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Competencia
Identificar, analizar y explicar los elementos que conforman la supremacía constitucional. La
integración, designación y facultades de las garantías constitucionales. Los controles de
constitucionalidad y convencionalidad aplicados en el juicio de amparo.
“Artículo 133. Esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen de
ella y todos los tratados que estén de acuerdo con la misma, celebrados y que se
celebren por el Presidente de la República, con aprobación del Senado, serán la Ley
Suprema de toda la Unión. Los jueces de cada entidad federativa se arreglarán a dicha
Constitución, leyes y tratados, a pesar de las disposiciones en contrario que pueda
haber en las Constituciones o leyes de las entidades federativas.”
El Capítulo I del Título Primero de la Constitución integra su parte dogmática, en la cual se reúne la
mayor parte los Derechos Humanos y sus garantías, que son los derechos fundamentales que
otorga la propia Constitución Federal a los individuos y que el Estado debe reconocer y respetar.
Algunos de los derechos humanos y garantías se encuentran dispersas en otros artículos
constitucionales, tales como el 31, fracción IV, en que se consagran las garantías de legalidad,
proporcionalidad y equidad tributaria.
Ahora bien, para que el Estado no pueda ejercitar un poder sin límites sobre los individuos, es
preciso que se encuentre circunscrito por un sistema de competencias. Para evitar el abuso del
poder, es fundamental que el Estado cuente con una división de poderes. Así, la parte orgánica de
la Constitución es la que organiza al poder público.
Cabe señalar que la Carta Magna contiene una serie de disposiciones que salvaguardan la
hegemonía constitucional, expresadas en sus artículos 39, 40, 41, 133 y 136, los que se refieren a
la soberanía popular, a la forma de gobierno, a la supremacía de la Constitución Federal y a su
inviolabilidad.
“Artículo 135. La presente Constitución puede ser adicionada o reformada. Para que
las adiciones o reformas lleguen a ser parte de la misma, se requiere que el Congreso
de la Unión, por el voto de las dos terceras partes de los individuos presentes,
acuerden las reformas o adiciones, y que éstas sean aprobadas por la mayoría de las
legislaturas de los Estados y de la Ciudad de México.
La propia Constitución creó al Poder Judicial de la Federación, al cual confirió la defensa del orden
constitucional, que queda garantizada mediante el juicio de amparo, las controversias
constitucionales, las acciones de inconstitucionalidad y la facultad de investigación prevista en el
artículo 97 de la Constitución Federal. La referida función ha hecho que dicho Poder se revele
como un factor de equilibrio entre los Poderes de la Unión.
“Artículo 97. Las Magistradas y los Magistrados de Circuito, así como las Juezas y los
Jueces de Distrito serán nombrados y adscritos por el Consejo de la Judicatura
Federal, con base en criterios objetivos y de acuerdo a los requisitos y procedimientos
que establezcan las disposiciones aplicables. Durarán seis años en el ejercicio de su
encargo, al término de los cuales, si fueran ratificados, sólo podrán ser privados de sus
puestos en los casos y conforme a los procedimientos que establezca la ley.
…”
Esta afirmación ha sido motivo de un debate interesante en nuestro país como consecuencia de las
reformas constitucionales publicadas en el Diario Oficial de la Federación de 6 y 10 de junio de
2011, por medio de las cuales se reformaron, respectivamente, los artículos 94, 103, 104 y 107
relativos al juicio de amparo; y los diversos 1°, 3, 11, 15, 18, 29, 33, 89, 97, 102 y 105, para
introducir la llamada reforma en materia de derechos humanos cuya aportación fundamental, es la
introducción formal de los principios pro homine y de interpretación conforme, tendentes a
ampliar la esfera de los derechos humanos y su defensa. Este cambio constitucional ha llevado a
afirmar que la Suprema Corte de Justicia de la Nación y los juzgadores federales, están ante un
nuevo paradigma en la defensa de los derechos humanos. Frente a la opinión de otros
conocedores que argumentan que el texto constitucional anterior a las reformas siempre permitió
llevar a cabo la defensa y ampliación de esos derechos.
Ha sido tal el énfasis en el nuevo paradigma, que a partir de la reforma constitucional en esa
materia y la emisión de la resolución dictada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el
expediente varios 912/2010, que los juzgadores federales y el foro a su vez han interpretado ese
nuevo contexto constitucional en forma muy variada y en ocasiones, bajo criterios que pueden
resultar opinables; y ese es el objetivo de este documento, tratar de explicar cuál ha sido la
recepción de esas reglas constitucionales y de la interpretación inicial que la Suprema Corte de
Justicia de la Nación ha hecho respecto de ellas.
Hablar del principio pro homine, implica hablar de la interpretación jurídica, la cual siempre debe
buscar el mayor beneficio para el ser humano, es decir, que se debe acudir a la norma más amplia
o a la interpretación extensiva cuando se trata de derechos protegidos.
Por otra parte el principio pro homine, se puede ubicar en la categoría de los derechos humanos,
ya que estos son prerrogativas que se han otorgado a todo sujeto que tenga la condición de ser
humano, a fin de que se desarrolle plenamente en sociedad.
Así mismo, el principio pro homine, se encuentra incorporado en múltiples tratados internacionales,
por lo que se le considera un criterio hermenéutico que coincide con el rasgo fundamental de los
derechos humanos, por virtud de cual debe estarse siempre a favor de la persona e implica que
debe acudirse a la norma más amplia o a la interpretación extensiva.
Una de las formas que el principio pro homine, tiene para su aplicación, es en los casos en los
cuales está en juego la aplicación de varias normas relativas a derechos humanos, en donde se
debe aplicar aquella que contenga protecciones mejores o más favorables para el individuo. Así
Con base a lo anterior se puede tomar en cuenta la reforma constitucional en materia de derechos
humanos, que se dio en nuestro país y que fue publicada en el Diario Oficial de la Federación del
10 de junio de 2011.
Uno de los principales cambios que se dieron con la reforma, son los siguientes: La denominación
del Capítulo I del Título Primero de la Constitución cambia, dejando atrás el concepto de “garantías
individuales”, para denominarse “De los derechos humanos y sus garantías”.
Además con dicha reforma constitucional, no solo se modifica la denominación del Capítulo
Primero del Título Primero; sino también el primero y quinto párrafos del artículo 1o.; el segundo
párrafo del artículo 3o.; el primer párrafo del artículo 11; el artículo 15; el segundo párrafo del
artículo 18; el primer párrafo del artículo 29; el primer párrafo del artículo 33; la fracción décima del
artículo 89; el segundo párrafo del artículo 97; el segundo y tercer párrafos del apartado B del
artículo 102; y el inciso g) de la fracción segunda del artículo 105; la adición de dos nuevos
párrafos, segundo y tercero, al artículo 1o. y recorriéndose los actuales en su orden; un nuevo
párrafo segundo al artículo 11, los párrafos segundo, tercero, cuarto y quinto al artículo 29; un
nuevo párrafo segundo al artículo 33, recorriéndose el actual en su orden y los nuevos párrafos
quinto, octavo y décimo primero, recorriéndose los actuales en su orden, al artículo 102 del
Apartado B; todos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Ahora bien si analizamos cada uno de estos artículos que fueron reformados, se puede observar
que en el primer párrafo del artículo 1o., se desprende que la constitución y los tratados
internacionales en materia de derechos humanos, se ponen o ubican en el mismo nivel, situación
que deja de lado la estructura piramidal de Kelsen.
Por lo que respecta al segundo párrafo del artículo en mención, es aquí donde encuentra su
fundamento el principio pro homine, ya que como se ha comentado en líneas anteriores la finalidad
de dicho principio es que se dé una interpretación de la norma favoreciendo la protección más
amplia para las personas, situación que se ve contenida en dicho párrafo.
Así mismo, con la reforma se estableció en el tercer párrafo del artículo 1o., de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, que todas las autoridades, en el ámbito de sus
competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos
humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia,
indivisibilidad y progresividad.
Con base en esto, podemos decir que los derechos humanos son el conjunto de facultades e
instituciones que, en cada momento histórico, concretan las exigencias de la dignidad, la libertad y
la igualdad humana, las cuales deben ser reconocidas positivamente por los ordenamientos
jurídicos a escala nacional e internacional.
Los derechos humanos interesan hoy no sólo en el plano constitucional del país sino también en el
del derecho internacional, ya que su protección, en cuanto garantía de la integridad moral y física
Por su parte Luis Ferrajoli, sostiene que los derechos fundamentales son “todos aquellos
derechos subjetivos que corresponden universalmente a ‘todos’ los seres humanos en cuanto
dotados del status de personas, de ciudadanos o de personas con capacidad de obrar”.
El propio autor aclara que por derecho subjetivo debe entenderse “cualquier expectativa positiva
o negativa adscrita a un sujeto por una norma jurídica”, mientras que por status debemos entender
“la condición de un sujeto, prevista asimismo por una norma jurídica positiva, como presupuesto de
su idoneidad para ser titular de situaciones jurídicas y/o autor de los actos que son ejercicio de
éstas”.
