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Informe de lectura del texto “La última obra de Edmund Husserl” de Aron

Gurwitsch
Angie Katherine Giraldo Parra
Fenomenología

Husserl en su libro La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología


trascendental (1954) desarrolla una expresa crítica a la ciencia moderna como resultado de
la ciencia galileana. Esta apreciación de Husserl frente a la ciencia moderna como ciencia en
crisis, tiene que ver puntualmente con el desarraigo del mundo vital (Lebenswelt) de la
actividad propiamente científica. Es decir, la ciencia al estilo galileano se aparta de los
horizontes vitales de los individuos y se hace cada vez más objetivadora, por tanto, entra en
crisis.
(...) las ciencias positivas (...) significaron un alejamiento indiferente de las preguntas
que son decisivas para una auténtica humanidad. (...) Justamente, ella excluye por principio
las preguntas que, en nuestros desdichados tiempos, son candentes para los seres humanos
abandonados a perturbaciones fatales: las preguntas por el sentido o el sinsentido de toda esta
existencia humana (Husserl, 1954, p.49)

Para dar cuenta de la crítica de la actividad científica moderna a manos de Husserl,


Gurwitsch desarrolla en su texto una exposición estructurada sobre el argumento
husserliano, partiendo primero por el conocimiento del mundo de la vida. Si bien el texto
empieza enfocado en la crítica de Husserl a la ciencia moderna, yo basaré mi informe
poniendo el foco al concepto Lebenswelt, a su estructura y a la forma en que conocemos los
objetos propiamente dados en el mundo. Con ello, pasaré finalmente a exponer el
argumento crítico de Husserl sobre la ciencia galileana que abarca a la psicología como
quehacer producto del objetivismo moderno.

1. ¿Qué se entiende por mundo vital?

1.1 La actitud natural

Según Gurwitsch, el mundo vital es el mundo de la experiencia corriente (1954). La


