
constitucionales habilitados, y la única ley penal es la formal de aquellos emanada, conforme al
procedimiento que establece la propia constitución.

La legalidad se complementa con el llamado principio de reserva del art. 19 de la CN, según el cual
ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que la ley no manda ni privado de lo que ella
no prohíbe.

Se deben observar cuatro características para cumplir con el principio de legalidad: la ley debe ser
expresa, precisa, taxativa y previa.

El modo en que fue sancionado el delito de grooming, dice Aristimuño, plantea problemas desde el
punto de vista de la persecución penal, dado que entraña cierta dificultad al momento de probar que
el adulto, al contactar con el menor, lo hace con la intención de cometer un delito contra la
integridad sexual. Por lo tanto, en estos supuestos será determinante disponer de elementos que
permitan corroborar dicha intención, por ejemplo, mails, historial de conversaciones online, etcétera,
los cuales no resultan fáciles de obtener y probar objetivamente.

La legalidad estricta se viola cuando la ley penal es solo un mandato para que el juez agote la
voluntad punitiva y termine la obra del legislador. Esta legalidad no estricta –o directiva más o menos
genérica– no es más que la expresión de una voluntad punitiva estatal, con desconocimiento del
respeto al principio de reserva.

El uso de términos amplios e indeterminados como “el que contactare y/o con el propósito de
cometer cualquier delito contra la integridad sexual” no deja más remedio al juez que interpretar en
forma antojadiza estos conceptos para habilitar la aplicación del poder punitivo en el caso concreto.
La amplitud y vaguedad de estos elementos del tipo penal dificulta discernir aquello punible de lo que
no lo es, generando situaciones en las cuales el mero contacto virtual con un menor de edad podría
dar inicio a investigaciones para determinar la verdadera intención del sujeto, vulnerando de esta
manera la intimidad de aquellos que se encuentren bajo sospecha.

Tal como señala el Dr. Raúl Zaffaroni, el límite impuesto al ejercicio del poder punitivo por el art. 19
de la CN, que cristaliza el principio de lesividad o de necesaria afectación al bien jurídico, determina
que las leyes penales se encuentran condicionadas por la lesividad, con lo cual es necesario constatar
que se trata de un bien jurídico y que su afectación está prohibida por la norma. Si bien ya hablamos
al respecto, recordemos una vez más que, por lo tanto, a partir de este mandato constitucional, no
puede haber delito que no reconozca como soporte fáctico un conflicto caracterizado esencialmente
por la significación “afectación de un bien jurídico”.

Por medio de la figura de grooming se castigará a aquella persona que solamente tome contacto con
un menor a través de internet. Se pena la intencionalidad de los actos constitutivos del grooming,
acompañada de meros actos preparatorios. Por ende, se ha penado solo la presunción de un acto
posible.

En este sentido, es preciso recordar que los actos preparatorios están exentos de punibilidad. Nuestro
derecho penal garantiza un derecho penal de lesividad. Volvamos sobre el punto, significa que para
que el hecho sea penalizado debe necesariamente haber afectado el bien jurídico titulado.

Algunos autores son defensores de la idea de adelantar la barrera de la punibilidad a un acto


preparatorio, dejando de lado el concepto de un Derecho Penal, cuyos principios son la intervención
mínima y que se aplica como ultima ratio. Castigar un acto preparatorio importa crear un delito de
sospecha, que es precisamente lo que quiebra el principio de lesividad.

Algunos otros puntos a tener en cuenta:

a) Concurso de delitos. Para la aplicabilidad de esta figura, es necesario que no se haya producido
ninguno de esos delitos contra la integridad sexual (abuso, violación, estupro, etc.), puesto que,
tratándose como se dijo de un acto preparatorio, el delito final cometido o tentado desplazará por
vigencia del concurso aparente de leyes a aquel que representa la fase menos avanzada del inter
criminis.

b) Si el delito persigue la integridad sexual de menores de edad, se debería mantener el carácter de


delito dependiente de instancia privada –como son los previstos en el art. 72 del CP–. Como es sabido,
la facultad que se le otorga a la víctima de estos delitos de efectuar o no la correspondiente denuncia
responde a la protección del pudor que le implica ventilar esta suerte de hechos en un proceso penal,
para que de tal manera no se sienta revictimizada. Al haberse introducido el delito de grooming, sin
modificarse a la vez el art. 72 del cód. penal, previendo que este sea  dependiente de instancia
privada, hace que este tenga el carácter de delito de acción pública.

IV. Derecho comparado

Nuestra legislación, con la incorporación de esta figura, se coloca en sintonía con otros sistemas
legislativos que prevén este delito en forma similar.
Señala Silvina Andrea Alonso que en Estados Unidos de Norteamérica se prohíbe transmitir información
de un menor de 18 años de edad con el propósito de cometer abuso sexual; Inglaterra prohíbe los
encuentros con menores de edad con la intención de abusar de ellos; en Alemania lo prohibido es
ejercer influencia sobre menor de edad por medio de exhibiciones o conversaciones de contenido
pornográfico.

Agrega la citada autora que en España se ha incorporado el art. 131 bis al cód. penal, que sanciona
con 1 a 3 años de prisión el contacto con un menor de trece años a través de medios tecnológicos,
acompañado de una propuesta de encuentro a fin de cometer delito sexual, pero siempre que a tal
propuesta le sean sumados actos materiales encaminados al acercamiento.

Y finaliza Alonso indicando que nuestro sistema es más parecido al existente en Canadá, donde el
delito de grooming se configura cuando se produce la comunicación con un menor a través de un
sistema informático con la intención de cometer un abuso sexual(18).

Por su parte, Marcelo Riquert indica que las dificultades al momento de tipificar no son exclusivas de
nuestro legislador, pero también dice que se pueden hacer las cosas mejor.

“La tipificación en España, donde el vigente art. 183 bis del CPE dice: ‘El que a través de internet, del
teléfono o de cualquier tecnología de la información y la comunicación contacte con un menor de
trece años y proponga concertar un encuentro con el mismo a fin de cometer cualquiera de los delitos
descritos en los arts. 178 a 183 y 189, siempre que tal propuesta se acompañe de actos materiales
encaminados al acercamiento, será castigado con la pena de uno a tres años de prisión y multa de
doce a veinticuatro meses, sin perjuicio de las penas correspondientes a los delitos en su caso
cometidos. Las penas se impondrán en su mitad superior cuando el acercamiento se obtenga mediante
coacción, intimidación o engaño’.