Como conclusión podemos decir que el principio pro homine debe entenderse como la aplicación
preferente de la norma más favorable a la persona humana en el que establece un orden de
preferencia normativo e interpretativo, pues se debe acudir a la norma o la interpretación
más amplia, e inversamente, a la norma más restringida cuando se trata de establecer de
manera permanente el ejercicio de los derechos.
Sobre esa base la Corte Interamericana de Derechos Humanos dictó sentencia el 23 de noviembre
de 2009, en la que declaró responsable al Estado Mexicano. En los puntos resolutivos de la
sentencia, se formulan diversas condenas, por ejemplo, que el Estado debería conducirse
eficazmente, con la debida diligencia y dentro de un plazo razonable la investigación y, en su caso,
los procesos penales que tramiten en relación con la detención y posterior desaparición forzada del
señor Rosendo Radilla Pacheco, para determinar las correspondientes responsabilidades penales
y aplicar efectivamente las sanciones y consecuencias que la ley prevea; que debería continuar
con la búsqueda efectiva y la localización inmediata del señor Radilla Pacheco o, en su caso, de
1. Que el Estado debería adoptar, en un plazo razonable, las reformas legislativas pertinentes
para compatibilizar el artículo 57 del Código de Justicia Militar con los estándares
internacionales en la materia y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; y
Como consecuencia del dictado de esa sentencia, el Estado Mexicano, a través del Poder
Ejecutivo, ordenó la publicación en el Diario Oficial de la Federación, del Acuerdo por el que se
ordena la publicación de los párrafos uno a siete, cincuenta y dos a sesenta y seis, y ciento catorce
a trescientos cincuenta y ocho de la sentencia ya referida. Posteriormente, el Presidente de la
Suprema
Corte de Justicia de la Nación, formuló al Tribunal Pleno una solicitud para determinar el trámite
que debía corresponder a la sentencia pronunciada en el caso número 12.511, Rosendo Radilla
Pacheco contra los Estados Unidos Mexicanos, del índice de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, al seno del Poder Judicial de la Federación, es decir, le importaba determinar si la
sentencia en cuestión contenía o no obligaciones a cargo del Tribunal Constitucional, así como
para el resto de jueces mexicanos.
La solicitud indicada se registró con el número “varios” 489/2010; el proyecto recaído a esa
solicitud se discutió en sesiones del Tribunal Pleno del 31 de agosto, 2, 6 y 7 de septiembre de
2010, y se concluyó que la Suprema Corte debía hacer una declaración acerca de la posible
participación del Poder Judicial de la Federación en la ejecución de la sentencia dictada por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, es decir, definir qué obligaciones concretas le
resultan y la forma de instrumentarlas, por lo que se ordenó la apertura de un expediente en el cual
el Presidente de la Suprema Corte debía recabar copia fehaciente del texto íntegro de la sentencia
de la Corte Interamericana, y turnar de nuevo el expediente para la elaboración de un nuevo
proyecto de resolución.
Es importante subrayar que la sentencia del caso Radilla Pacheco y sus derivaciones, constituyen
el primer contacto del Poder Judicial de la Federación con la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, esto es, cuando nos referimos a un primer contacto es en el sentido de que como parte
del Estado Mexicano la Suprema Corte asumió que debía realizar actos en cumplimiento de esa
sentencia, lo que no significa que en algunas de sus ejecutorias, invocara sentencia de ese
Tribunal Internacional en apoyo de las consideraciones o razonamientos formulados como Tribunal
Constitucional, lo que ya constituye una especie de contacto pero más bien de intercambio
intelectual, a manera de orientación o ilustración.
Del expediente varios 912/2010, se desprende que en primer término, que por una mayoría de
votos, el Tribunal Pleno precisó que de la diversa resolución pronunciada en el expediente “varios”
489/10, había obligación de analizar el reconocimiento de la competencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, para posteriormente establecer cuáles son las obligaciones
concretas que resultan para el Poder Judicial como parte del Estado mexicano; pero
fundamentalmente, sostuvo los siguientes criterios:
Las resoluciones referidas, son obligatorias para todos los órganos del Estado Mexicano, al
haber figurado como parte en un litigio concreto, siendo vinculantes para el Poder Judicial
no sólo los puntos de resolución concretos de la sentencia, sino la totalidad de los criterios
contenidos en ella.
Acudir a los criterios interpretativos de la Corte Interamericana para evaluar si existe alguno
que resulte más favorable y procure una protección más amplia del derecho que se pretende
proteger.
Si bien los jueces no pueden hacer una declaración general sobre la invalidez o expulsar del orden
jurídico las normas que consideren contrarias a los derechos humanos contenidos en la
Constitución y en los tratados, sí están obligados a dejar de aplicar las normas inferiores dando
preferencia a las contenidas en la Constitución y en los tratados en la materia.
a) Interpretación conforme en sentido amplio, lo que significa que los jueces del país, deben
interpretar el orden jurídico a la luz y conforme a los derechos humanos;
b) Interpretación conforme en sentido estricto, cuando hay varias interpretaciones
jurídicamente válidas;
c) Inaplicación de la ley cuando las alternativas anteriores no son posibles; y,
d) Asegurar la primacía y aplicación efectiva de los derechos humanos.
Existen dos grandes vertientes dentro del modelo de control de constitucionalidad en el orden
jurídico mexicano, acordes con el modelo de control de convencionalidad ex officio.
El control concentrado del Poder Judicial de la Federación, con vías directas de control:
acciones de inconstitucionalidad, controversias constitucionales y amparo directo e indirecto;
El control Difuso, se realizar por parte del resto de los jueces del país, en forma incidental,
donde no requiere que todos los casos sean revisables e impugnables en ambas.
Es un sistema concentrado en una parte y difuso en otra, lo que permite que sean los criterios e
interpretaciones constitucionales, ya sea por declaración de inconstitucionalidad o por inaplicación,
de los que conozca la Suprema Corte para que determine cuál es la interpretación constitucional
que finalmente debe prevalecer en el orden jurídico nacional.
Y la interpretación del artículo 13 constitucional, debe ser coherente con los principios
convencionales y constitucionales de debido proceso y acceso a la justicia.
Es importante mencionar que el expediente varios 912/2010 del que derivaron los criterios
referidos, fue motivo de un amplio y “caluroso” debate en el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de
Justicia, por varias razones; la primera en atención a la naturaleza o características del expediente
varios, toda vez que ese expediente no deriva propiamente de un proceso en el que exista una
contienda entre partes, ni corresponde a aquellos expedientes que tengan que ver en forma directa
con la actividad jurisdiccional de la Suprema Corte de Justicia y, por tanto, es opinable la fuerza
vinculatoria de los criterios que de ahí derivaron, es decir, la consulta a trámite del Presidente de la
Suprema Corte es una facultad que le otorga la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación,
para que el Tribunal Pleno determine, como su nombre lo indica, el trámite que debe seguirse a
algún asunto ante lo dudoso o trascendente que resulte su tramitación, cuando la jurisprudencia o
tesis aisladas que emiten el Tribunal, sólo derivan de expedientes con un verdadero tinte procesal
o contencioso, de ahí que se pusiera en tela de juicio, en atención a las características del
expediente la fuerza vinculatoria de los criterios referidos, lo que además son aislados y por esa
simple circunstancia no tienen el carácter de jurisprudencia y no corresponderían a lo que la propia
Ley de Amparo define como tal, lo que genera como consecuencia que no tenga fuerza obligatoria
para el resto de juzgadores tanto del Poder Judicial Federal como de los Locales.
Este aspecto referido no es menor, pues la importancia de los criterios indicados, a pesar de no
constituir jurisprudencia, han sido observados por el resto de juzgadores y como veremos más
adelante, esos criterios combinados con la reforma constitucional en materia de derechos humanos
del 10 de junio de 2011, ha generado diversas consecuencias prácticas, igual de polémicas que lo
resuelto en el expediente varios 912/2010, lo que resulta explicable si tomamos en cuenta el alarde
que un sector de la academia y que algunos de los propios Ministros que integran el Tribunal
Pleno, han hecho respecto de la reforma constitucional indicada, anunciando que representa un
nuevo paradigma en la administración de justicia y en el respeto a los derechos humanos.
Otro de los aspectos de polémica del expediente varios, se refirió a la obligatoriedad de los criterios
contenidos en las sentencias que emite la Corte Interamericana de Derechos Humanos, pues para
un grupo de los Ministros que integran el Tribunal Pleno, los criterios ahí contenidos son
vinculantes para los jueces nacionales, aun cuando no deriven de una sentencia en la que se haya
condenado al Estado Mexicano; frente a la opinión del otro grupo que sostuvo que esos criterios
simplemente son orientadores y no pueden condicionar la libertad de criterio de los juzgadores del
Estado Mexicano.
El otro punto debatible se refirió a la jerarquía que los tratados internacionales guardan en el orden
jurídico mexicano, ya que algunos Ministros son de la opinión de que los tratados internacionales
en materia de derechos humanos, a raíz de la reforma constitucional que explicaremos más
adelante, tienen el mismo nivel jerárquico que la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, a diferencia del otro grupo de Ministros que argumentaron que el principio de
supremacía constitucional impera en el sistema jurídico del país y, por tanto implica que todos los
tratados internacionales, aun los de derechos humanos, se ubican jerárquicamente por debajo de
la Constitución Federal.
