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CRISTO? (1)
MICHEL ODENT (2)
Nunca los conceptos reichianos tan fáciles de emparentar con los conceptos de la
Neurofisiología moderna. Nunca ha sido tan fácil de traducir a Reich al lenguaje
científico y nunca las conclusiones, así como las afirmaciones reichianas han sido
tan bien adaptables a la comprensión de una crisis obstétrica latente durante un
tiempo considerable, pero que entra hoy en una fase de crisis grave.
Vemos pues que los efectos de la puesta en juego del "sistema inhibidor de la
acción" concierne al conjunto de la economía neuroendocrina. Las implicaciones de
éste término le han parecido múltiples a Laborit, en una sociedad en donde las
situaciones altamente patógenas son frecuentes. Sin embargo, en sus trabajos,
Laborit no ha tenido en cuenta al recién nacido, al niño. Es sin lugar a dudas, en la
edad en donde se regula el "hormostato" hipotálamo-límbico, cuando estas
situaciones comportamentales son las más patógenas. Así tenemos, que un número
enorme de recién nacidos están en situación crónica de inhibición de la acción. El
recién nacido se da cuenta que sus gritos y sus lloros no sirven para nada, está en
situación de sumisión total; en este caso el recién nacido, que de todos nos es
conocido la necesidad fundamental que tiene de cuidados primordiales, está en una
situación de "inhibición de la acción". El recién nacido, además de necesitar
contactos cutáneos, estimulaciones de su sistema vestibular por la acción de su
mecer, estimulaciones auditivas significantes, referencias olfativas, leche, calor,
succión, tiene necesidad también de saber lo que pide no será inútil. El recién nacido
al que se le pincha; el recién nacido al que se le estira la columna vertebral sin tener
ninguna posibilidad de huir ni de luchar, está en una situación de "inhibición de la
acción".
Tanto en el Oeste como, y más aún, en el Este, la gran mayoría de los seres
humanos pasan sus primeros días, las primeras semanas, los primeros meses, en
situaciones prolongadas de "inhibición de la acción". Tanto nuestras madres como
nuestras abuelas, nos han enseñado a no favorecer las "malas costumbres" en los
bebés, es decir, a no responder a sus necesidades fundamentales, o sea, a dejarles
en una situación de inhibición de la acción. ¿Cuáles son a largo plazo las situaciones
propias de la "inhibición de la acción"? No son otras que las disregulaciones
hipotálamo-límbicas denominadas "enfermedades de la civilización". En el cuadro
de las enfermedades de la civilización incluimos también, tanto las diferentes formas
de depresión (los depresivos tiene una tasa elevada de cortisol en la sangre), las
disfunciones sexuales, de las cuales forman parte los partos difíciles, las
hipertensiones arteriales, las úlceras gastroduodenales, las agresiones de angustia
y de irritabilidad, las enfermedades auto-inmunes cuya frecuencia y polimorfismo se
concretizan de más en más (rectolitis femorrágica, hipertiroidismo, ciertas diabetes,
miastenia, etc.), las depresiones o los desarreglos inmunitarios que juegan un papel
fundamental en la génesis de las enfermedades infecciosas, así como el cáncer.
Reich ya había establecido la relación existente entre el trato que recibe el recién
nacido y el desarrollo del cáncer. En la SUPERPOSICION COSMICA escribía: "si
tenía alguna utilidad el impedir que los enfermos de cáncer muriesen cuando a miles
de millones de niños se les mata emocionalmente". Yo, en lo que personalmente se
refiere, seguí ese itinerario, dejando poco a poco, mi trabajo de cirujano, para
consagrarme cada vez más al nacimiento.
¿Cómo poder prevenir estas situaciones altamente patógenas tan frecuentes en los
recién nacidos, particularmente, en los recién nacidos en esta sociedad industrial?
Antes que nada tomando en consideración las necesidades básicas y
fundamentales del recién nacido. Las necesidades de leche y de calor no son
conocidas. Pero por el contrario las necesidades de estimulación sensorial, nos son
desconocidas o subestimadas. Sin embargo, el recién nacido necesita
estimulaciones sensoriales. Una estimulación sensorial es una aportación de
energía al cerebro. En este punto de vista entramos ya en contacto con la obra de
Reich y en su concepción de una energía universal, siendo la "bioenergía" un
aspecto. La neurofisiología moderan se acomoda fácilmente a la visión reichiana.
Hoy ya es una evidencia que el ser vivo capta y transforma constantemente, parte
de energía cósmica. Así por ejemplo, cuando una retina percibe un rayo de luz, la
energía luminosa se transforma en energía electrónica a nivel del nervio óptico,
después en energía química a nivel de las sinapsis entre dos células nerviosas, de
manera tal que una estimulación sensorial es un aporte de energía al cerebro.
La respuesta de la madre a las necesidades del recién nacido será más correcta
cuando se sabe respetar ciertos períodos sensibles, particularmente, los momentos
que siguen al nacimiento, no perturbando la relación madre-hijo. La noción de
período sensible, de "apego", ha sido bien estudiado por los ecologistas, y también
hoy es accesible a la visión neuro-endocrinológica. En la maternidad en donde
trabajo (5) es frecuente encontrar al madre sentada en el suelo en los momentos
que siguen al parto con el niño en su regazo, apegados completamente contra su
pecho, porque el parto acontece en posición de cuclillas (sostenida), posición que
conlleva el máximo respeto al período sensible, verdaderamente determinante.
Ahora comprendemos mejor el que la madre y el niño estén en un período hormonal
todavía específico, porque parece ser que tanto el uno como el otro estén
fuertemente impregnados de "endorfinas", es decir, de opiáceos endógenos;
hormonas que tienen un rol preponderante en las conductas afectuosas, en las
conductas de asistencia atenta, así como en la inducción de hábitos. Parece ser
que también este sistema de las "endorfinas" juega su papel, importante en le
proceso del "apego". En el momento del parto, la posición de la madre no es
indiferente, porque cuando el busto está en posición vertical, el contacto piel a piel,
el cruce de miradas, todo tipo de intercambio de señales llegan al máximo de su
riqueza. El busto de la madre en posición vertical facilita la lactancia en el momento
mismo del "reflejo de succión"; de hecho este comportamiento complejo del bebé le
permite encontrar y chupar el pecho de su madre, con frecuencia una media hora
después del nacimiento.
El "fenómeno Leboyer" como aportación nueva por las primeras experiencias del
recién nacido nos parecen un paso inmenso en la dirección del "Final del Asesinato
de Cristo". Pero en la medida que el nacimiento "sin violencia" ha sido interpretado
por el individuo acorazado, no como el título de una obra de arte, sino simplemente
como "el método Leboyer", la acogida del recién nacido por el padre o por otro
profesional puede parecer de nuevo como una forma diferente de eliminar a la
madre. La facilidad con que los médicos imponen reposo durante el embarazo,
bloquea el cuello y paraliza el músculo uterino con drogas, merecen todos ellos el
mismo tipo de interpretación; de la misma manera, podríamos hablar de la facilidad
con que ellos ordenan para la lactancia al más mínimo problema. Podríamos
multiplicar esta clase de ejemplos.
El círculo vicioso no puede romperse más que por la toma de conciencia, que debe
inducir la puesta en tela de juicio radical de las condiciones habituales del
nacimiento.
SECRETARIA INTERNACIONAL: