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Guía de Estudio

Parte 4

Objetivos:
• Conocer el rol del monitor en prevención de ASI
• Saber cómo llevar a cabo la prevención del ASI
CURSO PARMONITORES EN PREVENCIÓN DE ASI

Rol del Monitor en prevención de ASI

Un monitor o una monitora, en el contexto socioeducativo, es entendido como una


persona que guía el aprendizaje de otros (RAE) en alguna disciplina o conocimiento
específico, aunque la misma palabra tiene varias acepciones en distintos contextos.
Otra forma de denominar esta labor es el concepto de facilitador, que se refiere a
una persona que se desempeña como instructor u orientador en una actividad.
Ambos conceptos llevan en sí la idea de estar desempeñando un papel a través del
cual se puede facilitar, orientar y guiar a otros en la adquisición de aprendizajes,
entendiendo que para esto será necesario contar con conocimientos previos, y
variados recursos que poner a disposición de los destinatarios.

Un monitor en prevención de abuso sexual infantil, debe ser capaz de llevar a cabo
diferentes actividades o intervenciones socioeducativas, entregando información
precisa, relevante, y acorde a los destinatarios, a fin de levantar factores protectores
para niños, niñas y adolescentes; visibilizar la realidad de cómo se da, en general,
el abuso; desmitificar o erradicar falsas creencias, y ayudar a romper con la cadena
de silencio que favorece la continuidad de este flagelo. Para esto es necesario
conocer algunas herramientas o técnicas, junto con ir desarrollando ciertas
habilidades que permitan presentarse frente a grupos de personas y desenvolverse
con propiedad, adecuando los contenidos a trabajar según las características que
cada grupo presente (edad, rol, etapa del ciclo vital, etc.)
A continuación, se presentan algunos consejos para tener en cuenta:

Hablar con propiedad


Saber de qué se está hablando implica no sólo conocer los contenidos, sino también
ceñirse a un plan elaborado con anticipación. El diseño de este plan es el que
permitirá al facilitador desenvolverse a través de la intervención con propiedad y
lograr los objetivos que se haya propuesto.

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Planificar detalladamente la intervención


Existen múltiples formas de elaborar un diseño de intervención, y esto dependerá
del tipo de interacción que se tendrá con los destinatarios, por ejemplo, una charla,
un taller, o una actividad lúdica.
Se debe tener claridad de cada actividad a realizar y ceñirse a lo planificado, así
como al tiempo determinado para cada momento de la intervención, para tener
resultados óptimos.
De la misma forma se debe considerar anticipadamente los materiales o
implementos necesarios para cada actividad, lo que implica: infraestructura,
mobiliario, aparatos multimedia, material didáctico, hojas, lápices, etc.

Buen uso del lenguaje:


Un lenguaje adecuado es también necesario para lograr intervenciones efectivas. Y
lo adecuado responde a múltiples factores. Por ejemplo, si va a dirigirse a un grupo
de adolescentes, podría ser adecuado utilizar un lenguaje “coloquial”, si esto le
permite acercarse de mejor manera a ellos, pero teniendo cuidado de no caer en
exageraciones o en parecer estar representando un personaje teatral, pues
fácilmente lo notarían y perderían interés en escuchar. Si, en cambio, va a dirigirse
a un grupo de adultos, será necesario utilizar un lenguaje menos relajado, pero de
todos modos amigable, ya que expresarse de manera muy técnica o grandilocuente
también podría alejarlo de su audiencia. Si, por el contrario, su público objetivo es
un grupo de niños, entonces será necesario dirigirse a ellos con palabras sencillas
pero precisas, y si es necesario, recurrir a la actuación, tal si estuviera interpretando
a un personaje teatral, pues mientras mayor sea su capacidad histriónica, logrará
captar su atención de mejor manera.
Es preciso notar, que se debe tener especial cuidado en la forma como dirigirse a
los participantes al hablar en particular con uno de ellos, procurando usar siempre
palabras amables, tono cortés, y expresar agradecimiento cada vez que alguien
hace una intervención, esto permitirá que se sientan respetados y considerados en
sus opiniones, y por lo tanto se interesen en participar activamente.