“En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos
humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que
el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo
ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones
que esta Constitución establece.
Está prohibida la esclavitud en los Estados Unidos Mexicanos. Los esclavos del
extranjero que entren al territorio nacional alcanzarán, por este solo hecho, su libertad y
la protección de las leyes.
Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género,
la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión,
las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente
contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y
libertades de las personas.”
Asimismo, en relación con la nueva redacción del 1° constitucional, conviene advertir que los
principios ahí referidos, no eran novedosos en el ejercicio de la función jurisdiccional de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, pues existen múltiples precedentes en los que éstos ya
eran observados; por ejemplo, existe jurisprudencia de la Segunda Sala de la Suprema Corte de
Justicia que establece que la aplicación del principio de interpretación conforme exige del órgano
jurisdiccional optar por aquélla de la que derive un resultado acorde al texto supremo, en caso de
que la norma secundaria sea oscura y admita dos o más entendimientos posibles, en otras
palabras que el Juez debe elegir, de ser posible, aquella interpretación mediante la cual sea
factible preservar la constitucionalidad de la norma impugnada, a fin de garantizar la supremacía
constitucional y, simultáneamente, permitir una adecuada y constante aplicación del orden jurídico.
4) Fuerza expansiva de los derechos, conforme al cual el intérprete debe extender lo más posible
el universo de los sujetos titulares para que resulten beneficiados con el derecho el mayor número
posible de personas, tomando en consideración que la vía procesal resulte idónea.
Este razonamiento ha sido muy importante en el debate jurisdiccional, pues existe un sector de los
juzgadores federales que afirman que la reforma constitucional y lo resuelto en el expediente varios
912/2010, viene a constituir un nuevo paradigma en la administración de justicia, que propiciará
cambios trascendentes en ésta.
Frente a esa opinión existe otro sector de los juzgadores que afirma que sin reforma constitucional
y sin expediente varios 912/2010, la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el resto de jueces
que conforman el Poder Judicial de la Federación, administraron justicia con la amplitud que ahora
ordena la Constitución, esto es, con el texto constitucional anterior e interpretaciones progresistas
de las normas aplicables a cada caso y orientados por la prudencia del juzgador, se ha
administrado justicia fijando criterios con la amplitud protectora que hoy se ordena, por lo que
resulta falso que se esté ante un nuevo contexto constitucional que marcará una diferencia en la
forma de hacer justicia.
El amparo ha sido conceptualizado de diversas formas, como juicio, recurso, tutela judicial, medio o
forma de protección contra los abusos del poder o control constitucional, entre otras categorías
jurídicas. Pero, sin lugar a dudas, el amparo es un mecanismo de protección de las libertades y
derechos fundamentales del hombre. Es a partir de dicha idea que debemos reflexionar sobre su
evolución.
En Roma, los patricios debieron ceder ante el empuje de los plebeyos y consentir el concilia plebis;
asimismo, con el trabajo de los pretores y demás disposiciones que se fueron perfeccionando en
las diversas etapas históricas de la gran Roma, se recopilaron en el Digesto notables avances
procesales en la protección de las personas, tradiciones desde el Código de Hammurabi, hasta las
del ius faz y demás aportaciones romanas.
El cristianismo constituyó una lucha por la libertad e igualdad, a través del cual se evolucionó en
la protección de los derechos de las personas; pero durante la Edad Media, se establecieron
formas de dominio que impidieron el avance y la perfección de las libertades y derechos
fundamentales.
En España, con la influencia de los visigodos, godos y ostrogodos, de manera principal, se inició el
derecho foral, que es el conjunto de normas que se comenzaron a expedir en diversas ramas del
derecho tanto penal como civil, así como en lo que después desembocó en el derecho municipal.
Dichas normas comenzaron a publicarse a partir del siglo VIII, desde el Fuero juzgo y de ahí hasta
el siglo XIV, dentro del proceso de la conquista por los Reyes Católicos, las Cartas Pueblas o
Fueros.
Como producto de la evolución del derecho foral, tenemos una serie de documentos, como la
Novísima recopilación de Castilla, Las Leyes de Toro y El Fuero juzgo, mismas que desembocaron,
en un proceso visionario de Alfonso X El Sabio en Las Siete Partidas,5 a semejanza del Digesto y
en las cuales ya se establece la categoría del amparo como un mecanismo de protección de
ciertos derechos procesales, así como de orden civil y penal.
En la Tercera Partida, se establece que: “la Justicia es una de las cosas, porque mejor y más
enderezadamente se mantiene el mundo. Y es así como fuente donde manan todos los derechos
[…]. Y los mandamientos de la justicia son tres.
Así, tenemos la idea del ampararse en cuanto a determinados medios que podían hacer valer las
personas para solicitar la protección del rey o para que en algunos procedimientos judiciales se les
apoyara, ya que en otras personas que pretendían hacer valer ciertos derechos en su contra, no se
habían conducido de manera recta.
El Common Law.
El derecho anglosajón contiene una serie de valores y principios que se han tratado de proteger a
través de las costumbres, hábitos, formas de actuar y de ser del pueblo inglés, lo que algunos
autores de la sociología jurídica han denominada derecho vivo (Ehrlich).
Así, la tradición máxima en el Common Law, de la que parten las luchas contra los abusos del
poder, era The King do not can wrong, contra dichas costumbres, se iniciaron las luchas de la
raza y se comenzaron a cristalizar en pacto o contratos sociales como la magna carta, la cual
contenía, entre otras, las disposiciones que son pioneras respecto de un debido proceso, así como
de que la privación de derechos a cualquier persona, debía ser precedida de una sentencia judicial,
todo ello, de manera posterior, desemboca en el habeas corpus y en garantías de seguridad
jurídica.
Dichas tradiciones del Common Law continuaron en una misma línea de congruencia y de
consolidación de sus tradiciones jurídicas, así, se expidió The Petition of Rights, la cual cita en su
punto tercero a la Magna Carta de las Libertades de Inglaterra, en la cual se confirman las
modificaciones a los derechos de las personas mediante sentencia legítima; se confirmó la
autoridad del Parlamento y la necesidad de que una persona debiera ser privada previa posibilidad
de defenderse en un procedimiento regular y se expresa ya, de manera categórica, que se
respeten los decretos de su Majestad respecto del habeas corpus en cuanto al procedimiento
penal.
Al hilo de lo anterior, en el mismo siglo, estalló la Gloriosa Revolución Inglesa y como producto de
ese hecho trascendente, se produjo The Bill of Rights, en el mismo sentido que los anteriores y
que sigue siendo la base del Common Law y punto de partida del angloamericano. Así, como
partes fundamentales, tenemos:
Así, las tradiciones jurídicas inglesas y su cumplimiento han sido muy congruentes en la historia del
Common Law, derecho no escrito, pero que se vive y aplica desde hace varios siglos y se ha
consolidado como un paradigma de las luchas de los ciudadanos británicos, respetuosos de su
Corona, la cual debe respetar los derechos legislados por el Parlamento.
Revolución francesa.
La ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos del hombre son las causas de los
males públicos.
Los hombres nacen libres e iguales en derechos.
La finalidad de toda asociación política es la conservación de los derechos del hombre.
Toda soberanía reside esencialmente en la nación.
La ley no tiene derecho a prohibir más que las acciones perjudiciales a la sociedad, lo no
prohibido para los ciudadanos les es permitido.
La ley es la expresión de la voluntad general.
Cualquier detención o privación de la libertad debe estar ajustada a derecho.
In dubio pro reo.
Toda sociedad debe organizarse en una Constitución, la cual debe garantizar los derechos y
la separación de los poderes.
Con la evolución de Europa y los antecedentes masónicos, en especial del Reino Unido y de
Francia, se conforma la primer República en el planeta en cuanto a Estado de derecho, misma que
establece la primer Constitución, según su peculiar evolución, como se advierte en la Declaración
de Derechos de Virginia:
Con estas bases, se ha creado el denominado derecho angloamericano, el cual proviene del
Common Law, pero se ha diferenciado de la Commonwealth, con lo que han marcado sus
diferencias; lo cierto es que desde sus inicios, los Estados Unidos han tenido una idea clara de su
Con la anterior evolución anglosajona y europea de las protecciones individuales y de los Estados
sobre las personas que se encuentran bajo su amparo y protección y después de los
acontecimientos trágicos de 1914-1918 y de 1939- 1945, se comenzó a advertir la necesidad de
proteger a las personas dentro de diversos ámbitos, al crearse la Organización de Estados
Americanos (OEA) y después, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), organizaciones de
las cuales, nuestro país forma parte básica, ya que es miembro fundador de ambas.
b) Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Este pacto fue creado en el año de
1966 y México se adhirió en el año de 1981 con las reservas previstas en nuestra norma
rectora de los artículos 33 y 130; en cuanto al voto activo de los ministros de los cultos
religiosos, con las reformas de 1992 y la creación de la Ley de Asociaciones Religiosas y
Culto Público, quedó aprobado el voto activo de dichos ministros.