experiencia corriente quiere decir, el conjunto de experiencias que tenemos en nuestra
habitualidad. Voy a explicar esto, partiendo del capítulo 1 de la sección segunda del texto
Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica (1913). Según
Edmund Husserl, en la experiencia de cada sujeto se hallan dos campos, uno de intuición,
que es a su vez indeterminado, y otro de percepción que es de carácter limitado. El primero
de ellos, está referido al horizonte extenso que puede haber fuera de mi campo de
percepción, pero al que puedo acceder intuitivamente.
Por ejemplo, en este momento me encuentro en mi cuarto sentada en un escritorio
frente a un computador. Mi percepción es limitada, pues estoy en mi cuarto y lo que pase
fuera de él, deja de estar al alcance de mi percepción. Mi campo de percepción está
determinado por la dirección de mi atención. En este instante, mi atención está dirigida a mi
computador, lo que pase al margen de mi atención focalizada deja de estar en mi campo
perceptivo. Ahora bien, ¿Qué pasaría si vienen a mi ventana unos ruidos característicos, por
ejemplo, el sonido de unos gritos de un niño, el de una bocina y el estruendo de un objeto
muy pesado? Mi campo perceptivo se expandirá, pues nuevas vivencias de cosas han entrado
a alterar ese campo de percepción. Por tanto, mi atención ya no estará enfocada en ese
espacio reducido, sino que se expande hacia una nueva experiencia. Ahora mi campo de
percepción se extendió y no sólo está focalizado en mi cuarto y los objetos que hay allí, sino
que también se abre hacia lo que ocurre fuera de mi ventana.
Mi experiencia en primera persona accede a ese otro horizonte de forma intuitiva,
puesto que los objetos se me dan de inmediato, y no necesito tan siquiera mirar por la
ventana para saber que lo que ha ocurrido ha sido un accidente. De esta manera, se
caracteriza, a grandes rasgos, la experiencia de los sujetos en primera persona. Esta
experiencia está rodeada por un horizonte mucho más amplio al que puedo acceder
intuitivamente porque “Lo actualmente percibido, lo más o -'menos claramente copresente y
determinado (determinado hasta cierto punto, al menos), está en parte cruzado, en parte
rodeado por un horizonte oscuramente consciente de realidad indeterminada” (Husserl,
1913, p.65). Toda esta caracterización de la experiencia del ser humano, se da en la llamada
actitud natural.
Nuestro conocimiento del mundo parte de la experiencia individual y esta experiencia
singular de cada sujeto actúa en actitud natural. Dicha actitud es en donde sentimos,
pensamos y nos representamos en la experiencia en primera persona. De alguna manera,
podemos entender a la actitud natural como la actitud convencional, la actitud en la que nos
hallamos día a día en el mundo, en la que pensamos el mundo como realidad indudable, en
la que desarrollamos nuestros quehaceres cotidianos y en la que nos ponemos propósitos de
la vida diaria. Por lo tanto, la definición del mundo vital como la experiencia corriente, trae
consigo la necesidad de definirlo como el mundo en donde estamos en actitud natural
frente al mundo. Este mundo vital resulta ser el horizonte que abarca los dos campos de
nuestra experiencia, el de la percepción y el de la intuición. Dicho de otro modo, es en el
mundo vital en donde el sujeto mantiene su conducta natural y habitual frente a la realidad y
los objetos que se hallan allí. Más adelante expondré cómo el sujeto experimenta dichos
objetos. Por el momento voy a explicar cuál es la relación de la actitud natural respecto al
mundo.
1.2 La tésis de la actitud natural
Ya mencionamos que la actitud natural es la actitud habitual que tiene el ser humano
respecto al mundo. Es la actitud que tenemos frente a nuestro mundo vital. Lo que
caracteriza a la actitud natural es la idea indudable de que el mundo existe. Nosotros, en
nuestra conducta habitual no ponemos en tela juicio la existencia del mundo, sino que
implícitamente lo damos por existente, por real. Esto es lo que Husserl llama la tésis de la
actitud natural. Dicha tésis, es que en nuestra experiencia habitual el mundo es real y así
mismo, los objetos que hacen parte del mundo, a saber, los objetos mundanales, son también
reales. Es decir, en nuestro horizonte de la vida diaria, de la vida habitual y convencional no
nos preguntamos tan siquiera por la realidad ontológica del mundo, sino que es un hecho
que damos por sentado. Los objetos o las cosas mundanales no son puestas en tela de juicio o
analizadas profundamente en la actitud natural, sino que son dadas para nosotros como
objetos que sí existen y están ahí delante, para alguna funcionalidad de nuestros quehaceres.
Es por esto que Husserl establece que la actitud natural es una actitud ingenua, puesto que
no dudamos de la existencia de las cosas, ni nos preguntamos por la forma en que
conocemos los objetos y el mundo. Lo expresa así Gurwitsch:
En la actitud ingenua que natural y normalmente adoptamos(...) estamos demasiado
sumergidos en nuestros afanes mundanales, prácticos y teoréticos, estamos demasiado
absorbidos por nuestras metas, propósitos y planes, ya sean transitorios o relativamente
permanentes, para poder atender a los modos y formas en que los existentes mundanales y el
mundo en general se presentan a nuestro espíritu. (1954, p.15)

