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¿Qué sucede con nuestro cuerpo, alma y espíritu una vez morimos?
Recordemos que cuando el Señor hizo Adán, lo formo del polvo de la tierra e
hizo del barro un cuerpo físico, que es la carne. Cuando la persona muere,
su cuerpo vuelve al polvo, porque hemos sido formados de la tierra, por
tanto el cuerpo que ha sido sepultado se convierte en cenizas.
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El espíritu es el aliento de Dios, es lo que nos mantiene con vida; luego que
el Señor hizo al hombre dice la Biblia que sopló aliento de vida sobre sobre
él, por lo tanto, este aliento regresa a Dios porque es proveniente de Él.
La parábola del rico y Lázaro nos demuestra que ambos hombres murieron y
fueron sepultados, pero sus almas no murieron y fueron a la eternidad.
Mientras que Lázaro estaba en una parte del Seol llamado el paraíso, el rico
estaba en un lugar de tormentos llamado el Hades.
Pablo en una de sus cartas, escribió: «Porque de ambas cosas estoy puesto
en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es
muchísimo mejor», Filipenses 1:23. El apóstol sabía que una vez partiera de
esta tierra, su alma se uniría de inmediato con el Señor, estaría en el paraíso
con Él.
El apóstol Pedro también declaró: «Pues tengo por justo, en tanto que estoy
en este cuerpo, el despertaros con amonestación; sabiendo que en breve
debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha
declarado», 2 Pedro 1:13-14.
Nuestra alma no está en reposo, ni descanso como muchos creen, la verdad
es que nuestra alma sigue estando presente en el plano espiritual y va al
lugar que le corresponda según haya sido el proceder de la persona, si para
bien, al paraíso o si para perdición al Hades.