El Pacto, respecto del tema que nos ocupa, dentro de su parte tercera, señala garantías de
seguridad jurídica, como las siguientes:
c) Convención Americana sobre Derechos Humanos. Esta Convención tiene relación con la
OEA y se ha venido consolidando con la Corte Interamericana de Derechos Humanos, cuya
sede se encuentra en San José, Costa Rica. México ha signado dicha Convención y la
Garantías judiciales.
Principio de legalidad y de retroactividad.
d) Los derechos planetarios. Es una categoría reciente planteada por juristas jaliscienses.
Dado que todas las personas tenemos como territorio común el planeta y, por ser libres e
iguales, la raza humana es una; por tanto, ningún poder de hecho o de derecho debe
menoscabar, lesionar, dañar o discriminar, de alguna manera los derechos naturales,
inalienables, imprescriptibles, indivisibles y sagrados de toda persona humana.
ANTECEDENTES EN MÉXICO
Esta constitución tuvo a bien recoger un proyecto en el artículo 53, elaborado por Manuel
Crescencio Rejón, que expresaba textualmente:
"Corresponde a este tribunal [la Corte Suprema de Justicia] reunido: 1°. Amparar en el goce de sus
derechos a los que pidan su protección contra las providencias del Gobernador Ejecutivo reunido,
cuando en ellas se hubiese infringido el Código Fundamental o las leyes, limitándose en ambos
casos a reparar el agravio en la parte que procediere"
Así se habló por primera vez en el derecho legislado, del amparo decretado por órganos
jurisdiccionales para combatir agravios contra las garantías individuales y los derechos humanos,
en el proyecto de Rejón y en la Constitución yucateca de 1841.
Tiempo después este juicio se plasmó con la colaboración de Mariano Otero en el congreso
constituyente, sobre el artículo 25 del Acta constitutiva y de reformas de 1847, con lo que se
estableció el juicio de amparo a nivel federal, para después plasmarse en la Constitución
Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1857, este juicio es reglamentado finalmente en la
"Ley Orgánica Constitucional sobre el Juicio de Amparo" de 20 de enero de 1869, siendo ésta una
aportación de México al Mundo.
60 años más tarde se plasmó en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de
1917, actualmente vigente en el país, y a través de la nueva Ley de Amparo de 2013 y la cual es
reglamentaria de los Artículos 103 y 107 constitucionales.
Artículo 103. Los Tribunales de la Federación resolverán toda controversia que se suscite:
II. Por normas generales o actos de la autoridad federal que vulneren o restrinjan la soberanía
de los Estados o la autonomía de la Ciudad de México. y
III Por normas generales o actos de las autoridades de las entidades federativas que invadan
la esfera de competencia de la autoridad federal.
El Artículo 107 prevé las bases que se deben seguir en el procedimiento que estipula la ley
reglamentaria.
Manuel Crescencio García Rejón junto con Mariano Otero se le considera el padre del juicio de
amparo, arquetipo de la defensa constitucional, de los derechos individuales en el mundo. Es
considerado de igual forma un hombre de leyes, diplomático, tratadista, hombre de Estado, pero
sobre todo, un pionero de la generación de los grandes liberales de este país.
García Rejón se consolidó como un hombre de leyes: sus distintas acciones como legislador,
constituyente y consultor, abundan ―particularmente a lo largo de la década de 1820―. Es
recordado como el creador del juicio de amparo, por haber sido el primero en hacer su
planteamiento jurídico en su proyecto de Constitución para Yucatán en medio de un proceso
separatista en 1841. Por su parte Otero hizo lo propio en el Acta de Reformas a la Constitución de
1824, en mayo 1847, en plena guerra con Estados Unidos; ambos juristas reflejaron su
compromiso con la defensa de los derechos individuales en sus actos y planteamientos durante las
difíciles condiciones y época que les tocó vivir. Su legado, El amparo es una de las leyes
constituyentes más reconocidas de nuestro país, pues protege los derechos humanos en México.
Entre los aspectos relevantes en la vida pública de Manuel Crescencio García Rejón destaca haber
sido el primer diputado en México en pronunciarse por la abolición de la pena de muerte.
Se involucró intensamente en la política del periodo post independentista, desde conspirar contra
Iturbide hasta participar en la elaboración de la Constitución Federal de 1824. También se destacó
por su participación en la recomposición de las lógicas masónicas: pertenecía al rito escoces, y
luego fue parte de los novenarios. Partícipe del Congreso radical de 1833, como senador, intento
llevar a cabo la primera reforma para separar a la Iglesia del Estado, impulsando para ello varias
medidas sobre la ocupación de bienes eclesiásticos, eliminación de la coacción civil para el pago
de diezmos y el cumplimiento de los votos monásticos. También intentó una reorganización
educativa, con un control más efectivo por parte del Estado. En 1840, el político liberal presentó un
proyecto de Constitución para el estado de Yucatán, siendo esto un gran paso en el desarrollo
jurídico mexicano: además de incluir el establecimiento de la tolerancia religiosa y la votación
directa para la elección de diversos funcionarios, planteaba la instauración del juicio de amparo con
base en la supremacía del sistema judicial estadounidense.
Aquella Constitución en la que participó Crescencio García Rejón ha tenido grandes reformas,
siendo la principal la que dio lugar a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de
1917, la cual aún nos rige. Sin embargo, aún dentro de ésta se han dado modificaciones, entre las
cuales están las relativas al amparo y los derechos humanos del 6 y 10 de junio de 2011. Así,
desde la Ley de Amparo de 1936, la normatividad del juicio de amparo evolucionó paulatina y
lentamente… hasta el 6 de junio del 2011. Desde entonces su desarrollo y proyección se ha
acelerado, logrando ser eficaz y un verdadero mecanismo protector de los derechos humanos
existente y reconocidos en la Constitución y en tratados internacionales.
ARTICULO 1. El juicio de amparo tiene por objeto resolver toda controversia que se suscite:
I. Por normas generales, actos u omisiones de autoridad que violen los derechos humanos
reconocidos y las garantías otorgadas para su protección por la constitución política de
los estados unidos mexicanos. Así como por los tratados internacionales de los que el
estado mexicano sea parte.
II. Por normas generales, actos u omisiones de la autoridad federal que vulneren o restrinjan
la soberanía de los estados o la esfera de competencias del distrito federal siempre y
cuando se violen los derechos humanos reconocidos y las garantías otorgadas para su
protección por la constitución política de los Estados Unidos Mexicanos: y
III. Por normas generales, actos u omisiones de las autoridades de los estados o del distrito
federal que invadan la esfera de competencia de la autoridad federal siempre y cuando se
violen los derechos humanos reconocidos y las garantías otorgadas por la constitución
política de los estados unidos mexicanos
El amparo protege a las personas frente a normas generales, actos u omisiones por parte de los
poderes públicos o de particulares en los casos señalados en la presente ley.
La actual norma rectora ha establecido, desde 1917, en su título primero, capítulo primero, De las
Garantías Individuales, artículos que van del 1o. al 29. Los derechos de interés social, como
elementos paradigmáticos o aportaciones de México al constitucionalismo del planeta,
acontecimiento que apenas se está reconociendo.
Así, los artículos 3o. y 27 establecen los derechos de interés social en cuanto a la educación y a
las diversas formas de propiedad en el país, a las cuales se les dictará las modalidades que
En cuanto a los artículos 101 y 102 de la Constitución de 1857, pasaron a ser los 103 y 107
vigentes, con las adiciones de las doce fracciones que en la norma rectora de 1917 tuvo dicho
artículo, el cual contiene las bases del procedimiento de amparo, a partir de la instancia agraviada,
a saber:
Los medios de control constitucional han sido clasificados en orden al órgano que lo realiza; aquí
presentamos los modelos más comunes.
En este caso, el control de la constitucionalidad se asigna a un órgano distinto a los de los poderes
constituidos, el cual necesariamente se coloca por encima de ellos.
La filosofía de este sistema se basa en que el pueblo es el único creador de la ley como titular de la
soberanía; por tanto, los Jueces sólo deben aplicarla. Así, al órgano político, en su calidad de
representante del pueblo, se le encomienda la tarea de preservar la constitucionalidad de las leyes.
Un claro ejemplo de lo anterior es el Consejo Constitucional de Francia, el cual se pronuncia de
oficio sobre la constitucionalidad de las leyes orgánicas y reglamentarias antes de su
promulgación, o respecto de cualquier otro ordenamiento a petición del Presi dente de la
República, del Primer Ministro, o de cualquiera de los dos presidentes de las cámaras
En nuestro país tuvimos este tipo de control por órgano político, con el Supremo Poder
Conservador establecido en la Constitución Centralista Mexicana de 1836, el cual se integraba por
cinco individuos y tenía entre otras facultades:
I. Declarar la nulidad de una ley o decreto, dentro de dos meses después de su sanción,
cuando sean contrarios a articulo expreso de la Constitución, y le exijan dicha declaración,
o el Supremo Poder Ejecutivo, o de la Corte de Justicia, o parte de los miembros del Poder
Legislativo, en representación que firmen dieciocho por lo menos.
