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TIPOS DE DDHH
Son derechos civiles y políticos de carácter individual. Surgen con Ilustración, con el
proceso revolucionario de independencia de las colonias británicas en Norteamérica y con la
Revolución Francesa. Estos derechos imponen al Estado la obligación de respetar ciertas
libertades fundamentales a cada uno de los ciudadanos, como el derecho a la vida, la integridad
física, la libertad, la igualdad ante la ley, la prohibición de la tortura, la libertad religiosa, entre
otros. Estos son algunos de ellos:
Estos derechos se refieren a como la gente vive y trabaja junta, así como a las
necesidades básicas de la vida. Se centran en las ideas de igualdad y la garantía de acceso a los
bienes sociales y económicos, a los servicios y a las oportunidades. Se han convertido cada vez
más en tema de reconocimiento internacional por los efectos de la industrialización y el aumento
de la clase obrera.
Estos procesos dieron lugar a la aparición de nuevas demandas e ideas acerca del
significado de la vida y la dignidad humana. Se dieron cuenta de que la dignidad de la persona
humana exige algo más que la mínima falta de interferencia por parte del estado, propuesta por
los derechos civiles y políticos. Los derechos económicos, sociales y culturales están recogidos
en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) y también
en la Carta Social Europea del Consejo de Europa.
f) Los derechos sociales son los necesarios para la plena participación en la vida de la
sociedad. Incluyen al menos el derecho a la educación y el derecho a fundar y mantener
una familia, pero también muchos de los considerados a menudo como derechos
“civiles”: por ejemplo, derecho a la recreación, al cuidado de la salud, a la intimidad y a
la no discriminación.
g) Como derechos económicos entendemos los que incluyen el derecho al trabajo, a un nivel
de vida adecuado, a la vivienda y a una pensión si se es mayor de edad o para las
personas con discapacidad. La protección de estos refleja el hecho de que un cierto nivel
mínimo de seguridad material es necesario para la dignidad de la persona humana, y
también el hecho de que, por ejemplo, la falta de empleo o de vivienda pueden ser
psicológicamente degradantes.
h) Los derechos culturales se refieren a la “forma de vida” de una comunidad cultural y a
menudo se les presta menos atención que al resto. Entre ellos figuran el derecho a
participar libremente en la vida cultural de la comunidad y, posiblemente, también el
derecho a la educación. Sin embargo, muchos otros, no clasificados oficialmente como
“culturales” son esenciales para que las comunidades minoritarias dentro de una sociedad
puedan preservar los rasgos distintivos de su cultura: por ejemplo, el derecho a la no
discriminación y el derecho a la igualdad ante la ley.
Estas incorporaciones han sido el resultado de una serie de factores: vienen en parte como
respuesta a cambios en las ideas sobre la dignidad humana, y en parte como resultado de las
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nuevas amenazas y oportunidades que se presentan. En el caso de la nueva categoría que ha sido
propuesta como derechos de tercera generación, estos han sido la consecuencia de una
comprensión más profunda de los diferentes tipos de obstáculos que pueden interponerse en el
camino de la realización de los derechos de primera y segunda generación.
Los derechos específicos que se incluyen con mayor frecuencia dentro de la categoría de
tercera generación son los derechos al desarrollo, a la paz, a un medio ambiente sano, a participar
en la explotación del patrimonio común de la humanidad, a la comunicación y a la asistencia
humanitaria.
Sin embargo, ha habido algunos debates sobre esta categoría de derechos. Algunos
expertos se oponen a ellos porque son “derechos colectivos”, en el sentido de que se disfrutan en
comunidades o incluso estados enteros. Sostienen que los derechos humanos sólo pueden
poseerlos las personas. Este argumento es más que meramente verbal, debido a que algunos
individuos temen que, un cambio en la terminología podría proporcionar una “justificación” para
determinados regímenes represivos para negar los derechos humanos (individuales) en nombre
de los colectivos; por ejemplo, afectando severamente a los derechos civiles con el fin de
asegurar “el desarrollo económico”.