1.3 La actitud natural y la actitud teórica


Si bien en el mundo natural o mundo circundante nos encontramos en actitud
natural, no siempre el ser humano permanece en dicha actitud, Husserl establece la
existencia de un mundo circundante ideal, un mundo en donde los sujetos nos hallamos en
una actitud diferente a la natural. Sabemos que en la actitud natural aceptamos el mundo y
los existentes mundanales como cosas reales, pero no siempre pasa eso. Constantemente
elevamos nuestro conocimiento, incluso a las ansias por saber qué pasa o cómo se comporta
nuestro entorno. Cuando esto pasa ya no nos encontramos en actitud natural, sino en una
diferente, respecto de lo que estemos intentando conocer. Por ejemplo, si lo que queremos es
conocer cuáles son las propiedades o leyes por las que se rige nuestra naturaleza,
probablemente nuestra actitud debe ser una actitud física. Si queremos conocer la
naturaleza del número, allí nos hallamos en una actitud matemática. Así mismo, si lo que
queremos es conocer cómo está estructurada nuestra experiencia y cómo accedemos al
mundo y a los objetos mundanales, pues estaremos en actitud fenomenológica o teórica. A
pesar de que podemos encontrarnos en cualquier otra actitud, el mundo vital y la actitud
natural no se alteran. Podemos pasar de la conducta natural a una conducta teorética y
volvemos siempre a nuestra experiencia natural.
El mundo vital no se elimina en cualquier otra conducta, queda como base o tela de
fondo, pero siempre está y a él siempre regresamos. Por tanto, redirigir la atención hacia otra
cosa que no sean nuestros asuntos naturales o cotidianos, no implica la erradicación del
mundo de la vida. Sin embargo, volver al mundo vital y a la actitud natural sí implica la
culminación del mundo y la actitud teórica.
El mundo aritmético sólo está para mí ahí, sí y mientras estoy en actitud aritmética.
Pero el mundo natural, el mundo en el sentido habitual de la palabra, está constantemente
para mí ahí mientras me dejo vivir naturalmente. (...) si de pronto apropio el mundo
aritmético y otros mundos semejantes, adoptando las actitudes correspondientes. El mundo
natural sigue entonces ahí delante; después, lo mismo que antes sigo en la actitud natural, sin
que me estorben las nuevas actitudes (Husserl, 1913, p,67)

De alguna manera el mundo de la vida es la base y la finalidad del resto de actitudes.


Ellas nos ayudan, a fin de cuentas, a habitar y comprender el mundo. Cuando las actividades
teóricas dejan de hacer eso y no regresan al mundo, pierden su legitimidad. Pero de esto
hablaré más tarde.
La empresa construida por Husserl está dirigida precisamente a la actitud
fenomenológica. Esta se centra en el estudio de la experiencia humana y la forma en que
percibimos y experimentamos la realidad. Es por esto que Husserl establece en la quinta
investigación lógica, la forma en que está estructurada la conciencia de los seres humanos,
de esa manera y en base a esa estructura se conoce la todo el proceso por el que pasa la
percepción humana en primera persona para acceder a la realidad y a los objetos
mundanales.
1.3.1 la actitud fenomenológica
El propósito husserliano se basa en un estudio de la experiencia subjetiva, es decir,
un estudio que dé cuenta de la forma en que los seres humanos percibimos y
experimentamos el mundo. Sin embargo, su proyecto filosófico no es una investigación
subjetiva, sino una investigación objetiva de la experiencia subjetiva. Para comprender este
punto mejor, debemos partir de la idea de que para Husserl todo ser humano comparte una
misma estructura de la experiencia, por tanto es objetivo. Pero esto no quiere decir que todos
los sujetos tengamos la misma experiencia del mundo y sus objetos, pues lo subjetivo allí
sería la manera en que cada uno experimenta el mundo, bajo sus interpretaciones y sus
condiciones individuales, pero todos compartimos una misma estructura de la conciencia.
Para conocer cuál es esa estructura de la experiencia humana debemos ponernos
primero en actitud fenomenológica. Mientras que en la actitud natural las cosas y los
objetos del mundo son reducidos a la utilidad que puedan tener para nuestra vida diaria, en
la actitud fenomenológica, dice Gurwitsch:
adquirimos un nuevo interés teorético por las cosas, no tales como son, sino tales
como se nos ofrecen; más exactamente, un interés por sus apariciones y representaciones, y
también, especialmente por las conexiones y encadenamientos sistemáticos de esas
apariciones y representaciones. (1954, p.15)