II. Declarar, excitado por el Poder Legislativo o por la Suprema Corte de Justicia, la nulidad de
los actos del Poder Ejecutivo, cuando sean contrarios a la Constitución o a las leyes,
haciendo esta declaración dentro de los cuatro meses contados desde que se comuniquen
esos actos a las autoridades respectivas.
III. Declarar en el mismo término la nulidad de los actos de la Suprema Corte de Justicia,
excitado por alguno de los otros dos poderes, y sólo en el caso de usurpación de
facultades.
De la anterior transcripción puede apreciarse que dicho órgano contaba con facultades de control
constitucional para anular los actos de los Poderes constituidos, y cabe mencionar que el desacato
a sus órdenes era considerando como alta traición.
Este tipo de control se lleva a cabo por las personas encargadas de la función jurisdiccional,
Jueces, Magistrados o Ministros, y tiene tres vertientes importantes:
En este tipo de control cualquier Juez, sin importar su nivel ni competencia específica, puede
analizar la constitucionalidad de las leyes que debe aplicar y en las que se basan los actos de las
autoridades.
Sin embargo, la sentencia que dicta el Juez sólo tiene efectos precisamente sobre el caso
concreto, y únicamente para él no es aplicable la norma calificada de inconstitucional.
Este tipo de control consiste en que las cuestiones de constitucionalidad deben ser resueltas por
un órgano jurisdiccional al que se le encomienda exclusivamente esa función, y se le denomina
concentrado porque esa tarea la tienen una clase específica de Jueces, Magistrados o Ministros.
Este tipo de tribunales realiza un control abstracto de constitucionalidad, lo cual significa que no
existe un litigio entre partes que promueven por el interés de garantizar el respeto a la Constitución
y la certeza del orden jurídico fundamental o para salvaguardar sus derechos propios; y a
diferencia de lo que ocurre en el control difuso donde la sentencia tiene sólo efectos para el caso
concreto, la sentencia dictada tiene efectos generales o erga omnes.
III. Mixto
Existe un tercer modelo de control que se denomina mixto, caracterizado, por la existencia de una
Corte Constitucional de carácter jurisdiccional concentrado, que actúa como un Tribunal Colegiado
permanente de jurisdicción privativa, independiente de los demás órganos del Estado, cuya
finalidad es defender el orden constitucional y las demás atribuciones conferidas por la Norma
Suprema, y cuyas sentencias tendrán efectos generales. Por otra parte, este sistema se
complementa con la presencia de tribunales o Jueces a los cuales se les ha dado la competencia
específica para realizar un control difuso que puede llevar a inaplicar una ley al caso concreto por
ser contraria al orden constitucional.
El juicio de amparo
Por este medio, consagrado en los artículos 103 y 107 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, el gobernado busca la protección de los Tribunales Federales contra leyes o
actos de autoridad que violen sus garantías individuales, con la finalidad de que se restituya en el
pleno goce de sus derechos.
II. Por normas generales o actos de la autoridad federal que vulneren o restrinjan la soberanía de
los estados o la esfera de competencia del Distrito Federal, y
III. Por normas generales o actos de las autoridades de los Estados o del Distrito Federal que
invadan la esfera de competencia de la autoridad federal.
Cuando se protege al quejoso contra normas que conculcan garantías individuales se le denomina
"amparo contra leyes"; cuando la violación de garantías proviene de actos de autoridad se le
El juicio de amparo puede ser directo o indirecto. En el primer caso se promueve ante la propia
autoridad que emite el acto impugnado, quien lo remite al Tribunal Colegiado de Circuito que
corresponda; en el caso del amparo indirecto, se promueve ante los Jueces de Distrito.
El juicio de amparo es un medio procesal constitucional del ordenamiento jurídico mexicano que
tiene por objeto específico proteger los derechos fundamentales establecidos en la Constitución así
como en los Tratados Internacionales de los que México sea parte. El juicio de amparo se
encuentra regulado por los artículos 103 y 107 de la Constitución Federal y la Ley de Amparo.
Por su propia y especial naturaleza se rige por principios rectores, de los cuales destacan:
TÍTULO SEGUNDO
DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
CAPÍTULO I
DE SU INTEGRACIÓN Y FUNCIONAMIENTO
Artículo 3. La Suprema Corte de Justicia de la Nación tendrá cada año dos períodos de
sesiones; el primero comenzará el primer día hábil del mes de enero y terminará el último día
hábil de la primera quincena del mes de julio; el segundo comenzará el primer día hábil del
mes de agosto y terminará el último día hábil de la primera quincena del mes de diciembre.
CAPÍTULO II
DEL PLENO
SECCIÓN 1a.
DE SU INTEGRACIÓN Y FUNCIONAMIENTO
Artículo 6. Las sesiones del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuando se
refieran a los asuntos previstos en el artículo 10, serán públicas por regla general y privadas
cuando así lo disponga el propio Pleno.
Las sesiones que tengan por objeto tratar los asuntos previstos en el artículo 11 serán privadas.
Artículo 8. Las y los ministros durarán quince años en su cargo, salvo que sobrevenga
incapacidad física o mental permanente.
2.1.2 Salas.
CAPÍTULO IV
DE LAS SALAS
SECCIÓN 1a.
DE SU INTEGRACIÓN Y FUNCIONAMIENTO
Artículo 16. Durante los períodos a que se refiere el artículo 3 de esta Ley, las sesiones y
audiencias de las Salas se celebrarán en los días y horas que las mismas determinen mediante
acuerdos generales.
Las sesiones de las Salas serán públicas y, por excepción, privadas en los casos en que a su juicio
así lo exija la moral o el interés público.
Artículo 17. Las resoluciones de las Salas se tomarán por unanimidad o mayoría de votos de
las y los ministros presentes, quienes solo se abstendrán de votar cuando tengan impedimento
legal.
El Ministro o Ministra que disintiere de la mayoría o que estando de acuerdo con ella, tuviere
consideraciones distintas o adicionales a las que motivaron la resolución, podrá formular voto
particular o concurrente, respectivamente, el cual se insertará al final de la ejecutoria respectiva si
fuere presentado dentro de los cinco días siguientes a la fecha del acuerdo.
Artículo 25. Los tribunales colegiados de apelación, los tribunales colegiados de circuito y
los plenos regionales se compondrán por tres magistradas o magistrados de circuito y del
número de secretarias y secretarios proyectistas, secretarios y secretarias, las y los actuarios,
oficiales judiciales y personas empleadas que determine el presupuesto.
Artículo 28. Son atribuciones de las y los presidentes de los tribunales colegiados y de los
plenos regionales:
CAPÍTULO III
DE LOS TRIBUNALES COLEGIADOS DE CIRCUITO
Artículo 38. Con las salvedades a que se refieren los artículos 10 y 21 de esta Ley, son
competentes los tribunales colegiados de circuito para conocer:
I. De los juicios de amparo directo contra sentencias definitivas, laudos o contra resoluciones que
pongan fin al juicio por violaciones cometidas en ellas o durante la secuela del procedimiento,
cuando se trate:
Artículo 39. Podrán establecerse tribunales colegiados de circuito especializados, los cuales
conocerán de los asuntos que establece el artículo anterior en la materia de su especialidad.
Con el fin de lograr la optimización funcional y orgánica de las diversas instancias y órganos que
forman parte del Poder Judicial de la Federación se modifican diversos artículos constitucionales
para sustituir la denominación de los Tribunales Unitarios de Circuito por Tribunales Colegiados de
Apelación, para que, conservando sus atribuciones constitucionales vigentes, a nivel legal se
establezca su integración por tres Magistrados. Con ello se pretende fortalecer el debate y el
proceso deliberativo, lo cual se traducirá en resoluciones de calidad en beneficio de la adecuada
administración de justicia. Es decir, al ser tres juzgadores quienes resuelvan y existiendo la
posibilidad del diferendo, se otorga mayor certeza en la voluntad del órgano.
A la par se hacen las propuestas conducentes para dar factibilidad a su actuación frente a la nueva
realidad derivada del cambio de integración propuesto.
CAPÍTULO II
DE LOS TRIBUNALES COLEGIADOS DE APELACIÓN
Los tribunales colegiados de apelación tendrán la facultad a que se refiere la fracción XXIII del
artículo 11 de esta Ley, siempre que las promociones se hubieren hecho ante ellos.
Artículo 36. Los tribunales colegiados de apelación que tengan asignada una competencia
especializada, conocerán de los asuntos a que se refiere el artículo 35 de la presente Ley, de
conformidad con lo previsto en los artículos 51 a 61 de la misma.
Artículo 37. Cuando en un circuito se establezcan dos o más tribunales colegiados de apelación
con idéntica competencia y residencia en un mismo lugar tendrán una oficina de correspondencia
común, que recibirá las promociones, las registrará por orden numérico riguroso y las turnará
inmediatamente al tribunal que corresponda de acuerdo con las disposiciones que dicte el Consejo
de la Judicatura Federal.