Hay otra preocupación que a veces se manifiesta: dado que no es el estado, sino la
comunidad internacional la que tiene que proteger los derechos de tercera generación, la
rendición de cuentas es imposible de garantizar. ¿Quién, o qué estructura se supone que es
responsable de asegurarse de que haya paz en el Cáucaso y en la región de Oriente Medio, o que
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la selva Amazónica no sea destruida, y de que se tomen las medidas oportunas contra el cambio
climático?
Sin embargo, los llamemos como los llamemos, existe un acuerdo general de que estas
áreas requieren mayor exploración y más atención de la comunidad internacional. Algunos
derechos colectivos ya han sido reconocidos, en particular en virtud de la Carta Africana de
Derechos Humanos y de los Pueblos y de la Declaración de los Derechos de los Pueblos
Indígenas. La DUDH contiene en sí mismo el derecho a la libre determinación y concretamente
el derecho humano al desarrollo fue codificado en 1986 en una Declaración de la Asamblea
General de Naciones Unidas.
“Este último es un derecho humano inalienable en virtud del cual todo ser humano y
todos los pueblos están facultados a participar en el desarrollo económico, social, cultural y
político, en el que todos los derechos humanos y las libertades fundamentales se hagan
plenamente efectivos”. Artículo 1, Declaración de la ONU sobre el Derecho al Desarrollo.
Fundamentación Filosófica
Humanismo
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El humanismo, en el actual esquema postmoderno, está influido por corrientes del
pensamiento relacionadas con la naturaleza humana, desde los inicios del recorrido histórico
racional hasta la concepción de los derechos humanos en la actualidad.
El humanismo proporciona una base filosófica sólida para comprender y justificar los
derechos humanos. Al reconocer la dignidad y el valor de cada ser humano, el humanismo aboga
por una sociedad que respete y proteja los derechos fundamentales de todos, lo que es esencial
para promover la justicia, la igualdad y la convivencia pacífica.
Utilitarismo
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individuos” (Aguilar, 2019). Esta corriente afirma que se debe procurar la felicidad para el
mayor número de personas.
En otras palabras, parte de la idea de que la felicidad del mayor número es la que debe
imperar, y si en ello se perjudica a algún/os individuo/s, puede ser aceptable en aras de propiciar
un beneficio mayor para un número mayor de personas, sin importar que sea en detrimento de
otras.
El utilitarismo es una corriente filosófica que se basa en la idea de que las acciones y las
instituciones deben ser evaluadas en función de sus consecuencias y su capacidad para promover
la felicidad o el bienestar general. Desde esta perspectiva, los derechos humanos pueden ser
considerados como un medio para alcanzar la maximización del bienestar o utilidad para la
mayor cantidad de personas posible.
Sin embargo, es importante señalar que el utilitarismo también ha sido criticado desde la
perspectiva de los derechos humanos. Algunos argumentan que esta teoría podría conducir a la
vulneración de los derechos de minorías o individuos, si se considera que el bienestar general
puede ser maximizado a expensas de los derechos y libertades individuales.
Además, los derechos humanos se basan en la idea de que ciertos derechos son inherentes
a la naturaleza humana y deben ser protegidos y respetados independientemente de las
consecuencias o del cálculo de utilidad.
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Pactismo
Iusnaturalismo
La palabra iusnaturalismo deriva del latín ius-, que significa ʽderechoʼ, naturalis, que se
refiere a ʽnaturalezaʼ, y del sufijo -ismo, que significa ʽdoctrinaʼ.
El iusnaturalismo es una doctrina filosófica cuya teoría parte de la existencia de una serie
de derechos que son propios e intrínsecos a la naturaleza humana.
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Esta doctrina apoya la idea de que existe una serie de derechos que son propios del ser
humano, sin distinción alguna, y que son anteriores a los derechos humanos y los derechos
naturales establecidos como parte de un orden social.
Estos derechos se relacionan con la ética y la moral, entendidas como aquellas normas de
buenas costumbres que todos conocemos y debemos cumplir.
Asimismo, el iusnaturalismo afirma que las leyes positivas, aquellas que rigen las normas
de un Estado, también están relacionadas con el derecho natural que, de una u otra manera, busca
imponer el orden de la existencia humana y la justicia de manera coherente.