Nuevamente puede advertirse el límite de edad para el sujeto pasivo, así como el mayor rigor de la
pena cuando medie coacción, intimidación o engaño. También que la sanción privativa de libertad
prevista es menor que la nuestra, aunque incorpora en conjunto la de multa. Comentando la
previsión, Rovira del Canto destaca que al requerir que la acción se desarrolle respecto de un menor
de trece años, deberá acreditarse el conocimiento por el sujeto de la edad del niño. También la
presencia del elemento subjetivo específico: proponer que se concierte un encuentro para perpetrar
alguno de los delitos contra la libertad o indemnidad sexuales previstos en los arts. 178 a 183 y 189
del CPE (agresiones y abusos sexuales, utilización de menores o incapaces en espectáculos
exhibicionistas o pornográficos y en la elaboración de material pornográfico). No es necesario que
estos se verifiquen, sino que el ilícito se consuma cuando la propuesta venga acompañada de algún
otro acto material encaminado al acercamiento, como desplazamiento o contacto personal y,
naturalmente, medie acuerdo con el menor para la reunión(19)”.

Respecto de la legislación española, resulta altamente interesante el trabajo de Jorge


Buompadre(20).

Pemítaseme copiar en su parte pertinente el correspondiente análisis que hace de la figura Julián
Aristimuño.

“Primeramente mencionemos que la Ley Orgánica del 5/2010, del 22 de junio, introdujo el artículo
que tipifica el llamado child grooming, atendiendo a lo recomendado por el Convenio del Consejo de
Europa para tipificar como delito las proposiciones a niños con contenido sexual a través de las
tecnologías de la información y comunicación. En la exposición de motivos de dicha Ley Orgánica, el
legislador español justificó la introducción del art. 183 bis en que la extensión de la utilización de
internet y de las tecnologías de la información con fines sexuales contra menores ha evidenciado la
necesidad de castigar penalmente las conductas que una persona adulta desarrolla a través de tales
medios para generarse la confianza de menores con el fin de concretar encuentros para obtener
concesiones de índole sexual(21)”.

Así reza el mencionado artículo: “El que a través de internet, del teléfono o de cualquier otra
tecnología de la información y la comunicación contacte con un menor de trece años y proponga
concertar un encuentro con el mismo a fin de cometer cualquiera de los delitos descritos en los arts.
178 a 183 y 189, siempre que tal propuesta se acompañe de actos materiales encaminados al
acercamiento, será castigado con la pena de uno a tres años de prisión o multa de doce a veinticuatro
meses, sin perjuicio de las penas correspondientes a los delitos en su caso cometidos. Las penas se
impondrán en su mitad superior cuando el acercamiento se obtenga mediante coacción, intimidación
o engaño”.

Ahora sí, volvamos a Jorge E. Buompadre, que en su trabajo indica que el grooming involucra un
fenómeno delictivo en el que todo es controversial, inclusive hasta su nomen juris, sobre el cual ni en
la doctrina ni en la legislación se puede encontrar algún acuerdo.

Tal vez, las denominaciones técnicas más aceptadas sean las de grooming o child grooming, pero
tampoco sobre ello puede haber absoluta certeza. Lo cierto es que los nombres varían según el autor y
según el ordenamiento de que se trate, apreciándose, inclusive, la utilización de varias
denominaciones en numerosos autores.

Con arreglo a la descripción típica del art. 183 bis del cód. penal español, continúa diciendo el
mencionado autor que se trata de un delito con pluralidad de hipótesis, por lo que podría ser
caracterizado como un tipo mixto acumulativo. Se castigan modalidades conductuales que, en forma
aislada, carecerían de relevancia penal: el contacto con un menor de trece años, una propuesta de
concertar un encuentro con ese mismo menor (o a través de él, con otro menor), el acompañamiento
de dicha propuesta de actos materiales encaminados al acercamiento y la finalidad de cometer alguno
de los delitos sexuales previstos en los arts. 178 (agresión sexual), 183 (abusos y agresiones sexuales a
menores de trece años) y 189 (delitos relacionados con la pornografía vinculados con menores e
incapaces) del cód. penal.

Todas estas conductas deben estar enlazadas entre sí para que se pueda dar por perfeccionada la
infracción, sin que para ello resulte necesaria la consumación de alguno de los delitos sexuales
perseguidos, en cuyo caso, estaríamos frente a una relación concursal (de carácter real, arts. 73 y
sigs., cód. penal) con los delitos cometidos (art. 183 bis, cód. penal).

Prosigue Buompadre, la acción debe, necesariamente, llevarse a cabo a través de “medios


tecnológicos o de comunicación” (internet, teléfono u otra tecnología de la información), no en forma
directa o personal con la víctima, salvo que el contacto se haya iniciado en forma personal y que
luego deriva en una relación que es impulsada y prolongada a través de aquellos medios que
suministra la tecnología de la información. La tecnología de la información, especialmente la de la
red internet, que permite –como es sabido– una amplia cobertura de almacenamiento de datos,
imágenes, etcétera, puede servir al agresor para cometer, asimismo, otros delitos, por ej.,
extorsionar al menor con difundir dichas imágenes si no se allana a sus pretensiones sexuales,
circunstancia que concede –por sí misma– suficiente fundamentación para justificar la criminalización
de este tipo de conductas.

Debido a la especial configuración del delito, debe haberse producido el “contacto” con el menor, no
el mero fin de lograrlo. De allí que la sola finalidad del autor no es suficiente para la intervención
punitiva, si no va acompañada de las otras acciones objetivas previstas en el tipo de injusto. Por lo
tanto, debe compartirse la opinión que sostiene una suerte de doble acción que se produce entre los
sujetos activo y pasivo: un sujeto que “contacta” y el otro que “contesta” o responde al contacto
inicial. La exigencia de que la propuesta del agresor sexual vaya “acompañada de actos materiales
encaminados al acercamiento”, por ej., llevar a cabo dichos actos de acercamiento (dirigirse al lugar
del encuentro), confirma esta opinión.
Teniendo en cuenta –como se acaba de destacar– la exigencia de un contacto (tecnológico o virtual)
entre el autor y la víctima menor de edad (no es suficiente el mero envío del mensaje, mail, etc.), así
como una “propuesta” que debe ir acompañada de “actos materiales” encaminados al acercamiento
(con el menor), circunstancia que presupone un riesgo actual y verdadero de lesión al bien jurídico
protegido (la indemnidad sexual del menor), estamos ante un delito de peligro concreto para el bien
jurídico protegido, aspecto que –no obstante las dificultades probatorias que ello implica– deberá ser
sometido a las reglas de la prueba en el respectivo proceso judicial.

