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Nombre de la materia

Derechos Humanos y sus Garantías

Nombre de la Licenciatura
Criminología y criminalística

Nombre del alumno


María Belén Yépez Aguilera

Matrícula
290347344

Nombre de la Tarea
Actividad de puntos extra

Unidad 4
Antecedentes de instituciones defensoras de DH

Nombre del Docente


Gustavo Federico Hernández Alvite

Fecha
03/04/2022
Unidad #: Nombre de la unidad
Nombre de la materia

Explica que implica la reforma constitucional del juicio de Amparo


publicada en 2011.
Introducción:
En este sentido, el objetivo de este trabajo es, en primer término, dar una comparación entre el esquema
anterior y el nuevo, relacionadas con el objetivo de custodia del juicio de amparo. En segundo sitio, se busca
dar una especificación de las primordiales soluciones que representan la superación de criterios sustentados
bajo el sistema anterior y, paralelamente, los primeros pasos hacia adelante en la clarificación del contenido
jurisprudencial de las reformas constitucionales y legales del amparo (2011-2013), de parte de la Suprema
Corte de Justicia. En tercer sitio, se da una meditación conclusiva, sin embargo, si se posibilita la expresión,
especialmente provisional, acerca de los desafíos de futuro que depara la reconfiguración normativa del objeto
de custodia del juicio de amparo.

Objetivo:
El objeto de defensa del nuevo juicio de amparo, de la misma forma que resulta de la reforma constitucional
de 6 de junio de 2011, y de la nueva Ley de Amparo, de 2 de abril de 2013, resulta diferente del que
caracterizó su tradición, en el sistema jurídico anterior. La traducción normativa de aquellas transformaciones
resulta expresa tanto en la Constitución como en la nueva Ley de Amparo. La redacción del artículo 103 de la
Constitución federal, hasta anterior a la mencionada reforma, establecía que, por medio del juicio de amparo,
se salvaguardaban las "garantías personales" por leyes o actos de autoridad que las violaran (fracción I). Esta
disposición no experimentó variación alguna a partir de su redacción original en la Constitución de 1917.
Como es conocido, la comprensión histórica del objeto de custodia del juicio de amparo, en verdad, vivió un
rato clave de su desarrollo ya durante el siglo XIX, una vez que la Suprema Corte aceptó su procedencia
contra las sentencias judiciales, motivada por la errónea aplicación de las leyes, basado en una interpretación
en dicha dirección del artículo 14 de la Constitución de 1857.

Teoría:
Es una reforma constitucional bastante ambiciosa que debería ser entendida relacionadas con la reforma
constitucional en temas de derechos humanos que se divulgó unos días después en el DOF, el 10 de junio de
2011, en tanto que los dos cambios constitucionales, sitúan a los tratados en temas de derechos humanos en
una postura preponderante en el ordenamiento y promueven la maximización de los derechos humanos en la
interpretación y aplicación para su debida garantía. En medio de las aportaciones más importantes de la
reforma constitucional en temas de amparo tenemos la posibilidad de nombrar las próximas: 1) se establece