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Evitar juicios, descalificaciones o generalizaciones


Es muy importante, tanto como el uso de un lenguaje adecuado, expresar las ideas
propias como tales, sin presentarlas como una verdad absoluta. Lo cierto es que se
puede dar una opinión desde la experticia o el conocimiento profesional, pues está
basada en datos comprobables, pero al momento de emitir opiniones más bien
personales se debe tener precaución de que estás sean juicios de valor (ej.: “es
malo tomar a los niños en brazo” pues habrá circunstancias en las que se puede
considerar malo o inadecuado, sin embargo, en otras no), o caer en
descalificaciones (ej.: “los niños no entienden mucho estas cosas”) o generalizar
(ej.: “todos los hombres son iguales”, pues es imposible que ud. conozca a todos
los hombres que existen y que haya comprobado que efectivamente sean iguales)
Utilizar este tipo de expresiones puede ir sesgando la conversación, o bien, invitar
a los participantes a debatir acerca de temas posiblemente poco enriquecedores.
Si uno de los participantes utiliza una de estas expresiones, ud. puede intervenir
con mucha delicadeza y así no dar crédito a sus palabras, aclarando que, aunque
esa sea su válida opinión, no se podría considerar como una verdad irrefutable (Ej.:
“gracias por comentarnos la opinión que tienes acerca de esto con base en tu
experiencia, posiblemente haya otras opiniones de acuerdo a cómo cada uno de
nosotros lo haya experimentado, y podríamos considerarlas igualmente válidas”).

Volumen y tono de la voz


Se debe ejercitar la capacidad de controlar el volumen y tono de la voz siempre en
beneficio de transmitir el mensaje deseado con la menor cantidad de interruptores
posibles. Un tono de voz muy agudo pude provocar rechazo o cansancio en los
receptores, así como un volumen demasiado bajo dificultará la recepción de los
contenidos que se desea trabajar, lo que finalmente provocará la falta de atención.
También un volumen muy alto puede provocar rechazo o distracción, sobre todo en
los niños, quienes podrían sentirse amedrentados, aun cuando el mensaje que se
les esté entregando sea de amor y cuidados.

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Velocidad y ritmo
Es importante también, cuidar que la velocidad con que se habla sea adecuada,
evitando ir demasiado rápido o demasiado lento, logrando mantener un ritmo
propicio para que la audiencia vaya siguiendo el hilo conductor de la intervención;
esto se refiere a poder fluir a lo largo de la intervención, sin hacer pausas muy
prolongadas, pero sí procurando hacerlas cuando se requiera.

Manejo del grupo de participantes


A demás del lenguaje amable, el buen trato hacia los participantes se deberá
expresar logrando ser un excelente moderador o mediador manteniendo una buena
actitud y disposición. Esto quiere decir que se puede tener el control de la situación
-o, dicho de otra forma, dirigir lo que va sucediendo a lo largo de la intervención
siempre en función del objetivo final- aun cuando los participantes tengan opiniones
distintas, o alguno de ellos mencione temáticas que están fuera del objetivo
principal. Escuchar cada opinión con respeto, invitando a los demás a hacerlo de la
misma forma abrirá la disposición al diálogo y permitirá apaciguar los ánimos
cuando dos o más participantes se involucren en una discusión, logrando
aprovechar la riqueza que hay en las distintas miradas de un mismo asunto y aun
así defender los valores que se representan.

De la misma manera se puede ser amable con aquellas personas que suelen hacer
muchas intervenciones, o que se extienden largamente al momento de dar su
opinión. Se puede decir, por ejemplo: - veo que este es un tema que te convoca a
participar activamente, lo que te agradezco. De seguro que sería estupendo contar
con más tiempo para poder conversar, o tal vez tener más instancias como esta;
pero ya que hoy contamos con un tiempo limitado, intentemos sacar el máximo
provecho- o: – Disculpa Juan, sin duda que tienes algo interesante que aportar,
como lo han sido tus anteriores comentarios, lo cual agradezco. ¿Te parece si
damos también el espacio para que otros expresen su opinión?- Otra alternativa
puede ser: - Discúlpame Ana, debo interrumpirte en favor del tiempo. No sabes lo
valioso que es ver que te sientas en libertad de hablarnos de ti, sin embargo, es

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valioso también que alcancemos a desarrollar esta actividad en el tiempo


establecido-.