Los Plenos Regionales resolverán las contradicciones de criterios que se generen por los distintos
circuitos que conformen sus territorios, logrando que persista un solo criterio obligatorio en varios
circuitos de una misma región. Con la nueva configuración las contradicciones se resolverán con
prontitud y se evitará que los magistrados que integren los Plenos Regionales no se sientan
vinculados a “representar a su circuito” como ocurrió con el esquema de Plenos de Circuito, los
cuales han tenido poca funcionalidad.
Se incorporan los Plenos Regionales como órganos del Poder Judicial de la Federación se
establece su integración por tres magistrados ratificados que durarán tres años en su encargo
CAPÍTULO IV
DE LOS PLENOS REGIONALES
SECCIÓN 1a.
DE SU INTEGRACIÓN Y FUNCIONAMIENTO
Artículo 41. Los plenos regionales son los órganos facultados para desarrollar las funciones
señaladas en el artículo 107, fracción XIII de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, y las demás que les confieran los acuerdos generales. Se integrarán por tres
magistradas o magistrados de circuito ratificados, quienes durarán en su encargo un periodo de
tres años pudiendo ser designadas o designados para otro periodo igual.
TÍTULO CUARTO
DE LOS JUZGADOS DE DISTRITO
CAPÍTULO I
DE SU INTEGRACIÓN Y FUNCIONAMIENTO
Artículo 44. Los juzgados de distrito se compondrán de un juez o una jueza y del número de
secretarios o secretarias, actuarios o actuarias, oficiales judiciales y personas empleadas que
determine el presupuesto.
CAPÍTULO II
DE SUS ATRIBUCIONES
Artículo 49. Las y los jueces de distrito que no tengan jurisdicción especial conocerán de todos los
asuntos a que se refieren los artículos del presente Capítulo.
Artículo 50. Cuando se establezcan en un mismo lugar varios juzgados de distrito que no tengan
competencia especial o que deban conocer de la misma materia, tendrán una o varias oficinas de
correspondencia común, las cuales recibirán las promociones, las registrarán por orden numérico
riguroso y las turnarán inmediatamente al órgano que corresponda de acuerdo con las
disposiciones que dicte el Consejo de la Judicatura Federal.
TÍTULO SEXTO
CONSEJO DE LA JUDICATURA FEDERAL
CAPÍTULO I
DEL CONSEJO DE LA JUDICATURA FEDERAL
SECCIÓN 1a.
Artículo 73. La administración, vigilancia, disciplina y carrera judicial del Poder Judicial de la
Federación, con excepción de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Tribunal Electoral,
estarán a cargo del Consejo de la Judicatura Federal, en los términos que establecen la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y esta Ley.
El Consejo de la Judicatura Federal velará, en todo momento, por la autonomía de los órganos del
Poder Judicial de la Federación y por la independencia, imparcialidad y la legitimidad de las y los
miembros de este último.
Artículo 75. El Consejo de la Judicatura Federal tendrá cada año dos períodos de sesiones.
El primero comenzará el primer día hábil del mes de enero y terminará el último día hábil de
la primera quincena del mes de julio, y el segundo comenzará el primer día hábil del mes de
agosto y terminará el último día hábil de la primera quincena del mes de diciembre.
Artículo 79. El Pleno se integrará con las siete personas consejeras, pero bastará la presencia
de cinco de ellas para funcionar.
Artículo 80. Las sesiones ordinarias del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal serán
privadas y se celebrarán durante los períodos a que alude el artículo 75 de esta Ley, en los días y
horas que el mismo determine mediante acuerdos generales.
El Pleno del Consejo de la Judicatura Federal podrá sesionar de manera extraordinaria a solicitud
de cualquiera de sus integrantes. Dicha solicitud deberá presentarse a la o el Presidente del propio
Consejo de la Judicatura Federal a fin de que emita la convocatoria correspondiente.
Artículo 81. Las resoluciones del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal se tomarán por
el voto de la mayoría de las y los consejeros presentes, y por mayoría calificada de cinco
votos tratándose de los casos previstos en las fracciones I, II, VI, VII, IX, XI, XIV, XV, XVII, XXIV y
XXXV del artículo 86 de esta Ley. Las y los consejeros no podrán abstenerse de votar sino cuando
tengan impedimento legal o cuando no hayan asistido a la discusión del asunto de que se trate. En
caso de empate, la o el presidente tendrá voto de calidad.
SECCIÓN 2a.
DE LAS COMISIONES
La Comisión prevista en el párrafo décimo del artículo 99 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, se integrará y funcionará de conformidad con lo dispuesto en los artículos 186
al 192 de esta Ley.
Las comisiones deberán estar conformadas cuando menos por tres consejeros o consejeras.
Artículo 83. Las resoluciones de las comisiones se tomarán por mayoría de votos de sus
integrantes, quienes no podrán abstenerse de votar sino cuando tengan impedimento legal. Las
comisiones calificarán las excusas e impedimentos de sus miembros.
3.1 Concepto.
CONCEPTO DE AMPARO.
Es un juicio constitucional autónomo, que se inicia por la acción que ejercita cualquier persona ante
los tribunales de la Federación contra toda norma general, actos u omisiones de autoridad (acto
reclamado), en las hipótesis previstas en el artículo 103 constitucional y que se considere violatorio
de sus derechos humanos y sus garantías, reconocidos en la Constitución o en Tratados
Internacionales.
El amparo, como toda institución jurídica debe tener una fundamentación en nuestro máximo
ordenamiento, atendiendo al principio de Supremacía Constitucional, así como contar con la ley
reglamentaria correspondiente de los preceptos constitucionales, así como los demás
ordenamientos que se requieran para normar de manera adecuada lo relativo a este Medio de
Control Constitucional.
Entre otros ordenamientos que se hace necesario conocer para aplicarlas al juicio de Amparo
tenemos:
ACCIÓN DE AMPARO.
Para Hugo Rocco “El derecho de cada ciudadano, como tal, de pretender del Estado el ejercicio de
una actividad para la satisfacción de los intereses amparados por el derecho, se llama derecho de
acción”.
a) Es un derecho subjetivo público, toda vez que es correlativo de una obligación impuesta
a los órganos del Estado encargados de la función jurisdiccional, consistiendo su actividad
en la aplicación de las normas generales al caso concreto, para la satisfacción y tutela de
los intereses que las mismas protegen.
b) Es relativo, toda vez que este derecho de acción se corresponde a la obligación especial
de las mencionadas autoridades del Estado de actuar, ante la excitativa del titular de la
acción.
c) Es abstracto, ya que puede ser ejercitado por cualquier persona, aun cuanto no tenga un
derecho material que hacer valer, no se trata de un derecho frente a un adversario, sino de
una facultad correlativa de una obligación estatal, que consiste en impartir justicia.
ACCIÓN DE AMPARO.
La acción de amparo es un derecho público subjetivo que tiene toda persona, ya sea física o moral,
como gobernado, de acudir ante el Poder Judicial de la Federación cuando considere que se le ha
violado alguno de sus Derechos Humanos y Garantías Constitucionales, mediante una norma
general, acto u omisión por parte de una autoridad del Estado en las hipótesis previstas por el
artículo 103 de la Constitución Federal, con el objeto de que se le restituya en el goce de esas
LA TEMPORALIDAD. El derecho que nace para el gobernado de acudir ante los órganos
competentes en ejercicio de la acción de amparo cuando considera que le ha sido violado un
derecho humano y la correspondiente garantía, es de carácter temporal, toda vez que el agraviado
por el acto de autoridad cuenta con un término señalado por la ley para que válidamente pueda
ejercitar dicha acción y la consecuencia de no hacerla valer en tiempo será la de no darle trámite a
su petición.
3.2 Elementos:
LOS SUJETOS.
3.2.1 Sujetos.
Burgoa Orihuela, después de una serie de disquisiciones nos dice que: parte en un juicio es toda
persona a quien la ley le da facultad para deducir una acción, oponer una defensa en general o
El definir a las partes en el juicio de amparo resulta un tanto complejo en virtud a la naturaleza del
mismo, así como a los intereses que cada una de las partes tiene en su intervención en este juicio
Constitucional, de ahí que Raúl Chávez Castillo nos diga que: parte en el Amparo es aquella que
tiene interés en que se declare la constitucionalidad o bien la inconstitucionalidad de una ley o acto
que se reclama en el Amparo también se constituye en un medio regulador en dicho juicio al vigilar
que éste se lleve acorde a las disposiciones legales
Nos sigue diciendo este último tratadista, que las partes que intervienen en el amparo tienen
diversos intereses, ya que el del quejoso o agraviado es que se declare la inconstitucionalidad del
acto de autoridad que reclama; el interés de la autoridad responsable y del tercero perjudicado es
la subsistencia del acto que se reclama en el amparo, es decir que se declare su
constitucionalidad; en tanto que el interés del Ministerio Público Federal es que se tramite y
resuelva el Juicio de Amparo conforme a lo que señala la Constitución y la ley reglamentaria del
mismo, y que se dicte una sentencia justa, esto es, esto es que si el quejoso tiene la razón porque
el acto reclamado es inconstitucional, el representante social estará a favor de que se le otorgue el
amparo y si no le asiste la razón, se le niegue la protección federal y si el juicio es improcedente
puede formular pedimento para que se sobresea el juicio.