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que el juicio de amparo es procedente por violaciones a reglas contenidas en los tratados sobre derechos
humanos y no únicamente por violaciones a los derechos identificados en la Constitución; 2) en ciertos
supuestos se borra el inicio decimonónico —cláusula Otero— de la relatividad de las sentencias de amparo
para señalar que varias soluciones de amparo tienen la posibilidad de tener efectos “erga omnes”; 3) se
proponen nuevos criterios para que la jurisprudencia tenga carácter forzoso; 4) se añade el interés legítimo en
cierto tipo de amparos; 5) amplía a los sujetos legitimados para impulsar contradicciones de tesis; 6) crea los
Plenos de Circuito para solucionar los conflictos suscitados con fundamento de las contradicciones de tesis; 7)
Mete constitucionalmente la figura del amparo adherente, y 8) limita los amparos para efectos; entre otras
trascendentes creaciones. La reforma constitucional en materia de amparo modificó los artículos 94, 103, 104
y 107 de la Constitución. Es una reforma constitucional muy ambiciosa que debe ser entendida en relación
con la reforma constitucional en materia de derechos humanos que se publicó unos días más tarde en el
Diario Oficial de la Federación, el 10 de junio de 2011, en tanto que ambos cambios constitucionales, sitúan a
los tratados en materia de derechos humanos en una posición preponderante en el ordenamiento y
promueven la maximización de los derechos humanos en la interpretación y aplicación para su debida
garantía. Entre las aportaciones más destacables de la reforma constitucional en materia de amparo podemos
mencionar las siguientes: 1) se determina que el juicio de amparo es procedente por violaciones a normas
contenidas en los tratados sobre derechos humanos y no sólo por violaciones a los derechos reconocidos en
la Constitución; 2) en algunos supuestos se elimina el principio decimonónico cláusula Otero de la relatividad
de las sentencias de amparo para señalar que algunas resoluciones de amparo pueden tener efectos “erga
omnes”; 3) se proponen nuevos criterios para que la jurisprudencia tenga carácter obligatorio; 4) se incorpora
el interés legítimo en cierto tipo de amparos; 5) amplía a los sujetos legitimados para promover
contradicciones de tesis; 6) crea los Plenos de Circuito para resolver los conflictos suscitados con motivo de
las contradicciones de tesis; 7) Introduce constitucionalmente la figura del amparo adhesivo, y 8) limita los
amparos para efectos; entre otras trascendentes innovaciones. Esto quiere decir que la magnitud legal del
objeto de defensa del juicio de amparo además ha sido inalterable durante casi 7 décadas y media. Todo lo
anterior informa que, tomando en importancia el continuum que se vivió entre la Constitución de 1857 y la de
1917 en este rubro, hasta sus reformas en 2011-2013, las "garantías personales" fueron un factor definitorio
del juicio de amparo que permaneció en México a lo extenso de casi siglo y medio, con todos los extensivos
significados -siempre introspectivos a partir del punto de vista normativa- que les otorgó la jurisprudencia de
los tribunales de la Federación en esta extensa etapa. Es imposible obviar otros sentidos en los cuales, en el
campo doctrinal, pudo concebirse el fenómeno "expansivo" del objeto de defensa del juicio de amparo.
Ejemplificando, HÉCTOR ZAMUDIO ha predeterminado que, lejos de caracterizarse como un proceso
unitario, el juicio de amparo se transformó en un proceso con diversas facetas, conforme con la funcionalidad

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tutelar que adoptara. De esta forma, pudieron distinguirse 5 clases o sectores de amparo: el amparo para
tutelar la independencia personal, el amparo contra leyes, el amparo contra sentencias judiciales, el amparo
administrativo y el amparo agrario. No es este el sitio ni el instante para profundizar en las situaciones
históricas de las referidas transformaciones expansivas del amparo, ni de retomar la categorización doctrinal
de los sectores en los cuales concluyó desarrollándose este juicio con el paso de los años. No puede
pretenderse que los tratados de derechos humanos representen un parámetro novedoso de tutela si tomamos
presente que dichos fueron invocables en las solicitudes de amparo por medio de su vinculación con la
alegada violación inicialmente de legalidad, consagrado en los artículos 14y 16 constitucionales. La necesidad
de un renovado objeto de defensa, en un sentido expansivo hacia el orden mundial de los derechos humanos,
mantuvo un acuerdo indiscutido tanto en todo el proceso de reforma a los artículos 103 y 107 constitucionales,
como en el proceso legislativo que entregó sitio a la nueva Ley de Amparo, hoy en vigor.