También, entre un grupo de personas pueden encontrarse quienes permanecen


reticentes de expresar sus opiniones. En algunas ocasiones, estas personas,
debido a su temperamento de tipo reflexivo, pasado un buen tiempo, finalmente
logran expresar su opinión y nos sorprenden gratamente con riquísimos
comentarios. Otros son más bien tímidos, y les cuesta tomar la iniciativa, pero con
una pequeña ayuda es suficiente. A ellos se les puede invitar a participar
directamente, diciendo por ejemplo: - Juan, veo que has permanecido muy atento a
esta conversación, ¿te gustaría compartir con nosotros tu opinión?- o: -Ana, me
encantaría escucharte también, sé que tienes algo valioso que aportarnos-
Para cualquiera de estas intervenciones, el tono amable y entusiasta es el que
permitirá una buena recepción en el destinatario.

En ocasiones, suele suceder que al hacer una pregunta a los participantes la


respuesta de ellos comienza a salirse del tema planteado, para esto será necesario
hacerlos volver al tema con una breve interrupción. Por ejemplo: -Juan, debo
interrumpirte para volver a plantear la pregunta…- Y de esta forma mantenemos la
dirección hacia el objetivo.

Escucha activa
Escuchar se diferencia del acto biológico de oír, implica disposición y voluntad de
poner atención a algo o a alguien. La escucha activa es disponerse a prestar
máxima atención a otro, manteniendo una postura y actitud que le den cuenta de
que estamos escuchando. Quere decir entonces, mantener no solo silencio
mientras el otro habla, sino también mantener la mirada en él y el cuerpo quieto en
actitud de respeto. Al escuchar activamente podemos poner atención a lo que la
otra persona expresa corporalmente cuando habla (sus gestos, su postura), al
mismo tiempo que percibimos las palabras que dice, el tono con que habla, la

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intención con que lo dice, y así acercarnos a vislumbrar su emocionalidad y sus


sentimientos.
Este tipo de escucha es la que ayuda a empatizar con la otra persona para lograr ir
más allá de la cordialidad, y relacionarse desde el amor.
Al trabajar con grupos de personas, esta disposición de escuchar activamente
ayuda a ofrecer un clima de seguridad y confianza, en donde las personas se
sienten libres de expresarse y participar, pues están siendo realmente consideradas
y valoradas.

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Comprensión empática
La empatía ha sido descrita como la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Sin
embargo, si se considera con detención esta definición, se puede ver que es muy
difícil de lograr. Pues, aunque pudiera una persona ponerse en el lugar de otra, lo
cierto es que percibiría las cosas de distinta manera, con base a sus propias
experiencias. En otras palabras, el dolor que alguien siente, o el miedo, etc., no será
el mismo si lo siente otra persona, que ha tenido diferentes experiencias a lo largo
de su vida y por lo tanto ha registrado esas emociones a partir de esas vivencias.
Lo que sí se puede, es comprender empáticamente a otro, y esto quiere decir que
una persona se puede poner en el marco de referencia de otra, habiendo o no
experimentado la misma situación, pues lo importante es reconocer la emoción o
sentimiento que el otro expresa y acogerlo como auténtico, aun cuando no pueda
experimentarla tal cual. De esta manera se valida a la otra persona en su emocionar,
y se puede interactuar con ella de manera adecuada, ofreciéndole verdadera
comprensión.
Por ejemplo, en intervenciones con grupos de jóvenes o adultos, es posible que
algún participante se sienta en libertad de contar su experiencia de abuso. Esto
suele suceder cuando se ha logrado ofrecer una atmosfera de confianza, un
ambiente seguro en donde la persona no reconoce amenazas para su integridad, y
por lo tanto logra abrirse y relatar sus vivencias. En esas ocasiones el monitor debe
tener la habilidad de recoger el relato ofreciendo contención, sin en embargo, ya
que el objetivo de la intervención está relacionado con prevención y no reparación,
se deberá tener especial cuidado para mostrarle agradecimiento, reconociendo que
ha sido fuerte y valiente al querer compartir su experiencia, invitándole a tener una
breve conversación terminada la intervención que se está realizando. En dicha
conversación, el monitor debe averiguar si la persona ha recibido la atención
necesaria y seguido los pasos correspondientes a la justicia o camino a su sanidad
espiritual-físico-mental, y hacer las derivaciones correspondientes o indicar los
pasos a seguir según sea el caso.