Con respecto a los sujetos, se trata de un delito común de titularidad indiferenciada: cualquier
persona puede ser sujeto activo o pasivo del ilícito en cuestión, salvo en relación con este último –el
sujeto pasivo– que, por expresa exigencia normativa, debe tratarse de una persona menor de trece
años de edad. La omisión de la ley impide considerar a los incapaces como sujetos pasivos de este tipo
de infracción, pese a que, en la propia disposición del art. 183 bis, se hace expresa mención al art.
189, que tipifica varios delitos relacionados con la pornografía vinculada con menores de edad e
incapaces, que debe ser una de las finalidades que guía al sujeto activo en su predisposición o
tendencia de comunicarse o contactarse con el menor a través de un medio tecnológico y proponerle
un encuentro para perpetrar, ulteriormente, un delito sexual.

El tipo subjetivo se satisface con el dolo directo, que se cumplimenta con un elemento subjetivo del
tipo adicional (finalidad sexual) que se suma al dolo propio del delito, lo que hace que la infracción se
convierta en un tipo subjetivamente configurado que, a diferencia del texto argentino, es un delito
mutilado de dos actos.

Por último, el art. 183 bis establece un subtipo agravado –ausente en el texto argentino– para aquellos
supuestos en los que “el acercamiento se obtenga mediante coacción, intimidación o engaño”,
elementos típicos que podrían provocar una lesión al principio non bis in idem, especialmente cuando
el autor emplea el engaño para contactar al menor, medio que es, por lo general (aunque no
indispensable), consustancial a este tipo de delitos.

La infracción prevé una pena alternativa, prisión o multa, pero, además, hay que tener en cuenta que
también le será impuesta a los condenados por alguno de estos delitos una medida de libertad
vigilada, de acuerdo con una escala temporal conforme a la gravedad del delito cometido, y que será
aplicable después de ejecutada la pena privativa de libertad (art. 192 y 106, cód. penal).

V. Algunos casos

– Partes: F. L. N. s/corrupción de menores agravada. Tribunal: Tribunal en lo Criminal de Necochea.


Sala/Juzgado: 1. Fecha: 5-6-13. Cita: MJ-JU-M-80152-AR | MJJ80152 | MJJ80152

Sumario:

1.- Cabe condenar al imputado en calidad de autor del delito de promoción de la corrupción de un
menor agravada por la edad de la víctima y su comisión mediante engaño, pues se verificó que realizó
una serie de actos que analizados como una unidad de sentido tienen suficiente entidad corruptora,
considerando que se contactaba con menores de edad utilizando redes sociales y ocultando su
verdadera identidad; simulaba ser una persona del mismo sexo y edad del menor contactado; tapaba
su cámara web para evitar que su verdadera apariencia quede al descubierto, poseía gran cantidad de
material de pornografía infantil en su computadora, la que luego enviaba vía correo electrónico a
menores de edad, acosando, hostigando, exigiendo respuestas; y realizando proposiciones de explícito
contenido sexual a sabiendas de la edad de sus víctimas y del engaño con que había obtenido su
atención y/o confianza.

2.- En la sala de debate, se habló de “grooming” y la actividad tendiente a captación de menores con
fines sexuales. El perito Mohuanna y luego el Lic. Mosca explicaron la existencia de grupos virtuales
que intercambian información para lograr sus finalidades e impunidad. Hay como un manual clásico al
efecto, que indica hacerse pasar por una persona del mismo sexo y edad que la potencial víctima
menor de edad, para luego ir ganando su confianza para introducir el tema sexual en las
conversaciones y lograr imágenes de ese tenor de las víctimas. Suele comenzarse con imágenes del
cuerpo desnudo, con la que luego se extorsiona al niño/a para subir el tono y el contenido sexual.
Para ello es indispensable que el autor cuente con la lente de su cámara web tapada, para conservar
la falta de apariencia de menor, según fotografía que se arma con el perfil apócrifo.

3.- Estas conductas que desplegaba L. N. F. en la intimidad de su casa con su computadora,


interactuando con su identidad simulada con otros niños del otro lado de la red, fue descripta por el
testigo psicólogo Lic. Mariano Mosca. F. consumía el acopio y guardado de material con imágenes
abusivas sexuales de menores. La utilización de nombre falso de niña con fotografía de una niña, la
cámara de video tapada denotaba su personalidad encubierta: se escondía en la vida real de la gente
que lo rodeaba aparentando ser un hombre con vida normal, con sus mails y Facebook familiares y
laborales, escondiendo su despliegue pornográfico infantil. A su vez, escondía que era hombre adulto
al mundo virtual en que aparentaba ser una niña de 8 años. Para encubrise tapaba la lente de su
cámara web; se colocaba una identidad de niñita; encriptaba con claves sus videos de abuso sexual
infantil y programaba su computadora para no dejar registros de cuentas de mail ni de claves. Este
doble ocultamiento es en procura de impunidad, para no dejar huellas. Aquí aparece la conducta
típica de “grooming”. Es un proceso sexual abusivo facilitado por el uso de nuevas tecnologías que
consiste en la interacción comunicacional de un adulto con un menor con fines sexuales y abusivos. Se
lleva acabo como proceso, a transitar evolutivamente. El adulto interesado en contactar menores con
interés sexual, en primer lugar debe contactar con un niño, lograr la relación empática, para luego
llevar al menor a instancias donde el matiz sexual, se erotice la situación. En este tramo del proceso
el objetivo del adulto es ganar la confianza del menor. Luego se busca sexualizar el vínculo con
temáticas sexuales o intercambio de imágenes sexuales y/o pornográficas. Establecido esto, se
intenta obtener la propia imagen del menor contactado, de características sexuales, donde el menor,
por ejemplo, muestre su cuerpo desnudo. F. ya tenía videos caseros de menores en su máquina
computadora y tarjeta de memoria. Luego de obtener la primera imagen de los niños, el objetivo es la
extorsión a través de la amenaza de su utilización y publicidad para que el menor acceda a mayores
requerimientos de contenido sexual abusivo por parte del adulto, sea por imágenes más
comprometidas sexualmente hasta lograr el efectivo encuentro y contacto físico para lograr el abuso
sexual del menor, siempre con utilización de amenazas, engaños y extorsiones.

4.- En el transcurso de las audiencias del debate se acudió al anglicismo “grooming” para señalar una
suerte de hilo conductor o marco aglutinante de las diversas actividades que realizaba L. N. F. Lejos
de endilgar una conducta atípica al nombrado o de vulnerar el principio de legalidad como deslizara la
Defensa al referirse al “grooming”, en el caso, esta actividad desplegada por L. N. F. subsume
perfectamente en el tipo objetivo y subjetivo de la norma del art. 125, 2º y 3º párrs., cód. penal,
pues ellos son los actos corruptores de la menor de 8 años de edad, L. M. S.