No puede perderse de vista que, más que nada el proceso de la reforma constitucional, se enmarcó en un
entorno básicamente paralelo al de la reforma de la Constitución Federal en temas de derechos humanos,
publicada 4 días luego (10 de junio de 2011). Las dos reformas, en lo cual concierne al asunto que nos ocupa,
se caracterizaron por reconfigurar, conjuntamente, el costo jurídico de los tratados de todo el mundo en temas
de derechos humanos en la Constitución Federal mexicana. En la versión final del plan realizado por aquella
comisión redactora, que dio al Pleno de la Suprema Corte en abril de 2001, se alcanzó la conclusión de que el
juicio de amparo debía integrar la custodia de los derechos humanos consagrados especialmente en 5
aparatos de todo el mundo: el testimonio Mundial de los Derechos Humanos, el Acuerdo Mundial de Derechos
Civiles y Políticos, el Convenio Universal de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el testimonio
Americana de los Derechos y Deberes del ser humano y la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Una de las causas por las cuales la comisión consideró pertinente entablar este numerus clausus de
artefactos mundiales como objeto de custodia del juicio de amparo, ha sido la constatación de existente un
óptimo número de otros aparatos suscritos por México con enorme pluralidad temática, varios de ellos
producto de situaciones políticas coyunturales, que engloban intereses diferentes de los diversos Estados,
que cuentan con diferentes maneras de organización política. El plan de la Corte, de mayo de 2001, planteó
que el juicio de amparo debía defender los derechos contenidos en la integridad de las herramientas
mundiales de derechos humanos suscritos por México. Puesto que bien, fue esta última iniciativa la que, en
temas de objeto de defensa, hicieron suyas las iniciativas, las cuales, en este aspecto, no han tenido objeción
fundamental alguna en el seno de los órganos legislativos, tanto a lo largo del proceso de revisión
constitucional como en el del proceso parlamentario que terminó con la aceptación de la nueva Ley de
Amparo. De esta forma, a lo largo de aquellos procesos, los artículos 103 constitucional y 1.º de la Ley de

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Amparo, que propusieron tales iniciativas, no fueron objeto de debate, si bien hubo una moción para cambiar
la iniciativa de redacción que al último precepto citado brindaron las Comisiones Unidas de Justicia, de
Gobernación, y de Estudios Legislativos, Segunda, del Senado de la República, como se destacará después.
Previo a su reforma, dicha parte establecía que los tribunales de la Federación conocerían de toda discusión
que se suscitara por leyes o actos de autoridad que violaran las "garantías personales", en consonancia con lo
cual la Constitución mexicana expresaba en su título I, capítulo primero, cuya designación era, justamente,
"De las garantías personales", y con otros apartes de nuestra Constitución que aludían a dicha expresión.
I.- Por reglas en general, actos u omisiones de la autoridad que violen los derechos humanos ubicados y las
garantías otorgadas para su custodia por esta Constitución, así como por los tratados mundiales de los que el
Estado Mexicano sea parte (cursivas nuestras).

Lo primero que debería destacarse de esta nueva redacción es la excepción que la Constitución mete entre
los "derechos humanos ubicados" y las "garantías otorgadas para su custodia". Esta exclusión explícita es
congruente con la que añade la diversa reforma de 10 de junio de 2011, en diversos sitios del nuevo escrito
constitucional, destacadamente en la designación del capítulo primero del título primero, que pasó a llamarse,
justamente, "De los derechos humanos y sus garantías". Hay otra modificación en el artículo 103, parte I, que
debería ponerse de relieve: el cambio del lenguaje constitucional en el verbo empleado por el derecho positivo
para significar el anclaje de los derechos humanos a la Constitución Federal. Por décadas se estableció que
las "garantías particulares" eran "otorgadas" por la Constitución. Con la reforma del 6 de junio de 2011, el
artículo 103 ahora dispone que el juicio de amparo salvaguarda los derechos humanos "identificados" y las
garantías "otorgadas" para su protección. Dicho lo anterior, otra cuestión a resaltar sobre la reforma del objeto
de defensa del juicio de amparo, a grado constitucional, es que ahora se dispone que los derechos y sus
garantías tienen que estar identificados y brindados, respectivamente, por nuestra Constitución, "así como por
los tratados de todo el mundo de los que el Estado mexicano sea parte". Si bien a partir de un primer instante
fue viable mirar en las reglas positivas la ampliación de dicho objeto de custodia a las reglas de tratados
mundiales, no quedó clara la forma en que debía comprenderse dicha "ampliación" o "expansión", más que
nada gracias a la "interferencia" que respecto de la tesis de la igual jerarquía de derechos consagrados en
tratados de todo el mundo parecían significar la última parte del primer párrafo del artículo 1.º -si bien
reformado por el Decreto de 10 de junio de 2011, intocado en dicha parte de su redacción-9, y el artículo 133,
que no había sufrido modificación alguna con dichos decretos. En dichas iniciativas se comentó que: a) afines
a la lógica universal, que ha extendido el espectro de custodia en temas de derechos humanos, y dada la
necesidad de constituir al juicio de amparo en un medio más "eficiente" de control de las actuaciones de las
autoridades públicas, se pretende "expandir el marco de defensa de aquel proceso ampliando la materia del