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¿Qué debemos hacer cuando se detecta abuso sexual de un/a


menor?

1.- Acoger al niño/a o adolescente

• Resguarde su privacidad
• Manténgase a la altura física
• No lo presione a hablar
• Tome en cuenta el estado emocional
• Evite manifestarse afectado emocionalmente
• No cuestione el relato ni enjuicie o culpe
• No induzca el relato

2.- Identificar adultos de la familia o del entorno que puedan proteger

• Contener a los adultos


• Informar de pasos a seguir
• Informar eventual sintomatología
• Asegurarse de que los responsables según cada institución donde se esté
interviniendo, darán la atención debida según los protocolos que existan y
procederán a:

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o Evaluar los riesgos que corre la víctima y tomar medidas necesarias


para protegerlos (verificar si el agresor vive con la víctima)
o Denunciar directamente o gestionar la denuncia en Fiscalía
o Derivar a especialistas para reparación
o Constituir una red de profesionales que funcione a largo plazo,
alrededor de la familia.

Cómo llevar a cabo la prevención de ASI

Cuando se habla de prevención, es importante diferenciar distintos niveles:

1. Prevención primaria. Es toda intervención con población general (padres, niños


y niñas, profesionales, etc.) que tiene como fin incrementar sus conocimientos y
proporcionarles pautas de relación positivas y de autodefensa. Se trabaja cuando el
abuso todavía no ha ocurrido, favoreciéndose su detección. Es la labor de
prevención más eficaz puesto que -de tener éxito- reduciría la incidencia de los
casos de abuso sexual infantil.
2. Prevención secundaria. En este campo se trabaja con las llamadas
“poblaciones de riesgo”, personas que por sus características o circunstancias están
sujetas a un mayor riesgo de sufrir un abuso sexual. Todo niño o niña está en riesgo
de sufrir abuso sexual, pero en el caso de menores pertenecientes a determinados
contextos, éste aumenta. Refiere a:
• Menores institucionalizados/as.
• Menores con discapacidad física o psíquica.
• Hijos/as de mujeres jóvenes.
• Menores en situación de pobreza.
• Menores que conviven en familias desestructuradas.
• Menores que conviven en familias donde ha habido experiencias previas de abuso.

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3. Prevención terciaria. Se trabaja cuando ya ha tenido lugar el abuso, tanto con


la víctima -para que no vuelva a sufrirlo, proporcionándole pautas de autodefensa,
además de una posibilidad de tratamiento y rehabilitación eficaz- como con el
agresor para evitar su reincidencia. Es difícil establecer el límite entre esta labor y
el tratamiento en sí mismo, pero, aunque a menudo coincidan, pueden
complementarse porque cumplen objetivos distintos y siguen metodologías
diferentes.

En los programas de prevención primaria, resulta eficaz trabajar el enfoque de buen


trato, es decir, cómo han de ser las relaciones afectivo-sexuales en cada edad en
vez de abordar el abuso en sí mismo como agresión. En este sentido, Félix López
y Amaia del Campo afirman que se ha de conservar la perspectiva de los valores
de la ética relacional, como un modo de relacionarse con los otros basado en el
respeto a los derechos humanos (López Sánchez F., Del Campo Sánchez A.,1997).
Dichos valores son:

✔ Igualdad entre los sexos.