De lo anterior, así como del contenido del artículo 5º de la Ley de Amparo, tenemos que son partes
en este juicio constitucional:
I. El quejoso, teniendo tal carácter quien aduce ser titular de un derecho subjetivo o de un interés
legítimo individual o colectivo, siempre que alegue que la norma, acto u omisión reclamados violan
los derechos previstos en el artículo 1o de la presente Ley y con ello se produzca una afectación
real y actual a su esfera jurídica, ya sea de manera directa o en virtud de su especial situación
frente al orden jurídico.
El interés simple, en ningún caso, podrá invocarse como interés legítimo. La autoridad pública no
podrá invocar interés legítimo.
El juicio de amparo podrá promoverse conjuntamente por dos o más quejosos cuando resientan
una afectación común en sus derechos o intereses, aun en el supuesto de que dicha afectación
derive de actos distintos, si éstos les causan un perjuicio análogo y provienen de las mismas
autoridades.
La víctima u ofendido del delito podrán tener el carácter de quejosos en los términos de esta
Ley.
Para los efectos de esta Ley, los particulares tendrán la calidad de autoridad responsable cuando
realicen actos equivalentes a los de autoridad, que afecten derechos en los términos de esta
fracción, y cuyas funciones estén determinadas por una norma general.
a) La persona que haya gestionado el acto reclamado o tenga interés jurídico en que subsista;
b) La contraparte del quejoso cuando el acto reclamado emane de un juicio o controversia del
orden judicial, administrativo, agrario o del trabajo; o tratándose de persona extraña al
procedimiento, la que tenga interés contrario al del quejoso;
c) La víctima del delito u ofendido, o quien tenga derecho a la reparación del daño o a
reclamar la responsabilidad civil, cuando el acto reclamado emane de un juicio del orden
penal y afecte de manera directa esa reparación o responsabilidad;
d) El indiciado o procesado cuando el acto reclamado sea el no ejercicio o el desistimiento de
la acción penal por el Ministerio Público;
e) El Ministerio Público que haya intervenido en el procedimiento penal del cual derive el acto
reclamado, siempre y cuando no tenga el carácter de autoridad responsable.
IV. El Ministerio Público Federal en todos los juicios, donde podrá interponer los recursos que
señala esta Ley, y los existentes en amparos penales cuando se reclamen resoluciones de
tribunales locales, independientemente de las obligaciones que la misma ley le precisa para
procurar la pronta y expedita administración de justicia.
Sin embargo, en amparos indirectos en materias civil y mercantil, y con exclusión de la materia
familiar, donde sólo se afecten intereses particulares, el Ministerio Público Federal podrá interponer
los recursos que esta Ley señala, sólo cuando los quejosos hubieren impugnado la
constitucionalidad de normas generales y este aspecto se aborde en la sentencia.
3.2.2 Objeto.
3.2.3 Causa.
Artículo 103. Los Tribunales de la Federación resolverán toda controversia que se suscite
I. Por normas generales, actos u omisiones de la autoridad que violen los derechos
humanos reconocidos y las garantías otorgadas para su protección por esta Constitución,
así como por los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte;
II. Por normas generales o actos de la autoridad federal que vulneren o restrinjan la
soberanía de los Estados o la autonomía de la Ciudad de México, y
III. Por normas generales o actos de las autoridades de las entidades federativas que
invadan la esfera de competencia de la autoridad federal.
Art. 107. Las controversias de que habla el artículo 103 de esta Constitución, con excepción de
aquellas en materia electoral, se sujetarán a los procedimientos que determine la ley reglamentaria,
de acuerdo con las bases siguientes:
I. El juicio de amparo se seguirá siempre a instancia de parte agraviada, teniendo tal carácter
quien aduce ser titular de un derecho o de un interés legítimo individual o colectivo, siempre que
alegue que el acto reclamado viola los derechos reconocidos por esta Constitución y con ello se
Artículo 6. El juicio de amparo puede promoverse por la persona física o moral a quien afecte la
norma general o el acto reclamado en términos de la fracción I del artículo 5o. de esta Ley. El
quejoso podrá hacerlo por sí, por su representante legal o por su apoderado, o por cualquier
persona en los casos previstos en esta Ley.
Cuando el acto reclamado derive de un procedimiento penal, podrá promoverlo, además, por
conducto de su defensor o de cualquier persona en los casos en que esta Ley lo permita.
Del contenido de los preceptos transcritos, se desprende que el Juicio de Amparo de ninguna
manera puede iniciarse en forma oficiosa por las autoridades federales, sino que se hace
necesario que el gobernado que se considere afectado en sus garantías o derechos
constitucionales, acuda ante dichas autoridades ejercitando la Acción de Amparo, excitando a la
autoridad para que a través del procedimiento legal le sean restituidas esas Garantías o Derechos
violados.
Este principio encuentra su sustento constitucional en el contenido de la fracción I del artículo 107
Constitucional, que señala: “El juicio de amparo se seguirá siempre a instancia de parte agraviada,
teniendo tal carácter quien aduce ser titular de un derecho o de un interés legítimo individual o
colectivo, siempre que alegue que el acto reclamado viola los derechos reconocidos por esta
Constitución y con ello se afecte su esfera jurídica, ya sea de manera directa o en virtud de su
especial situación frente al orden jurídico. Tratándose de actos o resoluciones provenientes de
tribunales judiciales, administrativos o del trabajo, el quejoso deberá aducir ser titular de un
derecho subjetivo que se afecte de manera personal y directa;”.
Este principio tiene íntima relación con el interés jurídico o legítimo del quejoso o agraviado, toda
vez que éste debe acreditar que el acto que reclama le perjudica en su esfera de intereses, ya que
de no acreditar este extremo, el amparo deberá sobreseerse.
Por agravio debe entenderse todo menoscabo, pérdida, detrimento o afectación que sufre un
gobernado en su patrimonio o en su persona, debiendo afectar por otra parte en forma directa al
quejoso o agraviado, esto es que sea el titular del derecho afectado (interés jurídico), o bien que
el acto de autoridad le afecta de manera indirecta en virtud de su especial situación frente al orden
jurídico (interés legítimo), por lo que, quien promueve un juicio de garantías debe acreditar tanto
la existencia del acto reclamado, como el daño o perjuicio que en forma directa o indirecta, le
causa dicho acto.
4.3 Relatividad.
A este principio se le conoce también como “fórmula Otero” y consiste en que la sentencia de
Amparo, solamente tendrá efectos en relación al impetrante del amparo, por lo que de ninguna
manera se hará una declaración general de inconstitucionalidad respecto del acto reclamado.
En relación a este principio se han formado múltiples debates entre aquellos que se pronuncian
porque se mantenga dicha fórmula o principio y aquellos que consideran que debe de suprimirse y
que las sentencias que se dicten, en forma principal en el amparo contra leyes, tengan efectos
generales, esto es efectos erga omnes. El debate no solo se centra en los efectos que tendría para
el amparo, sino en relación al equilibrio de poderes, toda vez que los que pugnan porque se
mantenga dicho principio, sostienen que si las sentencias tuvieran efectos generales, ocasionaría
que el poder legislativo quedara sometido a las decisiones del poder judicial, al derogar o abrogar
de hecho, las leyes emitidas por el primero, afectando la división de poderes que es una decisión
política fundamental del Estado Mexicano.
“Las sentencias que se pronuncien en los juicios de amparo sólo se ocuparán de los quejosos que
lo hubieren solicitado, limitándose a ampararlos y protegerlos, si procediere, en el caso especial
sobre el que verse la demanda.
4.4 Definitividad.
El principio de definitividad resulta determinante para que pueda darse trámite al juicio de amparo,
toda vez que si no se agota este principio, por regla general, no se sigue el procedimiento de
amparo, el principio en estudio consiste básicamente en que deben haberse agotado todos los
medios ordinarios de defensa que la ley de la materia contempla, para poder interponer la
demanda de garantías, en caso de no agotarse este principio la demanda deberá desecharse,
conforme a lo que establecen la fracción XVIII primer párrafo, XIX y XX del artículo 61 de la nueva
Ley de Amparo. El propio artículo 107 Constitucional, en su fracción III, incisos a) y b) contempla
este principio, señalando el primero de estos incisos, en el párrafo tercero y en relación al amparo
directo, que:
“Para la procedencia del juicio deberán agotarse previamente los recursos ordinarios que se
establezcan en la ley de la materia, por virtud de los cuales aquellas sentencias definitivas, laudos
y resoluciones puedan ser modificados o revocados, salvo el caso en que la ley permita la renuncia
de los recursos.”
“Al reclamarse la sentencia definitiva, laudo o resolución que ponga fin al juicio, deberán hacerse
valer las violaciones a las leyes del procedimiento, siempre y cuando el quejoso las haya
impugnado durante la tramitación del juicio mediante el recurso o medio de defensa que, en su
caso, señale la ley ordinaria respectiva.”
“el amparo procederá contra actos en juicio de imposible reparación, fuera de juicio o concluido el
juicio, una vez que se haya agotado los recursos que en su caso procedan.”
