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Guion.

Parto de consideraciones generales, algo que puede ser básico pero que para mí en estos

instantes es necesario profundizar, consideraciones como el doble rasero para valorar

determinados saberes. Concretamente la mirada que tiene occidente sobre África o el

pensamiento africano. Se sugiere que una buena aproximación a este tema puede ser el

pensamiento decolonial y el posestrucruralismo.

Eugenio Nkogo señala la conexión que existe entre mito y logos en Platón. Se afirmado que

Aristóteles también veía en el filósofo a un amante del mito. Y es que al tratar de

establecer la relación que presuntamente pueda existir entre pensamiento occidental y

pensamiento africano surgen algunas inquietudes vinculadas a el pensamiento de la

diferencia, es decir, las propuestas del pensamiento decolonial y el feminismo que son las

propuestas que parecen venir a cuestionar el lugar hegemónico que ha ocupado el hombre

blanco occidental y sus invenciones en todos los ámbitos. Así las cosas, no es de extrañar

que ya existan enfoques que otorgan validez del pensamiento africano y otros que se han

puesto al margen de toda consideración en cuanto a criterios de universalidad.

De acuerdo con autores como Nkogo, entre otros, , se diría que existe un vínculo muy

estrecho entre mito y logos en la filosofía antigua: “Es un imperativo señalar que el Egipto

de la Negritud sólo logró separar el mito del logos en la teoría y en la práctica científica y,

con ellas, impulsó la primera revolución científica de la humanidad, como ha sido ya

reconocido, mientras que conservó la primera forma de expresión (el mito) en filosofía,
durante toda su historia. Esto es lo que exactamente ocurrirá́ posteriormente en Grecia,

donde el mito permaneció́ durante siglos en sus filósofos más celebres, como se observa

aquí́ en Platón.

Diría a título personal que justamente es el mito, como elemento importante de una

cosmovisión, el que brinda ese suelo sobre el cual se puede fundar una forma de pensar que

no rompe inmediatamente con la anterior. Ya sea como reacción o como punto de partida,

el mito se constituye en fuente gracias al a cual se organiza todo un sistema de referencias.

Es así como, con todos los reparos que puedan tener para el hombre blanco occidental estos

sistemas de pensamiento, desde un punto de vista historiográfico se afirma, tanto desde el

interior como desde el exterior a estas culturas que es problemático seguir considerando a la

cultura griega como la cuna de la filosofía. Argumentos para considerar esto son el contacto

que tuvo con Egipto el acuñador del término filosofía, Pitágoras. Pero también las

similitudes de algunas cuestiones de orden científico dan lugar la sospechas que remiten al

origen de la propia filosofía.

Se ha llegado a afirmar por parte del eminente filosofo de la modernidad, Hegel, que

“África no forma parte de la historia” quizás en muestra clara de esa indiferencia

antropológica a la que alude Fernando Susaeta Montoya. Por ello, se ha dado en llamar

cogito de la supervivencia al hecho por el cual a pesar de ese pasado de ignominia que se

llama África, se reconstruye como un presente que busca, cito textualmente a Susaeta,

“mantener sus lenguas, sus tradiciones, sus religiones, su organización social”.


Por otras parte, veo en Foucault un instrumento interesante para analizar estos temas

cuando con su método arqueológico nos habla de positividad del saber/discurso. Este

historiador de las ideas da lugar a pensar que en el discurso de las ciencias humanas toman

fuerza determinadas ideas en detrimento de otras. Desde el punto de vista de práctica

teorética como desde el punto de vista histórico, por cuenta de la travesía de los umbrales

que no son más que momentos en el camino de legitimación de determinadas formaciones

discursivas. Dice Foucault: “Son aquello a partir de lo cual se construyen proposiciones

coherentes (o no), se desarrollan descripciones más o menos exactas, se efectúan

verificaciones, se despliegan teorías. Forman lo previo de lo que se revelará y funcionará

como un conocimiento o una ilusión, una verdad admitida o un error denunciado, un saber

definitivo o un obstáculo superado”. Es entonces, como el método que propone Foucault

sería útil para establecer lo que en este orden de ideas puede determinarse como una

dinámica de ejercicio de poder. Cómo una determinada opinión o forma de conocimiento

termina imponiéndose sobre otras, sustituyéndolas o usurpando alguna dimensión de ese

mismo saber.

De cualquier forma, si veo que estos sistemas de pensamiento siguen apareciendo

esencialmente con un cariz de misterio. Habría que entrar a ver que problemas implica el

tema de la transliteración en el ámbito de la filosofía africana, sí hay puntos de contacto

entre las lenguas que dan cuenta de ella y las nuestras.

Según lo anterior, habría tanta presencia de mitos en la filosofía africana como en los

albores de la filosofía. Sería importante revisar que puede, aportar los estudios decoloniales

y los mismos posestructuralistas a a la forma como nos relacionamos con estas culturas y
sistemas de pensamiento. Igualmente, Foucault podría aportar con su método arqueológico

a la lectura que hace Nkogo sobre la forma como se ha instituido la idea de que es en

occidente donde nace la filosofía, concretamente en Grecia.

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