Es decir, el iusnaturalismo se rige por los principios que parten del carácter universal que
tienen los derechos universales, es racional y busca el bienestar general de la sociedad.
Contradecir estos derechos sería ilegal y una injusticia.
Su objetivo es determinar las normas que pueden formar parte del derecho como guía
ética y moral.
Esta doctrina del derecho parte de la naturaleza del ser humano en sí mismo y de su
racionalidad.
Es inalienable, es decir, es superior y anterior a la creación del Estado.
Busca el bienestar común.
Es de carácter universal.
Es inherente al ser humano sin distinción alguna.
Por su naturaleza, estos principios no tienen que ser redactados ni plasmado en un
ordenamiento jurídico, como en el caso del derecho natural.
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Fundamentación histórica de los derechos humanos
Los derechos humanos son normas que reconocen y protegen la dignidad de todos los
seres humanos. Entre los derechos humanos se incluyen el derecho a la vida y a la libertad; a no
estar sometido ni a esclavitud ni a torturas; a la libertad de opinión y de expresión; a la educación
y al trabajo, entre otros. Estos derechos corresponden a todas las personas, sin discriminación
alguna. Estos derechos rigen la manera en que los individuos viven en sociedad y se relacionan
entre sí, al igual que sus relaciones con el Estado y las obligaciones del Estado hacia ellos.
Uno de los grandes logros de las Naciones Unidas es la creación de una normativa
integral sobre los derechos humanos: un código protegido a nivel universal e internacional al que
todas las naciones pueden adherirse y al que toda persona aspira.
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El derecho de los derechos humanos afirma la conformación de un sistema jurídico y
político orientado a garantizar el respeto de los derechos de las personas y los colectivos
humanos. Para ello, debe regular el ejercicio del poder en todas sus formas, en la medida que
tanto la acción pública como la acción privada puedan afectar el goce y ejercicio de estos
derechos. La predominancia de los paradigmas liberales y la capacidad de influencia de los
actores privados en el desarrollo del derecho bien por iniciativa propia o por intermedio de
gobiernos e instituciones que representan sus intereses– ha buscado limitar el desarrollo de
mecanismos internacionales para hacer efectiva esa responsabilidad y para obligar a que
contribuya de la manera más efectiva posible al logro de la plena vigencia de los derechos
humanos.
Esa definición implica una lectura de los derechos humanos como caracterizados por las
notas de universalidad, indivisibilidad e interdependencia.3 Lo cual permite entender que forman
una unidad sistemática, por lo que es correcto entender que el fundamento de los derechos es uno
de los elementos esenciales del sistema de derechos humanos (Lima, 2012)
La actitud que adoptan las religiones hacia los derechos humanos es hoy uno de los
principales criterios para el reconocimiento de su relevancia o irrelevancia social, de su
importancia o insignificancia ética, y de la aceptación o rechazo a nivel cívico por parte de la
ciudadanía y de las distintas instituciones políticas (Tamayo, 2015)
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de la razón, de la lógica humana. Uno de los casos más ilustrativos son las condenas de la
Inquisición y los métodos que se emplearon (IDHC, 2010)
Gutiérrez (2016) dice que entonces hablamos de dos argumentos que indican el origen de
la Declaración de los Derechos de 1789:
No existe una influencia concreta por parte de los derechos ingleses sobre los derechos
norteamericanos. Hay enormes diferencias entre la concepción que los estadounidenses tienen de
los derechos civiles y la que los ingleses manifestaron en sus declaraciones. Algunas de éstas,
son que las leyes inglesas no reconocen los derechos generales del hombre, ni buscan limitar los
factores legislativos como lo hicieron los derechos estadounidenses.
En este sentido, en las declaraciones inglesas, los derechos individuales están protegidos
de manera indirecta, en las que sólo se restringe la libertad de la persona a partir de una
disposición legislativa. Si bien los ingleses reclamaban derechos históricos; los estadounidenses
exigían derechos naturales, inalienables e inviolables del individuo. La primera consecuencia
lógica que se obtiene de estas diferencias está en las concepciones del derecho natural de la
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época que tenía cada entidad cultural. La gran diferencia, que radica en sus creencias religiosas
sobre la condición del hombre, marcó la distinción entre una y otra declaración.