Esta nueva actitud está referida propiamente a la experiencia humana, a la forma en


que el ser humano conoce los objetos dados en el mundo vital. La idea con este apartado es
dar cuenta de cómo conocemos los objetos presentes en el horizonte mundanal. Esto, a modo
de comprender también la estructura del conocimiento que tenemos del mundo vital. Para
esto, es menester exponer a modo general, cómo está construida la experiencia humana
desde Husserl.
1.4 La forma en que se nos dan los objetos mundanales
La pregunta sobre la experiencia humana es a su vez una pregunta por la manera en
que el ser humano concibe el mundo, una pregunta que en últimas se remite a la cuestión de
la existencia de la conciencia. Husserl parte del presupuesto de que tenemos una conciencia
que de alguna forma, cumple el rol de organizadora. Todos los sujetos poseemos una
conciencia que estructura nuestras experiencias. Pero, ¿Qué es la conciencia? Para Husserl
en la psicología tradicional existe una especie de correspondencia entre los objetos
experimentados o percibidos por nuestros sentidos, y la “experiencia interna” de los mismos.
Algo así, como si los objetos del mundo tuviesen una relación directa con la conciencia
humana. Por ejemplo, según el psicologismo, si en este momento tengo ante mí un morral de
color rojo, esa información sobre la cromaticidad de un objeto pasa a mi conciencia y allí se
plasma. Por tanto, tendría que aceptar que hay un objeto externo, en este caso un morral,
que me brinda información sobre sus propiedades, a saber, su cromaticidad roja. La
conciencia, de este modo, actúa de forma pasiva al solo ser el reflejo de un objeto físico. Esa
información o ese cúmulo de datos que obtengo al experimentar un objeto real, es para la
psicología una vivencia. De tal manera, que para el psicólogo moderno la conciencia es una
experiencia interna que alberga información sobre las propiedades de los objetos externos tal
y como son en la realidad. Es por esto que “El moderno psicólogo entiende por vivencia y
contenido los acontecimientos reales (...) que cambiando de un momento a otro y
enlazándose y penetrándose de muy diversos modos, constituyen la unidad real de la
conciencia del individuo psíquico correspondiente” (Husserl, 1900, p.476). Según lo
anteriormente planteado, deberíamos dar por hecho que las vivencias que tenemos de los
objetos del mundo son reflejadas en nuestra conciencia tal como son esos objetos en la
realidad. Tenemos, por así decirlo, un reflejo exacto del mundo en nuestros contenidos de la
conciencia.
1.4.1 la intencionalidad y los actos de conciencia
Husserl, no está de acuerdo con este presupuesto de la psicología de que la conciencia
es una experiencia interna que capta a los objetos reales. Para el autor, la conciencia humana
no es propiamente algo separado de la experiencia externa. Husserl, en esta parte, desarrolla
el concepto de intencionalidad de la conciencia. ¿Qué es la intencionalidad? Podemos
empezar con esta frase para desglosarla un poco: cada acto de la conciencia humana es un
acto de conciencia de algo, a saber, de un objeto (Gurwitsch, 1954). Con esto, lo que se quiere
expresar es que la conciencia humana tiene la condición de que “apunta al mundo” y esa
condición es propiamente la intencionalidad de la conciencia. Podríamos entender esta
característica propia de la conciencia, de la siguiente manera. Hay dos dibujos, ambos tienen
ilustrado a una persona con un objeto al frente, la diferencia está, en que el en el primer
dibujo, el objeto tiene una flecha que apunta hacia el sujeto, mientras que, en el segundo la
flecha está en la persona apuntando hacia el objeto. La primera ilustración la podemos
entender como que el objeto se presenta al ser humano y lo carga de información. En este
caso, el objeto es quien brinda información al sujeto. Mientras que, en la segunda imagen, el
sujeto es quien apunta al objeto, y ese “apuntar a” es lo que es la intencionalidad. Nuestra
experiencia con los objetos de alguna manera está mediada por la intencionalidad, propia de
la conciencia, que carga a los objetos de ciertos atributos o condiciones. Es como si de alguna
forma el sujeto aportara al objeto, no al contrario.
Al aclarar un poco el concepto de la intencionalidad, podemos establecer entonces,
que la relación entre el sujeto y el objeto real, no es una relación directa. Me atrevo a decir
que es indirecta puesto que como sujetos cargamos a los objetos de nuestra intencionalidad,
por lo tanto, en nuestra conciencia no hay un reflejo de los objetos reales, sino de los objetos
intencionales (nóema), que son diferentes. Para comprender esta distinción entre los
objetos, Gurwitsch expone un ejemplo, el del árbol. Una cosa es el árbol real y otra muy
distinta es la percepción del árbol. El árbol en cuanto objeto percibido se presenta bajo
determinada perspectiva, mientras que el árbol como cosa real puede ser consumido por el
fuego (Gurwitsch, 1954). Por lo tanto, el objeto real puede dejar de existir, o puede incluso
nunca haber existido y eso no erradica al noéma. A la fenomenología no le interesa esa
correspondencia psicológica entre la conciencia y la realidad, sino la mera correlación entre
la conciencia y los objetos intencionales. Esto de hecho lo expresa Husserl en la quinta
investigación lógica al hablar de la cromaticidad de un objeto:
Si el objeto no existe, si la percepción resulta a la luz de la crítica un engaño, una
alucinación, una ilusión, etc., no existe tampoco el color percibido, el color visto, el color del
objeto. Esas diferencias entre la percepción normal y la anormal, la justa y la engañosa, no
afectan el carácter íntimo, puramente descriptivo o fenomenológico, de la percepción.
(Husserl, 1900, p.477)

1.4.2 Las vivencias y los actos de la conciencia


Con esta nueva consideración de la experiencia humana, es decir, la fenomenológica,
cambian también la manera en que se han entendido los conceptos de vivencia y actos de
conciencia en la psicología moderna. Como sabemos que la conciencia no está relacionada
directamente con los objetos reales, más que con el nóema, las vivencias ya no serían esas
experiencias de los sujetos con las cosas reales. Por el contrario, la vivencia sería
propiamente la percepción de los objetos intencionales.
En cuanto a la estructura de la conciencia, Husserl establece lo siguiente. Toda
conciencia se da en actos. El acto, lo podemos entender como una síntesis de vivencias, unas
vivencias se agrupan de determinada manera, en determinado tiempo. Por ejemplo, estar en
una clase implica que mi conciencia haya organizado las diferentes vivencias en diferentes
actos para ordenarlas. Mi conciencia tendrá actos en donde están reunidas las vivencias que
tuve al inicio de la clase cuando saludamos al profesor. Esta organización en actos permite
que no se troque información, y que al recordar la clase, yo tenga información sintetizada y
no mezcle mis vivencias de la primera parte de la clase cuando nos saludábamos, con la
parte en donde el profesor propiamente estaba explicando el tema a tratar. Por lo tanto,
nuestra conciencia está estructurada en actos de las vivencias, que son de alguna forma, una
síntesis o agrupación temporal de las vivencias.
En síntesis sobre toda esta primera parte del mundo vital, tenemos que, la actitud del
mundo vital, es una actitud de inocencia, puesto que en la conducta natural o habitual
damos el mundo y sus objetos por existentes. Sin embargo, no es propiamente del ser
humano ser ingenuo e inocente respecto al mundo, sino que constantemente cambiamos de
actitud y direccionamos nuestra atención hacia otras actividades, caso por ejemplo del
quehacer matemático o filosófico. Ahora bien, el mundo de la vida es un mundo innegable
en cualquier otra conducta que se opte. El mundo vital, está siempre allí de fondo en
nuestras experiencias y partimos de él para cualquier otra actividad. El cambio de actitud no
implica la negación del mundo. Por otro lado, vimos que en contraste a la actitud natural o
la conducta corriente de los sujetos, nos encontramos con la actitud fenomenológica, en
donde el mundo vital es campo de estudio, pero desde otra conducta. Por medio de la
conducta fenomenológica pudimos conocer cómo es que el ser humano experimenta ese
mundo vital, a saber, por medio de la conciencia que es vivencia intencional y se da en
actos.