5.- De esta manera, es importante deslindar que el “grooming” corruptor de la menor realizado por F.
es un concepto compuesto por un abanico más o menos acotado de conductas realizadas por un sujeto
contra un menor de edad.

6.- En la exposición de motivos del proyecto de ley para penalizar específicamente el “grooming”,
más allá de que actualmente el grooming forme parte de actividades abusivas y corruptoras, como en
el caso de autos (Expte. S Nº 2174/11 con media sanción en el Congreso de la Nación), se explica que
el “grooming” consiste en acciones deliberadamente emprendidas por un adulto con el objetivo de
ganarse la amistad de un menor de edad, al crearse una conexión emocional con el mismo, con el fin
de disminuir las inhibiciones del niño y poder abusar sexualmente de él.

7.- Las redes sociales son un factor de riesgo para los menores, ya que no existe claridad respecto a la
identidad de las personas con quienes conversan o se relacionan.

8.- Etimológicamente, “grooming” es una forma verbal de “groom”, vocablo cuyo significado alude a
conductas de preparación o acicalamiento de algo, que en el ámbito de la pedofilia suele asociarse a
toda acción que tenga por objetivo minar o socavar moral y psicológicamente a un niño, con el fin de
conseguir su control a nivel emocional para un posterior abuso sexual. Respecto a su modus operandi,
es una figura de “acoso progresivo” que se verifica en etapas o períodos. Por lo mismo, suele
denominársele también como “acoso sexual infantil”.

9.- Sus características podrían ser resumidas de la siguiente forma: (a) las conductas de child
grooming tienen como sujeto pasivo un menor de edad; (b) progresivamente el cercamiento se
transforma en acoso intimidatorio; (c) se utilizan redes informáticas o telemáticas; (d) las conductas
tienen contenido sexual, sea porque se busque obtener material pornográfico o bien porque se
pretenda realizar un abuso sexual físico; (e) usualmente el agresor recurre a falsear su edad o
identidad (ver al respecto Christian Scheechler Corona, El childgrooming en la legislación penal
chilena: sobre los cambios al artículo 366 quáter del código penal introducidos por la ley nº 20.526,
publicado en la Revista chilena de Derecho y Ciencia Política; Vol. 3, No. 1,2012, págs. 55-78).

10.- A partir de las pruebas colectadas y presentadas en debate queda demostrado con suficiente
claridad que el señor L. N. F. realizó una serie de actos que analizados como una unidad de sentido
(aquí acudimos al “grooming”) tienen suficiente entidad corruptora. En efecto, se contactaba con
menores de edad utilizando redes sociales y ocultando su verdadera identidad; simulaba en este
contacto ser una persona del mismo sexo y edad del menor contactado; tapaba su cámara web para
evitar que su verdadera apariencia quede al descubierto, poseía gran cantidad de material de
pornografía infantil en su computadora, la que luego enviaba vía correo electrónico a menores de
edad, acosando, hostigando, exigiendo respuestas; y realizando proposiciones de explícito contenido
sexual a sabiendas de la edad de sus víctimas y del engaño con que había obtenido su atención y/o
confianza.

11.- Procede declarar la inconstitucionalidad de la segunda parte del art. 12 del CP, en cuanto prevé
la privación de la patria potestad, de la administración de los bienes y el derecho a disponer de ellos
para el penado, pues tal instituto es contrario a los derechos y garantías consagrados por el art. 18 de
la CN, violatorio de los arts. 10 del PIDCyP y art. 5.6 de la CIDH, incorporados por art. 75, inc. 22, a
nuestra Carta Magna, en tanto una condena no puede traer aparejado atentar contra la dignidad del
ser humano, ni producir efectos estigmatizantes, ni innecesariamente mortificantes, tal como resulta
la privación del ejercicio de ciertos derechos civiles (del voto de la Dra. Irigoyen Testa al que adhiere
el Dr. Juliano – Mayoría).

– Sentencia del Juzgado Correccional nº 1 de Bahía Blanca, c. Nº 1060/15, orden interno nº 3080, “F.,
J. M. s/corrupción mediante grooming”.

Hechos:

Con fecha 1 de septiembre de 2015 el Juzgado Correccional nro. 1 de Bahía Blanca condenó a un
hombre de 52 años de edad a la pena de 2 años de años de prisión de ejeccuión condicional al
encontrarlo culpable de los delitos que calificó de acoso sexual tecnológico de menores (grooming) en
los términos del art. 131 del Código Penal.

Los hechos probados: “Desde el 27 de diciembre de 2013 hasta el 11 de enero de 2014, a través de la
cuenta de Facebook, mediante la utilización del seudónimo o NIC ‘Demóstenes Rock’, se contactó al
menor F. P. de 15 años de edad, nacido el 16 de octubre de 1998, quien utilizaba el seudónimo o
usuario ‘El Panchito Pastor’, y al menor D. F., de 14 años de edad, nacido el 16 de marzo de 1999,
quien utilizaba el nombre de usuario ‘D. F.’, a quienes invitó a encontrarse en el Hotel Torino sito en
calle Sarmiento y Avenida Casey de la ciudad de Coronel Suárez, donde se alojara, ofreciéndoles
dinero como regalo, invitándolos a cenar o a almorzar y a tomar helados, con el propósito de ganarse
la confianza de los menores con conocimiento de sus edades, introduciendo en las conversaciones
contenidos sexuales, con el propósito de afectar la integridad sexual de los jóvenes; el encuentro no
se efectúo ya que aquel día en momentos en que el sospechado se encontraba en la puerta del hotel
mencionado fue aprendido por personal policial, previamente alertado de la situación quienes
secuestraron el equipo celular que en ese momento tenía en su poder”.

Sumario:

Se ha entendido por grooming el conjunto de acciones que lleva a cabo un adulto a través de
tecnologías de información y comunicación para ganarse la confianza de un menor, con el fin de
obtener un posterior beneficio de índole sexual (Carla P. Delle Donne, El delito informático de
grooming: la necesidad de la reforma del Código Penal, Revista de Derecho Penal y Procesal Penal nº
5, mayo de 2012, AbeledoPerrot, pág. 807 y ss.; Julián Aristimuño, Las garantías constitucionales
frente al delito de grooming, Revista de Derecho Penal y Procesal Penal nº 8, agosto de 2014,
Abeledo-Perrot, pág. 1614). Con respecto a la normativa vigente que recepta la figura, se ha
sostenido que “en la habitualidad de los casos, se utiliza el término grooming –o acoso sexual
tecnológico…– para describir las prácticas online de ciertas personas mayores de 16 años para ganarse
la confianza de un menor de 18 años y crear una conexión emocional con el mismo, a fin de disminuir
sus inhibiciones, fingiendo empatía, cariño, etc., con fines de su satisfacción sexual, como mínimo y
casi siempre, para obtener imágenes de los menores desnudos o realizando actos sexuales, por lo cual
está relacionado con la pederastia y la pornografía infantil en internet, aunque pueda posteriormente
derivar en casos de abuso y hasta de violación de menores, así como en su captación con fines
sexuales, entre ellos, la prostitución infantil” (Mauricio Cueto, Grooming: el nuevo art. 131 del Código
Penal, Revista de Derecho Penal y Criminología, año IV, nº 2, marzo de 2014, pág. 44).