✔ Reconocimiento de la sexualidad infantil.

✔ Reconocimiento y fortalecimiento de los vínculos afectivos.

✔ La sexualidad entendida como encuentro placentero e intercambio de afecto, no


sólo como el acto sexual.

Según Luis y Silvia Cinalli, para que un programa de prevención sea efectivo, no
podemos hacer recaer la responsabilidad de la evitación exclusivamente sobre los
niños/as, pues éstos no siempre podrán "decir no" frente a la coerción psicológica,
emocional o física que el agresor emplee con una finalidad abusiva. Lo que
determina el éxito en la tarea de prevención es la existencia de una persona
confiable, que brinde apoyo y que pueda ayudar prontamente.

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Ellos remarcan que cuanto más pequeño sea el niño o niña, más acotada debe ser
la enseñanza y cuanto más corta la edad, más más simples los conceptos que se
darán. Y mencionan que la prevención debe incluir los siguientes tópicos:
• Enseñar acerca de la sexualidad de manera sencilla y didáctica
• Remarcar la importancia de no guardar secretos.

El primer punto se relaciona con la finalidad última de la prevención: mejorar la


capacidad de autodefensa, pero sin generar ansiedades o despertar temores.
Si la primera aproximación que tiene el niño/a respecto del tema se relaciona con
uno de los capítulos más negros, como es el abuso sexual, puede que lo condicione
negativamente en relación con el tema en general.
Destacan como sumamente importantes los recursos didácticos: videojuegos, libros
con colores alegres y llamativos, dibujos animados y canciones que permiten hacer
coreografías (con juegos de roles o representación de papeles) que afiancen los
conceptos y mejoren la asertividad. (Cinalli, José Luis y Silvia).

Un estudio en el Reino Unido (Macintyre & Carr) ha encontrado como resultado de


los programas de prevención primaria, que los niños y niñas alcanzaron logros
significativos en lo que se refiere a la adquisición de habilidades de seguridad.
También ha constatado que los programas dirigidos a los profesores han sido
efectivos en cuanto a la adquisición de habilidades para ayudar; mientras que,
contrariamente a lo que puede suponerse, los programas dirigidos exclusivamente
a padres no han ofrecido resultados significativos.

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También acerca de la eficacia de las intervenciones, Finkelhor y colaboradores


(Finkelhor D.,1995) reportaron un aumento en las tasas de divulgaciones en
aquellas escuelas donde se realizaron programas de prevención. Esto demuestra
la existencia de la problemática que se visibiliza al crear un espacio específico. Y
Jorge Barudy afirma que los programas de prevención permiten a los niños, a partir
de la información y en caso de que esté siendo abusado, reconocerse como víctima
y no como responsable, ayudándole a romper con el secreto y divulgando el abuso
(Barudy,1998)

Según la fundación Save The Children (2001) cualquier programa de prevención


primaria ha de centrarse en la detección de situaciones de riesgo. Toda persona -
niño o adulto- ha de conocer cuáles son las características y situaciones que pueden
conllevar un riesgo de abuso. Al mismo tiempo, se han de proporcionar los recursos
institucionales y sociales para actuar en caso de encontrarse en una situación de
este tipo.
Y especifican que todo programa de prevención primaria debería abordar los
derechos del niño, la educación afectivo-sexual y la promoción del buen trato.
Recomendando incluir los siguientes contenidos específicos en los programas que
trabajan con niños y niñas:

✔ Secretos que se pueden contar y secretos que no pueden ser contados. Buenos
y malos secretos.

✔ Contactos adecuados e inadecuados, no sólo por cómo le hagan sentir sino


también por quién se los haga.

✔ Conductas individuales y conductas en grupo. Cómo controlar la agresividad


contra iguales.

✔ Educación emocional.

✔ Educación afectivo sexual

✔ Asertividad

✔ Revelación y petición de ayuda: ¿cómo y a quién?

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✔ Sentimientos de culpa y vergüenza.