Para los estadounidenses, a diferencia de los ingleses, todos los hombres nacen libres e
iguales y con derechos inalienables. Es decir, los derechos estadounidenses han sido el producto
de una concepción subjetiva del hombre que proviene “del corazón y de la naturaleza”. Sin
embargo, los derechos ingleses, dentro de su gran tradición anglicana y aislacionista, sólo
estaban dirigidos a los ingleses; mientras que los de los anglosajones americanos se orientaban a
todos los hombres.
Los ingleses enfocaban sus derechos en las prerrogativas que podía tener el soberano para
restringir la libertad de los hombres; mientras que los artículos constitucionales de los
estadounidenses acerca de las libertades de los hombres se centraban, principalmente, en las
prerrogativas para ampliarlas.
Si bien hay una estrecha relación entre una filosofía de la libertad y una legislación de la
libertad, entre los derechos naturales e innatos y los consagrados legislativamente en una
constitución, entre un contrato moral de los hombres y la conformación de una constitución por
ciudadanos. En todo caso, si hay un documento escrito en el cual los protestantes, cada uno, a su
modo, se basan para normar su vida religiosa es la Biblia o el Nuevo Testamento.
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Alexis de Tocqueville en 1961 había analizado en su libro De la democracia en América, y que,
según el autor, repercutió en la concepción moderna de los derechos humanos.
Fundamentación ético-religiosa
Dentro del pensamiento católico podemos tomar como referencia a Schmaus, quien en su
obra "Teología dogmática" afirma que la dignidad de la persona humana (en cuanto fundamento
de los Derechos Humanos) proviene de Dios y su destino está en Dios. Esta autorrealización
alcanza su coronación en la plenitud junto a Dios. En El llegamos a nuestra verdadera mismidad.
Y con esa misma base teológica afirma Steinbüchel, en un plano estrictamente humano,
que lo que caracteriza esencialmente al ser personal es la "auto posesión" de su ser y de sus
actos, la intimidad siempre viva de su mundo propio, la autodeterminación y autoconfiguración
de un ser insustituible, irrepetible, cerrado en sí y capaz de disponer de sí mismo". Esta misma
configuración del fundamento de los Derechos Humanos es la que defienden teólogos como
Hans Küng y Karl Rahner. Este último autor afirma: "es la dignidad de la persona humana que
puede entenderse como una determinada categoría de un ser que reclama ante sí y ante otros,
estima, custodia y realización" (Curso Sistematico de Derechos. s.f)
Antropología pesimista
Las religiones en general tienden a considerar a los seres humanos, creyentes o no, como
seres dependientes de su hacedor o creador y sometidos al plan que la divina Providencia tiene
sobre la humanidad. Carecen de autonomía en su modo de pensar y de actuar toda persona, antes
que ser humano con derechos y deberes, es pecadora a los ojos de Dios y necesita redención.
Pero antes debe arrepentirse y convertirse. La concepción antropológica de las religiones suele
ser pesimista y negativa. Agustín de Hipona extrema dicho pesimismo hasta considerar a la
humanidad como massa damnata. Lo que implica, en buena lógica, un fracaso en el plan del Dios
creador y salvador.
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Conforme a esta concepción, el ser humano difícilmente puede ser portador de dignidad y
sujeto de derechos. Más bien lo es de deberes y obligaciones, expresados en los distintos códigos
jurídicos y morales religiosos en forma de prohibiciones y de amenazas de castigo, no sólo
temporales, sino también eternos. Para que las religiones reconozcan a los seres humanos como
sujetos de derechos tienen que cambiar de concepción antropológica y, como resultado, de
paradigma. De lo contrario, seguirán estando en las antípodas del paradigma de los derechos
humanos y oponiéndose de manera pertinaz a su formulación y a su ejercicio (Tamayo 2015)
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