En cuanto a la denominación del delito, más allá de que se trate de una expresión instalada la de
grooming y tener la ventaja de la síntesis, entiendo que el delito debería denominarse, y en atención
a la riqueza de nuestro idioma, “acoso sexual tecnológico de menores”.

Se trata de un delito doloso, autónomo, de peligro, en el que el legislador adelanta la barrera de


protección tipificando actos preparatorios de un eventual abuso sexual, a fin de prevenir la comisión
de estos delitos en perjuicio de los menores, dada su vulnerabilidad.

La acción típica consiste en contactar a un menor de 18 años a través de cualquier medio de


comunicación tecnológica, es decir, se trata de entablar una conexión personal a través de medios
tecnológicos, un contacto “virtual” como fase previa para la comisión de un delito que afecte la
integridad sexual a través de un contacto corporal, aunque el delito subsiguiente podría cometerse sin
este contacto directo.

Por eso, el contacto virtual con el menor no basta para configurar el delito sino que es necesaria la
presencia de un elemento subjetivo ultraintencional distinto del dolo, un propósito subyacente del
autor, que aparece redactado por la ley de la siguiente forma: “Con el propósito de cometer cualquier
delito contra la integridad sexual de la misma” (cfme. Alejandro Tazza, El delito de grooming, La Ley
del 7/03/14, 1 - La Ley 2014-B-521, AR/DOC/321/2014). Es decir que debe acreditarse la finalidad del
autor de cometer cualquier delito de esta índole, pues el bien jurídico protegido es la integridad
sexual, su reserva o libertad, como podrían ser abuso sexual simple, abuso sexual gravemente
ultrajante, abuso sexual con penetración o violación, estupro, promoción o facilitación de la
corrupción de menores, promoción o facilitación de la prostitución de menores, rufianería,
pornografía infantil, exhibiciones obscenas, rapto.

Ahora bien, salvo que las conversaciones virtuales fueran muy explícitas, esta finalidad deberá
inferirse, leyendo entre líneas las comunicaciones, teniendo en cuenta la introducción de temas
sexuales, con mayor o menor sutileza, y la propuesta de un encuentro personal y directo.

Claro está que como se trata de un delito de peligro, de un adelanto de la punibilidad hacia actos
preparatorios, no es necesario que exista principio de ejecución de algún delito contra la integridad
sexual para que se configure el injusto bajo estudio. Precisamente el ilícito previsto en el art. 131 del
código de fondo en materia penal se consuma cuando se produzca el contacto virtual y pueda
establecerse la ya mencionada finalidad de cometer un delito contra la integridad sexual, dado que se
busca proteger la dignidad de los menores, así como su normal desarrollo psíquico y sexual, evitando
los ataques que puedan comprometer dicho desarrollo.

Es preciso aclarar que no es necesario que el sujeto activo oculte o simule su identidad, o mienta en
su edad al establecer el contacto, para que se configure el delito.

– Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, sala IV, “R., L. J. s/Procesamiento”,


26-3-14, La Ley, 1-7-14; 4. LL, 2014-D-73.

Hechos:

Un individuo mayor de edad –28 años de edad–, extranjero, arribó al país para encontrarse con una
menor –14 años de edad– con quien mantendría una relación a través de redes sociales. Esta abandonó
su hogar y se dirigió hasta donde aquel se alojaba, y allí mantuvieron relaciones íntimas. La sentencia
lo procesó por los delitos de estupro y grooming. La Cámara mantuvo la decisión solo respecto de la
primera figura.

Sumario:

1.- El imputado debe ser procesado por el delito de estupro, si quedó prima facie acreditado que
implementó un juego de seducción con una menor a lo largo de varios meses, durante los cuales la
involucró en forma paulatina en actividades de alto contenido erótico, a la vez que le efectuaba
promesas sobre un futuro en común a efectos de concretar un encuentro íntimo, aprovechándose de
su inexperiencia.

2.- Quien mantuvo conversaciones inapropiadas con una menor a través de redes sociales y la
involucró en actividades de alto contenido erótico no puede ser procesado el delito de grooming, pues
el contacto entre ellos se inició cuando todavía no había sido dictada la
Ley 26.904.

3.- Respecto de la aplicación de la figura de grooming incorporada al cód. penal en su artículo 131 a
partir del dictado de la Ley 26.904 –que entró en vigencia el 19 de diciembre de 2013–, coincidimos
con la defensa en cuanto a que importó inobservar el principio de irretroactividad de la ley penal,
establecido en el art. 18 de nuestra Constitución nacional.

4.- En definitiva, entendemos que los contactos electrónicos verificados entre las partes únicamente
pueden ser ponderados a fin de sustentar la afirmación del aprovechamiento por parte de R. F. de la
inmadurez sexual que evidencia la víctima y que se concretó con la comisión del delito de estupro el
pasado 31 de enero.

Como vemos en el presente caso, dos figuras penales claramente son tratadas, por un lado, el estupro
y, por otro, lo que es materia de este trabajo, “groomin”. Respecto de la primera figura no nos
detendremos en su análisis, ello excede la pretensión de lo que se viene desarrollando, pero sí, por el
contrario, corresponde que lo hagamos respecto de la segunda.

En esta oportunidad el tribunal descarta la aplicabilidad de la figura contenida en el art. 131 del
Código Penal utilizando el criterio de la irretroactividad de la ley penal, aun cuando un tramo de la
conducta ilícita del sujeto se siguiera cometiendo ya en periodo de vigencia de este nuevo tipo penal,
respalda su fundamento en un precedente de la CSJN.
Ya como adelanto de lo que entiendo de esta figura, podemos decir que, si bien el Tribunal excluye la
figura por el mencionado criterio de irretroactividad de ley penal, en el caso igualmente no es de
aplicación la figura de grooming, al menos tal como está redactada. Este delito un adelanto de
punibilidad propio de un verdadero acto preparatorio que, como tal, se autoexcluye frente a etapas o
fases ilícitas más avanzadas. Quien toma contacto virtual con un menor de edad a través de medios
tecnológicos o informáticos con el fin de realizar un comportamiento sexual ilícito y luego lo
concreta, solo cometerá este último delito, quedando desplazada la figura de grooming por aplicación
del principio de consunción, en razón del concurso aparente de leyes existentes entre tales figuras.