✔ Habilidades de autoprotección y seguridad personal.

✔ Lo mismo que no debes dejar que te hagan no debes hacerlo a otros niños.

✔ Derechos del niño: supervivencia, desarrollo, protección y participación.

Para los programas que se desarrollan con adultos y adolescentes, a su vez, se ha


de trabajar:

✔ La actitud ante la revelación, para evitar la revictimización secundaria de los niños


víctimas de abuso sexual.

✔ La posible agresión: control y autoreconocimiento.

✔ El enfoque positivo y promoción del buen trato.

✔ Las falsas creencias.

✔ El proceso de denuncia.

✔ Los recursos existentes

Qué trabajar con padres

Tal como se mencionó anteriormente respecto de los factores protectores, también


Save the Children en su Manual de formación para profesionales, destacan que
cuando se emprende cualquier tipo de labor de prevención en este ámbito, es
necesario mantener un enfoque positivo. No es posible reducir la incidencia del
maltrato infantil ni paliar sus efectos en el niño, si no fomentamos pautas de trato
adecuadas. Los padres y demás adultos cercanos al niño, antes de saber el grado
de equivocación con el que hacen las cosas, deben tener la oportunidad de hacerlas
bien. En la crianza de los niños, hay una infinidad de cosas que se dan por sabidas,
como si “el sentido común” fuera garante de su conocimiento. Esta presunción no
es cierta. Los padres a menudo ignoran el modo en el que han de enfrentarse al

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cuidado de sus hijos, a sus necesidades. De esta forma, esta crianza se suele
convertir en un aprendizaje mutuo a base de ensayos y errores.

Por eso, el planteamiento del trabajo en prevención ha evolucionado de la


prevención del maltrato infantil a la promoción del buen trato a la infancia. La idea
es proporcionar pautas positivas de relación, generalizables a otros ámbitos de la
vida personal, profesional y social.

Es importante dejar claro que, al igual que dentro del fenómeno “maltrato” se
diferencian categorías de malos tratos, también en el buen trato debería hacerse
una clasificación similar de buenos tratos. En efecto, hay factores culturales y
sociales que diferencian el comportamiento diario. Así, el contacto físico que en los
países del área mediterránea se vive como normal en otros países puede resultar
agresivo. Conservando siempre la perspectiva del respeto a los derechos del niño
como persona y a su integridad física, psicológica y emocional, se ha de comprender
que la variabilidad de pautas parentales es mayor de la que a menudo
contemplamos.

Dentro del buen trato, y en lo concerniente al abuso sexual infantil, hay un factor al
que se ha de dar prioridad: la construcción de vínculos afectivos entre el adulto y el
niño. Los padres han de diferenciar la interacción con el niño de la vinculación con
él. Cuando un adulto interactúa con el niño está compartiendo su tiempo y
proporcionándole una serie de aprendizajes, pero cuando se vincula a él pasa a ser
un referente afectivo, una presencia individual e insustituible: lo que haga o deje de
hacer en adelante condicionará el desarrollo del menor. Se constituye en espejo, en
el cual el niño se mira y va configurando su propia imagen, su propia identidad.

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A continuación, se detallan algunos de los contenidos que un programa de


promoción del buen trato debería englobar:

✔ La no violencia en las relaciones personales, sociales e institucionales.

✔ El respeto a la igualdad de género.

✔ El respeto al propio cuerpo y al de los otros.

✔ La potenciación de los vínculos afectivos.

✔ La promoción de la tolerancia.

✔ El interés superior del niño.

✔ El reconocimiento y aceptación de los sentimientos y la afectividad en el trato con


los otros.

✔ La participación de los individuos en la comunidad.

✔ La perspectiva positiva: el reconocimiento de las cosas positivas que acontecen,


la promoción que sigan pasando y pasen más, el reconocimiento de lo positivo en
los demás.

✔ La potenciación de la comunidad como red de apoyo psicosocial, no como algo


institucional, sino como un aprendizaje desde las relaciones personales.