2. La crítica de Husserl a la ciencia moderna


2.1 Crítica general a la ciencia después de Galileo
Husserl caracteriza a la ciencia fundada por Galileo como una ciencia objetivadora
(Gurwitsch, 1954).
La ciencia moderna se ha concebido como verdad indudable, sin embargo, para el
autor, la objetividad de la actividad científica hace que se aleje de toda evidencia dada en el
mundo vital. En otras palabras, la verdad científica ha desplazado al mundo de la vida. La
crítica de Husserl se encamina al hecho de que para el sujeto corriente el quehacer científico
es de alguna manera un quehacer desconocido que se aleja de su realidad circundante. No
obstante, la ciencia tiene su fundamento en el mundo de la vida. “(...) el universo de la
ciencia se apoya y es construído sobre un fundamento. Este fundamento no es otro que el
mundo vital y la evidencia de la experiencia corriente (...)” (Gurwitsch, 1954, p.7). Con lo
anterior, Husserl quiere establecer que por un lado, los problemas científicos parten de las
dudas que tenemos de la experiencia corriente, piénsese por ejemplo en los orígenes de la
geometría. Y por otra parte, está el hecho de que en la actitud científica moderna, parecer
ser, el mundo vital, que es siempre un fondo inamovible de cualquier conducta que se
adopte, queda negado.
De algún modo la labor científica moderna se objetiviza tanto que olvida el carácter
propiamente humano que en principio tuvo, saber, estar fundamentada en los problemas
surgidos en el mundo vital y estar construida por conciencias que naturalmente no pueden
negarse al mundo circundante. Con esto quiero establecer propiamente que en la labor la
ciencia cada científico que ha aportado algo a la ciencia, lo hace por medio de un uso de la
conciencia que es innegable a cualquier persona, y que así mismo, en cada uno de ellos, hay o
hubo una realidad habitual y corriente, la familia, el trabajo, el amor, los valores, los amigos,
etc., y allí también hay un carácter humano del quehacer científico. “La ciencia es un
producto orgánico de este juego recíproco de las actividades mentales de los miembros de la
comunidad científica, la cual, por supuesto, comprende no sólo a los científicos
contemporáneos, sino también a sus predecesores (...)” (Gurwitsch, 1954, p.9)
En este sentido, si se quiere reivindicar la ciencia moderna tendríamos que acudir a
las ciencias del espíritu para examinar las intervenciones y las operaciones del científico, y
esto a su vez, implica un reconocimiento del mundo vital. Por tanto, el mundo de la vida
surge como tema central y supremo. Es por esto que Husserl pasa a examinar la labor
psicológica.
2.2 La psicología como extensión de la ciencia moderna
La actividad psicológica es para Husserl producto de la ciencia moderna. El quehacer
científico moderno acoge a la dualidad humana planteada por Descartes, la de cuerpo y alma.
Por lo tanto, había una distinción entre lo externo y lo interno. Las ciencias como la física se
encargan del estudio de lo externo, a saber, objetos del mundo que se pueden matematizar.
Mientras que, surge entonces la psicología para esa dimensión desconocida, la interna.
Sin embargo, la psicología utilizaba los mismos métodos científicos de lo externo,
para tratar asuntos de la mente o del alma, como si las cuestiones psíquicas fuesen objetos
que se pueden cuantificar. Esta tradición de los métodos psicologistas, parte de la idea
mencionada en la sección anterior, de que el sujeto capta al objeto real. Bajo esta premisa, sí
sería posible estudiar los objetos psíquicos como objetos materiales reales, pero, la
conciencia, no funciona así. Toda conciencia es intencional. Por tanto, no es posible reducir
el método psicológico a métodos matemáticos, porque el objeto de la conciencia no es el real
del que se encarga la física, es un objeto intencional.
Lo que ha llevado a la psicología a la realización de un estudio de los objetos
psíquicos como matematizados, es el afán de objetivación y de éxito que ha tenido la ciencia
moderna en general. Como el método de la ciencia después de Galileo tuvo “éxito”, la
psicología pretendía establecer esos mismos parámetros en la conciencia humana.
A lo largo de su historia la psicología moderna se ha esforzado por alcanzar la
exactitud de la física. Sin embargo, no sólo ha fracasado en su intento de aproximarse a su
ideal -—no ya de alcanzarlo— sino que toda su historia es una sucesión de crisis. La razón de
este fracaso reside en lo absurdo del ideal mismo. Por su propia naturaleza, el dominio de lo
psicológico no se presta a la idealización y a la matematización. Por lo tanto no sólo es
irrealizable sino hasta carente de sentido el objetivo de formular leyes y teorías psicológicas
exactas, y de emular la teorización exacta de que ha sido objeto el dominio de la física.
(Gurwitsch, 1954, p.23)