Así podemos decir que el delito de grooming solo resulta aplicable para aquellas hipótesis en las
cuales la conducta solo queda en el mero contacto virtual con la finalidad inicial de comisión posterior
de un abuso sexual, pero sin que el mismo se hubiere concretado. Contiene este delito, de este modo,
una relación constitutiva que provoca su desplazamiento frente a la consumación o tentativa del
delito o delitos que el autor tenía pensado perpetrar.

Jurisprudencia Penal de Buenos Aires, 161-367.

Prisión Preventiva: Generalidades: regla y excepción (CABA). Procedencia: CP 128 in fine y 131, y
riesgo procesal. Excarcelación: Improcedencia: CP 128 in fine y 131 y riesgo procesal. Publicaciones
Obscenas: Referencias: prisión preventiva. Grooming: Referencias: prisión preventiva. Internet:
Referencias: “grooming”.

Sumario:

1.- Las medidas cautelares restrictivas de la libertad tienen carácter excepcional y debe recurrirse a
ellas cuando resultan indispensables para asegurar el resultado de la investigación o la sujeción del
imputado al proceso penal.

Este carácter excepcional se encuentra plasmado en el art. 172 CPP CABA que establece que la prisión
preventiva procederá cuando exista peligro de fuga o entorpecimiento del proceso. Asimismo, el art.
173 del mismo cuerpo de leyes prescribe que para dictar tal medida cautelar debe haberse notificado
al imputado el decreto de determinación de los hechos y reunido elementos de convicción suficientes
para sostener, provisoriamente, la materialidad del hecho, que el imputado resulte con probabilidad
su autor o partícipe y que exista peligro de fuga o entorpecimiento del proceso.

2.- Es ajustada a derecho la medida restrictiva que convierte en prisión preventiva la detención del
imputado de los delitos de los arts. 128 in fine y 131 CP –“grooming”– (arts. 169, 171 y 173 CPPCABA),
que se funda en que se ha acreditado con el grado exigido en la instancia la materialidad del hecho, y
en que existía el riesgo de que el imputado borrase pruebas que aún no habían sido obtenidas
(registros de conversaciones en chats) sirviéndose de algún mecanismo o dispositivo en forma remota,
como, por ejemplo, accediendo a la llamada “nube” en caso de que fuera usuario de esta.

En el caso, lo expuesto resulta suficiente para tener por acreditado el riesgo procesal de
entorpecimiento del proceso, pues en caso de recuperar la libertad, el acusado podría obstaculizar el
desenvolvimiento de la investigación, impidiendo el adecuado análisis de los elementos que fueran
secuestrados a los fines de practicar las pericias técnicas.

CApel. en lo Penal, Contravencional y de Faltas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala I, c.


16971-02-CC/14, “R., C. F.”, 18-11-14.
Nota: Por mayoría, Dres. Vázquez y Bosch, disidencia Dra. Marum. Los hechos se habrían cometido
mediante la aplicación para telefonía celular “whatsapp”, con el envío a una menor de fotografías de
tenor pornográfico e invitaciones a mantener relaciones sexuales.

VI. Técnicas de investigación

En este apartado, veremos algunas técnicas de investigación con las que deberíamos ir
familiarizándonos, pues serán de suma utilidad a la hora de emprender una instrucción en la que se
sospeche la comisión del delito bajo estudio.

–Conceptos básicos sobre direccionamiento IP.

La dirección de IP es un número de identificación que se le asigna automáticamente a cada


computadora o a un dispositivo portable que se conecte a la red, sea esta una red local, inalámbrica o
internet.

Es única para cada equipo y su formato es numérico, consta de cuatro grupos de tres cifras separados
por puntos. Un ejemplo es: 200.58.34.2.

–Direcciones IP estáticas y dinámicas.

Una dirección IP estática asignada a un dispositivo no se modifica, es decir, el dispositivo tiene


siempre la misma dirección de IP. En cambio, una dirección IP dinámica asignada a un dispositivo sí se
modifica con el tiempo.

–Utilidad de la dirección IP.

El objetivo de la dirección de IP es hacer posible la conexión en la red, lograr que la identificación de


cada equipo sea única y de esta forma impedir errores, fraudes, etcétera.

Los números asignados no son escogidos al azar, dependen del tipo de conexión que se utilice y desde
donde se conecte el usuario.

Para eso se asignan rangos de direcciones IP por zonas geográficas de forma ordenada, por lo que el
servidor con que se establezca una conexión, puede identificar aproximadamente el área desde donde
se le efectúa la petición.

–Direcciones de MAC.

En las redes de computadoras, la dirección de MAC (siglas en inglés de Media Access Control) es un
identificador compuesto de 6 bloques hexadecimales que corresponde de forma única a una tarjeta o
dispositivo de red. Se lo conoce también como dirección física, y es única para cada dispositivo.

–¿Cómo detectan los sitios web la dirección IP de los usuarios?

Al introducir cualquier dirección URL en nuestro navegador para acceder a una página web o sitio
determinado, este hace previamente una petición que contiene nuestra dirección de IP junto con
otros datos técnicos, necesarios para conocer las características de nuestro equipo, establecidos en
los protocolos de internet.

Este paquete de información es conocido como los encabezados HTTP, la petición ocurre de forma
rápida y de forma totalmente transparente para el usuario.

Es por eso que la navegación web nunca es totalmente anónima.

–Redes sociales.

Un servidor de red social es un medio de comunicación social que se centra en encontrar gente para
relacionarse en línea. Están formadas por personas que comparten alguna relación principalmente de
amistad, mantienen intereses y actividades en común o están interesados en explorar los intereses y
las actividades de otros.

–Estadísticas de uso de algunas redes sociales (Fuente: MAVAN-Monitor Acisión de Valor Agregado
Móvil- Acision y Convergencia Latina):

* 98 % tiene perfil de Facebook.

* 51 % tiene Twitter.

* 40 % Google.

* 25 % Linkedln.

* 9 % Instagram.

Veamos un ejemplo en el que se establece el contacto mediante la utilización de la red social


Facebook:

En este caso se debe solicitar a la red social Facebook la información de interés. La solicitud se realiza
a través de la web de denuncias de Facebook y se complementa con el envío del oficio en inglés
dirigido a Dublín-Irlanda. La respuesta se recibe por mail.