Cómo preparar una actividad de prevención de ASI

1. Defina un público objetivo: De las características de los destinatarios


dependerá el tipo de intervención que se podrá desarrollar, y en lo posible se
debe realizar un diagnóstico para saber, por ejemplo, el nivel de conocimiento
que posean del tema, sobre todo al tratarse de público adulto, y acorde a esto
preparar los contenidos.

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2. Establezca un Objetivo General: éste es el que le dará dirección a toda la


intervención y el que marque la pauta para las actividades que ésta incluirá.

3. Defina objetivos secundarios o específicos: éstos son los pasos


progresivos necesarios para llegar al Objetivo General.

4. Defina las actividades a desarrollar: estas deben estar diseñadas con


anterioridad al momento de llevarlas a cabo, para poder conocer los
materiales necesarios o el tiempo que requiere ponerlas en práctica

5. Defina el tiempo de duración de cada actividad y de la intervención en


total: procure ceñirse al tiempo establecido para asegurar el éxito en el
cumplimiento de los objetivos, ya que si, por ejemplo, tomara más tiempo en
alguna de las actividades, seguramente tendrá que restar tiempo de otra o
tal vez no alcance a desarrollarlas todas.

6. Detalle los materiales y recursos necesarios: considerar tanto


infraestructura, como recursos audiovisuales y material didáctico, de acuerdo
a la cantidad de destinatarios con que se trabajará y las actividades que se
desea desarrollar. Esto mismo le permitirá considerar el presupuesto que
necesitará invertir para contar con los materiales requeridos.

7. Utilice siempre una pauta que detalle el desarrollo de la intervención:


Trabajar con una programación anticipada de los distintos momentos que se
desarrollarán durante la intervención, le permitirá lograr los objetivos
propuestos en el tiempo estimado para esto. Mantenga su pauta siempre a
mano para poder verificarla constantemente y así dar continuidad y fluidez a
la intervención.

Ejemplo:
A continuación, se presenta una forma muy simplificada de la planificación de una
charla, sólo a modo de ejemplo, pues existen variadas formas de hacerlo.

Charla para padres y apoderados


Destinatarios: padres y apoderados de 1ro básico, escuela El Sembrador. Aprox
30-40 personas.
Objetivo general: Apreciar los buenos tratos a la infancia como factor de
protección contra el ASI

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Objetivos específicos:
o Conocer qué son los buenos tratos a la infancia
o Conocer cómo se relacionan con la protección ante el ASI
o Revisar qué estoy haciendo bien y qué debo mejorar, respecto de los
buenos tratos hacia mis hijos.

Actividades:
• Bienvenida: 3 min.
• Motivación: video 2 min
• Exposición: Buenos tratos 15 min.
• Actividad práctica: revisando mi realidad familiar 10 min
• Cierre: 5 min

Materiales:
• Sala para 40 personas, sillas, mesas.
• Proyector multimedia, pc, parlantes, mando a distancia.
• Video descargado al pc, PPT charla.
• Hojas impresas para la actividad práctica (40 unid.), lápices (40 unid.)
• Folleto informativo con resumen de los puntos clave de la charla, más
información de Fundación Redes de Esperanza.
• *Otros: Botellas de agua, vasos desechables, dulces.

Referencias Bibliográficas

Cinalli, José Luis y Silvia. (s.f.). Guía de estudio: Curso prevención e intervención de abuso sexual
infantíl.

Finkelhor D., D.-L. J. (1995). The effectiveness of victimization prevention instruction: an evaluetion
of children´s responses to actual threats and assaults. Child abuse and negleat.

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López Sánchez F. , Del Campo Sánchez A. (1997). Prevención de abusos sexuales a menores: Guía
para padres y madres. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales y Amaru. Salamanca.

Macintyre D., Carr A. (s.f.). Prevention of Child Sexual Abuse: the implication of Programme
EvaluationResearch. Child Abuse Review. Ed Margaret Linch and David Gough.

Save the Children. (2001). ABUSO SEXUAL INFANTIL: Manual de formación para profecionales.
Barcelona

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