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control"; y b) tienen que protegerse de "forma directa", por medio del juicio de amparo, "además de las
garantías que prevé la Constitución, los derechos contenidos en los tratados de todo el mundo ratificados por
el Estado mexicano". Ambas iniciativas de la nueva Ley de Amparo que se presentaron en la Cámara de
Senadores, tanto la de diferentes conjuntos parlamentarios como la del Partido de la Revolución Democrática,
coincidían en señalar que debían establecerse expresamente, como objeto de custodia del amparo, los
tratados de los que el Estado mexicano fuera parte. Sin perjuicio de dejar dirigida la incerteza de cuáles tienen
la posibilidad de ser las secuelas prácticas de dicha amplificación, inconclusa, de los supuestos de origen del
denominado en la ideología "amparo-soberanía" en la nueva Ley de Amparo (como se ve, en las dos
fracciones se omite aludir a los "tratados de todo el mundo de los que el Estado mexicano sea parte"), lo cierto
es que quizá era el instante de inhibirse, tanto en el artículo 103 constitucional como en este de la ley, de
dichos supuestos, tomando en cuenta que la extralimitación de competencias de la autoridad es susceptible
de reclamarse, sin margen de duda, por medio de la invocación de la violación al inicio de legalidad previsto
en el artículo 16 constitucional. No está de más nombrar que, acordes con el nuevo artículo 1.º, los artículos
108, parte VI, y 175, parte VI, de la Ley de Amparo vigente prevén que en la demanda de amparo (indirecto y
directo, respectivamente) han de expresarse, acorde dicho artículo 1.º, los preceptos que contengan los
derechos humanos (y las garantías, en la situación solo del amparo indirecto) cuya violación se reclame.
Asimismo, el artículo 107 de la ley enaltece el costo jurídico de los tratados al entablar la impugnabilidad de
los tratados de todo el mundo en "esas posiciones en que tales tratados reconozcan derechos humanos".
Asimismo, la nueva ley conceptualiza, en la misma dirección, los actos del método administrativo de
"imposible compostura" y los "actos enjuicio", a impacto de el origen del amparo indirecto. El artículo 107,
fracciones III, inciso b), y V, establecen que por tales actos tienen que entenderse "los que perjudiquen
materialmente derechos sustantivos tutelados en la Constitución Política de USA mexicanos y en los tratados
mundiales de los que el Estado Mexicano sea parte". En el juicio de amparo directo, al reclamarse la
sentencia definitiva, laudo o resolución que ponga fin al juicio, no resulta ahora exigible consumir el recurso o
medio de protección previsto por el ordenamiento, entre otros supuestos, en esos en los cuales se "alegue
que la ley aplicada o que se debió utilizar en el acto procesal, es contraria a la Constitución o a los tratados de
todo el mundo de los que el Estado Mexicano sea parte”. La entrada en vigor del nuevo sistema constitucional
del juicio de amparo, primero, y de la nueva Ley de Amparo, después, trajo como consecuencia una
consciencia colectiva en el foro jurídico, más o menos general, de que otra, distinta a la tradicional, debía ser
la caracterización jurídica del objeto de protección del juicio de amparo. Sin embargo, desde un inicio se
plantearon serias dificultades interpretativas acerca de la cabal proyección y los alcances de esa extensión, de
cara a la posición normativa del derecho internacional de los derechos humanos. Para centrar la atención en
las discusiones del Tribunal Pleno de la Suprema Corte, debe decirse que la primera resolución que arrojó