Cómo se solicitan los datos (aplicable al procedimiento de la provincia de Buenos Aires): con la firma
de un juez, se envía la solicitud a Facebook. Se solicita que nos informen fecha de creación de las
cuentas. Identificar la dirección de IP que utiliza ese usuario en el día y horario del intercambio de
mensajes con la cuenta de la víctima. Informar la IP utilizada en la última sesión de la cuenta.

Utilización de la información recibida desde Facebook: con la IP informada se trata de identificar los
posibles ISP (provedores de internet), que dieron conectividad para iniciar sesión luego en Facebook
con los usuarios en cuestión.

Consulta a LACNIC: Latin America & Caribbean Network Information Centre (Registro de Direcciones
de Internet para Latinoamerica y el Caribe) es el registro regional de internet para América Latina y el
Caribe. Administran las direcciones de IP versión 4 y versión 6, Números de Sistemas Autónomos, DNS
Reverso y otros recursos de red para la región.

LACNIC se estableció en el año 2001. Sus oficinas administrativas se encuentran en Montevideo,


Uruguay y el complejo tecnológico de asignación provisto por Comité Gestor da Internet de Brasil, Sao
Paulo, Brasil. Antes de su fundación, los registros de servicios IP para la región era provistos por la
American Registry for Internet Numbers (ARIN).

Pedido de informe a ISP o propietario de la IP: se solicita mediante oficio al ISP que identifique cual
de sus usuarios/clientes estaba utilizando la IP en el día y hora de intercambio de mensajes.

VII. Recomendaciones

Pautas que se encuentran contenidas en la Guía Legal sobre Ciberbullying y Grooming de INTECO
(Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación).

a) Recomendaciones para los niños/as y adolescentes

–Utilización de pseudónimos o nicks personales para evitar poner en peligro la intimidad y la vida
personal del niño.

–Ser cuidadoso con la información que se publica: no dar demasiada información personal en los blogs,
foros comunes, etcétera. En caso de publicar dirección de e-mail o abonado móvil hacerlo de la
manera más reservada posible.

–Tener cuidado al publicar el contenido audiovisual o gráfico.

No aceptar ni agregar contactos a personas desconocidas.

–Evitar el envío de imágenes o video de usuarios en lo que no se confían.

–Dar aviso a los padres o mayores cuando adviertan alguna situación extraña o peticiones de carácter
sexual.

b) Recomendaciones para los padres/madres/tutores.

–Involucrarse en el uso que realizan los menores de internet.

–Instalar las computadoras u ordenadores en sectores o lugares comunes al alcance de los adultos.

–Establecer un horario de uso para internet.

–Educar en el uso adecuado de la cámara web y del envío de material fotográfico y/o audiovisual.

–Supervisión. Realizar un control de la tarea que realiza el niño en la computadora, sobre sus
contactos, información que suministra, etcétera.

–Establecer comunicación entre los padres y los hijos sobre el manejo de la computadora y los
servicios informáticos para que tomen conciencia de los riesgos que corren.

–Instalar programas o software para evitar el acceso a sitios pornográficos, violentos o similares.

–No destruir los archivos e información en caso de que exista un evidente acoso.

–En caso de que exista acoso denunciar el hecho e informar a los padres de los restantes compañeros y
contactos y a las autoridades del colegio.

VIII. Conclusión

Después del recorrido que hemos realizado, comenzando con la necesidad de regular las nuevas
formas de comisión de nuevos delitos a través de la utilización de la tecnología en las diversas formas
que presenta, lo que dio lugar así a la aparición dentro del derecho informático a los delitos
informáticos, particularmente el grooming, pasando luego por el proceso legislativo de aquella figura
mediante la sanción de la Ley 26.904, para centrarnos posteriormente en su análisis así como la
receptación por algunos órganos judiciales, puedo decir ahora, que es imposible no advertir que el
grooming termina siendo la herramienta más usada por los pedófilos en las redes sociales, pero ello no
necesariamente implica aseverar la necesidad de su regulación como figura autónoma; que pareciera
que no ha sido del todo acertada la regulación de dicha figura.

No olvidemos, como dice Analía Duarte(22), que el grooming es un medio que persigue como finalidad
abusar de un menor de edad, mejor dicho, cometer cualquiera de los delitos que atentan contra la
integridad sexual de estos, conductas estas que ya se encontraban tipificadas y reprimidas con escalas
penales más acordes a la tutela de los intereses de los menores víctimas de estas conductas y al grado
de culpabilidad de sus autores.

Pareciera que, al momento de tipificar este nuevo delito, el legislador rompió el equilibrio con las
demás figuras del Código Penal, no tuvo en cuenta consideración a las garantías constitucionales y los
principios básicos del derecho penal, referidas en párrafos (legalidad, reserva, lesividad,
proporcionalidad entre las penas, etc.).

Concuerdo con la citada autora Silvina Andrea Alonso en que la mayor objeción está centrada en la
escala punitiva prevista para este hecho delictivo: tratándose de un acto preparatorio de otro delito,
su pena no debería ser igual o superior a la prevista por el ilícito que finalmente se intenta consumar.
Estas dificultades, a la hora de establecer el castigo punitivo, tal vez podrían haberse evitado con una
penalidad menor acorde a la de un acto preparatorio, o con una graduación punitiva
proporcionalmente inferior al delito que se intentaba perpetrar. De este modo, se podrían haber
soslayado aquellos cuestionamientos que seguramente se formularán en torno a la escala penal, frente
a la presunta colisión con los principios de culpabilidad y proporcionalidad de la respuesta punitiva y
el de razonabilidad de los actos de gobierno, previstos por los arts. 18 y 28 de la CN.

Finalmente, debo decir que serán los padres quienes deben contribuir con el dialogo con sus hijos,
que tomen conciencia de la existencia y práctica de pedófilos que se van a valer del anonimato que
les otorgan los nuevos medios informáticos de comunicación para atentar contra ellos. El Estado debe
realizar campañas de concientización, pero es en el seno de la familia donde debe comenzarse con
esta tarea, estando los adultos atentos a los actos de los menores, respetando, claro, su intimidad,
pero compartiendo sus actividades, así probablemente podremos reducir ampliamente esta práctica
aberrante.

IX. Bibliografía

Aboso, Gustavo E., El delito de contacto telemático con menores de edad con fines sexuales (child
grooming) en el Código Penal argentino, Revista de Derecho Penal y Criminología, nº 2, 2014.

Alonso, Silvina A., Grooming: un primer acercamiento, DJ, 3-4-14. Cita online: AR/DOC/580/2014.