En la materia administrativa este principio se contempla en la fracción IV, del propio precepto
constitucional invocado.
4.4.1 Excepciones.
Conforme a este principio el juzgador de amparo, sea singular o colegiado, debe de dictar sus
resoluciones atendiendo a los conceptos de violación vertidos por el quejoso en su escrito de
demanda, por lo que no puede ir más allá o salirse de lo que expone en los mismos el solicitando
del Amparo, aún y cuando del análisis de las constancias se desprenda que efectivamente se
cometió una violación a las Garantías Individuales del impetrante, sin embargo al no hacerlas valer
de manera adecuada el mismo, el juzgador se ve impedido de suplir esa deficiencia y
consecuentemente debe de negar el amparo.
“En el juicio de amparo deberá suplirse la deficiencia de los conceptos de violación o agravios de
acuerdo con lo que disponga la ley reglamentaria”.
Atendiendo en lo que al respecto establece la Ley de Amparo en el artículo 79, en cuanto a las
materias en que debe de suplirse la deficiencia de la queja deficiente, se infiere que en aquellas
materias en que no se señale que procede la misma, debe aplicarse el principio en estudio.
Este principio que algunos autores no consideran como tal, sino como una excepción al principio
de estricto derecho, consiste en que los juzgadores de amparo deben de proceder al análisis de las
constancias del expediente de amparo, con independencia de los conceptos de violación
esgrimidos por el quejoso y si encuentran que hubo violaciones a Garantías Individuales, deben
proceder a dictar su fallo en el sentido de conceder el amparo, señalando en la sentencia
correspondiente que en suplencia de la deficiencia de la queja, se procede al análisis de dichas
constancias y en consecuencia a determinar si se omitió por el quejoso el dolerse de esas
violaciones a sus Garantías.
Conforme a este principio el juicio de amparo debe sujetarse a los procedimientos y formas que
señala, tanto la propia constitución en el artículo 107 que sienta las bases del mismo, como lo
dispuesto en la ley de amparo, por lo que las partes y el propio juzgador deben sujetarse a tales
disposiciones, no pudiendo alterar, ni omitir las reglas del procedimiento.
Burgoa Orihuela, después de una serie de disquisiciones nos dice que: parte en un juicio es toda
persona a quien la ley le da facultad para deducir una acción, oponer una defensa en general o
interponer cualquier recurso o a cuyo favor o contra quien va a operar la actuación concreta de la
ley.
El definir a las partes en el juicio de amparo resulta un tanto complejo en virtud a la naturaleza del
mismo, así como a los intereses que cada una de las partes tiene en su intervención en este juicio
Constitucional, de ahí que Raúl Chávez Castillo nos diga que: parte en el Amparo es aquella que
tiene interés en que se declare la constitucionalidad o bien la inconstitucionalidad de una ley o acto
que se reclama en el Amparo también se constituye en un medio regulador en dicho juicio al vigilar
que éste se lleve acorde a las disposiciones legales
Nos sigue diciendo este último tratadista, que las partes que intervienen en el amparo tienen
diversos intereses, ya que el del quejoso o agraviado es que se declare la inconstitucionalidad del
acto de autoridad que reclama; el interés de la autoridad responsable y del tercero perjudicado es
la subsistencia del acto que se reclama en el amparo, es decir que se declare su
constitucionalidad; en tanto que el interés del Ministerio Público Federal es que se tramite y
resuelva el Juicio de Amparo conforme a lo que señala la Constitución y la ley reglamentaria del
mismo, y que se dicte una sentencia justa, esto es, esto es que si el quejoso tiene la razón porque
el acto reclamado es inconstitucional, el representante social estará a favor de que se le otorgue el
1. El quejoso.
2. La autoridad responsable.
3. El tercero interesado.
4. El Ministerio Público Federal.
5.1 Quejoso.
Esta parte es el gobernado que resiente los efectos del acto de autoridad en su esfera de derechos
humanos y garantías, en tal virtud es el titular de la acción de amparo, mediante la cual acude ante
los Tribunales Federales para que a través del procedimiento respectivo, se declare la nulidad o
inconstitucionalidad del acto de autoridad y se le restituya en el goce de sus derechos y garantías
violados.
Al hablar de gobernado debe entenderse que es todo ente que puede ser agraviado en sus
derechos por un acto de autoridad, pudiendo tener este carácter:
Artículo 6o. El juicio de amparo puede promoverse por la persona física o moral a quien afecte la
norma general o el acto reclamado en términos de la fracción I del artículo 5o. de esta Ley. El
quejoso podrá hacerlo por sí, por su representante legal o por su apoderado, o por cualquier
persona en los casos previstos en esta Ley.
Cuando el acto reclamado derive de un procedimiento penal, podrá promoverlo, además, por
conducto de su defensor o de cualquier persona en los casos en que esta Ley lo permita.
Artículo 8o. El menor de edad, persona con discapacidad o mayor sujeto a interdicción podrá
pedir amparo por sí o por cualquier persona en su nombre sin la intervención de su legítimo
representante cuando éste se halle ausente, se ignore quién sea, esté impedido o se negare a
promoverlo. El órgano jurisdiccional, sin perjuicio de dictar las providencias que sean urgentes, le
nombrará un representante especial para que intervenga en el juicio, debiendo preferir a un familiar
Al hablar de tercero perjudicado se decía que era la parte que había resultado beneficiada con la
emisión del acto de autoridad contra el cual el quejoso interponía el juicio de garantías y en el
supuesto de que el amparo le fuera concedido al impetrante del amparo, la sentencia dictada le
causaba perjuicios a ese tercero, toda vez que el acto que le favorecía era dejado sin efectos.
Como ejemplo de tercero interesado, al cual no le favorece ni le perjudica la sentencia que se dicte
en el amparo, tenemos que la Ley de Amparo en el inciso e) de la fracción III, señala que tiene el
carácter de tercero interesado: “El ministerio público que haya intervenido en el procedimiento
penal del cual derive el acto reclamado, siempre y cuando no tenga el carácter de autoridad
responsable.”
La autoridad responsable, es aquélla a quien se imputa la emisión del acto que se reclama y contra
la cual se demanda la protección de la justicia federal a través del ejercicio de la acción de amparo,
por considerar el quejoso que el acto que emite viola sus derechos humanos y sus garantías, sea
de manera directa o por invadir la esfera de competencia de otras autoridades (amparo soberanía).
Las autoridades tienen una doble personalidad, la que corresponde a su carácter de ente público
dotado de las facultades que como autoridad de corresponden y la de carácter privado cuando
actúan en relaciones de coordinación con los particulares, para efectos de considerarla como
autoridad responsable siempre será en su carácter propio de la función pública que desempeña,
esto es con facultades de imperio y en ejercicio de las funciones que le resultan propias atendiendo
al hecho de ser depositario de la soberanía popular, reuniendo sus actos los requisitos
característicos del acto autoritario, esto es, cuando los mimos son unilaterales, imperativos y
coercitivos.
La autoridad responsable en el amparo puede tener un doble carácter: como autoridad emisora del
acto que se reclama, en cuyo caso estamos en presencia de lo que se conoce como autoridad
responsable ordenadora y por otra parte tenemos a la o las autoridades que materializan el
mandato de la ordenadora, a las cuales se les denomina como autoridades ejecutoras.
Esta institución, como parte en el juicio de amparo, tiene dentro de sus funciones y objetivos
específicos, la finalidad general de defender los intereses sociales y del Estado, la intervención
específica que tiene en el juicio de amparo, consiste en velar por la observancia del orden
constitucional, vigilando que se acaten los preceptos constitucionales que contienen los derechos
humanos y garantías del gobernado, así como el que se siga el proceso constitucional conforme a
los lineamientos constitucionales y legales, por lo que no tiene realmente un interés propio dentro
del amparo, sino que constituye una parte equilibradora de las pretensiones de las otras partes.
La fracción XV del artículo 107 Constitucional, establece: “El Procurador General de la República o
el Agente del Ministerio Público Federal que al efecto designare, será parte en todos los juicios de
amparo; pero podrán abstenerse de intervenir en dichos juicios, cuando el caso de que se trate
carezca a su juicio, de interés público.”
“El Ministerio Público Federal en todos los juicios, donde podrá interponer los recursos que señala
esta ley, y los existentes en amparos penales cuando se reclamen resoluciones de tribunales
locales, independientemente de las obligaciones que la misma ley le precisa para procurar la
pronta y expedita administración de justicia.
Sin embargo, en amparos indirectos en materia civil y mercantil, y con exclusión de la materia
familiar, donde sólo se afecten intereses particulares, el Ministerio Público Federal podrá interponer
los recursos que esta Ley señala, sólo cuando los quejosos hubiesen impugnado la
constitucionalidad de normas generales y este aspecto se aborde en la sentencia.”
Como puede apreciarse la función que se asigna en la nueva Ley de Amparo al Ministerio Público
Federal, resulta de mayor importancia, toda vez que con anterioridad se le consideraba una figura
decorativa dentro del juicio de amparo, siendo pertinente el hacer notar que la ley reglamentaria del