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alguna luz de hacia dónde debía orientarse la comprensión de esa amplificación fue la recaída en el
expediente varios 912/2010, si bien fueron más amplias las consecuencias que esta implicó para el entero
modelo de control de constitucionalidad en el país. En todo caso, este asunto arrojó las primeras
determinaciones del Tribunal Pleno frente a la reforma constitucional de derechos humanos, de imposible
desconexión con lo que vendría a regir después para el juicio de amparo, cuya reforma constitucional entró
concretamente en vigor el 4 de octubre de 2011, es decir, menos de tres meses después de haberse emitido
esa resolución. Para la Corte, se trata de un sistema concentrado en una parte y difuso en otra, lo que permite
que sean los criterios derivados de las declaraciones de inconstitucionalidad o de las determinaciones de
inaplicación, que advierta la propia Corte, lo que determine la interpretación constitucional que finalmente
debe prevalecer en el orden jurídico nacional. Ambas vertientes de control deben ejercerse de manera
independiente, lo que significa que la existencia del referido modelo general de control no requiere que todos
los casos sean revisables e impugnables en ambas. Además, en esta redefinición del modelo general de
control de constitucionalidad se toma también en cuenta la tarea del resto de autoridades públicas del país. En
el ámbito de sus competencias, estas tienen también la obligación de aplicar las normas jurídicas bajo una
lógica de interpretación más favorable a la persona (pro persona), para obtener una protección más amplia de
sus derechos humanos. No obstante, a diferencia de los jueces, las autoridades no-judiciales no cuentan con
facultades para inaplicar o declarar la incompatibilidad de dichas normas con la Constitución General de la
República. Esta elección se secundó en la nueva redacción del artículo 1.º, párrafo segundo, de la
Constitución, que, como se puso de relieve con anterioridad, instituye que cada una de las autoridades de la
nación, en el marco de sus competencias, permanecen forzadas a velar no solo por los derechos humanos
contenidos en la Constitución federal, sino además por esos contenidos en los tratados mundiales celebrados
por el Estado mexicano, debiéndose adoptar la interpretación más conveniente al derecho humano de que se
trate. Los mandatos interpretativos contenidos en el artículo 1.º constitucional, sostuvo la Corte, tienen que
cohonestarse con el artículo 133 de nuestra Constitución, para conceptualizar el marco dentro del cual
debería desarrollarse el control de convencionalidad ex oficio en temas de derechos humanos al mando de los
jueces, y que está inserto en el modelo nacional de control de constitucionalidad. Por medio de una
interpretación sistemática del escrito otra vez cuño, se concluyó que, en consonancia con la última parte del
artículo 133, en los casos litigiosos de su entendimiento, los jueces permanecen forzados a preferir los
derechos humanos contenidos en la Constitución y en los tratados de todo el mundo, pese a las posiciones en
opuesto que estén en cualquier regla jurídica inferior. El párrafo noveno del artículo 94 constitucional fija la
obligatoriedad de la jurisprudencia y no alude como en el texto anteriormente vigente a la modificación de la
jurisprudencia (sólo la reforma refiere a interrupción y sustitución). La obligatoriedad de la jurisprudencia,
aunque se supone salvaguarda la certeza y el principio de igualdad en la aplicación de la ley2, limita la