Aristimuño, Julián, Las garantías constitucionales frente al delito de grooming, RDP, 2014-8-1612.

Boletín Oficial, 11-12-13.

Buompadre, Jorge E., Grooming, Pensamiento Penal, 1-12-14. Cita online


www.pensamientopenal.com.ar.

Buompadre, Jorge, Derecho penal. Parte especial, Avellaneda, Astrea, 2000, t. I.


Delle Donne, Carla P., El delito informático de grooming, RDP, 5-807/815.

Donna, Edgardo A., Derecho penal. Parte general, Buenos Aires, Rubinzal-Culzoni, 2008, t. II, Teoría
general del delito -I-.

—, Derecho penal. Parte especial, Buenos Aires, Rubinzal-Culzoni, 1999, t. I.

Pesclevi, Sandra M., Grooming, una figura a modificar en el Código Penal, Pensamiento Penal, 29-4-
15.

Riquert, Marcelo A., Ciberacoso sexual infantil (“cibergrooming”), en Código Penal Comentado de
Acceso Libre, Asociación Pensamiento Penal, 1-12-13.

Tazza, Alejandro O., El delito de grooming, LL, 2014-B-521.

Tecna, Adrián M., Delitos sexuales, Buenos Aires, Astrea, 2001.

Tiedemann, Klaus, citado por Molina, Carlos, Introducción a la criminología, Medellín, Biblioteca
Jurídica, 1998.

Vaninetti, Hugo, Inclusión del grooming en el Código Penal, LL, 2013-F-1200.

Villada, Jorge L., Delitos sexuales, Buenos Aires, La Ley, 2013.

Zaffaroni, Eugenio R. - Slokar, Alejandro - Alagia, Alejandro, Manual de derecho penal. Parte general,
2ª ed., Buenos Aires, Ediar, 2006.

El cibergrooming, nuevo art. 131 del cód. penal y sus correcciones en el Anteproyecto del Código
Penal argentino, 2014.

VOCES: DELITOS CONTRA LA INTEGRIDAD SEXUAL - DERECHO PENAL GENERAL - DERECHO PENAL
ESPECIAL - PERSONA - LEY - DERECHO PENAL - MENORES - DELITO

(*) Nota de Redacción: Sobre el tema ver, además, los siguientes trabajos publicados en El Derecho:
La tipicidad del beso violento en el delito de abuso sexual, por Rodrigo D. López Gastón, EDPE,
09/2008-5; Visitas y relaciones conflictivas: régimen de visitas cuando media sospecha de abuso
sexual, por Ursula C. Basset, EDFA, 7/-21; Lineamientos forenses para la evaluación de niños, niñas y
adolescentes en denuncias por presunto abuso sexual. Especificidad forense. Protocolos. Cuestiones
éticas, por Virginia Berlinerblau, EDFA, 20/-8; Acerca del abuso sexual infantil, por Silvina Bentivegna,
ED, 258-1060; Al abuso carnal mediante la fellatio in ore, ¿le cuadra la pena más benigna?, por Julio
Chiappini, EDPE, 10/2014-21; Una mirada procedimental en torno al abuso sexual infantil, por Silvina
Bentivegna, ED, 262-536; Ciberdelincuencia y abuso sexual de niños. Reflexiones a raíz de dos
encuentros internacionales, por Luis Gustavo Losada, ED, 265-665; El extranjero como víctima de
delito y otras situaciones de abuso. El deber positivo del Estado en la protección de sus derechos
fundamentales, por Luis Gustavo Losada, ED, 269-586. Todos los artículos citados pueden consultarse
en www.elderecho.com.ar.
(1) Pesclevi, Sandra M., Grooming, una figura a modificar en el Código Penal, Pensamiento Penal, 29-
4-15.
(2) Dr. Ricardo Sáenz.
(3) Tiedemann, Klaus, citado por Molina, Carlos, Introducción a la criminología, Medellín, Biblioteca
Jurídica, 1998, pág. 307.
(4) B. O. 11-12-13.
(5) Vaninetti, Hugo, Inclusión del grooming en el Código Penal, LL, 2013-F-1200.
(6) El cibergrooming, nuevo art. 131 del cód. penal y sus correcciones en el Anteproyecto del Código
Penal Argentino, 2014.
(7) Delle Donne, Carla P., El delito informático de grooming, RDP, 5-807/815.
(8) Tazza, Alejandro O., El delito de grooming, LL, 2014-B-521.
(9) Villada, Jorge L., Delitos sexuales, Buenos Aires, La Ley, 2013, pág. 37 y sus citas.
(10) Tecna, Adrián M., Delitos sexuales, Buenos Aires, Astrea, 2001, pág. 18.Buompadre, Jorge,
Derecho penal. Parte especial, Avellaneda, Astrea, 2000, t. I, pág. 342. Donna, Edgardo A., Derecho
penal. Parte especial, Buenos Aires, Rubinzal-Culzoni, 1999, t. I, pág. 486.
(11) Alonso, Silvina A., Grooming: un primer acercamiento, DJ, 3-4-14, pág. 99. Cita online:
AR/DOC/580/2014.
(12) Aboso, Gustavo E., El delito de contacto telemático con menores de edad con fines sexuales
(child grooming) en el Código Penal argentino, Revista de Derecho Penal y Criminología, nº 2, 2014,
págs. 151-159.
(13) Pesclevi, Sandra M., Grooming, una figura…, cit.
(14) Donna, Edgardo A., Derecho penal. Parte general, Buenos Aires, Rubinzal-Culzoni, 2008, t. II,
Teoría general del delito -I-, págs. 391-396.
(15) Ídem.
(16) Zaffaroni, Eugenio R. – Slokar, Alejandro – Alagia, Alejandro, Manual de Derecho Penal. Parte
General, 2ª ed., Buenos Aires, Ediar, 2006.
(17) Aristimuño, Julián, Las garantías constitucionales frente al delito de grooming, RDP, 2014-8-1612.
(18) Alonso, Silvina A., Grooming: un primer acercamiento…, cit.
(19) Riquert, Marcelo A., Ciberacoso sexual infantil ("cibergrooming"), Código Penal comentado de
acceso libre, Asociación Pensamiento Penal, 1-12-13.
(20) Buompadre, Jorge E., Grooming, Pensamiento Penal, 1-12-14. Cita online
www,pensamientopenal.com.ar.
(21) Aristimuño, Julián, "Las garantías constitucionales…", cit.
(22) Duarte, Analía, Ley de Grooming. Una nueva herramienta para el ciberacoso, Revista del
Ministerio Publico Fiscal, nro. 15, 2014.

© Copyright: El Derecho

También podría gustarte