2.3 La superación del problema a través de la Fenomenología


Como ya lo expuse en la sección anterior, la actitud fenomenológica surge como
conducta teórica interesada en las vivencias de los sujetos. Este será el planteamiento de
Husserl, en respuesta al problema de la psicología. En el psicologismo no hay
intencionalidad en las vivencias de la conciencia del sujeto. Esta nueva actitud, acoge
claramente, a la intencionalidad, y presupone al objetivo de la psicología descriptiva como, la
investigación meramente de los objetos intencionales, no los reales.
Ahora bien, deben existir unos parámetros para realizar dicho estudio sobre los
nóema. Cuando mencionamos anteriormente que es posible pasar de la actitud natural a
otra actitud, en este caso la actitud fenomenológica, se debe realizar la reducción
fenomenológica o epoché. Esta reducción consiste en la suspensión y en el poner fuera de
acción todo juicio que tenemos en la actitud natural. Normalmente, somos partícipes del
mundo natural y estamos sujetos a él y a todo juicio que hayamos estipulado. Sin embargo, al
momento del estudio psicológico, el psicólogo debe optar por una actitud desinteresada
frente a su mundo circundante, ya no se fluye en el mundo, sino que se lo observa como
campo de estudio.
La suspensión del juicio, no implica que se niegue el mundo, él sigue estando de
fondo para nosotros, es simplemente que no se actúa bajo la conducta habitual en donde se
aceptan a los objetos como realidades innegables, sino que por el contrario se prescinde de
ellos como objetos reales y se conciben todos los existentes mundanales como meros
fenómenos, es decir, como vivencias tomadas tal y como se presentan a la conciencia de los
pacientes.
(...) ninguno de los existentes mundanales ni el mundo vital en general sufren
modificación alguna. Sin embargo, los existentes mundanales dejan de ser simplemente
aceptados como se los aceptaba en la actitud natural. Más bien se los considera entes
experimentados o vividos, que deben ser tomados tal cual aparecen; por ejemplo, se los
considera como entes que se presentan como reales. (Gurwitsch, 1954, p.16)

El estudio de la experiencia humana, implica necesariamente un despojo de los


prejuicios que hemos tenido y adoptado en nuestra vida corriente. Por lo tanto, el psicólogo
debe reconocer la realidad del paciente como fenómeno, como vivencias en donde no hay
cabida por lo real ontológico, sino sólo objetos cargados de intención. De esta manera, el
psicólogo se abstiene de hacer juicios de verdad o falsedad frente a las vivencias del paciente,
pues no es este el cometido fenomenológico.
La fenomenología no es otra cosa que el estudio sistemático y amplio de la correlación
que existe entre el mundo y la conciencia del mundo; o, para expresarlo con mayor
generalidad, entre el ser, cualquiera sea su género, y los actos de conciencia por medio de los
cuales el ser aparece y se origina. (Gurwitsch, 1954, p.16)

References

Gurwitsch, A. (1954). La última obra de Edmund Husserl. Lecciones y Ensayos, (6).

Husserl, E. (1900). Investigaciones Lógicas 2 (Alianza Editorial ed.). Manuel Morente y José

Gaos.

Husserl, E. (1913). Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía

fenomenológica (Fondo de cultura económica ed.). José Gaos.

Husserl, E. (1954). Crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental

(Prometeo ed.). Julia V. Iribarne.

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