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independencia judicial interna y la libertad interpretativa del juzgador. Es una camisa de fuerza que obliga al
juez inferior, por razones formales y no materiales o de contenido, a acatar criterios interpretativos que se
imponen de arriba abajo (por tribunales superiores a tribunales inferiores). Además, violenta el federalismo
judicial, pues los tribunales locales deben acatar la jurisprudencia obligatoria que establecen los tribunales
federales. La jurisprudencia obligatoria demuestra el autoritarismo judicial de los tribunales superiores sobre
los inferiores. La jurisprudencia debiera ser, exclusivamente, indicativa para los tribunales federales. Sólo en
el caso de jurisprudencia de amparo contra leyes, ésta debe ser obligatoria, a condición de que los ministros
de la Corte y los magistrados del Tribunal Electoral sean electos democráticamente por los ciudadanos. Los
párrafos 10 y 11 del artículo 94 constitucional no establecen que nadie en el Poder Judicial federal puede
recibir emolumentos superiores a los del presidente de la República y, tampoco se deroga el haber de retiro
que perciben los ministros al dejar sus encargos. La austeridad republicana que debe privar en todas las
instancias públicas, a efecto de que ningún servidor público tenga privilegios que los demás servidores y
ciudadanos no tienen, no está presente en esta reforma. Ningún miembro del Poder Judicial federal debe
recibir salarios y prestaciones superiores al presidente de la república, tal como lo dispone el vigente artículo
127 de la Constitución. En cuanto al haber de retiro del que gozan los ministros de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, éste carece de fundamento constitucional e infringe el principio de igualdad entre los
servidores públicos. La reforma no concedió autonomía constitucional al Consejo de la Judicatura Federal, ni
estableció un procedimiento democrático para la elección de los consejeros de la Judicatura. Tampoco
ciudadanizó ni incrementó sus atribuciones de disciplina, vigilancia y administración del Poder Judicial. En una
futura reforma constitucional debería adicionarse la parte I del artículo 103 constitucional para integrar el
amparo social, colectivo y para defender intereses difusos; para permitir el origen del amparo contra actos de
particulares que violen derechos humanos y las garantías para su custodia, y para entablar que los tratados
tienen que aceptarse con el método previsto en el artículo 135 constitucional, agregando el referéndum
habitante, previa cancelación de la parte VIII del artículo 76 constitucional y XVIII del artículo 89 de la carta
magna, preceptos que contemplan los métodos para aprobar los tratados.

Conclusión:
El 3 de abril de 2013 entró en vigor una nueva Ley de Amparo en México. El presente artículo presenta una
primera aproximación analítica a la modificación del objeto de protección del juicio de amparo. Esta reforma
consistió en la expansión de ese objeto a los derechos humanos consagrados en tratados internacionales de
los que el Estado mexicano es parte. Así, en primer lugar, se ofrece una comparación entre el esquema
anterior y el nuevo, en relación con dicho objeto de protección. En segundo lugar, se explican las principales
resoluciones de la Suprema Corte de Justicia que han dado contenido jurisprudencial a las reformas

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constitucionales y legales del nuevo juicio de amparo (2011-2013), y que superan criterios sustentados bajo el
sistema anterior. Finalmente, se hace una reflexión conclusiva acerca de los retos de futuro que depara la
reconfiguración normativa del objeto de protección del juicio de amparo. En quinto lugar, pueden simplemente
enunciarse algunos otros problemas que tienen como común denominador su inédita irrupción en el sistema
nacional del amparo desde el derecho internacional, como son el aún indefinido alcance y consecuente
operatividad de instrumentos internacionales que no revisten formalmente la calidad de tratados ; o el diverso
problema que plantea el valor jurídico también incierto de acuerdos o determinaciones distintas de las
sentencias, como pueden ser las opiniones consultivas de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos,
haya o no participado como parte, en el respectivo procedimiento, el Estado mexicano. Se trata solamente de
una enunciación básica de un cúmulo exponencial de problemáticas y retos que plantea no solo la
construcción jurisprudencial del objeto de protección del nuevo juicio de amparo, sino del entero sistema de
derechos humanos en el orden jurídico mexicano. Será en un futuro, probablemente no tan distante, cuando
se continúen edificando los cimientos asequibles a la profunda transformación jurídica del modelo de amparo
y de los derechos por él tutelados, en la cual se encuentra inmerso el Estado mexicano en la hora presente.

Referencias:
del Rosario Rodríguez, M., & Rendón, R. G. (2011). El juicio de amparo a la luz de la reforma constitucional de
2011. Revista Quid Iuris, locución Latina¿ Qué es el derecho.

Robles, G. E. B. (2011). El nuevo juicio de amparo: las reformas constitucionales de junio de 2011. COEDI.

Albores Castañón, A. A. (2017). La transformación del sistema de justicia constitucional en México con motivo de la
reforma constitucional de 2011 (Doctoral dissertation, Universidad Autónoma de Nuevo León).

Fix-Zamudio, H. (2013). Las reformas constitucionales mexicanas de junio de 2011 y sus efectos en el sistema
interamericano de derechos humanos.

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